Los dominios Invisibles.

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LOS DOMINIOS INVISIBLES – FOLLETÍN. Acerca del taller “Los Dominios invisibles” en el sexto Festival “V de Vagina” (Agosto 2015) Primera parte. Dominios invisibles: cuerpos feminizadxs e instituciones. ¿Porqué hablamos de cuerpos feminizadxs? ¿Por qué son invisibles estos dominios? Aproximación a una definición de lo indefinido. "Si la afirmación de beauvoir de que no se nace mujer, se llega a serlo es en parte cierta, entonces mujer es de por sí un término en procedimiento, un convertirse, un construirse del que no se puede afirmar tajantemente que tenga un inicio o un final. Como práctica discursiva que está abierta a la intervención y a la resignificación" (J. Butler – Género En disputa). Hablar de dominios es hablar de territorios. Hablar de “feminizadxs” es anticiparse a la disputa por el territorio que es el cuerpo, atravesado por deseos, producciones y componentes extraños. Un territorio bio-asignado al nacer pero que, en los términos de Butler, puede re-configurarse, mediante prácticas subversivas de la sexualidad. En el taller charlamos acerca de cómo los discursos penetran los cuerpos mediante el control normativo por parte de las instituciones (osea las normas). Analizamos cómo se invisibiliza, se lleva a la no-vida y a lo irreal aquellas corporalidades que transgreden su bio-asignación política. Mediante dominios que pasan desapercibidos, a veces, sin que deriven en una respuesta por parte de les oprimides. Entre los dominios invisibles que problematizamos en el debate encontramos: el acoso callejero a mujeres y trans, la “doble opresión” (osea una opresión aún mayor que la que solo trabajar) a la que nos someten los empleos bajo el hetero-capitalismo a las personas que no cumplimos a raja tabla con la norma del género: la risa (pasada como simpática o con fines buenos) por parte de los varones hacia gays putos lesbianas. El no ser escuchadas. La utilización sexual por parte del heteronormado hacia las disidentes (el clóset, osea, el sitio más invisible de todos), la violencia en el lenguaje las presiones la negativa y el ninguneo permanentes incluso en ámbitos híbrido-feministas (compartidos con ellos) donde se toca la "temática del género femenino" pero se condena al silencio las otras cuerpas violentadas, cual familias avergonzadas de su hijx que se maquilla. La pérdida significativa de privilegios (en un mundo forjado por el hombre blanco) por motivo de la práctica disidente de la sexualidad. Múltiples exclusiones y violencias que, aún siendo por motivos de género, no adquieren (a veces) la “representación” feminista ni la visibilidad merecidas por no tratarse de cuerpos bajo el sujeto fijo “Mujer”.


Segunda parte. Feminismo y disidencia. Representación feminista. Coaliciones marikas mostras lgbt trans. Nos hicimos la pregunta: ¿Qué tiene para dar la disidencia sexual al feminismo(s)? "Dentro del ámbito de las teorías feminista y postestructuralista francesas se cree que diferentes regímenes de poder crean los conceptos de identidad del sexo. (...) Foucault argumenta que la categoría de sexo, masculino o femenino, es la producción de una economía difusa que regula la sexualidad. (...) Wittig está de acuerdo con él cuando afirma que la categoría misma de sexo se anularía y, de hecho, desaparecería a través de la alteración y el desplazamiento de la hegemonía heterosexual" J. Butler. Wittig asegura con su bellísima frase que “las lesbianas no son mujeres” (ni les gays varones) Butler en ese sentido plantea que las prácticas homosexuales contribuyen a re-configurar el género. Género que nos asignan a todxs al nacer. Con premios y castigos para quienes la reproduzcan de manera más o menos fiel: y tanto más fiel, mayor legitimidad. Así en nuestro taller, finalizando sobre la hora, discutimos acerca de la necesidad de sumar al feminismo aquellas cuerpas castigadas por la norma pero que no siempre cumplen con la categoría estricta “mujer”: esto mismo planteó el problema de la Igualdad (“el fascismo de la igualdad obligatoria” dijo una marica) pues no se trataría ya de ser todas iguales frente a un varón abusivo sino de oponer a la hegemonía sexual/política, una multiplicidad, para nada estable, perfectamente mudable/fugable de su categoría, como aquel esclavx que aprende a lucirse de manera diferente y saber defenderse en un mundo hostil. También, aunque menos mencionado en el taller, se planteó el problema de “representación” en el feminismo: ¿el feminismo representa sectores marginadxs por la norma sexual? ¿cuál es el posicionamiento concreto para con las gays travestis drags putos lesbianas pansexuales intersex squizx maricas conurbanas? ¿Será posible articular sus luchas entre sí, sin amenazar la importancia de unas y otres al mismo tiempo de establecer un feminismo que abrace, contenga y no discrimine a todas estas formas heterogéneas? La lucha no tendría sujetxs fijos sino “identidades móviles” (de todo el arco iris y más colores también) que se vuelven imprescindibles al ser blanco de ataques por parte de la heteronormatividad, ante su potencia para fugarse del binarismo de género: lo que hace a la lucha más comprometedora e incita a plantear y poner antes que nada al cuerpo y nuestra práctica diaria: tanto más conjunta, menos marginal, ninguneada, menos invisible. Una gran tarea cuyo mayor logro puede llegar es el empoderamiento feminista y disidente.

Mikhail Vera, Mutante. Febrero 2016.


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