Selección Poéticas Sinaloitas

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SELECCIÓN DE POETAS SINALOENSES

Felipe Mendoza Selene Ortega Leonel Rodríguez Cosme Álvarez Nery Córdova Nino Gallegos Gilberto Cabanillas


NOTAS PARA ESTA SELECCIÓN DE POETAS SINALOENSES La delimitación de una literatura sólo es favorable a la tarea investigativa, cuando se trata de poner límite y se recurre al ordenamiento específico que señala características afines en una generación, un grupo conscientemente organizado o una estela de escritores que pertenezcan a una determinada región cultural, la finalidad es sin duda dar nombre a ese producto literario: literatura hispánica, literatura mexicana, literatura sinaloense, etc. Qué es lo que hace que una literatura tenga esta denominación, pueden ser distintas variantes, una que dichos creadores hayan nacido en ese mismo territorio geográfico, dos, que en esa literatura tenga como temas asuntos culturales de ese lugar, y tres, que aquellos que escriben aunque no hayan nacido acá desarrollen y creen su obra en esa región. Finalmente este asunto tan discutido, tan trivial y chouvinista no merece ocupación de este tiempo tan apreciado en nuestra página, sin embargo, para presentar a este conjunto de poetas que hoy ocupa la sección de nuestra muestra era necesario hacerlo bajo un nombre, así es que determinamos poner tradicionalmente el nombre de poetas sinaloenses, no sin antes advertir que todos ellos en lo absoluto se han fijado la idea de cobijar en su poesía temas tradicionalistas y folclóricos tan caros a algunas generaciones literarias que les antecede en Sinaloa, donde lo florilegios poéticos son cosa común y corriente en la historia de esta literatura. Este conjunto de poetas no representan la totalidad de la poesía en su Estado, son apenas una muestra vital de la creación literaria de nuestros días, y más son algunos de los que construyen y buscan hasta hoy una forma


expresiva propia, no salva de influencias y heredades literarias que son, sin duda, hechos conscientes y expresos en sus obras. No es necesario enmarcar a estos militantes de la palabra en un manifiesto literario, porque no lo tienen, a un movimiento organizado en su región porque no pertenecen a ninguno, a una organización o cultural que reafirme una postura político-cultural porque no existe, son seres aislados que construyen en el recinto de la soledad su obra y la ha labrado por más de 20 años con el simple sentido de la fe y la creencia en el poder de la poesía y en el elogio contundente de la belleza.

Felipe Mendoza, poeta y ensayista nacido en la década de los sesentas ha apostado a consolidar su expresión literaria a merced de un trabajo constante que le ha rendido ya 7 libros de poesía y que en cada uno de ellos podemos confirmar un sentido de búsqueda y casi de pertenencia poética y madurez. Selene Ortega, poeta todavía joven es la más experimental de todos ellos, por haber nacido en un momento histórico en que la comunicación ha revolucionado las formas de diálogo colectivos y que elimina aquello que nosotros conocíamos como distancia y fronteras entre una lengua y una cultura, ella nace en la era telecomunicacional. Leonel Rodríguez es un poeta que nació triunfando, pues desde su primer libro gana el premio de poesía Navachiste y a poco tiempo se hace del premio Clemencia Isaura en la ciudad de Mazatlán. Su poesía revela dominio y fortaleza expresiva, es también un poeta que busca.


Cosme Álvarez es un avezado poeta, riguroso y aventurado a su vez, ha experimentado con diferentes formas expresivas, ha encontrado una manera particular de expresarse en su poesía. Cabe decir que este poeta ha tratado de confirmar con insistencia, desde hace años, que la literatura sea una forma de diálogo sensible e inteligente con la comunidad, por ello ha propuesto la edición de la revista Astillero, un referente para recordar a este poeta. Nery Córdova también es poeta con bastante experiencia, en su haber un número considerable de libros delatan no sólo el responsable sentimiento y pasión a esta formas de denunciar lo que la vida nos relata, desde su poesía vierte lo que él recibe del mundo y lo que él desde este sentido de la belleza, puede decir. Nino Gallegos cree que la palabra es una libertad que tiene límite, en él diríamos que la expresión poética se concreta en tener fronteras sólo de página a página y que reduce el término de un tema o de una situación a un número indeterminado de versos, su libertad está sin lugar a dudas en aquello que él se pone como límite, el poema de este poeta nunca termina, más bien se interrumpe. Gilberto Cabanillas cree que el poema es un acontecimiento, algo que sucede, que sucederá o debió haber sucedido, es un poeta de historias, de tono autobiográfico que necesita versos de largo aliento para narrar a la manera de la antigua poesía ática hechos de una antología personal que imagina puede ser la suya. Abrimos y cerramos con dos poetas narrativos que tienen en su haber un cúmulo de aconteceres que en voz de ellos se vuelven poesía.


Cada uno de los que aquí aparecen seguro están o estarán un día en las páginas oficiales o disidentes de nuestra literatura. Bon a petite, las sirenas si existen.

ESPADA Y CRUZ FELIPE MENDOZA Nos contaron esta historia, el indio salvaje y el invasor, el que trajo la cruz, la clavó en las entrañas del conquistado, terror y muerte, desolación y espanto, filo de dolor y sangre. Nos hablaron de las maravillas sepultadas bajos los edificios coloniales, la cabeza de un águila y una serpiente devorada por su propia tragedia, ofrecieron un sólo Dios para todos, para todas las cosas y sucesos del mundo, llegó esta historia con dolor de rabia, incertidumbre y muerte, desolación, se escondieron los dioses, pero no duermen, la piedra milenaria se ensimisma.


Nacimos aquí, estas ciudades se construyeron sobre ruinas que gritan, nos heredaron sangre, tiempo que se muerde así mismo y encumbra, honra de espinas y corona, canto de agua vital o roca endurecida, días aguardados en la costra de la memoria que vienen a estos años son pájaros y sombras, obsidiana y centella, filo de espada en la boca. Nacimos aquí, nos heredaron estos muertos, su pesar nos lastima, tenemos siglos que nos hablan, un mar, una llanura, ríos y sombras, estamos en la quietud de páramo, vamos al desierto y hay huellas, nuestras tierras baldías se han poblado, vienen los caballos, alzan el polvo, juego de espada y suerte en la mano que señala un destino profano. Ahora donde esta piedra derrotada mira el paso del tiempo y finge, sobre la ladera que va al camino de una ciudad, vemos el esplendor, testigos de este efímero presente, ante las generaciones que vienen, frente a esta historia que nos dieron, emancipados de su pesar, los hijos de los hijos añadimos a nuestro asombro una gloria, hemos llegado aquí, lejos queda el horror, al filo de la espada nace, la espera y el alivio del escombro que se levanta con voz y viento,


estos días de aguardar donde cada uno de nosotros se ve en el espejo y sabe que seremos el mismo rostro, la misma tierra que nos sepulta a todos.

EL CABALLO Y LA POLVORA Felipe Mendoza “Cuando mi padre y mi abuelo se sentaban a la mesa El mantel comenzaba a oler a pólvora” Octavio Paz

Ahora que desenterramos con olfato de perro el pasado y los huesos de una olla funeral, y el casquillo de una bala que trozó la garganta a un mexicano, sangre y odio nos miran; nacimos aquí, nos dijeron que nacimos aquí, y acudimos a estos caminos que van y vienen, todos nuestros héroes han muerto, somos hijos de la traición, y el olvido es nuestro rostro. El monumento que está por la avenida envejece, nadie reconoce su nombre, ya no tiene importancia,


sobre el montículo de piedras donde fue la casa del jefe de una tribu se edifica un shopen Center, coleccionista y bárbaros disputan un penacho de pluma, el trazo de una figura humana en un hueso, compran y venden la ninguneada historia, son dueños de este mundo, del horror del dinero. En el baldío territorio, sobre el polvo marchito, el viejo general de la nada da brida a su caballo, son aquellos años y esas mismas veredas donde peleó hasta el cansancio, y hoy es olvido, hombres tirados en el suelo, semillas que no nacen y se quedan ahí pegadas a una página, en la fotografía de este museo, con los ojos de asombro, ven al artífice que los pasa a la pérfida historia, son un sombrero roído, manta sucia, mirar de soledad y desagravio, ahora un pasado que se miente. Hubo una vez una revolución, en las paredes de una vieja hacienda cuelga una canana, el abuelo curtido por los años guarda una cicatriz que le atraviesa el rostro, una medalla inútil que presume a todos y le da lustre a diario, porque Villa, el centauro bravío se la puso en sus manos, y hoy nadie sabe cuánto vale.


Esta revolución ilustrada en los libros es hermosa, no duele, no sangra, su heroísmo de papel nos enseña a mirarla con nostalgia, sin pesadumbre, sólo cuando advertimos en el rostro cortado y la tristeza, una duda imperiosa, un aire de viento desolado llega con el filo de una espina y se ensarta, nos conmueve. En el montículo de piedras donde edifican ahora un centro comercial, huele a polvo acaecido que se levanta y nos hiere los ojos, hay llanto, el tropel de un caballo se aleja, un estruendo de pólvora quemada se queda en esta página, un grito ilustre de condenado habla, de mi mano cae una migaja de escombro de héroes imaginarios.

FELIPE MENDOZA, NACIÓ EN CAMACHO, SAN IGNACIO, SINALOA EN EL AÑO DE 1968, POETA Y ENSIAYISTA, TIENE EN SU HABER LOS LIBROS ACERTIJO DE COLOR, FATIGA PARA LA LUZ, LOS VIENTOS ENEMIGOS, FRUTO DE SOLEDAD, DEFINICIONES PERNNES, LAS PALABRAS DEL RIMAC ENTRE3 OTROS. HA PARTICIPADO EN LOS COLECTIVOS, CON UNA VOZ EN CADA PUERTO, ENSAYOS EN TORNO A GILBERTO OWEN, EL GABO EN SINALOA, COLOQUIO ANUAL DE LINGÜÍSTICA Y LIETRARTURA. ES PROFESOR DE LA UAS EN LA COOCRDINACION GENERAL DE CULTURA Y EN LA ESCUELA DE FILOSOFIA Y LETRAS.


Poemas Selene Ortega

Estribo

E non ho amato mai tanto la vita Tosca

Para Fito

Oliendo

la

que

pesadez es

la

las

últimas

no los balanza

se

pensar

horas

que

es

te

que

tenga

de

mis

dedos

sangrante

del

fatigado

adiós:

por

la niega

di

límites

es

que

vida

no

Y en

techo

mi

procuro en

del

paz

línea

de

altiva

a

arrugada deshojar

frente gladiolas


de

la

Apagado

está

para

que

sean

el

En

un

de

caminar

porque

ciudad

el

de

miedo

los

No

es

pero

el

nocturno calles

que

aún

he

último

que

me

recuerde

no

tendrán

ser

decoro

del

tu

(NO) presente

lo

conozco

hace

el

ya

hecho

no

echo

falta

suspiro a

ti nombre

mío palpitante pide

Y

así

poco irán

asfáltico

te

hoy

encono

así

qué

que

poste

las

del

días

estribo

jardín

a mis

como olas de un mar que ya no olfatea su muerte.

poco pies

tanteantes


Selene Ortega. (Navolato, Sinaloa, 1985) Egresada de Lengua y Literatura Hispánicas de la UAS. Sus poemas han sido publicados en las antologías “Ecos de la imagen” y “Http://poesíacero”, las revistas Lenguaraz y Gaceta Literal, así como también en revistas de España y Marruecos. Ha participado en recitales poéticos tanto en el DF como en Culiacán, entre los que destaca “Poesía y Movimiento 2008”. Fundadora del movimiento 9’s poéticos Culiacán, ahora Colarte. Actualmente radica en Los Cabos, B.C.S.

POEMA Leonel Rodríguez Santamaría


Madrugador oscuro la cosquilla de un fuego azul está contigo Cada chispa del ojo tiene un destino que la posee Las estrellas sienten el viento y se encienden El futuro suena en los eucaliptos Caminar es ir formando un hombre Todo está en sueño: La noche no se va regresa a los ojos el sol mira un colibrí un tigre de luz viene dejándose en las manos de los árboles tú respiras en las flores el rastro de una cara oculta y despiertas. Leonel Rodríguez Santamaría (1978), autor del poemario Dolor de nombre (2008) y ganador del Premio de Poesía Clemencia Isaura otorgado el mismo año.


MISTERIOS COSME ALVAREZ

Endemoniada luz de los misterios, ébano, llanto en perro viejo, no hay lámparas de tinta, sólo silencio. Callan los gallos: el alma pide un diezmo a las bujías de la noche, flaca como serpiente de tinieblas.

26 de febrero de 2009 Fragmento de alma Nery CORDOVA Ahora eres tú… Entiendo que a veces las nubes parecen odaliscos y olanes de paraísos Y que en ciertos halos de penurias y ansiedades se miren mayestáticas Quizá como gemas rojas criadas en las estructuras hondas de la tierra Y que a veces se muestren como parte de las creaciones más prístinas Las que han sido construidas igual con la gracia de la creación humana


Aunque por mor del vigor de los diamantes puros del intelecto y las ideas Pero cuando te observo ahí gravitando en las crestas inmensas del espacio Entiendo que hay símbolos más frondosos que las mismas cosas del cielo Más que eso has sido soberana de mis parajes y bosquejos sin memoria Has crecido en mis tierras y laderas entrando claramente por el espíritu Que indomable también ha deseado construir hilos y avatares de la nada Justamente cuando creía que las estrellas se hacían con la misma sangre Que procreó a los hijos eternos de las mismas fantasías y las pesadillas Que nos acompañarán y vigilarán para siempre hasta el fin de los milenios Cuando te invistas en esa creadora esplendorosa de mis propios milagros Los tuyos y los que son de tus pies y de tus muslos y tus piernas y toda tú Y en el fondo tus labios en flor que gimen y murmuran el idioma del placer Desde su imagen soberbia con que igualmente una noche se crió el cristal O la trigueña forma que se hincha en la encrucijada de tus piernas de Diosa O no sé exactamente si son las figuras de una virgen sin aros y sin destino Que arrebató a la cordura y la paz que con donaire falso sostengo día a día Pero aquí estoy reina: pensando en cómo decirle a la floritura de mis terrores


Que presto estoy listo para amarla con todos los enjambres de mis aquelarres En la llana y molesta soledad de un territorio sin vida y sin color y sin olores Pero al cual estigmaticé en una funda que habría de dar fundo a mis pesadillas A las que noche a noche vislumbro como afluentes de las galaxias y los astros Que gravitan y moran titilantes vigilando nuestras tristezas y nuestros sueños El ensueño por ejemplo que recién tuve de ti cuando te instalabas en esa nube Y parecías licenciosa pero más glamorosa que los Dioses que te construyeron La soberana de todas las diosas que nunca hubiese imaginado: más que grandeza La única que he perseguido y ensoñado en mis afanes por los bosques de la tierra Llena de mí y de la nada y de un soplo: por eso eres también la muñeca de nadie La que me trastocó en un complejo acto de liturgia y mucho más que de silencio Cuando tus lindas formas finas y elegantes se elevaron más allá de los nubarrones Que destruyeron y desde las cenizas volvieron a edificar los asientos de mi alma… Los que han sido tuyos aunque no te conociera niña-hembra-diva con veinte años Que desataron todos los sitios y los infiernos que me han arropado en tus cuerdas Y que desde las mismas honduras sacrosantas de sus vestigios hondos y misterios Me sacudieron de nuevo una existencia que ya estaba abandonada en los arrabales


Donde se gestan los quehaceres turbios de la destrucción y del placer y de la muerte Ese soy yo: el sujeto que vino a romper incluso tu vida que ya es mía para siempre Y te amo con las enfermedades que me trastocan las flamas ilusionistas de la pasión Y las efervescencias que me generan tus piernas de grandeza y tus formas llenas Las que quién sabe cómo diablos se fueron realizando mientras lentamente crecías Angie pero tu nombre es el más sagrado de los rincones de mis cuevas y de mi alma Y el último y sacro nombre por el que tiraré no la primera roca sino mi último suspiro Y todo va por ti emperatriz de mi cerebro y mi conciencia: mi espíritu y mi sentencia Va por tu nombre y por las gracias que me diste de placer y sentir aunque tú no seas… Va por ti amor…La que no tiene nombre sino símbolo y figura y orgullo y grandeza Empero más que la grandeza lo que impera y se llena de olivos y rosales es la entereza La que muy pocos entienden y valoran pues lo único que aprecian son las estructuras O las divinas y finas formas de un cuerpo franco y de unas piernas y de unas nalgas Que en los avatares de sus prodigios y sus mismos misterios arrasó con las emociones Que con rutilante maneras han trastornado a la existencia y la cordura y la cordialidad De un poeta herido hasta la muerte por las carreteras de la pasiones y las sensaciones Elaboradas quizá con sólo los espejos o los reflejos fútiles de la esperanza y la ilusión


Que los prodigios de una hembra es capaz de hacer en el corazón de un hombre triste De un individuo que nació y creció por accidente en una entidad del sureste mexicano De un individuo simple y rebelde y compulsivo que porta el nombre de sus ancestros Que lo formaron o deformaron sin saberlo pero que son los majestuosos e inmensos Entre la devoción por la vida de los demás y los otros y por los poemas del capitán Que hicieron llorar no sólo a los seres tristes del mundo sino incluso a las montañas: Nerhu desde el Oriente y su paciencia y Neruda desde su necio amorío con la poesía Pero también la rebelión de alma y arte de John Lennon y Mike Jagger y Joe Cocker Y casi olvido al inolvidable autor estelar de mis pesadillas y rituales: Jaime Sabines El profundo y profano y pagano autor de todos estos estallidos de mis sentimientos Quien desde las letras y sus versos y sus emociones tiene unido a un pueblo perdido Mi pueblo que jamás se rendirá aunque la historia sea depositada en los cementerios O en alguna placa que señale que fue el único pueblo del planeta que jamás se rindió Frente a la mierda y las armas y espejitos de charol y vidrio de españoles y malditos Va entonces por los creadores de la vida y de las voces y las obras de la creatividad Con respeto y fuerte olor de humillación un sinuoso lamento de tristeza de humildad


Nery Córdova Com sua Deusa… Y nunca supimos quiénes éramos ni para qué (un vasto y patético tiradero de pobreza)

NINO GALLEGOS Y a este desierto de incertidumbres hemos llegado con la memoria extraviada, con el corazón en un susto y la garganta escupiendo gargajos secos. ¿Quién nos dijo que nos viniéramos de allá, los temblores de los terremotos o las grandes caídas y avenidas de agua, derrumbando e inundando nuestras esperanzas? Carajo. Vi cómo mis padres y mis hermanos se me soltaron de mis brazos, llevándoselos la corriente de agua negra de la noche. Y ahora estamos aquí, pudriéndonos con el hedor del desastre que traemos por dentro de los huesos. Aquí, por más que tratemos de sobrevivir a nuestra desgracia, el viento nos traerá el polvo muerto de los que murieron en los temblores de los terremotos y en las grandes caídas y avenidas de agua.


Cuando decidimos llegar hasta aquí, el silencio se nos vino metiendo en los huesos y un temblor de miedo ahogándonos las gargantas que, con la incertidumbre de no llegar hasta aquí, nos perdimos en el camino de la memoria. Uno de nosotros que se quedó rezagado en el camino, nos gritó quién sabe qué tantas cosas, pero el silencio que traímos metido en los huesos no hizo eco en nuestros oídos. Al llegar a una cruz de madera en lo alto de una piedra y divisar un claro en el bosque devastado de todas nuestras incertidumbres, nos dimos cuenta que habíamos llegado quién sabe a qué lugar de la vida. Alguien que pasó junto a nosotros, nos dijo: No todos los que llegan hasta aquí logran regresar de donde vinieron, de una vez y por siempre. Las inundaciones y el caos de agua y lodo empantanando las cosas y los animales por el alud del lodo de agua. Y todos nos quedamos a las orillas y otros se fueron como las cosas y los animales en las corrientes de agua de lodo negro como la muerte. Chingados los que nos quedamos a las orillas de la nada, viendo pasar todo lo que teníamos en este ya no tener nada. Todo fluyó en una negra corriente de agua, quedándonos como quien se queda en un oasis de espejismos y desgracias. Todo era nuestro hasta que todo lo nuestro se acabó yéndose a la chingada. Fue duro y changador haber trabajado tanto para nada. Los temblores de los terremotos y las grandes caídas y avenidas de agua derrumbaron e inundaron nuestras ínfimas ganancias.


Todo con todos nosotros no es más que este hedor de lodo en los escombros de lo que alguna vez sucedió para no olvidarlo nunca jamás y sentir que lo que aquí sucedió fue un maldormir ahogándonos las gargantas. Y de este vasto y patético tiradero de pobreza que somos todos nosotros, la jodida pobreza no nos alcanza para morirnos digna y cristianamente, muriéndonos en el vasto y patético tiradero de pobreza que somos todos nosotros en el país, en la nación, en la república y en el pueblo donde algunos cuantos viven altamente concentrados en una grandiosa cosecha de riqueza y prosperidad. Sí, carajo y chingado, cómo nos fuimos a venir aquí, donde de plano todo es rugoso y es áspero y el cansancio y el hambre son la antesala del aletargamiento hacia la agónica espera. Y nunca supimos quiénes éramos ni para qué en esta identidad de extravíos y memorias famélicas que enflaquecen el cuerpo y quiebran los huesos, que emponzoñan el alma y desarticulan la fe, que nos andamos huyendo de miedo por los temblores y las inundaciones. De este lugar habitado por las incertidumbres y las desesperanzas, el alto y el bajo hedor del lodo de los muertos es un vasto y patético tiradero de pobreza en un país, en una nación, en una república y en un pueblo donde nunca supimos quiénes éramos ni para qué. Sí, a esto llegamos aquí, a vernos enflaquecer y agonizar y boquear como queriéndonos tragar todo el aire bueno de la vida para sobrevivir, pero no, nos estamos tragando el hedor del lodo de los muertos en el viento.


Aquí, en el vasto y patético tiradero de pobreza, no hay ni siquiera un ataúd de madera para yacer digna y cristianamente uno en su sepultura. Por eso, nunca supimos quiénes éramos ni para qué. Los escombros del terremoto y el lodo de las inundaciones, son este vasto y patético tiradero de pobreza que hemos sido nosotros toda la vida, y si es que a esta vida se le pudo llamar vida, país, nación, república, pueblo. Y que no nos vengan a decir a nosotros que todo lo que pasó fue un capricho de la naturaleza, un descuido de Dios desde las alturas, porque aquí desde las bajuras y las bajezas de los hombres otros hombres, mujeres, ancianos y niños se nos fueron como las cosas y los animales por los breñales y los atascaderos de las estadísticas. Carajos y pinches de Dios los hombres en las alturas. Y después de los terremotos y de las inundaciones, el poco amor se nos atragantó en un rencor y en un odio de tanto rencor y odio por tan poca y jodida vida. Ya no sé si a uno le toco venir a este vasto y patético tiradero de pobreza, ya que nunca supimos quiénes éramos ni para qué, tal vez Dios y los hombres, pero yo no sé si uno o todos nosotros venimos a destriparnos las tripas con el hambre en este vasto y patético tiradero de pobreza donde aún se escucha el crujidero de huesos y el reventar de los cuerpos, y que el día del derrumbe fue el día de la inundación de quienes nunca supimos quiénes éramos ni para qué en tan empobrecida pobreza de vida.


NOCTURNO DE LA CALLE HORTENSIA Gilberto Cabanillas Un trueno Una voz desgajada por cierta sentencia nocturna La anciana sorda Siente los arpegios de la memoria Escribo los densos follajes de mi pecho Que amorosos recorren las páginas Mis labios ansiosos por la lengua de la amada No temo extraviarme No temo hundir mi rostro en el verdeazul del agua Escucho los pasos de la sorda ¿Qué busca? ¿Qué idea puede perseguir Sino la conciencia crispada de la muerte? Vasta tiniebla


Último instante En que yo pueda pronunciar un río de antorchas Un trueno Un árbol en mi corazón para recobrar el alba Un páramo de voces corta mi alegría Afuera la música Afuera los muchachos Afuera el gato posee su destino en el salto hacia la sombra Viernes en apariencia sereno Pero detrás del deseo está el presagio.

GILBERTO CABANILLAS Nació en Navolato, Sinaloa, en 1966. Ha publicado los siguientes libros: Piedra marina (Joan Boldó i Clement/Universidad Autónoma de Sinaloa), y Plegaria para el vuelo (SigloXXI Editores/Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional del Gobierno del Estado de Sinaloa).


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