Los 3 cerditos

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Que la lectura te acompañe siempre. Te quiere mucho, Tu Tatie



Juana tiene un secreto. Sabe hacer algo que ninguna otra niña sabe hacer: entrar en los cuentos y vivir de cerca todas las aventuras. Como cada noche antes de dormir, en su casa de Barcelona, cuando su abuela María le cuenta un cuento, Juana entra dentro. ¿Qué cuento descubrirá hoy?


Al abrir la primera pรกgina, ยกzas!, Juana estรก escondida detrรกs de un รกrbol desde donde ve pasar a tres cerditos corriendo...



HabĂ­a una vez tres cerditos muy divertidos, que eran hermanos y vivĂ­an en el corazĂłn del bosque cantando alegres todo el verano.


Detrás de los verdes matorrales se agazapaba el lobo hambriento. «¡Eh!, ¡hagámonos una casa!», gritó un cerdito en ese momento.




Manuel, el pequeño, de ojos brillantes, muy risueño y de estatura baja, quería irse a jugar, así que su casita la hizo de paja.



Jorge, el mediano, de sonrisa grande caminar tranquilo y con gorra rapera, centrado en las rimas de su canci贸n arm贸 una casa de madera.


Paula, la mayor, de gran coraz贸n, paso ameno y amiga hasta del grillo, alz贸 para todos una enorme casa de cemento y ladrillo.




¡Toc, toc, toc! «¡Abre, cerdito!, o soplaré y soplaré y tu casa derrumbaré», dijo el lobo, que sopló y sopló y la casa de paja tiró.


Asustado, saliĂł corriendo a refugiarse en casa del mediano, perseguido por el lobo, que querĂ­a comerlos a ĂŠl y a su hermano.


¡Toc, toc, toc! «¡Abridme!, o soplaré y soplaré y vuestra casa derribaré». No le abrieron, y el lobo sopló y sopló y la casita derribó.


Los dos cerditos volaron a la casa de ladrillo y cemento; con el lobo en sus talones cerraron la puerta casi sin aliento.



Ellobo, furibundo, buscó para entrar una gran escalera, trepó al tejado y, sin pensar siquiera, bajó por la chimenea.


La cerdita mayor habĂ­a puesto al fuego una olla con agua: ÂĄlos aullidos del lobo quemado llegaron hasta el Aconcagua!


«Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Y en el bosque de al lado todos cuentan que el lobo ese día se hizo vegetariano», terminó de contar la abuela María.


Pero ¿quién sigue escondida detrás del árbol? ¡Juana!, que tiene tanto sueño que se ha quedado dormida.



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