LA INQUISICIÓN EN ALMADÉN La Inquisición española tiene precedentes en instituciones similares existentes en Europa desde finales del siglo XII y fue fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia religiosa en sus reinos. No obstante, la animadversión contra los judíos había comenzado en Europa mucho antes y a partir del siglo XIII la legislación antisemita se hizo común1. La Inquisición permitió así intervenir activamente a la monarquía hispánica en asuntos religiosos sin la intermediación del Papa. Ya en 1492 existían tribunales del Santo Oficio en ocho ciudades del antiguo reino de Castilla: Ávila, Córdoba, Jaén, Medina del Campo, Segovia, Sigüenza, Toledo y Valladolid. La actuación de la Inquisición en la comarca de Almadén fue llevada a cabo por el tribunal del Santo Oficio de Toledo y los datos de los expedientes inquisitoriales se conservan en la actualidad en el Archivo Histórico Nacional. En Almadén, la mayor parte de los procesos de fe pertenecen al siglo XVI, con un total de quince, mientras que en el XVII hubo cinco, en el XVIII nueve y en el XIX solo dos. En cuanto al sexo de los procesados, veinticinco son hombres y once, mujeres; y respecto a los delitos, seis vecinos fueron procesados por hechicería, cinco lo fueron por herejía, tres por palabras y proposiciones escandalosas, dos por bigamia, cuatro por luteranismo o calvinismo, tres por blasfemia, siete por ser judaizantes, uno por sacrilegio, cuatro por moriscos y uno por fautoría, es decir, por encubrir a herejes. Los dos primeros juzgados por hechicería son dos varones: se trata de Pedro Hernández Garzón, vecino de Almadén, y de Juan Danderio, un italiano que es bachiller de leyes y residente en Almadén; ambos fueron procesados en 1540. Los otro cuatro encausados son mujeres: una de ellas, Isabel de Cuevas, en 1666, y las otras tres, Ana Marín, Agustina de Rosa y otra conocida como «La Locarna», en el siglo XVIII. Estas hechicerías o encantamientos estaban por lo general referidos a sanaciones, embelesamientos y hechizos de amor, y no como la brujería, cuyos poderes mágicos se relacionaban con fuerzas sobrenaturales malignas, debidas a un pacto con el diablo; por ello, las declaradas brujas solían acabar en la hoguera2,
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Con el tiempo, la Iglesia católica adoptó una actitud más agresiva hacia los judíos y en 1290 y 1306,
Inglaterra y Francia, respectivamente, los expulsaron de sus reinos. 2
El caso más famoso de brujería en España es el de Zugarramurdi (Navarra). En el auto de fe del
proceso celebrado por la Inquisición en Logroño, año 1610, dieciocho personas fueron reconciliadas porque confesaron su culpa, pero otras once fueron condenadas a morir quemadas vivas, aunque cinco de ellas en efigie porque ya habían fallecido.