EL PARALELO 0 DESDE UN CALEIDOSCOPIO 20 POETAS DE LA MITAD DEL MUNDO Muestra de poesía ecuatoriana actual
Estudio introductorio, selección de poetas y poemas: Jorge Valbuena*
Oh poeta esos tremendos ojos Ese andar de alma de acero y de bondad de mármol Este es aquel que llegó al final del último camino Y que vuelve quizás con otro paso Vicente Huidobro
La poesía actual en la mitad del mundo, como en otros lugares, cuenta con inmensos acertijos. Descubrirlos y detallarlos con el fin de brindar un panorama general de una estética común es una labor, a grandes rasgos, quijotesca; más en este momento de fuertes complejidades políticas, sociales y comunicativas. Ya no es lo mismo ubicar una voz, una tendencia, un canon, un grupo, como antaño se hacía en respetables ediciones. Ahora estos conceptos se han multiplicado hasta
dar una imagen multiforme del escenario poético. Al parecer son la edad y la condición geográfica algunas de las características por las que se puede reunir ahora a un conjunto de poetas, la estética y el estilo pocas veces se han vuelto a aplicar como una categoría plural. Esta muestra pretende reunir veinte de las múltiples voces que se cruzan, con mucha resonancia, en el ámbito literario actual del Ecuador. Considerarlas jóvenes puede resultar acaparador si nos acercamos a las diversas acepciones de este apelativo. Estoy de acuerdo en que son recientes y se mantienen vigentes en sus búsquedas creativas, pero algo que las caracteriza notoriamente es la madurez con que plantean su cosmos literario. Cada una de ellas, desde puntos de vista muy distintos, se enfrenta a una condición de época multidimensional, que ritualiza un nuevo manejo de los temas desde posturas desalienadas, intimistas, cotidianas y anecdóticas. Temas que se proyectan desde un “yo” colectivo, que suplen la labor de un coro en medio del silencio y a la vez retornan al susurro personal. Si fuera necesario hablar de un tono de época, diría que esa melodía que aparentemente se escuchaba con tanta claridad en las poéticas nacionales es ahora un ensamble de ritmos y polifonías en donde el silencio cumple un papel estelar y en donde lo nacional ya no se encuentra en las banderas que se enarbolan. Las fronteras apenas sirven para esta muestra como un distintivo de los lugares en donde se ha gestado esta poesía, los temas son universales y el trato particular. Sin embargo, algo que detalla este coro aquí reunido bajo la premisa de Poesía ecuatoriana, como en otros muchos países, es su tradición. A grandes rasgos podría parecer la reunión de un grupo de poetas que distan mucho en su estilo y que se ubican bajo una estética personal e individual en la que las diversas influencias no han sido compartidas, pero es precisamente su pasado literario el que ha dejado una huella significativa en estas nuevas voces.
Una tempestad desbocada llamada Alfredo Gangotena, Una tenue tiniebla llamada César Dávila Andrade, Un volcán desenterrado llamado Jorge Enrique Adoum, Una ventisca eterna llamada Gonzalo Escudero, un rumor de tormenta llamado Euler Granda, por nombrar sólo algunos, pueblan la enorme geografía de esta reunión de destellos que aquí se presentan. Sin hablar también los grupos literarios como “Umbral”, “El club 7”, “EL ELAN”, “Tzántzicos” y “Sicoseo”, o revistas como “La bufanda del sol”, han dejado una importante herencia al presente. Las búsquedas formales de estos actuales referentes, así como el tratamiento que hacen de los temas podrían contemplarse como ecos de un tiempo que dejó vacíos y cimientos, nubes y sequías, y al que se puede retornar por múltiples direcciones. Extensa es la poesía de signo irreverente que en otro contemporáneo puede golpear a su orilla y devolverse con la sutileza anecdótica de un suceso profano, y surcar la profundidad de un universo urbano que se entreteje con bocados de maravilla ¿Dónde puede atracar? Por ello no me atreveré a hablar de generación, es difícil hacerlo cuando en esta se evidencian tantos rasgos de las anteriores que pareciera una continuidad bien librada. Un hallazgo en la tradición se mantiene en este grupo, incluso en aquellos que pretenden negarla, la misma negación es un eco de ella misma. Son poetas que también se vieron inmersos en la constitución de talleres literarios, así como en la edición de importantes revistas en donde forjaron sus primeras creaciones y búsquedas compartidas por la crítica que allí era un acontecimiento. Sus caminos, así como su estética, han sido múltiples, sus puertos de llegada aún son difusos. Algunos poetas ecuatorianos actuales han pasado por diversos estilos, atendiendo al devenir que tiene la palabra a lo largo del continente, intentando acercarse a posturas estéticas que se abren paso fuera de las consideradas fronteras nacionales, como es el caso del neobarroco. Así las cosas, aún es arriesgado hablar de una sola poética ecuatoriana que defina este panorama.
Tampoco me fijé con esta selección en la insistente división que se ha hecho entre las corrientes y grupos de Quito y Guayaquil, presente en muchas de las antologías y muestras ecuatorianas recientes, que se basan en esta polarización para medir las tomas de posición estéticas que se realizan sobre una realidad que compete a ambos. Si bien se puede considerar este escenario poético actual como un universo fragmentado, no se pueden desconocer el lugar del que proceden sus vertientes, la historia de la poesía ecuatoriana ha estado siempre signada por un lirismo oficialista que demarca un parnaso y una vanguardia al margen que lo confronta. Las nuevas voces reúnen características de ambos bandos sin ser bando, sólo incertidumbre. Los criterios de selección, ante tamaño universo sin límites, fueron determinados por las características que pudieron realzarse como integrales a la mayoría de poetas indagados. En medio de la diversidad aparece un trazado de enigmas comunes que fueron el eje sobre el que giró y se determinó una posible reunión. Una voz que sentencia y rememora, lenguaje coloquial, lirismo anecdótico, manejo de la ironía y el absurdo, insistencia en lo cotidiano, recreación del léxico popular, reflexión sobre el oficio y condición del poeta, alegorías a otros géneros y resonancias de formas vanguardistas, son algunos de los aspectos que configuran este inventario de elementos particulares dentro de la nueva poesía ecuatoriana. La mayoría de poetas, como se verá, son nacidos en la década del setenta, lo cual no demerita el importante trabajo de algunos de los poetas nacidos en los ochentas, quienes se encuentra en una constante y lúcida búsqueda ante este cosmos multifocal. En conjunto configuran una voz plural, ecos encontrados, voz que habla desde la cotidianidad, llamando desde la ironía los rezagos trascendentales, siendo un común denominador de la mayoría de ellos. La diatriba del sujeto que avanza en medio del “viacrucis” de la modernidad y se hace a la vera a contemplar su delirio, la oquedad de sus conflictos mientras amanece en otra parte de la historia,
la negación de lo aceptado y el dilema de volver sobre los mismos ritos. Es un coro polifónico que olvida su ritmo para volver a encontrarlo, por ello se cuestiona constantemente por la función del oficio de poeta, por sus estragos concebidos, y se celebra en medio de su tempestad de tumbas que lo anteceden; los secretos que fundaron el pasado, así como los motivos que trajeron a su melodía al despojo de la letra. Es el ahora del poeta que se detiene en su vuelo para mirar a sus alas, contar sus plumas, entender el cielo; de allí que sea como una marca que todos llevan del camino recorrido, la más íntima huella que todos han querido sacar de sus baúles para prenderle fuego a un pabilo que sólo se presiente. El coloquio al que se entregan no presume de sabio, desentrañan desde el escenario ínfimo de lo universal hasta la gloria intacta de lo infame. No hay norma, cuadricula única por la que se deba avanzar, la voz se encarga de tallar su propio laberinto. De allí que se recurra al regionalismo, al dicho, al “charlar”, dejando que la fluidez de ese lenguaje considerado popular no reniegue de su condición de extraño. Es la oralidad, la diglosia cultural, que se complace de unirse a ritmo, alarga su paso, se celebra a sí misma hasta tropezar con una marca de cultismo que se encuentra prisionera en la mitad de un poema. El poema dice, habla, reniega, grita, guarda silencio; no mantiene una tonalidad completa que lo defina con su carga de artefacto. Puede comenzar siendo una simple historia que se renueva hasta desembocar en un susurro tempestuoso que se olvida de la circularidad. Hay una gran variedad de registros en esta muestra, que han encontrado en el lenguaje vías de escape más que de acceso a la escritura. Todas las formas de nombrar se hacen posibles, en algunas líneas se pierde el significado, en otras se retoma, al punto de volverse a cruzar con algo insinuado en otra parte, fuera de las palabras. Aquí la vanguardia se preserva, no con su alienación de compromiso sino como huella heredada. No hay canon que romper, todos los cánones antes consumidos son ahora formas, estilos, enclaves a los que se puede recurrir y mezclar con otras propuestas simbólicas. La forma se instala y se acomoda al
antojo del lenguaje y viceversa. Un poema puede ser muchos poemas, cambiar de voz, claudicar en su centro, es la poesía que se indaga a sí misma desde un poeta que busca en sí mismo el contenido de su reino. Un cruzamiento de reflejos se apresura a darle forma a lo incierto. Si bien esto es novedad para este tiempo, el espejo se halla encendido entre las múltiples novedades que lo han antecedido, sin deshabitarse de la imagen, la búsqueda de ella, su deslumbramiento, como gran traza que nunca se ha dejado de tallar. Son poetas de la imagen y de lo íntimo que indagan en la misma certeza de lo que cubren. Los veinte poetas aquí seleccionados conforman un panorama actual de la poesía ecuatoriana que, desde mi punto de vista, se encuentra integrado por su tradición y esta diversidad descrita. Pedro Gil (manta, 1971), Marialuz Albuja (Quito, 1972), Ana Cecilia Blum (Guayaquil, 1972), Julia Erazo Delgado (Quito, 1972), Carlos Garzón Noboa (Quito, 1972), Ángel Emilio Hidalgo (Guayaquil, 1973), Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, 1972), Freddy Peñafiel (Quito, 1972), Aleyda Quevedo Rojas (Quito, 1972), Franklin Ordoñez Luna (Loja, 1973), Carmen Inés Perdomo (Esmeraldas, 1973), Carlos Vallejo (Quito, 1973), Javier Cevallos (Quito, 1976), Siomara España Muñoz (Manabí, 1976), Luis Alberto Bravo (Milagro, 1979), Augusto Rodríguez (Guayaquil, 1979), Rocío Soria (Quito, 1979), María De Los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980), David Guzmán (Quito, 1980), Santiago Vizcaíno Armijos (Quito, 1982). Como toda selección de poesía, esta también corre el riesgo de dejar en el vacío algunas poéticas imprescindibles, sin embargo, la intención desde el principio se enmarcó en la posibilidad de reunir un conjunto de voces que brindaran un panorama general del actual acontecer poético del Ecuador. Razón por la cual no se resaltan estilos individuales ni grupos – que los hay- con el fin de acceder a este nuevo territorio sin la sujeción del que avanza con un recorrido demarcado. De igual forma los textos que aquí se incluyen se acercan al estilo particular de cada poeta -sin desequilibrar con los que comparten su entornoconfigurando un breve fotograma de sus temas recurrentes, su tonalidad, la
exploración de la forma y su propuesta lírica. De manera que esta mirada de caleidoscopio sólo es una breve muestra del inmenso universo que se está gestando en el país de la mitad del mundo, como un aleteo de un leve viento que aún perfila su danza. Quito, abril de 2012 PEDRO GIL (Manta, 1971) Coordina el taller literario de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y está incursionando en la narrativa. Ha publicado los poemarios Paren la guerra que yo no juego (1989), Delirium Tremens (1993), Con unas arrugas en la sangre (1997), He llevado una vida feliz (2001, antología poética que incluye Los poetas duros no lloran), Sano juicio (2003) y Diecisiete puñaladas no son nada (antología poética, 2010). Poemas suyos aparecen en varias antologías ecuatorianas y latinoamericanas. Rescate
que me sentencie el santo, el puro. el mar, la noche, hasta mis más queridas las estrellas enmudecieron. yo conocía sus pecadillos. por eso cuando me lancé
al Estero Salado los ahogados me salvaron. no era posible tanto sentimiento de culpa.
Los asaltantes
Vagan por la Carretera Inmunda donde los cuerdos predican a los locos han visto a la luna nadar sobre amantes silenciosos, a la mar abrirse para Dios. hay de todo en una Calle de Nadie. las madres solteras cosen para olvidar. sudan dos cuerpos adúlteros. sudan y se aman. hora en que los santos fornican en su propio infierno. hora en que la vergüenza invade al solitario después de la masturbación. las hembras del ambiente usan nombres falsos, penas reales. una niña abraza a su hija. arden cuerpos adúlteros. arden y se aman.
tienden las sábanas conyugales. los asaltantes se persignan, asustados ante la mirada del cielo, sólo quedan ruinas del Museo de los sentimientos. el ingenuo se acerca con un pan en la billetera. los asaltantes esperan, ya acostumbrados a la mirada del cielo. Saben que hay de Todo en una Calle de Nadie.
MARIALUZ ALBUJA (Quito, 1972) Magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar (1997), Llevo de la luna un rayo (1999), Paisaje de sal (2004), La voz habitada (coautora, 2008) y La pendiente imposible (2008), obra que fue premiada y publicada por el Ministerio de Cultura del Ecuador. Sus textos han aparecido en revistas literarias y en antologías de Argentina, México, España, Venezuela, Perú y Ecuador. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, francés y euskera. Ha representado al Ecuador en Bilbao, Pamplona, San Sebastián y Errentería, Feria del Libro de Santiago de Chile, Festival Internacional de Poesía en Cartagena de Indias, Encuentro de la Universidad Católica de Lima, Encuentro de
Poesía Eskeletra y Encuentro de Poesía en Paralelo Cero. Es traductora del inglés y del francés.
La poesía me llama desde la superficie rugosa donde se ocultan las palabras. Jamás podré descifrarla porque entreteje sus fibras con el hilo de su propia luz. Intento besarla pero no puedo. Se me escapan sus cuerdas de metal, sus ligeras cuentas de oro. La poesía se parece a mi dolor pero su rostro no se contrae como el de una criatura porque ella no es criatura ni palabra nombrada. Es la palabra que se quedó en el silencio. Lo demás Todo Nada le sobra.
Colina al final de la playa el mar en tus riscos golpea los cuerpos que ayer olvidaron los pájaros.
Montículo herido ¿Quién bebe en tus manos de lodo? ¿Quién limpia tu sangre? ¿Quién besa los ojos de tus ahogados?
Señal inequívoca del ascenso Edificada sobre los ecos de la pendiente Sostienes ciudades O restos de ellas La sal te corroe la cara.
¿Quién llega en la noche a cerrarte los párpados? ¿Quién viene a llevarse tus muertos?
Acuérdate a quién le arrancaste la voz.
ANA CECILIA BLUM (Guayaquil, 1972) Poeta, ensayista y narradora. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil; y posgrado en Español, Universidad Estatal de Colorado, Estados Unidos. Actualmente ejerce la enseñanza del Español como segunda lengua a nivel superior y es directora de varias revistas digitales de promoción cultural. Es autora de los poemarios Descanso sobre mi sombra (1995), Donde duerme el sueño (2005), La que se fue (2008).
Descanso sobre mi sombra La noche copula con el verso sueño un placer furtivo ser hijo de las letras Una pluma inventa el universo El silencio inventa la música Un poema observa desde la ventana
Renuentes Ellos conservan el rumbo de la costumbre. Me han contado que salen a las horas de siempre.
Por las mañanas al trabajo, retornan, hacen la siesta y se apuran a buscar atardeceres. Suben, bajan de los buses, atienden conciertos, cines, recitales. Se sientan en algún café, sacan la pluma, conciben los hijos de las calles. Pobrecitos mis zapatos viejos ellos aún no entienden que me he marchado.
JULIA ERAZO DELGADO (Quito, 1972) Periodista; dirigió el Centro Cultural Imágenes (1997-2000). Ha trabajado en la cátedra universitaria y proyectos literarios de la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y el Municipio de Quito. Sus textos han aparecido en diversas revistas ecuatorianas y extranjeras, así como en antologías de la lírica ecuatoriana actual. Es coautora del libro La voz habitada. Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo (2008). Ha publicado el cuaderno de poesía Imágenes de viento y de agua, con la Sociedad Ecuatoriana de Escritores, Verbal (2008) y Mi verano en tus alas (México, 2012). Ha representado al Ecuador en eventos poéticos en Ecuador, España, Venezuela y Colombia.
piedras de agua dónde su cruce su cópula su costura su encadenamiento su piel circular
como el rapaz atado a lo lejos con su l e j
a n
í
a
el agua órgano carne costilla la piedra viscosidad derrame caudal
aún lepidópteros
he despertado adherida a ti tus venas bajo mis escamas
atisbo mi cárcava en tu espalda y mis alas abiertas tu catafalco
tiembla la flor que nos cobija
CARLOS GARZÓN NOBOA (Quito, 1972) Poeta y pintor; es autor de los libros Erial (2003) y Mínima antología personal (2007); es coautor de La voz habitada. Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo (2008). Su obra consta en varias antologías dentro y fuera del país, entre otras, Aldea poética (Madrid, 1998), Del libre amor (2010), Poesía en paralelo cero (2010); y en revistas como Eskeletra, Ourobourus, Revista de la Casa de la Cultura del Ecuador, Punto de Partida (México) y Taller de la Hoja (Bogotá). Ha participado en varios encuentros de literatura nacionales e internacionales.
Aquella ave de la voz…
Sembrada por mis labios, la vid de las palabras se marchita.
A pesar del oficio, la Escritura no basta: será ceniza, mas ¿tendrá sentido?
El fuego afila su guadaña, mientras mi voz emigra hacia el Silencio.
Cae una lágrima en el jardín de los incendios.
Naufragios
I
El Pacífico sacude su gran párpado, mientras los amantes zozobran a bordo de un barco sin proa.
De las profundidades, ¿renacerá la Diosa?
II
Asido a mis palabras, la página se vuelve un océano de alas.
ÁNGEL EMILIO HIDALGO (Guayaquil, 1973) Historiador, poeta y catedrático universitario; magíster en Historia y especialista superior en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Ecuador). Ha publicado los poemarios Beberás de estas aguas (1997, Premio Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño), El trazado del tiempo (2003, mención de honor en el Concurso Nacional de Literatura M. I. Municipalidad de Guayaquil) y Fulgor de la derrota (2010), así como la muestra colectiva Porque nuestro es el exilio (2006). Forma parte de diversas antologías poéticas publicadas en Ecuador y América Latina.
Vivo de la noche enarbolando sus ofrendas vertiendo el agua hospitalaria de los cuencos sobre las pieles húmedas de edificios encendidos de pólvora y madeja. La poesía es rumor brillante que viene del pasado caracola que bruñe el escarceo de la ola pira que redime su natural presencia eco y vorágine que no apaga su luz en los bordes infinitos del silencio.
Te diré que bebo de tu huella desde la pendiente de los aparejos. que el deseo de izar velas en tu nombre
se lo debo a la nostalgia.
¿Cómo no henchir de sal los pechos cuando tu aroma silba las arenas de mi piel?
Esta costumbre de diluir la tarde en el océano de tu boca la conocí desde siempre.
XAVIER OQUENDO TRONCOSO (Ambato, 1972) Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los siguientes libros: Guionizando poematográficamente (1993); Detrás de la vereda de los autos (1994); Calendariamente poesía (1995); El (An)verso de las esquinas (1996); Después de la caza (1998);; La Conquista del Agua (2001); Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas ecuatorianos, 2002); Antología de Nuevos poetas ecuatorianos (2002); Salvados del naufragio (1990-2005), Esto fuimos en la felicidad (2009. Mención de Honor, Premio Jorge Carrera Andrade, al mejor libro de poesía publicada en el año, Municipio de Quito), Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011),Solos (2011), Alforja de caza (2012). Representante del Ecuador en importantes encuentros poéticos y literarios en España, México, Colombia, Chile y Perú. Ha sido editor de varias revistas de poesía y literatura. Ha dirigido varios talleres literarios de Creación y lectura. Organizador de los Encuentros de poetas jóvenes en su país y del Encuentro Internacional “Poesía en paralelo cero”. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, francés y portugués.
Nostalgia del día bueno … y al fin dirá temblando: “Qué frío hay… Jesús!”. Y llorará en las tejas un pájaro salvaje César Vallejo (Idilio muerto) El sueño, la nieve, esa nube de hastío que se repite en los mismos rostros; la misma calle de la ciudad que alguna vez fue cuna del encantamiento. Sin embargo, en algún árbol, por algún techo, en cualquier teja deberá anidar el día bueno: aquel día pródigo que no se asoma, que no entra. En este frío, el día al que le canto aún no emigra.
Antes de la caza A mi padre
Quiero encontrare el lugar donde ubicarme. Entro en la vecindad de voces que me dicen: ve a buscarte lejos, en los andenes de las penas, ve a ponerte en fila con los astros; deja el poema un rato, y reconoce los olmos. Piensa que ya estorbas y no sirves, que de grande uno se trastoca y se consume.
Mamá ya no prepara bien las cenas, no hay comida hasta después del día.
Ve a buscar el círculo vicioso que pueda hacerte hombre en el insomnio de los días.
Vete y no vuelvas
hasta después de la caza.
FREDDY PEÑAFIEL (Quito, 1972) Desde 1986 ha publicado múltiples textos en periódicos y revistas. Ha publicado Del amar, de la mar (1995), Del asombro de las sombras (2001), Anzuelos (2005) y Presagios (2009). Está incluido en diversas antologías poéticas nacionales e internacionales. Editor del blog www.rompecabezas.ec Sol “sous les pavés, la plage”, nanterre, mayo 1968 debajo de la arena de playa no están los adoquines de parís los hemos buscado cavado barrido soplado y por más húmedo que esté el sol bajo esa arena, no está parís
un poema agazapado escondidos dentro de un libro mis versos te esperan se acomodan los bigotes se regodean mis versos de amor te esperan
saltan ante la mínima señal de movimiento se acicalan se visten de reyes de colores se peinan las ralas barbas con brillantina mis versos te esperan de amor se saben solitarios invencibles no repetidos por voces ajenas a la música y te esperan mis versos son así acostumbrados a esperar entre las sombras entre los silencios dentro de tus ojos… ellos te esperan…
ALEYDA QUEVEDO ROJAS (Quito, 1972) Poeta, periodista y gestora cultural, actualmente trabaja como consultora de comunicación de Unicef. Ha publicado Cambio en los climas del corazón (1989), La actitud del fuego (1994), Algunas rosas verdes (1996, Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade), Espacio vacío (2001, 2007), Música oscura (antología, 2004), Soy mi cuerpo (2006), Dos encendidos (Venezuela, 2008); La otra, la misma de Dios (2012). Compiló la antología Trece poetas ecuatorianos (2008). Colabora con las revistas La Otra (México) y Agulha (Brasil). Poemas suyos han sido traducidos al hebreo, portugués, alemán, francés e inglés, y figura en diversas antologías y revistas de Hispanoamérica.
Sólo tú, poesía
Una reluciente hoja de un solo filo Mi arma blanca con mango de concha nácar que no logró entregarme la dicha El amor y su exigencia Esa llama que me quemó, arrastró y hundió Ni navajas, ni besos, ni cuerpos Ni siquiera el solo estar, dejarse estar Ni el aleteo de la fe en forma de religión Ni el palpitante viento con sus dilemas Nada me sostuvo hasta llegar a este momento Solo tú poesía haces que valga la pena seguir al borde, a la intemperie de vivir en el reluciente filo de una navaja que pocos conocen.
Limón perfumado
Soy mi cuerpo atrapado por partículas de otros cuerpos
Cuerpo que enjabono en el mar reconociendo suciedades
y miedos
Miedos míos enjuagados con el agua que todo lo cura la sal de mi sudor los celos bien guardados los dulces jugos y de nuevo el agua que me concede un cuerpo nuevo cada día
Cuerpo fresco tendido en la cama como limón al filo de la ventana
Y el sol quemando el vidrio la madera el limón perfumado y desnudo de la ventana que soy
¿Sé quién soy? me miro
en el largo espejo del baño tengo 33 años nunca estuve tremendamente sola abandono de perras que te marca y deja sin curiosidades
Lloro y mis piernas blancas se vuelven negrura profunda que bloquea los sentidos
Quién es mi cuerpo puede afrontar sus propias desgracias incluso las más asfixiantes horas ansiedad falta de ti horas cuando me fundo con un monstruo que conozco bien
Cuerpo mío pólvoracielo intenso estallido de lámparas que filtran tu claridad sobre mi pecho
Soy este cuerpo mío.
FRANKLIN ORDOÑEZ LUNA (Loja, 1973) Licenciado en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas, así como en Lengua y Literatura, con especialidad en Filología Española por la Universidad Complutense de Madrid. Es magíster en Estudios de la Cultura. Fue coordinador del taller de literatura de la Casa de la Cultura, núcleo del Azuay. Es autor de los libros Mapa de sal (2001), A la sombra del corsario (2004), A cambio de monedas o palabras (2007) y Del Neo José y otras historias (2009). Textos suyos han aparecido en publicaciones como Ánfora Nova y Casa de la Poesía, así como en diversas antologías de México, Venezuela, Argentina, Estados Unidos, Ecuador, entre otros países. Actualmente se desempeña como catedrático en centros educativos secundarios y universitarios. Reside en Cuenca desde hace doce años.
Keanu Reeves
Sabes a mares del sur ceniza de marihuana. Llego a tus nalgas. Qué importan los versos, la música, Manhattan. Qué importan las torres desplomadas, el sur comiendo cieno, el vacío de los desterrados. Qué importa el mundo soy pez de tu mar en llamas.
Autorretrato
Momificaré el pasado y lo enterraré en las catacumbas de mi corazón Inventaré un alfabeto y en las paredes contaré mi historia
CARMEN INÉS PERDOMO (Esmeraldas, 1973) Periodista. Ha participado en recitales nacionales e internacionales. Es autora de los poemarios Silencio en llamas (2005) y Naufragio del canto (2008). Aparece en varias antologías nacionales e internacionales. Es coautora del libro La voz habitada. Siete poetas ecuatorianos en el nuevo siglo (2008). Obtuvo el tercer lugar en el concurso de poesía femenina Gabriela Mistral y la mención de honor en poesía en el Concurso Internacional Editorial Novel Arte 2008 de Arte y Letras (Argentina).
Grafías I Tu llanto se diluye en mis manos como música de cristales. Tu mirada, oscuro desvelo, me inunda.
Me sumerjo en tu hรกlito ausente.
II La noche abraza lo oculto, muestra sus filos de fuego que caen en la pradera. Pรกjaros lacustres dormitan su esplendor. Cantos trizados como un espejo que el silencio muerde. En la cima del vuelo, el viento desdibuja mi cuerpo. III Agua susurrante: la palabra. Me hundo como nรกufrago en las tinieblas. Deambulo, desfallecida hasta volver en una hoja en blanco.
Simiente Brotan pétalos, el vientre es la estancia por donde vaga la tristeza. La tempestad de la floresta abre venas, desgarra la tierra, deshoja caricias. Entre relámpagos de sangre, quedarse quieta en una sílaba es parir la luna entre espigas. La noche persiste en el rocío.
CARLOS VALLEJO (Quito, 1973) Ha sido promotor cultural, editor, bibliotecario, facilitador de talleres de fomento de la lectura, de desarrollo de la creatividad y de escritura. Ha publicado los poemarios Oficio de navegantes (2009), La orilla transparente (2007), En mi cuerpo no soy libre (2003) y Fragmento de mar (2005). Ha merecido el Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinoza Pólit (2007) y el César Dávila Andrade (2009), así como menciones honoríficas en la Bienal de Cuento Pablo Palacio 1999 y 2001.
Residencia
El viento o un poema del viento, la piedra o su recuerdo: tu rostro o la flor que por ti se yergue. Resido en la Flor, en el sueño que evocan las Palabras. Respiro, subo por la pendiente frágil de una página, me aparto del mundo; cohabito, como un pájaro roto, entre las líneas del poema.
La estatua gira en su sola quietud, naufraga ante su materia; se despide, retorna, transita como un barco anclado en el espacio: se mueve, inerte, en los confines de su vasto sueño.
Roca estéril, la estatua, a pesar de las caravanas, y los días jubilosos, la estatua muerta entre los amantes que se palpan, sorda materia entre los latidos que incendian la hierba.
Lugar perdido, la estatua.
dispuesta como un animal atascado en la luz, canto de luciérnagas minerales, lápida de sí misma, fruto inmóvil del viento.
Mar ausente, la estatua,
que desaparece en su perenne insomnio, músculo raudo que se despide de su inseparable presencia; candado y llave de un acceso hacia ninguna parte.
Coloso triste, la estatua,
que sueña despierta mientras la naturaleza a su alrededor le implora que duerma.
JAVIER CEVALLOS (Quito, 1976) Ha publicado La ciudad que se devoró a sí misma (CCE, 2001) yC (2006). Consta en la antología de poesía joven ecuatoriana Ciudad en verso (2002). Consta en las memorias del I Festival de Poesía Joven Hugo Mayo (2005).
Plaza grande ¿Quién te vio, ángel insomne, perdido entre las campanas viejas? ¿Quién te vio arrastrar las alas rotas entre cunetas sucias y puentes opacos? Mordiendo las paredes pendulares
con tu sexo hermafrodito. Vagando como un imbécil de mirada perdida. Sonriendo inocentemente a las farolas. ¿Quién te vio, ángel oscuro, consumirte en ojos de abuelos apuntalados en los portales? Añorando un tiempo que nunca acabó de ser tuyo.
Mamacuchara Desde el fondo de esta calle te ves tan pequeña que me provoca aplastarte con la punta de mi dedo pulgar
SIOMARA ESPAÑA MUÑOZ (Manabí, 1976) Licenciada en literatura y español, catedrática de literatura, poeta, narradora y crítica literaria. En 2008 obtuvo el primer Premio de Poesía de la Universidad de Guayaquil, y fue finalista del concurso de cuentos Jorge Luis Borges, de Argentina. Ha publicado los poemarios Alivio Demente (2008), Concupiscencia (2007) y De cara al fuego (2012). Ha sido incluida en diversas antologías poéticas de Ecuador, Perú, España, Cuba y México, y ha participado en encuentros literarios dentro y fuera del Ecuador. Invitada a la Feria del Libro de La Habana Cuba 2011. Parte de su obra está traducida al inglés y al francés.
La casa vacía No invites a nadie a nuestra casa. Pues repararan en puertas, paredes, escaleras, y ventanas, miraran la polilla en los rincones, los cerrojos oxidados, las lámparas ciegas, arruinadas. No traigas a nadie a nuestra casa pues no tendrán más que angustia de tu mesa, de tu cama, del mantel, del mobiliario, se reirán de pena por las tazas, fingirán nostalgia de mi nombre
y reirán también de nuestra hamaca. No traigas más gente a nuestra casa pues te escribirán canciones, te entusiasmaran el alma, te susurrarán traviesos, sembraran una flor en la ventana. Por eso no debes, te lo ruego, traer más gente a nuestra casa pues se pondrán rosados, verdosos, rojizos o azulados, al descubrir las paredes rotas las plantas marchitadas. Querrán barrer en los rincones querrán abrir nuestras persianas y encontrarán seguro en nuestros libros las excusas perversas que buscaban. No traigas mas nadie a nuestra casa así descubrirán nuestros absurdos te llevarán lejos a otras playas te contarán historias de naufragios te sacarán a rastras de esta casa.
La mujer del miércoles
Cuantas veces la mujer del miércoles desdobla el rostro, lava sus pies y camina sobre sus palabras. Cuantas veces recorre los mismos caminos, transita las mismas calles, ve los mismos semáforos, observa los mismos mendigos, sube las mismas nubes, busca la misma cama. Cuantas veces la mujer del miércoles busca la boca de su amante, se estremece entre sus brazos, grita de amor desesperada y llora entre silencios sus palabras. Cuantas veces la mujer del miércoles quiere abandonar su pasión olvidar sus sueños y seguir atada. Cuantas veces ríe y canta y otras tantas llora enamorada cuantas veces la mujer del miércoles tiene que amarrarse el alma, vivir el delirio, la locura y caminar sobre lo dicho, caminar sobre sus palabras.
LUIS ALBERTO BRAVO (Milagro, 1979) Ha recibido menciones de honor en los siguientes concursos: Nacional de Poesía Jorge Enrique Adoum (2004), César Dávila Andrade (2008), XII Nacional de Literatura (2009), Doctor Ángel Felicísimo Rojas (por su novela Septiembre) y II Concurso Nacional de Dramaturgia y Creación Contemporánea José Martínez Queirolo (2011). Ha publicado Utolands (México, 2010; Premio del Concurso de Poesía y Cuento Lenguaraz, México, 2009), Antropología pop. Para árboles epilépticos (2010) y Cuentos para hacer dormir a una niña punk (México, 2010). Está incluido en la antología continental 4m3r1c4 (Santiago de Chile, 2010).
Sofía
Salgo a las doce de la noche, a darle un trozo de vidrio a los niños. “¡Vuelvo!... Junta la puerta: Para que entre yo, para evitar a los ladrones”. Hay algo de noche en el gato; Hay algo de gato en el zinc que da a la calle. Al final del jardín un duende defeca. Lo sé por los árboles —¡¡tosen los árboles!!—. Tiene la oreja de un cerdo y el mandil de un carnicero; Me arropo mientras la araña me mira: Sueño a Kerouac atropellado por un camioncito de marihuana
[y en el cuarto adjunto (a ti), se te revientan los ojos].
Cajita de música Las niñas juegan con las muñecas, y por ello sus padres ríen. Las niñas les inventan novios a sus muñecas, y por ello sus padres callan. Las niñas quisieran parir muñecas, y por ello sus padres las abandonan.
AUGUSTO RODRÍGUEZ (Guayaquil, 1979) Periodista, editor, catedrático y editor de El Quirófano Ediciones. Ha publicado los poemarios Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (Barcelona, 2007), Matar a la bestia (recopilación, México, 2007), La gramática del deseo (recopilación, Bolivia 2009; México, 2009; Argentina, 2009) y Voy hacia mi cuerpo (Perú, 2010). Ha obtenido, entre otros, el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez (2005) y el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005). Parte de su obra
poética está traducida al inglés, catalán y francés. Es uno de los fundadores del grupo cultural Buseta de papel. Decapitado en el circo El poeta es un payaso de circo sin maquillaje, con sus arrugas, sus canas su pobreza de a pie; el poeta ríe poco o mucho depende de su círculo de lectores. Unos viajan por el mundo, leyendo su poesía a otros les toca leer sus poemas debajo de los puentes encima de los árboles o en las jaulas de los leones. al final, el lector (des) preocupado aplaudirá de pie hacia el vacío las sombras de la nada porque un poeta más de este mundo ha sido decapitado entre los espectadores.
Historias de infancia Ella descansa en mi regazo y me cuenta historias de su infancia. Yo me la imagino con la carita redonda corriendo en busca de agua y alegría. Sonriendo al ver a los payasos y a los regalos de cumpleaños. Abrazando a su madre, a sus distintos hermanos que nunca más volvió a ver, acurrucada en el ataúd de su padre y en la melancolía de su abuela. Ella descansa en mi regazo y me sigue contando historias
de infancia aunque poco a poco se duerma. Yo la miro, la veo allí, sola, débil, abandonada y lloro por sus ojos.
ROCÍO SORIA (Quito, 1979) Publicó Huella Conceptual, libro con el que obtuvo el II Premio en el Concurso de Poesía, Universidad Central del Ecuador, (2003); Premio Internacional de Poesía Fanny León Cordero, (2005); Medalla de Bronce en el Concurso de Poesía, Cuento y Ensayo, Facultad de Filosofía, Universidad Central del Ecuador, (2006); I Premio Concurso del Libro y de la Rosa, (2006) y Premio Nacional Ileana Espinel Cedeño, (2008). Publicó El Cuerpo del Hijo, (2008) e Isadora, (2010).
Temblor Y temblar es solamente transcurrir, doblarse sobre uno mismo como ante un vertedero y dejar gotear una baba con sangre y lágrimas, con sangre y muelas, hacerse pequeño, abrazarse, cubrirse el rostro pero no morir, sólo ovillarse, enfundarse, desfigurar el rostro, llorar. Y llorar es solamente transcurrir, caminar por las cuchillas del día, gritar, quedarse mudo por completo, arrodillarse en la puerta de urgencias, cagarse del miedo, doblarse ante el vertedero y gotear, hacerse pequeño, cubrirse en rostro pero no morir, sólo reducir el poema a la menor cantidad de palabras para que sea aullido o pelota de aire en el pulmón.
Elfos
Los elfos en la casa de papá, zumbaban por entre las macetas, buscaban la flor más roja, sorbían su néctar; la abuela decía que ellos preferían las flores rojas o las de color naranja. Un día los elfos dieron con el rojo poema de su corazón. Jamás la volvimos a ver. Mi hermano, a su vez, hablaba con los gorriones, les sacaba de juicio, les ponía nombres o apodos, les hacía algún cuento chino, jugaba al cuarenta con ellos, les daba pizco sour hasta que se volvieron sus panas y le confiaron un secreto que desconozco. Él estiró los brazos hacia lo alto, dio un grito, y voló desde su silla de ruedas. Jamás lo volvimos a ver. Hace casi un año en la casa de papá se puso la noche, los ojos verdes de él se volvieron pájaros quindes y en las bóvedas de su cuerpo afásico y paralítico solo ellos sobreviven, aletean convulsamente y a veces se posan vagos en la cara de las mujeres, no las reconoce y cierra sus ojos con desconsuelo, es preferible ser atormentado por los recuerdos que por la falta de ellos… a ellos, a sus recuerdos tampoco los volvimos a ver. Nosotros fuimos parte de sus recuerdos, tal es así que jamás nos hemos vuelto a ver, ni siquiera en los espejos, ni colgando la ropa en el alambre o fregando los pantalones en la piedra, o lavando con el cáñamo los zapatos. Es gracioso, somos un trío de espectros femeninos en la casa de papá que ahora es la casa de los pájaros. El lecho, la música, los cuerpos se volvieron agua, luz en el túnel o material de mullido y unos pájaros desconocidos ahora nos picotean los ojos.
MARIA DE LOS ÁNGELES MARTINEZ (Cuenca, 1980) María de los Ángeles Martínez | Cuenca, 1980 | Profesora de literatura, editora y correctora de estilo. Ha merecido el Premio Benigno Malo de la Universidad de Cuenca. Ha publicado Un lapso de impiedad (1990), Neos (plaquette, 2000), Subcielo (2004), Trozos de vidrio (2007). Ha sido incluida en varias antologías nacionales y extranjeras. Es cofundadora del grupo Salud a la Esponja, con quienes además ha publicado los libros colectivos Aunque bailemos con la más fea (2002) y Nadie nos quita lo bailado (2005). La sacrílega comedia Si Dios desciende seguro le destrozamos, cada uno querrá un souvenir de Dios. Se harán urnas y escapularios, de sus partes cercenadas, de su divinidad. Se venderán pedacitos pirateados, falsos y la humanidad será feliz con una nueva mentira guardada en el disco duro, bajo la almohada, o cocida al sostén. Bienaventurados los que tengan un trozo del ser supremo que ellos tendrán vacaciones, y seguro social, y auto del año.
Por eso Dios se queda arriba, con razón nos promete resurrecciones diplomáticas y no viene jamás a visitarnos.
Continuo Bendito sea mi miedo, que no empuña armas, que no compra pastillas, que no salta al vacío porque tiene vértigo, que es torpe para amarrar una cuerda, y se duerme agotado todas estas noches junto a mí y mis mejillas mojadas.
DAVID GUZMÁN (Quito, 1980) Ha participado en varios encuentros literarios dentro y fuera del país. Consta en las memorias del I Festival de Poesía Joven Hugo Mayo (2005). Ha publicado la novela corta El perrológico (2006).
Quito, me ha caminado por tantos senderos, ha repechado laderas, jugado en mis parques,
se ha sentado a esperar autobuses, ha visto amigos, gastado zapatos. en mis calles serpentinas se ha dividido al llegar a una esquina y regresado después buscándose. ha olvidado el nombre de mis direcciones. a cada instante, quito me encuentra por años de vivirme y se pierde de nuevo entre la gente. él me quiere tanto que a veces con su halo de gigante me garabatea caballitos para que entonces yo lo ande.
La luz del sol a veces atraviesa las frondas de los árboles y deja charcos de luz sobre la calle, después la noche cubre el tiempo y la tierra y la luz empozada permanece, y de allí mi boca bebe. Las paredes no paran y no tienen raíces. Sólo los árboles, la tierra han sido viejos: que importante es haber sido viejos. La sangre es un bramido y los muros siempre fueron secos, allí sólo hay silencio.
En la muerte nadie canta, en la muerte hay pétalos de piedra, escozor y sal negra. No cierres las puertas de esa tarde: entre caminos de polvo, soledad y piedras, corre un arroyo de niños entre los olmos y las tímidas higueras. Si Dios le hubiese dado alas al aire. No se puede esconder tanta presencia: la cebada al borde del camino, montañas, horizonte. Seré la semilla de un árbol de limones. Hojitas verdes, amarillas después y azoradas de nostalgia. El aire se eleva. El suelo se ha caído, nadie más que el tiempo que no existe lo puede levantar. El suelo se ha caído.
SANTIAGO VIZCAINO ARMIJOS (Quito, 1982) Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ha sido supervisor de estilo de diario Hoy y director editorial de Superbrands Ecuador. Actualmente es editor de la Dirección de Publicaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión. Además, es editor, corrector de estilo y redactor de diferentes publicaciones a nivel nacional. Textos suyos se han publicado en las revistas Letras del Ecuador, Rocinante y Retrovisor. Su primer libro de poesía, Devastación en la tarde, y otro de ensayo, Decir el silencio. Aproximación a la poesía de Alejandra Pizarnik, han sido premiados y publicados en 2008 por parte del Ministerio de Cultura del Ecuador dentro de sus Proyectos Literarios Nacionales.
En la penumbra
Mientras dormita, el ligero movimiento de su ceja esconde una tortura. Siente que su respiración se agiganta como la víbora que devora al ciervo. Bosteza. Toda aparente claridad se ha vuelto obtusa. Su visión es un estertor. A lo lejos, la angustia se reviste de una soledad muy tenue. Tiembla. Su corazón se descuelga de las ramas de los cipreses. Desde arriba, su cuerpo se ve tan vulnerable como la cola de una lagartija.
Inmóvil, frente a un espectáculo de lunares que resplandecen, puede distinguir la gruta del temido infierno donde una enorme boca devora los cráneos de los bueyes.
La saliva moja su almohada: tibia mucosidad de los perros.
Hileras e hileras de rocas que lastiman esa oscuridad omnímoda, ese frío intenso en el que tiritan las espinas de los cactus.
Su brazo busca un asidero como los borrachos alucinados con la luz de un faro.
No ha de despertar. No hay hogueras para el tembloroso.
En la desolación del universo solo hay un cuerpo que palpita.
Poema desierto
La sombra de un abrigo hace del fuego el lugar de antiguos sortilegios.
Es tan tórrido el silencio de esta tarde que la luz me devuelve una mueca de espanto.
Dejo que se acerque el humo de la noche y palpo su densidad octubrina.
Veo cómo se desangran las reses sobre la hierba.
¿Qué significa esta complacencia tan nuestra
sobre la rama del pájaro? Asistimos a este encuentro como los niños a los funerales.
Cada gorgoteo es un universo al que se obligan las mariposas entre los abedules.
Nacimos así, tan desvergonzadamente tibios, sangrientos como torpes sanguijuelas.
A lo lejos, la ciudad se mueve como el colibrí frente a la flor.
Yo tengo la intención de alimentarme de gusanos.
_________ (*) Jorge Valbuena (Facatativá, Cundinamarca, Colombia, 1985). Licenciado en
Humanidades y Lengua Castellana. Su primer poemario," Presos", recibió el Premio Departamental de Poesía de Cundinamarca en 2008. El mismo año "Los arados del parpadeo" fue merecedor del Premio de Poesía Revista Surgente. Su obra "Péndulos" fue reconocida con el primer puesto en el concurso Bonaventuriano de Poesía en 2010 y su poema Abismos del silencio fue ganador en el concurso nacional de poesía Palabra de la Memoria. Sus poemas han sido publicados en varias revistas y antologías. Forma parte del colectivo literario La Raíz Invertida. Actualmente, realiza una maestría en Literatura Hispanoamericana en la ciudad de Quito.