FAMILIAS SEGLARES DE CHILLÓN Y DE SU BARRIO, GUADALMEZ A mediados del siglo XVIII el territorio de Chillón todavía no se había incorporado a la Corona de España. Su término municipal era un señorío del duque de Medinaceli, cuyo administrador era el corregidor y alcalde mayor de Chillón, Don Vicente Ferrer Guerrero. Por entonces Chillón pertenecía al Reino y Obispado de Córdoba, al igual que su barrio Guadalmez, una pequeña pedanía o aldea donde residían solo 36 familias. La ocupación principal de los vecinos de ambas localidades era la agricultura y, en menor medida, la ganadería.
Precisamente la riqueza agrícola y ganadera de Chillón había
provocado varios conflictos entre el superintendente de Almadén y el corregidor de Chillón, por lo que aquel insistía ante los ministros de la Corona en la conveniencia de unir ambos territorios y que un teniente suyo fuera el corregidor de la villa de Chillón. Por fin, en 1788, la villa de Chillón y su barrio, Palacios de Guadalmez, fueron incorporados al Real Patrimonio, abonándose a cambio al duque de Medinaceli la cantidad de 788.939 reales y 15 maravedíes.
En 1751, año que ahora nos ocupa, habitaban en Chillón 533 familias seglares, es decir, sin contar los eclesiásticos; además, como ya dijimos, vivían otras 36 familias seglares en Guadalmez, su barrio. También había 12 clérigos, 7 sacerdotes y 5 capellanes, y dos conventos, uno de religiosos franciscanos a título de San Antonio de Papua, extramuros de la villa, y otro de religiosas de Santo Domingo en el interior de la misma. Mientras que las monjas abandonaron Chillón en 1770 para instalarse en Almagro, los frailes franciscanos habitaron su convento hasta la desamortización de Mendizábal, 65 años después.
La familia seglar más habitual era la compuesta por un matrimonio, con o sin hijos. En 1751 residían en Chillón 334 matrimonios. Otras familias seglares tenían al frente: viudas, 69; viudos, 55; solteros, 51; y solteras, 24. En los Palacios de Guadalmez había 23 matrimonios, 6 solteros, 5 viudos, 2 viudas y ninguna soltera. En ambos lugares había además varios menores huérfanos a los que asistía el Común de la villa.
Las edades de los cabezas de familia de Chillón eran: 157 de edad comprendida entre los 31 y 40 años, 114 entre 21 y 30, 112 entre 41 y 50, 76 entre 51 y 60, 46 entre 61 y 70, 18 entre 71 y 80, y 1 entre 81 y 90. Éste era el más longevo de la villa con 90 años. En Guadalmez había 15 cabezas de familia entre 31 y 40 años, 10 entre 21 y 30, 6 entre 51 y 60, 3 entre 41 y 50, 1 entre 61 y 70 y 1 entre 71 y 80. Respecto al número de hijos de los matrimonios, había en Chillón 81 matrimonios con un hijo, 68 con ninguno, 66 con tres, 60 con dos, 35 con cuatro, 17 con cinco, 4 con seis, 3 con siete , 1 con ocho
y 1 con nueve. Algunos hijos varones, ya mayores de edad,
trabajaban ayudando a su padre en las labores del campo o por cuenta ajena, pero seguían viviendo en el hogar de sus progenitores.
En cuanto a Guadalmez, 8 matrimonios no tenían ningún hijo, 7 tenían uno, 4 tenían dos, 6 tenían tres y 1 tenía cuatro. En ambas localidades vivían a veces en la unidad familiar otros parientes: madres viudas, hermanas y cuñadas; también, algunos huérfanos e hijos expósitos; además, algunas familias tenían criados o criadas, dándose el curioso caso de un hidalgo que aunque solo era labrador por cuenta ajena, tenia tres sirvientes.
Según el catastro de Ensenada, el término municipal de la villa de Chillón tenía 23.840 fanegas de tierra, dedicadas en su totalidad a la agricultura y ganadería. Había dos dehesas boyales, la de la Pared y la del Campo, y una de propiedad particular, la de la Vega de San Idelfonso. El mismo catastro nos indica que los cultivos más comunes eran los cerealísticos: trigo, cebada y centeno, por ese orden; y en mucha menor cantidad se producían higos, nueces, vino, hortalizas, aceitunas y bellotas. Llama poderosamente la atención la gran cantidad de colmenas, nada menos que 3.289, muy irregularmente distribuidas, pues mientras algunos propietarios tenían una docena, otros alcanzaban las quinientas. En los terrenos de pasto no había mulas de coche ni caballos de regalo, pero sí ganado lanar, cabrío, vacuno, de cerda, mular, caballar y asnal.
El oficio más común de los varones de Chillón era el de labrador y abundaban mucho más los labradores por su mano, es decir, los que trabajaban tierras de su propiedad, que eran 165, que los que lo hacían por mano ajena, que solo eran 10. La segunda ocupación era la de jornalero, de los que había 109, que trabajaban tanto en el campo como dentro de la población, haciendo, por ejemplo, de peones de albañil cuando eran requeridos por los maestros de dicha especialidad. A diferencia de los labradores, había más ganaderos sirvientes, 47, que ganaderos con ganado propio, 15; además, había dos pastores del Común, probablemente destinados a las dos dehesas boyales, la de la Pared y la del Campo.
Otros oficios menos comunes eran el de zapatero, había 10; maestro alarife o albañil, 5; herrero, 4; molinero, 4; sastre, 4; arriero, 4; cazador, 4; herrador, 3; barbero, 3; y buhonero, 3. Mientras que el salario habitual de un jornalero era de tres reales por jornal, un zapatero ganaba de dos a cuatro; un maestro albañil, cinco; un herrero, de tres a cinco; un herrador, de tres a siete, dependiendo de que además fuera o no sangrador o albéitar; un sastre, de tres a cuatro; etc. También había dos escribanos, dos carpinteros, dos hortelanos, dos jaboneros, dos sacristanes, y dos ordinarios, encargados estos últimos de traer y llevar la correspondencia. Además, un guarda mayor de rentas, un fiel de rentas, un administrador de rentas provinciales, un administrador de tabacos, un notario, un preceptor de gramática, un cordonero, un tejedor de lienzos y un curtidor con ayudante.
De la salud se encargaba un médico, Don Andrés Vicente Ruiz, con un salario de 4.550 reales anuales, y un cirujano. Este último hacía las visitas terapéuticas a Guadalmez, pedanía a la que había de cruzar a veces en barca, pues su río traía mucha agua en ocasiones.
Los empleos del
Ayuntamiento y de Justicia los proveía el duque de
Medinaceli y eran el de alcalde mayor, dos alcaldes ordinarios, teniente de alcalde, alguacil y alcaide de la cárcel, ambos reunidos en una misma persona, alférez mayor, plaza que estaba vacante, etc. El mismo duque era el propietario
de los cinco hornos de pan de cocer y el Común de la Villa tenía por propios la casa el Ayuntamiento, el pósito y las carnicerías.
En 1751 había en Chillón once pobres de solemnidad, nueve de los cuales eran mujeres viudas. Para su atención existía un hospital con un cuarto separado para ellas. Para los enfermos sin posibles estaba el hospital de la Caridad, con cuatro camas, y para los mendigos transeúntes había un tercer hospitalillo. También el Común se encargaba de los niños expósitos, que se echan en esta villa, hasta la edad de siete años, de los que en 1751 había cuatro.
De la enseñanza de las primeras letras se encargaba un maestro; esta escuela era una obra pía fundada por D. Francisco Alfaro, natural de Chillón y vecino de Lima (virreinato del Perú), donde falleció. El cuidado de la ermita de Nuestra Señora del Castillo estaba encomendado a un santero.
En cuanto a Guadalmez, había trece labradores por su mano y uno por mano ajena. Los jornaleros eran diez, mientras que había cuatro ganaderos y un ganadero sirviente. Además, un ganadero del Concejo, un barbero y un sacristán.
© Ángel Hernández Sobrino