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Una misa criolla
UNA MISA CRIOLLA
Aunque en ese año de 1968 debió recibir Chabuca la condecoración con la «Orden al Mérito» otorgada por el Presidente de la República, Fernando Belaunde, su asistencia en el mismo momento de la ceremonia a un palacio distinto al de Gobierno —el de Justicia—, para concluir un largo juicio que tristemente perdió, se lo evitó. A pesar de ello, una noticia le alegró el corazón: su única hija se casaría al año siguiente. Ante el feliz anuncio, la amorosa madre le ofreció el regalo que quisiera. La joven Teresa, sin dudarlo, le pidió la música para su boda. Los meses siguientes —que fueron muy complejos para el Perú, como veremos más adelante—, los dedicó Chabuca a escribir las canciones para cada una de las partes de la ceremonia religiosa. Llegado el día, 16 de enero de 1969, a la entrada de la novia a la iglesia Santa María Magdalena de Pueblo Libre —y para su sorpresa—, sonó por vez primera una misa criolla en el Perú.
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Regalaba así la compositora una misa a su hija, una misa al Perú. Aunque pocas serían las veces que ella misma la cantara, esta quedó registrada en un disco producido por Isabel Joulain para el sello Triunfo: la Misa criolla de Chabuca Granda. Bajo la dirección musical y artística de Jorge Madueño —quien además escribió los arreglos vocales—, cantaron a cuatro voces Fernando Bacigalupo, Lucho González, Ernesto Pollarolo y Julio Poggi, en ese orden. Las guitarras las tocaron Madueño y González; y la percusión estuvo a cargo de Juan «El Pato» Román en el cajón y Enrique «Chátel» Álvarez en las cucharas56 .
Al borde de la década, con la estrella siempre adelante, un ciclo en la vida y obra de nuestra artista llegaba a su fin. No era poco lo que había crecido, y, aunque los próximos tiempos advendrían revolucionados, Chabuca los conquistaría. La segunda estrofa de En el ala del tiempo, escrita en 1968, advierte con perfección sobre este nuevo espíritu:
Quiero, por fin, mirarte y conocerte y poderte decir, si es que pudiera, una palabra de saludo altiva que contara los siglos que me dieras; y, si quieres, me mostrarás la fuerza en que perduras, aquella que dejaste en mis pueblos,
56. Grabado en Colombia ese mismo 1969, los productores de la disquera Triunfo decidieron cambiar el orden de las pistas sin considerar que con ello alteraban el orden de la misa, lo cual enfureció a Chabuca (El Comercio, 2001d, pp. 23-24). Luego de que la artista iniciara contra ellos un juicio que perdió en las tres instancias debido a un error procesal, fue demandada por difamación y, aunque al final la artista recuperó los derechos sobre su Misa, el disco sería retirado de todas las tiendas (El Comercio, 2001d, pp. 25-26).
Chabuca Granda, el tenor peruano Luis Alva y su esposa Anita Zanetti. Lima, 21 de diciembre de 1964.
Chabuca Granda y los músicos Julio Poggi, Ernesto Pollarolo y Lucho González, en Colombia, para la grabación de la Misa criolla. Bogotá, 1969. Teresa Fuller y Gustavo Becerra en el día de su boda junto a amigos e intérpretes de la Misa criolla: Enrique Álvarez, Fernando Bacigalupo, Julio Poggi, Lucho González, Juan «El Pato» Román, Jorge Madueño, Rubén Flórez y Ernesto Pollarolo. Lima, 16 de enero de 1969.
mis prometidas tierras que alcanzara porque tú me las diste y te agradezco; y teniendo el arraigo del ancestro, me volveré de nuevo hacia mis cumbres y al sagrado recuerdo de los míos, purísima constante, me entregaré a mi mundo y a mis sueños y a mi dormida herencia, conquistarte.