Visor
N.o 465
domingo 27 de mayo de 2012
Armando González Torres Justicia poética página 2 Iván Ríos Gascón La mezquindad y las exequias página 7 Avelina Lésper Efímero página 8 Heriberto Yépez Octavio Paz, el PRI y Televisa página 8 Claudia Guadarrama
MILENIO
La biblioteca mítica de México Juan Manuel Gómez Anitzel Díaz Página 4
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MILENIO
antesala
Poemas del viejo Una profunda y dramática reflexión sobre la vejez, sobre la experiencia de un ser que se sobrevive a sí mismo es lo que se procura —y logra— en estos versos
Justicia poética Escolios especial
poesía
Eugen Dorcescu
E
l viejo ha simplificado, ha hecho un gráfico de sus afectos. Dice que la jerarquía de sus amores comienza con Iah Eloim, continúa con su esposa, con los nietos, las hijas, con los parientes y los hermanos —los de la carne, los de la fe—, se detiene en los semejantes, diluyéndose enormemente, para repartirse por igual en cada uno, luego vuelve, regresa a sí misma, confiada, pero el viejo no quiere recibirla, sabe que amar a alguien de entre los hombres significa desear vivir en el lugar del otro para protegerle contra los horrores de la vida, sabe que odiar a alguien significa desear hacerle vivir en lugar de uno, y el viejo ni se ama a sí mismo ni se odia, hace mucho que ya no vive en su espacio, no vive en lugar alguno y no ha muerto todavía. Traducción del rumano de Rosa Lentini y Eugen Dorcescu
C
on autorización de la editorial española Igitur, en esta página publicamos el primero de los treinta Poemas del viejo, de Eugen Dorcescu (Timisoara, 1942), “una de las voces más representativas de la actual poesía rumana”. Poeta, ensayista, traductor del francés y el español, Dorcescu es autor de La muerte del padre, En la Plaza Central y Elegías de Bad Hofgastein, entre otros libros. En el prefacio, Andrés Sánchez Robayna afirma que en Poemas del viejo su autor “nos sitúa ante ese drama [de la finitud] con palabras al mismo tiempo desnudas e inquietantes, unas palabras que no renuncian […] al sentimiento de misterio, como si éste fuera el sentimiento más constitutivamente humano, nuestra más viva posesión sensible”.
Martha Nussbaum
Armando González Torres agonzale79@yahoo.com.mx
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artha Nussbaum, Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, es una mujer de bello rostro y formas elegantes, pero, sobre todo, es una mente filosófica desbordante que incide en temas que van desde la filosofía clásica hasta las políticas públicas contemporáneas. Justicia poética (Andrés Bello, 1995) es un libro en el que la pensadora llama a restituir el enlace entre deliberación racional e imaginación literaria. Para la autora, la literatura resulta escasamente considerada en la deliberación filosófica, política, económica y jurídica pues, por un lado, se le asigna una función meramente recreativa y, por el otro, la segmentación académica limita su integración. Con todo, la imaginación literaria, como una forma de enfatizar la irreductibilidad del individuo y suscitar empatía, puede contribuir a elucidar temas que van desde la lógica jurídica hasta la justicia distributiva. Para Nussbaum la literatura (básicamente la tradición angloamericana de novela realista) reivindica la complejidad de la persona, pues tiende a revelar aspectos de la realidad desconocidos para muchos y a plantear las tensiones entre individuo y sociedad, entre biografía personal e historia, entre deseos íntimos y normas colectivas. De ahí la posibilidad de identificación emocional y moral y la posibilidad de inferir, en lo literario, muy distintas potencialidades de desdicha o realización humana y muy distintas
pautas de evolución ética. La literatura también enriquece las nociones de individualidad y motivación e ilumina la vida interior de seres radicalmente distintos y, con ello, contribuye a desmantelar el prejuicio uniformador. Por supuesto, Nussbaum no aconseja que la literatura sustituya la parte técnica y normativa de una deliberación, pero sí llama a cotejar la deliberación racional y la teoría filosófica, jurídica o económica con la emoción y la intuición moral que emana de la literatura. Porque, para Nussbaum, la imaginación literaria es un contrapeso a los utilitarismos extremos y a su propensión a medir y uniformar sin poner atención en las personas concretas. Dichos utilitarismos predominan tanto en las ciencias sociales como en la definición de las políticas públicas contemporáneas. El problema es que, al deshumanizar mediante la abstracción y la simplificación de las aspiraciones individuales, se niega el reconocimiento, respeto y justicia que todo individuo merece. Por eso, contra la convención que llama a desterrar las emociones de las deliberaciones filosóficas, económicas o jurídicas, Nussbaum insiste en integrarlas creativamente, pues éstas proporcionan información indispensable para entender el concepto mismo de moral y, por ejemplo, es muy difícil emprender un análisis jurídico sin apelar a los sentimientos de indignación o piedad que suscita un acto. Así pues: “Dotada de imaginación la razón se vuelve benéfica, guiada por una visión generosa de sus objetos; sin su caridad, la razón es fría y cruel”. V
MILENIO francisco a. gonzález presidente · jaime barrera rodríguez director editorial · marina miranda directora general de negocios · jorge villarreal comercialización · miguel ángel puértolas jefe de información · antonio navarrete jefe de cierre editores: jorge valdivia g. ciudad y región · moisés mora negocios · ignacio dávalos cultura · elda arroyo mp · hugo merino diseño · kaliope demerutis ocio · irene selser fronteras · horacio salazar tendencias · jairo calixto albarrán qrr y el ángel exterminador · susana moscatel hey! · fernando torres circulación · noé anaya producción ·
MILENIO diario b VISOR b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía
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VISOR
antesala miriam pulido
El lector se lleva
Mesa de novedades Fondo de Cultura Económica Daños colaterales. Desigualdades sociales en la era global Zygmunt Bauman Fondo de Cultura Económica $220 Brama David Miklos Tusquets $179 La voluntad de no saber. Lo que sí se conocía sobre Maciel en los archivos secretos del Vaticano desde 1944 Alberto Athié, José Barba y Fernando M. González Grijalbo $199
Los juegos del hambre Suzanne Collins Océano Travesía $245 En llamas (Segundo libro) Suzanne Collins Océano Travesía $245 Sinsajo (Desenlace trilogía Los juegos del hambre) Suzanne Collins Océano Travesía $245 La reina en el palacio de las corrientes de aire
Stieg Larsson Destino $295.30
El gran diseño Stephen Hawking y Leonard Mlodinow Crítica $328.30 El camino de los muertos Kevin Brooks Fondo de Cultura Económica $140 Alicia en el país de las Maravillas Lewis Carroll Fondo de Cultura Económica $350
miriam pulido
Álvaro Ramírez Profesionista En la librería Joseluisa ¿Qué compraste? Un libro de Juan Ignacio Zavala que se llama Apuntes de campaña, de editorial Suma. ¿Por qué lo compraste? Porque me gusta la política y a él se le conoce como un buen coordinador de campañas políticas a nivel nacional. ¿En qué basas tus compras de libros? En recomendaciones que a veces dan intelectuales o programas de televisión, por ejemplo en CONA-
CULTA, algunos programas dan recomendaciones de libros y en eso me baso. O a veces los que encuentro y me llaman la atención son los que adquiero. ¿Qué tan frecuentemente vas a una librería? Como una vez al mes, más o menos. ¿Alrededor de cuántos libros lees? No sé, como dos libros al mes, yo creo. ¿Sobre qué temas te gusta leer? Sobre historia, derecho y política. miriam pulido
La invitación
Arturo Gómez Guerra recomienda miriam pulido
Director de la Galería Rumpelstiltskin Miriam Pulido
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o le gustan las fotos. Para el promotor cultural Arturo Gómez, las fotografías son el momento incómodo de una entrevista, cree que los libros deben mostrarse por sí solos. La filosofía, según el también escultor, es la base del todo. “Ya no sé si son libros que me marcaron o no, pero yo elegí tres que son mis imprescindibles: El ser y el tiempo de Martin Heidegger, es su obra cúspide en donde se sintetiza de alguna manera toda la perspectiva vitalista del pensador; Antropología filosófica, de Ernst Cassirer, en donde se describe al ser como terrenal dotado de razón por su esencia específica, en donde las capacidades de cada uno de ellos se pone a prueba con lo cotidiano, y El discurso del método, de René Descartes, que es una obra básica para entenderlo todo. Yo elijo puro libro de filosofía porque creo que es un buen momento
Pondera la filosofía como una lectura necesaria
para hablar de eso. En estos tiempos en donde la filosofía ha sido relegada. Creo que hay un gran vacío para pensar en una vuelta a la filosofía del arte, incluso a la estética”, comentó. Recalca que el rezago del arte de pensar ha sido reducido por el tono pragmático que la envuelve: “Creo que la vida diaria nos ha llevado a cosas inmediatas y prácticas y que cualquier conocimiento que va más allá de lo evidente, nos da flojera”. Nervioso o sonriente. Conversar de libros es una de las mayores pasiones para Gómez Guerra, quien se ha reflejado en cada uno de los proyectos que ha desarrollado: “La idea que yo busco plantear es la vuelta a la investigación, en donde retomemos ciertos preceptos que comprenden la estética, es llevar el arte a un nivel reflexivo más allá de la inmediatez o de la superficialidad” dijo. A pesar de ello, al cuestionársele por no elegir títulos literarios en sus recomendaciones, Arturo Gómez, con una mirada penetrante, contestó: “La filosofía, según Aristóteles, es la que está por encima de todas las ciencias. Es la única que realmente nos garantiza una visión clara de la realidad. La literatura es filosofía, pero no es explícito. No te habla de la verdad pero está todo el tiempo girando alrededor de ella”. V
Alma María Gutiérrez G. Maestra En la librería Joseluisa ¿Qué compraste? Compré cuentos para niños y uno para mi hija, principalmente para leerles a los niños en el salón. De Vivian Mansour, Mafalda de Quino, Leyendas de México que es anónimo, El regreso del gato asesino de Anne Fine, Léperas contra mocosos de Francisco Hinojosa, Alguien en la ventana de M.B. Brozon, entre otros. ¿En qué basas tus compras? Por ejemplo, Mafalda porque me gusta mucho, Leyendas de México para el trabajo de las narrativas de los niños, me sirve para trabajar el respeto a los adultos, y el otro es para descanso.
¿Con qué frecuencia vas a una librería? Pues vemos una librería y nos metemos. De hecho, no tenemos planeado que vamos a ir tal día a una librería a comprar un libro, pues no. Vemos una, nos metemos y si vemos algo que nos agrade, lo compramos. ¿Cuántos libros lees al año? Unos diez, leemos poco. ¿Entre qué géneros? Terror, novela y libros de pedagogía, desarrollo de estrategia de clase.
VISOR
La biblioteca
mítica de México Con la apertura al público del Fondo José Luis Martínez y la inminente inauguración del acervo de Antonio Castro Leal, la Ciudad de los Libros y la Imagen cobra ya visos de realidad. ¿Qué tesoros bibliográficos y hemerográficos oculta, qué orden y significado contiene? Estos paseos por sus espacios arquitectónicos y sus libros nos invitan a sentirnos como en casa Juan Manuel Gómez
imágenes: Claudia Guadarrama
Acervo de José Luis Martínez
Biblioteca Personal Antonio Castro Leal
E
ntre 1981, año en que murió Antonio Castro Leal, y 2011, con los trabajos de rescate y catalogación de los 38 mil libros que guardaba en su casa, nadie entró en su biblioteca. Nadie en treinta años tuvo acceso a esos volúmenes entre los que hay ejemplares únicos en México y verdaderas joyas bibliográficas del mundo. El resto está formado (como José Emilio Pacheco dice modestamente de la suya) por “una biblioteca de trabajo”, de uso común, ¡vamos!, en la que se van juntando los documentos que se requieren para
Casa de papel Anitzel Diaz
U
n pintor puede pintar las ruedas de un cañón cuadradas para expresar la inutilidad de la guerra. Un escultor también puede esculpir cuadradas las mismas ruedas. Pero un arquitecto debe usar ruedas circulares. Aunque la pintura y la escultura jueguen un papel espléndido en el campo de la arquitectura, no obedecen a la misma disciplina”. Kahn afirma así la especificidad de la arquitectura. Mientras que sería inconcebible añadir color a una pintura de Picasso o sumar un capítulo a un libro de Hemingway, la arquitectura permite recuperar, adecuar, sumar, transformar y crear espacios nuevos dentro de los ya existentes. Lo que alguna vez fue un cuartel militar, ahora es biblioteca; donde se fabricó tabaco ahora se atesora conocimiento. Un edificio se crea de acuerdo a su función, y el tiempo va marcando las huellas de sus transformaciones; las paredes cuentan historias. La arquitectura significativa es
escribir; por ejemplo, tres estudios imprescindibles en torno a Juan Ruiz de Alarcón (JRA, ingenio y sabiduría, Don JRA, su vida y obra y Cuatro comedias de JRA), además de Las dos partes del Quijote, La poesía mexicana moderna (1953), Una historia del siglo XX, La novela de la Revolución mexicana, La estética en México, La novela del México colonial, Alejandro de Humboldt y el arte prehispánico, El pensamiento musical de Carlos Chávez y El español, instrumento de una cultura. También hay que considerar que como colaborador habitual de los diarios Novedades,
Excélsior y El Universal, Antonio Castro Leal incrementaba su biblioteca día a día con las novedades y curiosidades con que le obsequiaban sus contemporáneos y con lo que el siglo XX tenía por ofrecerle al lector perfecto que, a decir de Borges, es “ocioso y curioso”. La dedicatoria con que Juan José Arreola le hizo llegar la primera edición de Confabulario es más que elocuente: “A Don Antonio Castro Leal, un lector que ambiciono”. Se sabía de la existencia de esa Babel de papel, porque se tenía noticia del raro gusto y la vehemencia con que el humanista potosino había atesorado ejemplares en torno a sus aficiones: Shakespeare (sería raro encontrar, incluso en Inglaterra, una selección tan completa en torno al bardo como la que hay aquí), la narrativa francesa, la picaresca, la arquitectura, los siglos XVII y XVIII... Como fundador de la colección Escritores Mexicanos, una de las que surgieron en 1940, cuando se constituyó legalmente la Editorial Porrúa, y habiendo elaborado más de 90 prólogos para Sepan Cuántos... y
acto de sentido, manifestación de la cultura de un lugar. Tiene una finalidad estética pero también ética. Arte y arquitectura son una misma cosa si atendemos a su fin. De esta manera se van adecuando construcciones antiguas para usos públicos como el edificio histórico de La Ciudadela. Los arquitectos Bernardo Gómez-Pimienta y Alejandro Sánchez encabezan la labor de transformar esta antigua fábrica de tabaco —donde actualmente se ubica la Biblioteca de México José Vasconcelos— en la Ciudad de los Libros y la Imagen. En palabras de los arquitectos: “Se intenta releer el edificio y reinterpretar el espacio para recuperarlo y dignificarlo. Se actualizará la construcción de más de tres hectáreas de superficie, conjuntando la belleza de un edificio neoclásico del siglo XVIII con la tecnología actual, sumando una visión comunitaria que incluye funciones de cine, teatro, exposiciones, cafetería y área infantil”. Será un edificio verde apto para personas con discapacidad visual que continuará la instalación bioclimática que ya funciona en la crujía que acoge el Fondo José Luis Martínez. Este sistema es único en México: a través de paneles solares se alimenta el sistema de aire acondicionado y parte de la iluminación, generando así microclimas que preservan los libros y conservan un clima agradable para los visitantes. Además del ahorro de energía, esta tecnología ayuda a reducir la huella de carbono.
Fue diseñada por el arquitecto Luis Fernando Guillén, cuya experiencia en intervenciones de edificios históricos incluye la remodelación del castillo de Chapultepec. El arquitecto Gómez-Pimienta, también director de la carrera de Arquitectura de la Universidad Anáhuac del Norte, se extiende en la historia del edificio: “Lo diseñó un ingeniero militar, Miguel Constanzó. Ideó la parte principal de la estructura con un trazo vanguardista: diseñó una cimentación que consta de bóvedas. Se tardaron casi 20 años en construir el edificio que está prácticamente flotando (hay un piso abajo, por lo que éste se mantiene estable). Mide 175 metros por lado, casi tres hectáreas. Es un edificio claro, simétrico y fuerte. Lo concibió Constanzó pero lo terminó el arquitecto español Antonio González Velázquez, director de Arquitectura de la Academia Mexicana de San Carlos. Tardó tanto en construirse que en él intervinieron tres o cuatro arquitectos”. Dice que para su remodelación se está utilizando la técnica de aplanado de paredes con cal y baba de nopal, en desuso tras la llegada del concreto. De la intervención que el arquitecto Abraham Zabludovsky realizó en el sexenio de Miguel de la Madrid, Alejandro Sánchez menciona: “Bernardo, Abraham y yo creemos que la arquitectura debe ser contemporánea. Debe de reflejar el momento en el que se hace. Zabludovsky usaba los patios para la consulta abierta. Bernardo y yo regresamos
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de portada
Acervo de Antonio Castro Leal
compilaciones en libro de las 100 mejores poesías de Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, Nervo, Urbina, González Martínez, Darío, Lugones, Santos Chocano, Herrera y Reissig, Martí y Jaimes Freyre, es de imaginarse la cantidad de bibliografía que logró juntar al respecto. Uno de los primeros best-sellers poéticos (ahora un clásico de las antologías) es la investigación que realizó en conjunto con Alberto Vázquez del Mercado y Manuel Toussaint: Las cien mejores poesías líricas mexicanas (1914), en donde se incluye a sí mismo, cosa curiosa, bajo el pseudónimo de Miguel Potosí. Se intuía la existencia de esta gran biblioteca de la que salieron muchos de los libros originales que fueron editados en formato facsimilar por Porrúa y el Fondo de Cultura Económica. Seguramente unos pocos, elegidos, tuvieron acceso a ella. Lo cual debió ser un acto de suma intimidad, ya que los libros pronto rebozaron el lugar que don Antonio Castro Leal destinó a ellos y comenzaron a apoderarse subsecuentemente de las habitaciones de la casa. En algún momento, para consultar un tomo en particular hubo que tocar suavemente con los nudillos la puerta de una recámara, atravesarla de extremo a extremo, quizá brincar la cama destendida, y a quien estuviera en ella (quizás una de las hijas), y acercar la silla en la que se había depositado la ropa de calle para subirse en ella y alcanzar el tomo anhelado de uno de los estantes superiores. Se supo del incendio que estuvo a punto de destruirla cuando Paloma, una de las hijas de Antonio Castro Leal,
Instalación de Betsabeé Romero en la Biblioteca Personal de José Luis Martínez
se quedó dormida con un cigarrillo encendido entre los dedos. Al parecer, ella no corrió con tanta suerte como los libros de la sección francesa, que se encontraban en esa pieza, y que tan sólo quedaron ahumados; razón por la cual se encuentran ahora empastados en rojo. Esta era, tal como exclamó José Emilio Pacheco al contemplarla por primera vez, “la biblioteca mítica de México”. ¿Cómo hace un individuo para atesorar 38 mil libros y 12 mil revistas? ¿Qué le dice a su esposa, dónde los mete, cómo los encuentra para usarlos más tarde? Castro Leal nació en 1896 y murió en 1981. Eso suma un total de 85 años. Pongamos por caso que comenzó temprano, a los quince. En 70 años tuvo que haber llevado diariamente a casa dos libros o revistas, sin fallar un día, para acabalar tal cantidad. Estamos hablando de otra época, sin duda, de algo que se ha perdido para siempre. Nadie nunca volverá a reunir una biblioteca así en su casa, en parte porque no es necesaria gracias a herramientas como la internet y el libro electrónico, en parte porque el gusto por los libros (por olerlos, acariciarlos, leerlos) es algo cada vez más anacrónico. El siglo XXI ofrece alternativas mucho más sofisticadas (y que no implican ningún esfuerzo mental) en contra del aburrimiento que esos artefactos de papel, llenos de palabras, que invitan a imaginar, reflexionar, soñar. Ante un hombre de raigambre decimonónica como Antonio Castro Leal sería injusto poner a un lector promedio de libros del
mundo globalizado de hoy que, según el investigador y editor Camilo Ayala, lee un promedio de 200 libros en toda su vida. El universo y su centro Ya tenemos la biblioteca. Nos costó 12 millones y medio de pesos. Es “la biblioteca mítica de México”. Lo repito porque no estamos hablando de una cantidad determinada de libros, sino de un laberinto con tesoros que, a partir de hoy, se proyectan a los hombres del futuro. Estoy en mitad del hermoso espacio que construyó el arquitecto Bernardo Gómez-Pimienta, con libreros de madera oscura que tienen una lámpara de luz fría en cada entrepaño, la cual mantiene las condiciones idóneas para la conservación de los libros y, además, los ilumina discretamente. Los pasamanos son tubulares y las escaleras blancas de acrílico, como blancos son los sillones de lectura y las mesas de trabajo. El encargado de la biblioteca, Javier Castrejón Acosta, me alcanza un iPad que contiene, digitalizado, el tercero y cuarto volúmenes de la historia de la arquitectura de Sebastian Serlio Boloñes. Puedo consultar (detenerme, agrandar) las páginas y párrafos de ese tratado de 1573 que sirvió para edificar los arcos y las bóvedas de las iglesias coloniales que hubo y hay en México. También puedo verlo, físicamente, a través del cristal de una vitrina, para constatar que eso que manipulo a través de un archivo electrónico no es un sueño y está a un metro de distancia. Entre los anaqueles llama mi atención un pequeño libro. Lo tomo y, al abrirlo, leo: Chocolata Inda, Antonio Colmenero de Ledezma, 1644;
un pequeño tratado acerca de las bondades del chocolate escrito por un español para mostrar en Europa las virtudes de una bebida nueva que se diluía en agua y a la cual se agregaba chile. Extiendo la mano y tomo un volumen empastado que dice Revista Moderna y, al abrirlo, se ponen a bailar los faunos de Julio Ruelas. En verdad no sé qué pensar. Estoy abrumado. Me llama el encargado y me muestra unas láminas a colores con dibujos hechos a mano de motivos prehispánicos. Es el códice Dresde. Nunca lo había visto. Sabía que sólo se conservan cuatro códices de la cultura maya, pero nunca había visto éste que ahora sostengo en mis manos. Es verdad que el fondo reservado de la Biblioteca de México, la cual fue fundada, hay que recordarlo, por José Vasconcelos en 1946, cuenta con incunables y obras valiosísimas. Seguramente en la biblioteca del Museo de Antropología hay códices originales. Sin embargo, yo nunca había sostenido en mis manos una lámina preciosamente copiada del códice Dresde, que está en Alemania. La sostengo yo ahora, pero lo increíble es que a partir de octubre, cuando se den por concluidos los trabajos de remodelación de la Biblioteca de México, para convertirla en la Ciudad de los Libros y la Imagen, podrá sostenerla cualquiera que así lo desee. “Toda biblioteca —escribió Victor Hugo— es un acto de fe”, para salvar lo que Borges llama “el inestable y precioso mundo”. Tal vez el trajín contemporáneo impida que se forme otra biblioteca como ésta, pero no dejaré de celebrar la idea que alguien tuvo de abrirla al público. V cortesía conaculta
el edificio a su uso de biblioteca de lectura. Los patios vuelven a ser patios, las crujías son espacios de trabajo”. En cuanto a la pregunta de si tienen algún proyecto de diseño urbano de los alrededores, añaden que “las intervenciones son siempre detonadoras. Se trabaja en que se desocupen las banquetas, levantar tianguis, arreglar los alrededores, en especial los parques de La Ciudadela y Tolsá”. El edificio guarda la memoria de grandes acontecimientos. Fue construido tras una orden de los reyes de España para levantar una fábrica de tabaco en el siglo XVII. Durante la guerra de Independencia se convirtió oficialmente en Ciudadela, y sirvió como cuartel general y prisión: José María Morelos y Pavón pasó sus últimos días en esta cárcel antes de ser trasladado a Ecatepec para su fusilamiento. Fue testigo de la Decena Trágica. En la madrugada del 19 de febrero de 1913 Gustavo Madero, hermano de Francisco I. Madero, fue brutalmente asesinado, golpeado, pateado; una bayoneta le arrancó un ojo falso. Por algún tiempo, La Ciudadela estuvo a cargo de autoridades militares hasta que en 1944 el presidente Manuel Ávila Camacho concedió parte del inmueble a la Biblioteca de México gracias a las gestiones de José Vasconcelos.
Legado es aquello que permanece cuando nos hemos ido: una obra de arte, un libro, un edificio, una biblioteca. En el proyecto actual los protagonistas serán los libros. Albergará las bibliotecas de José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Carlos Monsiváis, Alí Chumacero. Será la biblioteca de bibliotecas, cada una llena de historias y naufragios, cada una hablando de las obsesiones y pasiones de sus dueños, cada una compartiendo un pedazo de tiempo. ¿Y qué libro están leyendo actualmente? Alejandro Sánchez responde: “Atmósferas de Peter Zumthor”. Bernardo Gómez-Pimienta confiesa ser un poco desordenado y estar consultando más de quince libros entre los cuales recuerda El cementerio de Praga de Umberto Eco. Varios artistas plásticos mexicanos se integrarán al proyecto. Magali Lara ejecutará un mural en las paredes del área infantil. El artista de origen holandés Jan Hendrix prepara una escultura de siete metros de altura que se instalará en la cafetería. En palabras del artista, “la obra es un diálogo simbólico y estético con la historia del lugar al representar conceptualmente una hoja de tabaco, perforada al centro, que parece una espiral que reduce poco a poco su radio. Al
Imagen del proyecto de La Ciudad de los Libros y la Imagen
mismo tiempo, esta hoja de tabaco hace alusión a una pila de libros”. El escenario para la biblioteca de Carlos Monsiváis dará cabida a un tapete tejido a mano diseñado por Francisco Toledo, con los gatos como figuras principales. Se está diseñando el mobiliario para los interiores; el diseñador Ariel Rojo propone lámparas en forma de libro. A la pregunta de qué opina del arte contemporáneo, el arquitecto Alejandro Sánchez responde: “El arte contemporáneo necesita instructivo. Cuesta trabajo alcanzarlo”. V
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MILENIO
en librerías especial
El árbol y sus ramas No cabe duda de que la biblioteca de Antonio Castro Leal (el hombre al que tocó ser el último rector de la Universidad de México, el año en que se declaró la autonomía universitaria), adquirida en junio de 2010, es la cereza del pastel, pero el proyecto es todavía más ambicioso. Ya existe, organizada, catalogada, digitalizada (y hace un par de meses incluso abierta al público) la biblioteca de José Luis Martínez, que tiene una característica peculiar que deriva del afán obsesivo de su creador: cuenta con colecciones y series completas de libros, como la Pléiade de Gallimard, la venezolana Ayacucho y la SepSetentas, por poner tres ejemplos, o de revistas, como Jajá (que sirvió para la educación sentimental de varias generaciones), Cuadernos Americanos (cuya suscripción sigue vigente), Sur, La Orquesta o The Paris Review. Además de lo que puede uno encontrar en 73 mil volúmenes (50 mil libros y 23 mil revistas) mayormente especializados en literatura mexicana de los siglos XIX y XX. De los estantes saltan, a golpes de vista, ejemplares que llaman la atención, como la revista editada por Borges en Argentina: Proa, de la cual hay más ejemplares aquí que en Buenos Aires. Las primeras ediciones de Juan Rulfo y Carlos Fuentes. Y, entre los 251 registros de Octavio Paz, un raro librito artesanal firmado en 1933 por un Octavio Paz Lozano de 18 años; el número 9 de 75 ejemplares. “Octavio Paz —comenta Daniel Bañuelos, encargado de la Biblioteca Personal José Luis Martínez— tuvo siempre libre acceso a esta biblioteca, como muchos otros, porque José Luis Martínez era muy generoso a ese respecto”. Están libros raros como el ejemplar número 4 (de 120) de Jardín de niños, un juego puntillista de Vicente Rojo y José Emilio Pacheco. “A mí me tocó —afirma Miguel García Ruiz, subdirector de Promoción Cultural y Editorial— ir por la biblioteca, embalarla y transportarla para acá. Era como si le estuviéramos arrancando la piel a la casa”.
¿Cómo hace un individuo para atesorar 38 mil libros y 12 mil revistas? ¿Qué le dice a su esposa, dónde los mete...? La biblioteca de Jaime García Terrés ya se encuentra también terminada, pero en proceso de catalogación. Ahí la intervención artística que adorna el recinto semeja las hojas de un árbol suspendidas a medio salón. Corrió a cargo de Perla Krauze. Las otras intervenciones artísticas, montadas en los acervos adquiridos, también otorgan un toque contemporáneo a los espacios. En el caso de la de José Luis Martínez, medio centenar de aviones de latón sobrevuelan el aire. La hizo Betsabeé Romero; la tituló A vuelo de tinta. Y, por último, la de la Castro Leal fue realizada por Alejandra Zermeño y consiste en tres personajes de colores colocados estratégicamente para ofrecer una sensación distinta al visitante. Se trata de los tres Recursos del método: la Observación, la Reflexión y la Proyección. El proyecto de la Ciudad de los Libros y la Imagen concluirá con la incorporación de las bibliotecas de Alí Chumacero y Carlos Monsiváis. Habrá qué ver qué maravillas nos deparan. Sin duda y por razones de cronología elemental, cada uno de estos acervos complementa al anterior, además de que las obsesiones de sus creadores se suman entre sí de manera inevitable. En unos meses estará ya abierta al público, que es lo único importante, lo único que verdaderamente podría constituir ese acto de fe que salva al inestable y precioso mundo. Una inversión de dinero grande, pero inteligente y extremadamente rentable en materia cultural, cuyo principio es sumar esfuerzos, sin relación alguna con la construcción multimillonaria del vacío elefante blanco que hizo agua por todos lados en el sexenio de Vicente Fox. “Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere”, dice Borges, “soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. A lo largo de la historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre que los usa. Ha creado el telescopio, que le ha permitido indagar el alto firmamento. Ha creado el libro, que es una extensión secular de su imaginación y de su memoria”. V
París no sólo era una fiesta Reseña Ernesto Jiménez Olín
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omo lo enseñó Proust, los recuerdos pueden aflorar amablemente mediante la magdalena (o algo semejante), o bien por la violencia de la cercanía de la muerte que es lo que Álvaro Uribe propone en su novela Morir más de una vez. El escenario de estos recuerdos es el París de finales de los años setenta del siglo pasado, que fue el que le tocó vivir al yo que narra. El punto de partida es un accidente que éste sufre, el cual le permite realizar una especie de desdoblamiento del que irán surgiendo las historias de los diferentes seres que pueblan el libro y sin cuya compañía no hubiera hecho suya la ciudad. Porque en principio eso es lo que habría que resaltar: aunque siempre se esté de paso en un lugar extraño, para erradicar la sensación de estar fuera de lugar se buscará la cercanía de la gente que consideramos nuestros iguales. Un espacio se volverá fundamental: el departamento de un par de jóvenes diplomáticos llamados aquí Samuel Sajarías y Alberto Urquidi, en el que sus asistentes, predominantemente mexicanos, tenían la sensación de que París era una fiesta. La fiesta, sin embargo, no podía ser eterna y cada uno de ellos va a tener que seguir su camino con mayor o menor fortuna, distanciándose en algún momento de quienes alguna vez estuvieron unidos. Todas las vidas presentadas tienen los atractivos suficientes para hacerlas inolvidables. La galería se abre con Josejuán, escrito así por la velocidad con que el susodicho pronunciaba el nombre —su variante, a la manera francesa, era Shoseshuán,—, un pintor de brocha gorda literalmente —si bien al principio el narrador cree que es un artista—, cuya historia es la que mejor ilustra el título del libro y quien le otorga su tono. Cuarentón, se vuelve famoso en ese círculo por representar la “picardía mexicana”. Un día, al estar arreglando un departamento ubicado en el mismo edificio donde vivía el par de diplomáticos, sufre una caída de un tercer piso que pudo ser mortal. Posteriormente, Pierrelucas, joven mexicano que está haciendo un posgrado en cine, decide que eso podría filmarse y trata de repetir el accidente —milagro en palabras de Josejuán— en todos sus detalles, aunque las cosas no sucederán como se planearon. Otro notable personaje es Gabrielle Anghelotti, una madura, atractiva y refinada mujer que era un elemento importante en la embajada mexicana en París. Acaso ella sea el único personaje verdaderamente extraordinario de la novela. La relación que tiene con uno de los jóvenes diplomáticos, donde la
Álvaro Uribe Morir más de una vez Tusquets México, 2011 230 pp. amistad y el amor se confunden, pone punto final a la época que pinta el autor. Al narrador le toca ser testigo de su final, que carece del aura de grandiosidad que la acompañó en vida. Los capítulos que se le dedican son de los más conmovedores y agridulces del libro. En Morir más de una vez Álvaro Uribe alcanza un dominio de recursos que hace sentir la escritura natural y espontánea. La lectura fácil provoca que pase inadvertida la complejidad de su concepción. Si bien he señalado que se trata de una novela, en realidad lo que el autor hace es romper las fronteras que hay entre los géneros narrativos porque las historias poseen un valor autónomo y bien pueden ser leídas como relatos autónomos a la manera del Carlos Fuentes de Agua quemada, donde hacía coincidir personajes que ya habían sido presentados. La técnica es cinematográfica y nos lleva a los entrecruzamientos a la manera de las películas de Robert Altman. De este modo, personajes que tienen roles importantes en una parte, en otra quedan como secundarios o ambientales. El manejo de los juegos temporales es otro recurso que le otorga dinamismo a lo que se cuenta. En su brevedad, la circunstancia humana se refleja en el libro en todos sus matices: encontramos amor, envidia, egoísmo, ternura, esplendor y caída de la fortuna. Un buen libro de un autor que entra en otra etapa de su evolución.V
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en librerías
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ajo la superficie apacible de las ciudades costeras de Suecia, la codicia y la vileza moral yacen agazapadas. Es al menos lo que creemos saber mientras seguimos los pasos de la detective Karin Adler, infelizmente casada, reseca y sistemática. Ha recibido su primera encomienda: descubrir la identidad de un cadáver masculino emparedado en una antigua construcción de la isla de Hammenskär. Sus pesquisas, sin embargo, no conducen al presente sino a un pasado lejano. Sospechamos la existencia de un tesoro que permanece bajo las aguas y de secretos públicos aunque inconfesablemente callados. Sospechamos también que las manos pulcras de los millonarios se
El beso Elizabeth Hickey Suma de letras México, 2012 294 pp.
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l tren en el que viaja Emilie Flöge se detiene dos paradas al este de Salzburgo. A pesar de sus cabellos grises, Emilie huye del régimen nazi y de la segunda gran guerra que se ha apoderado
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ocas cosas producen tanto placer como la prosa de un gran poeta”, dice de Charles Simic su traductor Rafael Vargas, uno de nuestros principales especialistas en literatura norteamericana. Además de esta selección de ensayos que abarca de 1972 a 2003, Vargas ha traducido del escritor nacido en Belgrado en 1938, y avecindado en Estados Unidos desde 1954, la antología El sueño del alquimista (UNAM, 1994) y Una boda en el infierno (Breve Fondo Editorial, 1996). El libro sigue la divisa de Simic que reza: “Siempre me han gustado las cosas que no son ni una ni otra”. De este modo podemos encontrar aforismos, ensayos críticos y de reflexión, y también
Trauma, vínculo y constelaciones familiares Franz Ruppert Paidós México, 2012 334 pp.
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esulta inevitable que en todas las áreas del conocimiento éste llegue al pueblo —sea bajo o alto— despojado de su substratum científico, un fenómeno conocido como “vulgarización”. Así, una expresión como “estás traumado” la dice
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l común denominador de este libro es que las protagonistas son periodistas valientes que “no se conformaron con ir tras la nota que les encargaron, sino que investigaron más allá. Las mayores han abierto un camino que recorren hoy las jóvenes”, explica la autora. En su opinión, todavía hoy las mujeres se enfrentan a un medio machista, “aunque ya no tan salvaje y evidente como antes. Aún hay resabios de esto, pero en algunos casos las periodistas que presento han dignificado ciertas fuentes como la cultura. Si las mujeres han comenzado a ocupar otras áreas en los periódicos es por su talento, pero por desgracia por ser mujeres resultan incómodas”.
Fe de erratas En el número 464 de Visor se acreditaron erróneamente las fotografías de Elena Poniatowska en la portada y la de Carlos Fuentes en la página 7. La primera es de Demián Chávez, de la agencia Cuartoscuro, y la segunda de Arturo Fuentes. A ellos y a nuestros lectores les ofrecemos una disculpa. Los editores
La mujer del faro Ann Rosman Salamandra Barcelona, 2011 283 pp. mancharon alguna vez de sangre. La mujer del faro no aspira a la crítica social sino al entretenimiento que procura el thriller policiaco. No obstante, deja ver a individuos cuyas soledades apenas y encuentran consuelo en la abundancia.
de Viena hacia 1944. Las prisas y el peligro le han hecho huir de la ciudad donde nació y vivió, cargada sólo con una carpeta llena de dibujos; trazos rápidos que delinean mujeres en posiciones provocadoras y sensuales; dibujos de Alma, de María, de Mizzi y de Adela, que trazó el pintor más renombrado en la historia de Austria: Gustav Klimt. En la soledad de su cuarto, la ahora anciana Flöge imita las posturas que pintó su antiguo maestro, mientras recuerda la relación apasionada entre ella y el pintor. Lo que comenzó como un encuentro banal y poco interesante, muta hacia el amor y el drama, insertos en una de las épocas más oscuras en la historia de la humanidad.
El flautista en el pozo Charles Simic Cal y arena México, 2011 276 pp. ensayos narrativos. Emily Dickinson, Vasko Popa, Benjamin Péret y Octavio Paz son algunos de los escritores a quienes se aproxima, mientras que en la parte reflexiva destacan aquellos textos donde relaciona la poesía con la historia y la filosofía.
cualquier persona a las primeras de cambio sin saber realmente lo que significa. Como lo explica Ruppert, psicólogo alemán, en el capítulo 4 del libro que se comenta, el término “trauma” es de origen médico y se refiere a una anomalía física causada por un golpe. El trauma psicológico tiene análogamente esa significación, de tal manera que es inevitable que se asocie a la anormalidad mental. En este sentido, como lo enseñaron los antipsiquiatras ingleses, no hay persona en el mundo que no padezca uno en mayor o menor medida. A nivel clínico, el autor estudia cómo las experiencias ligadas a la guerra o a la violencia intrafamiliar afectan al individuo.
Ellas, tecleando su historia Elvira García Grijalbo México, 2012 261 pp. Desde una perspectiva femenina, añade, “quise hacer un libro de crítica hacia ciertos modos de ejercer el periodismo”. El volumen se ordena de la periodista más joven —Ana Lilia Pérez— a la más veterana —Stella Calloni.
La mezquindad y las exequias Los paisajes invisibles especial
Iván Ríos Gascón thewhitesubway@yahoo.com
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as exequias no siempre tributan al duelo personal o colectivo, a la finitud existencial o a la conseja del latín memento mori, no acostumbramos recordar o preferimos rehuir a la certeza de la muerte: en cada funeral la insensata fantasía de eternidad se enquista en los sobrevivientes y esa ventaja pasajera instiga reverencia o impiedad, sobre todo si el difunto destacó en cualquier ámbito mundano, si inspiró respeto o ignominia o fue pieza esencial de la historia universal de la gloria o de la infamia. Mientras el planeta siga girando bajo nuestros pies, asistiremos a algunos velatorios, de familiares, amigos o desconocidos, daremos pésames sentidos o fingidos, un sepelio ofrece la oportunidad de la despedida, la reconciliación o la morosa tregua si el que permanece tuvo una rivalidad o un desencuentro con el fiambre, la hipocresía y el resentimiento se ceban en la desaparición irreversible. Al artista se le suelen regatear virtudes y defectos, la materia propia de lo humano. El artista incita reproches, ruindades, recuerdos oportunos de su pasado íntimo o su participación política y su relación con el poder, lo dijo un Bertolt Brecht proscrito por los nazis, acosado por el macarthismo: “Así como la política es una acción contra la imperfección del planeta, puesto que siempre se hará política sólo porque nada es satisfactorio sobre la Tierra, así también la literatura es una acción contra la imperfección del hombre. Los literatos son quienes eclipsan la nada, la literatura sola puebla la Tierra. Sólo la bestia que se aburre necesita de engaños. ¿La única cosa trágica no es que todos se parezcan tanto?” En una época en la que internet no era ni siquiera un sueño de
opio e impensable la amplia conexión que facilitan twitter o facebook, aquellos tiempos en los que las redes sociales eran frágiles tendidos epistolares, verbales o terrestres, los muertos fueron juzgados con el acompañamiento o la ausencia en sus entierros, con la loa o el silencio, la indulgencia, el laurel o la deshonra, basta pensar en Céline y el repudio y posterior olvido que le decretó el gobierno francés, o en la desarrapada agonía de un Oscar Wilde que, defenestrado de los salones que alguna vez imploraron su presencia, después de Reading se ocultó en París bajo el seudónimo de Sebastian Melmoth. Todo fallecido tiene deudos y detractores. Generalmente, la ferocidad de los segundos se mide en proporción a su mediocridad y su amargura, y en la actualidad nadie puede morirse sin que una horda vierta un poco de pus en su memoria. La muerte repentina de Carlos Fuentes no fue la excepción. Las redes sociales mostraron un breve pero patético espectáculo de inquina, donde se ventiló el ímpetu canallesco de los sobrevivientes: vituperios a la obra, a la opinión política, a su protagonismo histórico, a su cosmopolitismo y hasta escarnio en torno a sus tragedias familiares, fueron suscritos en 140 caracteres o un poco más, donde la invectiva mostró que la mezquindad custodia a las exequias. Y como suele suceder en las fábulas morales, lo más curioso fue que parte de los dicterios provinieron del gremio cultural, esa región donde nada ni nadie es transparente, donde la discrepancia se vuelca en insalvable enemistad. Ningún muerto es sagrado, por supuesto. La crítica es imprescindible pero el insulto sólo debería ejercitarse entre los vivos, Nietzsche tenía razón: “injuriar es un placer para el pobre diablo: le proporciona una módica embriaguez de poderío”. V
08 b domingo 27 de mayo de 2012
varia vik muniz
academia de comunicación
Monalisa
Octavio Paz, el PRI y Televisa
Efímero
archivo hache
Casta diva
Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com
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espués de mi columna “Carlos Fuentes y el PRI” en que dije que Fuentes y Octavio Paz fueron dos variantes del mismo tipo de “intelectual revolucionario institucional” y señalé la identificación de Paz con PRI y Televisa, lectores me reclamaron con dureza. Y Fernando García Ramírez (colaborador de Letras Libres) me pidió —en twitter— dar evidencia de los elogios de Paz a Zedillo y Azcárraga. Creo relevante, entonces, citar en extensión dicho pasaje en que Paz habló elogiosamente del ex presidente e incluso utilizó al poeta visionario William Blake (!) para rememorar al Tigre Azcárraga, una de las figuras más cuestionables de las últimas décadas mexicanas. Dijo Paz en discurso: “Sheridan se va a encargar de todo el trabajo cultural, y un poco burocrático, de nuestro instituto. Naturalmente, en primer término, guardará los papeles que han pronunciado los miembros fundadores y, entre ellos, estos papeluchos que escribí anoche. Los guardo como un testimonio personal de mi afecto y mi admiración por Ernesto Zedillo. “Cuando el presidente Zedillo me encargó presentar ante ustedes los grandes lineamientos de este proyecto cultural que lleva mi nombre, bueno, me sentí aturdido pero no pude menos que aceptar porque me ligan lazos recientes, pero muy profundos, de amistad con él... “Él me ha hecho, incluso, cambiar en buena medida mi idea no sólo de los hombres,
sino, muy especialmente, de los hombres políticos... Hay en su corazón una zona luminosa, generosa, solar... “Creo que una de las cosas que distingue a la historia de México es la frecuencia con que aparecen los amigos y benefactores de los escritores, poetas... “Quisiera decir algo sobre alguna de las personas que me han ayudado de un modo tan amistoso. Acaba de hablar, en representación de estos hombres, el hijo de mi amigo Emilio Azcárraga Milmo. “Acabo de pronunciar un nombre sulfuroso, con un poco de tranquilidad. Antes, cuando decía que yo era, de todos modos, amigo de Emilio Azcárraga, este apasionado de las discusiones, era muy difícil defenderlo. “Era un personaje que había exaltado la vida pública mexicana... con una gran dosis de novedad, de originalidad y, digamos la verdad, de generosidad. Pues ese hombre difícil, huraño, no era nada más difícil y huraño: no era sólo El Tigre sino también un ser solar: los tigres son animales solares como nos recuerda William Blake: Tiger, tiger burning bright / in the forests of the night. “Bueno, esta mezcla de oscuridad y de luz caracteriza no sólo a El Tigre, sino también a todos nuestros amigos: todos tienen algo de tigres”. El discurso completo se puede leer en “Nubes y sol”, Anuario de la Fundación Octavio Paz (número 1, Fundación Octavio Paz, México, 1999, pp. 11-13). Nada que añadir. Este testamento de Paz habla por sí solo. V
Avelina Lésper avelinalesper@gmail.com
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a distanasia es el empecinamiento moral de la medicina que obliga a vivir a un enfermo que no tiene curación. También llamado ensañamiento terapéutico, es una actitud ciega ante la realidad del enfermo y su sufrimiento. La conservación de las obras de arte está pasando por momentos oscuros y extremos. La restauración se toma atribuciones que no le corresponden, haciendo que las obras vivan más, prolongando una existencia que no fue pensada para eso. Las contradicciones teóricas del arte contemporáneo son su piedra fundacional: rechazó al museo y vaticinó su muerte, lo llamó sepulcro del arte para ser dependiente in extremis de la institución y creó obras efímeras para que los conservadores les dieran vida artificial. Al cambiar los objetivos del arte, el desprecio por las técnicas derivó en desprecio por los materiales. Los artistas, como una protesta a la institucionalidad del objeto artístico y su presencia perenne en el museo, eligieron materiales que no podían resistir el paso del tiempo, produciendo objetos desechables. El happening , la fiesta ritual que se acaba, continuó en el objeto y su creación, la obra, tiene que durar un momento o ser realizada con materiales vulnerables que no existirán en la posteridad. Los simposios de conservación de arte, contradiciendo los deseos y las bases teóricas de estos trabajos, se obsesionan por hacerlos vivir más tiempo; y ya que usan términos médicos en sus protocolos de trabajo, diremos que esta obcecación es ensañamiento terapéutico o distanasia. Las obras de Vik Muniz realizadas con jarabes de sabores, los pasteles de Gabriel Orozco o el alpiste de Jessica Witte no necesitan conservarse: que el museo sea congruente con sus ideas, acepte que compró un momento, un timeline, no documente el objeto y asuma su pérdida material. El coleccionista adquiere un gesto, la decisión del artista de escoger entre una cosa u otra. Cuando Sarah Lucas cuelga un pollo muerto sabe que se pudrirá. Pues que se pudra. Su
intención es demostrar una actitud “irreverente” ante el arte. Empeñarse en sustituir el pollo por otro recién muerto e investigar técnicas para restaurar el jarabe contraviene el sentido y la naturaleza fugaz de la obra. Son objetos performáticos que existen mientras suceden. El menosprecio por la trascendencia no es una broma, es una posición que debe llevarse a sus últimas consecuencias. Las obras que buscan permanecer, ir más allá de sí mismas y de su tiempo son las que trascienden. Una obra de Otto Dix o Rembrandt es algo más que una presencia material: conmueve, emociona o golpea aunque el momento de su creación haya quedado atrás. Es un asunto de implicación, de un estilo que sobrepasó los límites, un significado que superó los motivos que lo generaron. Los materiales duraderos responden a la necesidad de dejar testimonio: las cavernas están pintadas con pigmentos que soportaron el tiempo y el clima. La utilización de la piedra es práctica y es simbólica, es la transformación en arte de un material que tiene la edad de la Tierra. Esculturas de grasa son físicamente efímeras y, además, lo son intelectualmente. Esclavizadas a su mínimo marco histórico, se reducen a una realidad pasajera; no pueden ir más lejos del instante en que existen. Imposibilitadas de un impacto en el futuro, no aportan conocimiento y su significado es una imposición irracional, una falsa identidad. Son repeticiones literales de la realidad, lo que las hace prescindibles. Los artistas que no temen a su cita con el futuro dejan obras que puedan ser analizadas, juzgadas o admiradas siglos después. Bolsas infladas con el aliento del artista, obras de hielo o de gel para el cabello, son de química y concepto perecederos. ¿Por qué los conservadores de arte, los compradores y las instituciones les imponen una existencia artificial? El fondo converge con la forma. Sin valor estético es válido que no permanezcan para otras generaciones y no dejen testimonio de un cuerpo enfermo, sin talento. No las hagan vivir más tiempo, no las restauren, no las sustituyan por otro animal fresco; déjenlas morir. El que elige el olvido no merece la trascendencia. V