MILAGROS TERÁN
POEMA A MIS PIERNAS Tengo dos piernas largas que se doblan
como los bambúes
que están frente a la casa-hacienda de mi padre.
En la noche se cuelgan como enredaderas de la cama,
se deshacen desnudas como dos morenas
que se mueren de pena. Cuando llueve
se ponen a secar bajo la brisa, se resbalan
como dos lágrimas se besan
se agotan
se fecundan.
(Del poemario Las Luces en la Sien, 1993)
TE DI MI CUERPO
Te dí mi cuerpo, mis piernas de cristal lozano
paseándose por tus aposentos. Te dí mi cuerpo
solamente mi cuerpo; el haz de luz del goce
Los ojos de la perdición
la boca campana nerviosa de los besos.
Mi cuerpo solamente
(Las Luces en la Sien, 1993)
LAS MUECAS
El acomodo, el sueño, la puerta abierta. La primera cana descubierta.
El mimo, el susurro del hombre, el hambre, la sombra del adiós.
El gesto desabrido, la caricia torpe, el sueño, el aburrimiento. Tus ojos verdes mustios
sobre mi cuerpo lacerado. El acomodo, el sueño,
la superficie tosca, la inclinación tenue de la luz.
La culpa. El sonido del arrepentimiento. La revisión interna. El verano triste,
tan triste y tan gris como este invierno.
Las aberraciones. El tambor de la espera, el sueño, el aburrimiento.
Los intentos salados como lágrimas, las muecas, el adiós.
(Plaza de los Comunes, 2001)
HYDE PARK
Caminamos los tres sobre el húmedo verde enmarcado con puertas de hierro
viendo el desfile de rostros ajenos
en busca de un baño abierto donde orinar. Los japoneses se toman fotos,
las ardillas se pasean orgullosas
detrás de las mujeres árabes con máscaras de acero,
los amantes leen poemas de Brian Patten. Lo que me llega ahora
es la excitante fuerza de la novedad
la suave soledad de una almohada sin fundas, La sensual humedad de la lluvia saluda los espacios guardados en Hyde Park
(Plaza de los Comunes, 2001)
MATERNIDAD
Mi ombligo es el centro del universo las cosas giran alrededor mío
y camino envuelta en una burbuja de energía. Los dioses me protegen,
──aún los que no conozco o no he sentido── van a mi lado, danzan alrededor. Lo apuntan mis ojos incoloros, irradio luz.
No hay nada más sobre la tierra
que lo que guardo en mi interior.
La canasta de matrimonio de los indígenas americanos ha venido a posar en el escenario redondo y tibio de mi vientre. Soy el centro,
la cruz, la seña
que asoma de noche en la oscuridad de los perdidos.
Soy el sol y la tierra,
la lluvia, nieve pura que nos cubre.
(Plaza de los comunes, 2001)
PIES
Pies diminutos curvos flotantes.
Pies que aún no pisan el sol de las aceras.
Ensayos que calzarán un día sandalias de tacones altos.
Los tersos pies de mi hija.
(Plaza de los Comunes, 2001)
LOS HIJOS
Son aves diurnas que despiertan rayos que se cuelan temibles por entre las cortinas
y suenan en la cabeza
a la vista del que aguarda sentado.
En la tarde son
estrellas fugaces que mecen
visiones vespertinas. Corren sobre dos pies se alejan y se acercan con la voluntad
propia del que ama
del que introduce su mano en el agua
del que despeina
del que besa en la frente suavemente su noche y dice sus plegarias y confĂa.
(De Sol Lascivo, 2007)
COMUN ES EL AMOR
Común es el amor en sus inicios cuando extiende sus ramas y toca tu cabello, y lamina de pulsos la epidermis. Común cuando se desvanece y es agua que se escurre por la pendiente como cera ante el fuego. Ordinario el destierro, su dolor el cuchillo en el vientre, la torre de Babel y su infortunio. Común ese desapacible insomnio la góndola que aguarda agazapada en la corriente donde el garfio iluminado nos acecha. Frecuente la sonrisa, la nostalgia de ayer, el futuro terror y su placer, el motor de la vida, la poesía.
(Plaza de los Comunes 2001)
AQUI Partida por la mitad abierta
como naranja al sol
comida del hambriento. En el porche descansan estáticas
las bicicletas.
Inmovilizadas
las buenas intenciones la palabra agradable, el tacto suave de la tarde.
Los abandonados de Dios
echan raíces
en las mismas calles donde transita
la riqueza bajo sombrilla. En la esquina un Baobab 1 es árbol al revés,
de sus ramas cuelgan jirones de almas,
y yo soy la naranja en este sitio manoseada y chupada
por el sediento sol.
1
Árbol del Africa tropical. Tiene ramas horizontales de hasta 20 mts. de largo.
MONÓLOGO En esta edad no temo a nada el cuerpo no rinde más culto a la belleza
ni el alma busca a tientas su origen. A mis tres años
tengo la experiencia de una mujer de setenta,
liberada de selvas y de cazadores blancos
sin miedo a entrar en aguas de verdes cocodrilos. En esta edad
no temo a sentarme mal,
tengo las dos piernas abiertas
donde se divisa un hueco negro marco de tu risa. Tengo la energía para jugar con leones, dar paseos lentos subida a un elefante, perezoso y tristón,
asida a su lomo ceniciento. Agarro con mis manos las tormentas caben en un rincón las nubes todo el hemisferio austral en la sonrisa.
En un cuento de viejas una enérgica niña
salta de una alta pared al vacío.
El ECO DEL TAMBOR
Hoy voy a abrir mis alas a la hora del eco en la mañana
cuando niñas en uniforme a cuadros
apresuran sus pasos
sobre el camino de tierra, cuando se burla de mí la paloma africana
que habita en el jardín y las roncas voces me recuerdan:
no eres de aquí!
no eres de aquí!
De Sol Lascivo, 2007