Susana Szwarc Poemas

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De “El ojo de Celan” (Ed Alción, oct. 2014)

Susana Szwarc


Nebulizaciones

“Nos abrimos para la cosa y la cosa se abre para nosotros” dice la soberbia de occidente que pisa los talones de mi propia soberbia. Barrada hubiera sido si los árboles descubrieran el bosque pero la barra se rompe y yo, amigas, me caigo a pedacitos justo en los intersticios de la historia siempre ajena. He ahí, digo, alguna ética es decir, mi falta de principios es decir, ningún comienzo o “la libertad ésa que funda la verdad y que a la vez –anuncian- la socava”. De lo que pacta el ser sólo se escribe en otros cuerpos mientras (el sombrero es de Beckett) hablada por lo mismo me reparto.


Quemadura

Me ahuequé (de golpe), de golpe tapé la cara con solución fisiológica.

¿Me volvería pirómana y el vestido de la tradición incendiado?

¿Te acordás cuando las tijeras se hicieron escuchar en el camposanto?

Desde ahí no pararon: a cada rato un cizallamiento. Sh, queríamos silenciarlas.

(Vos querrías. Yo no.)

Claro que te quería. ¿No me querías ver?


Me destapé primero un ojo, después la mano y el guante se fue al fondo de una fosa común.

Esperábamos viendo (-viento)

Quien niega ahora, ¿afirma después?

Quien niega, ¿qué afirma? ¿Quién no va a la ventana?

Las huellas de tus pies ¿volvieran?, ¿todavía?


Trozos

El ojo hacia ahí: el lomo brilla como el oro. El ojo se tienta: ¿lomo de vaca? ¿Oro de yegua? ¿Lomo de ave? Las miradas (porque reímos) hacia nosotros. ¿Es que falta la sal? (¿y el hambre?)

Brilla el lomo como una embajada de fiesta. “Zona antifascista”, pintamos con el jugo, la sal del lomo. Una mordida a la carne, a la frase del convite.

Pero el lomo hace de espejo atrasado: se empaña entre recuerdos, los dos hermanos también ahí: el del puro donar trabajo,


el del puro donar vicio. (Esa cosa, la pureza, improbable.)

Como al final de una película (o el libro amado), te pregunto: ¿la vergüenza habrá de salvar el océano crudo-cocido, el lomo de la humanidad?


Pasajeros

Se nos cansó, decimos, el caminar. Pares, impares, acostados miramos las estrellas. Me arrimo a tu omóplato: hay un sitio para descansar, digo y saltamos al vagón.

Esos chicos del tren juegan: bailan ahora sobre mi esternón y reímos de los panes en las bolsas.

Residuales, eso somos esta noche, este día. Y estamos contentos. Las hojas del árbol, amarillas, entran por las ventanas, adornan los cuerpos.

Es de noche, es de día, los gorriones en las ramas saltan. Uno vuela sobre la hoja que cae.


Veo cómo te miro

Veo cómo te miro. Me oigo escucharte en estado de excepción (lejos y otro el dibujito del mapa)

¿Te acordás?, Molloy golpeaba la cabeza de su madre: un lugar común si el hecho se produce en los límites del espacio conocido: lacasa, lalengua, lapatria.

Desde antes de los tiempos, siempre, hijos- hijas, rompen jarrones, piedras, nudillos sobre las cabezas de las madres con justa razón.

Atraídos a la crueldad del mundo, alejados de las tetas generosas, heridos los cuerpos por cifras, bisturíes, pavos reales, guerras, noches, días, no hay


otra forma de soportar. Sólo suma ese golpe a través de las bruscas generaciones. (De una función la grieta, rotunda. Toc – toc.)


todos/somos/buenos/hasta

Todos somos buenos hasta que somos malos. Dije en medio de una casa (flotante) y no encontrar lo que había esta mañana.

Hubiese pulido los vidrios como aquel judío o no, excomulgado, que escribía solitario como una letra en tu ser ésa. Y mi cabeza hizo su recorrido de amantes (guerrilleros, desaparecidos, desocupados, desesperados, carpinteros y santos).

Ah!, pero a vos te quise tanto a esa hora que me alejé (ave) al idioma disperso de la infancia (aunque me habría convertido en tu crística luz).


Te saludé: no que vayas con Dios (solamente) aunque tus botas se hayan desgastado o el anillo gire rote trote (como un trompo).

¿Habías dicho: ¿cabalgando las palabras?

Cae

de mirar tanta luz

se lastima

(lástima no me tengan dice justo ahora que antes se me descosió dice el ruedo justo ahí muestra su invisible ala)


Grisines

¿El vidrio de los anteojos se habría empañado si no estuviera así, lejos de una cara?

Me desenlazo en la madrugada. Un cuerpo, ni propio ni ajeno, deambula por la esfera o por la casa.

Ahora, seco el vidrio, un verde resalta sobre el mármol: ¿espejea a mis ojos un efecto de error, de amor, sobre las cosas del mundo?

En la trasnoche el hambre nos pertenece. Muerdo los grisines que criquean como hojas de este otoño. Ah!, las voces de los vecinos. Refriegan sus manos, trancan puertas.

Tiemblo.


Temo que este cric crac te quite el sueño.

Antes de comer

Esta luz y vos y yo cuchicheando, insomnes. ¿Y si me hacés una sopa? De arroz, blando, no nevado sino de almidón.

Con su agua humedecemos los cuellos, el delantal de la escuela y el moño amplísimo se engancha en las ruedas del tren: lo detiene.

Un pájaro abre sus alas a tu risa humanísima.


A solas a Liliana

Lejos está el recuerdo y cuando se acerca aprieto los ojos. Pero sigue ahí la hermanita dando vueltas entre las paredes austeras, el libro abierto. Caminan ella, el libro, las paredes, se le caen las medias.

¿Si ciega una, siega la otra?, ¿y quién riega las plantas? ¿Había plantas?

No escucha porque lee en voz alta, lee lo que todavía rueda hasta que se queda y le alcanza una sola pared.

Tu cabeza tu cabeza tu cabeza se golpea contra una vez y dos y mil veces salgo corriendo.


Hasta que la rueda se aquieta, la pared se aleja y la lluvia nos mantiene todavĂ­a despiertas.

El aire se deja sentir


Gritan, se desgañitan. Si lloran se ensanchan los pulmones y la risa sale –de ahí –mejor.

¿Tiene lengua la calavera? ¿Están crudos los muertos? ¿Y el espectro?, dice el Sepulturero.

(Parecen pequeños, todavía más de lo que son, y eso es por desnutridos. La diminuta Ofelia se ahoga en una palangana. Así su escenografía. Actores que hacen de actores nos confunden más.)

Hamlet, el que va y viene dudando, más loco que el loco Borda que camina de Aviá Teray a Corzuela a Makallé a Pampa del Infierno, donde quedamos.

También el público grita, se desgañita: Hamlet no tomes la mano del jefe. Borda no tomes ese vino aguado.


No soy el Loco, soy Laertes y en esta Pampa del Infierno alguien nos envenena. Traición! Traición!

Vuelan cadáveres, gallos. Preguntan: ¿hubiese sido él un gran patrón? Espectadores, espectros, ríen, aplauden, silban. Mientras otro loco murmura: ¿tantas víctimas entre copetudos? Mientras el público insiste: ¿qué bélico rumor es ése? ¿Cómo llegan hasta aquí estos tambores?

Y Hamlet, dirigiendo la mirada: mi buen amigo, ¿cuidarás que los cómicos duerman y coman bien? ¿Oíste?, porque ellos son el compendio, la breve crónica de los tiempos.

Susana Szwarc nació en Quitilipi (Chaco), Argentina. Ha publicado la novela “Trenzas” (Legasa, 1991), en narrativa “El artista del sueño y otros cuentos” (Tres Tiempos, 1981), “El azar cruje” (Catálogos, 2006), “Una felicidad liviana” (Ediciones Ross, 2007); en poesía “En lo separado” (Último Reino, 1988), “Bailen las estepas” (De la Flor, 1999), “Bárbara dice” (Alción, 2004), “Aves de paso” (Ed. Cilc, 2009); y en literatura infantil “Había una vez una gota”, “Había una vez un circo”, “Salirse del camino”, “Tres gatos locos”, entre 1996 y 2010. Entre otras antologías de la que es responsable, citamos “Cuentos ecológicos” (con colaboración de Adolfo Colombres,


Ediciones Unesco, 1996) y “Mujeres 3, Visiones en el siglo” (IMFC, 1998). También el volumen “La mesa roja”, antología personal de su narrativa (Desde la gente, 2012) y Narrativa del bicentenario por el Fondo Nacional de las Artes (2012).Sus obras de teatro se han representado en El Camarín de Las musas, La Scala, Liberarte y el C.de la Cooperación. Cuentos y poemas de su autoría se tradujeron al alemán, inglés, rumano, polaco catalán, mandarín y francés. En 2013 se editó “Bárbara dice / Barbara dit” , bilingüe (Abra Pampa Editions, París, Francia). Desde 1985 coordina seminarios y talleres de lectura y escritura en instituciones públicas y privadas, en varias provincias de su país y en España. Recibió, entre otros, los siguientes reconocimientos: el Primer Premio Nacional Iniciación de Poesía (1987), Premio Antorchas a la Creación Artística (1990), Premio Único de Poesía de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1998), Premio de Honor en la categoría Libro para Niños, otorgado por la Municipalidad de S.Miguel de Tucumán (1996). Premio Regional NEA por la novela Trenzas (1997). En el 2011 Cristian Varela estrenó la ópera: “No camines en el barro” basado en un cuento suyo. De próxima aparición por ed. Alción “El ojo de Celan”, poesía. Y la reedición de “Trenzas” por editorial Entropía.


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