Visor 05-Ago-2012

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Visor

N.o 475

domingo 5 de agosto de 2012

La poesía insondable de Juarroz Mario Eraso Página 4 especial

Virgilio Piñera Julio Ortega • César López Página 6

MILENIO


02 b domingo 5 de agosto de 2012

MILENIO

antesala

Ishibumi

Del escrito esparcido

El lenguaje es una trampa, el mundo no es lo que parece ser; son certezas con las que el escritor jalisciense recrea el latir diario en los siguientes versos Escolios especial

poesía

León Plascencia Ñol

Fotografía saturada de color

C

aminamos en futuro. El lenguaje es una huella de arenas movedizas. El árbol que vimos es una representación o un pequeño trazo hecho con movimientos leves. El poema, dices, es un urogallo asustado, tu cuerpo en la bañera, tu boca detenida en un objeto y el agua hirviendo. ¿Recuerdas los colores estridentes de la iglesia, los mayordomos con chalecos de peliwey, los cohetes minúsculos de los niños minúsculos? Hay esperanza y óxido en el abrazo.

Cold drink

C

ardúmenes en un mar estacionado en la pupila ayer escucho el latido breve de la tardanza no diré frases falsas dices no diré una palmera un valle de palmeras quietas no vuelvo el agua es un reflejo celeste lugares comunes el poema es el acceso a lo oscuro un lugar es mucho más que lenguaje luz miro la planta enorme de romero el camino de grava las puntas solemnes del agave tienen una franja casi azul casi evidente todo es quietud tu brazo el abrazo dado un respiro de evidencias ya está no basta el lenguaje las flores evidencian un fracaso estructuras entre bordes voy a sumergirme despacio el mar tiene corrientes peligrosas y la parvada de pelícanos forma una línea paralela a la del horizonte vuelvo a escribir para dejar un rastro el poema no tiene rojos tu abrazo de madrugada el pecho congestionado es mucho más que lenguaje espero una respuesta las olas son un azul distante se fractura la distancia ya no hay más quise escribirte una carta al Himalaya nada de nieve en estas líneas una franja de luz la distancia recuerdo frases de la película ya no estoy ya no voy tomaré un trago por ti dicen las voces quisiera poder describir el valle extenso de palmeras los verdes que observo desde la carretera una curva el auto detenido no sé por qué recuerdo a Baker una trompeta espera son rastros y humedad mis dedos están cubiertos de arena ya no está la frase se esconde aquel niño nadie avanza el pensamiento es una fractura no volveré no puedo quitarme la luz todo es una franja quizá debería fijarme en la línea amarilla de la carretera las señales pero el corazón engaña sólo son cicatrices lo que queda de nosotros miro cuatro cabañas un estero una regadera hay más voces no necesito sobras de lenguaje estás aquí ya lo sabes las nubes no esperan algo se abrió tienes una herida no sé de dónde vienen estas líneas no hay fracaso hay nieve pero algo es falso el lenguaje reconstruye la porción de mar que miro ahora voces en alemán una sequedad de rastrojo quisiera violentar los amarillos del paisaje ya no vuelvo toda construcción melancólica tiene un rasgo de impostura recuerdo esos versos de Celan Tú fuiste mi muerte sólo te tuve a ti cuando todo se me iba no es momento de reconvenir hay rastros fiebre casi un fracaso no puedo descifrar los límites es tan extraño describir este paisaje mezclo evidencias podrían hacer un sitio seguro no raspar el lenguaje el mar abierto hay corrientes no te recomendamos nadar bajo su propio riesgo dice la voz nada es así voy es demasiado está bien.

P

oeta, narrador y editor, León Plascencia Ñol (Jalisco, 1968) es autor, entre otros títulos, de Bitácora de anunciaciones (Universidad Nacional de Colombia, 1998), Enjambres (FCE, 1998), El árbol la orilla (Canadá-México, 2003), Zoom (Aldus, 2006) y Satori (Conaculta, 2009Era, 2012). De Ishibumi, libro inédito, provienen los poemas que aquí publicamos. Plascencia Ñol ha dirigido diversas publicaciones y es director de filodecaballos, editores. Ha hecho residencias artísticas en Colombia y Corea del Sur. Ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2005, el Álvaro Mutis (México-Colombia) 1996 y el Premio Iberoamericano de Poesía Jaime Sabines para obra publicada 2010 por Satori. Ha sido guionista de televisión y está traducido parcialmente al francés, inglés y portugués.

Armando González Torres

U

n mesero, sujeto al estresante trabajo de quedar bien con beodos, cada vez que siente que no puede aguantar más la altanería de los clientes y la mezquindad de los patrones, acude a un poema que recortó de un libro (ya no recuerda cuál) y guarda en su cartera. Un día comparte este poema con sus compañeros de trabajo. Uno de ellos, muchacho culto, futuro escritor, reconoce el célebre poema y expresa su entusiasmo por el autor, pero el mesero lo ataja: ese poema no tiene autoría, no pertenece a nadie, es más, ni siquiera es un poema, es una oración, una oración que debe repetirse ante la adversidad y el hartazgo. Esta anécdota, esbozada en un bello artículo de Jair Cortés, ilustra el variable destino de cualquier intencionalidad que se asigne a los textos literarios. Para un lector, un poema puede ser una oración o amuleto; para otro, un estimulante ideológico que será convenientemente citado en la próxima asamblea; para otro, un recurso más o menos prestigioso que le permita lucirse con una amiga y solicitarle un favor erótico; para otro más, un tema lo suficientemente arcaico y aburrido como para procurarle respetabilidad académica a su tesis de maestría. Es muy sabido que los textos son recibidos más allá de la intencionalidad del autor y adquieren significaciones inopinadas, ese es el núcleo de la llamada “falacia intencional” del New Criticism.

El propio canon literario está plagado de enternecedores errores de cálculo en la intencionalidad de los textos: Cervantes, por ejemplo, concebía el Quijote como un simple divertimento y fincaba su posteridad en sus hechuras como poeta. Los lenguajes más prestigiosos, pretenciosos y literarios de hoy quizá sean una cursilería del mañana y en la memoria subsistan anuncios y otras bagatelas arqueológicas que, por la recepción azarosa, adquieran la dignidad estética del poema. Esta ambigüedad del lenguaje literario y esta rueda de la fortuna de las significaciones, ratifican que la creatividad no está sólo en la producción sino en la asimilación, no sólo en el texto sino en el contexto, no sólo en la propuesta sino en la réplica del interlocutor desconocido. Por supuesto, admitir la aleatoriedad de las intenciones literarias no implica deponer la voluntad y responsabilidad del autor y, por ende, la ambición de trascendencia, la apuesta por la forma o la búsqueda de conexiones significativas con el pasado y con el futuro. Hablar de verdad o de belleza es mucho más que una cuestión de suerte y la intencionalidad literaria implica una aspiración de perdurabilidad de un acto estético y comunicativo. Todo intento de imbuir significado tiene límites temporales y contextuales pero no es banal, y si bien un autor no puede tener un control total sobre las percepciones y valores que genere un texto, esto no debería hacerlo renunciar a imprimir un significado que pueda reproducirse, tergiversarse, restituirse y, en el más fecundo de los sentidos, esparcirse. v

MILENIO francisco a. gonzález presidente · jaime barrera rodríguez director editorial · marina miranda directora general de negocios · jorge villarreal comercialización · miguel ángel puértolas jefe de información · antonio navarrete jefe de cierre editores: jorge valdivia g. ciudad y región · moisés mora negocios · ignacio dávalos cultura · elda arroyo mp · hugo merino diseño · kaliope demerutis ocio · irene selser fronteras · horacio salazar tendencias · jairo calixto albarrán qrr y el ángel exterminador · susana moscatel hey! · juan ramos circulación · noé anaya producción ·

MILENIO diario b VISOR b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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VISOR

antesala Mesa de novedades Gonvill Andares lorena meléndez

El estreno cuento especial

El peligro de la verdad Osho Grijalbo $249

Miel y almendras Maha Akhtar Roca $299

Cincuenta sombras de Grey E.L James Grijalbo $290

De lo divino y de lo humano César Vidal Martínez Roca $248

Cultiva tu talento literario Thaisa Frank / Dorothy Wall Urano Vintage $275

Siempre estarás tú Francesco Gungui Montena $249

Tú puedes Joaquín Lorente Planeta $198

Deseos Kristen Miller Alfaguara $229

La máquina de la muerte Varios autores Bruguera $260

99 pasiones en la historia de México Alejandro Rosas Martínez Roca $249

La conjura de Cortés Matilde Asensi Planeta $298

Vanessa Núñez Handal

EL lector se lleva lorena meléndez

Carlos Macías Comerciante

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ese a que es temporada de vacaciones, la librería Gonvill Andares se muestra activa con muchos lectores que disfrutan de las letras y los libros como compañía en este verano. Chicos, grandes y familias enteras visitan esta librería en busca de algún ejemplar que haga de su temporada vacacional algo más interesante, a pocas semanas de concluir el periodo. En esta ocasión nos encontramos con Carlos Macías, quien en compañía de su

La autora de este cuento es originaria de El Salvador

esposa e hijos nos comenta sobre el libro que adquirió. ¿Qué libro se lleva? Nuestro inframundo, los 7 infiernos de México, de Rafael Loret de Mola. ¿Cómo escoge los libros que se lleva? Por las noticias y reportajes que veo en la tele, como con este libro vi una entrevista que le hicieron al autor y me llamó la atención, además me interesa saber lo que no se dice sobre México, sobre la política y sobre quién tiene el poder. ¿Cuál es su autor favorito? Se llama Gary Jennings. ¿Cuántos libros lee al mes? Creo que dos o tres, depende del tiempo. v

E

l sol recalentaba las piedras del camino. La Jesenia corría. Saltaba de sombra en sombra, procurando enfriarse los pies que se le cocían entre el piedrín y el polvo caliente. Era la única que no usaba uniforme. En sus manos llevaba un cuaderno de páginas ralas y en la bolsa un lápiz pequeñito de tanto sacarle punta. Al llegar a la escuela se refregó los pies. Quiso quitarse el polvo para que no se fueran a burlar de ella. Cuando lo hacían, se resguardaba tras el cuerpo costilloso de Nelson para que no la vieran llorar. Que no les hiciera caso, le decía él entonces. Que las bichas la molestaban porque eran sin oficio. Que cuando la mamá pudiera le iba a comprar zapatos. Como los de ellas, pero más bonitos. Por las tardes la Jesenia daba maicillo y agua a las gallinas del corral de la tía. Nelson llevaba las mulas al río. Había que tener cuidado. Aquellos animales eran ariscos y más de una vez lo habían tirado al suelo. A ellos no se les repartía crema para el almuerzo. Y nada de andar velando el queso y la leche que se tomaban las primas. Agradecidos debían estar que se les daba de comer. Aquella tarde, calurosa a pesar de ser diciembre, los

mosquitos habían comenzado a formar nubes cuando se fueron corriendo calle abajo. Era difícil espantárselos. Sólo con el humo de un cigarro. Pero la mamá se los tenía prohibido. Por eso ella tosía y tosía por las noches, como si se le fuera a salir el alma. A veces sacaba sangre. Trabajaba la milpa desde tempranito hasta bien entrada la tarde, y a veces les llevaba frijoles y maíz. Se espantaron los moscos con hojas de guineo. Siguieron bajando el empedrado. La Jesenia se detuvo frente a una pila de olotes y hojas de milpa. Nelson la llamó sin dejar de correr. ¿Qué te pasa? le gritó varias veces. Pero ella no pareció escucharlo. Te voy a dejar atrás, volvió a gritar, arremangándose el pantalón. Ella lo siguió. Llevaba en las manos un par de zapatos amarillos. Con las uñas les fue quitando el lodo. La mamá se los remendó con pita y les puso suela de caite. Aquel primer día de clases la Jesenia iba feliz. Las piedras ya no le lastimaban los pies y el polvo ya no la quemaba. En el recreo, Nelson la encontró escondida detrás de un palo de mango. Sus pies removían la tierra con rabia. La prima la había llamado ladrona. Todos se habían burlado de ella. — No llorés, le dijo, con los ojos aguados. La otra navidad la mamá te va a comprar unos más bonitos. v


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Virgilio Piñera: la melancolía de un rebelde Recordamos, a cien años de su nacimiento, al dramaturgo, ensayista, poeta y narrador con este ensayo de aliento crítico, y con un poema y una entrevista en los que el escritor César López, nacido en Santiago de Cuba en 1933, toca el silencio ante su muerte y su obra pero también su irremediable pasión por Cuba, su isla en peso fotos: especial

Julio Ortega

E

n ninguna otra parte como en Cuba los escritores han tenido tanta importancia. Y no es un fenómeno actual, se remonta a sus orígenes de Isla atlántica, que antes de pertenecer a la geografía perteneció al discurso. Colón creyó haber llegado al Paraíso. Y José Lezama Lima, cuyo grupo, Orígenes, editó la gran revista de ese nombre, recuperó esa fundación mítica como una fuente poética. Llegó a escribir que en Cuba se podía “mamar el cielo”. Sólo en Cuba pudo darse una figura como José Martí, que imaginó la Independencia como una república campesina, y probablemente se inmoló como su primera semilla. No escribió libros, escribió directamente sus Obras Completas, como la primera piedra del futuro. La Revolución cultivó esa tradición pero el idilio terminó mal. La decepción fue a la medida de las ilusiones, y la cultura cubana sólo ahora empieza a recuperarse de los costos de esa ruptura interna. El inicio de la era tecnológica y los nuevos medios, coincide con una transición laboriosa del modelo estatista a uno más abierto y tolerante, cuyo futuro dependerá de la concurrencia política y la apertura económica. En ese clima, la recuperación de los grandes escritores cubanos adquiere un valor cultural, más allá de las reparaciones de justicia. José Lezama Lima y Virgilio Piñera han sido los primeros en ser restituidos para los nuevos tiempos. Por lo pronto, se están editando sus Obras Completas, se han compilado estudios sobre las mismas, y propiciado coloquios y celebraciones. Cada uno de estos eventos está tocado por un aliento hiperbólico, de estirpe barroca, y hasta ritual. No puede uno imaginar dos escritores más distintos que Lezama Lima y Virgilio Piñera. Ambos fueron homosexuales y compartieron revistas y proyectos, pero el uno está animado por la fuerza sensorial del deseo, la abundancia y la gracia poética. El otro, por la agudeza desencantada del escepticismo histriónico y el feroz desnudamiento de los mitos fundadores. Ambos son barroquizantes, pero Lezama opera desde el lado de la luz celebratoria, mientras que Piñera indaga desde la sombra reflexiva, el nihilismo y la melancolía. El prodigio de Góngora anima a uno, el ardimiento de Quevedo al otro. Lezama nunca vivió fuera de Cuba, Piñera intentó vivir en Buenos Aires, donde fue parte del círculo de Witold Gombrowicz, gran escritor polaco expatriado, cuya novela Ferdydurke Piñera ayudó a traducir. Es inevitable creer que Piñera se identificó con ese aristócrata polaco, que odiaba a los nacionalistas, vivía exiliado, y ejercitaba su talento satírico a costa de los figurones locales. Pero el genio de Piñera fue el haberse adelantado a su tiempo: inventó el teatro del absurdo antes de Ionesco y Beckett, pero dándole, además, un pie a tierra con el grotesco y la ironía social. Su talento se había forjado en la iconoclastia de la primera vanguardia, bajo el ejemplo de Jarry y una suerte de anarquismo irreverente. Su libro de relatos Cuentos fríos fue su primera obra maestra, debida a su prosa analítica, plena de situaciones extremas. Fue más reconocido como autor teatral, sobre todo por Dos viejos pánicos. De suma actualidad es su pieza Los siervos, de la década de 1940, que representa el triunfo de la burocracia como el verdadero poder. Pocas sátiras políticas son más poderosas y certeras en español.

El escritor nació el 4 de agosto de 1912 en Cárdenas, Matanzas, y murió el 18 de octubre de 1979 en La Habana

La muerte de las aves Virgilio Piñera

D

e la reciente hecatombe de las aves existen dos versiones: una, la del suicidio en masa; la otra, la súbita rarificación de la atmósfera. La primera versión es insostenible. Que todas las aves —del cóndor al colibrí— levantaran el vuelo —con las consiguientes diferencias de altura—, a la misma hora —las doce meridiano—, deja ver dos cosas; o bien obedecieron a una intimación, o bien tomaron el acuerdo de cernirse en los aires para precipitarse en tierra. La lógica más elemental nos advierte que no está en poder del hombre obrar tal intimación; en cuanto a las aves, dotarlas de razón es todo un desatino de la razón. La segunda versión tendrá que ser desechada. De haber estado rarificada la atmósfera, habrían muerto sólo las aves que volaban en ese momento. Todavía hay una tercera versión, pero tan falaz, que no resiste el análisis; una epizootia, de origen desconocido, las habría hecho más pesadas que el aire. Toda versión es inefable, y todo hecho es tangible. En el escoliasta hay un eterno aspirante a demiurgo. Su soberbia es castigada con la tautología. El único modo de escapar al hecho ineluctable de la muerte en masa de las aves, sería imaginar que hemos presenciado la hecatombe durante un sueño. Pero no nos sería dable interpretarlo, puesto que no sería un sueño verdadero. Sólo nos queda el hecho consumado. Con nuestros ojos las miramos muertas sobre la tierra. Más que el terror que nos procura la hecatombe, nos llena de pavor la imposibilidad de hallar una explicación a tan monstruoso hecho. Nuestros pies se enredan entre el abatido plumaje de tantos millones de aves. De pronto, todas ellas, como en crepitar de llamas, levantan el vuelo. La ficción del escritor, al borrar el hecho, les devuelve la vida. Y sólo con la muerte de la literatura, volverían a caer abatidas en tierra. —1978 Tomado de Mueca para escribientes, Editorial Diana, México, 1972.

Me ha parecido ver al centro de su obra una visión melancólica del mundo. Pero no la visión romántica del artista víctima de su tiempo, sino la más actual: bien visto, el mundo es literal, redundante, profuso y repetido. La melancolía es la rebeldía ante esa ausencia de horizonte, donde lo cotidiano carece de proyección, y donde la imaginación ya no puede hacernos mejores. Por eso, Piñera se burla de las variaciones sin fin que el poder ensaya para reglamentarnos aun más la vida. El lenguaje no puede inventar otro mundo, parece

decirnos, sólo revelar la comedia del sinsentido en que nosotros mismos alimentamos los límites de lo real en las limitaciones del lenguaje. En su poesía Piñera buscó un lenguaje libre de la repetición, fragmentario, desarticulatorio, y en rebelión contra la prisión de las cosas. Cultivó, se diría, la lucidez de la penumbra, sin ilusiones pero con inteligencia. Pero aun en la comedia de humor negro, protestó con la risa el absurdo de nuestras prisiones. En la obra de Piñera volvemos a aprender a leer poesía. v


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de portada

Truenos en el Olimpo porque Virgilio Piñera ha muerto César López

Virgilio Piñera en una reunión, de negro y chaleco a cuadros

La agresividad generosa José Luis Martínez S. En entrevista telefónica, que presentamos a manera de monólogo, desde su casa en La Habana, el poeta César López recuerda a su amigo Virgilio Piñera.

E

l primer cuento que leí de Virgilio Piñera —“El baile”— me dejó fascinado. A mí, un joven con lecturas alemanas, norteamericanas, inglesas, francesas, me deslumbró ver que aquí, en la insularidad de la que tanto hablan él y Lezama, se podía dar un cuento como ése. Después leí los poemas de Las furias y advertí que Virgilio Piñera es, fundamentalmente, un poeta que podía hacerlo todo: el cuento, el ensayo, el teatro, el humor —un humor desgarrado y desgarrante. Lo conocí en 1956 por la generosidad de [José] Rodríguez Feo, que me buscó para publicarme algo en la revista Ciclón —donde ya escribía Severo Sarduy, que era más joven que yo—. Él me presentó a Virgilio Piñera. Conversamos mucho, me reí mucho, y me desconcertó con el humor, la ironía y la agresividad generosa que tenía. Lo traté unos cuantos meses y cuando el año 57 tuve que salir de Cuba por razones estudiantiles y políticas, él tuvo la delicadeza de darme un almuerzo de despedida en su casa, que estaba a un lado de la playa. Ese hombre, del cual se ha dicho que era tan agresivo, tan burlón, tuvo además el rasgo de ternura de regalarme una camisa que había traído de la Argentina para que yo no pasara frío en Europa; eso no puedo olvidarlo. También tengo el agradecimiento enorme de que publicó en la revista Unión un ensayo sobre mi Primer libro de la ciudad, que para mí es lo más grande que se ha escrito sobre ese libro. Cuando venía de visita a mi casa, le gustaba conversar en francés con mi difunta esposa Michelín, que era una muchacha franco-cubana. Hablaba un francés perfecto y teatral. En las reuniones le encantaba recitar, sobre todo los grandes monólogos de Fedra, de Racine. Las últimas veces que estuvo aquí —en esta casa frente al mar— nos sorprendió recitándonos no sólo los poemas de Fedra, a los que estábamos acostumbrados, sino El tigre de William Blake, en inglés, un idioma que no dominaba. Enloqueció a todo nuestro pequeño grupo, en el que estaban, entre otros, el poeta Pedro Armando Fernández y Heberto Padilla. Ese era Virgilio Piñera. En mi casa celebramos su Premio Casa de las Américas (en 1968, por Dos viejos pánicos), y cuando murió —estando silenciado— aquí nos reunimos Pablo Armando, Heberto y yo para redactar las palabras de despedida del duelo —este episodio, que para mí es conmovedor e inolvidable, lo cuenta Padilla en su libro La mala memoria—. Las palabras fueron leídas por Pablo Armando en el cementerio de Colón, en La Habana. Unos años después, cuando

la situación había cambiado un poco, los restos de Virgilio fueron trasladados a Cárdenas (en Matanzas), donde había nacido. Entonces me invitaron a que dijera unas palabras. Ahí estábamos todos sus amigos, incluido Lisandro Otero que acababa de regresar de México. Me siento muy honrado de mi relación con Virgilio, he escrito de su poesía, de su teatro, de sus cuentos; creo que nunca lo olvidaré. Era un hombre de tal rigor que cualquier cosa de creación que consideraba buena, la ponía arriba de cualquier relación personal. Ahí está la anécdota de su reconciliación hermosísima con Lezama Lima [de quien se había distanciado desde 1942]. Cuando se publicó Paradiso, en 1966, todos nosotros (Pablo Armando, Heberto, Armando Álvarez Bravo…) escuchamos cuando llamó por teléfono a Lezama y le dijo literalmente: “Yo no puedo estar peleado con el hombre que ha escrito Paradiso”. Y Lezama, contradictoriamente generoso, le respondió: “Yo esperaba tu llamada”. Se reconcilian para siempre, y cuando Lezama muere Virgilio escribe El hechizado, ese poema fabuloso —que no le enseñó a nadie— donde dice: “Por un plazo que no pude señalar/ me llevas la ventaja de tu muerte:/ lo mismo que en la vida, fue tu suerte/ llegar primero. Yo, en segundo lugar”. Virgilio Piñera, como Lezama, tenía una gran fidelidad a la isla, y aunque fue ignorado y ofendido, resistió con una gran fortaleza y una gran nobleza para permanecer en-su-isla, en su isla en peso a pesar de “la maldita circunstancia del agua por todas partes”, como dice en el inicio del poema. Fue involucrado en el mal llamado Caso Padilla y desde entonces fue prohibido, sacado de las bibliotecas; no se podía nombrar ni a él ni a Lezama, que eran los más grandes; tampoco a otros más jóvenes, menos importantes, como Heberto Padilla, César López, Juan Hernández, Pablo Armando Fernández, etcétera. Virgilio fue silenciado y murió en silencio, murió negado. Pero sus amigos lo recordamos siempre y tratamos de aportar a la historia de la cultura cubana, de la cultura de nuestra América, de la cultura de nuestra lengua, la presencia de Virgilio Piñera: poeta, narrador, dramaturgo, crítico y criatura criolla. El tiempo ha pasado y se está haciendo justicia, pero es muy triste que ni él ni Lezama hubieran disfrutado la aceptación, el reconocimiento pleno de su valía respectiva. Virgilio Piñera siempre estuvo fuera del ámbito de los ortodoxos, de los dogmáticos. Su condición de provinciano, pobre, homosexual, poeta, talentoso, lo volvieron desde el principio candidato a ser marginado. Pero aun en los peores momentos, fue fiel a su vocación, a su talento, y a pesar de lo que sufrió, aquí permaneció y aquí continuó afirmando su palabra creativa, su pertenencia a la isla en peso, su amor que no estaba exento de dolor, de ironía, de humor y, a veces, como es natural, de rabia. v

…se fue por su engrasado vuelo como una furia verdadera. No hubo toque ni ritmos escabrosos como lo presintiera, (mulatos fálicos) (falos muláticos), mulaticos con falos prominentes, prominencia en la Mesopotamia y en Camagüey, en Santiago, en Buenos Aires y en Guanabo. Obsesión de estas tierras donde negros azules codiciaste y buscaste, maestro desanderado, ¿dónde estuviste en cada momento inaugural?, ¿dónde, acechante, el peso de la isla vaciado de su aire concebiste? Muerte ha ordenado la justicia y muerte, como castigo, te enviaron los administradores amaestrados de las banalidades. El cuchicheo, el gritico, las puertas bien cerradas para que allí no entrara el frescor de tu verbo descarnado. ¡Ah, bamboleo frenético! ¡Mierda, pájaros raros (sin vuelo ni plumaje), mierda cosecharéis en vuestro ambiente en el que nadie sabe ya cómo llamar ni cómo detenerse ante el hedor de la carroña fría! ¡Quién entonces correrá por las calles de París cuando conozca la historia absurda de tu muerte en La Habana y de tu entierro diminuto donde hubo el lloro y el crujir de dientes! —¡Muerte, maldita vieja con barbas y entorchados, llena de sombras y de odio y episodios televisados, reinas en recepciones y en aviones y tienes colgadas múltiples condecoraciones. Maldita, con tu corte de adulones, sayona y prepotente y deslenguada, te has llevado al maestro porque te dijo No, y porque quiso meterte en una caja de zapatos vacía! Electra Garrigó, Orestes Garrigó, Agamenón Garrigó, Clitemnestra Pla, Egisto Don, no descansen en paz, sigan alborotando como antes, Adiós, María Viván, adiós, Jesús, Luz Marina, príncipe Kcnoye, Gobernadora, adiós. Adiós garzón mentido de la melancolía, cuida mucho de Flora, líbrala de la plancha, dile que no olvidamos su tacón jorobado, sus grandes pies…

6 de noviembre de 1979

E

scritor, académico, diplomático, César López (Santiago de Cuba, 1933) es autor, entre otros libros, de Silencio en voz de muerte, Ceremonias y ceremoniales (1988) y la celebrada trilogía Libros de la ciudad (1967, 1971 y 1996). Desde hace varios años ha pugnado porque en su país desaparezca la censura impuesta a escritores como Guillermo Cabrera Infante, Reynaldo Arenas, Severo Sarduy, Heberto Padilla y Virgilio Piñera por motivos ideológicos. Muestra de su compromiso es el poema que nos envía para esta página.


06 b domingo 5 de agosto de 2012

MILENIO

literatura

La poesía insondable

de Juarroz A partir de seis poemas publicados en la Revista Mexicana de Literatura a fines de 1960, uno de ellos no recogido en libro alguno, el autor indaga y expone el ritmo, lenguaje y misterio de una obra que no duda en llamar “poderosamente humana” ensayo

especial

Roberto Juarroz (1925-1995)

Mario Eraso

L

a actitud poética de Roberto Juarroz es memorable. De él se publicaron catorce libros de poesía entre 1958 y 1997 con el mismo nombre, Poesía vertical, numerados de manera sucesiva para diferenciarlos. Salvo alguna excepción, sus libros no llevan epígrafes, prólogos o epílogos y, si acaso, Juarroz los dividió en secciones. Tampoco tituló sus poemas. Pero si lo anterior es memorable, lo hace excepcional su poesía: es insondable, pero casi siempre lo que ahí se dice, lo que en ella es audible, lo que de ella se puede comprender, tiende a ser un difícil problema mental. En consecuencia, la poesía de Juarroz promueve el arte de pensar antes que el de sentir. En dos volúmenes publicados por Emecé en 2005, que compilan la obra poética de Juarroz, hay cerca de mil 200 poemas. Sin embargo, he ubicado varios que divulgó en la revista Poesía=Poesía o en suplementos literarios como La Gaceta de Tucumán, que no volvió a recoger. En este sentido, los seis poemas que ofrezco a continuación pueden ser novedosos; aparecieron originalmente bajo el

título “Poemas verticales”, a fines de 1960, en la Revista Mexicana de Literatura (números 16-18), dirigida por Juan García Ponce y Tomás Segovia. Así Juarroz se daba a conocer en México. Los textos habían sido enviados desde París por Octavio Paz, quien estaba sorprendido por su “concentración y nitidez”, según cuenta en nota consignada en La Nación (9 de abril de 1995). Para alcanzar su tono y su estilo, únicos e inimitables, Juarroz recurrió a una imagen geométrica: la verticalidad. Él, que era una persona discreta, con esa figura pretendió imponer su pensamiento poético en una época determinada por cambios sociales y la irrupción de la poesía cotidiana. Ernesto Cardenal, poeta coetáneo de Juarroz, había publicado su poema político “Hora cero” en 1960; en adelante, la mayor parte de la poesía latinoamericana se iba a caracterizar por su aire exteriorista, descriptivo, autobiográfico. Cabe señalar que el poema de Cardenal también apareció por primera vez en la Revista Mexicana de Literatura. Pero Juarroz buscó otro tipo de interioridad, de compromiso, de comunión. La verticalidad era eso: la manera de indicar el camino que va hacia lo profundo del ser. De modo que los seis poemas que enseguida se reproducen están permeados por una escritura cuya apariencia es simple; ésta, al mismo tiempo que entraña el secreto del vuelo vertical, configura la intención creativa perfilada, asumida y agotada por Juarroz, alejado desde sus inicios de los que admitían que la poesía debía ser un reflector proyectado sobre la realidad inmediata.

De la selección, el número 4 puede ser el más notable, ya que Juarroz no lo volvió a publicar, mientras que los numerados 1, 3, 5, 6 se imprimieron, corregidos y modificados por Juarroz, en Segunda poesía vertical (1963), indicada en esta presentación con la sigla PV2, y el 2 en Tercera poesía vertical (1965), señalada con PV3. Reitero que el número 4 es desconocido y por su valor es evidente que debe ser recuperado. Por lo demás, PV3 es de los pocos poemarios que Juarroz dividió en secciones (“poemas de otredad”, “poemas de unidad” y “poema uno y otro”), así que el número 2 forma parte de la segunda. He dicho que la poesía de Juarroz es insondable. Ahora conviene advertir que su propuesta continúa un modelo de características hasta cierto punto previsibles: 1) mezclar palabras antitéticas (noche/ día, signo/ antisigno, ayer/ mañana, él/ ella); 2) tejer anáforas, a veces de una manera exasperante (“Toda la bruma del mundo se hace pan en tus ojos./ Todo el sueño del mundo se despierta en mis manos./ Toda el hambre del mundo se sacia en un cabello./ Toda la muerte del mundo se enjuga como una sola lágrima”); 3) imaginar paradojas (“Y de alguna manera ya los otros no son otros”). Estos ejemplos provienen del poema 1, pero no cuesta trabajo encontrar la misma identidad textual en los siguientes. Hay palabras antitéticas en el poema 2 (inicial/ final, antecede/ prosigue); anáforas (una flor/ una constancia/ una letra) o esta paradoja: “tu forma de cabellera inmóvil en un solo cabello”. En el poema 6, todo él anafórico porque repite la palabra “posiblemente”, se halla esta idea paradojal: “Posiblemente la claridad sea un órgano/ para multiplicar lo oscuro a través nuestro”. Al menos en su factura, son poemas similares; esto ha servido para que varios críticos de la poesía de Juarroz opinen que su obra es monocorde; por lo tanto, semejaría un poema único en el que no se puede distinguir el principio o el final. Ahora bien, ¿es válido decir que la poesía de Juarroz va a perdurar? Lo cierto es que ha ido encontrando nuevos lectores. Esas anáforas, antítesis y paradojas, al mismo tiempo que corren el riesgo de simular un sonsonete, han ido cautivando la mente de los que aprecian la poesía que no deja de ser poesía, la que insiste en ser eso, poesía, sin otras ínfulas que su ritmo, su lenguaje, su misterio. Pero, entonces, ¿cómo no perderse en ese vaivén de especulaciones? No encuentro otra manera de decirlo: la poesía de Juarroz es poderosamente humana. En ese juego de incertidumbres, de idas y regresos, de imágenes en contravía, hay claridades que nos develan, que sugieren una respuesta a nuestras preguntas. Su escritura hospeda, cobija, y muestra un camino de salida. No es fría; por el contrario, involucra a sus lectores, los seduce con cierta parsimonia para inquietarlos con su oscura transparencia. La fuerza del drama que la poesía de Juarroz propone, tiene la fuerza del drama de la vida, con sus brillos, sus ausencias, sus melancolías. No son de trascendencia los cambios textuales que fijan el tránsito de los poemas divulgados en la Revista Mexicana de Literatura con los publicados en los libros de poesía vertical. Estas variantes se pueden explicar como el proceder lógico del poeta que busca mejorar su escrito antes de la versión definitiva. Al parecer, Juarroz buscaba depurar, dar más concreción a sus poemas. Al cierre del número 5 eliminó cuatro versos; de igual forma, en el número 2 quitó dos versos, lo que pudo ayudar a que ambos fueran más concentrados. Para destacar esas eliminaciones usó la sigla om; lo que está después del corchete es la palabra, las palabras o el signo de ortografía que Juarroz reemplazó en la versión del libro. Es pertinente aclarar que no es posible establecer la causa que llevó a Juarroz a marginar el poema número 4. Ahora que emerge y vuelve a la luz, hay la esperanza de que su resplandor pueda mantener viva la energía poética que ha permitido mostrar la riqueza de la vida a sus lectores. v


domingo 5 de agosto de 2012 b07

VISOR

literatura Poemas verticales

1 1 Así como el día guarda su filo en la vaina de la noche y la noche halla el suyo guareciendo el del día y ambos se encuentran entonces más allá de su límite y su filo, así, la casi perdida tormenta de la vida 5 nos ha recogido a ti y a mí de algún gesto olvidado de los hombres o quizá de una ausencia de gesto para recontar de nuevo los signos o los antisignos de la unión. Ayer fuimos y mañana seremos él y ella. Pero hoy somos el sitio donde todo se encuentra. 10 Quien pierda hoy algo puede buscarlo aquí. Toda la bruma del mundo se hace pan en tus ojos. Todo el sueño del mundo se despierta en mis manos. Toda el hambre del mundo se sacia en un cabello. Toda la muerte del mundo se enjuga como una sola lágrima 15 con el borde lento de tu piel o mi voz. 20

Y de alguna manera ya los otros no son otros, o porque sólo tú y yo existimos o porque la vida nos ha dado al recogernos la forma más íntima de todos, esa que a veces hace flamear a un hombre suelto en el camino.

Variantes PV 2,58: 4. casi perdida tormenta] casi olvidada inminencia 5. gesto olvidado] gesto perdido 8. ella.] ella 9] pero hoy somos el sitio donde es posible hallarlo todo

4 La anunciación más prieta de la palabra me empuja el don del pecho como un gran carcinoma enamorado que no puedo parar. Es como un órgano de signos, conectado con el silencio que cubre desde adentro y desde afuera de las cosas, con el cuerpo comprobado de la tarde, con la sílaba excesivamente invertida de la muerte, con el traspié secreto de todo eso que llamamos encuentro. Ha asumido sus funciones como otro pulmón o sexo o brazo y aumenta como un cuerpo en otro cuerpo. Pero poco a poco va absorbiendo también las demás funciones, las del corazón, los nervios o el cabello, la de tomarte la mano o dar la espalda a algo. Ya que yo no he sabido llevar la uña a la palabra tal vez venga la palabra a la uña, y raspe o abrigue al tacto, y digiera o entierre, y mire o salve o ame, como hubiera querido hacerlo yo.

Ya que no he podido separar las cosas de las cosas tal vez salga de mí otra cosa o signo o lugar vivo que me devuelva las manos y comience la tarea verdadera. 5 1 Lo enterraremos todo, los brazos, el movimiento y la pala, la pasión de los viernes, el quehacer de andar solo, la pobreza, esa deuda, la riqueza, esa otra. Lo enterraremos hasta con sabiduría, cortando sabiamente los terrones, o cortándolos sin darnos cuenta, sabiamente. 10 Un resto de mirada quedará flotando como un pincel absurdo sobre la tregua doblemente fiel de todo ausente. 2 1 Hay instantes en que el mundo se contrae, se aprieta en torno a un punto vivo, no para ahogarlo sino para defender allí 5 un colmo de la densidad, una flor de raíz, una constancia o suma, una letra inicial o final. 10 15

No importa entonces que falte la palabra que antecede o prosigue, no importa que falten todas las palabras. Queda en pie el gesto del mundo, su doble estar ahí, su hoja anterior al árbol, tu forma de cabellera inmóvil en un solo cabello.

Variantes PV 3, II, 8: 3] om. 4-5] para defender allí una culminación de la densidad, 7] om. 10. que antecede o prosigue,] que continúa o antecede 11] om. 12. Queda en pie el gesto] queda en pie ese gesto 15. tu forma] su forma

3 1 Una hebra más delgada que el pensamiento, un hilo de nada, une tus ojos y los míos cuando no nos miramos. Cuando nos miramos 5 nos unen todos los hilos del mundo, pero falta éste que sólo da sombra a la luz más secreta del amor. 10

Quizá después quede sólo este hilo uniendo nada más que un sitio.

Variantes PV 2, 67: 2. hilo de nada] hilo con calibre de nada 3. tus ojos y los míos] nuestros ojos 9-10] Después que nos vayamos,/ quizá quede este hilo/ uniendo nuestros sitios vacíos.

15 20

Y menos mal que no habrá nadie para escarbar hondo y descubrir entonces que no hay nada enterrado, ni siquiera esta traición y dios de la semilla, esta fidelidad de pan de la palabra, esta transpiración sin dios de amarnos tanto.

Variantes PV 2, 73: 16. nada enterrado,] nada enterrado 17, 18, 19, 20 om.

6 1 Posiblemente la claridad esté en la espalda y gire conmigo cuando me doy vuelta con rapidez por sorprenderla. Posiblemente esta apariencia de juego 5 sea la más grave condición fisiológica y la claridad constituya una parte mía, la de atrás. Posiblemente no haya habido error sino pureza: la claridad sin manos; 10 los ojos porque sí, junto a otros ojos. Posiblemente todo tienda a abrir algo, a ponernos las manos o los ojos en la única claridad tangible, la espalda del otro, 15 enseñándonos a darnos vuelta en el otro. Posiblemente la claridad sea un órgano para multiplicar lo oscuro a través nuestro, lo oscuro debilitado por quién sabe qué asunto sin nosotros. v Variantes PV 2, 15: 5 sea] constituya 6. constituya] sea 9. claridad] claridad,


08 b domingo 5 de agosto de 2012

MILENIO

varia egon schiele

especial

Portafolio 5

¿Por qué los rechazados de las universidades?

Las dos orillas del río

archivo hache

Casta diva

Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

U

n ejemplo demencial: este año la UNAM rechazó al 90% de los solicitantes. Y cada año, a nivel mundial, a millones se les niega su derecho a la educación. Aunque sabemos que se necesitan más universidades, crece la ideología que justifica que la mayoría de los jóvenes quede fuera de ellas. El capitalismo es tan cruel que cree que los muchachos deben competir hasta por el derecho al mesabanco. Además, si muchos solicitantes obtienen puntajes bajos en los exámenes se debe al fracaso de la educación de nivel básico a medio superior. Mientras una persona tan dañina como Elba Esther Gordillo continúe controlando la educación escolar, y el duopolio televisivo, la educación mediática, los jóvenes mexicanos seguirán subdesarrollados. Alguien que viene de una telesecundaria, un barrio miserable o que apenas sale de la preparatoria sube al autobús de la maquila — hace unos años yo tuve alumnos en esa situación, en un cobach, por cierto, construido sobre un relleno sanitario— está en desventaja (injusta, indignante) con las personas que tuvieron la buena suerte de nacer en una familia con más recursos económicos. Ese joven —que ha sido defraudado por todo el sistema—, no obstante, se aferra al futuro e intenta progresar; junta el dinero para cuotas de las universidades y, en muchos casos —¡demasiados!—, será rechazado. El problema es la falta de cupo en las instituciones, no la falta de talento de los jóvenes.

Los terapeutas sabemos que el bajo desempeño escolar se debe a conflictos emocionales, familiares y sociales, no a supuestas carencias intelectuales o incluso hábitos de estudio. Los alumnos con bajo aprovechamiento son jóvenes en problemas. Necesitan ayuda. Necesitan, entre otras cosas, no ser rechazados. En México hay una relación directa entre bajo desempeño escolar y machismo, familia disfuncional, pobreza, clasismo y racismo. No tiene ningún sentido que las universidades rechacen a los jóvenes. Si fuésemos coherentes tendríamos que eliminar los exámenes de admisión por completo. Del mismo modo que sería absurdo hacer exámenes de admisión a los niños en la primaria o secundaria, es también absurdo que se condicione la entrada a la preparatoria o universidad. Todos los seres humanos merecen educación superior. Alguien podría decir que abrir las puertas bajaría el nivel académico. Eso es falso. La gran mayoría de los alumnos (de bajo “rendimiento”) al ingresar a una institución educativa (con buen nivel de enseñanza-aprendizaje) resuelve su rezago académico. No hay razón pedagógica alguna para controlar la entrada a las universidades. Las razones para mantenerlas semi-cerradas son económicas, capitalistas. Mientras la mayoría de los jóvenes no pueda ingresar a las universidades —¡y se justifique esta exclusión!— no se puede hablar de democracia. v

Avelina Lésper

mujer desnuda adquiere un peso filosófico, su trascendencia está en los síntomas que sobreviven a su enfermedad: ella reud y Jung, uno con un acercamiento, tal desaparecerá, pero su sifilítica presencia vez, más científico, y el otro abiertamente queda en una litografía. especulativo, nos enseñaron algo En la obra de Oskar Kokoschka la fundamental: que la descripción, el análisis metáfora de la psique , esa ficción que y la conjetura de una patología mental son evolucionó de la entelequia del alma, más interesantes que la patología misma. llega a la deformación más oprobiosa. La literatura médica se regodeó en la Realizó el cartel y varios dibujos para su enunciación y recreación de los síntomas. obra de teatro Morder, hoffnung der frauen Detrás de cada vida, en apariencia normal, (Asesino, esperanza de las mujeres). Esta hay una disfuncionalidad. Comenzamos obra es la liberación de la esclavitud sexual el placer onanista de la búsqueda de esta a través del asesinato. El hombre es una ficticia enfermedad para darle sentido a la víctima sexual y la mujer es un apetito existencia. El peso de la disfuncionalidad era monstruoso que se satisface o se asesina. más relevante, acariciador, regocijante que El cartel es consecuente con el drama, la la virtud que definía Spinoza como fortuito acción escénica es acción plástica. Una et gaudium, fortaleza y alegría. Recondujo mujer fragmentada en brazos deja caer la por penumbras inexploradas esta revisión cabeza con el cuello cercenado, los ojos se de nuestra condición. hunden dentro de círculos negros; no tiene El expresionismo nos da las dos miradas de sexualidad, tiene crueldad. Su corporeidad la existencia: la que está en el contacto con es patología, es la feroz pelea entre Eros y el entorno, con la realidad tangible, y la que Tánatos. El deseo sexual se identifica con surge del interior del artista, su pensamiento la atracción a la dominación y a la violación y sus emociones, de los que está tan cercana a la nuevos caminos de la muerte. Kokoschka cree psiquiatría. Las obras de Expresionismo alemán: liberarse de su pasión si el impulso gráfico Egon Schiele y de Oskar la denuncia y la difama. Kokoschka recrean ese Palacio de las Bellas Artes Su obra, mal leída como Ciudad de México cuerpo enfermo en su misógina, habla más Hasta el 2 de septiembre interior más inaccesible, del miedo que sentía la anatomía se altera con Kokoschka por ceder al la sintomatología de las placer homosexual, ese patologías que lo habitan. que sí tiene el privilegio Estos cuerpos sensibles representan la gran de ser insaciable porque está libre de las enfermedad social. La Primera Guerra fue consecuencias de la reproducción. Mata una epidemia que en un inicio expulsó a la a su lado femenino. Este crimen tiene población de su letargo y al final convirtió a su consecuencia fatal: en la obra está el Europa en un continente de parias mutilados germen de la tormentosa relación que y enfermos, ahora sí, reales, enloquecidos de mantuvieron Kokoschka, Alma Mahler y pánico, de horror. El cuerpo de Schiele, de el arquitecto Walter Gropius. La diferencia fragilidad enfermiza, coloreado con tintas es que mientras el personaje dramático se verdes y anaranjadas, moretones de golpes libera, Kokoschka siguió atado el resto de invisibles; mujeres con ojeras profundas su vida al egoísmo voraz de Alma que lo —delgadez que doblega sus filias—, que se resguardaba de sí mismo. Los grabados y contorsionan o se derrumban, agotadas. En el los dibujos de Kokoschka son más sinceros cartel de una ponencia sobre Bernard Shaw, y poderosos que su pintura. La línea le Egon Schiele se autorretrata, gesticula, es un impide mentir, corta el espacio en blanco fenómeno, un capricho, su fealdad es más como una pregunta indiscreta y sucia. interesante que su belleza. Nos dice más de El expresionismo avisó del derrumbamiento él su distorsión que la imitación simple. En del mito de la paz social y la paz personal, y la deformación está la revelación. La línea dio paso a los dos nuevos ídolos: la histeria de Schiele no duda, sabe lo que ve, se centra colectiva y la psicosis personal. La Primera de inmediato en el punto de degradación y Guerra fue el gran asilo en el que Europa dolor que quiere recrear. La belleza de una se recluyó para verse enloquecer. v avelinalesper.com.mx

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