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Cuadro 15. Religión que profesa

Provincia Distrito Localidad Católica % Evangélica % Otra % Ninguna % Total

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Chuñunapampa 129 50,39 % 122 47,66 % 1 0,39 % 4 1,56 % 256 Ccasapata Chopcca 255 34,69 % 454 61,77 % 19 2,59 % 7 0,95 % 735 Ccollpaccasa 299 68,11 % 138 31,44 % - - 2 0,46 % 439

Chopccapampa B 511 86,17 % 80 13,49 % 1 0,17 % 1 0,17 % 593

Chucllacccasa 169 47,21 % 187 52,23 % - - 2 0,56 % 358

HuancavelicaYauli Dos de Mayo

Limapampa 33 32,35 % 69 67,65 % - - - - 102 Pucaccasa Chopcca 167 58,60 % 118 41,40 % - - - - 285 Santa Rosade Chopcca 92 25,56 % 267 74,17 % - - 1 0,28 % 360 Sotopampa Chopcca 115 50,44 % 112 49,12 % - - 1 0,44 % 228

Acobamba Paucará Chopccapampa A Huachhua Chopcca 106 28,49 % 265 71,24 % - - 1 0,27 % 372 Libertadores Chopcca 203 89,82 % 23 10,18 % - - - - 226 Mejorada de Chopcca 140 66,35 % 71 33,65 % - - - - 211 San Pedro de Chopcca Tinquerccasa 1.059 89,59 % 117 9,90 % 2 0,17 % 4 0,34 % 1.182 TOTALES 3278 56 % 2023 43 % 23 1 % 23 1 % 5347

Fuente: Censos Nacionales 2007: XI de Población y VI de Vivienda (INEI 2008).

En tiempos de la transformación estructural del campo andino producida por la Reforma Agraria, estas nuevas religiones ofrecieron una función identitaria como conformadoras e integradoras de la comunidad, con la ventaja de su fácil adaptabilidad a las diversas condiciones de existencia de las colectividades rurales (Ballester y Torrent s/f). Pero al momento de ser adoptados, estos credos perdieron tal flexibilidad, estableciendo códigos rígidos de conducta y valores, justamente en virtud del sentimiento de identidad que brindan al grupo. En la región Huancavelica el culto oficial católico, que aún es la confesión adoptada por tres cuartas partes de la población, fue históricamente parte de la vida de las haciendas, las que contaban además con infraestructura para el ritual cristiano al interior de

los predios. Las fiestas más importantes del ciclo festivo eran oficiadas por miembros del clero, con la presencia importante del sector dominante misti. La desaparición de la hacienda como sistema y el progresivo retroceso del clero en la región andina, limitado a las fiestas más importantes del ciclo festivo católico, dejaron el espacio abierto para la adhesión a los nuevos cultos cristianos. Ponciano Del Pino, en su análisis sobre la adscripción al evangelismo en el valle del río Apurímac, Ayacucho, región muy azotada por la violencia política en la década de 1980, citando a Morse, notaba que la gran diferencia del evangelismo con el catolicismo estriba en la asunción del sentimiento de dios por el individuo, revelación que puede prescindir del conocimiento de la doctrina de la iglesia y por tanto de su jerarquía (Del Pino 1996:166). Dicha jerarquía, además de tener un sustento externo, refrendaba un orden que en ese momento se encontraba en demolición. El nuevo mensaje cristiano ofrecía ciertas ventajas frente al catolicismo tradicional, como la ausencia de jerarquías sustentadas por una institución externa, una organización asambleísta que facilita la cohesión interna al interior de la comunidad local, la facilidad de un culto que no exige los grandes gastos propios del sistema de mayordomías o el cuidado de infraestructura y de imágenes, y ciertas reglas de conducta y abstinencia aprobadas por el conjunto de la población, que condenan la violencia doméstica y especialmente el consumo de alcohol.

No podemos calibrar en qué medida la adopción del evangelismo pudo contribuir a la recreación de la identidad chopcca, que exige la adhesión a principios de conducta y prácticas culturales, y que se ha mantenido junto a la proliferación de las iglesias evangelistas; pero los resultados de tal influencia son ciertamente controvertidos. Un factor de primera importancia en este hecho es la prédica evangélica que condena los rituales a la tierra, las montañas y el ganado por considerarlas contrarias a la fe cristiana. Como se sabe, estos rituales celebran a las deidades vinculadas a la agricultura y la naturaleza.

Como hemos afirmado, el componente principal del ciclo festivo chopcca son las faenas agropecuarias, en las que se refleja buena parte de los valores que conforman la identidad chopcca e incluyen conceptos y prácticas rituales de origen precristiano, que podrían ser consideradas contrarias a la fe cristiana. El ritual católico fue parte de la vida de la hacienda, tan desprestigiada en el discurso de la identidad chopcca, mientras que las fiestas del ciclo productivo han sido exclusivas de los grupos subalternos

y sobrevivieron de modo semiclandestino bajo dicho régimen. En su descripción de la hacienda en el Perú, algunos autores han supuesto que el interés que un sector del grupo dominante de Huancavelica tenía en el “folklore”, es decir en las manifestaciones culturales de los grupos rurales subalternos, no era sino parte del sistema de dominación que buscaba mantener artificialmente a estas poblaciones en la ignorancia, y con ello en la inferioridad social (Favre 1976:130-131). Por lo tanto, al culminar el régimen de hacienda, tales manifestaciones debieron desaparecer, más aun con la creciente escolarización, migración y urbanización de la población rural. No obstante, las experiencias culturales precristianas pasaron por un proceso de resignificación que las convirtió en expresión y vehículo de identidad. Así, los choppcca consideran que estas prácticas tradicionales siempre les fueron propias, al margen de que antes conformaran la vida de hacienda y el culto oficial. Como hemos visto en los relatos de origen, los chopcca se conciben anteriores, distintos y externos a la existencia de conquistadores y de patrones, y lo mismo se aplica a su tradición cultural y los valores en ella inscritos. Es notable que la principal víctima cultural de la prédica evangélica no hayan sido las fiestas del ciclo productivo, en las que se manifiesta mucha de la cosmovisión andina perseguida por el cristianismo desde la Colonia, sino las fiestas religiosas católicas. La adopción del evangelismo podría entenderse, entonces, como parte de esta voluntad de autorreconocimiento en un cuerpo particular de tradiciones.

Se trata de una reformulación religiosa y a la vez identitaria, que se plantea como un proceso problemático, cuyos desencuentros no han sido del todo resueltos. El culto evangélico tiene la capacidad de conectarse con formas tradicionales de organización comunitaria e incluso restablecer algunos patrones de conducta que se consideraban perdidos. A cambio, niega y censura los contenidos en los que se ha sustentado aquella tradición, pretendiendo sustituirlos por su propio corpus ideológico. Dado que estos contenidos originales han sufrido siglos de persecución y continúan bajo cierta censura pública, la estrategia a seguir sigue siendo su manifestación implícita en diversas prácticas culturales, que se justifican por ser tradicionales. Los contenidos solo son parcialmente verbalizados, lo que permite suponer que sobreviven, ocultos, en la privacidad.

El ciclo festivo, que incluye las costumbres del ciclo vital –nacimiento, bautizo, corte de pelo, matrimonio y sepelio– constituye hoy uno de los elementos cohesionadores más importantes de la colectividad chopcca y

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