José María Espinasa

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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 31 DE JULIO DE 2011

José María Espinasa Tres décadas de poeta GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA | PAG. 2

Una mujer sol... Nahui Ollin ESPERANZA ROMÁN VALADEZ| PAG. 4

La literatura escandinava, ¿un paso adelante de la realidad? YANET AGUILAR SOSA| PAG. 5

Christopher Nolan: la memoria como obsesión

Amy Winehouse: la reina en el palacio de la perdición

SYLVAIN PROVILLARD| PAG. 7

PABLO GIL| PAG. 8 NOVEDADES ESCAPARATE DE LIBROS| PAG. 6


2 | LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN

DOMINGO 31 DE JULIO DE 2011

José María Espinasa Tres décadas de poeta POR GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA tallereando@yahoo.com.mx

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n 2010, José María Espinasa presentó dos volúmenes de poesía: Piélago (Aldus, México, 2009) y Al sesgo de su vuelo (Ediciones sin Nombre, México, 2009). El primero reúne cuatro libros anteriores de poesía de Chema: Cuerpos, Piélago, El gesto disperso y Sobre un muro de aire; el segundo contiene su más reciente producción poética que, por diferentes razo–nes, no pudo incluir en el primero. Así, en dos libros caben casi tres décadas de ejercicio poético, de afirmación de una vocación: la de José María Espinasa como poeta. Sus temas recurrentes son los cuerpos, la mujer –también en su versión de sirena o de bailarina–, el amor, el desamor, la soledad, la pareja, los amantes, los enamorados, el ojo –la memoria de la mirada–, el espejo, incluso algunos muy coloquiales, como los zapatos, los calcetines y sus agujeros. En Al sesgo de su vuelo, Espinasa juega con las palabras, con los significados de manera ingeniosa, lúdica, basado en su estilo aforístico, pero no deja de reflexionar sobre la belleza y sus promesas, sobre el ser de las personas y las cosas y su inminencia o virtualidad –lo que pueden ser, lo que no son siendo– . También un fantasma recorre su poesía, el fantasma de cierto fatalismo, de ser parte de una farsa inevitable e ineluctable: la vida, el amor, la pareja... Finalmente, en su poesía se hace un homenaje a los sentidos, especialmente al de la vista, tanto que Chema puede ser considerado como un poeta de la mirada, la que cautivada queda por las imágenes mundanas, por los intersticios de lo cotidiano. Y su poesía es la muestra evidente de su fascinación sensorial. Enseguida, la entrevista con un autor que ha tenido la capacidad camaleónica de desenvolverse en varios campos de la cultura mexicana, ya que ha sido –y es– profesor, crítico de cine y literario, editor, conferencista, promotor cultural, ensayista. —Chema, esta antología, Piélago, muestra la madurez creativa de un poeta, pero, dentro de tu producción, me gusta más Al sesgo de su vuelo, no sé si por ser el libro más reciente o porque contiene poemarios que me parecen relevantes en tu obra poética... —Uno va construyendo un espacio en el que quiere ser leído, esto tiene que ver con cuando uno tiene 15, 16 años y escribe poesía por ganas de expresarse, por tener un medio de expresión; a esa edad, uno no se da cuenta de que muchas veces repite lo que otros poetas han escrito. Entonces, para mí, el poeta está hecho de sus vivencias esenciales, un poeta que no tiene vida propia, vida interior ni experiencias no puede escribir poesía porque lo que va a hacer es retórica. Pero también es muy importante la lectura, uno empieza a leer en cierta manera buscando una voz, el timbre propio, el tono propio. Hace más de 30 años publiqué un librito que se llamó Son de cartón, en una colección que impulsó Federico Campbell, en La Máquina de Escribir, que ya no está recogido en Piélago porque consideré que eran, leídos retrospectivamente, un poco

El escritor José María Espinasa.

ejercicios para encontrar esa voz. Años después publiqué Cuerpos, que es el libro con el que abre Piélago, donde ya, creo, hay un tono propio, un tono distinguible de otros poetas, independientemente de que puedas notar la influencia, el medio... De todas maneras, yo siento que, a partir de ese libro, ya había una voz propia identificable. Por eso, cuando Aldus me propuso hacer una especie de poesía reunida, decidí empezar con Cuerpos porque me parecía que era el principio de esa búsqueda mía en relación a una imagen, a una manera de entender el fenómeno poético que se basaba en utilizar una imagen reconocible por el lector, pero que, con ligeras variantes, a veces irónicas, a veces lingüísticas, a veces formales, le daba al lector una nueva visión sobre esa figura. Cuerpos se puede considerar una serie de poemas con relación a la pareja amorosa. Lo que fui publicando me parece que se ubicó dentro de esa línea. A finales de los años ochenta, principios de los noventa, publiqué un libro que se llamó Piélago, que es el segundo de esta recopilación, me lo publicó El Tucán de Virginia, era una edición más amplia, tuvo una cierta circulación, el libro se agotó, lo incluí dentro de esta recopilación, y seguía ya con poemas menos largos, con unas secuencias menos dilatadas, pero trabajando sobre la misma idea de una figura arquetípica. Ese Piélago

tenía mucha presencia de las referencias de las artes plásticas, Marcel Duchamp, Picasso, la historia de la pintura, y me parecía que tenía una coherencia con lo que había intentado en Cuerpos, que se desarrolló en los libros siguientes. Cuando reuní los cuatro libros en Piélago, me di cuenta de que en cierta manera era el mismo libro que se había estado escribiendo por etapas a lo largo del tiempo. De hecho, en Al sesgo de tu vuelo, creo que continúo esa búsqueda, ya no alcanzó a entrar en la recopilación completa porque se terminó después de que había entregado a la editorial el libro y porque me gusta que los libros tengan su autonomía como tal, que Cuerpos, Piélago, Sobre un muro de aire, El gesto disperso –que se publicó en una colección de separatas que hacía la revista Casa del Tiempo– tuvieran su vida autónoma como libritos independientes y que después tuvieran su vida ensamblada en esta nueva edición de Piélago. Probablemente, si algún día vuelvo a publicar esto, le agregaría una quinta parte, Al sesgo de su vuelo. —En tu obra poética no encontramos lo que muchos llaman poemas de largo aliento, como han hecho otros poetas mexicanos. —Creo que la poesía mexicana tiene una tradición muy importante de poemas extensos, desde Manuel José Othón pasando por López Velarde y la «Suave Patria», por Gorosti-


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