HOMENAJE A BONIFAZ NUテ前
Fuego de Pobres (fragmentos) Bonifaz Nuño. Nadie sale. Parece que cuando llueve en México, lo único posible es encerrarse desajustadamente en guerra mínima, a pensar los ochenta minutos de la hora en que es hora de lágrimas. En que es el tiempo de ponerse, encenizado de colillas fúnebres, a velar con cerillos algún recuerdo ya cadáver; tiempo de aclimatarse al ejercicio de perder las mañanas por no saber qué hacerse por las tardes. Pero esa tarde de homenaje, todos sabíamos bien qué debía hacerse, reunirnos para escuchar lo que nos ha quedado, la voz del poeta, la herencia impresa de su canto. Esos versos de extraordinaria difícil sencillez, esa voz de tinta llana de verdades perennes. ¿Cómo poder en tan sólo un instante hacer remembranza de la estela de amistad, de versos, de libros, traducciones, las lecciones y, la sonrisa que deja tras de sí el poeta? Y la tierra tembló, porque estas piedras y espinos también se duelen con la partida, así, como duelen las muelas..., son estas circunstancias belicosas y combatientes de la vida, que sólo presta los latidos y la voz del poeta por un rato, sólo le da la vida para que el poeta cante, alto y unísono: “la vida no vale nada”. Y tampoco es el caso de olvidarse de que la vida está, de que los perros como gente se anublan en las calles, y cornudos cabestros llevan a su merced tan buenos toros. No es cosa de olvidarse de la muela incendiada, o del diamante engarzado al talón por el camino, o del aburrimiento. A la verdad, parece. Pero sin olvidar, pero acordándose,
pero con lluvia y todo, tan humanas son las cosas de afuera, tan de filo, que quisiera que alguna me llamara sólo por darme el regocijo de contestar que estoy aquí, o gritar el quién vive nada más que por ver si me responden. Y le respondieron a Bonifaz, poetas e intelectuales, uno de ellos, para quien fuiste amigo entrañable, René Avilés Fabila comentó: “Su obra poética es épica de lo cotidiano, pertenece a los pelados y a los enamorados solitarios. Los versos de Bonifaz Nuño dejan constancia de sus penas y de las nuestras. Pocas veces en la literatura en castellano, alguien ha tomado por nosotros la voz y ha dicho con belleza extrema lo que queríamos decir”. Pienso: si tú me contestaras. Si pudiera hablar en calma con mi viuda. Si algo valiera lo que estoy pensando. Llueve en México; llueve como para salir a enchubascarse y a descubrir, como un borracho auténtico, el secreto más íntimo y humilde de la fraternidad; poder decirte hermano mío si te encuentro. Porque tú eres mi hermano. Yo te quiero. Acaso sea punto de lenguaje; de ponerse de acuerdo sobre el tipo de cambio de las voces, y en la señal para soltar la marcha. Y repetir ardiendo hasta el descanso que no es para llorar, que no es decente. Y porque, a la verdad, no es para tanto. ¿No es para tanto? Bulmaro Reyes Coria hizo su propio recuento sólo: “tres cosas más, o de otro modo, acerca de Rubén Bonifaz Nuño. Primero, sabemos que prefirió la filología a la desde siempre más prometedora carrera de leyes. Los favorecidos por semejante preferencia simplemente nos sentimos afortunados, porque gracias a ello los mexicanos disponemos de otro modo de conciencia. Segundo. En la filología, Rubén estudió y explicó a los clásicos griegos y latinos con solidez y valentía..., nos leyó a Virgilio, a Catulo, a Homero... Nos los leyó despacio, palabra por palabra, sin descomponerlos, muy al oído... Tercero. Esta doctrina es así de simple: consiste en conocer las palabras, analizarlas, bucear lentamente en ellas.
Yo miro esto que pesa inmensamente, que sube a fuerza contra el peso de la noche geográfica. Esta mole sonámbula y regida; materia convocada y dócil de banquetas y lámparas y muros. Densa expresión conmovedora de miedos primordiales; artificio que por decreto de los hombres establece las cosas, y las deja servibles ya, sumisas, protectoras. Sitio de piedras y madera, jerarquía de materiales ordenados que asila, como un barco entre la lluvia, su cargamento de dormidos. “La poesía fue para Rubén Bonifaz Nuño viento y luz, ola y espiga, y le dio tal vez la única libertad en una vida donde no cesaron de perseguirlo las obligaciones. Ya en el amor o en el desamor, el sol central de su poesía fue la mujer, la cual es sujeto y objetivo final de gran parte de los versos que escribió. Las saetas enviadas por la mujer cayeron en su corazón desde que la llamada del canto resonó en su alma.” Estas fueron palabras con las que Marco Antonio Campos recordó al poeta y añadió: “Para Bonifaz el canto era lo más alto musicalmente a lo que podía aspirarse en la escritura de la poesía. Con base en inusitados juegos de sílabas y acentos creó en sus versos una música verbal extraordinaria que envuelve en un vértigo”. Esto que vive, esto que pesa, miro. Yo miro la ciudad a media noche como un taller en huelga. Siento pasar, soporto, mientras del sueño emergen los enfermos a rebuscar entre la fiebre los signos remotísimos del día. Mientras la misma fiebre los aparta del grito de los gallos, del repique a la vez desolador y alegre con que madrugan las iglesias, del testimonio de la dicha terrestre que da un rumor de pasos transitando al pie de la ventana.
José Carreño Carlón, nos recordó aquello que Bonifaz decía: “Regreso a donde nunca estuve. El poeta se entrega cuando le habla a la amada, cuando le habla a la vida, cuando le habla a la muerte: Yo sé que inútilmente me defiendo de ti, llegaría a decir Rubén... Cosas del tiempo; como el mío, de instantes contados es el tuyo... Hasta siempre, poeta...” Es el instante inerte en el que aquellos que no sufren de enfermedad, se ponen por instinto la noche en el costado, y vuelven cómodos el pliegue de la pierna y el sudor de la espalda. La hora en que los hombres de vegetal manera giran: sólo varados leños aguardando la marca del alba. Y hay un temblor de viento; hay un latir de perros repetido encendiéndose lejos, y llenándome de un algo sin socorro. Yo miro en esta hora; y sé que alguien vigila este silencio. Alguien que no conozco. Fue Rafael Tovar y de Teresa, quien reseña su trayectoria, la huella que deja con su pensamiento, con sus libros, entre ellos Fuego de Pobres, versos que se han intercalado en esta remembranza, y certeramente reconoció: “la curiosidad intelectual de Bonifaz Nuño por las raíces de México nos han ayudado a engrandecer y afinar la visión que los mexicanos tenemos de nosotros mismos”. No prevalecerá la limosnera diestra del enemigo; sin sustento perdurable su fuerza; de agrupada ceniza solamente su semilla; como reptil de humo su plegaria. Ya se yergue la cólera, y zumba el vuelo de la piedra que romperá su lengua entre los dientes. Y ahora ¿qué me queda? ¿Quién me recuerda, quién me oye?
¿Vendrá otra vez —y cuándo— lo que tuve? Ya nunca igual, ya nunca lo mismo habrá de ser; ya de otro modo, para siempre, mi casa; ya distinta. ¿Cómo vendrá, si vuelve; cómo el rostro sabré reconocer de lo que tuve? Y el rector de la UNAM, José Narro Robles, le recordó como: “Gran poeta y filólogo, enamorado de la belleza y del espíritu, supo que nuestra cultura requería, para trascender, del cultivo de sus raíces... el humanista, enseñó el valor del diálogo y la tolerancia, y cultivo el respeto a la pluralidad. Reivindicó y promovió el valor de lo humano, de aquello que enriquece y enaltece a las personas, de lo que engrandece al ser humano aunque no tenga trascendencia comercial. Supo que si se descuida la cultura humanística se empobrece el pensamiento y se deterioran los valores colectivos. No podría hablar del insigne humanista sin recordarlo como un ser afable, bondadoso, tolerante, elegante, inteligente y con un extraordinario sentido del humor, buen escucha y mejor conversador. Un ser humano siempre dispuesto a enseñar. Fue un maestro en la mejor acepción de la palabra. Fue un gran hombre, un ser insustituible. Por ello, a partir del 31 de enero pasado, las humanidades están de luto y a los universitarios hemos quedado en orfandad. Boca de sed, sedientas fauces de sal en movimiento, cementerio de serpientes dulcísimas, en lluvia me convierte mis ríos; me empobrece. Miseria de animal desamparado me hiere; tierra desolada, tierra vacía tengo desde ahora. Al reclamar tu nombre, la palabra de ayer, con que te llamo, ya no es tuya. Y tras el canto de “la bruja” y “camino a Guanajuato”, la voz del poeta emergió en la voz de los poetas: Juan Gelman, Eduardo Lizalde y Vicente Quirarte quienes leyeron sus versos, Poema Adelanta la pantomima: igual que a las torres de los reyes y a los jacales de los pobres, con equitativo pie a mi puerta, tin tin, está llamando ahora; sé quién es, tin tin, y me resisto a abrirle, y estoy, tin tin, abriéndole. Poema I del libro Calacas.
Así, la memoria es ahora una visión de la palabra. Ya sólo nos queda el fervor de la lectura, hurgar en esa huella, las palabras del maestro cargadas de amistad. ¡Un Goya!, sólo una flor silvestre y un verso leído que perfumará tu memoria. Nos has abandonado dejándonos en completa riqueza de tus versos, de tus lecciones, de tu herencia expresada en lúcido conocimiento de los clásicos, de los latinos, de los prehispánicos. Ahora nos quedan tus lecturas y el tiempo pasa pero tu memoria es perenne. Espinas, alas; acto incorruptible de la contemplación. En el secreto a voces cardinales, he probado lo que soy, en verdad, sobre la tierra. El camino de ida era regreso ya, desde siempre; viaje trazado y recorrido; penitencia, humo de sacrificio que propicia nuestra amistad, y aclara la verdad en que estoy al encontrarte. He soltado despacio el vuelo de mis pájaros de oro rayando el jaspe oscuro. Orfebre y piedra para el toque tu corazón. Oíste. Y planeta de anillos enjoyados soy, y sierpe anillada me recubre de esmeraldas febriles, y en delicia las costillas me angosta. Voy malherido, pido que me mates; que, si te habrás de ir, antes de irte acabes ya conmigo. Tú, mis oídos; tú, mi boca para poner mi lengua; tú, mis ojos. Alas de oro ensayo en tu presencia, espinas de metal precioso. ¿Por cuánto tiempo el huésped en tu casa ha de permanecer; cuál es el plazo que para estar allí me señalaron? Acaso como lluvia he de caerme
de una vez para siempre; acaso entonces. Ojalá que nunca despertara. Y en pecado mortal hallo la dicha que santifica los altares violados, y las cuerdas concierta y armoniza, y el concierto de las concordes ánimas gobierna.
Lucía de Luna reseña entrelazada con fragmentos de Fuego de Pobres de Bonifaz Nuño.
ENLACES RELACIONADOS DIRECTOS OBRA COMPLETA: http://www.fondodeculturaeconomica.com/Librerias/Detalle.aspx?ctit=013413PA De Calacas, 2003. Reseテアa: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/0904/pdfs/4345.pdf Fuego de pobres: http://www.poeticas.com.ar/Biblioteca/Fuego_de_pobres/fuegoframe.html POEMAS: http://www.amediavoz.com/bonifaz.htm Reseテアas oficiales del homenaje: http://www.dgcs.unam.mx/gacetaweb/2013/130408/gaceta.htm http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/792ea4e00fa97270ba1af5f42679e34e http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2013/04/05/892327 http://www.jornada.unam.mx/2013/04/05/cultura/a06n1cul SEMBLANZA: http://www.youtube.com/watch?v=1WTkilW24tI http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/recursos/articulos/semblanzas/ 1655-bonifaz-nuno-ruben-semblanza HOMENAJE SALA NEZA, noticia: http://www.youtube.com/watch?v=BriuOKeUB3k HOMENAJE 80 Aテ前S TV-UNAM: http://www.youtube.com/watch?v=VHF7s3gYXrs