DE JORGE JUAN A ENSENADA (año 1751)
A mediados del siglo XVIII la importancia de las minas de Almadén crecía un año tras otro. La necesidad de azogue para la amalgamación de los minerales de plata de baja ley de la América Colonial, especialmente del virreinato de Nueva España, obligaba a aumentar todo lo posible la producción de Almadén. En octubre de 1749 Francisco Javier de Villegas fue nombrado superintendente de las minas de Almadén; Villegas era un buen administrador y reorganizó a conciencia el funcionamiento del establecimiento, pero desconocía las técnicas mineras, por lo que se dirigió a su superior, D. José de Carvajal y Lancaster, que por su cargo ministerial era además superintendente general de azogues, planteando la urgente necesidad de personas que supiesen dirigir las minas con más seguridad y utilidad que los naturales del lugar. Esta solicitud es aprobada y ya desde abril de 1750 empiezan a llegar expertos ingenieros a Almadén para conocer sus minas y redactar las correspondientes memorias para la superioridad. Por esos años visitaron Almadén Roberto Joyes, el ingeniero militar Francisco Nangle el beneficiador de minas en América Miguel Escurruchea, el también ingeniero militar Silvestre Abarca, constructor de la Real Cárcel de Forzados y Esclavos, el naturalista irlandés Guillermo Bowles, al que se le encargó la contratación de maestros mineros alemanes, Jorge Juan y algún otro. Algunos de ellos volverían en diversas ocasiones a Almadén, como es el caso de Bowles, que reconoció las minas de nuevo en 1755, 1757, 1759 y 1765, o del mismo Jorge Juan, que regresó en 1756,1758 y 1764.
La primera vez que Jorge Juan visitó Almadén fue en marzo de 1751, siendo acompañado en su viaje por el intendente Antonio Perea y por el ingeniero Silvestre Abarca. Al final de su estancia redacta una memoria para el marqués de la Ensenada, secretario de Marina e Indias, en la que describe sus impresiones y recomendaciones sobre todo lo concerniente a las minas y su entorno. En marzo de 1756 fue enviado de nuevo en comisión de servicio a Almadén, donde se hizo cargo de la reconstrucción de la mina del Castillo, que había sufrido el año anterior un gran incendio; además, se ocupó de las nuevas obras de la mina de los Fúcares, la parte de la mina de Almadén que no había sido afectada por el incendio, y de la mina de Almadenejos.
Otra nueva visita de Jorge Juan a Almadén a finales de 1758 produjo un fuerte enfrentamiento con Cristóbal Storr, geómetra alemán que hacía las funciones de director técnico de las minas. Este era partidario de continuar trabajando en la mina del Pozo, una parte del yacimiento de Almadén donde la explotación subterránea