Visor
Campo Alaska José Javier Villarreal página 2 Mesa de novedades en Gandhi página 3 Alejandra Leyva Ángel Ortuño recomienda página 3 En librerías página 8
N.o 456
domingo 25 de marzo de 2012
Gisela Leal
El cambio en la generación Y
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TONATIUH FIGUEROA
MILENIO
A veinte años
La ballesta de Dios Carlos Rosas Página 4
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MILENIO
antesala
Teatro de Campo Alaska y sobre el narco El autor tijuanense desvela los misterios de la creación poética, una iluminación en la que se cifra el orden universal
A SALTO DE LÍNEA WORDPRESS.COM
POESÍA José Javier Villarreal
L Escena de En el centro del vientre
Braulio Peralta braulioperalta@yahoo.com.mx
E
l teatro es inseparable de la realidad. La dramaturgia tiene una vinculación estilística e histórica, hoy, mucho mayor que la literatura narrativa. Por ejemplo, desde la aparición en 1988 de De la calle, de Jesús González Dávila, en dirección de Julio Castillo, no se ha dejado de tocar el tema de las drogas en la escena mexicana; Crack, o de las cosas sin nombre, de Édgar Chías en dirección de Martín Acosta, de 2006, tiene similitudes que nos orillan a pensar en la importancia del teatro para entender un fenómeno contemporáneo que ha destrozado a miles de mexicanos, envueltos en la violencia del narcotráfico. O Contrabando y DeSazón, de Víctor Hugo Rascón Banda, dirigidas por Mauricio Jiménez y José Caballero respectivamente, piezas donde la cotidianidad de la gente común se ve desquiciada por el tráfico de drogas en regiones donde la policía también tiene permiso para delinquir. Obras espléndidas dignas de aparecer en una antología de literatura mexicana mientras que los críticos y ensayistas no contemplan a la dramaturgia, no observan que en el teatro se está representando una buena parte de nuestra realidad reciente con estilo y forma impecables. No es nuevo el tema de las drogas y el narcotráfico. Pero sí, y muy elocuente, su presencia en la dramaturgia nacional de las últimas décadas. Amarillo, con textos de Gabriel Contreras, dirigido por Jorge A. Vargas, nos lleva
a recorrer del sur de México a la frontera con Estados Unidos en un tren de carga; catorce mujeres del municipio de Amatlán de los Reyes, en Veracruz, conocidas como “Las Patronas”, dan comida y bebida a estos emigrantes que viajan clandestinamente a un destino incierto, los que caen en las garras del narcotráfico y terminan en fosas comunes como las de Tamaulipas. Dramaturgia de primera en un país de quinta. He escrito con vehemencia del trabajo de David Olguín y su pieza Los asesinos. Pero no había mencionado nada sobre la dirección y texto de Mauricio Jiménez en El asesino entre nosotros: las muertas de Juárez como inventario de lo que sucede en el desierto de Chihuahua, de la corrupción policiaca, del acallar a los periodistas, de la inmoralidad de las autoridades, del crimen como vida cotidiana. Textos —los de todos los aquí mencionados— recargados de poesía, esa literatura revueltiana de la que al parecer ninguno de los investigadores especializados se ocupa; la academia, menos. Alguien tendrá que escribir un largo ensayo teatral de y sobre el narco y las drogas en la escena nacional. Urge que el Centro de Documentación Teatral Rodolfo Usigli concatene, reflexione estas obras —y muchas otras, como En el centro del vientre, de Medardo Treviño— en un trabajo de investigación necesario para entender una realidad que nos azota hasta los huesos. Mencionar el tema, hoy, es apenas un repaso que quiere advertir una deficiencia de nuestra crítica especializada. v
os que dicen saber aseguran que la primera línea de un poema llega dictada por los dioses, después el poeta tiene que ir levantando el resto, excavando las zapatas, amarrando los castillos, trazando con la plomada ese pequeño horizonte que dará nivel a la construcción; tendrá que hacerse cargo del resto del poema, que es casi todo, y que escapa al orden divino. Sólo la primera, sólo el primer verso pertenece al reino de la inspiración, lo que sigue se mide con las tablas del hombre, con esas comparaciones y coincidencias que el poeta no se cansa de establecer; esas anécdotas, más soñadas que vividas, que, con todo y poema, a casi nadie interesan. Sin embargo, el poema está ahí acompañando ese primer verso, esa frase inspirada, dictada por el ángel —como diría otro poeta—, en esa oscuridad, en ese espacio tan solo que nos resulta el cielo cuando no hay luna ni estrellas. Pero de pronto aparece esa luz, ese lucero que ilumina nuestra pequeñez y nosotros, bajo esa luz tan intensa, nos sentimos todavía más solos, pero descubrimos esas otras estrellas, más distantes y pálidas —es cierto— y creemos adivinar figuras y constelaciones y nos vemos reflejados en ellas y la noche adquiere un sentido haciendo que el día se nos prometa menos hostil. El poema está ahí, en el cielo, brillando, con todos los materiales propios de la Tierra.
E
l traductor, poeta y ensayista José Javier Villarreal (Tijuana, 1959) presenta Campo Alaska, conformado por una centena de poemas que pueden verse como un diario en el que el autor vierte su mundo, sus lecturas y la crudeza de la vida para reflexionar sobre la soledad y las esperanzas del hombre. Editado bajo el sello Almadía, el libro —del que provienen los versos que aquí publicamos— comenzará a circular en los siguientes días. Villarreal es autor, entre otros, de los títulos Mar del norte, Bíblica y La santa. Ha sido reconocido con el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1987), el Premio de Ensayo Ángela Figuera (1988) y el Premio Nacional de Poesía Alfonso Reyes (1989). En su trabajo como traductor, destacan sus versiones de Ezra Pound, Manuel Bandeira, Czeslaw Milosz y Lêdo Ivo. v
MILENIO FRANCISCO A. GONZÁLEZ presidente · JAIME BARRERA RODRÍGUEZ director editorial · MARINA MIRANDA directora general de negocios · JORGE VILLARREAL comercialización · MIGUEL ÁNGEL PUÉRTOLAS jefe de información · ANTONIO NAVARRETE jefe de cierre editores: JORGE VALDIVIA G. ciudad y región · MOISÉS MORA negocios · IGNACIO DÁVALOS cultura · ELDA ARROYO mp · HUGO MERINO diseño · KALIOPE DEMERUTIS ocio · IRENE SELSER fronteras · HORACIO SALAZAR tendencias · JAIRO CALIXTO ALBARRÁN qrr y el ángel exterminador · SUSANA MOSCATEL hey! · FERNANDO TORRES circulación · NOÉ ANAYA producción ·
MILENIO diario b VISOR b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
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antesala Mesa de novedades en Gandhi
ALEJANDRA LEYVA
Ángel Ortuño recomienda Poeta Administrador de la Biblioteca Iberomaericana Octavio Paz LA INVITACIÓN Alejandra Leyva
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Selección de Gandhi
Un ángel impuro HenningMankell Tusquets Editores México Precio: $229 Gótico carpintero William Gaddis Sexto piso España Precio: $285 El club de los abandonados Gisela Leal Ediciones Alfaguara México Precio: $279 El lector de Julio Verne Almudena Grandes Tusquets editores
México Precio Gandhi: $229
El escondite de Grisha Ismael Martínez Biurrun Editorial Salto de Página España Precio: $263 Las batallas en el desierto (edición especial) José Emilio Pacheco Ediciones Era México Precio: $169 Yo fui Plutarco Elías Calles: la historia jamás contada Alfredo Elías Calles Editorial Suma de Letras México
Precio: $229
El canto de la alondra WillaCarther Editorial Pre-Textos País: España Precio: $707
HHhH Laura Binet Editorial: Seix Barral País: México Precio: $328 La Disculpa Francisco Martín Moreno Editorial Planeta País: México Precio: $298
EL LECTOR SE LLEVA ALEJANDRA LEYVA
interesante y estoy continuando mis lecturas con el autor.
eguramente en la rutina de Ángel Ortuño se encuentra el explicar. Antes que nada hay que recalcar que además de poeta desempeña el noble oficio de bibliotecario en la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz. Un gran escritorio de madera oscura. Miles de títulos rodeando las paredes. Ángel se encuentra en el gran mueble situado al inicio de los pasillos. Libros y usuarios; entre los visitantes se logra observar ancianos leyendo el periódico, estudiantes y otros más, prefieren una cálida lectura sin el sonido congestionado que brinda el Centro Histórico de Guadalajara. No hay novedades. Hoy ha sido un día tranquilo, sin embargo, un descubrimiento ha brotado de la nada: un nuevo título. “Hay varios libros de poesía cuya lectura me ha impresionado porque coincide con algunas líneas de indagación en el uso del lenguaje poético que me interesan. Me han resultado sorprendentes hasta
el momento. Podría referir el texto de Luis Alberto Arellano Atardecer en los suburbios, Nervio Náufrago de Laura Solórzano, el cual me lo topé en la Feria Internacional del Libro (FIL) pasada, montan híbridos concretos que son interesantes. Son opciones innovadoras. Las recomendaciones de amigos son mis principales horizontes sobre próximas lecturas. El hecho de poder indagar en los estantes de las librerías y en algunos casos ir sobre los autores que ya conozco, es en definitiva una búsqueda deliberada con un fin enriquecedor. Cuando deseo encontrar un título, ocurre que buscando los libros ojeo alguno y me topo con cuestiones interesantes para mí. Principalmente observo que el poema cuestione, ridiculice o distorsione las propias nociones que yo pueda tener en ese momento sobre la escritura reactiva e inestable. Incluso es difícil de concebir en algunos contextos, ponerle un membrete por naturaleza al texto. Ese tipo de trabajo me interesa mucho, ya que a mí como escritor me retroalimenta”, expresa Ortuño. v ALEJANDRA LEYVA
¿Cómo es que eliges los libros que lees? Me sujeto mucho a lo que me van recomendando, mayormente opto por lo que me recomiendan mis amigos.
¿Y cuál ha sido la guía que haz tomando en cuanto a las elecciones? Me agrada la novela de no ficción, me gustan más las historias que son fantasiosas a las reales. Tienen un tinte especial a si yo leyera sobre la revolución u otro hecho histórico, la mayoría son sobre relatos inexplicables y a mí me parece interesante la magia del escritor en estas temáticas.
¿Cuál título seguirá?
Carlos Ruiz 24 años En librería Gandhi
¿Qué título compraste? Hoy me llevo Tokio Blues de Haruki Murakami. (Tusquets, México, 2005, $259)
¿Porqué elegir a Murakami sobre la oferta de otros títulos? Acabo de leer otro libro suyo La casa del carnero salvaje. Me pareció
Creo que me iré por uno de Borges, no estoy muy seguro del título, mas sí me parece que debo también abarcar diferentes panoramas narrativos.
¿Cuántos libros lees al mes? Tal vez leo uno al mes, creo que depende del libro que elijo y la continuidad que le dé al mismo. v
"Las recomendaciones de mis amigos son mi horizonte", afirma
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de portada TONAIUH FIGUEROA
gínate, tenía a los clásicos rusos, tenía a todos los premios Nobel del siglo XX, y tenía otros clásicos pocos conocidos, como Panait Istrati. La cuestión es que el librero estaba donde la televisión, a mí me gustaba tirarme en el suelo a verla, pero donde me tiraba en el suelo, a un lado estaban los libros, entonces cada vez que daban anuncios yo agarraba un libro y me ponía a hojearlo, y luego de pronto me ganaba la lectura y dejaba de ver televisión y me ponía a leer, entonces se creó en mi la vocación de lector de una manera natural. Así fui adquiriendo el hábito de lectura, en la noche yo leía un buen rato antes de dormirme; muy joven, 12, 13 años, leí todo Don Quijote de la Mancha. Leía cosas difíciles que muchas veces no entendía, por ejemplo El diablo, de Giovanni Papini.
¿Y la escritura? A los 17 años me fui a Estados Unidos, de mojado, quería viajar. Cuando regresé, a los 19, lo primero que hice fue ir a la sierra a bajar cantera, a una zona que se llama El Amparo, que es una región minera. Me llevé Pedro Páramo, su lectura y el rencuentro con el lenguaje, volver hablar español después de dos años, y rencontrarme con el gozo de la lectura y de la prosa de Rulfo, fue lo que me disparó la necesidad de escribir.
Ya comentaste tus filias literarias, ¿qué autores no lees?
La Ballesta de Dios, de Eugenio Partida, recién ha sido publicada en la colección Clásicos Jaliscienses. Para el autor, esta edición revisada es la definitiva, a la que incluyó un nuevo capítulo final.
A los que no me aportan nada. A mí me gusta mucho el autor al que le voy a robar. El escritor es un pirata literario, claro, ya si eres copista o plagiario es diferente; pero ser pirata es robarte todo lo que puedas, al que tú estás leyendo es el maestro al que le vas a aprender todo lo que puedas. Sobre todo, cuando el escritor es joven, tiene que robarle al león macho decadente, tiene que ir a matarlo y sacarle todo lo que pueda. Los autores que yo no puedo leer son a los que no puedo robar nada, hay uno que particularmente me gusta mencionar, porque con ése mucha gente me odia, es Julio Cortázar; me parece que Rayuela es una novela que va envejeciendo mal y que Cortázar es un autor que, imitarlo, es un suicidio. Yo no lo recomiendo a los jóvenes escritores porque ya muchos lo han copiado, muchísimos, hay una degradación de lo cortazariano hasta el infinito, hasta la náusea, yo no lo leo.
ENTREVISTA
¿Quién sí te aporta?
"Previo a decidir ser escritor, fui lector", confiesa
Narrativa
Siempre he querido ser un novelista poderoso Carlos Rosas
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einte años después de su aparición, La ballesta de Dios vuelve a ser editada, ahora en la colección Clásicos Jaliscienses de la Secretaría de Cultura. Para su autor, Eugenio Partida, es un honor, así lo afirma, aparecer junto a sus maestros, en ese repertorio que suma a lo más destacado de la literatura de Jalisco. La novela terminó de imprimirse en noviembre del año pasado; es una edición de pasta dura, la portada fue diseñada por Avelino Sordo con una pintura de Davis Birks. Eugenio Partida nació un 15 de mayo de 1964, en Ahualulco de Mercado, Jalisco. Tercer hijo de una familia de canteros, creció labrando la piedra, oficio que lo llevó a la escritura, también a la escultura. En esta faceta, que abrazó en 1998, le gusta experimentar con la madera y el hierro; su obra ha sido expuesta en diferentes espacios artísticos de Guadalajara, pero también en Osaka, Japón. La vida de Eugenio Partida está teñida de múltiples intereses, además pinta, “para descansar”, confiesa. Nunca quiso ser torero, pero ama la fiesta brava, es “torista”, no “torerista”, lo que significa devolver la primacía al toro. Con esa determinación a favor del animal, escribe desde hace cuatro años una columna donde, su mejor faena, es esclarecer el arte y la técnica de los que presumen de valientes. La ballesta de Dios es una novela que remite a las crónicas de la Conquista de México, pero también es una narración polifónica en torno a Diego Mexía y su búsqueda de identidad; allí están las múltiples voces que, lo sabemos, manifiestan la indagación que hace el escritor de su propia existencia.
¿Qué es lo que queda de Ahualulco de Mercado
en Eugenio Partida? Muchísimo, porque la mayor parte de mi vida ha trascurrido en la provincia de México, entonces, mi forma de ser es la de un provinciano mexicano.
Juan José Arreola se describía de manera similar. Jalisco es un estado que ha producido muchos novelistas en el siglo XX, en el XIX no fuimos tan prolíficos en literatura, pero en el siglo XX la columna vertebral de la literatura mexicana es jalisciense. Hasta la tercera parte del siglo XX se la llevaron a México, con La región más transparente, la novela se convirtió en citadina. Mi formación como lector también es netamente local, mis máximas influencias fueron los tres grandes de Jalisco: Juan Rulfo, Juan José Arreola y Agustín Yáñez. Posteriormente descubrí, a través de las menciones que hizo Jorge Luis Borges de William Faulkner, y que también hace Juan Rulfo, un libro que se llama Luz de agosto. Entonces pude entender más o menos el proceso de cómo la literatura jalisciense viene de la literatura Norteamericana: Agustín Yáñez de John Dos Passos, Juan Rulfo de Faulkner. Hago la analogía de que Pedro Páramo es el Thomas Sutpen de ¡Absalón, Absalón!
El escritor que a mí me gusta es el escritor brillante, por ejemplo, me gusta mucho Mario Vargas Llosa, y no me gusta Carlos Fuentes. Vargas Llosa es un maestro de la estructura, entonces a él sí le puedes aprender de sus novelas, y eso es importante porque la gran novela es la que tiene construcción arquitectónica, es decir, que entrecruza capítulos, personajes, y va creando toda una estructura. El escritor lineal siempre será pobre, puede ser un gran escritor, pero siempre será lineal y será pobre; el escritor de ideas, como Fuentes, siempre será artificioso. Esas cuestiones me parecen muy importantes, en este momento estoy releyendo La guerra del fin del mundo y La casa verde.
Libros de Eugenio Partida
En los mapas del cielo. Fondo Editorial Tierra Adentro, 1990
Te puedo imaginar en Ahualulco, trabajando la piedra y urdiendo historias
La ballesta de Dios. Planeta, 1992
Previo a decidir ser escritor, fui lector. Da la casualidad que en mi casa había libros; había un agente viajero que le llevaba a vender libros a mi padre, se hicieron amigos, era un gran lector. Una vez mi papá le pidió que me trajera un libro, dijo: “tráigale un libro al niño”, y yo me quedé esperando, se creó una expectativa. Duraba dos, tres meses en volver, era muy borracho, se aparecía de pronto, y me llevó el libro, era Tom Sawyer, Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain. Ese fue el primer contacto que tuve con la literatura. Aparte de la expectativa que se creó porque el libro era específicamente para mí, me llevaron un gran libro.
La noche en Lisboa. Instituto Estatal de la Cultura de GuanajuatoEdiciones La Rana, 1999
¿Cuántos años tenías? No sé, yo creo ocho, diez años. Lo otro es que ese agente viajero le vendió a mi padre una enciclopedia que se llamaba los Premios Nobel de Literatura, eran todos los Nobel del siglo XX hasta 1964, creo; ima-
La Habana club y otros relatos. Joaquín Mortiz, 2002 La lejanía (un cómic jalisciense). Ediciones Arlequín, 2004 La otra orilla. Joaquín Mortiz, 2005 El lobo y otros cuentos. Rayuela, 2011
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de portada ¿Has tenido pleito con algún círculo literario, local o nacional?
Veinte años después
No, nunca.
La Ballesta de Dios
¿Tienes alguna ambición literaria? Siempre he querido ser un novelista poderoso, crear imágenes poderosas, crear situaciones poderosas, no quiero ser un escritor complaciente, fácil, caerle bien al lector, más bien me gusta retarlo. También que las imágenes sean fuertes, porque inevitablemente soy un escritor de fines del siglo XX y de comienzos del siglo XXI, entonces estamos, querámoslo o no, influenciados, muchísimo, por la imagen. El estilo narrativo que yo cultivo está lleno de imágenes, más que de ideas.
¿Por qué hacer una nueva edición de La ballesta de Dios? Me la ofreció la Secretaría de Cultura, en la colección de Clásicos Jaliscienses, lo cual constituye para mí un honor, porque en esa misma colección están los maestros Rulfo y Arreola, Agustín Yáñez y Mariano Azuela. Que una novela mía la incluyan en esa colección es un honor. Ellos me ofrecieron la publicación y yo les pedí hacer una revisión al libro; siempre quise en el proceso de la primera edición, que alcanzó cuatro impresiones en Planeta, cambiar un capítulo de lugar. Lo hice para esta edición y al hacer ese movimiento tuve que cambiar varias cosas, y le hice una Adenda, que es la parte final de la novela, esa parte es nueva. Considero que esta es la edición definitiva de La ballesta de Dios.
¿En qué momento sientes pasión por la crónica de la Conquista? Fue un proceso que no sé explicar. En mi casa estaban Las cartas de relación de Hernán Cortés, la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, y los diarios de Colón; leí esos tres libros y después, durante un tiempo, leí libros de la época, de una manera como leer novelas; después, leí una entrevista con Alejo Carpentier donde decía que, verdaderamente, lo real maravilloso viene de los cronistas de la época, entonces era para mí fascinante esa forma, como dice Carpentier, de nombrar el mundo, era el mundo nuevo. Al mismo tiempo aparece la cuestión espiritual, mi papá tenía tendencias ateas y mi mamá era sumamente religiosa, entonces nosotros vivíamos las dos cuestiones en la casa, había una especie de pugna, mi papá que renegaba de la idea de dios, que decía que el hombre debía tener la fortaleza para vivir sin un dios, y mi madre que era sumamente religiosa. Mis hermanas se llaman María Catalina y María Benigna, yo soy Eugenio María, mi padre nos ponía el nombre y mi madre nos ponía el María para que nos protegiera la Virgen. Esa contradicción espiritual la lleva el personaje de la novela, porque es una búsqueda de Diego Mexía, el protagonista, en la cuestión espiritual, mística; él es un rebelde en un proceso de búsqueda espiritual.
Eugenio Partida admite que esta es la edición final de la novela, ya que tuvo oportunidad de modificar algunas de sus partes FRAGMENTO
L
es vi, y así fue: el capitán muerto de un tiro sobre la nuca. Cornelio sobre la mesa con su rostro de bestia, su cuerpo de bestia y su corazón de hombre, destrozado a pistoletazos y los otros pasados a cuchillo, y abajo los hombres grillados miraron cómo caían una, dos, tres antorchas encendidas, y desesperados trataron de alcanzarlas, y gritaron, imploraron, y recordaron mis palabras sintiendo que mentí, que engañé, que no les salvé. Y Corcuera, con su casaca de sangre miró advirtiendo el tiempo cambiando, nublándose, y María dio un pequeño grito y pareció un segundo descompuesta de semblante al mirar al oriental arrancando las entrañas del cerdo de espinas. Una niña de convento maravillada y padeciendo la crudeza de la carne: la maraña de sangre y cartílagos y órganos al descubierto; la hermosa compadeciendo ruborizada los ojos tristes y muertos del animal y ajena, indiferente, al sufrimiento de los hombres devorados por el fuego en la nave. Y yo me sentí azorado ante la revelación de mi insignificancia, de mi pequeño corazón de hombre, de mi soberbia. Qué tortuosos Tus caminos, Señor. Cómo castigas a tus hijos pobres de alma como yo. Cómo juega y nos humilla la vida y nos vuelve otra vez niños, de no querer llevar más alta la cabeza para no ver el suelo como un abismo. Qué cansancio tan grande sentí; qué cerrada mi alma, qué negro mi pensamiento. Perdí la noción de mi ser, perdí todo lo de tantos años ganados en un instante. Estaba poco a poco, sometido por las circunstancias, volviendo a ser aquel que fui que creí y abominé no sería nunca más. De estar
Yo me sentí azorado ante la revelación de mi insignificancia, de mi pequeño corazón de hombre, de mi soberbia
de rodillas con mis ojos cerrados y con los brazos en cruz caí sobre la arena, caí sobre el día entero, desmadejado. Y sentí después un chorro de ron en mi rostro, y ellos me rodeaban llamándome santurrón, y tomado de brazos y pies fuéronme a llevar a la orilla y me arrojaron sobre las olas carcajeándose, y mi locura, mi pobreza, pues deseaba vengarme en ellos, hacíanme sentir triste papel, la más leve f?lama podía quemarme, el más leve rasgón partirme en dos. No quería volver a ser aquel que fui y mi furia, Señor, me traicionaba. Un viento vigoroso levantó grandes lenguas de fuego en los palos del navío que ardía, y volví atrás, hasta mi casa de infancia: una mañana perdida en la memoria, los pájaros callaron en sus jaulas en la pared de piedra; los perros callaron sus ladridos y echáronse bajo la mesa, asustados, y el mundo fue oscureciéndose por el eclipse, y todos los animales, desconcertados, padecieron por un instante el terror de las eternas sombras, y mi madre advertía que no miréis que sabidamente os quedáis ciegos… y miré, no pude resistirlo, y miré hacia el cielo donde no vi nada. Sólo sentí una sombra fugaz y el silencio mortal, y luego otra vez la luz brillante, su fuerza, doliéndome, y pensé en Dios, en el Creador de ese sol, esa luna, ese cielo y esos animales callados por el miedo y vueltos lentamente a cantar agradecidos que no se acabe la vida, el mundo, y pensé en él como algo inescrutable, desconcertante, omnipotente, maravilloso… Érase ya noche. Tirado en la arena vi a ras de mi vista un ejército de diminutos cangrejos, y atrás dellos, allá en las aguas, la nave seguía ardiendo, el palo de mesana abrazado de fuego se doblaba en silencio. Y en la arena érase el silencio. Alguien robaba la voz, un eclipse de ruidos. Tragados los ruidos quedaba sólo el espantoso silencio para oír claramente desde la mar el rumor de lamentos callados de las almas aban-
¿Hay un ánimo moral, de hacer justicia, en La ballesta de Dios?
TONATIUH FIGUEROA
Yo creo que es, más bien, la sensación de la aventura maravillosa de la conquista. Incluso también en las cuestiones de la crueldad y del sinsentido de la avaricia disfrazada de conquista espiritual, y del deseo de transformación para el bien, que en realidad ocultaba simplemente la ambición. Todo eso, me parece, está envuelto en un halo de gran aventura, de aventura épica.
Tu novela es una gran obra coral, con un solista, Diego Mexía, pero hay una voz de acentos enigmáticos: María Corcuera, ¿qué puedes decir de ella? Para mí, más como hombre que como autor, es la atracción por la mujer misteriosa y con una gran personalidad; es un boceto de personaje porque nunca la llegamos a conocer bien, pero es misteriosa y el misterio siempre es fascinante. Para mí, es una mujer muy atractiva porque era cruel, asesina, era una mercenaria, y al final es una mujer devota de Diego Mexía, pero no sabemos hasta dónde llega esa devoción o por qué sucede todo eso; incluso, nunca sabemos si verdaderamente ellos llegan a tener relaciones o algo más allá. Para mí, envuelve ese misterio que son todas las mujeres, que nunca termina por develarse bien. v
donando los cuerpos devorados por el fuego. Brasas. La gran fogata en la playa apagándose. Entonces los vi, eran ellos: estaban desnudos, con las piernas metidas hasta las rodillas en las aguas y la noche. Contra la silueta de sus cuerpos quemábase la nave Trinidad, y su resplandor hacíales parecer seres virtuosos envueltos en resplandor divino. Tomados de la mano miraban el incendio; arrojábanse agua como niños, corrieron; distinguí los senos pequeños y duros della; retozaban como bestias en celo; se besaban en los labios, se acariciaron con pasión hasta quedar tirados más allá, uno encima del otro, idénticos, rubios, perfectos, que sólo por el acto mismo distinguíase cuál era el macho. Volteé hacia atrás y lo que vi entonces sorprendióme aún más: los hombres yacían en posturas grotescas, desmadejados en la arena, las mismas posturas sin gracia en que terminaron su borrachera; todos, y el niño mulato también, miraban cautivos, sin hablar, con los ojos nublados como si estuvieran dormidos, a los gemelos amándose a sí mismos el uno al otro. v
La novela se reedita en una colección que incluye a Rulfo, Arreola, Yáñez y Azuela
VISOR
Del abandono hacia el cambio
Gisela Leal es la autora revelación de Alfaguara. Tiene 25 años y una opera prima, El club de los abandonados, que ha sacudido a sus lectores. Aquí una breve charla con ella Dalia Zúñiga Berumen ALFAGUARA
ENTREVISTA Santiago Roncagliolo te refiere con Xavier Velasco, Junot Díaz y Bret Easton Ellis, ¿qué te genera personalmente esta afirmación? Me hace mucho sentido, a los tres, desde antes de que dieran este punto de vista, ya los había leído. En verdad me interesaba el hecho de que un escritor que lee la obra sin tener un antecedente de mis lecturas, me relacione con las mimas, me gusta la idea de que al final de cuentas me pueda conectar con un estilo de lectura como Gisela lectora me gusta; de los tres he disfrutado mucho sus creaciones.
¿Cuáles son otras de tus lecturas? La influencia más importante si no es que total, es por parte de literatura estadunidense, internacional en general, no es tanto latinoamericana ni mexicana, como referencia Martin Amis, definitivamente uno de los clásicos es Fitzgerald, contemporáneos Bret Easton Ellis, y no tan contemporáneos Joyce, Salinger, de ese estilo.
Te dices dudosa de pertenecer a la generación Y, ¿qué piensas de la generación X? Sí me enfocaría más en la que vivimos. Tenemos la responsabilidad y la hemos asumido, la conciencia de que contamos con todas las herramientas para marcar una diferencia, estamos concientes de que toda insatisfacción que experimentamos puede ser modificada, no somos yuppies estancados en el rechazo, somos personas que rechazamos cosas, pero buscamos cómo cambiar lo que nos molesta. Siento que esa es la diferencia más importante que hay entre nosotros [generación Y] y la pasada [generación X], definitivamente cada generación tiene la capacidad de quejarse de lo que no nos gusta, la diferencia es que en este caso estamos concientes de que no se requiere mucho recurso, de una fortuna, de tantas cosas para crear una revolución, contamos con herramientas que afortunadamente nos han dado, este social media que nos enriquece sin tener que pagar por él, sin ser tan poderosos materialmente, sin embargo crear mucho ruido, nuestra generación se basa en eso, tratamos de modificar la realidad actual.
“Gisela Leal sabe de pop como Xavier Velasco, derrama veneno como Junot Díaz y mira a los ricos como Bret Easton Ellis. Su novela El club de los abandonados es un debut potente y una patada al cerebro” Santiago Roncagliolo Antes que nada se me hace interesante la pregunta, siento que hoy en día caer en un lado feminista o masculino ya no cabe, son hombres que tienen una sensibilidad estética bárbara, muy sensibles hacia la belleza, el arte, lo visual, especiales en cuanto a gustos y demás. Va más allá de géneros, es la libertad de cada quien de buscar, sentir y desear cualquier cosa independiente de lo que se considere masculino o femenino.
¿Por qué Monterrey, qué percepción tienes de esa sociedad, qué diferencias le encuentras con el resto del país? Nací en Monterrey, pero por donde viví en mi infancia me considero de Cadereyta Jiménez, Nuevo León. Los personajes son de ahí pero no se encierran, las primeras páginas y las últimas ocurren en Monterrey, sin embargo toda la historia es en
Tus protagonistas son hombres, ¿cómo reflejas ese mundo masculino?
diferentes ciudades. Por la experiencia en Cadereyta, Monterrey y luego en otras ciudades estudiando, me he dado cuenta de que independientemente de qué tan chica o como pueda ser una sociedad, la esencia humana es la misma, realmente no es una crítica a la sociedad regia, parte de ahí, pero trata de mostrar una idea de la sociedad, ni regia, ni mexicana sino global, no sólo por parte mía, actualmente cualquier persona que analiza grupos tiene que recurrir a toda una serie de escenarios globales, todos terminamos siendo igual.
La novela es larga, ¿cuánto tiempo te tomó escribirla, tenías proyectos a la par?
El club de los abandonados, invítanos a leerlo. Antes que nada, te dijera que si disfrutas el medio ambiente en el que vives, la etapa en la que estamos viviendo, fluir, posiblemente la novela sea compatible con tu vida, esta ligereza y una fluidez de desde mi punto de vista compatible con lo que nos rodea. No se necesita una pesadez literaria ni una Real Academia de la Lengua que te explique palabras complicadas, más que nada es el hecho, todo este beneficio que como sociedad global estamos experimentando, tenemos mucha infamación, mucha calidad, cada vez hay más personas que creen en sus ideales, eso va muy compatible con la obra en su arquitectura literaria. Por otro lado si eres una persona que se cuestiona lo que le rodea, lo que la mantiene confundida e insatisfecha probablemente también te interese la novela, hay mucha critica social y política, pero no algo puramente crítico sino una historia, si eres una persona que trata de entender más, te identificas.
La autora celebra la acción de la generación Y
El club de los abandonados Gisela Leal Alfaguara México, 2012 608 pp
Mercadotecnia en el Tec, ese era mi proyecto paralelo a esta novela, mi prioridad era la carera. Me gusta hacer las cosas con calidad, sí traté de que mi carrera saliera lo mejor posible, empiezo a escribir la novela a los 18 años y se termina a los 22, con largos lapsos de dejar de escribir. Empezó como una necesidad, comencé a experimentar soliloquios muy constantes que no me dejaban en paz, que me orillaron al insomnio, ves una película y no te duermes, lees y no te duermes, pensé los soliloquios los voy a poner en palabras, pero al mismo tiempo después de un rato el tiempo, qué pereza que tantas horas se han consumido en esto, hay que darles forma, ahí es cuando decido que probablemente pueda ser una novela con más estructura y me dirijo hacia Felipe Montes, mi maestro de literatura de la prepa, voy con él a su taller, no les gusta a ninguno de los talleristas, me dan a entender que guarde mis cosas y me vaya. Pero a mi maestro sí le gusta, y me dijo ‘tienes muy claro lo que quieres, muy estructurado’. Tanto así que mejor decidió él trabajar directamente en mi proyecto; en todo el proceso tallereamos la novela. Sí después de 15 negativas no hubiera existido el sí de Felipe, no hubiera seguido. V
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varia FRANCISCO MATA ROSAS
ESPECIAL
Barda noche
No te conviene escribir crítica
La frontera de Francisco Mata Rosas
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Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
H
ace años mi editor me dijo: “No te conviene escribir crítica. O eres crítico o eres novelista”. Me lo dijo con buena intención. A nadie agrada un poeta o narrador con opiniones, ideas, posiciones. Poetas y novelistas se ven más bonitos calladitos. Lo mismo sucede con los artistas. Los artistas que poseen un discurso acerca del arte no son bien vistos por los críticos de arte. Mucho menos los que tienen un discurso sobre su propia obra. Vuelven innecesarios a los críticos de arte. En mi caso, comencé escribiendo poesía y narrativa, y cuando me di cuenta que los críticos mexicanos no entendían la poesía y la narrativa que a mí me apasionaba y parecía relevante, me hice crítico. Pero ser un escritor “creativo” y ser un escritorcrítico no es algo que te convenga. Lo pagas. Los lectores y los críticos tenderán a pelearse con posturas y alegatos. Al estar en desacuerdo contigo, tu obra “creativa” será vista con recelo. No pueden soportar que un creador sea también un creador de discurso crítico. Eso afecta, especialmente, a los artistas contemporáneos que, a veces, para intentar sortear esta situación se refugian en la vieja figura del artista que lanza sentidos que toca a otros descifrar. En el fondo, muchos críticos culturales lo que buscan es un Buen Salvaje que explicar. Un Buen Salvaje que no pueda explicarse: un “bárbaro”. No desean un sujeto de diálogo sino un objeto de estudio.
Y cuando el “salvaje” tiene un discurso (responde), entonces, resulta un Mal Salvaje. Calibán. Ese Calibán que Shakespeare soñaba que, al final de la historia, volvería a obedecer a Próspero, al Amo. ¡Como Lugones también ansiaba! Sueños colonialistas, por supuesto. Calibán no obedece. No es una bestia o semi-pez (inconsciente). Calibán es el otro que desacata. Tiene su propia voz. A veces me preguntan qué sigue en la literatura latinoamericana y, en general, qué sigue en la historia de ese sujeto llamado “escritor” o “artista”. Lo que sigue no es un sujeto sino una conversación, es decir, una conversión de más de uno. Lo que sigue es abandonar esas viejas funciones en que hay un creador que hace obras y hay otro que las categoriza, explica o define. Lo que sigue es que se acabe la comodidad de los “creadores” en ser objetos. Lo que sigue es que los analistas dejen de ser Indiana Jones. Pero estos fines —ya próximos— son apenas el inicio. Lo más importante es que los consumidores, los “lectores”, el “público” abandonen su propia comodidad y asuman su parte en el proceso de producción, que, por cierto, no es hacer “obra” sino hacer diálogo. La literatura y el arte partieron de la diferencia entre objeto y sujeto. Fueron hechos para ser “objeto”. Esa diferencia se está viniendo abajo. En este siglo todos los roles culturales serán modificados. V
Magali Tercero http://magalitercero.arteven.com
Imaginario En el imaginario colectivo (y en la vida real) toda frontera es la misma cosa: una línea imaginaria que señala dónde comienza y termina un país para encontrarse con otro inmenso mundo ajeno. Francisco Mata Rosas (1958), extraordinario fotógrafo de la cultura urbana, lo sabe bien. Por eso eligió hacer un retrato acucioso a lo largo de los tres mil kilómetros compartidos con Estados Unidos. Porque intuye, como Borges, que no nos une el amor sino el espanto. Construcciones, bardas, edificios, animales y objetos están retratados en la exposición-homenaje del Festival Internacional de la Imagen 2012 (FINI) de Pachuca, Hidalgo, el 19 de abril. “La línea” cuenta con imágenes excepcionales, listas para habitar el territorio frágil de la imaginación. Por ejemplo, el mural políptico sobre pertenencias de los migrantes caídas en el trayecto rumbo a Estados Unidos. ¿La huida? Quien tiene que asumir el riesgo de morir para instalarse en un país donde Sí Va a Encontrar Trabajo (con mayúsculas) está huyendo del monstruo de mil cabezas del subempleo y del hambre. Y qué mejor que partir de elementos como dichos objetos o como los dos perros solitarios, casi gemelos, captados en distintas fronteras. Mata es, pues, un artista contemporáneo. Se atreve desde el conocimiento y desde la intuición estética a edificar una visión actual de las cosas. Saul Bellow ya dijo en su correspondencia personal que permanecer en el pasado es no tener fuerzas para vivir. Renovarse o morir. Por ello aquella su serie clásica sobre la Semana Santa forma parte del inconsciente colectivo del DF. Por ello, muy pronto, su frontera se integrará a nuestro imaginario urbano, no importa cuán desérticas sean ciertas regiones. En aquellas fotografías realizadas durante los años noventa en los balnearios saturados por quienes se quedaron en casa, aparecían los habitantes de Chilangolandia “aglomerados” en las albercas. Como si en lugar de subirse al Metro hubieran decidido abordar un submarino. Algunas de las fotos de la línea me hicieron recordar la huella del guante mencionado por Juan José Gurrola en un texto sobre Duchamp. Tanto como las manchas de sudor retratadas por Gabriel Orozco en los respaldos de las sillas de una estación. Pero también me devolvieron la imagen de un guante caído en la vía pública hallado un día de caminata obsesiva y alegre por Londres, mi segunda ciudad del alma. Al guante lo vi como un pequeño y cálido tejido. En
Festival Internacional de la Imagen 2012 La línea (exposición-homenaje de Francisco Mata Rosas) Inauguración: 19 de abril, 2012 Universidad Autónoma del estado de Hidalgo Av. Universidad s/n., colonia Jaltepec, Pachuca de Soto, Hidalgo sus dedos de estambre estaba contenida toda la humanidad de su dueño, un ciudadano cualquiera que no imaginó lo que provocaría en otra transeúnte sensible a ese tipo de presencias urbanas. Frisco Hablar de ciudades del alma me conduce a San Francisco, mi tercera ciudad. En el aeropuerto de Frisco respondí hace tiempo un interrogatorio grosero: “¿Pagó el boleto tu novio? ¿Vienes a América a quedarte? ¿Y el dinero?”, gritó el menudo oficial pelirrojo mientras olisqueaba lo que imagino consideraba basura migrante: un lipstick rojo, un desodorante diminuto. Lo mismo hizo con los apuntes de una libreta personal. Historias aparte las fotografías de Mata en ese No Lugar específico de la frontera se me han vuelto importantes porque me remiten a la desprotección permanente que experimento en la aduana del Imperio. Poder Como parte de su reingreso al Sistema Nacional de Creadores de Arte, Mata indaga sobre un concepto político impregnado de Poder con mayúsculas. Por eso no hay gratuidad en los bustos de Jesús Malverde o en las bardas atiborradas de cruces de la muestra. Bernard Reitel y Patricia Zander hablan de nuevas pistas de investigación sobre la frontera causadas por la crisis de los Estados y la emergencia de nuevos poderes. “Se puede sugerir que […] la representación clásica de la frontera (la línea) cambia completamente [y] proponer nuevos modos de representación […] en formas inéditas”, escriben estos especialistas. ¿Por qué no considerar estas formas inéditas, los objetos abandonados por ejemplo, asunto esencial de este gran narrador de la vida urbana cuyas imágenes se presentan en países tan disímbolos como Chile u Holanda? Si pueden vayan a este festival dedicado a la migración, con Estados Unidos como país invitado, entre el 19 y el 26 de abril. V
08 b domingo 25 de marzo de 2012
en librerías
La tejedora de sombras
Río subterráneo
Jorge Volpi Planeta México, 2012 275 pp.
U
na sociedad timorata, concebida para la insatisfacción femenina, es el marco ante el cual Christiana Morgan escenifica su rebeldía, el tema central de esta novela con la que Jorge Volpi obtuvo el V Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América de Narrativa 2012. Se trata de un personaje extraído de la realidad al que la depresión conduce a explorar los caminos del psicoanálisis y la psicología analítica y, sobre todo, las enseñanzas de Jung, el único que parece darle sentido a su angustia. No hay duda de que en su andar se concentran más de cuarenta años de lucha contra el hastío marital y a favor del derecho de las mujeres a pensar libremente y, por encima de cualquier consideración, al disfrute sexual. Entre intimista y erudita (se nota el trabajo de investigación), La tejedora de sombras se mueve con naturalidad por los terrenos donde el individuo pugna por liberar sus emociones.
Cuéntame una historia
Josu Iturbe SUMA México, 2012 288 pp.
E
chando mano de personajes ya fatalmente asociados al género policiaco —un detective, un terrorista vasco, una bella sinaloense, una banda de motociclistas, un grupo de sicarios, un barón de la droga—, Río subterráneo cumple al menos con la obligación de divertir y mantener la trama en suspenso. Lo que sin embargo parece su mayor fortaleza es el modo en que ha logrado adaptar libremente las llamadas profecías mayas sobre el fin inminente de un ciclo estelar. Así es: con el 2012 hemos topado, con todo y sus referencias a inmemoriales civilizaciones de origen extraterrestre y a un antiguo saber que permanece oculto, a la espera de un conjuro revitalizador. Hay que decir que en estos tiempos que corren muchas novelas se parecen cada vez más al cine y a las series de televisión. Río subterráneo no teme hacer visible esa intención: se complace, como suena obvio, en el atractivo de la acción.
El teatro de ahora
Carlos Goñi Ariel Barcelona, 2011 239 pp.
S
uponemos que el profesor Goñi conoce el libro que el escritor francés Jacques Lacarrière le dedicó al tema (En cheminant avec Hérodote, 1981), pero no quiso decirlo; el subtítulo de su libro —Un paseo por el mundo antiguo de la mano de Heródoto— sigue la traducción que se hizo en México: De paseo con Heródoto (FCE, 1986). Pero, en fin, ya los estudiosos establecerán las diferencias entre ambos. Lo importante en estos desmemoriados tiempos es la recuperación que se hace del llamado “Padre de la Historia”, quien escribió su Historia o Historias —a Goñi no le interesa el número gramatical que se use— para “que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los bárbaros, no caigan en olvido”. El autor ordena los episodios cronológicamente y su aportación es el comentario final que hace a cada uno de ellos con el título de “Maestra de la vida”, siguiendo a Cicerón.
Israel Franco y Antonio Escobar Delgado (coord.) CITRU/ INBA/ Conaculta México, 2011, 380 pp.
E
l grupo Teatro de Ahora, dirigido por Juan Bustillo Oro y Mauricio Magdaleno, representó en la década de 1930 un hito en la escena mexicana. Proponía una dramaturgia de carácter político y surgió con la idea de representar la realidad posrevolucionaria en nuestro país. Bustillo y Magdaleno problematizaban y criticaban las condiciones sociales, la crisis económica, los movimientos internacionales y las diversas formas que iban adquiriendo los gobiernos. El movimiento deseaba llenar el hueco crítico que existía entre los dramaturgos de entonces y buscar respuestas a las necesidades urgentes. El teatro de ahora. Un primer ensayo de teatro político en México reconstruye el desarrollo de este proyecto, analiza las piezas que formaron parte de él y reúne los discursos pronunciados por ambos promotores con un fin documental, pero también para dar cuenta de la actualidad de su visión política.
RÉPLICA
Miklos 9000 se pronuncia David Miklos
S
i uno lee con atención las columnas de Heriberto Yépez bautizadas como “Archivo hache” —larga vida a la auto-referencia— y publicadas los sábados en el suplemento Laberinto del diario Milenio, se dará cuenta de que lo que más le preocupa al escritor de Tijuana no es tanto lo que se hace en la república mexicana de las letras sino lo que no se hace. Es raro encontrar nombres en los textos de Yépez: sus críticas y reclamos son en general y a granel, no en específico y con denominaciones claras. Esto, sin embargo, ha cambiado en las últimas semanas, en las que Yépez se ha ensañado con Luigi Amara y también nos ha ofrecido una lista —o un palomeo, recurriendo a su modo de ver las cosas— de lo que él considera narrativa de valía. En su entrega más reciente, Yépez me llama guardaespaldas del pre-canon y, sin detallarlo, me describe con un marcador en mano, poniéndole taches y palomas a la literatura que leo, así como hacía el profesor que enviaba a la señorita Cometa a la Tierra (y se me perdonará esta referencia, que muchos lectores,
sobre todo los más jóvenes, no entenderán). Si atiendo lo dicho por Yépez en su dictamen sobre el estado de la reseña mexicana actual, yo no tengo derecho a escribir reseñas (en sus palabras: no puedo escribir reseñas) y, siguiendo su derrotero argumentativo, lo único que me queda es ser una especie de ISO-9000 de nuestras letras, es decir, alguien que, sin más, imprime un sello de control de calidad en la portadilla de las obras leídas y apreciadas. Obras que, de acuerdo con Yépez, están escritas bajo el influjo de lo postnorteño, otra de sus mafufas y polémicas y cantinflescas acuñaciones, que muchas veces llaman a la risa y, a ratos, invitan al cuestionamiento: ¿Yépez lee todo aquello que critica o nada más critica a aquellos que leemos lo que a él, desde su atalaya en Tijuana, considera de poco valor o tradicional o en declarada guerra con lo que él considera valioso y trascendente, sea lo que esto sea? Sería interesante que nuestro hombre en la frontera última de México, capacitado para escribir reseñas, las escribiera —él que sí puede, ya que es tanto académico como escritor con una larga lista de libros publicados (aunque luego, ay, no citados ni mentados)—, en vez de comentarlas de paso y, él también, con un marcador rojo en mano, listo para imprimirle su sello de Yépez 9000.
Un recorrido por la memoria RESEÑA Claudia Guillén
E
n Nobleza obliga: Semblanzas, recuerdos, lecturas, José Woldenberg recoge un buen número de los ensayos sobre los que ha construido no sólo su ejercicio cotidiano sino también su memoria. Si bien ha destacado como un politólogo que, entre otras cosas, fue pieza fundamental en la conformación de Instituto Federal Electoral, Woldenberg también ha incursionado en la escritura de ficción, como es el caso de su novela Las ausencias presentes (Cal y Arena), donde un anciano y quien lo entrevista entretejen la historia alrededor tanto de la rebelión cristera como del Holocausto, adentrando al lector en la historia de un emigrante judío polaco que arriba a nuestro país en 1922 y los hechos que han conformado su vida. En Nobleza obliga…, el también autor de El desencanto saca a la luz una serie de registros de, como ya dije, lo que ha conformado su memoria y, por qué no, su imaginario. El volumen es una suerte de geografía política y cultural, no sólo del autor sino de quienes como él nacimos en la segunda mitad del siglo pasado. En el prólogo, Woldenberg explica que se trata de un reconocimiento a distintos personajes de la vida nacional que han aparecido a manera de colaboraciones —desde el 2004 al 2011— en diferentes espacios, ahora divididos en tres apartados según su relación temática. “Historias del sueño democrático” abre con un ensayo motivado por la muerte de Arturo Warman; en él Woldenberg lleva a cabo la revisión de algunos puntos nodales del pensamiento de Warman para establecer lo que debería ser una relación de respeto con las comunidades indígenas del país. El apartado que dedica a Carlos Castillo Peraza hace un recorrido por la amistad que los unió, más allá de ciertas diferencias ideológicas: ambos compartían la idea de la democracia, y ello fue más que suficiente para construir una relación sólida, cargada por el respeto mutuo. Otras páginas se dedican a Carlos Pereyra y su idea de la democracia desde la izquierda; en ellas Woldenberg realiza un homenaje a uno de sus grandes mentores. Y con una semblanza de Adolfo Sánchez Vázquez nos entrega la imagen del gran maestro que conjuntaba una
José Woldenberg Nobleza obliga: Semblanzas, recuerdos, lecturas Cal y Arena México, 2011 264 pp. ética clara, la experiencia del exilio republicano y el compromiso de mostrar una postura política acorde a sus principios. Otra imagen es la de Rafael “Fallo” Cordera, compañero del autor en muchas cruzadas emprendidas juntos en lo político, en lo personal, en lo privado y en lo familiar. Reflexiona sobre Gilberto Guevara Niebla a partir del libro de su autoría La libertad nunca se olvida: memoria del 68. También nos encontramos con Enrique Krauze, como un hombre que ha recobrado el diálogo entre diferentes personajes del pasado y del presente; con Octavio Paz, como el gran actor en el movimiento del 68, tras su renuncia a la embajada en la India; con Luis H. Álvarez, como uno de los mayores ejemplos demócratas entre los panistas; o con Miguel Ángel Granados Chapa, como un periodista de la memoria. En “Islas de raíz de lectora”, Woldenberg establece su canon literario y nos habla de quienes de una u otra forma han marcado su propia tradición literaria. A saber, Carlos Monsiváis, Chesterton, Philip Roth, Hamlet, José Emilio Pacheco, Norman Mailer, Arthur Miller, Pitol y El corazón de un gitano, por mencionar a algunos. Y en “Memoria de la luz y de la sombra”, combina ensayos tanto sobre personajes como acerca de algunas obras: Pedro Armendáriz, Canoa, Alfonso Reyes y el cine, Ingmar Bergman... Sin duda, Nobleza obliga… es una compilación por demás rica y muy bien escrita que fundamenta la estética y el conocimiento de “lo otro” y “los otros”, lo que permite al lector adentrarse en universos francamente apetitosos. v