José Antonio Mazzotti

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JosĂŠ Antonio Mazzotti

De Poemas no recogidos en libro (1981)

LOS AMORES IMPOSIBLES, LOS POEMAS Mientras te duermes vas oyendo a tus espaldas una puerta que se cierra sin hacer ruido piensas en un amor imposible de citas clandestinas y perros que te siguen en la noche y descubres que un amor y un poema son lo mismo al fin y al cabo y son lo mismo al fin y al cabo el poema y la puerta que se cierra sin hacer ruido y son lo mismo esa puerta que se cierra y un amor imposible que hace ruido estrepitosamente y tienes que escribir el poema escribir el poema escribir el poema a como dĂŠ lugar.


YEGUA ES LA HEMBRA DEL CABALLO (después de una lectura de R. Jakobson)

Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer impronunciable por el resto de mis días, la frescura de su sudor y de sus patas duras como un diente y el lomo en que cabalgo rodeado de metrallas y sirenas anunciando un bombardeo. Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer de suave relincho a cien violines cuatro flautas dos trompetas y un músico olvidado y legañoso / a media barba / y noches de terrible claridad. Ella se mueve por los parques hinchando sus ancas (yo hincho mis pulmones) salta y patea y no conoce a los flemáticos desnuda una sonrisa / como quien abre una bolsa de arroz sabe y no sabe siente y no siente grita y no grita y esparce el arroz entre los novios. Yegua es la hembra del caballo y yegua es mi mujer impronunciable divina metalengua que pronuncio y no decoro y salto y pateo y relincho y ya no sigo sé que ella viene como un pasto dulce a perdonarme estas palabras.


De Fierro curvo (órbita poética) (1985) CANCIÓN A UNA LIMEÑA De repente es inútil este idioma. Dirás que te he olvidado y cerrarás los lugares desiertos, la casa descascarándose de frío, y tú misma acaso empieces a tocar pequeña al principio, blanda luego, una vegetación húmeda y olorosa donde puedas echarte a conversar mansamente con las hojas que habrán crecido en tu pelo. Tendrás las manos tibias y una pálida certeza de que todo empieza. Y tu vestido donde tantas, imposibles veces me escondía comenzará a oscurecer al fondo del ropero tímido ante tu peinado, cada vez que te embellezcas luminosa en el espejo cuando alguien te abraza e imaginas sin dolor estos dedos agachados y dulces con tus cartas, entrenados para tu delicia vuelta a tu boca con las frutas del verano y pasearás dibujando en la arena ese nombre al que acostumbrada esparcirás tus ramas, zurcirás otro vestido, y quién sabe comiences a sembrar un árbol para cuando llueva. Así dirás que te olvidado, y será cierto porque más fuerte olvida el que recuerda y no ama que el que no ama ni recuerda las letras de un idioma verdadero.


CONVITE Bien previno la hija de la espuma: A batallas de amor, campo de pluma. Góngora

Porque acaso no vuelva a escribir, como ocurre siempre que escribo y me limpio los ojos, porque acaso hayamos muerto ya, de amor y no de tiempo, ahora quiero llevarte a mi jardín a remover el pasto y un chorro de aire azul penetre en los zapatos de este cuerpo que se extiende bajo tierra alzándote sus flores. Pájaros, retamas, cochinillas y una suave tristeza habitan en las tardes donde el suburbio se arregla los cabellos y te espera escondido entre las ramas, encima de donde late radiante una raíz a la que baja la noche a reposarse y a recoger su ración, y se embellece colgándose las flores que acaso estaban destinadas para ti. Por eso ahora cruza la reja y acepta el alimento que humildemente te ofrezco en esta servilleta de palabras.


DANTE Y VIRGILIO BAJAN POR EL INFIERNO El lugar del descenso que nos toca agrio es asaz, y el guarda allí presente. Inferno: XII, 1.

(Las barandas amarillas, el retrato de su hermana. La sangre chorrea por las escaleras y las almas como grumos se cocinan). "Vamos", dijo el Maestro, "éstas que aquí ves ánimas son de los que en la película violentos y brutales se mostraron". (El humo y el hedor se mezclaban con los gritos de los condenados). ¿Cómo?, le dije, y tosí. "Aquí están Cornetto y Pazzo, y ése de más allá, por si aún no lo has reconocido, es nada menos que el hijo de una loca cubierta de una Res Imbécil...". Y una sombra más fuerte que el olvido (medialuna las armas de su frente) se aproximó a nosotros (pisadas parecidas al click clack de una cassettera malograda). "¡Alto!", gritó. Y puso su boca pestilente en mi cara alumbrándome las fosas nasales de una fortaleza inocente. "Papeles, señores". (¿Y qué papel mostrar? ¿Poetas? ¿O ese sello en la nariz asemeja una aureola?). "Bueno, bueno. Circulen...". (Oh, Poder de la Palabra en un reino de mudos. Tú nos libras como una espada dispuesta entre los muslos y tu imagen se asoma en nuestra boca escupiendo lágrimas fragantes).


Caminando traté de recordar unos labios una voz un nombre: - ¿Cómo está Beti? (La neblina empezaba a enroscarse en nuestros pelos). "Bien; ahí anda, tan rica como en su retrato. Dice que te va a escribir". Pero el horror se acumulaba a medida que ingresábamos en nuestros dulces pero tristes sentimientos un horror como de fábrica con cristales de vitrina y cielo morado indefinido un horror como de días reducidos a una equis sobre el calendario. "Te va a escribir", las almas bramaron. Y mi Guía las secundaba. Sólo a lo lejos el Minotauro nos seguía con ojos desconfiados. "Te va a escribir". Pero desde la Muerte, ¿quién escribe? ¿Quién que sólo me espere para una estúpida Contemplación, las llaves de una memoria apolillada, puede espantar la presencia de esta Caverna monstruosa? "Bah", dijo el Maestro. "Pequeñeces. Apura el paso y aguanta la respiración, que aún hay más". Y una cinta mal proyectada, sobre un raído ecran, la imagen de un cuerpo bellísimo, sobre un raído sueño cosido a las almas con un estilete pasan por el charco hirviendo, a nuestro lado, y nos salpican. ¡Maestro!, grité, ¡Ayúdame! Pero él sólo sonrió. "Estúpido. ¿A qué te metes en ridículo negocio?". Y frotó su saquito y desapareció en la multitud.


De Castillo de popa (1988) FÁBULA DE P. Y G. El viento pasa y levanta las crestas / sobre ellas irrumpe el riachuelo de este valle como hilo entre los dientes se lo lleva todo / y los jirones aparecen vacíos sin una gota de carne, letrinas donde extiende Polifemo su menuda testa y cabecea / (el monstruo de Rodas y el estrecho) / enfunda y se recoge en el redil espacioso donde encierra cuanto viaje en su cabeza sucia hubiera podido albergar. "Galatea se lo lleva todo / soy un chancho / adoro su ranura y cuando en ella regreso al lugar originario del hombre olvido esta condición que Nadie inventó de mí, sino las mismas calles que envuelven sus piernas cuando la noche desciende y el día que asoma puedo verlo desde mi estatura detrás de los montes / fuera de todo mundo real o irreal porque sólo Ella existe en esta tierra pedregosa húmeda y silente como un fuego que anuncia la redención de los que nunca fuimos héroes, marchitos, pusilánimes condenados por el mito a la hoguera de su leche y su miel, Galatea, flor que te alzas ante un raro paisaje sin que las olas más grandes te toquen ni imanten sino sólo estas cañas que soplo cuando temo no verte y sentir que te rasgas como el grano de polvo debajo de la uña. Tú sola eres la medida inversa de lo que inventaron los hombres: bajíos, herrajes, y hazañas que no fueron sino grandes matanzas / cantadas por hombres quizá menos presurosos pero con la misma angustia de aquéllos. Aquí puedo coger con una mano toda la gloria del mundo. ¿Para qué buscar en la orilla lo que no tenemos en sueños, si ellos solos contienen la trayectoria exacta de cuanto afán se realice sin nudos, cristalino y denso en lo demás, porque lo ordena y lo alivia...?". Polifemo enmudece y el eco remueve en Galatea unos muslos dorados y limpios. "Galatea, mi amor, un solo rictus y tu voz, un solo rictus y tu voz para dormirme...".


CASTILLO DE POPA Una columna de cloro sube lenta desde la tabla. Wisy dice no habrá calma esta noche, se dispone a tenderse, a enchufar su oreja en el vientre del mundo. (El olor a pescado envuelve la ciudad como un periódico. Recuerdo: "Mar es el sitio donde dos largas piernas llegan a situarse en posición transversa...". Termino mi café y reviso ciertos términos: prolongación al infinito de las doce: sólo ese hedor quita el sueño más rápido, se filtra como el mate de coca en el aire, y vuela). El cloro y yo, la trenza chorreada de Brenda baja al fondo como un áncora y meto los efluvios en la pituitaria: un roce de nalgas sutilmente, los Trabaxos y los sueños de Calpurnia cuando miro en el vitral de la cabeza las columnas de escamas reptando por los intersticios a mezclarse con el maderamen: una leona ha parido en medio de la calle, y las tumbas se han abierto y vomitado a sus difuntos. Guerreros feroces combaten entre nubes en filas y escuadrones en exacta formación, haciendo llover sangre sobre el Capitolio. El fragor de la lucha atruena los aires, y se oye el relinchar de los caballos, y el estertor de los heridos, y los gritos, y los soplosque dan en la calle los espectros. Estas son cosas inusitadas y me infunden pavor... Sobre ello se hincha el eructo de Dite, se diseca; la médula de miles de peces se esclarece en el viento. Decenas de sombras se desprenden a coger su tajada, las plazas de Lima son un patio de recreo sin martillo que golpee los cascos: cenizas donde se levanta un lloriqueo: "perdóname, trozo de barro ensangrentado, que aparezca suave y humilde con estos carniceros...". (Antonio, acto III, escena 1). Y no son los cantos órficos, ni los gramos de silocaína, sino este canto interior como la ola que se oye desde el Bufadero, reventada en reversa, comedora de hombres y bestias, entre huesos de jibia, perdóname, trozo, que instale mi tienda entre los muslos que asoman de la espuma: esta es mi vainita, mi marisco, esta es mi bronquitis donde la bola de cristal se concentra en un punto que es la intersección de rectas infinitas desde el resto de espacios disponibles: olores de bonete y algalía, la música callada, el bombo idiota, desde donde fluye el secreto venero que alimenta la vista con que puede dibujarse cada aleta y cada diente, donde puedo enumerar el speculum y el pomo, las hojas arrumadas, la pared envolvente, las manzanas, un pantano donde no hay nave que avance, tan fuerte es el olor... (La mujer que patean en el muelle Wisy la comenta. Un lento vaivén hace croar las tablas y el marisco de Brenda apesta más fuerte. Preguntas de todas partes. Un olor inconfundible por respuesta. Y nadie puede replicar: el Cisne ha muerto). Casio: ¡Ja! ¡Ja! ¡Qué detestablemente rima el cínico!


Bruto: ¡Fuera de aquí, sinvergüenza! ¡Lárgate! Casio: Tened indulgencia con él, Bruto; es su estilo. Bruto: ¡Yo sabré soportar su genio cuando él sepa ser oportuno!... ¿Qué tiene que ver la guerra con estos locos danzantes? ¡Fuera, fuera, camarada! Casio: ¡Vamos, vamos; marchad! (Sale el poeta).


De El libro de las auroras boreales (1995) INTROMISIONES I.

Tullumayu

Regresan dócilmente los cadáveres al Río de los Huesos a bañarse. Tiembla la noche blanca al ver los brazos y nalgas y testículos flotando. Los modernos andantes en el Cuzco hunden las piernas sobre el rociado asfalto, como momias intactas para siempre y con el brillo de pétalos de plata en la mirada. "Yo los toqué de niño y era tanta su frescura que únicamente les faltaba hablar. Pero eran duros como un espino seco, y sin embargo más vivos porque hacían agacharse por los cuatro países a millares y hasta los invasores retiraban el sombrero al paso de sus trajes con respeto". Si ávido de pronto Tullumayu del limo en que descansa se vistiera y echara como en tiempo de sus padres a andar las piedras todas y los templos oh planchas de oro oh soberanas torres dispuestas en función del arco iris qué tristeza hundirse como tibia en sus mollejas.

II. Saqsawaman Un ángulo bosteza entre las piedras igual que el inestable cielo limpio que arquea ya sus nubes, ya sus gotas y entonces la mañana es un incendio claro: se hunden las montañas en el aire y arriba estira el brazo, al primer rayo, el ángulo que carga las murallas. Saqsa Uma: cabeza jaspeada con que el puma recibe la voz blanda de un sol besando el valle más que el cielo y extiende al otro extremo la pelambre y échase a andar con sus comercios frescos. Un trueno de paredes redondea las torres sucesivas en que una destaca por el norte y así instala la boca del felino hacia los límites de selvas y de mares imposibles. Un solo muro, al sur, tiende las plantas


dejando para arriba que se curve el arco cuya sombra ha de entregar la mano de la esposa a la del c贸nyuge en santa posesi贸n de cielo y valles teniendo como ombligo la sagrada plaza que se alza y que camina con las garras sobre el dorado imperio, cuyas puertas cargan iglesias hoy, y 茅stas orines.


De Señora de la noche (1998) TRIUNFO DE ASTREA He clamado ante la puerta más alta de la Nebulosa que no me agite el paso y ante los arrecifes que se empequeñezcan y ante la desembocadura de los Cuatro Ríos que se extienda como una piel con el rumor de tus labios abriéndose en el Universo con las mismas estrellas dispuestas a bucear el Mar de Arriba o el de Abajo, Mama Killa: reconoce a tu hermano de brillantes cabellos, acaríciale los testos con la delicadeza de tus niñas súbitamente envueltas en un enjambre de querubines, muérdele los rizos lentamente, y yergue el firme tallo ante los requerimientos de la flor. Yo soy esa flor que te contempla desde su cumbre, a mí me corresponde el incendio de las mañanas, la ventisca que arroja el polvo a tus plantas como un domador de pumas, yo soy de la tierra de los bardos más antiguos y he andado por los últimos caminos en busca de tu rastro. Ahora te he encontrado. Como un cazador cansado me acojo a la voluntad de los elementos, dejando que la esfera gire y traiga nuevamente el resplandor de tus pómulos de plata, tus incrustaciones de esmeralda, tus yemas argentinas, Diosa de los Equilibrios Naturales. Y he clamado ante las torres puntiagudas que te toquen las plantas de los pies y que anochezca.


EPITALAMIO DEL POETA Y SU DAMA I went to the Garden of Love and saw what I never had seen. William Blake

Ya no postergaremos el momento de la rama y su boca de rosa como nunca oscura: en el espacio liberado miríadas de historias salpicarán cada día a los bordes del pliego donde repten unas huellas cuneiformes: de semejante baile obtendrás este pequeño informe plagado de colmillos y de escamas, evocando la presa que puntual llega a cubrir su caza grande: Ven entonces, Bestia Mía, con tu figura de concreto en actitud contrita dibujando la forma cuneiforme a la luz de la luna alucinada: tu soberano socaire cae como un manto de agua limpia en la testa calcinada por la arena y el arco de tus playas donde lamen las tarucas su franja de sal turquesa anuncia su inmediata apertura hacia la tierra: subido en el más alto obelisco de las contemplaciones desplegué mi escondite de retamas zarpando como un zorro hacia el Jardín central: desde entonces se suspende todo trámite intermedio; el universo se reduce a la lenta conjunción de Marte sobre Venus, cosa nunca vista de la rama saliendo de su boca como nunca clara.


De Declinaciones latinas (1999) EXILIOS DOS POETAS These are the days that must happen to you: You shall not heap up what is call'd riches, You shall scatter with lavish hand all that you earn or achieve, You but arrive at the city to which you were destin'd, you hardly settle yourself to satisfaction before you are call'd by an irresistible call to depart. Whitman

I. Cernuda en Mount Holyoke A aquel que te enseñara adónde y cómo crece: Gracias por la rosa del mundo. Para el poeta hallarla es lo bastante, E inútil el renombre u olvido de su obra.

Una vida vicaria, alguna vez dijiste. Habrá sido duro atravesar los bosques sin fijarse en las muchachas rojas, avanzar entre las puertas buscando la calefacción de la mañana, y sin embargo porfiado el anhelo de cerrar los libros esperando que en la última página se abriera un capítulo distinto. Porfiado Luis, te repetías, mientras rumiabas una patria en ruinas, amigos en el manicomio o simplemente muertos que trepan por los pinos con sus colas acolchadas aliviando los pasillos rozagantes, sin amor de especie alguna -salvo la cortesía, si amor se le puede llamarpara tus alas de ceniza. (Una tarde que paseabas por la biblioteca al despedir el brillo fugaz del otoño en los cristales una imagen de marino apabulló tus ojos rodeados de sal sentiste las olas de Cádiz sobre las mejillas, aire fresco y el crujir de las hojas como el de las piedras con huesos de cangrejo: alejándose en el horizonte una columna de humo señalaba el rumbo que tomaste, sin pedirlo). Habrá sido duro encontrarse con los jóvenes bañándose en el río y no sentirse herido como el ciervo que corre por agua y finalmente no alcanza, no respira sino para escuchar los perros que se acercan con ojos de burla y espanto. Pero para el poeta hallarla es lo bastante.

II. Interdicciones con el Inca


Qué extrañeza al conocer a los marqueses, tus tíos, sintiendo de veras el desdén que se les dedica a los de tu calaña, mala sombra, diciendo, de unos aventureros de rapiña, alturados sin mayor lustre, retoños en indias promiscuas, que ahora llegan a reclamar dudosos heroísmos. Allí y sólo allí te encontraste de pronto ante el espejo, hijo de reyes y de los mayores poetas reducido al polvo de forjarse una honra con el brazo, hasta que el brazo se resolvió en una fina extremidad que fue más poderosa que todas las macanas y alabardas, el vuelo de la mano con la inteligencia del halcón, el sonido de los precipicios como un animal de plata y un puente que se desteje en la memoria y que comienzas a trenzar iluminado por el triángulo perfecto del Salqántay. "Y así me llamo yo a boca llena, y me honro con ello", decidiste y fue como salir de las tres cuevas, aliviado de unos dolores de costado, de unos paños que llegaban por el mar en medio de botellas, pesando sobre tu cama como los crucifijos que te perseguían, noche a noche, alucinando el encuentro con los primos, condiscípulos, abuelos y la sabiduría de esperar al Sol en los solsticios, celebrando juntos el paso de las estaciones, tal como se figuraban tus autores favoritos. ¿Dónde empezó la realidad? ¿Creaste todo o todo fue así como te lo contaron, destilando el batallar de las olas sobre las conchas como el mar que se enloquece para lamer la costa, o la palabra que soporta los estantes del Imperio? Villorrio de Montilla. Verano de 1571. Ya de vuelta rasguñas unos libros con la pluma adiestrándola a dirigirse como el rayo sobre el árbol preciso, a ordenar una por una las naciones, los refranes y los versos que cuentan el origen de la lluvia y "sus idolatrías", que por eso muestran más limpio su rastro de felino, y su esperanza que se reparte como plumas de los cóndores, en pérfido arco iris uniendo al noble padre con la madre silenciosa. Hatun Qusqu, Ancha Llaqta, Sumaq Llaqta, un centro colorido o, como expresabas, otra Roma en su Imperio, para que te entendieran los que confiaban en la majestad de tus palabras, único territorio con el que te compensaron una vida de servicio y la feroz humillación de que vendieran a tu madre y con tu madre toda la grandeza de los Incas. "Así me incliné a vindicar los nombres mancillados desde estos rincones de soledad y de pobreza, martilleando como los pájaros guaneros otro Imperio, contemplando cómo un rebaño de llamas en campos de zafiro pace estrellas".


De Sakra Boccata (28 poemas) (2006) A los amantes de la lengua casta-i-llana 1 La Luna, de puro nueva, se arroja sobre el Sol. Miren su cabellera incendiando el firmamento. Su piel curtida como la noche. Una espalda cubre una barba. Un chorro de alga se mezcla con la lengua. Han descendido al fondo de los mares sobre un primer piso. En la ciudad los guardianes pasean centinelas de su sueño. Un secreto de a dos es un milagro De los libres, esos astros que se cruzan en las autopistas y por un instante apenas Se miran lo que duran los cometas. Te soñé todas las noches por más de 300 años, contaba las sortijas del rosario hasta quedar dormido Y ensartaba su Círculo Perfecto con la aguja de tu órbita. Aries se deja arrastrar por la fuerza del Sol A los mayores arrecifes de la costa: Y las olas martillean Tu Nombre, chorreando por la espuma el néctar duraznero de tu Sakra Herida, La alegría de las catacumbas, la resurrección de los muertos Y la Vida Eterna.

2 Llueve sobre los montes de Cibelia Alucina la Luna su respaldo de nubes Pero las que se acercan son de humo Nubes de fusinas y de bombardeos Allí donde Luna decidió acampar por unos días Largos como los embarcaderos Y pasea la marea dócilmente fisgoneando las ventanas De las muchachas febles Y a cada una le irradia la pequeñez del cuerpo Y el esplendor de su olor de tamarindo Cada árbol de carne es un marisco estirado Arrastra su pelambre por las veredas lavadas Sus labios infinitos besando la tierra Su caracol levantado como una gota de miel Bifronte y consistente Allí Luna desciende de los Aires Para posar su planta Quema su huella en la punta de los lapiceros La ciudad se enrojece ante su nombre Ha llegado la diosa ambarina El mar explosiona sobre el risco nocturno: Llueve sobre los montes de Cibelia


3 Tu Koncha es el lugar exquisito más dentro de la guerra Allí hay que llegar con la destreza del piloto herido Manejar los laberintos como la palma de su mano Seguir cada curva como el mapa de un tesoro Con sus paredes y sus puertas Gritando Ron Rojo Ron Rojo / Nunca Destrucción Desgarramiento de cuerpos sólo existe el que desbroza Tus vellos recortados ante el espejo feliz Ojo inmenso de la cerradura del delirio que te observa Mira el rosado de su pliegue Como el labio que cubre el horizonte Al levantar la niebla Tu Koncha es el espacio al centro de la Cruz del Sur Santifica la ciudad con su rayo Todos sus pecados se transforman en guirnaldas Rodeando a la Virgen de Chapi con su manto negro El olor del incienso trae brisa de espuma Levita sobre los huesos Besa la Vara del Señor y el oro se desliza de su frente Ojos más verdes que el fondo de la selva Purifica el orín de todas las paredes Ventila el dedo la boca inferior Repta la lengua por la acequia perfumada Tu Koncha es ese músculo esponjoso que late Y no deja de latir

4 Vusco volver Vallejo vibra yo también pero saliendo de un laberinto de hielo Vusco tu rosca hosca y colorada tus pantuflas invisibles el reflejo de un árbol sobre el lago En ellos se concentra tu perfil de Lemnia de lunática marea de control Andrónico los navegantes de ese lago no reconocerán sus estrellas así dicen Tiemblan como el niño que se acerca a su primer acto de amor Se llamaba Yola y él tenía quince años las olas arañaban los cirros el Círculo Negro dio Su vuelta primera y el muchacho se lanzó a la Resurrección De la Carne porque Santo es el Nombre del Señor Que habita entre tus Rocas Cianeas has vuelto de la Nada como un sueño recordado Tras siglos de silencio Santo es el Nombre Del Señor porque cura las heridas alivia a los enfermos nos bendice Con su carne y su sangre en dos ríos concéntricos boca Del claro día que conjuga Vusco Vusco Vusco Vusco Tu rosca hosca y colorada tus pantuflas invisibles el reflejo de un árbol Sobre el lago 18


¿Por qué desaparece el poeta de la faz de la tierra Como si se hundiera Y ganan las elecciones los soldados los mejores sueldos birladores Que esconden sus denarios detrás de cada sílaba por qué desaparecen Las nubes protectoras y el Sol nos latiguea sin cubrirse Hace siglos del globo de la Luna? He bajado a los Infiernos para rescatarte y llevo las manos heridas Los extraños precipicios centellean Y salen enanos orejudos de las cuevas preguntando Cartones y documentos sayón de costal y sólo una flauta en la mano La misión del peregrino siempre será secreta pues a ti sólo te concierne Tú que te casaste con tantos martilleros que ocupaste Un trono de lava y las plumas quemadas Ave María Santísima Pagana te mereces el Reino de la Tierra Tu molúsculo de diosa vivirá en mis cantos y aunque mis pecados Te envíen al Reino de las Sombras volverás Como el castaño que se incendia cada otoño Y deja sus botones enterrados ¿Por qué desaparece el poeta si no es para traerte limpiando la hojarasca aún helada para alumbrar los atajos en que tus pies marcarán una a una las piedras como tus dientes en la espalda? El Infierno, Euridice, es tu ausencia Sobre la faz de la tierra


De Las flores del Mall (2009) HÁBLAME CLARO, RÍO Háblame claro, río de las flores. No veo esas colinas que reflejan tus espaldas. Allá abajo, en tu silencio Un mundo de cadáveres ocultos se desnuda por la noche. ¿No los puedes mostrar como has mostrado Las nubes azuladas del verano, esas redondas carnes reventando de rubores, su idioma incomprensible, su aromática verdad…? ¿Cuándo dibujarás en tus mejillas de cristal Esa descarga de cuerpos magullados, su llanto impaciente con el remolino, el cocodrilo feroz que se pasea Sobre los vellos de los mancebos felices…? Llevo sin embargo a mi pequeña tribu a contemplar tu resplandor. Es plácido el chillido de los ánsares, el burbujeo De su búsqueda bucólica de peces dorados. La tarde se completa con el aire que despeina Tus rizos prolongados y chorreantes. Quiero estirar mis piernas amarrándome a tus algas, hacer que me laves Con lentitud los pliegues más secretos. Tómame, cástrame, agítame, Hazme creer que lo que muestras es profundo. El barco del olvido tienta fuerte. La hermosa balsera me saluda sonriente. Nunca se vio calendario más vivo. Viene a recogerme. Consiento. Quiero saber del horror de estas colinas sumergidas. PEDAZOS DE UÑA En el Common de Cambridge Un árbol declara a cuatro vientos que George Washington Juró bajo su fronda el mando de las tropas revolucionarias En julio del 75. Todos los días paso por ahí. Miro el árbol, su meado de perro, sus ramas raquíticas de invierno. Parecería ser más importante, pero apenas Cuando al frente se levanta un gran hotel con su nombre, y los muchachos Juegan béisbol en la esquina, y se diluye El esplendor de la gloria, que el pobre hombre imaginara, Jorge, qué decirte El árbol que pensaste ampararía La libertad de los humanos, es sólo un adorno De un cementerio aledaño. Déjame entonces excavar en ese cementerio Los brazos de los niños mutilados, los gritos horribles de las viejas Corriendo entre las llamas para buscar su nombre, déjame Correr como ellas recogiendo las perlas De cada uno de sus hijos: Hamed, el hijo de la violada; Hassan, el de la cercenada; el que llora cada noche por sus propios hijos muertos.


INMORTAL (VNA DOZENA DE PROSAS) POEMAS DE ERNESTO E. LÓPEZ, D.P.

1 Engominado aquí, En estas paredes roscas, Ahíto de corbatas desgreñadas, donde todo triste ruido Ejerce su confianza como un ebrio Escupiendo sus recuerdos, con insomnio De noches en que el miedo atraviesa con un verduguillo El alba nebulosa, Yo te escribo, Inmortal, Lamiendo las arrugas de la celda, Este vientre al que me han vuelto por cruzar el Hades Adonde fui a buscarte, como el primer grito, Adonde fui a lamer los rizos de la manzanilla, Adonde el mundo adquiere su color profundo, su miasma milenaria, Allí donde te depositaron sin saberlo Hasta que en medio de un sueño ambulante, Mientras hundía las garras en el limo, hozaba castañuelas, Lavaba mis palmas horadadas con las corrientes aguas Ni puras ni cristalinas Del río de tu pueblo, Topé con el cadáver más hermoso Y quise llevarlo a casa. Ahora dicen que estoy loco. Y el día calza sus vidrios molidos En una danza húmeda.


2

Tiene mi celda veinte mil volúmenes de hojas Huele a resina de pino y cruje al menor susurro Millones de gusanos la recorren en su altar metálico Hosana en las alturas cuando desenvuelven Sus alas transparentes y arañan las nubes Hosana en las alturas cuando el rayo penetra La corte de las ramas como un príncipe rojo En sus rincones reparte fragmentos de hueso Y objetos encontrados en rutas infinitas Va tejiendo piedrecillas sobre la última capa Del hielo cristalino y esas piedrecillas Remedan las estrellas cuando el bosque duerme Centurias aguardando las palabras De un idioma extinto excepto Para la secta Dispersa entre los planetas y por eso Resuena cuando truena y te aclama Cuando una bocanada la despeina Y se abre una rendija en la pared Y puedo escapar por unas horas Siguiendo el curso del río


3

Nada la boca la boca nada Aleta de bordes resecos La boca nada por la ensenada Del aire que dibuja sus expiros Y baila en la corteza húmeda Su trompa en espiral carmín La boca nada cada arrecife Expande las aguas hasta Alfa Centauro Salta como una piedra raspando El cielo del espejo en las lagunas Soñando la entraña de flama Donde lanzar su bocanada La boca nada Nada la boca como el hada Buscando por el bosque su bocado Y llega hasta el rincón donde la torre Se bate iluminada con la Luna (Pero ya estabas muerta Pero ya tú te habías ido Con tu vestido de novia más hermosa Que la Almudena).


4

Alegría de saberte cierta En las noches del Verano inaudito Subiendo como un mono las torres doradas Cubriendo con su risa la ciudad Una vista limpia como la niña corriendo bajo el Duomo Así es fácil mirarte, Inmortal, Así se pisa el dolor que es enemigo De Poesía Y si en una esquina del camino De regreso te tropiezas con un ebrio No dejes nunca de entregarle El ruido de tus pasos favoritos Él te sabrá escuchar Y te dirá cantando Virgen de las Mercedes Patrona de los Reclusos Tu libertad me libra de este muro de agua De estos abismos donde afloran Las tripas mismas de la tierra prendida Su soledad profunda de aguardiente


5

Hablas el lenguaje de las dueñas encantadas, el murmullo de los duendes feroces cuando luchan con las aves, Sus gritos incluyen Aleluyas que arrastran el Sol y lo estrellan En las rocas y la arena fría, en las hélices de hojas que desmayan por caer a tiempo, en el fragor de los bares donde no hay secretos, Hablas con las palabras rescatadas de un idioma olvidado, Oírte es caminar por una pasarela, pleno del mundo y de mis pasos, conversando Con el gusano que bucea a los pies, con el hermano lobo que me sigue a todas partes, con el halcón de las plumas inflamadas, Hablas desde un balcón de enredaderas y tus raíces se hunden En el barro que rozan los galeones ingresando a la Torre, allí descargan El oro que recubre la ciudad para envidiarte, las perlas del Oriente que suspiran por tu herida, las gigantes esmeraldas de la Región Ardiente Que intentarán mirar desde los ojos de la efigie Tu elevada humanidad. Hablas con el estruendo de la bomba y la finura del grillo Y empiezo a deletrear esos sonidos Como quien silba el viento Al borde del acantilado.


6

Así, Muerta Inmortal, he desenredado tu cabello en el quirófano, Y lo he lavado con hojas de menta para las ovas, y el perfume De sus raíces ha fregado cada pliegue y cada poro, cada infinito campo de amapolas, cada corona Funeraria que surgía de tus manos. Luego te puse el encaje más suave, el rimmel más furioso, arreglé Tu velo blanco como la niña vistiendo sus muñecas, Y te miré durmiendo Y te adoré. Así, Muerta Inmortal, en esta refrigeradora la contemplación es fiesta y los olores Penetran la corteza del cerebro hasta embriagarlo, las papilas Rastrean como perros el sabor de las frambuesas, Eres Mía, y la noche infinita Salpica sus estrellas en la losa. Así, Muerta Inmortal, Asssí.


7

Y resucitas como una bandera Tu yate de madera te levanta sobre las olas, te despeina Sobre una estela de fuego camino del Sol, el miocardio Que contamina con corrientes de bombos, que te inflige Las cicatrices interiores de electrodos, los eructos De ahogada inmortal, sobre él Has izado tu vela que se afina como dos manos orando Tu mensaje de consuelo tras cruzar la reventazón, Tu vuelo de altamar en la punta Del horizonte, has regresado Por un segundo al país de los carnavales A presidir las procesiones A embadurnar las paredes A iluminar con tu sueño intenso Las alucinaciones De los desamparados.


8

¿Se puede fundir en dimensiones distintas, desde dos universos, el más allá y el más acá, desde altamar y pleamar, desde Palmira hasta Anchorage, desde esta condición temporal frente a la tuya, que vuela en el Reino Profundo, donde las almas giran por los siglos de los siglos sin esperanza sin juicio? Me he sumergido en el río buscando una respuesta, arrastrándome Asido de las algas para vencer la corriente, y besé la Caverna De la barquera más hermosa. Ahíto de sus ojos de zafiro le pregunté mil veces Por el vapor de tu alma, por tu túnica traslúcida, por tu boquete en el pecho, Por la música que sale de tus labios como un sopor de siglos. Se limitó a contemplarme y su silencio Fue mi sabiduría. Pero te pude ver por un segundo Y estabas más blanca que la luna llena Con su frío seco Y gocé de tus labios Como un gusano hambriento. (Y desde entonces recogido en otra cueva Sigo besando el aire Como una espada).


9

Ese balcón domina el río y se apacienta en el atardecer. La Inmortal Asoma por el horizonte a burbujear su manzanilla, a entretenerse Con los rizos de su esclavito peludo, el que muerde Con brisas las puntas de sus dedos, sus rosados Lóbulos de Infanta Difunta, bailando en la planicie De los Cuatro Caminos: vienen sobre ellos mercaderes, y soldados, y dragones, Y sobre todo sueños que atormentan la calma de la caja, crestas de olas Para entonar las gotas de resina de los bosques Al final del abismo. Vuelan como el fantasma que ronda su cabellera, pican La piel azafranada y se alimentan de su tiesura. En la noche Son las luciérnagas del río, las que imitan a los astros, las vociferantes De las tabernas tardías y humosas, las que susurran ven conmigo Te adoraré infinitamente. Y la Inmortal es arrastrada por los vientos un instante A ese balcón donde la atrapa un preso intentando apagar El resplandor de su pared, así, Inmortal, Cae sobre estas losetas como mil gotas de lluvia, estréllate Como un pelícano en el agua, surge De sus profundidades en una llamarada que te eleve al Espíritu Santo La más Virgen de las Perdidas La más Perdida de las Vírgenes Asesinada en un país lejano Y sacrificada al río.


10

Escribir sobre la tierra fragosa, sobre el pasto, escribir Como un enfermo de sarna, no queda más que rascarse, no queda Más que raspar las costras en las comisuras de los muros, en los dientes De los perros famélicos en busca de su juguito, escribir De cabeza y echado, de costado o sentado en la cumbre De la contemplación, escribir como un acalorado en la noche fiestera, Como un marino en su marea, como un oso cavando la guarida Del invierno, como un barco iluminado deslizándose bajo el puente, escribir De ti, escribir de mí, escribir De nada, pero Escribir Escribir Escribir


11

En las Columnas de Hércules pasea una sombra blanca, desenrolla el pabilo que le dio su ángel, se desplaza De farol en farol deteniéndose apenas en la levitación de las hojas, la Muerta Inmortal, la perversa Que le ganó las flores a la Candelaria, su saya y su manto, sus ojos más resplandecientes que dos fogatas al alba, Muerta Luciferina Con uñas de diamante y cabellera loca, su llegada despierta a los últimos ebrios, los patea tiernamente, suda Un aroma de milenio y el fruncir de su falda parpadea, cuando se detiene Las hojas disimulan su orgasmo de brisa, es el final de la noche, claroscuro De vino y tabaco, en medio de los gritos, la ciudad perdida, los carruajes catatónicos, Sale la sombra a derramar lisura y la plaza se hincha de claveles, se arrodillan Los pájaros, Virgen Perdida, calla el mundo Mientras regresas al Templo A estarte quieta.


12

El Hombre Lobo se despide con una carta anónima Pregunta inconsistente por las dimensiones de tu caída Por el pasado de gloria que tu figura viva trasnochaba Por los botones de tu blusa arrancados por ojos infinitos Husmeando el sabor de las delicias en barquillos de vainilla, Inmortal, Ahora que eres Virgen de Cera no queda más que prenderte Velas y soportar la osadía de los días contando las estrellas Alucinar su esplendor flotando en la corriente Con un vestido largo que enceguece las copas Hasta el incendio de los días sobre el puente Inmortal El Hombre Lobo se despide hasta siempre en la tarde Antes de abrir un agujero en el muro hablador Volar sobre las aguas como un ferry de plata Para llegar a la cita con tu cuerpo resucitado Dios te guarde Señora por los siglos de los siglos Hosana en la alturas por tu carne resurgida En la cal interior de una celda oculta Para ti serán estas prosas Siempre

JOSÉ ANTONIO MAZZOTTI (POETA, LIMA, 1961). Se hizo conocido en la escena literaria peruana al obtener en 1980 el Primer Premio en los Juegos Florales Universitarios "Túpac Amaru" de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde era estudiante de literatura. El premio incluía un viaje a Cuba y la publicación del trabajo ganador, que apareció en 1981 con el título de Poemas no recogidos en libro. Miembro destacado de la llamada "generación poética del 80" (junto con poetas como Eduardo Chirinos, Raúl Mendizábal, Roger Santiváñez, Domingo de Ramos, Rosella Di Paolo y otros), Mazzotti desarrolló una fecunda labor periodística y académica desde aquellos tempranos años. Fue compañero de ruta de Movimiento Kloaka (1982-1984). En 1985 publicó su segundo poemario, Fierro curvo (órbita poética), y en 1988 su tercer libro, Castillo de popa, que refleja el estado de ánimo de un amplio sector de la juventud peruana de entonces frente a los difíciles años de la guerra civil y el deterioro económico galopante. El libro fue finalista en el Premio Casa de las Américas de La Habana ese mismo año. También en 1988 parte a los Estados Unidos para completar una Maestría en literatura latinoamericana en la Universidad de Pittsburgh. Luego continúa estudios de doctorado en la Universidad de Princeton y se especializa en el campo de la literatura colonial, aunque no deja de desarrollar investigaciones paralelas


sobre poesía latinoamericana contemporánea. Despliega desde su exilio una destacada labor académica que lo lleva a ser profesor en las universidades de Temple, Amherst, MIT, Sevilla y Harvard, donde organizó el Primer Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero en abril de 1999 (al que seguiría el Segundo Congreso en Sevilla en el 2004), además de otros importantes eventos relacionados con la difusión de las literaturas y las culturas andinas. Mantiene la Presidencia de la Asociación Internacional de Peruanistas desde 1996. Ha publicado también la colecciones de poesía El libro de las auroras boreales (1995), Señora de la noche (México, 1998), El zorro y la luna: antología poética 1981-1999 (1999), Sakra Boccata (2006 y 2007) y Las flores del Mall (2009). Una ediciíon bilingüe de Sakra Boccata apareció en Nueva York el 2013, con traducción de Clayton Eshleman al inglés. Actualmente es profesor principal de literatura latinoamericana en el Departamento de Lenguas Románicas en la Universidad de Tufts, en Boston. Entre sus obras críticas destacan Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (1996), Poéticas del flujo: migración y violencia verbales en el Perú de los 80 (2002), Incan Insights: el Inca Garcilaso’s Hints to Andean Readers(2008), las ediciones y co-ediciones Asedios a la heterogeneidad cultural: libro de homenaje a Antonio Cornejo Polar (1996),Agencias criollas: la ambigüedad "colonial" en las letras hispanoamericanas (2000), Edición e interpretación de textos andinos(2000) y Creole Subjects in the Colonial Americas: Empires, Texts, Identities (2009), entre otros. Continúa ejerciendo la escritura poética, el activismo literario, y desarrolla investigaciones sobre la poesía virreinal peruana y sobre la diáspora literaria andina en los Estados Unidos.


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