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El drama de su voz

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Cancionero

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manera, que tanto la composición como la interpretación brillaran como correspondía. Los artistas seleccionados fueron el Trío Los Chamas, quienes cantaron La flor de la canela, por supuesto, pero también El dueño ausente y Mi ofrenda; Jesús Vásquez, quien entonó José Antonio y La novia tierra42; Los Troveros Criollos43, con Callecita encendida, Tun, tun… abre la puerta44 , Gracia y Ha de llegar, mi dueña45; y, finalmente, Maribel Freundt y Los Cinco, con Fina estampa, Lima de veras y Quizás un día así46. Para cerrar con broche de oro, Mariano Soyer de la Puente, retratista de celebridades, fue el responsable del dibujo a tiza pastel que iría en la portada del disco47. El resultado final fue hermoso, y el título del disco lo resumía a la perfección: ciertamente, se trataba de Lo mejor de Chabuca Granda.

EL DRAMA DE SU VOZ

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A pesar del éxito que cosechaba Chabuca como autora y compositora, fruto de su vehemente trabajo y extraordinaria sensibilidad, lejos estaba su situación económica de ser holgada. Mucho más, con una familia a su completo cuidado tras haber perdido el juicio que entabló a su exesposo, lo que lo deslindó de cualquier responsabilidad económica. Así, a los 42 años, decidió cantar nuevamente en público, «es decir, por dinero» (Ardiles, 1981, p. 325). La consecuencia más notoria del nódulo a la tiroides por el cual había sido tratada en los Estados Unidos se apreciaba en su voz, cuyo registro había disminuido hasta darle ese timbre peculiar que ella luego describiría como «una bisagra con swing, convertida hoy, por la necesidad, en un “San Bernardo cantante”» (Mundaca, 1983, p. 12).

Lo cierto es que Chabuca venía presentando su repertorio original al menos desde mediados de la década de 1950. Existen noticias de una presentación que dio en junio de 1956 en un espectáculo dedicado a Pancho Fierro en el Teatro Municipal, gracias a una nota aparecida en un diario de Texas, el Lubbock Morning Avalanche. Coincidió que la periodista Margaret Turner estaba de vacaciones en Lima y, en el artículo donde da cuenta de su viaje, describió a la artista y su acogida:

42. Acompañada, ni más ni menos, por los maestros Lorenzo Humberto Sotomayor y Alejandro Hernández en el piano, y Rafael Amaranto en la guitarra. 43. En su segunda formación, integrado por Luis Garland, José Ladd y Carlos García. 44. En el disco figura con el título de Tum tum. 45. Los Troveros Criollos interpretan Ha de llegar, mi dueña, en vez de dueño, como originalmente la tituló Chabuca Granda. 46. Conformado por Maribel Freundt, los hermanos Jorge y Patricio Sabogal, Raúl Chueca y Jorge Hawie. 47. Mariano Soyer nació el 22 de abril de 1911, no se sabe si en Chile o en Francia. Durante la sesión del retrato, Chabuca no sabía bien cómo posar para el artista, quien le pidió que hiciera lo que más le gustaba, ante lo cual, ella, sin dudarlo, agarró su guitarra (Devéscovi, 2019).

Chabuca posando para el lente del fotógrafo chileno Pepe Casals. Lima, 1960.

Chabuca Granda en su casa de Miraflores. Lima, década de 1970. Chabuca Granda en su casa de Santa Beatriz. Lima, 9 de diciembre de 1958.

Para el primer programa de Chabuca y sus invitados, la artista contó con la presencia de Anita Fernandini de Naranjo, quien pocos meses después sería la primera alcaldesa de Lima, y el guitarrista Óscar Avilés. 9 de enero de 1963.

Chabuca bailando marinera con Óscar Avilés en casa de Victoria Angulo por el lanzamiento del disco Dialogando..., julio de 1968. Chabuca Granda acompañada por la guitarra de Óscar Avilés en Chile, 1963.

Chabuca Granda, a beautiful natural blonde from a good family and folklore composer. What she lacked in tonal range she made up on coquettish charm and she was called back again and again. The Peruvians applaud with their feet as well as their hands. Background music was furnished by three guitarists. (Turner, 1956, p. 4)48

Así, en noviembre de 1962, se presentó acompañada por el guitarrista Óscar Avilés, a quien había conocido algunos años antes gracias a una «emergencia artística»49, en el restaurante Canela Fina, ubicado en la calle Miguel Dasso n.º 160, en San Isidro. La química musical desarrollada entre Chabuca y Avilés encendió de tal manera al público, que le ofrecieron de inmediato una temporada de conciertos todos los jueves, gracias a los cuales afinaron todavía más un exquisito espectáculo que luego pasearían por el mundo. En enero del año siguiente, participó en el programa televisivo Hogar Club, transmitido por Radio América TV Canal 4, con un espacio propio titulado «Chabuca Granda y sus invitados», y, en abril, en una función en el Teatro Municipal a beneficio de los damnificados debido a la inundación de Ica causada por el desborde de su río, ocurrido el día 8 de marzo.

La capital no paraba de crecer: en tan solo una década, Lima había doblado su población y contaba ahora con 2 millones de habitantes (Contreras & Cueto, 2013, p. 314). De la misma manera, el cancionero de nuestra artista seguía sumando nuevas creaciones. A enero de ese año pertenece su única polca, Carnaval de calles, cuyo alegre y tradicional ritmo criollo describe con maestría la fiesta del carnaval que se celebraba por aquellas épocas en las calles de Lima. El 19 de abril, para la cerveza Cristal, en el marco de su Festival de la Canción Criolla, dedicó a Benjamín Cisneros el vals Cristal, tierra y sonido (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 82). También ese año, compuso su célebre Coplas a fray Martín, como tributo al santo peruano canonizado un año antes, de quien la autora solía decir que «debe estar muy confundido con esta jerarquía de santo que le hemos dado en la Tierra, por cuanto su mayor virtud fue la humildad» (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 130). En septiembre, vería la luz una de sus creaciones más íntimas, el vals Ese arar en el mar. Ese mismo mes, viajó para presentarse en Inglaterra, en el legendario Hyde Park de Londres (Correo, 1963, p.5). Pero, cuando todo parecía solo brillar, una noticia amarga sacudió su mundo: su padre, Eduardo Granda y San Bartolomé, falleció el 11 de octubre de 1963, a los 80 años. Sobre su partida,

48. Dice la cita: «Chabuca Granda, una bella rubia natural de buena familia y compositora de folclore. Lo que le falta en rango tonal lo compensa con su coqueto encanto, y fue llamada una y otra vez para que salga de nuevo. Los peruanos aplaudían con pies y manos. La música de fondo estuvo a cargo de tres guitarristas». 49. En una obra de la Asociación de Artistas Aficionados que precisaba urgentemente de un marco musical criollo para un número bailado, «Mocha» Graña contactó a Avilés, quien lo resolvió con su magistral guitarra y un cajoneador de su barrio.

la artista declaró: «a su cuidado y ternura viví cuarenta y tres años de esa mi dulce vida, cuyo único dolor fuera su muerte» (Granda, 1979, p. 34).

Tras la sensible partida del padre, le tocó a Chabuca mudarse junto con sus hijos a un departamento en el segundo piso de un clásico edificio ubicado en la avenida 28 de Julio n.º 699, en Miraflores; primero, con sus dos hijos mayores, ya que Teresa tuvo que quedarse acompañando a la abuela Isabel en Santa Beatriz por un tiempo, antes de reunirse todos al fin. La última canción que brotó ese año, La torre de marfil, aunque habría sido un intento de la autora por «hablar de amor», terminó siendo un canto para sí misma: «Ven que te invito, corazón, / a que te empines junto a mí / en esta torre de marfil / que estoy tejiendo para ti» (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 69).

El año 1964, arrancó con una nueva temporada de presentaciones en el restaurante Aquarium del hotel Country Club, en San Isidro. En marzo, dentro del marco del Festival Philips de la Canción Peruana —en el cual se llevaron el primer, el segundo y el tercer premio Erasmo Díaz y Domingo Macchiavello con su Valsecito del ayer, Rafael Otero con su vals Mentías y Augusto Polo Campos con Mi dueña, respectivamente—50, participó Chabuca con sus valses Quizás un día así y Ese arar en el mar, una de sus más recientes composiciones (García, 2016a). A mediados de ese año, partió hacia Caracas, Venezuela, junto con una delegación peruana, para la inauguración del Canal 8, propiedad de la Cadena Venezolana de Televisión, el 1 de agosto. De vuelta en Lima, presentó el programa Jueves criollo de gala desde el tradicional restaurante Piselli de Pueblo Libre, en octubre, antes de salir ese mismo mes hacia Guayaquil, invitada al festival por el XVI aniversario de la fundación de AREA, Aerovías Ecuatorianas. El 7 de noviembre, en la casa de su amigo Eloy Avilés Alfaro —nieto del general Eloy Alfaro, héroe revolucionario y expresidente del Ecuador—, en el barrio Las Peñas de esta misma ciudad, escribió Guayaquil, puerto abrigado, con música del aclamado compositor de pasillos Pedro Rubira Infante (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 138). Ese mismo mes, Chabuca compuso una de sus más bellas creaciones, dedicada a su Pobre voz (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 85). Sobre este vals, la propia autora comentó lo siguiente:

Hice esta canción el día que pude comprender a quienes no comprendían que también cantamos los que no tenemos voz. Tímidamente, este tema intenta explicar el ciclo del agua en el drama de mi voz. (Granda, 1979, p. 42)

50. Habrían concursado, también, Alicia Maguiña, María Delgado Campbell, Eduardo Márquez Talledo, Pedro Espinel, Adrián Flores, entre otros (García, 2016a).

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