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I WANNA BE YOURS

A los siete años.

Guillermo Díaz tiene siete años, las rodillas raspadas y una figurita de acción en la mano. Guillermo es un niño tímido de rizos color oro; le gustan las gomitas de fresa, los días soleados y la niña que balancea sus pies al compás de columpio en el que se encuentra contado. Guillermo piensa que es muy linda, tiene el cabello negro, los ojos cafés y una sonrisilla muy sincera. Desde la resbaladilla, pude notar de que carece de un diente de leche, y no pude evitar pensar que se ve muy cool además de tierna.

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La chiquilla usa lentes y tiene un lindo vestido morado con flores, tiene también las agujetas desatadas, pero es irrelevante para ella, o al menos hasta que tropiece y caiga al suelo. Guillermo prefería los súper héroes como Iron man, antes que las flores y muñecas, pero piensa que ella y solo por ella podría cambiar de parecer. Piensa que, incluso que si ella se lo pidiera, regalaría todos sus juguetes.

—¡Oye! —Le llaman. El pequeño Guillermo siente como se le colorean las mejillas y le empiezan a sudar sus pequeñas manos, en cuanto sube la mirada, es ella; la niña del columpio está frente a él, observándole con una mirada sumamente curiosa. Es aún mas linda de cerca, piensa con inocencia.

—¿Quieres jugar conmigo? — pregunta sin más, Guillermo asiente repetidas ocasiones, balbuceando con torpeza algo como: me gusta tu acento.

—Eres muy extraño. Mi nombre es Sammy —Dijo mientras reía, Sammy seguía hablando pero Guillermo había dejado de escucharla.

Guillermo tiene siete años cuando descubre que el amo de su vida se llama Sammy.

A los diez años

Guillermo Díaz tiene 10 años, una playera tres veces más grande que su propio cuerpo y el nuevo tomo del cómic de Spider man entre sus manos. Tiene el ceño levemente fruncido, y sus rosados labios hechos una línea, luce bastante confundido. Sammy, su mejor amiga, lo mira atentamente. Ambos están sentados en la acera, luego de ir a la tienda de cómic a comprar la historieta favorita de Guillermo. Sammy ojea la historieta rápidamente, hasta reparar en la pagina que tanto mira su amigo.

—¿Estan besándose? —Cuestiona, entre confundida y asqueada, ya que pensaba que era horrible.

—Si. —Guillermo asiente. —¿Has dado ya tu primer beso? —pregunta abruptamente, con los ojos brillandole de una manera muy especial.

—¡No! —Niega, escandalizado. —Brandon ha intentado besarme en la hora del recreo pero pude escapar. —Se cruza de brazos con una sonrisita orgullosa danzando en los labios. Brandon era un chiquillo que iba en la misma escuela que ellos.

—¿Tú no quieres besarle? —Guillermo mira fijamente a Sammy, se siente levemente intimidada por la mirada. Niega con la cabeza, y su mejor amigo sitúa la mirada en la historieta.

—Yo tampoco he dado mi primer beso, pero supongo que supongo que se debe sentir muy bien. —Comenta, observando cuidadosamente la genuina sonrisa de Mary Jane.

—Pensé que Jannies había sido tu primer beso.

—No, solo nos hemos tomado de la mano. — Dice. A Sammy nunca le ha gustado ver a Guillermo triste. Toma aire y toma la mano de Guillermo con la fuerza suficiente para poner a ambos de pie.

—¿Que haces, Sammy? —Pregunta, pero no recibe respuesta. La niña tiene las mejillas sonrojadas y las

manos húmedas, pero aun así, Guillermo no se liberaba del tembloroso agarre. Este suelta un pequeño grito al ser arrastrado hacia el pequeño jardín de su vecino. Hay una regadera automática que expulsa grandes chorros de agua a gran altura. Se estremece cuando Sammy le obliga a ponerse bajo la llovizna artificial.

—¿Te has vuelto loca? Nos vamos a enfermar si... —La vos de Guillermo deja de escucharse, tan solo se escucha el leve sonido de la regadera. Sammy lo esta besando. Así con su inexperiencia y sus mejillas rojas, sus labios cosquilleaban de un manera agradable y su corazón se había vuelto loco. No se sorprende cuando Sammy se separa de él y corre avergonzad sin decir nada.

Guillermo tiene diez años, cuando recibe si primer beso.

A los trece años.

—Le he dicho a Mario que me gusta. —Confiesa Sammy sin previo aviso. Guillermo se paraliza en su lugar, el control de la consola se le resbala de sus dedos. Sammy pausa el videojuego con su control, al mimo tiempo que le dirige su oscura mirada a su mejor amigo. Luce paralizado, totalmente incrédulo. Juraría que sus ojos están más húmedos de los normal.

—¿Guillermo? —Le toca el hombro sutilmente, casi con miedo a recibir una reacción indeseada <<Por favor no llores.>>

—¿En serio? —Aclara la garganta, un nudo en su garganta le impide hablar. Vuelve a tomar el control, e intenta distraerse jugando una nueva partida. Este lo felicita con una mirada turbia y con un frío tono de voz. Sammy agarra su largo pelo, algo incomoda.

—Me ha preguntado si quería ser su novia y le de dicho que si. —Observa como Guillermo aprieta los botones con furia, como si quisiera aliviar de alguna manera, el torbellino de emociones que esta experimentando internamente. Ante tal furia ciega, su personaje en el videojuego muere al instante y bufa con resignación.

—Es tarde, deberías irte a tu casa Sammy. —Murmura sin mirarle. Ella asiente, su mirada destella cierta culpabilidad. Toma su abrigo y le dedica un suave “nos vemos maña”, pero este no responde, sus verdes ojos están fijos en la pantalla, que le indica que ha perdido, con un gran y brillante <Game Over>

En cuanto Sammy cierra la puerta, el no tarda en echarse a llorar, las lagrimas corrían por sus mejillas. Lloraba audiblemente, cubriendo su rostro con su almohada.

Linda, su madre, entra a la habitación, preocupada. Le ve llorar y le acuna entre sus brazos con cariño, susurrando tiernas palabras con el fin de que su llanto cese. Linda no sabe que sucede, pero aun así le dice que todo estará bien. Guillermo se aferra aun más al cálido abrazo de su madre, el olor a jazmines que desprende su rubio pelo, hace que poco a poco cierre los ojos hasta quedarse dormido.

Guillermo tiene trece años, cuando le rompen el corazón por primera vez.

A los dieciséis.

—Venga, Guillermo. — Abraham le golpea el hombro amistosamente, quien tiene los ojos enrojecidos. —Solo será uno. —señala un porro que hay entre sus dedos, con una sonrisilla traviesa. Guillermo siente que sus manos empiezan a sudar y este niega con la cabeza.

—Abraham, que es una niñita. No ha probado ni un cigarro en su puta vida. —Ismael ríe, déspota junto a su novia Ingrid. En realidad todos se están burlando de él, y Guillermo siente como sus ojos escuecen, por las lagrimas que quieren salir, pero este se niega a hacerlo, se niega a liberar.

—Guillermo. —Samuel le da una mirada comprensiva. —No tienes que hacer solo porque estos idiotas te lo dicen.

—Guillermo. —Sammy por primera vez en la noche interviene. Lo toma de la muñeca y le dedica una mirada severa. —Deja de actuar como un tonto ya, joder. Venga te acompaño a tu casa.

—No. —Guillermo libera se libera con cierta brusquedad, y toma el cigarro lleno de cannabis, Ismael queda sorprendido antes las acciones del “niño de mami.

—Dame un mechero. — Dice, Abraham sonríe, y le da unos. Enciende el porro y le da sus primera calada. El toxico humo llena sus pulmones, quiere toser, ha dado una calada muy profunda y sus pulmones no son capaces de soportarlo. Abraham palmea su hombro felicitándolo. Ismael dice algo como “al parecer no eres tan cobarde como creía”. Samuel suspiró resignado.

—Sammy. —Guillermo quiso tocarle el hombro, para disculparse por lo que había hecho.

—Me voy de aquí. —Dice, seria. —Vete tu solo a casa, imbécil.

Guillermo tiene dieciséis años, cuando él y Sammy se pelean por primera vez.

A los diecinueve.

—Sammy. — Gime extasiado. Siente su piel en llamas, al sentir el cuerpo de la chica. Cierra sus ojos y se deja llevar por el precioso momento, recorriendo el cuerpo de su novia.

—¿Estas lista? —La voz de Guillermo se escucha mas ronca de lo normal. Sammy asiente entre balbuceos, ya que el tiene su mano debajo de su ropa interior, tiembla cuando sus dedos se mueven y juegan un poco.

—Estoy lista Guillermo. —No necesito decir una palabra más, él se puso entre sus piernas, y mientras la besaba con cierto erotismo, se empezó a introducir dentro de ella poco a poco, algunos pequeños gritos fueron callados con aquel beso. Con forme pasaban los minutos el vaivén se hacía más rápido, en aquella habitación solo había una atmósfera de amor y placer.

—Te amo. —Dice ella entre gemidos a punto de llegar al clímax.

—Yo también te amo. —Dice él cuando ambos llegaron a ese extasiante momento. Sammy se acurruca junto a Guillermo.

Guillermo tiene diecinueve años, cuando él y Sammy hacen el amor por primera vez.

A los veintidós

—Estaremos bien. —Susurra Sammy en su oído; tiene los ojos repletos de lágrimas. Guillermo se niega a mirarle, su vista esta perdida en las hojas blancas que traer entre sus manos. No hay expresión alguna en su rostro, por el contrario su novia llora en silencio.

—Saldremos de esto juntos, todo estará bien ¿De acuerdo? —Dice entre hipidos, mientras se limpia las lágrimas del rostro, esas que se niegan a parar de salir.

—Sammy, voy a morir. —Susurra ausente.

Y, tras esas palabras, salidas de sus propios labios, fueron el detonante para que el chico se derrumbara. Sammy lo rodea entre sus brazos, como queriéndolo proteger de su cruel realidad. De esa hoja en blanco con un gran POSITIVO en letras rojas. Le han diagnosticado cáncer de pulmón, su adicción al cigarro se lo ha cobrado caro.

—Te amo, Guillermo. —Gimotea. Ella no quiere soltarle, y Guillerno no quiere más que estar con Sammy.

Guillermo tiene veintidós años cuando le diagnostican cáncer.

A los veinticinco.

—No me mires, soy horrible. —Suplica cubriendo su lloroso rostro con sis huesudas manos. Sammy lo abraza sin importarle los quejidos que salen de los pálidos labios de Guillermo.

—Creo que estas muy guapo, Guillermo.

—Mi cabello... —Chilla angustiado. Sammy tiene un nudo en la garganta, sin embargo este niega con la cabeza y le da un tierno beso en la frente.

—Con o sin cabello, me pareces igual de guapo como el primer día que te vi. —Susurra tiernamente en su oído. —Te amo Guillermo.

La quimioterapia esta haciendo fuertes estragos en el cuerpo del pobre chico, al principio el cáncer era mínimo sin embargo empezó a expandirse. Sin duda la perdida del cabello fue un gran detonante para que él se desmoronara.

—No es cierto. —Claro que es cierto. —Afirma. —Te amo y no me cansaré de decírtelo.

Guillermo, se refugia en los cálidos brazos de Sammy., mientras esta le acaricia su lisa cabeza mientras le declara su amor.

Guillermo tiene veinticinco, cuando pierde todo su pelo debido a la quimioterapia.

A los veintiocho.

—Lo siento. —Lo siento, se disculpa torpemente, aferrado al brazo de su prometida. Sammy sonríe y niega con la cabeza, dándole un beso en la mejilla.

—El doctor dijo que me costaría volver a caminar adecuadamente, pero no pensé que no tardaría semanas. —Frunce el ceño, concentrado. Sus piernas parecían gelatina y sus pies se volvieron más torpes. Los zapatos de Sammy era negros de tantos pisotones que recibía.

—Has estado meses en el hospital, Guillermo.

—Aun así, esto es horrible. — replica después de un largo silencio. —Lo siento, tú siempre tienes que cargar con mis mierdas.

—Soy tu prometida. —Señala el anillo de su dedo anular. Guillemo sonríe y acaricia el anillo de Sammy.

—Estoy dispuesto a cargar tus mierdas en resto de mi vida. —Guillermo ríe y siente más fuerza que antes.

—Que romántica eres, cariño.

—Te he propuesto matrimonio delante de todo el jodido mundo, con un gran ramo de rosas, y casi estallas de lo rojo que estas. —Dice juguetón.

—Estoy considerando el hecho de casarme contigo.

—No creo que encuentres a alguien que aguante tus pies helados en invierno o ronquidos...

—¡Que no ronco!

—Eso ni tú te lo crees, Guillermo. Ambos se rieron de todas sus tonterías, ambos eran felices.

Guillermo tiene veintiocho años, cuando comienza una vida nueva con Sammy.

¡Con este código QR, podrás encontrar un final alterno de esta maravillosa historia!

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INTRODUCCIÓN

Es mejor tomar una buena taza de café y un par de pañuelos después de leer estas 5 historias de amor y drama, una diferente a la otra. Historias inolvidables como la de Rubén y Miguel donde surge una gran atracción entre ellos, sin embargo ambos esconden un oscuro secreto. Manuel y Rubí que mientras pasa el tiempo, se vuelven almas gemelas, sin embargo, el destino tal vez no esté de su lado.

Samuel le manda notitas a Gabriela, ¿Estas serán suficientes para encontrar un final feliz? o tal vez sea como la historia de Sandra y Leslie donde ambas juegan el peligroso juego del amor, ¿Quién de ellas perderá, al enamorarse de la otra? Y por último, la historia de Guillermo y Sammy, que desde niños surgió esa conexión entre ellos, sin embargo habrá un obstáculo que les dificultará estar juntos ¿Podrán superarlo? ¿Su amor será lo suficiente mente fuerte?

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