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Vida y obra de Chabuca Granda

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Cancionero

Cancionero

La primera vez que viajé con mi mami fue a la Argentina, a Buenos Aires. Caminábamos por las calles y la gente corría hacia ella para verla, hablarle o tan solo abrazarla. Era increíble. Fue así, ante ese despliegue de amor, respeto y admiración, que conocí su dimensión y comencé a darme cuenta de quién era Chabuca. Esa Chabuca que había nacido a 4.800 metros de altura en la Cotabambas Auraria, un pueblo minero administrado por mi abuelo, don Eduardo Granda y San Bartolomé, y cuyo cielo nocturno bañado de estrellas la iluminó y marcó para siempre. Por algo ella siempre nos decía que, desde que nació, dormía de día y jugaba de noche. Esa noche en cuya tranquilidad y quietud siempre encontró un refugio para inspirarse y escribir.

Caminó de manera grandiosa a lo largo de un continuo discurrir creativo. En un principio, viviendo esa Lima de antaño evocada en sus cantos a través de sus calles, sus personajes y sus espacios. Después, haciendo dialogar a nuestros géneros criollos con otras latitudes sonoras y lenguajes expresivos, lo que se expresaría en temas como Paracutá, Un barco ciego, Mañana will be tomorrow y Le valse créole. Luego, la parte honda, como solía llamarla, la parte social expresada en temas como Paso de vencedores y, en un segundo momento, El Surco, luego de que su lectura de la revolución cambiase. Asimismo, en los ciclos de canciones dedicados a Javier Heraud y a los motivos de la muerte de Violeta Parra, transmitiendo ese dolor por el hecho de que el mundo hubiera perdido las plumas de estas grandes figuras. Y, a lo largo de todo este proceso, ese nutrirse y valorar constantemente la cultura musical afrodescendiente y a sus cultores.

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Fueron etapas no de una obra, sino de la vida de un ser humano. Una persona sencilla y humilde que no toleraba la mentira ni la brutalidad, una persona a quien sus padres le enseñaron que la gente no era de colores, y que fue una madre amorosa. Mi mami estuvo y está constantemente presente, acompañándome y guiándome en esta labor de preservar su legado y memoria. Y es que, cuando una palabra basta para identificar a una persona, es que esta encierra un mensaje, como es el caso de Chabuca, que en una palabra lo dice todo. Chabuca, para todo el mundo, significa Perú. Chabuca, siempre viva.

Teresa Fuller Granda Asociación Cultural Chabuca Granda

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