Héctor
Querido: que la lectura y la imaginación te acompañen siempre. Con amor, Mamá
¡Feliz Navidad, Héctor!
Héctor es un niño muy alegre y curioso que vive en Cáceres . Un buen día, Héctor se levantó de la cama muy contento :
¡Le gustaba tanto ver las calles llenas de luces de colores!
A HĂŠctor le encantaba pasear por el parque.
ParecĂa que contaran todos los secretos de la Navidad.
Era Nochebuena y Héctor esperaba emocionado la visita de Papá Noel.
Se preguntaba
si su carta habría llegado bien al Polo Norte.
Aquellos días, la abuela Ana estaba muy extraña, se pasaba el día pensando, distraída.
¿Estaría nerviosa por los regalos?
Después de cenar, todos se fueron a descansar. Héctor dejó turrones de chocolate para Papá Noel y paja para los renos. Estaba tan excitado que no podía conciliar el sueño.
De pronto, Héctor vio la luz de una linterna que se colaba por la cocina. Al seguirla, encontró una puerta diminuta que nunca antes había visto.
Allí descubrió una avioneta asombrosa. La abuela estaba dentro, a punto de echar a volar. —¡Pero abuela! ¡Qué increíble! ¿A dónde te vas? —Héctor, he recibido una carta de Papá Noel, resulta que necesita ayuda urgente y tengo que ponerme en marcha enseguida, si no esta noche todos los niños se quedarán sin regalo.
—¿Puedo ir contigo? —Está bien —suspiró la abuela—, pero no puedes contar nada a los mayores.
La abuela no había terminado de contar, que ya iban rumbo al Polo Norte, volando bajo el manto azul de la noche. Desde allí arriba divisaban el océano Ártico. Después de varias piruetas, la abuela aterrizó con tanta suavidad como una pluma que cae en medio de montañas nevadas.
Nada más tocar tierra, Mamá Noel salió a recibirles junto con una gran cantidad de duendes. Les explicó preocupada que Papá Noel estaba con varicela y muy débil en la cama. La abuela entró en la habitación de Papá Noel, que estaba acostado en la cama. —Ana y Héctor , ¡gracias por haber venido! Necesitamos vuestra ayuda para que todos los regalos lleguen a su destinatario esta noche. Mis renos os ayudarán en todo —les dijo el barbudo Noel, casi sin voz. —No te preocupes Papá Noel, ¡saldremos enseguida!
Héctor dio de comer a todos los renos mientras la abuela Ana revisaba que los regalos estuvieran cargados en el saco mágico. -¡Todo listo, abuela! -Sube, Héctor , hay que salir ahora mismo, que la noche será muy larga. Mientras se elevaban en el aire, Mamá Noel les recordaba:
El reno Rodolfo iluminó todo el camino con su nariz roja. Los renos volaban a toda velocidad. Héctor nunca había imaginado la increíble sensación que era ¡rozar la luna en un trineo mágico! Nieto y abuela no dejaron ni una casa sin su regalo.
A la mañana siguiente, los gritos de emoción de toda la familiar abriendo los regalos despertaron a Héctor y a la abuela. Para su sorpresa, Héctor descubrió un paquete al lado de sus zapatos. Era un regalo que Papá Noel le había hecho en secreto y que la abuela le había puesto a escondidas cuando él ya dormía.
Era una bola de nieve mágica que brillaba y tenía escrita la palabra ...
Héctor
Héctor y Ana,
Mamá Noel y yo os estaremos eternamente agradecidos.
Contad con nuestra ayuda para
siempre en todo lo que necesitéis. Os aprecia, Papá Noel.
Héctor, dibuja aquí todos tus deseos para esta NAVIDAD.
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