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Ciclo dedicado a Javier Heraud
CICLO DEDICADO A JAVIER HERAUD
Chabuca Granda dedicó cuatro años a componer una serie de canciones que constituyeron su «ciclo dedicado a Javier Heraud» y que evidenciaban una madurez artística que se caracterizaba, en palabras del escritor Alonso Cueto, por exponer una voz poética de espíritu «intimista y personal» construida con base en «frases interrumpidas y emociones sugeridas antes que proclamadas» (Cueto, 2005, p. 70). Pero no fueron ni la lucha ni sus ideales lo que conmovieron a la artista; fueron su juventud, su genio, su verbo, su muerte y su silencio. Marcaba, así, una importante distancia y diferencia con la música de protesta, al respecto de lo cual se pronunciaría la propia Chabuca en el documental de 1980 que grabara para la televisión alemana:
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Piense que las canciones de protesta, pues, se cantan, la gente aplaude y sigue comiendo, sigue divirtiéndose. [...] Es como el flamenco, el hombre que baila el flamenco y se muere bailando el flamenco y al final se sonríe, recibiendo el aplauso. No puede ser, debe caerse muerto ahí o irse. Igual, una canción de protesta no debe ni recibir aplausos, sino salir diciendo diabluras de ahí y punto. No la sé hacer, probablemente... En cambio, la muerte de este joven poeta, de Heraud, la hice en juglaría y considero que es mucho más fuerte la juglaría de la vida y la muerte de un joven poeta, muerto absurdamente en guerrillas en un río del Perú que la protesta por su muerte. Probablemente es más intenso saber a quién se mató... y definitivamente lo matamos todos, no solamente una parte, no solamente una Guardia Civil... creo que lo matamos todos. No es protesta, es juglaría. Pero eso lo he descubierto con los años, que lo que yo he hecho es juglaría. Nada más que eso. (Furtwängler, 1980, 11:10-12:40)
Acaso un eufemismo, acusaba su postura, mucho más que humildad —o a pesar de ella—, la extraordinaria capacidad de contar a través de algo tan chiquito y cotidiano, como un zapato abandonado en un techo o una camisa manchada en el río, lo más profundo de la pérdida, de la tristeza, del duelo o de la injusticia. Para Chabuca, la muerte de un joven poeta no era una cuestión de política o de partidos. Era una cuestión humana, y en torno a ella giraron las canciones que conforman su ciclo dedicado a Javier Heraud: El fusil del poeta es una rosa, Las flores buenas de Javier, Desde el techo vecino —conocida también como Tu zapato—, En la margen opuesta, Silencio para ser cantado —o La camisa—, Un bosque armado y Un cuento silencioso. Asimismo, habría que considerar otras canciones compuestas por Chabuca que, fuera de este ciclo, recurren a los mismos motivos, como Landó, En la margen opuesta o, incluso, Paso de vencedores.
compañeros en una canoa por el río Madre de Dios, en Puerto Maldonado, fue herido, luego fusilado por una bala expansiva dum-dum y, finalmente, rematado con más de 19 disparos. Javier Heraud tenía 21 años (Heraud, 1989). A nuestra artista le bastó con conocer su vida y obra para «hacer suyo el drama de Javier», como recordaría años más tarde Calvo (Tamariz, 1997, p. 56).