M ig uel Mon a n
Revoluci贸n .
Miguel Monan
Primera Edición: Diciembre de 2013 Editorial Sin Fe Cuautitlán Izcalli, Estado de México Ejemplar ____ de 20
Prohibido prohibir la reproducción total o parcial de esta obra siempre y cuando se den los créditos correspondientes. Todos los izquierdos reservados. Respete al ciclista.
No maltrate a los animales. Ponga la basura a trabajar.
Miguel Monan
I. 2 de julio de 2012. 11.60 p.m. Tú, cuando llegaste ya aguardaba en la sala, sentado frente al ventanal, mirando afuera / Pediste ver la madrugada verdosa como laguna, con sus millones de plantitas fosforescentes colgando y cayendo; sacando la lengua antes de hacer splash, antes de unirse alrededor de un gran charco de plasma musgoso; la sangre del cielo, murmuras. Tú escuchas sonidos de regadera cuando lámina metálica y mil relámpagos chisporroteando. Pssssshzzzzz…
bbbrrrrrrrrooooaaaagggrrrrrrrooooooooommmmmmmm.
Le gruñe la panza al tiempo. Tú escuchas los insectos como cigarra debajo del agua. Croas, te sumerges haciendo blup . glub de colmillos filosos. O, tal vez, una mueca de alegría –fibra autor. Ningún personaje quiere permanecer todo el tiempo hecho sopa en la mente de un psicótico…- Tú, escribes pensando –…pobres obsesiones.- un poco en las gafas de cristal roto que cubren mis ojos. Esperábamos al amanecer con distintas estrategias.
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Qué triste. Parece que el día ensartará nuestros ojos al anzuelo de su realidad. Joder lo jodido de todxs, decía sin pensarlo mucho (como siempre). Las imprecisamente nulas probabilidades de ser felices en un país donde el setenta por ciento de lxs vecinxs están hechxs mierda; tienen agujeros en los bolsillos, agujeros en la panza, en la peluda pantufla gris que les habita el cerebro… agujeros en el agujero… pa no hacerla más larga: se tropieza uno todo el tiempo con la indefensa población que suspira por un poco de justicia social. Esto podría resultar en extremo suicida para nuestros fines globales; así, nos hemos encargado con esmero de maquillar el aquel (arre). Y confinarlo en diversas zonas de tolerancia muy bien administradas por ignorantes calificados. El otro; que habita hormigueros multifamiliares y satura las cloacas con sus enrarecidas excreciones Made in USA, Made in China, Made in El Barrio, Made in Sabritas & Televisa & CO… a ese hay que darle educación, they say… a ese hay que sacarlo de la miseria, they say… We say: Sos pobre porque quieres, mientras contamos por millonésima vez nuestra fortuna tazada en cincuenta centavos cúbicos. Metrópolis artificiales habitadas por neumáticos, electrodomésticos, telefonía inalámbrica… jugando como adultitos a de-tener el tiempo y alcanzar la inmortalidad en menos de cinco
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II.
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milésimas de palabra macabra. Comprás un producto, te lo metés y tirás la evidencia. En lo que parece media hora sabes que la pobreza es inevitable y que tú, en realidad, no estás completamente podridx; a treinta kilómetros de cualquier ciudad cercana, la toalla sanitaria de Doña Rosita se encuentra con el condón usado de Joaquín el vagón. ¡Oh cruelmente cursi real suciedad!, se desintegrarán lentamente, unidos el uno con la otra, durante trillones de años. Nuestro pantano surrealista. ¡México, señores y señoras! El arte de gobernar jodidos fiscalizando la miseria. Enamorados de mirar al horizonte, esperamos a que Quetzalcoatl nos devuelva el penacho. ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué nos hermana la nostalgia de lo imposible? Nuestra revolución siempre a la vuelta de la esquina. ¿Será cierto? Cuando terminamos de calcular las probabilidades recorremos aquella acera hasta su final, giramos y ¡Mierda! Ya no está. Se aleja exaltada y hermosa con el abrigo de pieles ceñido a su ardiente figura. Le rechiflas y manoteas -¡Eeeeh, Revo! Fuuuiiiittt. No seas mamona. Espeeeeérame.Dices. Ella atraviesa la calle haciendo que no te escucha, tú la sigues. Entra en un callejón de madrugada y otro hombre que aguardaba por ella, mirando al suelo (o al infierno), la deja pasar… te para en seco, poniendo su huesuda mano sobre tu pecho –Trancas, valedor- Murmura y te quedas congelado mientras le ves perderse detrás de María (así quiso llamarse aquella vez). La detonación, el borracho, la vida nos
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da sorpresas… Pedro Navajas está muerto y te importa un pito; Ella se fue pero una de estas noches tú serás quien se la encuentre. Te queda poco cambio, parece que todavía late el corazón y son las nueve. Callejera perra suerte. Después de vagar un rato entre los edificios topas con una familia de extranjeros que parecen orientales. El papá se hace llamar How. La mujer ríe demasiado; estirando su boquita y apretando los dientes, jijijijijí. Tienen un niño y una niña, les interpreto algunas canciones y Hoh dice –Maravilloso- Hablando español mejor que Ibargüengoitia; cuenta chistes y toda la cosa mientras me arrebata gentilmente la guitarra. Yo le miro las piernas a su mujer y ella me mira y sigue riendo. Qué fea es. Extraordinariamente fea. Que bonito es verle las piernas. – Rock.- Dice Hojh. Las cuerdas se volvieron locas, tensas vibran aceleradamente. Ágiles pisadillas aquí, más allá… el buen Joh agita la cabeza y se le mueve el flequillo. Sus hijos conocen la letra y hacen los coros; saltan. También las piernas de su mujer… Se trasforma todo. Se transforman todos. ¡Qué caderota! –Les invito un café.- Dije. O lo pensé. Creo que lo dijo Wohw. Me pidió que yo también los acompañara y que él se llevaba la guitarra. Me prestó su réflex digital. Les dije que a unas cuadras hay una cafetería. Mentira; son catorce cuadras y en realidad se trata de un pequeño motel rascuacho. La alberca parece un gran charco enlamado por la escasa pero
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copiosa lluvia. Los columpios de metal oxidado gimen agudos cuando la pequeña Mina se balancea sobre ellos. Tomé algunas fotografías en sepia, otras en blanco y negro, al tiempo que Ouh se despachaba a las musas de la música. Tocaba un arrebatado Blues de la cárcel mientras la señora M cantaba y aplaudía. Su niño practicaba artes marciales dando saltitos y patadas al aire con movimientos de acróbata. El mesero trajo una jarra de limonada, dos vasos con hielo y tres tazas llenas de café oscuro. Ouh se acerca a la mesa y me entrega la guitarra. - ¿Azúcar?- Pregunta a su esposa. –Sí.- Dice ella pensativa, observando el humo que mana del líquido marrón. Llama a sus hijos, sonríe y les pide que beban un vaso de limonada. - ¿Cómo lo toma?- Me despierta del letargo Ohh. -¿Eh? Así, con dos de azúcar y crema, por favor, Don Ju.- Los niños hacen como que no escuchan a su madre. Magda se altera en medio segundo; dos segundos después golpea estruendosamente la mesa con las manos, grito de kamikaze, rayos fulminantes en las pupilas y las limonadas fueron a parar sobre la guayabera de Owj. Hacen crash los vasos, el pequeño cuyo nombre desconozco abre desorbitadas sus rajitas de mirar, da dos saltitos sobre los talones y tropieza cayendo de puras nalgotas. Mina cierra las persianas de las niñas de sus ojos poniéndose las manos en la cara y se queda quietecita. Luego todo vuelve a ser normal. La mujer de Jug nuevamente silenciosa de mirada perdida en el paisaje
Los
siguientes
permanecieron
treinta
callados
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suburbano… expresión de pantera meditabunda. El mesero se me acerca y me pregunta si queremos algo más fuerte. -¿Cómo ve, Don Yuu? ¿Nos echamos un tequilita? Y Don Yhoubidubi recargado con el codo sobre la mesa, la palma de la mano derecha en la frente, con el rabillo de la boca alzado dice al mesero -Traite un pomo de mezcal añejo y tres caballitos.minutos bebiendo
sorbitos de licor y mascando naranjas con
chile.
Los
niños
quietecitos,
sacaron de la mochila del señor un par de libros y de inmediato quedaron absortos, bebiendo limonada. /Hágame favor de traer limón y sal./Me encargó el tipo que sostenía la guitarra. Luego siguieron otros veinte minutos sin parlar. La doña jugaba a balancear peligrosamente su silla sobre una pata. El chino, que al parecer es o su esposo o su carnal, hacía dibujos imaginados de los niños jugando en una alberca bien bonita. Con rápidos trazos
delimitó el jardín sobre una servilleta. No le agradó, hizo gesto de desprecio y le prendió fuego, dejando que el viento se llevara los restos. Otros movimientos ágiles con la pluma y ya tenía dos puntos
de
fuga
dentro
de
un
jardín
totalmente distinto a uno de verdad.
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En realidad el césped estaba hecho mierda por exceso de agua. El jardinero debió haberlo podado hace ya más de quince días pero al parecer ha tenido problemillas de salud. Eso dijo su sobrino el que lo ayuda. Vino hoy a avisar que todavía se iba a tardar una semana más el tío. Le pidió prestado dinero prestado
al
estorbosas
dueño, de
la
quitó
las
entrada,
hiervas
orinó
el
más agua
estancada de un bote de 60 litros cuando
pensó que nadie lo veía, se fumó un cigarro
y desapareció en menos de una hora. Mosseour
Farías se encerró con su socio en la
oficina.
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A How lo conocí en mil novecientos noventa. Ya nos habíamos visto de lejos algunas veces antes en la función que Wong Tong ofrecía en el teatro Metropolitano. How interpretaba el papel de asistente sordo del mago, tocaba majestuosamente el violín tras bambalinas, manejaba la máquina de humo, bailaba, cobraba entradas, sacaba borrachos, la hacía de trapecista, domaba bestias feroces, apostaba a los dados, uff… hacía de todo y todo lo hacía bien. O así me lo parecía. En realidad su especialidad siempre ha sido el ilusionismo. Sus padres lo trajeron al mundo en la trastienda de un supermercado de la colonia Morelia. Eran inmigrantes ilegales y por lo tanto no tenían derecho a la asistencia social gubernamental. ¿Por qué dejaron Corea? Nunca me lo ha contado. Meses después del nacimiento del pequeño How, sus padres se mudaron al barrio chino del centro de la Ciudad de México. A su hijo lo querían criar en las mejores condiciones que les era posible encontrar. Ahí conocieron a los cirqueros. En esos tiempos escaseaban los buenos payasos. Los padres de How lo hicieron de maravilla. How alimentaba a los animales y recogía las propinas que le daban por dejarse fotografiar. En los 70´s viajaron por toda la república y parte de la frontera… LA, uy, qué si lo conocieron… Tijuana, uuuuuuuy. Calle por callejón. El hogar de la familia How perdió su código
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III.
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postal y se convirtió en el acto creativo del nómada. Showpeople´s de corazón: donde quiera que fuera requerido un cirquero ellos pertenecían y eran recibidos con palmas e incienso. Cuando me propuso matrimonio yo no podía creerlo. Tampoco él creía en esas pendejadas. Llevábamos como tres meses viviendo juntos y en dos semanas se iba para Torreón por diez meses. – No mames, How; tengo trabajo. No necesito marido.- Pero me fui con él. Me enseñó a crear magia y conseguí un contrato en el circo. A mí siempre me trató bien; siempre me ha tratado como se le trata a una mujer. A los demás les da su respeto y se los exige. Tranquilo tranquilo no es. En el entretenimiento hay círculos muy pequeños que se mezclan entre sí dentro de las ciudades. Y hay círculos de ciudades que se mezclan con otros círculos de otras ciudades. Así. Sólo eso. Todos se conocen o están muy cerca. How era bien estimado en muchos de esos grupos, pero otros no lo quisieron tanto; sus razones tuvieron. Algunas de las personas para las que trabajamos nos pagan por actuar en lugares donde no se respeta a los nómadas. En uno de nuestros viajes, en la frontera con El Paso, How me invitó al bar de unos paisanos nuestros en el que dos güeros borrachísimos se acercaron agresivamente a nosotros. Dijeron, que maldito amarillo miado, que apestaba el ambiente, que se regresara a su restaurante de mierda… puras de esas. Hablaron con How en inglés, luego en español que parecía francés, luego
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le dijeron que se largara. How les dijo que no mamen, ¿no que muy amantes de los latinos? Yo soy mexicano, ustedes son gringos, a mí no me vengan con chingaderas discriminativas. No se rían, es en serio. ¿A poco muy bravos? Vamos a hacer una cosa -dijo el melómano precoz de mi carpa chiquita.- Si ustedes saben más canciones mexicanas que las que yo les pueda cantar ahorita mismo, me retiro y les pago un pomo de lo que quieran. Sino, se chingan; me dejan de joder y para que se les quite lo culeros, como cortesía fraternal les invito una ronda de mezcales a ustedes y todos los que vengan acompañándoles. Se la pasaron hablando de música ranchera como dos horas; norteño, bachata,corridos. Luego siguieron con el rock (siempre el rock). Entre todos pagamos la cuenta y nos invitaron a su mesa. Allí nos presentaron con otros amigos suyos; un transgénero que medía más de dos metros y se acomodaba la peluca violeta mientras humedecía con cerveza sus gruesos labios, también estaba una jovencita rolliza que no se cómo diablos se embutió en un microvestido amarillo que la hacía parecer pollo asado. How estaba confusamente amable; en otros tiempos les hubiera partido la cara al par de racistas… y ahora actuaba tan servicial que parecía su payaso. Para ellos éramos animales de circo particular; se tomaban fotografías a nuestro lado imitando a simios, reían estruendosamente, derramaban la bebida de los vasos sobre el piso y volvían a reír de las ingeniosas sandeces
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que cualquiera decía. Poco después de que se fueron la giganta y el pollo, How se levantó y les dijo a sus interlocutores -Amigos, mi mujer y yo queremos ir a jugar baraja al cuarto de motel donde nos hospedamos. ¿Quieren acompañarnos?- Yo no podía creerlo. Nos insultan. Nos adoptan como mascotas. ¿Y los invitamos a nuestro cuarto? Ellos encantados aceptaron. Jugamos poker de prendas. Poco a poco fuimos quedando desnudos. Cuando el sujeto que nos habló por primera vez en el bar se quitó los calzoncillos, mi querido How metió su mano dentro de la mochila donde guarda la cámara fotográfica y sacó una pistola escuadra. El tiempo se fragmentó; los gringos cagados de miedo se abrazaron, luego se soltaron y se echaron para atrás, balbuceaban asombrados… - Shhh shhh shhh, tranquilos si no quieren que los calle con dos plomazos. Miren, muchachos, no está bien andarle cagando el palo a los desconocidos. Les pueden salir respondones.- Plis, mister Joo. Take it easy, dont be fool. Its not funny.- -¿Fany?¿Quién chingados es Fany? ¡Hablen mexicano, cabrones! ¿No que les gusta lo mexicano, pues?Cuando me pongo nerviosa no puedo parar de sonreír. Yo los miraba sin decir nada, solo mostraba mi risita y pensaba -Eso les pasa por culeros.- Me serví un tonic y le serví otro a mi marido. Me acerqué a él y le dije –Nada más no los vayas a matar.- Él hizo como que no me escuchó. -Sí les gusta lo mexicano. Bueno. ¿Les
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gusta la tauromaquia, muchachos?- - No mucho, Señor.- dijo el pecoso de pantalones azules. –Ah. No mucho. ¿Y los coches? ¿Les gustan los automóviles deportivos?- -Sí, Señor, un poco.- Y el otro asintió con su carota de baboso, barba de dos semanas y ojos negros. –Vaya, los autos un poco. ¿Y los bosques? ¿Sí, esos sí les gustan completamente? ¿Han pasado una noche en alguno? ¿Verdad que generan imponencia? Al otro día no se es la misma persona. Sobre todo si amanece uno con las manos manchadas de sangre. ¿Alguna vez han tenido que pelear a muerte con un toro bravo en el bosque, muchachos? Sin plazas, ni banderillas o picadores; en el bosque. ¿No? No saben lo que se han perdido. Pero no es su culpa; la culpa la tienen los jodidos toreros esos que arman sus corrales rodeados de butacas; el show, espectáculo, marmaja taquillera, negocio, bisssne, money, monkey donkey… Igual prefieren recorrer su camino rodeados de aluminio y plástico con sonido HD, sobre cuatro ruedas derivadas del petróleo, impulsadas por dióxido de carbono. Exhibe el artista su valentía frente al loco público que se arrebata tormentosamente, siempre asegurándose de mantener el control de la situación a nivel místico. El paciente de sanatorio mental aporta en módicas cuotas el sustento a la fiesta brava; hay que tener un bonito y elegante atuendo para los domingos, hay que saber de toreros y de toros. Hay que saber torear, aunque nunca sea necesario; uno no sabe nada.
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Sobre todo, hay que modernizarse pero seguir viviendo; ningún espectáculo divierte igual por tanto tiempo. Hasta los zoos que “protegen” a las especies, sacrifican arbitrariamente parte de la bestialidad de sus huéspedes; en cierta forma. Deberían conocer los zoológicos en México, algunas jaulas son peores que tener diarrea y no encontrar baño. Es un espectáculo simpático. Millones de formas distintas de suertes autodestructivas. Se vende como la maquinaria asesina del hombre, amigous homminidous; ese ancestral instinto nuestro siempre se perfeccionará. Antes fueron las quijadas de una mula, Ahora tenemos este maravilloso artefacto de escupir metal. Dos muelas de plomo ¿a esta distancia? Blanco seguro. Y aquí nosotros dos tan bravos y ustedes dos tan frágiles; pobres perros rabiosos destinados a desaparecer bajo la tierra de esta noche. Yo sentía que me derretía. Jamás, hasta ese momento, había tenido miedo de que How hablara así estando tan borracho. Y jamás había amado sentir tantas ganas de verdaderamente verle matar.
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IV. Albert King requinteaba dentro del radio del cuarto de Motel Manhatan. Don Piug y Miguelito jugábamos dominó contra Mosseour Farías y su socio barrigotas. Un batillo tenía mi guitarra. De repente mi pareja de juego sacó de su mochila una escuadra. – Te voy a matar como una rata.- Dijo apuntándome. - ¿De qué diablos está hablando, Mister Miau?- - Ah, ¿no sabes de qué te hablo, raterillo desmemoriado? ¿Y el autobús que robaron tus amigos y tú en la mañana? Yo te viiiii, cabroooón. Les quitaron sus cosas a los pasajeros que menos tenían.-/-¿Usted estuvo ahí? ¡Qué cagado! ¿Qué le pareció? ¿Qué sintió? ¿Cómo me encontró? ¡Asombroso!-/-¿Cómo que qué sentí, pedazo de mierda? Te vale topi qué sentí. Mañana van a saber tus amigos qué se siente que les maten a un camarada. ¡Ya te cargó el payaso!- Y yo en mis adentros ¿Qué? ¿Pero este loco está hablando en serio? Por la mañana salí con la compañía de teatro callejero “Urbano Asfáltico” a representar nuestro montaje “Asalto”. Abordamos un camión; unos fingimos que somos pasajeros, otros suben un poco más adelante y simulan un atraco. Todos a lo que vamos: tumbadero de carteras a viejitos, niños y muchachas, hay no vemos compermisito… Y el público siempre se queda de a seis. Una vez nos denunciaron y se tuvo que explicar todo el pedo. Otras veces nadie dice nada. ¿Pero
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que nos quiera matar un payaso psicópata? Eso es nuevo. Don Tripotas, abogado de moda, entró en mi defensa intentando calmar a Don Chuy –A ver, Don Compadre. Aquí el muchacho está explicando que lo que usted vio fue fitticio. Nadie salió dañado en realidad. Es una confución. Guarde su aparatito y seguimos jugando como si nada hubiera pasado. Amos por la revancha. Buenos lo que se dice buenos no semos nadie, pero gente pacífica sí; todos somos.- Y Don Judoteca -¿Qué me estás diciendo? ¿No serán cómplices todos, “compadre”? Ahorita mismo se cargó la chingada su negocito, “manito”. Mañana mi familia y yo estaremos muy lejos, y aquí van a encontrar sus cinco cadáveres de rata envenenada pudriéndose más rápido de lo habitual. Mamacita, vete al jardín con la niña. Tú, Juanito, vente pa acá; aprende como se acaban las plagas. Ustedes, ¡Órale! Contra la pared. Vayan rezando.- Cinco perras balas bastan para apagar para cinco perras vidas. Todo empezó a valer verga cuando el gordo tiró un seis tres en el cuatro seis y Don How puso cara de “carajo carajillo”. Yo les improvisaba unos freestyles a sus dos morritos, la seño preparaba pistos pa la bandera y el Hank los repartía, se mensajeaba risa y risa con no se quién y no dejaba de dar vueltas dentro de la habitación. El How dijo –Pinche gordo, a ver ¿y a qué chingados te dedicas tú?- Ya estaba entonadón y encabronadón.
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de los
microbuseros de la ceudá, Don Fuchi.Y abogado de medio barril.- - ¿Y de ahí conoces a este pinche güero?- Volvió a preguntar, señalando al de la
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–Yo soy líder sindical de los choferes
guitarra. –Nel. Al batillo lo acabo de conocer aquí, después de conocerlo a usted.- -Yastubo bueno, ¡Buu! tírele.- Dijo Mosseur Farías; ese cabrón es mi padrino desde que yo era chiquitín. Noble como perro callejero, tranza como quien baila de la chingada; cocainómano de fina estampa. Pero el chino/japonés que le responde –A mí nadie me dice que tengo que tirar…- Alzando la voz y mirando desafiantemente a mi padrino. –…aunque por tratarse de usted no hay problema, hay le va el dos.- Y traz, que le suelta un tresdosaso malasangre. ¡Chupas!
quedaron
perplejos
bocabierta.
EL
JUEGO: Mosseour pasó. Guitarro tiró dos uno. Medio Barril sacó el uno cero. Don Muu tiró dos cuatro mientras el mesero se cotorreaba a su mujer. Mosseour 4 1. Guitarro 0 2. MB pasó. Don Q pasó. MF 6 0. G 3 0. MB pasó. DH 3 3 (uff). MF 3 1. G pasó. MB Pasó. DH 5 1. Ensartadón. Se quedaron, cortos,
con veinte puntotes, Don Brut contentísimo y
Hank atacado de la risa con la chinita. -¿Y tú por qué estás aquí?- me preguntó la morrita. En eso que se arman los catorrazos.
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V. A mí ese cabrón nunca me ha dado confianza. Lo conozco desde chiquito; es más tranza que el diablo. Pero es mi compadre, ¿qué se le va a hacer? Y de pilón es mi socio de negocios, compañero de borracheras y chofer particular, ¿qué se le va a hacer? Uno que es atractivo para esta gente como la caca lo es para las moscas. De pilón me cae bien el condenado; aunque eso sí, no confío nadita en el muy hijo de puta. Si por algo este rancho maldito es más pequeño que un frijol. Aunque parezca ceudá, pueblo chico sigue siendo, verdá de dios. Así, como se lo platico, cruzando la calle uno ve a la vecina levantar un billete de la acera, con su faldita tan corta que dan escalofríos, y se acomoda uno la cachucha para ver mejor. Aquella damita camina diez pasos y le da el billete a un vagabundo que pide limosnas. ¿Estará trabajando? No importa, no me alcanza ni para una mamada. Atravieso Avenida Revolución y me rasco la cabeza. Entro a la joya viva de la manzana: “Autohotel Manhattan”, fundado en 1920. Salió en una película taquillera de los cincuentas, ahora es una antigüedad muy lucrativa. Entro a mi oficina y veo frente al frigobar al compadre. -Bueno, cabrón ¿no sabes esperar frente a una puerta cerrada con candado?- Y el muy cínico no deja de buscar algo en la nevera. -¿Y los hielos, güey?- Pregunta sin voltear, con su vocecita de clarinete. –Allá arriba, culito saltarín.
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A ver ¿conseguiste los papeles de la micro?-Dooonas bimbo.- Sonó nuevamente desde su gargantita de elefante, y alzó dos dedillos victoriosos de su manota izquierda. En eso tocaron por la entrada secreta. Tres golpecitos. -¿Quién?- Estertó gargajientamente el gordo después de aclararse la garganta. Y contesta desde el otro lado de la puerta una voz angustiada -¡Joselo! No mamen, gordo, déjenme entrar.-¡Ábrele!- Ordené. Y que me contesta –Nel, ábrele tú.- Acercando su mano al cuete que traía fajado al cinto y mirando con fijamente al punto desde donde venía la voz de Joselo. –Ah, que la chingada.- Murmuré y giré la manija. –Ten.- Me entregó un paquete envuelto en cinta canela y se metió corriendo al cuarto de baño. Escuchamos como desaguaba y suspiraba de alivio. El gordo volteó a verme y me preguntó moviendo los labios sin emitir sonidos -¿Y este qué pedo?- Me encogí en hombros y esperamos a que saliera. -¿Qué no te habías ido, Periquillo Sarniento?- -Uff, me estaba meando. ¿Eh? Ah. Simón, pero ¿a que no saben a quién acabo de ver entrar a la habitación doce? ¿Se acuerda, padrino, de la historia que nos contó Pepe del cirquero loco? Ps ya apareció, y parece que nos estuviera esperando.- -¿Que qué?Pregunto mi compadre, El Gordo José. -¿Cómo sabes que es él? Insistió.- -Tsss, si no me crees puedes ir a verlo con el único ojo que te queda, compadrito. Jua jua jua jua juá. Es igualito al que describiste de la fatídica noche: Lentes de botella, flequillo chincuentero,
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chamarra roja de ferrari. Y también viene con una vieja japonesa. Nomás que ahora también traen a dos morritos, y vienen con el Oliver.-¿Y ese pendejo qué hace con el cirquero?- Preguntó mi compadre. Yo le dije –Va, mi tuerto, ¿no cree que llegó el tiempo de conocer al torero?Y él acarició su cicatriz en la cuenca vacía, y luego la cacha de su treinta y ocho especial. –Sí ¿verdá, compa?- -A ver, ahijado, vete a hablarle al Hank. Pero a la discre.- En menos de diez minutos estaban de vuelta en la oficina los dos plebeyos. – A ver, miren; esto es lo que vamos a hacer. Tú, Hank te vienes conmigo y vamos a la 12. Me meto en la trece y le dices al chino que les suplico humildemente me acompañen a beber unos tragolinskis. Lo convences. Ustedes dos se quedan aquí y en cuanto te mande al cel, compadre, un mensajillo de que ya está la situación, me llamas y me dices que tienes una buena noticia que comunicarme. Te digo que vayas y entran al cuarto. Ahí me informas que el ahijado se va a casar. Tú, ahijado, abusado. No la cagues y haz de cuenta que te comiste la torta de Marilyn Monroe, y que le gustó tanto tu dentadura que te propuso matrimonio foreveranever. No digas pendejadas y entretienes a los morros. Tú, Hank, te encargas de la vieja. El gordo y yo nos arreglamos con el torero y el Oliver. Nos ponemos a celebrar y entonces le cantamos el tiro. ¿Entendieron?-
El cirquero no me reconoció cuando entramos. Estaba muy contento, nos saludo cordialmente y le pidió a su familia que se acercara para presentarlos. Su mujer tampoco me recordó. Ellos estaban casi iguales; sus hijitos parecían copias piratas. Ella estaba más buena que cuando era joven; sus senos habían crecido y los años le habían dado a su piel cicatrices diminutas, plieguecillos, forma… bueno, estaba más mujer. Traté de no quedármele viendo más allá de lo necesario y le comuniqué a mi compadre la gran noticia -¡Se nos casa el ahijado, compa! Señores y señoras, este gallo deja los palenques.- Y el penco de Joselo suelta su risotada. Jua jua jua reía el muy imbécil. Hank desconcertado y Mosseur compadre –Ah, muchachito del diablo. Ven para acá a que te felicite por pendejo.- Y lo abraza. –Esto hay que celebrarlo. ¿Puede ver mi emoción, Don Uoh? Mi único ahijado de todo el mundo ya se está haciendo hombre.- Y Don Amarillo –Oh, que gran acontecimiento. Los felicito. ¿Quieren celebrar en privado?- -No no no no no, para naaada, Don Achú. Sí sí sí sí siiiiiiii. Escribes sobre mi cuerpo barrigón dentro de este cuarto apestoso, sobre la coreanita, su payaso, mis amigos, el pendejo de Oliver y sobre cada una de las frágiles chaquetas que se te ocurren encerrado en tu cajita de concreto. ¿No has pensado en darme humanidad, pedazo de escritor marica? Sí, sabremos que
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VI.
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soy el tramposo y esas putadas. ¿Cuándo empieza la revolución? Eh, eh eh eh… Ni siquiera sabes escribir; lo que se dice escribir… culero. Cómodamente aplastado frente al monitor, con las manos sobre el teclado, que bonito niño. Y a nosotros nos pones a partirnos la madre, hacer malabares, tocar guitarras improbables llenarnos las manos depólvoraescuchar melodíaasinexistentes. Llévanos a las majestuosas orgías del galeón, escritorzuelo maldito. Llévanos a cantinas donde venenos sustanciosos… esponjadas grupas femeninas… grupos de voluptuosas nínfulas ninfómanas de vaginas irreales… donde terminen con el templo del tiempo de una vez por todas… paga la cuenta tú. Venga, verga. Tú ¿no puedes hacerlo?
Tú, dentro del viaje cargas las maletas, levantas una mano y la combi se detiene. Abres su compuerta. Abordas. Saludas a la bandera. Tú y los personajes. La violencia de su silenciosa memoria. ¿Por qué no les agrada la historia? ¿Por qué no se dejan de quejar? No morirán antes de que se los lleve la chingada. Les pasará como a todos nosotros. Nacerán, crecerán, se reproducirán. Morirán. Comprarás un televisor y tu cabeza dará tres vueltas sobre su propio eje. Tú, terminarás algunas frases; pero siempre habrán de quedar incompletas. Le molesto si le pasa de favor. Y se extiende una mano que recoge tus monedas. Las pasa a otra mano. El chofer cambia de velocidad en la curva, cobra, acelera, rebasa un datsun y dices -De la Koblens. En el suburbano, viejo.- Tú, esperas que el teléfono te informe que tienes buena suerte. Una llamada. Te regresan el cambio, se abre la puerta y bajan los pasajeros. Buscas en todas tus ropas, agitado. Te esculcas y encuentras una moneda de a cinco. ¿Un teléfono público? Por ahí, por ahí. Le metes el baro y marcas un número que te sabes de memoria. -¿Bueno? ¿Bueno? ¿Me escuchas?¿Wuendy? Soy Joseph. El del Sears. ¿Qué pasó, mamacita? ¿Cómo que por qué no te he llamado? Pues no he podido. Ando con la mano enyesada. Ahorita vengo del seguro, es un pedote. No, ¿pues cómo crees? Como dos meses. Pues es que me la
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VII.
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rompí, y me la curaron mal, y pues ya no puedo trabajar. Mi sobrina me consiguió un abogado, los voy a demandar. Pues claro que soy abogado, pero no puedo ni escribir. Jajaja, noo, pues eso si puedo, pero con cuidadito. Jajajajaja. Pues si quieres hoy. Oh, que la canción. ¿Y a qué horas sales? Nombre, yo puedo ahorita, al rato tengo otro compromiso. Pues claro que también eres importante, pero son negocios. Es lo de la demanda. Mira, ya me dijeron que de jodido le sacamos treinta mil pesos al seguro de indemnización y me incapacitan de por vida con goce de sueldo. Yo a ti te voy a poner un puesto de comida, ya te dije. Tú lo atiendes y así, lo que salga va a ser tu dinero. ¿A poco te parece poco? ¿Ah sí? ¿Pues si esos te tratan mejor por qué me contestas la llamada? Ya, pues. Ándale, me parece perfecto. Además ya se va a terminar la llamada. ¿El miércoles? Sí, no. Mejor en tu casa. Oh, que la… Ta bueno. Ya vas. Sí. Yo también. – Tú, sigues adelante y la puta lluvia se suelta de golpe. Los soldaditos correrán a la estación más cercana. Corremos. Pago la tarifa, bajo al andén y subo a un vagón semivacío. Alfombra voladora. Atravesamos la zona industrial, pobreza, hambre, música tropical, la arrolladora, hard tribal. De todo un poco, poco a poco acelera la velocidad, se abren las puertas y la manada se dispersa por las calles. Palpo mi billetera instintivamente. El celular, las llaves, los huevos. Todo bien acomodado y en un santiamén la herida abierta
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en el planeta. Ciudad de México. Tú, hace tanto tiempo pasado. Pasaron las cosas sobre ti y tú también, de un lugar a otro. Se desplazaron las personas, nadie pagó nada, no se volvieron a ver. Podrías estar en Río de Janeiro. En el mundial. En el record. En la primera plana de un diario de aquella bestial belleza policiaca; pero estás en esta. Ya van como treinta y siete años que parecen cincuenta. Igual de barbaján, putañero y vividor. Eso sí, mentiroso de los peores. Tú, pagas por los dos papeles y los metes en un folder de documentos (i)legales. En la noche la lucha libre; máscara contra máscara, primera fila después al sonidero de los jalisquillos. ¿Así cómo no sentirse en casa? En todos lados hay mafias. En todas partes ninfas. ¿Quién no se quiere comprar un poquito de peligro de vez en cuando? Aquí vendemos ilusiones. Sí, ¿cómo no? ¿Cuánto traes? Acompáñame. Te lo repite una voz cada vez más delgada, trancas valedor, trancas. Tocas puerta, ¿cuántas? Todas las que pueda pagar una vida. Siempre habrá una mano extendida; dispuesta. Así me hice amigo de mi compadre. Organizamos fiestas en su hotelucho de media estampa tirándole a lo jodido. Aunque pagaban muy bien los jovencitos de las jais esculs región cuatro. A toda mandarina, en gajos y sin semillas. No hay como venderle alcohol a los menores en una zona controlada. Repartidero de rebanadas de pastel, todos contentos, uno que otro guacaleado. Nada fuera de lo ilegalmente normal. Tú; decías que conseguiste dos entradas
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para la arena coliseo hoy en la noche. No importa que el futbol esté en decadencia. No importa que los trabajadores en huelga, y los sindicatos, las maestras, los niños, el ejército, los contrabandistas, el secuestrador de tu vecino, la contaminación… Todos ellos vienen con una solución atada al cuello. ¿Alguien está dispuesto a robarle el cascabel al gato? Ellos sabían que había cámaras en los cuartos. Y sabían que el cuarto doce me traía recuerdos amargos. Y les valió madre. Yo estaba en la oficina viendo toda la acción. El compadre se despidió de mí, luego salió y se arregló la corbata. Entró en el doce y ella ya lo esperaba. Llevaba más de media hora ahí, yo la estaba viendo en los monitores y ese pendejo viéndome la cara y haciendo como que si no le importara que me diera cuenta de que sabía que no le importaba nada. Cuando entró ella se levantó y la empujó contra la cama. No se cayó, lo sujetó de la camisa y después de forcejear se dijeron quién sabe qué. Así estuvieron discutiendo un rato; él señalando la cámara y luego se dirigió a la cantinita a servir dos cubas. Mierda, si ella odia el ron. Le dio dos sorbitos y lo puso en la mesa de la sala. Lo abrazó y comenzó a acariciarle el cabello. Se sentó sobre sus piernas y el la arrulló. A mi propia vieja. Jijos de la chingada. No será el primer compa que tenga que matar. Ni la primera vieja. Ni serán los últimos, de eso estoy seguro. Pero es mi compadre, chingada madre. Compañero perro fiel de borracheras,
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negocios turbios y confidencias. Yo lo que tuve con su vieja tampoco lo veo requete bien, pero son cosas que pasan sin poderlas evitar. Además, a mí, Mosseour no me la hizo de jamón cuando se supo. A lo mejor hasta se está desquitando del coraje que le produje. Chale… Mientras no haigan más testigos que el diablo y dios; yo me olvido. Ya me cobraré luego el mal trago, compadrito. Amén
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VIII. Bueno, chavo. Así como lo cuentas la cosa parece clara como clara de huevo. Oliver tenía la cabeza llena de alcohol y sabía perfectamente quién era Farías; ese cabrón ya había matado a dos de sus camaradas. Sin pensar demasiado se levantó, sujetó con las dos manos el respaldo de la silla y golpeó con violencia la humanidad de Mosseour. ¡Traz! Y el pinche violador se derrumbó. El gordo estupefacto. Don How miró a Guitarro, miró a Farías, miró al Gordonflas y sacó el cuete, pero el de verdad, y le apuntó al Gordo; y de tres pasos llegó a donde estaba Hank y le puso la pistola en la cabeza. Lo aventó contra el gordo mientras el Oliver le partía la quijada al torturador. Joselo se aventó al suelo y cubrió a los morros. Doña Magda los jaló a los tres detrás de la barra. Hank levantó las manos. El gordo se metió la mano derecha en el sobasco izquierdo. Don How le metió tres plomazos en la panza y todos vieron cuando se le desparramaron las tripas.
7am. Tráfico y la hora pico con el sol, energía de urbe obesa. Rápido se levanta de la cama, apaga la alarma. Hace algo, limpia, come, tritura, limpia, llora. Ríe y piensa en el pasado. Enciende el monitor y escribe tres líneas. Desaparecen. Se hace dos preguntas. Responde silbando. Escucha una sirena, el viento huele a mar boscoso. Su estómago gruñe; piensa en el futuro. De ellos nunca nadie ha escrito desde entonces. Tú.
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IX.
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