Suplemento Visor 06-May-2012

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Visor Christine Lavant Las cabezas de la noche página 2 Braulio Peralta El soundtrack de mi vida página 2 Heriberto Yépez After life del aforismo página 8

N.o 462

domingo 6 de mayo de 2012

Entrevista con Ernesto Cardenal

Lina Zerón Página 6 pierre boulat (parís, 1969)

Correspondencia inédita

Cortázar epistolar Página 4

MILENIO


02 b domingo 6 de mayo de 2012

MILENIO

antesala

Las cabezas de la noche

El soundtrack de mi vida

Los versos de la escritora austriaca se nutren de las sombras, la inmundicia, el dolor; de la desesperación ante “el flagelo de Dios”

A salto de línea especial

poesía Christine Lavant

E

n cada hueso de mi espina dorsal apunta el dedo del sol otra pregunta no escucho, habito una mina, entre mis oídos retumba, de estrato en estrato, la campana incensada que arroja el cadáver de tu nombre. Mi voluntad envejece hace tiempo en el asilo para pobres, y sobre el techo se derrite el último copo del frío entendimiento; se cuela. El tormento del interrogatorio a través de la luz solar trae demasiado día desde el pozo. Nunca miro dentro, miro hacia la fosa del mundo de sombras, hacia donde vamos juntos, y cuento los huesitos junto a tu nombre, en tanto los míos son reanimados bajo la insolación. Cada uno viene hacia sí y sabe qué fue y es, y augura. El hueso del cráneo evita ahora todo, siente, en el misterio, el calor solar como un taladreo entre mis oídos.

¡

Una noche sin cabeza! Ningún perro ladra a la luna abotargada. Frente a la ventana abierta el viento da vuelta hacia atrás, por donde venía. El olor de los desperdicios lo habita todo, avanza hacia la dignidad y se incorpora hacia una pequeña Babel de polvo, donde las sedientas niñas de mis ojos miran a lo lejos el flagelo de Dios. Nadie señala mi corazón, no puedo saber su hora. Esta noche sin cabeza es una herida muy pequeña, en ella nadie muere o se hace devoto Oh, Dios de mi miedo, oh, Dios obediente, ve adentro y suelta las lenguas de los perros hasta que la luna frente al horror se vuelva más densa y angosta y cortante ordene al viento liquidar la Torre de Babel, esta dignidad en el polvo. Prefiero respirar el polvo humillado, ¡no quisiera nunca ir hacia la dignidad! Nadie señala mi corazón y sin una hora confiable me acomete un sueño sin cabeza. Versión al español de Lorel Manzano

D

urante sus noches sin cabeza, Christine Lavant se dolía por horas en una esquina de la habitación. Se ataba al dolor. Comía poco: galletas, té, bocanadas de cigarrillos. Transcurridas las horas rodaba su razón. Entonces, “atrapada por un recelo nuevo, un poco vago”, comenzaba a escribir, con el dolor atado a la silla y el estómago acostumbrado al hambre: de su infancia escrofulosa, del desamparo, la pobreza. Nació en 1915, en el valle de Lavant, en la provincia austriaca. Rodeada de ocho hermanos y padres sumidos en la miseria, respiró en el aire la tuberculosis. Enfermó de escrófula, se le hincharon los ganglios del cuello, perdió un oído y parte de la vista. Tenía cuatro años cuando fue internada por primera vez, doce la segunda. Su perspectiva era la de una niña con la cabeza entre vendas… ¡Y cómo amaba las esquinas!: “siempre brindan protección por dos lados, son como algo familiar”. Los recuerdos de aquellos días en el hospital giran en los motivos de su primera novela, La niña (1948). Durante el día, Lavant se ganó la vida como costurera; por las noches escribió. Sus poemarios Las bufandas del mendigo (1956), El huso en la luna (1959) y El grito de los pavorreales (1962) representaron para la crítica uno de los grandes momentos de la poesía austriaca del siglo XX. Lavant se ató al dolor hasta su muerte, ocurrida en 1973, y lo hizo siempre de noche. (Lorel Manzano)

Braulio Peralta braulioperalta@yahoo.com.mx

U

n hilo de canciones hace la historia de una persona, sin querer. El ejercicio es refrescante: sin críticas a la pieza elegida en sí, más como el recuerdo de lo que vamos transformando en nuestro camino. Soy neófito en la música pero con el oído puesto en las emociones. Van los sentimientos sin razón. 1. Era un niño y jugaba al cartero cuando escuché “Un telegrama” de Monna Bell, hasta allá, en mi pueblo, Tuxpan, Veracruz. Por cierto, el cartero nunca llegaba a casa. Será por eso. 2. El color contaba en la familia. Mulatos, prietitos y café con leche. Me tocó blanco. Toña la Negra interpretaba, de Agustín Lara, “Oración caribe”. Mi abuelo, mi raza, mi esencia huasteca en las tardes tuxpeñas. Mi primaria. Los juegos en el río y el mar. La inocencia. Y el racismo como plaga. 3. Mi primer amor de estudiante, en secundaria. El deseo como despertar. “Usted”, de Gabriel Ruiz, interpretada por Los Panchos. Duró tres años la historia. La suerte de ser correspondido. Aún lo recuerdo como un hálito de vida. 4. Escape a la ciudad para sobrevivir. Raphael estaba de moda. Y de repente aparece la canción, “Mi gran noche”. Me sentía dueño de Paseo de la Reforma en el convertible de un amigo. Mis ojos eran la noche. 5. La amistad que se sella con una pieza: “This is my life”, de Shirley Bassey. Mi entrada al movimiento homosexual de la mano de Nancy Cárdenas, Carlos Monsiváis y Juan Jacobo Hernández. La declaración de mi homosexualidad a la familia. La salida de mi casa. La libertad sexual.

6. “I will survive”, de Gloria Gaynor, ya era un himno del movimiento gay de entonces cuando la escuché por vez primera, en discotecas y amaneceres en Acapulco. Las pasiones desenfrenadas. La sensación de ser libre. La puerta falsa. 7. Destape a punto de perdición. Alaska canta en Ciudad Neza, en vivo, “A quién le importa”. Un amigo a punto de morir. La renovación de la vida después del abismo. El sida y sus secuelas. 8. Los amigos de mi generación, muertos. La mejor pieza que llega tarde al auxilio es “El recuento de los daños”, de Gloria Trevi. Años noventa, década de meditación. 9. A España para encontrarme con lo mismo pero con nuevas experiencias. La llegada del amor. “Un millón de amigos”: Roberto Carlos marca mi relación con Jonathan. Doy gracias a la vida por esos instantes de quietud. 10. Regreso a México, la libertad de ser. Otra historia de amor, la definitiva, con 18 años. “I’m your man”, de Leonard Cohen. El arte como punto de partida. La vida con amor, sin miedo. 11. Odio la canción “El rey”, de José Alfredo Jiménez, pero mi padre la adoraba. Y cuando murió, se me vino la letra a la cabeza. 12. Juan Gabriel tenía que ser cuando interpreta “Amor eterno”. La muerte de mi madre. Una forma de despertar, también, sin dejar de ser el niño que fui. La lista es larga pero estas son mis resurrecciones. Coda Si Laura Barrera no me hubiera invitado a compartir estos recuerdos en su programa, no se los contaría. Siempre lo agradeceré. V

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MILENIO diario b VISOR b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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VISOR

antesala lorena meléndez

Saramago tiene futuro reseña notimex

Mesa de novedades en Gonvill Andares El amor sobre todas las cosas Isha Aguilar $219 El momento en que todo cambió Douglas Kennedy Planeta Internacional $368 2012. Los Punteros. Dos conversaciones Ana Paula Ordorica Grijalbo $129 El Bestiario político del Almohadazo

Fernanda Tapia Diana $198

El caballero del Titanic Guadalupe Loaeza Aguilar $229 La tejedora de sombras Jorge Valpi Planeta $248 ¡Es hora de emprender el vuelo! Kim Kiyosaki Aguilar $229

El resplandor de la madera Héctor Aguilar Camín Seix Barral $328 Soñando despierta Carla Medina Aguilar 2012 $219 Cuando te encuentre Nicholas Sparks Roca Editoral $289 Tormenta de espadas George R. R. Martin Plaza y Janés $399

El lector se lleva lorena meléndez

L

Lorena Becerra Ama de casa En Gonvill

a sucursal de Andares , de las librerías Gonvill, es una de las más atractivas para los compradores de libros. Ahí encontramos a L orena Becerra, acompañada de su pequeño hijo, y con la prisa que caracteriza a las mamás, nos platicó sobre la compra que realizó.

¿Cuál fue el libro que compraste? En esta ocasión compré Historia de la belleza a cargo de Umberto Eco (Lumen, $289).

¿Cúal fue el último libro que leíste? Mmm [recordando], el último libro que leí, creo que fue La historia del loco de John Katzenbach.

¿Por qué? En realidad lo compré porque es un regalo, se lo voy a dar a mi papá.

¿Cuántos libros lees al mes? Yo creo que al mes, leo un libro completo. V

Pilar del Río

Marco Islas-Espinosa

H

e leído una novela de un autor que apenas rebasa los treinta años pero tiene una lucidez tal que se asemeja a la del personaje más entrañable de su historia. José Saramago es el nombre del autor, y Silvestre el de su personaje. El primero es un novelista portugués con un par de libros a cuestas, el segundo es un zapatero que ha aprendido, según nos cuenta Saramago, a ver más allá de las suelas que repara para sus clientes en una Lisboa sumida en plena dictadura salazarcista. El autor portugués nos brinda un retrato de las almas que habitan un edificio cualquiera de Lisboa, y lo hace con una maestría tal que me hace pensar que tiene un brillante futuro por delante. Entremezcla las descripciones de los lugares con el retrato de las almas que les confieren vida, y al hacerlo dibuja una comedia humana repleta de personajes que van dejando, con el paso de los capítulos, la impresión indeleble que dejan los personajes literarios que cobran vida más allá de las palabras que les describen. Sí, el libro se llama Claraboya y lo escribió José Saramago. Ahora podemos leer esta novela con el conocimiento de que dicho autor fue galardonado con el premio Nobel de Literatura y se convirtió, en la recta final de su vida, en un faro que guió la opinión de miles, quizá millones, de personas con una ética atea y humanista. Este texto que hoy edita Alfaguara, fue llamado por su viuda Pilar del Río, y el autor mismo, como el “libro perdido y recuperado en el tiempo”. Claraboya fue enviado a una editorial portuguesa que decidió no publicarla en la época (mediados de los cincuenta) por, explicó en su presentación Del Río, abordar a la familia, institución base intocable en sociedades conservadoras, con el bisturí de una mirada que ya detectaba que el modelo estaba empezando a oler a rancio. La también traductora de Saramago explica además que su no publicación pudo ser la razón

Claraboya José Saramago Alfaguara, 2012 415 pp. principal del silencio que guardó José por casi dos décadas. Yo, lector y espectador de todo cuanto a los libros se refiere, recuerdo a Saramago en una entrevista con el chileno Antonio Skármeta dando su mejor consejo a un escritor joven: “Paciencia, no se tiene que decir nada interesante a los 25 años. Hay que vivir, y luego escribir”. Aquel gran escritor tenía ya en su mente aquel rechazo que sólo casi tres décadas después, ya consagrado como escritor, llevó a la editorial poseedora del manuscrito original a pedirle publicar Claraboya. Saramago se negó y la guardó en su casa, con la orden de no publicarla mientras él viviera. Así, su novela póstuma resulta ser una novela “de juventud” del autor de El año de la muerte de Ricardo Reis. Hay que abrir Claraboya y esperar leer en ella todos los tópicos que ocuparían la obra de Saramago a lo largo de su dilatada carrera. Condensados de tal manera que su lectura resulta trepidante, densa, y aleccionadora sobre el uso de los silencios, sobre cómo rondar el misterio del comportamiento humano sin ser explícito, sin ser obvio. Leer Claraboya como un perfecto ejercicio de mayéutica alrededor de las motivaciones del ser humano. V


VISOR

Cortázar

especial

epistolar

En el año 2000 apareció una entrega parcial de las cartas de Julio Cortázar. Doce años después Alfaguara publicó en Argentina, y próximamente lo hará en México, una versión corregida y muy aumentada que discurre entre 1937 y 1984, bajo la coordinación del filólogo Carles Álvarez y de Aurora Bernárdez, primera esposa y albacea literaria del entrañable cronopio. De esta correspondencia, ofrecemos unas cuantas probadas

H

ay que conocer muy mal a los cronopios para imaginar que guardan cartas”, escribió Julio Cortázar al director de cine argentino Manuel Antín, el 23 de agosto de 1962. Y así fue. Como Proust, Flaubert, Joyce, Claudel, Gide y Nabokov, Cortázar escribió miles de cartas pero, a diferencia de otros que, como Tolstoi, conservaron, ordenadas, copias de todas y cada una de las cartas que escribieron y recibieron a lo largo de su vida, el padre de los cronopios guardó muy pocas copias (apenas las de los últimos tiempos relativas a cuestiones “en marcha”) y, según parece, apenas ninguna de las recibidas. Hay que agradecer que a Cortázar le molestara hablar por teléfono y que su forma de hablar fuera escribir, golpeteando sobre su máquina. También hay que agradecer que los amigos, familiares, conocidos y especialistas atesoraran esas páginas durante décadas y las cedieran gentilmente a Aurora Bernárdez —primera esposa y albacea literaria del escritor— y al filólogo español Carles Álvarez Garriga, quienes realizaron la monumental tarea de rescate, compilación y edición de gran cantidad de páginas inéditas. Y alegrarse de que, en los once años que pasaron desde la primera edición, internet haya facilitado mucho la tarea de los investigadores. El resultado: una versión corregida y muy aumentada de la edición de las cartas de Julio Cortázar que preparó Aurora Bernárdez con la colaboración de Gladis Yurkievich y publicó Alfaguara en Buenos Aires el año 2000. Muy aumentada porque, a lo largo de casi 3 mil páginas distribuidas en cinco tomos, se agregan más de mil epístolas inéditas en las que Cortázar confronta su pensamiento con hombres y mujeres ilustres de su generación. A lo largo de cinco décadas —desde 1937 hasta 1984— se va dibujando la autobiografía de Cortázar. Puede hablar del sol, de los agentes de la CIA husmeando en su correspondencia, de la obra de teatro que vio la

noche anterior; se puede pelear con editores, aceptar con elegancia socarrona las críticas a sus obras… No importa de qué hable, con cada salto de renglón rompe las reglas del lenguaje, aparece allí donde no se lo espera y muestra, sin alarde, esa escasa virtud entre los intelectuales de poder reírse de sí mismo. Cuenta Aurora Bernárdez que a Cortázar le interesaban muy poco las historias personales y no era amigo de las confidencias. Por eso impacta sorprenderlo tan mortal, imponiéndose a su padre, que reaparece como un fantasma “desde el fondo del tiempo y la distancia” para reclamarle al hijo que, de ahí en más, use su nombre completo, Julio Florencio, en los artículos que dé a conocer. “Todavía estoy vivo y se me conoce por el nombre que ha aparecido en La Nación”, le escribe. Y también, y fundamentalmente, cuando le escribe a Aurora Bernárdez, su primera mujer y su amiga de tantos años, pidiéndole que, en caso de que él muera en su inminente viaje a Nicaragua, vaya a su casa y busque en los cajones: “Sobre todo hay fotos, que sólo vos debes ver y destruir. Muchas fotos de Carol desnuda, fotos que quiero guardar para mí porque fueron momentos de amor y de belleza. No las destruyas sin mirarlas, porque comprenderás lo que fueron para ella y para mí. Sólo vos debes verlas, será como si yo mismo las mirara una vez más”. Una confesión de amor y dolor tras la muerte de su segunda esposa, Carol Dunlop, a quien, el 12 de febrero de 1984, Julio Cortázar seguiría hasta la tumba en el cementerio de Montparnasse. (Claudia Selser)

A Aurora Bernárdez

París, viernes 3 de abril de 1965

Topotita Itaita: Vos, ahí. Yo esperando, ahí. A las cuatro y media por expreso, ahí. Pero me alegré mucho con tu carta, que respira sol romano (y trabajo en la FAO, pobrecita). No lo niego: vos me invitaste y yo no fui. Pero si supieras cómo me estoy quitando trabajo de encima, cómo pongo al día mi correo, cómo paseo por París que está maravilloso, y cómo voy a conciertos, cines y teatros, comprenderás que hice muy mal en no irme con vos porque corro el peligro de perder ocho kilos. Es increíble (hablo en serio) la cantidad de cosas que tengo que hacer antes de que nos vayamos. Lo de Harss quedó interrumpido, y me lo reclaman de Buenos Aires; comprenderás que tengo para cuatro o cinco días de trabajo. Los líos editoriales me llevan horas hasta dejarlos más o menos encaminados, y como se traducirán, espero, en dólares, creo que vale la pena. Para tu regocijo especial sigo recibiendo reviews de los USA, todas favorables hasta ahora menos una de un tal Orville Prescott, en el New York Times, donde hace polvo la novela, y la declara a pretentious bore.1 Yo creo que puede ser un bore, pero que no es pretentious. […] Te copio: “La casa está en este momento exactamente como si hubiéramos sufrido un bombardeo. La cocina sin piso, con dos agujeros, uno enorme, la veranda sin techo, todo lleno de escombros. Los


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de portada albañiles están trabajando rápidamente por todos lados; Aldo levantó el piso de la cocina para que hagan la losa. La parte nueva ya tiene el techo casi listo”. ¿Estás contenta, honguito pelusiento? Escribime pronto, y decile a Italo [Calvino] que estoy conmovido de que relea con tanto cuidado la traducción de mis cuentos. ¡Riego las plantas! Te extraño mucho, bicho feo, y ojalá el 20 sea mañana y vos llegues y yo te dé tantos besitos, Woof Woof.

Mario Vargas Llosa vive en: 17, rue de Tournon, París 6eme.

de los temas mismos del ensayo. La primera cosa es que no se trata en absoluto de un ensayo sino que en realidad es una novela, la novela de otras novelas o la ficción de otras ficciones; quizá por eso las páginas más “ensayísticas”(Carpentier y García Márquez) se sienten como incorporadas desde otro mundo mental y sobre todo desde otra intención; vos sos el primero en sentirlo y decirlo una cantidad de veces, y además entiendo que no solamente no está mal sino al revés: los pasajes a lo otro, a tu mundo más propio y más tuyo, se hacen así más sensibles y proyectan mejor la carga personal que pusiste en todo lo que no era deliberadamente ensayístico. Aquí una pausa para decirte que las páginas sobre Gabo son admirables y que me mostraron una cantidad de cosas que nunca había sido capaz de racionalizar. Y volviendo al conjunto del libro, tengo que decirte hasta qué punto me resulta asombroso que alguien con una capacidad creadora tan grande —no es una frase, eso se siente y se sabe a cada página— haya tenido la intención y la voluntad de adentrarse en la creación ajena, y lo haya hecho sin sacrificar para nada su propio mundo personal, que está continuamente vivo y presente. […] Cuando hablo de tu capacidad creadora, lo hago lúcidamente; se siente no sólo en los párrafos o desarrollos o explicaciones que te pertenecen absolutamente, sino en esa asimilación desconcertante (para mí, que tengo mala memoria) de pasajes, frases, moods, alusiones y cien otras cosas extraídas de mis libros. Ese collage que abarca tantos cuentos y novelas (pues también están Alejo y Gabo, y por poco entra Fuentes, y curiosamente ni una vez citas a Vargas Llosa o a Asturias que también habrían podido meter baza, pero vos sabrás) me parece a mí una nueva creación, no te diré continua y total porque tampoco era tu deseo y ni siquiera tu nostalgia, de eso estoy seguro a pesar de muchas frases autoirónicas que te vas tirando por la cara a lo largo del camino; no hablo de una creación dentro de y por la creación ajena, y eso en el fondo sería la meta de la más alta crítica, solamente que en nuestras tierras ya sabemos que no abunda. […] Qué más puedo decirte, Ariel gran monstruo, si en realidad no te he dicho nada y ya voy para dos páginas y la Unesco me va a echar a la calle si sigo sin revisar el Programa y Presupuesto para 1971-72. Sí, una cosa importante: no te has equivocado ni una sola vez en tu versión de mis cuentos fantásticos. Estoy acostumbrado a las interpretaciones más delirantes, a veces divertidas por lo piantadas que son. […] Si un día se publicara tu libro, me sentiría muy feliz; y no es Narciso el que habla, créeme, es alguien que ha aprendido a leerse mejor en un libro donde hablaban de él, y se siente un poco menos solo en su coto de caza. Te abrazo muy fuerte, Julio Cortázar

A Ariel Dorfmann

A Juan Carlos Onetti

A Victoria Ocampo

Saignon, 23 de junio de 1965

Mi querida Victoria: Creo que ya en alguna otra carta le pedí perdón por escribirle a máquina. Sé que no está bien, y sin embargo reincido, porque escribir a mano me resulta cada vez más penoso. En todo caso, estoy mucho más presente cuando escribo así, a toda velocidad y tachando de cuando en cuando algún comienzo de frase en el que la máquina se toma libertades excesivas. También tengo que pedirle disculpas por el involuntario retardo de mi respuesta, pero ya verá usted por el encabezamiento que no estoy en París. Nos hemos venido a Saignon, un pueblecito de 200 habitantes, en plena Vaucluse (a unos veinte kilómetros de la fuente donde Petrarca vio por primera vez a Laura), donde encontramos un bastidon que se convertirá en nuestro refugio una vez que hayamos terminado de pintarlo y de ponerle cortinas de paja. […] Espero que ya esté perfectamente restablecida. Si la operaron en enero y todavía sigue sintiéndose dolorida, me doy cuenta de que no se trataba de algo banal. Si yo fuera tan egoísta como me creo a veces, debería alegrarme de que sus insomnios le hicieron conocer mis cuentos, pero debo tener alguna generosidad, puesto que lamento las circunstancias que la acercaron a mis Armas secretas. Es curioso que yo, cuando estoy enfermo, me vuelvo resueltamente hacia los novelones del siglo XIX. En un hospital, hace diez años, releí casi todo Dickens; en una clínica, otra vez, llené un montón de lagunas balzacianas. Lo del “opio de Occidente”, después de todo, es más literal de lo que uno piensa; yo estoy muy contento de que mis relatos la hayan distraído, arrancándola por un rato a sus dolores. Y estoy todavía más contento de que hayan sido Las armas secretas, porque en ese tomo están los cuentos míos que todavía prefiero. […] Gracias, Victoria, por su carta tan cariñosa y tan suya. Aurora la recuerda con su afecto de siempre, y yo la abrazo muy fuerte, Julio Cortázar

París, 12 de abril de 1971, con los castaños florecidos y un sol ya tibio y una máquina de escribir prestada con teclado francés, o sea la Q en el sitio de la A y viceversa, la M en lugar de la coma y otras miserias… Mi auerido [sic] Ariel, lo mismo tiraré para adelante aunque ya te haya llamado auerido [sic], que no está mal como errata: ¿aura herida?, ¿herido de aura? En todo caso vos sabés mejor que yo que hay un tiempo para leer y otro para maldecir las muchas cosas que impiden leer, y desde noviembre he maldecido harto, así castizamente, y sólo ahora, tantos meses después de ese noviembre en que me diste tu libro (tus, pero ahora hablo del Omenaje), he dado con el agujero del tiempo donde era posible poner velozmente un sillón, una lámpara, los cigarrillos y una botella de tinto, cerrándole toda posibilidad de desagujerearse; a lo largo de la mañana y la tarde de ayer leí tu ensayo, lo acabé a medianoche y ahora en la Unesco estoy como del otro lado de una zona donde han pasado tantas cosas, donde durante horas he vivido una extraña situación que, siendo eso, situación, me mostraba a mí mismo des-situado, viéndome por los ojos de otro, conociéndome por la inteligencia de otro, palpándome por la sensibilidad de otro. […] Pero basta de describirte mi sacudón personal, porque lo que me interesa es tratar de decirte algo sobre eso que has escrito y que no se parece a nada de lo que conozco sobre cualquier tema, sin hablar

Saignon, 30 de julio de 1978

Querido Juan Carlos: Me hizo gracia que te despidieras en tu carta deseándome que no me mortifique demasiado el calor. Figurate que es precisamente lo contrario, porque después de los inviernos de París, un argentino como yo necesita sol y calor en cantidades inagotables, y este mes de julio me los ha dado con una generosidad que yo no esperaba después de una primavera más bien desvaída y estúpida. Por lo cual estoy más negro que Nicolás Guillén, me paso el día desnudo en mi rancho, y trabajo en lo mío con unas ganas que hace mucho no sentía. Tengo también razones más vitales y profundas para sentirme bien. Después de un largo y penoso proceso, Ugne y yo nos separamos; la cosa fue dura, puesto que habíamos vivido juntos más de ocho años, pero ya no tenía sentido pasar de la verdad a la comedía y pretender que seguía siendo la verdad. Yo estoy viviendo con una chica que conocí en Montreal el año pasado, que me da una inmensa ternura y una paz que me hacía falta hasta un punto que sólo alcanzo a comprender ahora. Como ves, vivo un verano total; me alegra poder decírselo a un amigo como vos. Desde luego acepto con alegría (e muito obrigado!) la invitación de colaborar en la Estafeta Literaria. Tengo un cuento inédito,2 de unas ocho páginas, que me gusta bastante, y si ustedes lo quieren,

pues de acuerdo. En cuanto a la remuneración, si en vez de 300 me pagaran 400 dólares, me parecería bastante justo, pero si no se puede, decímelo vos mismo y yo estaré de acuerdo. Prefiero esperar tus noticias, y si todo va bien, te envío enseguida el cuento o se lo mando a Rosales, como ustedes prefieran. Ojalá me toque dar un salto a Madrid, para cumplir mi deseo de ir a verte a tu casa, cosa que no pudo ser la última vez (en Madrid siempre tengo problemas jodidos, y se me arman unos líos que desequilibran todos mis planes, pero no será así la próxima vez). Hasta siempre, gracias por la invitación, saludos a Luis Rosales y para vos un gran abrazo de Julio Cortázar […]

A Ofelia Cortázar

Saignon, 3 de agosto de 1978

Querida Ofelia: Recibí tu carta, y te agradezco que me hayas informado en detalle del estado de salud de mamá. No es que me tome demasiado de sorpresa, puesto que la edad es la edad, pero confío en que el tratamiento que le hace el doctor Romeo dé buenos resultados y mamá pueda vivir de una manera normal y sin verse privada de cosas que le gustan, como la lectura o la televisión. Por mi parte, todo lo que has leído en los diarios es un tejido de macanas a cual más completa. Te las resumo para que por lo menos en ese plaño te quedes tranquila. Primero: no es cierto que me divorcié de Ugne, por la simple razón de que nunca nos habíamos casado. Simplemente acabamos de separarnos porque ya no había entre nosotros los sentimientos que nos habían unido hace años. La segunda mentira se refiere a mi salud; he tenido una neumonía bastante seria, que me trataron perfectamente, y a los quince días estaba curado; eso de la “depresión” es un invento del periodista, pero no me sorprende porque en realidad lo que ese periodista y muchos quisieran es que yo estuviera verdaderamente deprimido, cosa que no tengo la menor intención de hacer. Quedate entonces tranquila, pues mi salud es excelente. Y justamente en mi última carta a mamá (esa que según vos le produjo una crisis de rabia, cosa que no entiendo) le conté de mi separación y de que estoy viviendo con una chica con la que me siento muy bien y muy feliz. De modo que, como ves, el balance es positivo y favorable, y no hay ninguna razón para que te inquietes.

Porque después de los inviernos de París, un argentino como yo necesita sol y calor en cantidades inagotables Todo el resto de tu larga carta no puedo ni siquiera comentarlo. Cada uno tiene sus razones, y vos tenés las tuyas para juzgar como juzgas (muy cruelmente, te lo digo con toda franqueza) mi actitud con respecto al país. Lo que me asombra es que no te des cuenta de una cosa, y es que por más que yo lo quisiera (y vaya si lo quisiera) es absolutamente imposible que por el momento yo desembarque en mi país. Te digo de paso que cometés un lamentable error cuando hacés referencia a mi ciudadanía francesa, pues no la tengo (me la negaron dos veces), pero deberías saber que los argentinos y los franceses tienen el principio de la doble nacionalidad, es decir que el hecho de tomar la ciudadanía francesa no te quita la de argentino, y viceversa. Te lo digo porque me duele que también vos caigas en esa grosera calumnia que tantas veces me han tirado a la cara los verdaderos enemigos de la Argentina. En cuanto a todo lo que me decís sobre tus impresiones sobre la situación en el país, es perfectamente tu derecho y no haré el menor comentario. Algún día, quizá, llegues a saber lo que verdaderamente significa que yo no pueda escribirte sobre eso; por ahora seguí contenta con todo lo que te rodea, pues saberte feliz y satisfecha me da, como te imaginas, una gran alegría por vos. Me alegro de que hayas recibido el dinero que te envié. También a propósito de eso, algunos comentarios que dejás caer sobre lo que en el fondo considerás un egoísmo de mi parte, o sea no estar con ustedes, deberías reflexionar un poco sobre lo que ha podido representar para mí en estos años comprar ese departamento para ustedes dos, y ayudarlas en lo que puedo cada vez que siento que necesitan dinero. No pretendo ningún mérito especial por eso, pero es la única (metete eso en la cabeza por favor) manera de estar cerca de ustedes. No tengo otra, puesto que te repito que no puedo ir personalmente. Entonces, por lo menos pensá que tus reflexiones no me parecen demasiado acertadas. En fin, nada de esto tiene importancia. Espero que mamá siga bien, vos también, y que pronto reciba noticias favorables de ella o de vos. Te agradeceré mucho que no dejen pasar demasiado tiempo sin mandar por lo menos dos líneas. Hasta siempre, con un abrazo de tu hermano que te quiere, Julio. V 1 Un plomo pretencioso. 2 “Queremos tanto a Glenda”, publicado en Nueva Estafeta, número 1, Madrid, diciembre de 1978.


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MILENIO

poesía

Ernesto Cardenal:

“Dios duerme conmigo en la hamaca” El poeta, sacerdote y luchador social fue distinguido con el Premio Reina Sofía, uno de los más prestigiados en lengua española. Laberinto ofrece a sus lectores una entrevista realizada el día mismo en que el autor de Tocar el cielo recibió la noticia, y un poema inédito Entrevista lina zerón

Lina Zerón

Ernesto Cardenal

E

rnesto Cardenal responde al teléfono. Me agradece la llamada. A sus 87 años, su mente es lúcida, habla claro, sin buscar las palabras, sabe el punto exacto dónde encontrarlas. Ha respondido muchas entrevistas y dicho casi lo mismo en todas; sin embargo, al cambiar el tema del premio por la cotidianidad, me comenta otras cosas. Cuéntame cómo recibiste la noticia del Premio Reina Sofía. La noticia no me despertó ya que todos los días me levanto a las tres de la mañana a meditar y hacer oración, así que cuando sonó el teléfono a las 5:30 AM para notificarme que me habían otorgado el Premio Reina Sofía ya estaba por tomar mi primer alimento. Me alegré mucho ya que fue algo totalmente inesperado para mí. Me sentí gratamente sorprendido ya que ni siquiera sabía que estaba nominado porque yo no tengo premios, salvo el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda que me dieron en Chile en el cual, por cierto, le dije a la presidenta que yo me jactaba de ser el poeta menos premiado de la Real Academia de la Lengua, y ahora que me dan el Reina Sofía por un lado me hacen feliz pero por otro me quitan algo del orgullo que sentía al no ser tomado en cuenta por los que se dicen intelectuales. La gente que me quiere bien, los amigos, los muy cercanos, están felices. He recibido llamadas de todas partes del mundo, donde ha llegado la noticia y que me conocen, por supuesto. Ahora mismo te hice esperar en el teléfono porque estaba llena la oficina de reporteros de por acá. ¿Para qué sirven los premios? Depende a quién se los den y qué premio. A mí, la verdad, no me interesan mucho, pero éste me cayó muy bien porque es un reconocimiento en vida a mi obra y es muy grato que la declaren patrimonio cultural de Iberoamérica. ¿A quién no le va a gustar eso? Y de la remuneración económica, pues Dios fue el que escuchó mis oraciones, ya que toda la semana habíamos estado muy preocupados por la demanda que me volvió a poner la señora esa, Nubia [Arcia], que tiene secuestrado el Hotel Mancarrón, que no es de su propiedad porque está en nuestros terrenos y es de nuestra asociación, de Solentiname. Ella lo administra porque nosotros se lo pedimos pero eso fue en el siglo pasado. No tiene títulos de propiedad y ahora quiere que le demos una cantidad enorme de dinero por perjuicios. Hubieras visto el vuelo que le dieron a esa noticia, la publicaron en primera plana, pero hoy salió también en primera lo del Reina Sofía, así que un premio importante le calla la boca a todos los que han cuchicheado sobre lo otro. Espero que esto me ayude a salir adelante de ese problema y que por fin me devuelvan el hotel que sirve para el desarrollo de Solentiname. Esa es la herencia para sus hijos. ¿Cuándo te entregan el premio? Me dijeron que será en noviembre, en la ciudad de Salamanca. Ya nos iremos todos para allá, en comitiva, como nos gusta, a festejar, sobre todo estar vivo, porque a mi edad cada mañana es un regalo.

El celular

H

¿Le diste las gracias a Dios por el Premio? Yo siempre le agradezco todas las mañanas desde mi cama, o acostado en mi hamaca cuando voy a Solentiname. Converso con él, en mi lenguaje, a mi manera. Digamos que Dios duerme conmigo en la hamaca, así de cercanos somos. Yo no le pedí ningún premio, sino que dejaba en sus manos el problema de la demanda y mira con lo que me sale, enviándome un premio por mi poesía. ¿Al poeta o a la poesía? Yo estoy convencido que el poeta debe identificarse con su poesía, con su verdad. Si uno se siente revolucionario en su poesía, debe serlo en su vida. Si se siente religioso, debe serlo. Y si no se siente religioso o revolucionario, debe escribir esa verdad. Así, el amor, y el amor libertario, han constituido mi búsqueda de la verdad. El tema del amor, en consecuencia, el amor a la mujer, el amor de hombre, el amor humano se convirtió después en amor divino. La literatura debe prestar un servicio, debe estar, como todo lo demás en el universo, al servicio del hombre. Por lo mismo, la poesía también debe ser política. Aunque no propaganda política, sino poesía política. Por eso es que fue posible cambiar la vida de sacerdote al servicio de la patria. Sí es posible el cambio. Por ejemplo, el cambio que produjo la Revolución mexicana, que después fue otra cosa pero fue la primera de los tiempos modernos, anterior a la soviética. Fue una verdadera revolución, con los defectos de los seres humanos pero con su grandeza. La nuestra fue más breve pero también fue un cambio de hombres a hombres nuevos. Sandino, nuestro guerrillero, recibió gran influencia de México, donde se formó como revolucionario. Fue marcado especialmente por Zapata, aunque también tendría mucha afinidad con Pancho Villa, tanto que hizo a “La Adelita” su himno de guerra. Bien merecido el premio a la poesía y al poeta. ¿Cierto? Pues si lo quieres ver así, sí, ya que el poeta debe ser el guardián en silencio, frente al culto desmesurado del dinero y la fama. Debemos tratar de ser hombres más esenciales. V

ablas en tu celular y hablas y hablas y ríes en tu celular sin saber cómo se hizo y menos cómo funciona pero qué importa eso lo grave es que no sabes como yo tampoco sabía que muchos mueren en el Congo miles y miles por ese celular mueren en el Congo en sus montañas hay coltán (además de oro y diamantes) usado para los condensadores de los teléfonos celulares por el control de los minerales corporaciones multinacionales hacen esa guerra inacabable 5 millones de muertos en 15 años y no quieren que se sepa país de inmensa riqueza con población pobrísima 80% de las reservas mundiales de coltán están en el Congo yace el coltán desde hace tres mil millones de años Nokia, Motorola, Compak, Sony compran el coltán también el Pentágono y también la corporación del New York Times y no quieren que se sepa ni quieren que se pare la guerra para seguir agarrando el coltán niños de 7 a 10 años extraen el coltán porque sus pequeños cuerpos caben en los pequeños huecos por 25 centavos al día y mueren montones de niños por el polvo del coltán o martillando la piedra que les cae encima también The New York Times que no quiere que se sepa y así es que no se sabe ese crimen organizado de las multinacionales la Biblia identifica justicia y verdad y el amor y la verdad la importancia pues de la verdad que nos hará libres también la verdad del coltán coltán dentro de tu celular en el que hablas y hablas y ríes en tu celular.


domingo 6 de mayo de 2012 b07

VISOR

en librerías El reino de las moscas

Alejandro Páez Varela Alfaguara México, 2012 167 pp. na, Esperanza y Fernanda: tres mujeres atadas a un hombre distinto, pero que van siendo consumidas de igual forma por la violencia, el encono y el implacable desierto chihuahuense. Páez Varela toma como eje temático la vida de cada una para construir una historia sobre la locura y el odio circunscritos a la mortífera Ciudad Juárez. Sin embargo, El reino de las moscas no es una novela sobre el narcotráfico en el norte del país. Más que los cuernos de chivo, el clásico policía corrupto o los miles de dólares regados en una casa abandonada, se nos ofrece una serie de personajes sumamente humanos, que creen acercarse a su libertad y sólo se aproximan a un destino funesto. Se aman, se odian, se matan entre ellos y perecen entre palmeras de diez mil dólares que no germinan en la arena. Una novela donde las armas más letales no son las Kalashnikov sino los retorcidos hombres que las empuñan.

A

El Sunset Limited Cormac McCarthy Mondadori México, 2012 96 pp.

C

ormac McCarthy es un escritor que nació para que sus obras fueran llevadas al cine. La adaptación más famosa es No es país para viejos —filmada por los hermanos Coen—, que aquí titularon Sin piedad para los débiles; pero también están All the pretty horses, Outer dark, The road y El Sunset Limited, que dirigió Tommy Lee Jones y en la cual actuaron él y Samuel L. Jackson. Publicada en 2006, El Sunset Limited es una obra de teatro que enfrenta a dos personajes llamados simplemente Blanco y Negro. Blanco es un profesor decepcionado de la vida y Negro un ex presidiario que se asume como creyente. Ellos se conocieron en una estación del metro cuando Negro le salvó la vida a Blanco, quien pretendía suicidarse. El diálogo filosófico, digámoslo así, que entablan, girará en torno a Dios y la muerte, dos temas que para McCarthy obligatoriamente debe tratar todo escritor que se precie de serlo.

Aislada belleza cubana

Ventajas de viajar en tren Antonio Orejudo Tusquets México, 2012 152 pp.

¿

Acaso la dimensión interior del ser humano es tan sólo una sucesión de historias superpuestas, historias sobre nosotros mismos y sobre los demás? En otras palabras: ¿la personalidad “es nada más que electricidad y bioquímica”? La pregunta mueve a ser tomada con seriedad pero Orejudo piensa de modo muy distinto. Para empezar, concibe a un puñado de personajes que se mueven entre el absurdo y la hilaridad. Para continuar, los vuelve protagonistas de una serie de relatos imaginados por pacientes esquizofrénicos, sin pies ni cabeza, puros disparates, que ya en conjunto terminan por crear, aunque resulte paradójico, un mundo organizado y coherente. Y quién está detrás de ello. Un demiurgo risueño, quizá la encarnación de la figura suprema del escritor, con todo y manías. Ventajas de viajar en tren es una gran novela, con un aire a Si una noche de invierno un viajero… de Italo Calvino.

Liberalismo político John Rawls Fondo de Cultura Económica México, 2011 359 pp.

D

adas las confusiones que aún genera el término “liberalismo”, en principio la importancia del libro de Rawls radica en que permite que el lector distinga la diferencia entre “liberalismo económico”, cuyo principio es la limitación del papel regulador del Estado a favor de la ley de la oferta y la demanda, y el “liberalismo político”, que busca que los ciudadanos tengan los mismos derechos y mayor libertad de actuación. Rawls ha corregido y reelaborado algunas ideas de su Teoría de la justicia, y ahora reflexiona sobre cómo en una sociedad democrática puede haber equilibrio a pesar de la pluralidad de las doctrinas comprensivas, razonables, incompatibles entre sí —religiosas, filosóficas y morales—, que la integran. Para Rawls, la Ilustración se equivocó precisamente al creer que las ideas religiosas ya no estarían presentes en una sociedad moderna. Libro difícil, pero esclarecedor.

Como no llegan las cartas Wendy Guerra

E

n las esquinas, frente a los semáforos de La Playa, pisando los empedrados del Casco Histórico, o pescando sobre las aguas de Cojímar, justo allí donde Hemingway anclaba su barco El Pilar, transcurren hombres muy parecidos a William Levy, Andy García, Francisco Gatorno y César Évora. Bastaría sólo con ponerlos en manos de un buen estilista, y así, quemados por el sol, un cubano elegido al azar saltaría a la fama de una telenovela contemporánea, una película exitosa. Faltaría entonces ver si poseen el talento de César, más allá de la belleza natural que encontramos por aquí a simple vista. Los cubanos no tenemos acceso a canales de televisión extranjeros y vemos la programación con programas muy alejados al mundo de esa Belleza. Pero en el potente mercado negro de las imágenes en “bolsa negra”, se alquilan películas y telenovelas de México y el mundo donde aparecen “los hombres y mujeres más bellos”. Las elije, por ejemplo, People magazine. Exóticas rubias o morenas cinceladas a mano desfilan con una banda en la cintura, pueden ser tan naturales como nosotras, o tal vez no, se ayudan con adelantos de la cosmetología. En La Habana camino al lado de bellísimas mujeres que no lo saben. Así saltó a la fama la actriz cubana Daysi Granados, “El rostro del cine cubano”, descubierta entre los vidrios de una elegante tienda departamental habanera. Los problemas del mundo (poco a poco) van siendo los nuestros, y los cubanos, quienes (cual voyeristas) alquilamos las “visitaciones del capitalismo”, sentimos que La Belleza es “allá” una categoría esencial, algo sin lo cual no se puede triunfar. Las cubanas no hemos tenido una buena nutrición, ni cremas que ayuden a mantenernos expuestas al sol sin consecuencias. Partiendo de lo básico salimos a la calle a resolver el duro día. ¿Será el perfeccionismo estético una condición para arrollar en la transición? ¿Qué rostro prefiere el mundo? Cincuenta años más tarde y desde Cuba nos preguntamos qué será la belleza para el resto de Occidente. ¿Una mujer de quirófano, una al natural? ¿Seremos mañana un país equilibrado en cánones sociales y estéticos, admitiremos un modelo que modifique lo que hasta ahora nos parecía naturalmente bello? V ESPECIAL

carta

Estimado Braulio Peralta:

M

e dolió mucho tu artículo “Rebelde con causa” del 21 de abril, pero me tomé unos días para digerirlo y no escribirte visceralmente. Comienzas diciendo: “Hay que defender la libertad de expresión”. No hay nada que objetar. Ahora bien, esto es aplicable en un 100% a cualquier individuo, pero cuando tú tienes acceso a medios de expresión que no cualquiera tiene, por el hecho de llamarte Günter Grass, NO ERES cualquier individuo, tienes una responsabilidad que no cualquiera tiene. Günter Grass ante todo es un MENTIROSO. Tuvo una personalidad antes de recibir el Premio Nobel y otra después de escribir la obra Beim Häuten der Zwiebel (Pelando la cebolla), aparecida en 2006 donde da a conocer su pasado nazi. Günter Grass no escribió nada, ni los intelectuales de Occidente escribieron nada sobre la matanza en Siria, anterior a la aparición del texto de referencia. Hipocresía y silencio ¿respecto a qué? Israel, India y Pakistán se negaron a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear; sin embargo, Israel no ha vertido ninguna amenaza de hacer desaparecer a otro país del mapa. Así que lo que

afirma Grass son MEDIAS VERDADES. Evidentemente tú no tienes la menor idea de lo que fue el Holocausto. Alemania de Goethe, de Schiller, de Beethoven, de Mozart, de Einstein, de Thomas Mann. NO SE PERDONA ESA MANCHA EN LA HISTORIA (“La shoa nos llena a los alemanes de vergüenza”, Angela Merkel, 18 de marzo de 2008). No es “Ley no escrita”. ES LEY que es un delito fomentar el antisemitismo o negar el Holocausto. Si no hay generación que no conozca el episodio, Ahmadineyad y Chávez ¿no pertenecen a esta generación? Israel da todas las garantías de libertad de expresión. Tiene congresistas árabes y cada 4 años HAY ELECCIONES, sino es que antes. Ten presente una cosa: “si los enemigos de Israel bajan las armas, se logra la paz, si Israel baja las armas DESAPARECE” ( Benjamin Netanyahu). Con respecto a Noam Chomsky, Israel tiene el derecho de no permitir el ingreso de personas que la difaman, como Estados Unidos no permite el ingreso de García Márquez y México lo contempla en el artículo 33 en su Constitución Política. Raúl Gettner México, D.F.


08 b domingo 6 de mayo de 2012

varia darío díaz gonzález

especial

E. M. Cioran

Sueño dramático

After life del aforismo

Noticias de Jalapa y Coatepec

archivo hache

Guía visual

Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

M

ientras novela y poema, y aun ensayo, desfallecen, internet ha reanimado al aforismo. La noción de aforismo proviene de Hipócrates. En la escritura griega, aforismo era un principio de ciencia médica; síntesis de saber anotado. Junto a él, los griegos desarrollaron el arte gnómico del apotegma. El pensamiento presocrático frecuentemente es apotegmático: saber filosófico, a veces codificado para evitar que cualquiera pueda descifrarlo. Pero entre el aforismo y nosotros hay, por lo menos, dos grandes tradiciones paralelas: los refranes populares y el aforismo moderno. Por un lado, doxa sonorizada e ingenio popular agraciado abreviados y, por otro, brevedad corrosiva, acidez, chiste, máxima mínima, aforismo moderno de Lichtenberg, Joubert, Nietzsche, Schopenhauer, Cioran y miles de emuladores. Diferencia esencial entre el aforismo griego y el aforismo moderno: uno era un género medicinal; el otro, un género enfermo. El aforismo médico diagnostica, pronostica o trata nuestros males; el aforismo moderno, en cambio, ironiza, exalta o poetiza nuestros rasgos y estragos. Como el ensayo, el aforismo dejó de ser saber y devino estilo. ¿Cómo fue que el aforismo dejó de ser sabiduría o medicina y se convirtió en ironía o enfermedad? El cristianismo —la gran cura con que Occidente sustituyó a la filosofía griega— se expandió como plaga y probó ser remedio fallido, disfuncional, gran patología transcultural.

Occidente ya no pudo resumir saber confiable, síntesis segura de curación y, en su lugar, concentró su resentimiento, desprecio, clasismo, misoginia, altivez, sarcasmo, comedia y amargura en el aforismo, formita favorita del nihilismo moderno. La re-tradición nihilista del aforismo se encapsuló exitosamente, e hizo que el aforismo perdiera por completo su visión médica hasta volverse un género sintomático de nuestra época. Entre uno y otro, por cierto —más que el aforismo como máxima moral— se sitúa un momento decisivo: Lautréamont, para quien las máximas ya sólo eran materia de apropiación y remezcla. En las últimas décadas, la publicidad (el arte mercadotécnico del slogan) y más reciente y poderosamente el microblogging han hecho que el ciudadano global recapitule su pensamiento cotidiano en un género muy similar y a veces idéntico al aforismo. A su escuela y secuela médica, filosófica, moral, irónica, nihilista, se suma su tradición virtual que deviene aforismo viral. El neo-aforismo es una mutación del aforismo moderno. Anotemos sus rasgos: al contrario del aforismo antiguo, el neo-aforismo no cree derivarse de una sabiduría privilegiada, y se diferencia del aforismo moderno porque no es una condena del mundo sino descripción o definición veloz de experiencias tecnourbanas de New Life. El neoaforismo es vital. ¿Su vicio? Cínico residual, el neo-aforismo está enganchado al after-party. V

Magali Tercero http://magalitercero.arteven.com

La Ceiba Gráfica En estos días el artista sueco Per Anderson, residente en Veracruz desde 1974, continúa dirigiendo en Coatepec el taller litográfico La Ceiba Gráfica, un oasis donde no sólo es posible estudiar toda clase de técnicas sino residir un tiempo para producir obra o tomar cursos. La escritora y promotora cultural Esther Hernández Palacios, a quien busco durante una breve visita de puente a la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) de Jalapa, me cuenta que Anderson y su taller han sido muy importantes en la formación de jóvenes artistas gráficos. Antes de instalarse en el casco de la antigua hacienda La Orduña, construida en 1547 y dedicada, durante la Colonia, al cultivo de la caña de azúcar. “Necio como todo artista”, según Hernández Palacios, recientemente premiada por Bellas Artes por su último libro, Anderson pidió consejo y consiguió que el gobierno del estado, entonces a cargo de Fidel Herrera, cediera en comodato la antigua hacienda. Fundada en 2005 por la asociación civil Artistas Veracruzanos Bajo La Ceiba, ha llenado un hueco importante. De acuerdo con sus fundadores, “el Taller de Producción Litográfica cuenta con recursos tecnológicos generados durante los últimos diez años. Se dibuja sobre mármol u ónix mexicano con lápices, tusch y crayolas litográficas y se imprime con rodillos de cuero y prensas litográficas de fabricación propia. La técnica de litografía es la inventada por el alemán Alois Senefelder en 1796, y fue adaptada a los materiales mexicanos. Se imprime tanto en color como en blanco y negro desde formatos pequeños hasta 125 x 93 cm. Puesto que hay ahí una ceiba gigante, se bautizó con el nombre de este árbol a la nueva asociación civil y taller. Anderson puso en marcha el proyecto con la ayuda del artista Martín Vinaver. El objetivo de La Ceiba Gráfica es el desarrollo del individuo y la sociedad a través de la experiencia artística, según se informa en la página web (http://www. laceibagrafica.org/index2.htm). Ahí los mármoles europeos fueron sustituidos con piedras provenientes de las minas de un yacimiento cercano a Perote. “Como buen loco creativo, Anderson ha levantado no sólo este centro sino ha replicado la idea

en otros estados, impartiendo talleres y llevando herramientas para el trabajo”, dice mi entrevistada. La Ceiba tiene, además, espacio para que residan seis artistas al mismo tiempo. Han residido ahí José Luis Cuevas y Francisco Castro Leñero, entre otros creadores destacados. Otro logro ha sido la creación de un papel artesanal a partir de las sábanas y toallas viejas donadas por hoteles. También el gobierno sueco ha apoyado el proyecto. En suma, se trata de un centro vivo de producción y promoción de las artes, sala de conciertos incluida. Por cierto, en esa hacienda Anderson encontró una máquina para hacer losetas de piso a la manera del siglo XIX. Localizó entonces a una persona que conocía su funcionamiento y ahora ofrece loseta especial a los restauradores de edificios antiguos. Con ello se recupera una antigua tradición. FILU. Medalla al Mérito Gilberto Aceves Navarro acaba de ser premiado con la Medalla al Mérito de la Universidad de Veracruz en el contexto de la FILU, feria fundada en 1994 que mañana 6 de mayo será clausurada. Como se sabe, Aceves Navarro realizó recientemente la muestra antológica Cinco décadas. Una mirada en el Palacio de Bellas Artes. La exposición contó con 400 obras y 23 series de esculturas, pinturas, grabados y dibujos, además de piezas de arte objeto. Aceves Navarro perteneció al grupo de la llamada Ruptura. Los organizadores calificaron al artista como “el último de los expresionistas abstractos de este país”. Darío Díaz González El 30 de abril fue inaugurada en la Biblioteca Carlos Fuentes una retrospectiva de Darío Díaz González, artista jalapeño nacido en 1968 que ha incursionado en la pintura, el dibujo, la fotografía y el video. Como mencionó Germán Martínez Aceves, del equipo organizador de la FILU, Díaz ha hecho una exposición donde reúne obra en torno a la mujer realizada desde 2002. El pintor dijo a Laberinto que está abierto a la práctica de cualquier género. En la exposición pudo verse tanto obra abstracta como figurativa e, incluso, telas en blanco y negro e impresiones digitales. Entre las obras incluidas están Chac Mool y Había una vez la abuela manatí blanca. V


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