La misma brújula

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Y la poesía va Marcel Palma Jean Marie Schaffer señala que cuando la literatura tiene un descenso o una bajada es porque su próximo paso es llegar a ser adulta, capullo que nacido en una rama, despierta temprano en mariposa colorida, volátil, mágica. Y es cierto, nuestra literatura y en especial nuestra poesía no ha tenido vientos fuertes que mezan las hojas arrogantes de la creación; no quiero decir con esto que no haya alguna o algunas plumas dignas de mencionarse, por supuesto, y como muestra de una adultez o madurez surgen cinco autores, de Michoacán, que le dan a la poesía una aire nuevo, renovado. Miguel Carmona, Salomón Villaseñor, Marco Tulio Lailson, Raúl Eduardo González y Miguel Ángel Toledo son poetas que en su andar peregrino por las páginas en blanco…… Nos entregan una serie de poemas que nos acercan a otros poetas adultos, perfectos. Así, las sombras de X. Villaurrutia zigzaguea por entre el agua, el adiós de elipse en los muelles de SalomónVillaseñor. En Raúl Eduardo González, en su poema “Metro mixcoac”, recordamos esa poesía citadina, de 1


ciudad maldita, en ocasiones bendita pero siempre presente en Efraín Huerta. El último poema del libro es ese viaje interior, constreñido, aprisionado en un cuerpo anhelante como lo hizo Cuesta o el propio Gilberto Owen. Paz también tiene resonancia y “el mundo cambia cuando dos se besan” y nuestro poeta dice “los labios que tiemblan al besarse”.

Como ulular de sirenas nocturnas encontramos noches, días, pérdidas, adioses, aguas que se deslizan suavemente entre recuerdos nocturnos y cansados brazos y el agua bullendo por el pecho, la frente. Nombres que surcan ayeres más ávidos, más lejanos, más tristes. “Busco la enorme estrella de tu nombre en lo oscuro/ para tocar tu mano/arboleda que crece en mi frente marina… Estéfana… ha de vivir conmigo/ Nombrándote/ Estéfana, Estéfana, poema octavo de Miguel Ángel Carmona. La naturaleza cómplice, amiga, enemiga, envolvente voraz de un yo que no termina, árbol de los reflejos: árbol del aire árbol oscuro del lamento árbol de la agonía árbol del tiempo (S Villaseñor)

juego de palabras que recuerda ese quehacer villaurrutianao que desgaja la espera y deshoja el mañana, Penetra se hunde en la savia 2


ysabia ha sido la sombra que derrama que de rama en rama extiende sabia la luz fluye savia se evapora (S. Villaseñor)

letanía de ayes, de sombra, madre amantísima, madre admirable, “Madre de las promesas”…../ Principio del aire doncella de la luz …ave negra de la luna agua de los insomnios piedra de los silencios madre de las promesas(S. Villaseñor)

Mundo de recuerdos donde las despedidas se entrelazan con otras más vacías y con otros y con otras hasta “donde el ala del recuerdo tiembla

(… / y hasta Dios está de luto)

Sí, Dios está de luto en los renglones encogidos de experiencias dolorosas y auroras ausentes. Donde la vida no importa y lamuerte es el signo que define nuestra existencia, sabor amargo de una sin esperanza cruel. Esperanza 3


Viga de los ahoarcados(S.Villaseñor)

En M.T. Lailson resuenan las botitas cansadas de Fuensanta y apremian las horas para deshojar el día, la noche, poemas dedicados a “las aguas primordiales, Gorostiza”; poema que saluda al tiempo: el paso de los años. Los lugares adquieren vida, sus voces emergen de muros, piedras, espigas y canciones. Así, Lisboa canturrea bajito un fado con guitarra que sabe a olvido y a nostalgia

“Así en la noche oscura y silenciosa un filado de voz te va anunciando: muy dentro, acaso en el corazón, se escucha cómo canta la belleza….. y una voz de mujer con una viola traduce para el alma Lisboa, en noche de luna mi fortuna conocí: ir con la guitarra bruna cantando fados para ti (R.E. GONZÁLEZ)

Y festejamos los verdiales malagueños, risueños, festivos y luminosos, Así, en un grito coronado de flores, con la misma impertinencia del pandero y los bronces ahítos de manos y sudores, con el violín queriendo ser la voz 4


y con la voz queriendo ser palabras para nombrar la vida, dar vueltas….. las hojas de estos árboles traídos de otras tierras de sol y sus verdiales. así sabe el instante endurecerse…. asi el círculo súbito que el silencio conjura, así el capricho de las causas en la tensa varilla la que sube las voces, la que agita banderas, así, cuando aparece la fiesta. (R.E. GONZÁLEZ)

Mar, agua, aves, aire dibujos de cuerpo en tu sonrisa mirada: Cierto, la pajarita de papel es frágil ante la lluvia de marzo; Cierto, es simple como nube, ligera como vela; y la vela pasa y las banderas también pasan; pero la pajarita el silencio hace la mágica Déjala dormir en tu pecho, canturréale Una canción de duendes y sirenas, hadas y unicornios; acaricia la pluma de su nieve, gorjea con ella, su trinoes el poema ( M.T. Lailson)

se queda,

Amores enunciados, anunciados, sobreviviente en una vorágine de mar salada: cuerpo mar, litoral bruma, horizonte que teje su vacío, “y sin embargo, el mar Dibuja tus hombroslitorales, Delfín tu silueta navegante, Danza del viento en bosques submarinos, Y en la playa dormida tu espalda( M.T. Lailson)

Mar, vértigo súbito que envuelve, arropa, aloja, aleja a la mujer, al hombre, al horizonte; poeta sin descanso como la pleamar de cada instante Principio por el mar y dejo en claro que el principio se nombra en alegría, certeza en latitudes subacuáticas, 5


especie de contagio y este sol Pero insisto en el mar y su viraje, navegación de altura, y en alas desplegadas, para decir que surca concluyendo en alborozo ya sin más, cerca del /fin y se acabó(M.T. LAILSON)

Como eco trasnochado, placeres muertos, vidas solitarias, destinos áridos que recuerdan la “Declaración de odio” de Efraín Huerta “En túneles de luto va la vida, en su cortejo diario de volver y llevarnos con el peso de haberla padecido” Hay que mirar los rostros -la soledad en ruedas noche a noche Para entender la muda fe del hombre…. Sólo silencio solo cada noche, En busca del destino al fin del viaje -lleno el vagón de vidas insulares

Poesía más extrovertida, .vertida hacia fuera donde los lugares hablan, tiene vida; aquí no hay agua salada u olvidos tormentosos, sino una poesía luminosa donde el carnaval asoma con sus gentiles colores y la broma sucumbe ante cada palabra. Lisboa, Málaga, Mixcoac son, efectivamente, lugares que tienen voz propia. Poeta de caminos y sitios que hablan, conversaciones escuchadas, dichas detrás de una lámpara (cortina dice el poeta),que va alumbrando el camino largo, sinuoso e imprevisto de la vida cotidiana del hombre, también, cotidiano. “El misterio se asoma en una raya por los umbrales; 6


quizá los resplandores sean ahora como un perfil a lápiz de lo que nuestras voces se quieren prometer con las promesas, y al caminar la noche por sus lozas se van los sueños abriendo todas esas puertas (R.E. GONZÁLEZ)

“Poema pequeño con futuro grande”, con un epígrafe de Ricardo Reis, asistimos a un desdoblamiento, dulce y callado lamento de un poeta que juega con sus distintas voces interiores: Fernando Pessoa y nuestro autor es M.A. Toledo también se desdobla, sombra de sí mismo con un estribillo doliente que pregunta ¡quién eres; múltiples preguntas, con respuestas indefinidas. ¿quién eres? Tú, yo, él, pregunta repetida que se sucede constantemente con una única respuesta final: la muerte. Quién eres, pregunto y escribo que venga la vida embozada yse quede ahí, que se detenga y espere… ¡quién eres, pregunto quién eres, he preguntado a mi propio fantasma, a la lluvia que llega anunciando el manotazo del tiempo, quién eres pienso del otro lado de la ventana… quién eres, nos hemos preguntado, y nos internamos en nuestras bocas para probar el sabor de nuestra alma quién eres tiene las manos débiles, el mismo color de la ternura… …quién eres, pregunto Con el rostro en harapos comprimidos Y a quién llamar…. Tenemos que hablar 7


Que respirar, y cosas que negar Hasta la muerte

De este modo hemos hecho un recorrido por nuestros cinco autores donde los vasos comunicantes se repiten un una danza que tiene principio pero no final. La brújula apunta siempre hacia el mismo lugar, señala el camino por donde transcurren la soledad, el adiós, la negación y en ocasiones, se permiten el juego, la fiesta, la risa aunque ésta última tiene faz de ironía, rencor bajito susurrante que corre por la sangre, se trenza con su vida (la de los poetas) hasta convertirse en palabra líquida, tersa, hasta convertirse en voz, en letra, en poesía. Autores de antes, de hoy y del mañana que iluminan nuestra débil luz de la actual poesía. Seguimos esperando sus nuevos poemas, brisa refrescante, poesía adulta de consumada poesía. Necesitamos y queremos nuevas y constantes brújulas itinerantes en ese mar azuloso y tranquilo o destructivo y voraz que sabe decir palabra, poesía, poeta.

Marcela Palma.

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La misma brújula, distintos caminos hacia el mar y el arte Grissel Gómez Estrada

La misma brújula 1 es una metáfora sobre la materia por la cual nos encontramos reunidos este día: la poesía, a pesar de los diferentes estilos y obsesiones de los autores. Comienzo mi comentario por estricto orden de aparición. El poemario Aguafuerte, de Miguel Carmona, ofrece una plasticidad ambigua, abstracta, como se muestra en sus metáforas. Va un ejemplo: Miro tu pez omega bajo el insomne párpado El verano que zarpa El ojo de mi dios dentro del equilátero La nave de una iglesia el ojo en todas partes El otro Pez oscuro

La misma cafetera es la clepsidra Carlos Pecera dilatada Cintas de tiempo sueltas Y el otro pez en la pupila inmóvil

1

Miguel Carmona, Salomón Villaseñor, Marco Tulio Laison, Raúl Eduardo González, Miguel Ángel Toledo, La misma brújula, Nautilum, México, 2013.

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Con dientes casi humano en la playa (p. 9)

El escenario de esta estrofa es el mar, de hecho, la mayoría de autores de esta reunión de poemas, en algún momento hablan del mar, o la lluvia, o las lágrimas, ríos y peces. Incluso cuando Carmona homenajea a personajes como Miguel Ángel o al anónimo Juan y la amada Estéfana, se hacen presentes motivos marítimos. El poeta utiliza también elementos prehispánicos, como se ve en “Tu lengua era de oro y lapislázuli” o “Dorado cempasúchil / Otro sol que regresa.” Y otros que forman parte del campo semántico de las artes pláticas: manos, sombras, pared, aguafuerte. Los nombres son importantes. Significan, como se ve en la frase “donde Dios quiere ser también tu nombre Juan / atado al madero”, o cuando, hablando de Estéfana, se dice: “Busco la enorme estrella de tu nombre en lo oscuro / para tocar tu mano”, como si la palabra misma fuera capaz de conjurar los cuerpos, como si pudiera sustituir lo real: “He de vivir conmigo, / Nombrándote / A los pies del volcán / Estéfana, Estéfana” (p. 14). Así, de las metáforas de Carmona se puede vislumbrar, la angustia, la ruptura amorosa. Elipse de los muelles, de Salomón Villaseñor, refleja también una angustia, pero ésta más bien obsesiva, que se refleja en la insistencia hasta sus últimas consecuencias de figuras como la aliteración y el calambur: Y abrir los ojos y encontrar el ojo oscuro del silencio y caer de nuevo al abismo al llanto oscuro del abismo al negro llanto del abismo y abrir los ojos y encontrar el ojo oscuro del silencio (p. 19)

O:

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Teje que teje el Sueño y la Sueña teje y la Sueña soñando el Sueño y los dos en la soñadera tejen y tejen el sueño de la lanzadera (p. 27)

Otra especie de repetición es constituida por las palabras que fonéticamente suenan igual pero significan cosas distintas, como en sabia-savia; cima-sima; o las rimas sombraasombra-nombra y llega-llaga. La obsesión depositada en el sonido se muestra también en otra figura literaria muy usada por el autor: el calambur, por ejemplo: “Estalla / –y está allá”, “¡Lo has hecho! Lo acecho”, “Resbalando –res-balando”. Y todos estos casos poseen el signo del asesino: Todo gira todo tiene el signo de los asesinos de los condenados al destierro en una ciudad construida sobre el fango todo tiene el signo de los asesinos (p. 37) De esta manera, el estilo, disparatado, extremo, dramático, refleja un contenido de la misma forma: la violencia disparada en una ciudad de muertos. Estos versos contrastan con, como su nombre lo indica, Riberas de claridad, de Marco Tulio Lailson, quien prefiere cantarle a la belleza de las cosas simples, a la alegría, sí, de pronto con un aire de nostalgia, como en el poema siguiente: Cierto, la pajarita de papel es frágil ante la lluvia de marzo; pero también el águila, pero también el búho 11


guarecen sus plumas perladas de los dedos del agua. (p. 45) Otra vez aparece el mar, pero en esta ocasión para delinear la figura de la mujer amada: Y sin embargo, el mar dibuja tus hombros

litorales,

delfín tu silueta navegante, danza del viento en bosques submarinos, y en la playa dormida

tu espalda.

(p. 47) Como se puede ver, en los dos fragmentos anteriores, así como la naturaleza toma formas humanas (“dedos del agua”), la humana toma atributos de la naturaleza. Las olas, además, son una “partitura de las aguas”. Incluso los amores perdidos son vistos con serenidad y la alegría, pese a todo, fluye de continuo: Hoy me nace un deseo inmenso de ser feliz, de subirle las faldas a la lluvia para que luzca las piernas de nácar.

[…]

La alegría es así, súbita y sabia. (p. 57) Nótese una vez más las prosopopeyas. En ese sentido, las palabras son aves, son parvadas, y vuelan, lo que constituye una especie de mini-poética para este poemario. 12


Ya desde el título Lugares como voces, Raúl Eduardo González nos anuncia el tema: poemas sobre viajes, desde el viaje al que nos conduce el sueño hasta uno real al otro lado del Atlántico; un viaje en el metro; el retorno a casa: “volver a estar en el mismo distinto lugar”, tipo Heráclito. El tono generalmente es festivo. En su búsqueda técnica, el poeta se anima a escribir un soneto, lo cual se agradece, porque casi nadie se atreve a cultivar formas clásicas, en el poema “El carnaval”. Para variar, contamos con la presencia del mar: Como el mar que ha sabido ser sol y ser del sol y seguir siendo siempre mar […]

Así, en un grito coronado de flores, con la tenaz impertinencia del panadero y los bronces ahítos de manos y sudores, con el violín queriendo ser la voz y con la voz (p. 72) Menciono estos últimos versos del poema “Verdiales de Málaga” pues encuentro aquí otra coincidencia entre los poetas: referirse a un arte en particular en sus versos. Con versos del tipo “con el violín queriendo ser la voz”, “porque cantar / es todo lo que queda en estas noches de luna”, y “revuelta danza que de ayer regresa”, la música está siempre presente. Breve reunión de poemas perdidos, de Miguel Ángel Toledo, es la desesperanza total. Pero este desaliento gira en torno al arte mismo de construir poemas, a la escritura: Aquí he garabateado imágenes durante noches enteras.

En esta página blanca aprendí a exagerar la tibieza de las palabras escritas en el peligroso idioma de los muertos (p. 79) 13


Parecería que el lenguaje de la poesía fuera difícil de aprehender por ser “el peligroso idioma de los muertos”, terrible y diáfana definición. El poeta aparece condenado a la soledad:

Después de todo, esta hoja humedecida y blanca antecede a la muerte y a la soledad, augura el exilio y el despojo.

[…]

Escribir es acariciar sin actitud ni gesto en la página blanca la carne y el frío de quien nuestra memoria no ha sabido olvidar.

(p. 80)

El acto de la escritura se torna, entonces, es un pretexto, o consecuencia, de la soledad y de la eterna pregunta ontológica: “¿Quién eres?”. Aquí no hay mar, sino ciudad, si acaso: “ríos bebidos / por la lengua del sol”, es decir, secos, y una casa tapiada de muros y de rocas. De esta manera, estamos en presencia de un libro cuyos autores expresan, con diferentes técnicas y tonos, primero, un singular apego al mar, ya sea como metáfora y como lugar de viaje; y segundo, un afán por revelar su relación con otros tipos de arte, ya sea la pintura (como lo hace Carmona), la música (según Raúl Eduardo González), o el mismo quehacer poético (de Lailson y Toledo). Esperamos que esta experiencia, la primera para algunos, continúe motivando a los autores en su exploración poética, la cual, al mismo tiempo significa, la búsqueda de nosotros mismos.

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Agua fueres

Miguel Carmona

I

Miro tu pez omega bajo el insomne pรกrpado El verano que zarpa El ojo nuestro Dios dentro del equilรกtero La nave de una iglesia el ojo en todas partes El otro Pez oscuro

La misma cafetera es la clepsidra Carlos Pecera dilatada Cintas de tiempo sueltas Y el otro pez de la pupila 15


inmóvil Casi humano con dientes en la playa

La mesa es una lágrima de salada represa Nudo Ciego nostalgia La mar siempre volviendo Y ofrezco cada mano que envenena el ventrículo Al garabato súbito Dibujo el anagrama de la Muerte La ensimismada línea de Holbein en la plancha de cobre Adivino la flor que ceba tu pulmón Aspiro ese tabaco esa tu rabia erguida

Ardiente filo doble Agua sobre las aguas De tu insondable pez Cinco magros centímetros lección de anatomía 16


Pez de fondo en la línea inasible reloj De centro incandescente

Medras esta memoria Pleamar opalescente Este otro verano Te dibujo mi carta con la luna de abril Ciclópea luna pez Unos pocos centímetros de mortandad en flor Treinta y dos grados Celsius Con la hedionda creciente negra Amarillenta Carlos Recuerdas Una angustia conduce irremediable hacia la playa Donde recoges pasos Caracoles blanqueados por la canícula Palabras Más palabras Palos de ciego amotinándose Y la mar que regresa Más palabras. 17


II

Si la mañana es fría Los relojes son peces en las aguas pluviales Oro y plumas que rasgan el carbón de la noche Blanco papel en blanco

Es mi mano llorosa pequeña mano fría Luna levante a espaldas el espejo en el hombro Criatura diminuta Huérfana del dos mil dos Hambre que repartida en millones de puntos Mancha el pliego libre de ácidos Hace la sombra ciega del grafito Querido Buonarroti

Éramos por entonces toda aurora nocturna 18


mientras tanto Y la Capilla el nido con la vida incubándose El mundo como se dice Semejante a ti mismo Celebrabas la tierra marginal Que los años arriman Como regresa el mar Miguel Ángel al llanto

Esta parca en la nuca inseparable pétalo Es la misma Madrugada o crepúsculo

Mas tú no entenderías Ignoras el aroma del copal Tu aliento aspira el sándalo No has visto el púrpura de insomnes pupilas En el anafre del crepúsculo Desconoces el colibrí-vocablo dulce pájaro-mosca Miasma estelar suspendido en el aire De la vigilia 19


entrándose a nuestro corazón Ya entregado a la brisa

Te mecías embriagado por la risa de Dios Y sus heridas breves incurables heridas ¡Ah, Buonarroti! Caminabas de náufrago en el Mediterráneo Tu músculo aterido arañaba el sueño de los mortales Y la sangre azulaba como el agua estancada En los efebos del techo La eternidad legible como fábula En la axila inmunda del criminal impecable Tu lengua era de oro y lapislázuli A cambio El alba toda nuestra

Aún suena mixteco el pulso lapidario Esta muerte que husmea en los despojos Incesante Lo sabía Bergman 20


Lo sabía el escultor anónimo Sólo tú no sabías.

VII A Neftalí Coria.

Del mar al mar El aire es una cáscara ingrávida en el sueño Un puñado de sombra Cosas dejadas en el alba Sumergidas cabezas en el abismo azul

No luz ardiendo en flor sino la negra luz Dorado Cempazúchitl Otro sol que regresa ennegrece la tez y los ajados párpados

Tus ojos que resbalan Entran al corazón 21


Lloran ellos dormidos Sueñan el mediodía

Y es abril una rosa de coloridas venas la del polvo desértico Es todo primavera Ya vuelves heliotropo levantas ese muro eriges laberintos Donde la gente vive donde escucho fraguar las bóvedas de noche Regresas a mirar donde no dormirás ni estarás para nadie Regresas a tus manos donde el polvo de nuevo Y está bien que tu nombre no se llame esta casa Quicio Puerta Antepecho Pared mocheta aldaba domo dintel cenefa vestíbulo y aljibe Nombre el tuyo de prisa Juan te llamas Don-nadie plomada hilo ranura 22


Celosía siempre Juan haz de nervios al ras Cada clavo una ruina cada hierro castillo verticalmente Juan Y el cimiento señores Qué temblor de rodilla hundirán en la tierra las arenas del musgo Tantas veces cantera Para el piloto saurio de afilado concreto Contraluz megaterio que sostenga la casa Hogar y madriguera cantón y tejabán

Sólo te miro Juan de los últimos héroes Respiras sin embargo Donde la sal navega Desde la coronilla hasta la esquina bizca de tu Tendón de Aquiles Es sudor esa sangre sudas tu muerte Juan Y la legión de Juanes a morirse contigo Todo el año es el sol agua de sal profunda como tu amarga piel Donde Dios quiere ser también tu nombre Juan atado al matadero 23


Cimbra que arma las bóvedas Hacia mi rojo verso de bichito nocturno Camino hacia la flama de tu vida insondable Juan de todos de nadie de mañana de nunca. Elipse de los muelles.

Salomón Villaseñor

tiene el signo de los asesinos mi muerte es la de todos nada tiene necesidad de ser beber beber beber el príncipe del sueño

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en el ala del futuro gravita rueda Gira todo gira los anuncios luminosos las grandes avenidas la basura el puente la densa marea de los licores el humo de las cloacas y su incendio las luces de ne贸n el burdel y sus olores la huida el tren el faro el golpe que galopa por las venas y esa voz que resuena en los o铆dos 25


sed Agua arrancan del torbellino que todo lo devora un valium una blasfemia un disparo Un trago se consume se desvanece se nubla se marcha se eleva Todo gira todo tiene el signo de los asesinos de los condenados al destierro en una ciudad construida sobre el fango todo tiene el signo de los asesinos Todo gira 26


se eleva se marcha se nubla se desvanece se consume Un trago un disparo una blasfemia un valium arrancan del torbellino que todo lo devora Agua sed y esa voz que resuena en los oĂ­dos ese golpe que galopa por las venas el faro el tren la huida el burdel y sus olores 27


las luces de neĂłn el humo de las cloacas y su incendio la densa marea de los licores el puente la basura las grandes avenidas los anuncios luminosos todo gira Gira rueda gravita en el ala del futuro el prĂ­ncipe del sueĂąo beber beber beber necesidad de ser necesidad de ser 28


mi muerte es la de todos tiene el signo de los asesinos

Rosa del insomnio

He visto descender noche a noche la noche interminable sin embargo los objetos ante el relรกmpago del tiempo reposan inmutables.

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Oraciรณn Serรก preciso llorar a Dios Serรก preciso llorar a Dios por la erosiรณn por la erosiรณn de sus muertos.

Epitafio

Los muertos no apestan

gobiernan.

No estorban

habitan.

No descansan

construyen.

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Esperanza

Viga de los ahorcados.

Riveras de claridad

Marco Tulio Lailson

Pajarita de papel.

Cierto, la pajarita de papel es frágil ante la lluvia de marzo; pero también el águila, pero también el búho, guarecen sus plumas perladas de los dedos del agua, de las garras del frío.

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Cierto, es simple como nube, ligera como vela; sin embargo, la nube pasa amarrada al viento y la vela pasa, y las banderas también pasan; pero la pajarita

se queda,

el silencio la hace mágica. Guarda un sol en las entrañas.

No habita jaulas, habita en las miradas infantiles; conversa con la luna su hechicera amiga, su amuleto y aliada.

La pajarita de papel no vuela ─cierto, muy cierto─ pero sus hojas son árboles y trampolín las ramas y su vuelo se prende al caudal invisible que sacude todo cuando pasa: 32


vuela en el aire que oculta, florece mariposa de espacios interiores, los horizontes son su frontera.

La pajarita de papel no es un adorno, es buen augurio para la felicidad y la confianza, para recobrar salud y bailar en noche abierta bajo la luna

alta.

DĂŠjala dormir en tu pecho, canturrĂŠale una canciĂłn de duendes y sirenas, hadas y unicornios; acaricia la pluma de su nieve, gorjea con ella, su trino es el poema.

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Poema que recorre lejanías.

Este es un nudo puesto en la palabra, palabra manantial, y en otras altitudes se ve claro, y en otros pájaros aquellos horizontes, aquel río abierto a la memoria.

Una parvada alza el vuelo. Silba un tren. Penumbra mínima para encontrar refugio en días anegados por la ausencia. Resta un poco de aliento y esta canción

extraña

otros aires y un silencio

roto

el cántaro se vierte en la noche donde el agua y la distancia de los años escriben con ademán de vuelo 34


su despliegue de velas, su cadencia de adioses.

El olvido se pinta en tono sepia.

Herida nocturna. Relámpago, trazo firme de la luz, otra escritura / fulminante. Pero hablaba del nudo y pierdo el hilo entre las manos la hebra y el frío del mundo huérfano de lana.

Aquí también hay amaneceres y rima porque rema, a golpe de las olas otros mares, otros náufragos ─también cantos de sirena─ ya no es azul incluso el río; pero transcurre, palpita, 35


desata las afluentes de su nombre Lugares como voces

Raúl Eduardo González

Invocación

Sueño mío, ven a mí, regrésame a tu mundo que me inventa, del que tan poco sé, recítame las voces de mi gente y dame las caricias que se van de mañana.

Enséñame esas rimas que de pronto nacen con tus momentos cual crecidas de río, esas palpitaciones que sabes develar con tu denso fulgor, las que cierran mis ojos en el azote de la luz y se van disolviendo con las súbitas aguas del cotidiano olvido.

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Sin más cuento ni trámite, ábreme las rejas de tu parque lejano y despliega la magia de tu respiración; vuelva a mí tu extrañeza en un súbito capricho, sueño mío.

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El carnaval a Gerardo Cárdenas

Ya viene el carnaval, cauce de un grito, revuelta danza que de ayer regresa y en su marcha señera se tropieza con un flamante agobio de infinito.

Viene con su renuevo y su marchito aliento y una flor en la cabeza: la sabia encarnación de la torpeza en el vértigo ciego de un torito.

Otra vez aquel son de cualquier modo al que le falta un trago porque empiece, que dice al tambalearse, en fin, que todo sabe ser y negar lo que parece: cada giro es anuncio de que nada dista el silencio de la carcajada.

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Río adentro

para Philip Garrison

y cuál no sería su sorpresa que en lugar de arena y piedras empezó a sacar puñados de pepitas de oro…

Theobaldo González Palacios, “María Centavito”

Esta es la historia de un lejano pueblo que la memoria azota con su vendaval, que parece perderse con las vueltas del carro y sin embargo pace junto a un río inconcebible, que no debía correr pero que corre de revueltos pedruscos, de importados náilones, dedetés y polimeros, de antigua necedad, de renovada embriaguez en su cauce de sequías.

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Esta es la vieja historia del resplandor mentado, chamagoso destello de retrato y esquina vuelto sal de los días de doce horas, de extraviados kilómetros en su regla de tres, de calores sin causa en algoritmos siempre y de alforjas sin fondo que fluyen de sudores, de camino al trabajo, de pura iguana fuera de la olla, de puro sinsabor en las harinas.

Esta es la prisa que se anega de diario en el callejón de las ensoñaciones, en la vuelta de rueda que media del concreto al terregal, del cuervo a la ventolera que mana la punzante flor de los inviernos.

Aquí los muros se retuercen con el puro capricho, apenas con el ocio de millones tendidos en la acera de enfrente. El sueño en estas tierras: la impasible etiqueta de precios especiales 40


en su recia vitrina de remache y tabiques, en el pasmo de su distante orilla de severa quietud, de largo sonsonete.

Aquí se está el desvelo y la zozobra se ciñe el uniforme policiaco, se disfraza de horario y de tarjeta para que el cuerpo aguante y llegue sin retardo, sin chistar, con embargo del capataz de impulsos y goteos, del que tiñe los cheques con una amarga sangre de hojalata.

Esta es la historia vieja del chapuzón aquel de los muchachos que desoyeron lágrimas, que hirieron la turbulenta lámina del río, pues en el fondo parecía relucir la bucería fugaz de algo pequeño, y ahora, piensan, ahogados de distancia, de pavesa rendida, 41


que era aquello tal vez una moneda de incansable y ajeno relumbrón. Breve reunión de poemas reunidos

Miguel Ángel Toledo

Poema pequeño con futuro grande

Para Estela del Valle

De un día a otro nos desamparamos. Nada cierto nos une con nosotros. Somos quienes somos y es cosa vista por dentro lo que fuimos.

Ricardo Reis

Quién eres, pregunto y escribo que venga la vida embozada y se quede ahí, que se detenga y espere, 42


nos quedan cosas qué decir y bocetos de palabras casi conclusas, tenemos cosas que negar hasta la muerte, quitarnos la máscara del corazón; tenemos que hablar, no de mí, sino de ventanas y puertas donde el otoño ─otra vez─ agoniza de espaldas a la noche.

He vivido, mis palabras dieron frutos y raíces en el fondo de mi costillar en llamas; no hay de qué preocuparse, no hay nadie ahí, no queda nada, ni en el corazón ni junto al día por venir. Escribo con dolor vacío del pecho. Sé que en cierta ciudad del mundo, a la orilla de mí, del país, a la orilla del amor, tú miras a través de la misma ventana por la que yo apenas respiro y miro dificultosamente la realidad, la ventana por donde se asoma uno a la noche, 43


tambaleante y obsesivo por un poco de aire, con ese calor mortal de la combustión que soltamos en el aire consumado, como si al soltarlo nos dejáramos ir para siempre, como si de verdad lo hubiéramos usado, cabalmente.

Este es el escenario, hay cama que nada contiene y ventanal sin estrellas, bajo las sábanas respira por mi la sombra, con su porción de dolor oculto y pulmonar, respirando del amanecer, de la poesía desnuda también frente a ventanas, afanada en desmentir conmigo abrazos y señales de humo, mortales a lo que vivo.

Impura de aire y temible de secretos, con el solitario vuelo de los halcones se le vio ir y venir nombrando espejismos, ora cantando tras ventanas de agua, ora gritando a la ventana del cielo ─para ella cerrada─ 44


con su nudo propio en vez de lengua, no apta para el canto, no nacida de respirar, sino todo lo contrario; escribo la palabra por venir, nacida sin llanto alguno, tan sólo el aullar del viento encadenado al árbol ─ya grande─ de la angustia.

En el principio todo fue un mismo verbo, dolor y dicha nacieron del mismo canto de la sangre, vuelo de palabras como pájaros destinados al capricho del aire no guardado en mano alguna; afuera, más allá de ventanas, hubo siempre voces y hogueras apagadas; en la combustión fría de la asfixia hubo ojos sin aire, enrojecidas y húmedas brasas, hubo un grito que romper pudo ventanas y volar quiso mariposas floridas, con la puntual y desesperada fatiga de relojes pulmonares, profundos y graves en el campanar ─no sé si vacío o tapiado─ de mi estómago. 45


He buscado en la estampida de la voz que se abre paso con su altavoz de los insomnios. Quién eres, pregunto. Quién eres, he preguntado a mi propio fantasma, a la lluvia que llega anunciando el manotazo del tiempo, ¿eres quien pienso del otro lado de la ventana? Pregunto, porque me he perdido en un costado del campo, a la orilla de la ciudad, y tiemblo y río con mi violencia, estrujo y muerdo la esponja agria que me es dada en la reseca boca del aire, amarga y crecida como una lágrima.

Libre de hablar, de la palabra libre, con la soledad del que agoniza, libre como un beso perdido en el espejo de la niebla, yo vuelo de la ausencia, abajo, arriba, entre abismos y dedos, vuelo hasta el temblor, hasta quedarme consumado como un tronco, retorcido como un tronco 46


y sus gestos de siempre tras el incendio intenso. Escribo bajo las hojas caídas del otoño, pero también corro y doy saltos inútiles; como millones de seres escribo, con mi aliento doy fe y señalo que he regresado a mi propio dolor, que he venido, hermanos, caminando a ciegas, ahuyentando el tiempo con el bastón de las palabras para las que también he quedado sordo; he venido tropezando con todo, y he llegado herido a la luz. Esta es mi casa, la reconozco por muros, vecinos y rocas, conozco su manera de abrazar, su ventana en vigilia, entreabierta en cansada espera por mi; esta es mi casa, entro, caigo rendido de sueño, de mi y de lo que soy en la oscuridad, ay hermanos y amores altísimos, si ustedes me vieran, si pudiera decir 47


que la muerte juega y ríe conmigo en largos columpios de aire, que ya apenas escucho dentro de mi el ruido de la civilización, que vivo en constante silbar de trenes y un motor que ruge a media noche: si pudiera decir lo que soy en mi casa, que ensordecido estoy de silencio y monedas solitarias.

La gente pregunta quién eres, la boca del sol lame a mi lado sus rayos de cobre y escupe a mi lado sus apagadas velas. Con dolor de lo que no conozco camino, a mi lado está la ciudad, escucho cómo crece su dolor, adormecida o despierta crece, con el mismo dolor de quien fallece asfixiado, asomado a ventanales donde el aire parte.

Quién eres grita el viento por debajo de la puerta; quiiiéneeereees 48


los vecinos golpean candados y muros que durante meses fui colocando sobre la entrada de la casa. Caigo arrodillado en lo que soy, profundamente, llaman, golpean, el gato se levanta, los ruidos destruyen su forma de ser yo mismo: observo desde la ventana la eterna posición de las nubes, espía tras su antifaz de otoño. No es nada, la ciudad consumiéndose en el fuego, como una gran vela consumiendo oxígeno, mi ciudad de la furia, donde conozco el mundo por primera vez.

Escribo sobre el dolor vacío del polvo; sé que a la orilla del país y de mí, en cierta ciudad del mundo una mano tuya ha cerrado cortina y ventana y tirado hojas escritas y sueños.

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Qué tan lejos me deja, mi corazón con el traje arrugado, pocos minutos, pocos pasos, pocas palabras faltan; completo estoy, la calle es larga.

Escribo en la corteza de un árbol carcomido, pero también corro y doy saltos tras la vida, como miles o cientos de individuos hago sonar la radio, escribo ─con los dedos en la tierra─ que el día señalado he regresado a mi propio dolor, vecinos míos, he venido caminando a ciegas, tanteando palabras y preguntas, pero nada escucho, me he quedado sordo.

De donde vengo hay ríos bebidos por la lengua del sol, hay troncos preocupados, sin oxígeno agonizan en la sangre, el día de la escritura está cerca, a pocos pasos. 50


Esta es mi casa tapiada de muros y rocas; entro, caigo rendido de sueño, de la oscuridad no puedo hablar, la muerte juega en columpios de aire, vino conmigo, tomados del dolor hemos venido golpeándonos, corriendo, quién eres, nos hemos preguntado, y nos internamos en nuestras bocas para probar el sabor d nuestra alma, quién eres tiene las manos débiles, el mismo color que la ternura, y canta con voz tan pequeña y tibia como un fuego inocente creciendo entre hierba tiena, acabada de nacer.

¿Fue ella quién preguntó, o soñé que respondía? 51


Al asomarme a la calle me imaginé el abismo, quién eres, he preguntado a tientas, y una voz oscura responde con delirio quién eres quién eres y recuerdo entonces el lamento de las aguas apartadas del sediento; he andado por ahí, de café a café probando su amargor de vida, y mientras la tarde subía lentamente escaleras y nubes del crepúsculo, vino a mi lado, quién eres, pregunto con el rostro en harapos comprimidos y a quién llamar, a quién decirle que nada es cierto, que tiren de mi, que venga la vida embozada, que se detenga y espere; tenemos que hablar, que respirar y cosas que negar hasta la muerte.

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