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AntologĂa de literatura medieval
ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA MEDIEVAL 1. LÍRICA TRADICIONAL LAS JARCHAS Se supone que gran parte de las jarchyas o jarchas debieron ser primitivas cancioncillas tradicionales, recogidas como tema o complemento lírico de las composiciones de que forman parte, las moaxajas. Algunas aparecen como simples pareados o tercetos, análogas a los estribillos de los Zéjeles y villancicos: En moaxaja hebrea de abraham ben Ezra (muerto en 1167) (Stern, nº 15, pp. 15-16):
Gar: ¿ké fareyo, Kómo bibreyo? Est’ al-habib espero: Por él morreyo.
Dime ¿Qué haré? ¿Cómo viviré? Este amigo espero Por él moriré.
Poema de Yehudá Haleví (h. 1075 – antes de 1140, fecha de su viaje a Palestina)(Stern, nº 4, pp. 4-5):
Garid vos, ¡ay yermaniellas!, ¿com’ contenir el mio male Sin el Aviv non vivreyo ¿ad ob l’irey demandare?
Decidme, ¡ay hermanitas! ¿cómo contener mi mal? sin mi amigo yo no viviré ¿adónde iré a buscarlo?
[Jarcha hispano hebrea. El último verso se ha trascrito también : “ed volarey demandari [ y volaré a buscarlo]] Poema de Yehudá Haleví (h. 1075 – antes de 1140, fecha de su viaje a Palestina) En honor de Josef ben Ferusiel, por sobrenombre Cidello o Cidiello, ministro de Alfonso VII (h. 1100) (Stern, nº 3, pp. 3-4) [M. F. Alatorre, cátedra, p. 35]:
Des cuand mio Cidiello vénid -¡tan bona albishara!-, com rayo de sole yéshid en ad-al-hachara.
Desde que viene mi Cidillo -¡qué buena nueva!como un rayo de sol sale en Guadalajara.
Que no quero tener al-'iqd, ya mamma, ¿Amana hulá li? Coll' albo quérid fora meu sidi, non quérid al-huli.
Que no quiero tener collar, [madre ¿Prestarme alhajas? Cuello blanco querría mi señor, no quiere joyas.
[Jarcha 11; M. F. Alatorre, cátedra, p. 36]
Non quero yo un filliello illa’l-samarello.
No quiero yo amiguito sino el morenito.
[Jarcha, 32; M. F. Alatorre, cátedra, p.37] (Poema de Yehudá Haleví (Stern, nº 9, pp. 10-11) [M. F. Alatorre, cátedra, p.37] :
Vaise mio corachón de mib. ¡Ya Rab!, ¿si se me tornarad? Tan mal me dóled li-l-habib: enfermo yed, ¿cuánd sanarad?
Vase mi corazón de mí. ¡Ay, Dios!, ¿acaso tornará? Tanto me duele por el amado: enfermo está, ¿cuándo sanará?
¡Mamma, ayy habibi! Sual-chumella shaqrellab, el collo albo, e boquella hamrellab.
Madre, ¡qué amigo! Su guedejuela es rubia, el cuello blanco y la boquita coloradita.
[Jarcha, 33; M. F. Alatorre, cátedra, p.36]
Ya mamma. meu l-habibi vais e no más tornarad. Gar qué fareyo, ya mamma: ¿No un besiello lesarad?
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Madre, mi amigo se va y no tornará más. Dime qué haré, madre: ¿No me dejará ni un besito?
Antología de literatura medieval
CANTIGAS DE AMIGO Per ribeira do rio vi remar o navio, e sabor ei da ribeira.
Por las riberas del río vi remar el navío, y placer me da la ribera.
Per ribeira do alto vi remar o barco, e sabor ei da ribeira.
Por las riberas del alto1 vi remar el barco, y placer me da la ribera.
Vi remar o navio: i vai o meu amigo. e sabor ei da ribeira.
Vi remar el navío: ahí va mi amigo. y placer me da la ribera.
Vi remar o barco: i vai o meu amado. e sabor ei da ribeira.
Vi remar el barco: ahí va mi amado. y placer me da la ribera.
I vai o meu amigo, quer-me levar consigo. e sabor ei da ribeira.
Ahí va mi amigo, quiere Ilevarme consigo. y placer me da la ribera.
I vai o meu amado, quer-me levar de grado. e sabor ei da ribeira.
Ahí va mi amado, quiere llevarme de grado. y placer me da la ribera.
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JOAN ZORRO [M. F. Alatorre, cátedra, p. 46] 1 .alto: alta mar.
¡Quantas sabedes amar amigo treydes comig’ a lo mar de Vigo. E banhar-nos emos nas ondas!
Cuantas sepáis amar amigo. veníos conmigo al mar de Vigo. y nos bañaremos en las olas.
Quantas sabedes amar amado treydes comig’a lo mar levado: E banhar-nos emos nas ondas
Cuantas sepáis amar amado, veníos conmigo al mar levado. y nos bañaremos en las olas.
Treydes comig’a lo mar de Vigo, e veeremo-lo meu amigo: E banhar-nos emos nas ondas!
Veníos conmigo al mar de Vigo, Y veremos a mi amigo, y nos bañaremos en las olas.
Treides comig’a lo mar levado: e veeremo-lo meu amado, E banhar-nos emos nas ondas!
Veníos conmigo al mar levado. y veremos a mi amado, y nos bañaremos en las olas.
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MARTÍN CODAX [M. F. Alatorre, cátedra, p.62, s.]
I. Onda do mar de Vigo Se viste meu amigo? E, ai Deus! Se verrá cedo? II. Ondas do mar levado se viste meu amado? E, ai Deus! Se verrá cedo? III. Se viste meu amigo O por que eu sospiro? E, ai Deus! Se verrá cedo? IV. Se viste meu amado Por que ei gram cuidado? E, ai Deus! Se verrá cedo?
I. Olas del mar de Vigo ¿Habéis visto a mi amigo? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto? II Olas del mar levado1 ¿Habéis visto a mi amado? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto? III ¿Habéis visto a mi amigo Aquel por quien yo suspiro? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto? IV ¿Habéis visto a mi amado Por quien siento gran cuidado? Ay, Dios, ¿Vendrá pronto?
MARTÍN CODAX [M. F. Alatorre, cátedra, p.57] 1 . Levado: levantado, encrespado. Aún se conserva el término en castellano en lenguaje marinero en expresiones como ‘mar de leva’ o ‘levar anclas’.
El poema anterior está compuesto por cuatro coplillas pareadas seguidas de un mismo estribillo o refrán. Hay paralelismo entre las dos primeras coplillas y las dos últimas que comienzan con los segundos versos de aquellas. Este tipo de construcción poético se denomina de leixaprén (‘deja y toma’)
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Antología de literatura medieval
Sedia·m’eu na ermida de San Simión, e cercaron·mi as ondas, que grandes son: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Estando na ermida ant’o altar, cercaron-mi as ondas grandes do mar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! E cercaron·mi as ondas, que grandes son, non ei i barqueiro nen remador: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo. E cercaron·mi as ondas do alto mar, non ei i barqueiro, nen sei remar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! Non ei i barqueiro, nen remador, morrerei fremosa no mar maior: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo! non ei i barqueiro, nen sei remar, morrerei fremosa no alto mar: eu atendend’o meu amigo, eu atendend’o meu amigo!
Sentábame yo en la ermita de San Simeón y me cercaron las olas, que grandes son: ¡esperando yo a mi amigo, esperando yo a mi amigo! Estando en la ermita, ante el altar, me cercaron las olas grandes del mar ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! Me cercaron las olas, que grandes son. No hay aquí barquero ni remador ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! Y me cercaron las olas de la alta mar, no tengo aquí barquero ni sé remar ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! No tengo aquí barquero, ni remador, moriré hermosa en el mar mayor ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo! No tengo aquí barquero ni sé remar moriré hermosa en la alta mar: ¡esperando yo a mi amigo esperando yo a mi amigo!
MEENDINHO [M. F. Alatorre, cátedra, p.56, s.]
LÍRICA TRADICIONAL CASTELLANA Los cantarcillos de la tradición oral castellana son fundamentalmente expresión de afectos y sentimientos. El insomnio, la nostalgia, la impaciencia ante el retraso del amado, la alegría de las fiestas que a veces se tiñe de melancolía... son sus temas predilectos. EL VILLANCICO deriva del zéjel. Está formado también por: una cabeza (a); una mudanza (b) (acostumbra a ser una redondilla); un verso de enlace (que rima con la mudanza), un verso de vuelta (c) (que rima con el estribillo) y el estribillo (d) (constituido por una parte o la totalidad de la cabeza): a) Lindos ojos habéis, señora, de los que usaban agora. b) Vos tenéis los ojos bellos y tenéis lindos cabellos, que matáis en sólo vellos, c) a quien de vos se namora. d) Lindos ojos habéis, señora, De los que se usaban agora. Estas cancioncillas populares se caracterizan también por su sobriedad y sencillez, su frescura y viveza. Uno de sus recursos expresivos fundamentales es la repetición de las mismas ideas y palabras (el paralelismo). La lírica tradicional castellana no se fija por escrito hasta los siglos XV y XVI. Por lo tanto, los textos que conservamos sólo recogen la última de las muchas variantes que cada poesía tuvo a lo largo de la Edad Media. Tres morillas me enamoran en Jaén: Axa y Fátima y Marién.
y las colores perdidas en Jaén: Axa y Fátima y Marién.
Tres morillas tan garridas iban a coger olivas. y hallábanlas cogidas en Jaén: Axa y Fátima y Marién.
Tres moricas tan lozanas, iban a coger manzanas [y cogidas las hallaban] [en] Jaén: Axa y Fátima y Marién.
Y hallábanlas cogidas y tornaban desmaídas
[ANÓNIMO Cancionero musical de palacio, 24 (M. F. Alatorre, cátedra, p. 91)]
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Antología de literatura medieval
En la fuente de agua clara con sus manos lavan 1a cara. Él a ella y ella a él, lavan la niña y el doncel.
So ell encina encina, so ell encina. Yo me iba, mi madre, a la romería, por ir más devota fui sin companía,.. So ell encina.
En la fuente del rosel lavan la niña y el doncel. [ANÓNIMO (Juan Vásquez, Recopilación, II, 42), (M. F. Alatorre, cátedra, p. 81)]
Por ir más devota fui sin compañía; tomé otro camino, deje el que tenía... So ell encina.
Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal. ¡Oh, qué mañanica, mañana, la mañana de San Juan, cuando la niña y el caballero ambos se iban a bañar! Que me dirán mal.
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Halléme perdida en una montiña; al pie dell encina... So ell encina.
Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal.
A la media noche recordé, mezquina; halléme en los brazos del que más quería, so ell encina.
[ANÓNIMO (Juan Vásquez, Recopilación, II, 42), (M. F. Alatorre, cátedra, p. 81)]
A coger amapolas, madre me perdí: ¡caras amapolas fueron para mí!
Pesóme, cuitada, de que amanecía, porque yo gozaba del que más quería so ell encina.
[(CORREAS, Arte, p. 453,) (M. F. Alatorre, cátedra, 84)
Muy bendita sía la tal romería, so ell encina.
La niña que amores ha, sola ¿cómo dormirá?
[ANÓNIMO, Cancionero musical de palacio, 20 (M. F. Alatorre, cátedra, p. 87,s.)] 1 . En algunas versiones, a partir de esta estrofa, las que no tienen cuatro versos más el estribillo, incorporan al comienzo de la estrofa los dos últimos versos de la estrofa anterior.
Halcón que se atreve con garza guerrera, peligros espera. Halcón que se vuela con garza a porfía. cazarla quería y no la recela. Mas quien no se vela de garza guerrera. peligros espera. La caza de amor es de altanería: trabajos de día. de noche dolor. Halcón cazador con garza tan fiera, peligros espera. [Gil Vicente, Auto de Inés Pereira, p. 157] En la fuente del rosel lavan la niña y e1 doncel.
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[(Santillana(¿) Espejo de enamorados, p. 62), (M. F. Alatorre, cátedra, p. 92)] Al alba venid, buen amigo, al alba venid. Amigo, el que yo más quería venid al alba del dia. Amigo, el que yo más amaba venid a la luz del alba. Venid a la luz del día, no traigáis compañía. Venid a la luz del alba, no traigáis gran compaña. [Cancionero musical de palacio, 7, (M. F. Alatorre, cátedra, pp. 93,s.)] Perdida traigo la color: todos me dicen que lo he de amor. Viniendo de la romería encontré a mi buen amor; pidiérame tres besicos: luego perdí la color. Dicen a mí que lo he de amor.
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Perdida traigo la color: todos me dicen que lo he de amor. [Juan Vásquez, Villancicos, (M. F. Alatorre, cátedra, pp. 103,ss.)
Estábase la monja En el monesterio, Sus teticas blancas De so el velo negro. Más, Que me matarás.
En Ávila mis ojos, dentro en Ávila.
[DIEGO SÁNCHEZ DE BADAJOZ (M. F. Alatorre, cátedra, p. 116)]
En Ávila del Río mataron a mi amigo. Dentro en Ávila. [Cancionero de Palacio, 215 (M. F. Alatorre, cátedra, p. 156)] Madre, la mi madre, guardas me ponéis: que si yo no me guardo, mal me guardaréis. [Cancionero de Turín, nº 24, (M. F. Alatorre, cátedra, p. 132)
Soy casada y vivo en pena: ¡ojalá fuera soltera! [Flecha, “La caza” ms. De Barcelona, (M. F. Alatorre, cátedra, p. 146)
De los álamos vengo, madre, de ver cómo los menea el aire. De los álamos de Sevilla, de ver a mi linda amiga, de ver cómo los menea el aire.
Por amores lo maldijo la mala madre al buen hijo. –Si pluguiese a Dios del cielo, y a su madre Santa María que no fueses tú mi hijo, porque yo fuese tu amiga!– Esto dijo y lo maldijo la mala madre al buen hijo. Por amores lo maldijo. [Juan Vásquez, Recopilación II, 3, (M. F. Alatorre, cátedra, p. 156)
Gritos daba la morenica so el olivar. que las ramas hace temblar. La niña, cuerpo garrido, morenica, cuerpo garrido, lloraba su muerto amigo so el olivar: que las ramas hace temblar. [Esteban Daza, Fols. 102-103, (M. F. Alatorre, cátedra, p. 157)]
De 1os álamos vengo, madre, de ver cómo los menea el aire. [Juan Vásquez, Recopilación II, 13, (M. F. Alatorre, cátedra, p. 168)
No pueden dormir mis ojos, no pueden dormir. Y soñaba yo, mi madre, dos horas antes del día, que me florecía la rosa: el vino so el agua frida. No pueden dormir.
Dicen que me case yo: no quiero marido, no, Más quiero vivir segura n'esta tierra a mi soltura, que no estar en ventura si casaré bien o no. Dicen que me case yo: no quiero marido, no. Madre, no seré casada por no ver vida cansada, o quizá mal empleada la gracia que Dios me dio.
Guárdame las vacas, Carillejo, y besarte he, Si no, bésame tú a mí, Que yo te la guardaré.
Dicen que me case yo: no quiero marido, no.
[CASTILLEJO (M. F. Alatorre, cátedra, p. 104)]
No me las enseñes más, Que me matarás.
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2. POESÍA ÉPICA CANTARES DE GESTA: El Cantar de Mio Cid CANTAR DEL DESTIERRO Estos versos son los primeros que conservamos del Cantar de Mio Cid, pero el poema no empezaba en este punto, sino, seguramente, en el momento en el que el héroe era enviado al destierro. Sus enemigos hacen creer al rey que Rodrigo se ha quedado con unos tributos, lo que provoca la ira de Alfonso VI. La acusación es injusta y el pueblo se pone de parte del desterrado. Los textos están tomados de: Cantar de Mio Cid, Ed. A. Montaner, Barcelona, Crítica, 1993.
1 De los sos ojos tan fuertemientre llorando, tornava la cabeza e estávalos catando. Vio puertas abiertas e uços sin cañados, alcándaras vázias sin pielles e sin mantos 5 e sin falcones e sin adtores mudados, Sospiró mio Çid, ca mucho avie grandes cuidados. Fabló mio Çid bien e tan mesurado: «grado a tí, señor padre, que estás en alto! Esto me an buelto mios enemigos malos,»
1 Los ojos de Mio Cid fuertemente van llorandol atrás vuelve la cabeza y quedábase catándolos2. Y vio las puertas abiertas, postigos3 sin candados, las alcántaras4 vacías: sin las pieles, ni los mantos, ni los halcones de caza, ni los azores mudados. Suspiró Mio Cid Ruy Díaz, que él ha grandes cuidados5. Habló entonces Mio Cid, tan bien y tan mesurado6: «¡Gracias te doy, Señor Padre, a ti que estás en lo alto! Esto hicieron contra mí mis enemigos malvados.»
2 10 Allí pienssan de aguijar, allí sueltan las riendas, A la exida de Bivar ovieron la corneja diestra, e entrando a Burgos oviéronla siniestra. Meció mio Cid los ombros e engrameó la tiesta: «albricia, Álbar Fáñez, ca echados somos de tierra! Mas a grand ondra tomaremos a Castiella».1
2 Allí aguijan7 los caballos, allí les sueltan las riendas. Al ejido de Vivar ven la corneja a la diestra,8 mas entrando ya por Burgos la hubieron a la siniestra. Meció Mio Cid los hombros y engrameó la cabeza: «¡Albricias9 Alvar Fáñez10 que aunque de nuestra tierra nos echan, si hoy nos vamos de Castilla, con honra ha de vernos ella!
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. Este último verso no se recoge en la edición de Alberto Montaner, Ed. Crítica. 3 15 Mio Cíd Ruy Diaz por Burgos entró, En sue compaña sessaenta pendones; 16b exienlo ver mugieres e varones, burgeses e burgesas por las finiestras son, plorando de los ojos, tanto avien el dolor. De las sus bocas todos dizian una razón: 20 «¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!»
3 Mio Cid Ruy Díaz llega y ya por Burgos entró. Sesenta pendones11 lleva de su compañía en pos. Se asomaron para verle todos, mujer y varón, y la gente burgalesa a las ventanas salió con lágrimas en los ojos, tan grande era su dolor. Y de las bocas de todos salió una misma razón: «¡Dios, que buen vasallo haría, si tuviese buen señor!»
4 Conbidarle ien de grado, mas ninguno non osava: el rey don Alfonsso tanto avie la grand saña. Antes de la noche en Burgos d’él entró su carta, con grand recabdo e fuertemientre sellada: 25 que a mio Cid Ruy Díaz que nadi no·l’ diessen [posada, e aquel que gela diesse sopiesse vera palabra, que perderié los averes e más los ojos de la cara, e aun demás los cuerpos e las almas. Grande duelo avién las yentes cristianas, 30 ascóndense de mio Cid, ca no l’ osan dezir nada. El Campeador adeliñó a su posada, así commo llegó a la puerta, fallóla bien cerrada por miedo del rey Alfonso que assí la avién parado: que si non la quebrantás por fueça, que non ge la
4 Convidarlo harían de buen grado, pero ninguno lo osaba porque don Alfonso, el rey, teníale muy gran saña12. Antes de llegar la noche, a Burgos mandó su carta con gran reserva y cuidado y fuertemente sellada, diciendo que a Mio Cid nadie le diese posada,
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y que aquel que se la diese supiese, por su palabra, que perdía los haberes y los ojos de la cara; que también perdía el cuerpo y que perdía hasta el alma. Gran duelo tienen entonces todas las gentes cristianas. Se esconden de Mio Cid, nadie osa decirle nada. Ruy Díaz el Campeador adeliñó13 a su posada; tan pronto llegó a la puerta, encontróla bien cerrada: El miedo del rey Alfonso hizo que así la topara; que si no la quebrantase no se la abrieran por nada.
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[abriesse nadi. 35 Los de mio Cid a altas vozes llaman, los de dentro non les querién tornar palabra. Aguijó mío Cid, a la puerta se llegava, sacó el pie del estribera, una ferída·l’ dava; non se abre la puerta, ca bien era cerrada 40 Una niña de nuef años a ojo se parava: –¡Ya Campeador, en buena cinxiestes espada! El rey lo ha vedado, anoch d’él entró su carta con grant recabdo e fuertemientre sellada. Non vos osariemos abrir nin coger por nada; 45 si non, perderiemos los averes e las casas, e demás los ojos de las caras. Cid, en el nuestro mal vós non ganades nada, mas el Criador vos vala con todas sus vertudes santas.– Esto la niña dixo e tornó’ pora su casa.
Las gentes de Mio Cid con grandes voces llamaban, pero las gentes de dentro no devuelven la palabra. El Cid aguijó el caballo, a la puerta se llegaba. Sacó el pie de la estribera17 y un fuerte golpe le daba pero no se abre la puerta, que estaba muy bien cerrada18. Una niña de nueve años a su vista se paraba: «Escuchadme, Campeador, que en buena ceñiste espadal9, el rey así lo ha vedado, que anoche de él llegó carta con gran reserva y cuidado y fuertemente sellada. No podemos atrevernos a abrir la puerta por nada, Si no, perderemos nuestros bienes y las casas y además, los ojos de la cara. Mio Cid, con nuestro mal, vos no habéis de ganar nada. Id, que el Creador os valga con toda su virtud santa., Esto le dijo la niña y tornó para su casa.
NOTAS . Postigos: puertas pequeñas. 4.Alcántaras: perchas en las que se posaban los pájaros. 5.Azores mudados: azores que habían terminado la época de muda de la pluma.6.Muy grandes cuidados: graves preocupaciones. 7.Mesurado: juicioso, prudente. 8.Observa cómo hay una denuncia muy clara contra quienes buscan perder al Cid. Debe hacerse constar cómo la crítica aparece ya desde los primeros versos del Cantar. La obra tiene una clara intencionalidad política. 9.Aguijan: espolean. 10.Ejido: campo al que se llevaban los ganados. Diestra: la dirección del vuelo de la corneja indicaba buen o mal augurio, según fuera a la diestra (derecha) o a la siniestra (izquierda). 11.Engrameó: sacudió. 12.¡Albricia! ... : ¡Buenas noticias! El verso tiene un sentido irónico. 13.Minaya Alvar Fáñez: lugarteniente del Cid y uno de sus compañeros más queridos. 14.Sesenta pendones: sesenta soldados. El pendón era una banderola que adornaba la lanza. 15.Teníale muy gran saña: tanto le odiaba. 16.Adeliñó: se dirigió. 17 . estribera: estribo. 18.Observa cómo varía el uso de los tiempos verbales en estos últimos versos. Se trata de una característica de la épicaa. 19. en buena ceñiste espada: epíteto épico, característico del género. Más adelante volveremos sobre este tipo de fórmulas 20. hincóse en tierra de hinojos: se puso de rodillas. 1
TEXTO COMPLEMENTARIO EL CANTAR DE MIO CID Y MANUEL MACHADO El Cantar de Mio Cid ha servido a menudo de inspiración para pintores, músicos y escritores de todos los tiempos. Puede leerse ahora la recreación que realizó el poeta Manuel Machado (1874-1947) de la escena que acabamos de leer, en la que el Cid pide ayuda en una posada a la salida de Burgos. Oro pálido nimba El ciego sol se estrella 20 su carita curiosa y asustada. en las duras aristas de las armas, -¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte, llaga de luz los petos y espaldares arruinará la casa y flamea en las puntas de las lanzas. y sembrará de sal el pobre campo 5 El ciego sol, la sed y la fatiga. que mi padre trabaja.. Por la terrible estepa castellana, 25 Idos. El Cielo os colme de venturas... al destierro, con doce de los suyos En nuestro mal, ¡oh Cid,, no ganáis nada. -polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga. Calla la niña y llora sin gemido... Cerrado está el mesón a piedra y lodo... Un sollozo infantil cruza la escuadra 10 Nadie responde. Al pomo de la espada de feroces guerreros, y al cuento de las picas, el postigo 30 y una voz inflexible grita: «¡En marcha! » va a ceder .. ¡Quema el sol, el aire abrasa! El ciego sol, la sed y la fatiga. A los terribles golpes, Por la terrible estepa castellana, de eco ronco, una voz pura, de plata al destierro, con doce de los suyos, 15 y de cristal responde... Hay una niña -polvo sudor y hierro-, el Cid cabalga. muy débil y muy blanca en el umbral. Es toda MANUEL MACHADO, Alma, 1900 ojos azules; y en los ojos, lágrimas.
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Una batalla
En todos los cantares de gesta aparece siempre la descripción de una batalla.. Puede tratarse del combate entre dos ejércitos, de la lucha entre dos caballeros, etc. Los autores se servían de unos procedimientos narrativos ya establecidos para narrar un suceso tan importante y que tanto interés despertaba entre el público. Los emires Fariz y Galve han sitiado al Cid y a los suyos en Alcocer. El héroe decide romper el cerco y prepara sus mesnadas para la batalla En medio del estruendo de los tambores –procedimiento utilizado por los árabes para aterrorizar a las tropas cristianas– comienza la lucha. 35 715 Enbraçan los escudos delant los coraçones, abaxan las lanças abueltas de los pendones, enclinaron las caras de suso de los arzones, ívanlos ferir de fuertes coraçones. A grandes vozes llama el que en buen ora nació: 720 –¡Feridlos, cavalleros, por amor del Criador! ¡Yo só Ruy Díaz, el Cid Campeador!– Todos fieren en el az do está Pero Vermúez, trezientas lanças son, todas tienen pendones; seños moros mataron, todos de seños colpes; 725 a la tornada que fazen otros tantos son. 36 Veriedes tantas lanças premer e alçar, tanta adágara foradar e passar, tanta loriga falsar e desmanchar, tantos pendones blancos salir bermejos en sangre, 730 tantos buenos cavallos sin sos dueños cabalgar. Los moros llaman –¡Mafómat!- e los cristianos, [-¡Santi Yagüe!Cayén en un poco de logar moros muertos mill [e trescientos ya.
35 Embrazaron5 los escudos delante del corazón, abajaron cada lanza junto con cada pendón y las caras inclinaron sobre el fuste del arzón6. Los del Cid van al ataque con muy fuerte corazón. Los anima a grandes voces el que en buena hora nació: “¡Al ataque, caballeros, por amor del Creador! Yo soy Ruy Díaz el Cid de Vivar Campeador! Todos atacan por donde Pedro Bermúdez cargó. Éranse trescientas lanzas, todas tenían pendón; cada golpe un moro mata, cada golpe que se dio, y a la carga de tornada otros tantos muertos son 36 Vierais allí tantas lanzas bajar y tantas alzar, tantas adargas7 de cuero horadar' y atravesar, tanta loriga9 allí vierais destrozar y desmallar, y tantos buenos caballos sin sus dueños cabalgar. Los moros gritan «¡Mahoma!», [«¡Santiago!»ll, la cristiandad. En poco tiempo murieron mil trescientos moros ya. .
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. quebrar: romper. 2. vierais: es una llamada de atención del juglar al público que escuchaba, para que se imaginara la escena. 3. caudales: principales, muy importantes. 4. valedle: ayudadle. 5. embrazaron: metieron el brazo por la embrazadura o asa que tenía el escudo detrás, con el fin de protegerse el cuerpo. 6. fuste del arzón: armazón de la silla de montar. 7. adarga: escudo de cuero de forma ovalada. 8. horadar: agujerear. 9. loriga: armadura hecha de láminas pequeñas de metal. Desmallar una loriga significaba romper el tejido o malla de que estaba hecha. 10. albo: blanco.11. Mahoma... Santiago: gritos de guerra de los moros y de los cristianos.
CANTAR DE LAS BODAS A fuerza de regalos y de mostrarle su lealtad, el Cid acaba obteniendo el perdón del rey. La rehabilitación del héroe por el rey convierte a las hijas del Cid en un buen partido al que aspiran los Infantes de Carrión. 101 ¡Oíd! Que de los Infantes de Carrión voy a contar. En secreto hablando estaban tratando de lo que harán: -Las nuevas que del Cid cuentan, cada vez se extienden más. Hemos de pedir sus hijas para con ellas casar; creceremos en honores, y esto favor nos hará. Al Rey Alfonso en privado llegaron para tratar: -Una merced os pedimos pues el Rey y el Señor sois: (Poema de Mio Cid Editorial Castalia, Odres Nuevos)
CANTAR DE LA AFRENTA DE CORPES El autor del Cantar presenta a los Infantes de Carrión como unos personajes tortuosos, nunca aceptados por los hombres del Cid y cuya indignidad nos mostrará mediante sus acciones cobardes y ridículas. El episodio del león, uno de los más conocidos del Cantar, situado al frente del Cantar tercero es uno de ellos y sirve para desarrollar la parte final de la trama.
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112 En Valencia seí mio Cid con todos los sos, con él amos sus yernos, los ifantes de Carrión. 2280 Yaziés' en un escaño, durmié el Campeador; mala sobrevienta sabed que les cuntió: saliós' de la red e desatós’ el león. En grant miedo se vieron por medio de la cort; enbraçan los mantos los del Campeador 2285 e cercan el escaño e fincan sobre so señor; Ferrán Gonçález [........................................ ] 2286b non vio allí dó s’ alçasse, nin cámara abierta nin torre, metiós’ so l’escaño, tanto ovo el pavor; Diego Gonçalez por la puerta salió diziendo de la boca: -¡Non veré más Carrión!2290 Tras una viga lagar metios’ con grant pavor, el manto e el brial todo suzio lo sacó. En esto despertó el que en buen ora nació, vio cercado el escaño de sus buenos varones: -¿Qué’s esto, mesnadas, o qué queredes vós?2295 -¡Ya señor ondrado, rebata nos dio el león!Mio Cid fincó el cobdo, en pie se levantó, el manto trae al cuello e adeliñó pora '1 león; el león, cuando lo vio, assí envergonsçó, ante mio Cid la cabesça premió e el rostro fincó. 2300 Mio Cid don Rodrigo al cuello lo tomó e liévalo adestrando, en la red le metió. A maravilla lo han cuantos que ý son e tornáronse al palacio, pora la cort. Mio Cid por sos yernos demandó e no los falló; 2305 maguer los están llamando, ninguno non responde. Cuando los fallaron, ellos vinieron assí sin color; non viestes tal juego commo iva por la cort, mandólo vedar mio Cid el Campeador. Mucho·s' tovieron por enbaídos los ifantes de [Carrión, 2310 fiera cosa les pesa d'esto que les cuntió.
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112 Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión. Acostado en un escañol dormía el Campeador, ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció. De su jaula se ha escapado y andaba suelto un león, al saberlo por la corte un gran espanto cundió. Embrazan sus mantos2 las gentes del Campeador y rodean el escaño protegiendo a su señor. Pero Fernando González, [el infante de Carrión?] no encuentra donde meterse, todo cerrado lo halló, metióse bajo el escaño, tan grande era su terror. El otro Diego González, por la puerta se escapó gritando con grandes voces: “No volveré a Carrión.” Detrás de una gruesa viga metiéndose con gran pavor y de allí túnica y manto todos sucios los sacó3. Estando en esto despierta el que en buen hora nació4 y ve cerrado el escaño suyo por tanto varón. «¿Qué es esto, mesnadas5? ¿Qué hacéis alrededor?» -«Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león.» Se incorpora Mio Cid y presto se levantó, y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león, la fiera cuando le ve mucho se atemorizó, baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó. El Campeador entonces por el cuello le cogió, como quien lleva a un caballo en la jaula lo metió. Maravilláronse todos de aquel caso del león y el grupo de caballeros a la corte se volvió. Mio Cid por sus dos yernos pregunta y no los halló, aunque los está llamando no responde ni una voz. Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color, tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio, tuvo que imponer silencio Mio Cid Campeador. Avergonzados estaban los infantes de Carrión, tal pesadumbre tenían de aquello que les pasó.
. escaño: banco con respaldo. 2.embrazan sus mantos: rodean sus brazos con los mantos. 3.sucios los sacó: todo el pasaje insiste en el comportamiento cobarde y grotesco de los infantes y en particular de Diego González, que llega a orinarse de miedo. 4.el que en buen hora nació: epíteto épico. 5.mesnadas: compañía de gente de armas, conjunto de soldados.
En el sombrío robledal de Corpes, los infantes de Carrión golpean brutalmente a sus esposas, las hijas de Cid, y las dejan abandonadas a su suerte. Además de ser una acción cobarde que mancilla gravemente a las mujeres, la afrenta alcanza también al Campeador Su honra individual se ve también afectada. El Cid pedirá justicia al rey Alfonso VI. 128 […] Ya movieron d'El Ansarera los ifantes de Carrión, 2690 acójense a andar de día e de noch. A siniestro dexan Atienza, una peña muy fuert, la sierra de Miedes passáronla estoz por los Montes Claros aguijan a espolón. A siniestro dexan a Griza, que Álamos pobló 2695 (allí son caños do a Elpha encerró), a diestro dexan a Sant Estevan, más cae aluén. Entrados son los ifantes al robredo de Corpes,
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128 Ya se marchan de Ansavera, los infantes de Carrión de día y de noche andan, no se dan descanso, no; dejan a la izquierda Atienza, un fortísimo peñón, ya la gran sierra de Miedes detrás de ellos quedó y por esos montes Claros cabalgan más y mejor. A un lado deján a Griza, la que Alamos pobló, y las cuevas donde a Elfa, este Alamos encerró. San Esteban de Gormaz allá a la diestra se vio1. En el robledal de Corpes entraron los de Carrión;
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los montes son altos, las ramas pujan con las núes, e las bestias fieras que andan aderredor. Fallaron un vergel con una linpia fuent, mandan fincar la tienda ifantes de Carrión, con cuantos que ellos traen ý yazen essa noch, con sus mugieres en braços demuéstranles amor, ¡mal ge lo cumplieron cuando salié el sol! Mandaron cargar las acémilas con grandes averes a [nombre, cogida han la tienda do albergaron de noch, adelant eran idos los de criazón, assí lo mandaron los ifantes de Carrión, que non y fincás ninguno, mugier nin varón, sinon amas sus mugieres, doña Elvira e doña Sol, deportarse quieren con ellas a todo su sabor. Todos eran idos, ellos cuatro solos son, tanto mal comidieron los ifantes de Carrión: -Bien lo creades, don Elvira e doña Sol, aquí seredes escarnidas, en estos fieros montes, oy nos partiremos e dexadas seredes de nós, non abredes part en tierras de Carrión. Irán aquestos mandados al Cid Campeador nós vengaremos por aquésta la del león.-
las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son y muchas bestias feroces rondaban alrededor. Con una fuente se encuentran y un pradillo de verdor. Mandaron plantar las tiendas los infantes de Carrión y esa noche en aquel sitio todo el mundo descansó. Con sus mujeres en brazos señal las dieron de amor. ¡Pero qué mal se lo cumplen en cuanto que sale el sol! Mandan cargar las acémilas con su rica cargazón, mandan plegar esa tienda que anoche los albergó. Sigan todos adelante, que luego irán ellos dos: esto es lo que mandaron los infantes de Carrión. No se quede nadie atrás, sea mujer o varón menos las esposas de ellos Doña Elvira y Doña Sol, porque quieren solazarse con ellas a su sabor. Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó, tanta maldad meditaron los infantes de Carrión. «Escuchadnos bien, esposas, Doña Elvira y Doña Sol: vais a ser escarnecidas2 en estos montes las dos, nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión. Luego con estas noticias irán al Campeador y quedaremos vengados por aquello del león.
EL ROMANCERO El Romancero viejo. Los cantos épicos tradicionales dan origen, a fines de la Edad Media, a un nuevo tiempo de poesía, cuando el pueblo, incapaz de recordarlos en su integridad, entresaca los episodios de mayor interés; estos fragmentos aislados constituirán el punto de arranque de un nuevo género que con asombrosa vitalidad habrá de llegar hasta nosotros: el Romancero popular. Los octosílabos de que están formados proceden directamente de los dos hemistiquios del verso épico de dieciséis sílabas. El hecho de que los romances conserven también su primitiva condición de poesía oral, explica gran parte de sus características, por ejemplo, el extraordinario número de variantes que ofrece cada uno de ellos.
Derrota de D. Rodrigo Las huestes de don Rodrigo desmayaban y huían, cuando en la batalla sus enemigos vencían. 5 Rodrigo dexa sus tierras y del real se salía. Solo va el desventurado, que no lleva compañía; el caballo de cansado 10 ya mudar no se podía. Camina por donde quiere que no le estorba la vía. El rey va tan desmayado que sentido no tenía. 15 Muerto va de sed y hambre que de velle era manzilla; iba tan tinto de sangre que una brasa parecía; las armas lleva abolladas, 20 que eran de gran pedrería; la espada lleva hecha sierra de los golpes que tenía; el almete de abollado, en la cabeza se hundía; 25 la cara lleva hinchada
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del trabajo que sufría. Subióse encima de un cerro el más alto que veía; dende allí mira su gente cómo iva de vencida; de allí mira sus vanderas y estandartes que tenía, cómo están todos pisados que la tierra los cubría; mira por los capitanes que ninguno parescía; mira el campo tinto en sangre la cual arroyos corría. Él, triste de ver aquesto, gran mancilla en sí tenía, llorando de los sus ojos desta manera decía: -Ayer era rey d’España, hoy no lo soy de una villa, ayer villas y castillos, hoy ninguno posseía; ayer tenía criados, y gente que me servía; hoy no tengo una almena que pueda decir que es mía. ¡Desdichada fue la hora,
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desdichado fue aquel día en que nascí y heredé la tan grande señoría, 55 pues lo había de perder todo junto y en un día! ¡O muerte! ¿Por qué no vienes y llevas esta alma mía de aqueste cuerpo mezquino, →
60 pues se te agradecería? Está inspirado en varios capítulos de Corral muy abreviados y condensa los momentos de más tensión dramática. Se nota una reelaboración con motivos tradicionales: “armas abolladas, “espada hecha sierra y cierta influencia de la poesía cancioneril: “¡Oh muerte, ¿por qué no vienes...? [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 159, ss.] de Nénichou, están el cambio de enfoque (centrado en don Rodrigo y su castigo, no en Mudarra), los versos 19 y 20 que parecen destinados a dar información sobre el personaje a los oyentes. [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 190, s.]
La venganza de Mudarra A caçar va don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara; con la gran siesta que haze, arrimado se ha a una haya, 5 maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada, que si a las manos le huviesse, que le sacaría el alma. El señor estando en esto, 10 Mudarrillo que asomaba. –Dios te salve, caballero, debaxo la verde haya. –Assí haga a ti, escudero, buena sea tu llegada. 15 –Dígasme tú, el caballero, cómo era la tu gracia. –A mí dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, cuñado de Gonçalo Gustos, 20 hermano de doña Sancha; por sobrinos me los huve los siete infantes de Salas. Espero aquí a Mudarrillo, hijo de la renegada; 25 si delante lo tuviesse, yo le sacaría el alma. –Si a ti dicen don Rodrigo, y aun son Rodrigo de Lara, a mí Mudarra Gonçales 30 hijo de la renegada, de Gonçalo Gustos hijo y anado de doña Sancha; por hermanos me los uve los siete infantes de Salas. 35 Tú los vendiste, traidor, en el val de Araviana; mas si Dios a mí me ayuda, aquí dexarás el alma. –Espéresme, don Gonçalo 40 iré a tomar las mis armas. –El espera que tú diste a los infantes de Lara. Aquí morirás, traidor, enemigo de doña Sancha.
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«¡Rey don Sancho, Rey don Sancho, no digas que no te aviso, que de dentro de Çamora un alevoso ha salido! Llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido; cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco. Si gran traidor fue el padre Mayor traidor es el hijo.» Gritos dan en el real, a don Sancho han malherido; muerto le ha Vellido Dolfos, gran traición ha cometido. Desque la tuviera muerto, metióse por un postigo; por las calles de Çamora, van dando bozes y gritos; –Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.
“según Pidal, el apóstrofe inicial sería un fragmento del Cantar sobre el cerco de Zamora prosificado en varias crónicas y, a esos versos truncos, se les habría añadido un final explicativo. Nótense las varias posiciones del narrador: apóstrofe al rey don Sancho en primera persona, relato impersonal de la muerte del rey y discurso referido a Vellido Dolfos que le pide “lo prometido”, no explicitado, a doña Urraca.” [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 204, s.]
[…] “El romance pudo resultar de una creación nueva hecha sobre motivos antiguos desigual y desordenadamente recordados, en un momento en que florecían una nueva técnica de creación colectiva apoyada en series asociativas y estilo poético original con su nuevo caudal de fórmulas y preferencia por lo corto y lo intenso” En apoyo a las tesis
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La jura de Santa Gadea
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En Sancta Gadea de Burgos, do juran los hijosdalgo, allí le toma la jura el Cid al rey castellano. Las juras eran tan fuertes, que al buen rey ponen espanto; sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo: –Villanos te maten, Alonso, villanos, que non hidalgos, de las Asturias de Oviedo, que no sean castellanos; mátente con aguijadas, no con lanzas ni con dardos; con cuchillos cachicuernos, no con puñales dorados; abarcas traigan calzadas, que no zapatos con lazo; con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; vayan cabalgando en burras, que no en mulas ni en caballos; frenos traigan de cordel, no de cueros fogueados. Mátente por las aradas, que no en villas ni en poblado, sáquente el corazón por el siniestro costado, si no dijeres verdad de lo que eres preguntado, si fuiste ni consentiste en la muerte de tu hermano. Jurado había el rey, que en tal nunca se ha hallado; pero allí hablara el rey malamente y enojado: –Muy mal me conjuras, Cid, Cid, muy mal me has conjurado; mas hoy me tomas la jura, mañana me besarás la mano. –Por besar mano de rey no me tengo por honrado; porque la besó mi padre me tengo por afrentado. –Vete de mis tierras Cid, mal caballero probado, y no vengas más a ellas dende este día en un año. –Pláceme, dijo el buen Cid, pláceme, dijo, de grado, por ser la primera cosa que mandas en tu reinado. Tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro. Ya se parte el buen Cid, sin al rey besar la mano, con trescientos caballeros; ninguno hay viejo ni cano. Todos llevan lanza en puño
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55 y el hierro acicalado, y llevan sendas adargas, con borlas de colorado; mas no le faltó al buen Cid adonde asentar su campo. [Manuel Alvar: Romancero, Barcelona, ed. Zeta, 1987, p. 137.]
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Cabalga Diego Laínez al buen rey besar la mano; consigo se los llevaba los trescientos hijos dalgo1; entr’ellos iva Rodrigo, el sobervio2 castellano. todos cabalgan a mula, sólo Rodrigo a caballo; todos visten oro y seda, Rodrigo va bien armado; todos espadas ceñidas, Rodrigo estoque3 dorado; todos con sendas varicas4 Rodrigo lanza en la mano: todos guantes olorosos Rodrigo guante mallado5; todos sombreros muy ricos, Rodrigo casco afilado; y encima del casco lleva un bonete colorado. Andando por un camino, unos con otros hablando, allegados6 son a Burgos, con el rey se han encontrado. Los que vienen con el rey entre sí van razonando; unos lo dicen de quedo7, otros lo van preguntando: -Aquí viene entre esta gente quien mató al conde Lozano. Como lo oyera Rodrigo, en hito los ha mirado8; con alta y soberbia voz, de esta manera ha hablado: -Si hay alguno entre vosotros, su pariente o adeudado, que le pese de su muerte, salga luego a demandallo9; yo se lo defenderé quiera a pie, quiera a caballo.10 Todos responden a una: Demándelo su pecado11. Todos se apearon juntos para el rey besar la mano; Rodrigo se quedó solo, encima de su caballo. Entonces habló su padre, Bien oiréis lo que ha hablado: -Apeaos vos, mi hijo, besaréis al rey la mano, porque él es vuestro señor, vos, hijo, sois su vasallo.
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Desque Rodrigo esto oyó sintióse más agraviado12; 55 las palabras que responde son las de hombre muy enojado: -Si otro me lo dixera, ya me lo hubiera pagado; mas por mandarlo vos, padre, 60 yo lo haré de buen grado. Ya se apeaba Rodrigo para el rey besar la mano. Al hincar de la rodilla, el estoque se ha arrancado. 65 Espantóse de esto el rey, Y dijo como turbado: -¡Quítate, Rodrigo, allá, quítate allá, diablo, que tienes el gesto de hombre 70 Y los hechos de león bravo!. Como Rodrigo esto oyó, apriesa pide el caballo; con una boz alterada, Contra el rey assí ha hablado: 75 -Por besar mano de rey, no me tengo por honrado; porque la besó mi padre me tengo por afrentado.13 En diziendo estas palabras, 80 salido se ha de palacio. Consigo se los tornava Los treszientos hijos dalgo; si bien vinieron vestidos, bolvieron mejor armados; 85 y si vinieron en mulas, Todos vuelven en cavallos.
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1.Hijosdalgo:Hidalgos. 2. Soberbio: en el sentido de extraordinario, excelente. 3. Estoque: espada. 4. Varicas: diminutivo de varas. .5.Guante mallado: guante que estaba hecho de mallas de hierro. 6. Allegado: llegados. 7. De quedo: en voz baja. 8. En hito los ha mirado: los ha mirado de arriba abajo. 9. Demandallo: demandarlo. 10. Quiera a pie quiera a caballo: tanto si va a pie como a caballo.11. Demándelo su pecado: que su mala acción lo delate y descubra. 12. Agraviado: molesto, enfadado. 13. Afrentado: injuriado. “Lo que más llama la atención es la reelaboración romancística que hace caso omiso de los antecedentes (muerte del conde), y de lo que sigue en las crónicas (casamiento con Jimena), para centrarse en el enfrentamiento del Cid con los del rey y el mismo rey. Más allá de la inscripción en un contexto histórico que produjo tal desviación de la leyenda del Cid, esta actitud arquetípica puede reactualizarse en cualquier conflicto con el poder [...] En Cavalga Diego Laínez, Rodrigo es modelo de guerreros opuesto a los demás, no-guerreros, caracterizados por sus galas que son degradación de los atributos guerreros; lo que señala un conflicto entre dos modalidades de nobles.” [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 192, ss.]
Romance de Doña Alda En París está doña Alda, la esposa de don Roldán,
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trescientas damas con ellas para la acompañar; todas visten un vestido, todas calçan un calçar, todas comen a una mesa, todas comían de un pan si no era doña Alda que era la mayoral; las ciento hilavan oro las ciento texen cendal, las ciento tañen instrumentos para doña Alda holgar. Al son de los instrumentos doña Alda adormido se ha: ensoñado había un sueño, un sueño de gran pesar. Recordó despavorida y con un pavor muy grande, los gritos daba tan grandes que se oían en la ciudad. Allí hablaron sus doncellas, Bien oiréis lo que dirán: –¿Qué es aquesto, mi señora? ¿Quién es el que os hizo mal? –Un sueño soñé, doncellas, que me ha dado gran pesar, que me veía en un monte, en un desierto lugar; de so los montes muy altos un açor vide volar; tras dél viene una aguililla que lo ahinca muy mal. El açor con grande cuita Metióse so mi brial, El aguililla con grande ira De allí lo iva a sacar; Con las uñas lo despluma, Con el pico lo deshaze. Allí habló su camarera Bien oiréis lo que dirá –”Aquesse sueño, señora bien os lo entiendo soltar. El açor es vuestro esposo Que viene de allen la mar; El águila sodes vos Con la cual ha de casar, Y aquel monte es la iglesia Donde os han de velar. –Si así es, mi camarera, bien te lo entiendo pagar. Otro día de mañana cartas de fuera le traen; tintas venían de dentro, de fuera escritas con sangre, que su Roldán era muerto en la caça de Roncesvalles.
Este romance deriva de la gesta de Roncesvalles dada a conocer por Menéndez Pidal: “Roncesvalles. Un nuevo cantar de Gesta español del siglo XIII. Este cantar es adaptación de las leyendas carolingias en España, con la
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aparición de Reinaldos, rival de Roldán. Nótense en el romance las series enumerativas y el cambio de rima del ‘epílogo’. [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 220, ss.]
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Romance de Nuño Vero –Nuño Vero,Nuño Vero, buen caballero probado, hinquedes la lança en tierra y arrendedes el caballo. Preguntaros he por nuevas De Baldovinos el franco. –Aquessas nuevas, señora, yo vos las diré de grado. Esta noche a media noche entramos en cavalgada, y los muchos a los pocos lleváronos de arrancada; herieron a Baldovinos de una mala lançada, la lança tenía dentro de fuera le tiembra el asta: o esta noche morirá, o de buena madrugada. Si te pluguiera Sebilla, fueses tú mi enamorada. –Nuño Vero, Nuño Vero mal caballero provado, yo te pregunto por nuevas tú respóndesme al contrario, que aquessa noche passada conmigo durmiera el franco, él me diera una sortija yo le di un pendón labrado.
por tanto pregunta, rey, 20 que la verdad te diría. –yo te agradezco, Abenámar, aquessa tu cortessía: ¿qué castillos son aquellos? ¡altos son y reluzían! 25 –El Alhambra era, señor, y la otra la Mezquita; los otros los alijares, labrados a maravilla: El moro que los labrava 30 cien doblas ganaba al día y el día que no los labra otras tantas se perdía. El otro el Generalife, Huerta que par no tenía; 35 el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía. Allí Habló el rey don Juan, Bien oiréis lo que dezía: –Si tú quisiesses, Granada, 40 contigo me casaría; dar te he yo en arras y dote a Córdova y a Sevilla. –Casada soy, Rey don Juan, casada soy que no viuda, 45 el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.
“El romance deriva de la Chanson des Saisnes aunque se ha reelaborado bastante el episodio originario. Aquí se conserva el nombre de Sevilla por Sebile, y Nuño Vero sustituye al Justamont francés.” Nótese el tópico de “pregutar por nuevas del marido ausente y de la fidelidad de la esposa.” Michelle Débax, ob. Cit. p. 226,s.
Esta es la versión más lograda poéticamente, aunque puede que no sea la más verídica. Son temas muy controvertidos los de la prioridad de las versiones y de la historicidad de los hechos: encuentro del rey Juan II durante la campaña de Granada de 1431 con un moro, Abenámar, cuya identidad se discute. “No hay que olvidar, sin embargo, que lo histórico, sobre todo en un romance como éste, no es más que un punto de partida para la poetización tradicional. El romance contiene varios tópicos y fórmulas: las señales del día del nacimiento, la consideración de la ciudad como una amada, y un verdadero lienzo de la ciudad de Granada a la mención de de cuyos monumentos acompaña también el tópico correspondiente.
Romance de Abenámar Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales havía. 5 Estava la mar en calma, la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace no debe dezir mentira. Allí le responde el moro, 10 bien oiréis lo que dezía: –No te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; 15 siendo yo niño y muchacho mi madre me lo dezía, que mentira no dixesse, que era grande villanía;
El cerco de Álora Álora la bien cercada, tú que estás en par del río, cercóte el adelantado una mañana en domingo, 5 de peones y hombres de armas el campo bien guarnecido. Con la gran artillería hecho te había un portillo. Viérades moros y moras 10 todos huir al castillo: las moras llevaban ropa, los moros harina y trigo y las moras de quince años llevaban el oro fino, 15 y los moricos pequeños llevaban la pasa e higo. Por cima de la muralla su pendón llevan tendido.
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Entre almena y almena 20 quedado se había un morico, con una ballesta armada y en ella puesto un cuadrillo. En altas voces decía que la gente lo había oído: 25 -Treguas, treguas, adelantado, por tuyo se da el castillo. Alza la visera arriba por ver el que tal le dixo. Asestárale a la frente, 30 salido le ha al colodrillo. Sacólo Pablo de rienda y de mano Jacobillo, estos dos que había criado en su casa desde chicos. 35 Lleváronle a los maestros por ver si será guarido. A las primeras palabras el testamento les dixo.
-Si no me abres esta noche, ya nunca más me abrirías; la muerte me anda buscando, 30 junto a ti vida sería. -Vete bajo la ventana donde bordaba y cosía; te echaré cordón de seda para que subas arriba 35 y si la seda no alcanzare, mis trenzas añadiría. La fina seda se rompe, la muerte que allí venía: -vamos, el enamorado, 40 la hora ya está cumplida.
“Cuenta la muerte del adelantado Diego de Ribera en el cerco de Álora en 1434. Se puede comprobar en este caso la composición de un romance a raíz del hecho por lo que dice Juan de Mena (en el Laberinto de Fortuna) de Álora: “villa no poco cantada al celebrar al mismo Diego de Ribera, pero no significa que aluda a este mismo texto. La versión originaria sería más pormenorizada, ya que lo que sorprende en ésta es la concisión del relato. Sin embargo, no pasa nada por alto [...] Habría que estudiar particularmente cómo se integra el destinatario oyente / lector al texto mismo con el empelo de fórmulas actualizadoras: “Viérades “estos dos, etc. [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 289,s.]
El enamorado y la muerte Yo me estaba reposando anoche, como solía, soñaba con mis amores, que en mis brazos se dormían. 5 Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. -¿Por dónde has entrado, amor? ¿Por dónde has entrado, vida? Las puertas están cerradas, 10 ventanas y celosías. -No soy el amor, amante: la muerte que Dios te envía. -¡Ay, muerte tan rigurosa, déjame vivir un día. 15 -Un día no puedo darte, una hora tienes de vida. Muy deprisa se levanta, más deprisa se vestía; ya se va para la calle, 20 en donde su amor vivía. -¡Ábreme la puerta, Blanca, ábreme la puerta, niña! -¿La puerta cómo he de abrirte, si la hora no es convenida? 25 Mi padre no fue a palacio, mi madre no está dormida.
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Romance del conde Arnaldos ¡Quien hubiese tal ventura sobre las olas del mar, como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan! 5 Con un falcón en la mano, la caza iba cazar; vio venir una galera que a tierra quiere llegar. Las velas traía de seda, 10 la ejarcia de un cendal, marinero que la manda diciendo viene un cantar que la mar facía en calma, los vientos hace amainar 15 los peces que andan n’el hondo arriba los hace andar, las aves que andan volando en el mástil las face posar. Allí habló el conde Arnaldos, 20 bien oiréis lo que dirá: –Por Dios te ruego marinero, dígasme ora ese cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: 25 –Yo no digo esta canción sino a quien conmigo va. [Manuel Alvar: Romancero, Barcelona, ed. Zeta, 1987, p. 265.]
Romance de fontefrida Fonte frida, Fonte frida Fonte frida y con amor, do todas las avezicas van tomar consolación, 5 si no es la tortolica que está viuda y con dolor; por allí fuera a passar el traidor del ruiseñor; las palabras que le dize 10 llenas son de traición: –Si tú quisieses, señora, yo sería tu servidor. –Vete d’ahí, enemigo, malo, falso, engañador,
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15 que ni poso en ramo verde, ni en prado que tenga flor: que si el agua hallo clara, turbia la bebía yo; que no quiero haber marido, 20 porque hijos no haya, no, ni quiero plazer con ellos, ni menos consolación. Déxame, triste enemigo, malo, falso, mal traidor, 25 que no quiero ser tu amiga, ni casar contigo, no. Enwistle y Pidal piensan que se trata de un trozo de una narración más larga, un acortamiento debido al fragmentismo. Asensio no lo cree así, cree que es combinación armoniosa de tres motivos de índole y origen diverso: a) la tórtola del Physiologus; b) el ruiseñor donjuanesco de las canciones amorosas muy divulgadas en Francia y no ignorado en España; c) la “fonte frida, símbolo arraigado en la lírica popular, que sin violencia se fundía con la fuente del amor de las leyendas y la poesía culta. El primero es de origen clerical. La tórtola es símbolo de castidad y fidelidad. El ruiseñor y la fuente fría parecen más bien de abolengo popular aunque también mezclados con resabios clericales (la fuente fría como consolación). Por todo eso, Asensio aboga a favor de una elaboración culta que reúne símbolos religiosos y símbolos paganos (ligados a las fiestas de mayo), pero las versiones que tenemos entran en el patrón del romancero tradicional. [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 340,s.]
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Romance de Blanca niña –Blanca sois, señora mía, más que el rayo del sol, si la dormiré esta noche desarmada y sin pavor, que siete años había, siete que no me desarmo no. Mas negras tengo mis carnes Que un tiznado de carbón. –Dormilda,señor, dormilda, desarmado, sin temor, que el conde es ido a la caça a los montes de León. Ravia le mate los perros y águila el su halcón y del monte hasta la casa a él arrastre el morón. Ellos en aquesto estando su marido que llegó: –¿Qué hacéis la Blanca niña, hija de padre traidor? –Señor, peino mis cabellos, péinolos con gran dolor, que me dexáis a mí sola y a los montes os vais vos. –Essa palabra, la niña,
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no era sino traición, ¿Cuyo es aquel caballo que allá baxo relinchó? –Señor, era de mi padre 30 y embió’slo para vos. –Cuyas son aquellas armas que están en el corredor? –Señor, eran de mi hermano y hoy os la envió. 35 –Cúya es aquella lança? Desde aquí la veo yo. –Tomalda, conde, tomalda, matadme con ella vos, que aquesta muerte, buen conde, 40 bien os la merezco yo. Es uno de los romances más difundidos por todas partes y con más variantes. El tema de la adúltera sorprendida por su marido se documenta en muchos países de Europa. Se parece mucho, sobre todo, a un cuento (fabliau) francés en que el marido descubre al amante por su capa colorada colgada. La gran diferencia en España es el castigo final de la adúltera, mientras que las demás tradiciones europeas hacen burla del marido (excepto la griega). El diálogo, tan frecuente en los romances como elemento dramatizador, es en este doble: de la esposa con el amante y de la esposa con el esposo. [Romancero, Edición de Michelle Débax, ed. Alhambra, Col. Clásicos, 1982., p. 364, s.]
Romance de la bella en misa En Sevilla está una ermita, cual dicen de San Simón, adonde todas las damas iban a hazer oración. 5 Allá va la mi señora, entre todas la mejor. Saya lleva sobre saya, Mantilla de tornasol; En la su boca muy linda 10 lleva un poco de dulçor; en la su cara muy blanca lleva un poco de color, y en los sus ojuelos garços lleva un poco de alcohol. 15 A la entrada de la ermita, relumbrando como un sol, el abad que dize missa no la puede decir non; monazillos que le ayudan 20 no aciertan responder, non; por decir “amén, amén dezían “amor, amor. El tema de este romance, alcanza mucha difusión en Cataluña y Aragón, no así en Castilla. Sin embargo la trunca versión castellana, que convierte en un romanceescena, lo que en las tradiciones peninsulares orientales es un romance-cuento, gana en fuerza poética.
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3. POESÍA CULTA MESTER DE CLERECÍA: A mediados del siglo XIII, una nueva poesía latina había alcanzado gran esplendor y había servido de modelo a nuevas formas de expresión. La influencia de este movimiento cultural (y en concreto el arte de clerecía) se dejó sentir en la Península a través del camino de Santiago y quizá de la Universidad de Palencia. Bajo la denominación de arte de clerecía (más comúnmente llamado mester de clerecía) se reúnen obras escritas en cuaderna vía (estrofa de cuatro versos monorrimos de catorce sílabas alejandrinos-, divididos por una cesura en dos hemistiquios de siete sílabas), de intención muchas veces didáctica, en las que se aprecian diferencias de contenido, estructura y propósito artístico. Uno de sus mayores representantes fue Gonzalo de Berceo. Los textos que figuran a continuación corresponden a su obra más conocida: Los milagros de nuestra Señora Los textos originales están tomados de : www.geocities.com/urunuela1/berceo/berceo1.htm y las versiones modernas de: Milagros de Nuestra Señora, Editorial Castalia. Col. Odres Nuevos]
GONZALO DE BERCEO PROLOGO 1. Amigos e vasallos de Dios omnipotent, Si vos me escuchasedes por vuestro consiment, Querriavos contar un buen aveniment: Terrésdelo en cabo por bueno verament. 2. Yo maestro Gonzalvo de Berçeo nonnado Iendo en romeria caeçi en un prado Verde e bien sençido,de flores bien poblado, Logar cobdiçiaduero pora omne cansado. 3. Daban olor sobeio las flores bien olientes, Refrescaban en omne las caras e las mientes, Manaban cada canto fuentes claras corrientes En verano bien frias, en yvierno calientes. 4. Avie hy grant abondo de buenas arboledas, Milgranos e figueras, peros e manzanedas, E muchas otras fructas de diversas monedas; Mas non avie ningunas podridas nin açedas. 5. La verdura del prado, laolor de las flores, Las sombras de los arboles de temprados sabores Refrescaronme todo, e perdi los sudores: Podrie vevir el omne con aquellos olores. 6. Nunca trobé en sieglo logar tan deleitoso, Nin sombra tan temprada, nin olor tan sabroso, Descargué mi ropiella por iaçer mas viçioso, Poseme a la sombra de un arbor fermoso. 7. Yaçiendo a la sombra perdi todos cuidados, Odi sonos de aves dulçes e modulados: Nunca udieron omnes organos mas temprados, Nin que formar pudiessen sones mas acordados. […]
12.Manamano que fuy en tierra acostado, De todo el laçerio fui luego folgado: Oblidé toda cuita, el laçerio passado: Qui alli se morasse serie bien venturado! […] 14.Semeia esti prado egual de paraiso, En qui Dios tan grant graçia, tan grant bendiçion míso: el que crió tal cosa, maestro fue anviso: Omne que hi morasse, nunqua perdrie el viso. 16.Sennores e amigos, lo que dicho avemos, Palabra es oscura, esponerla queremos: Tolgamos la corteza, al meollo entremos, Prendamos lo de dentro, lo de fuera dessemos. […] 20.Esti prado fué siempre verde en onestat, Ca nunca ovo macula la su virginidat, Post partum et in partu fue Virgen de verdat, Ilesa, incorrupta en su entegredat. 21.Las quatro fuentesclaras que del prado manaban, Los quatro evangelios esso significaban, Ca los evangelistas quatro que los dictaban, Quando los escriben, con ella se fablaban. […] 23.La sombra de los arboles buena dulz e sania, En qui ave repaire toda la romeria, Si son las oraçiones que faz Sancta Maria. Que por peccadores ruega noche e dia. […] 25.Los arboles que façen sombra dulz e donosa, Son los Sanctos miraclos que faz la Gloriosa, Ca son mucho mas dulçes que azucar sabrosa, La que dan al enfermo en la cuita rabiosa. 26.Las aves que organan entre essos fructales, Que an las dulçes voçes, diçen cantos leales, Estos son Agustint, Gregorio, otros tales, Quantos que escribieron los sos fechos reales.
XVI. EL NIÑO JUDÍO El Milagro XVI es uno de los más célebres de toda la Edad Media. Aparece en varias colecciones de milagros (ya era conocido en el siglo VI) y hoy se conservan hasta treinta y tres versiones diferentes de la obra (en griego, latín y romance).
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MILAGRO XVI 352.Enna villa de Borges una çibdat estranna Cuntió en essi tiempo una buena hazanna: Sonada es en Françia, si faz en Alemanna, Bien es de los miraclos semeiant e calanna.
En la villa de Borges, una ciudad extraña, aconteció en un tiempo una famosa hazaña, sonada es en Francia, lo mismo en Alemania, semejante a un milagro, de tal tiene calaña1.
353.Un monge la escrípso omne bien verdadero, De Sant Miguel era de la Clusa claustero: Era en essi tiempo en Borges ostalero, Peidro era su nomne, so ende bien çertero.
Un monje la escribió, hombre bien verdadero, de San Miguel de Clusa él era monje austero; era en aquel tiempo en Borges hostalero, Pedro era su nombre, soy en esto certero.
354. Tenie en essa villa, ca era menester, Un clerigo escuela de cantar e leer: Tenie muchos criados a letras aprender, Fijos de bonos omnes que querien mas valer.
Tenía en esta villa, pues era menester, un clérigo una escuela de cantar y leer, tenía muchos discípulos para allí aprender, hijos de buenos hombres que más querían valer.
355. Venie un iudezno natural del logar Por sabor de los ninnos por con ellos iogar: Acogienlo los otros, non li façien pesar, Avien con él todos sabor de deportar.
Venía un niño judío, natural del lugar, por sabor de los niños, con ellos a jugar; acogíanlo los otros, no le daban pesar, tenían con él todos gusto de solazar.
356. En el dia de Pascua domingo grant mannana, Quando van corpus Domini prender la yent christiana, Prísol al iudezno de comulgar grant gana, Comulgó con los otros el cordero sin lana.
En el día de Pascua, domingo, a la mañana, cuando la Comunión toma la grey cristiana2, sintió el niño judío de comulgar gran gana, comulgó con los otros el Cordero sin lana.
357. Mientre que comulgaban a muy grant presura, El ninno iudezno alzó la catadura, Vío sobrel altar una bella figura, Una fermosa duenna con genta creatura. 358. Vío que esta duenna que posada estaba, A grandes e a chicos ella los comulgaba: Pagóse della mucho quanto mas la cataba, De la su fermosura mas se enamoraba.
Vio cómo esta dama que sentada allí estaba a grandes y a chicos de comulgar les daba; gustóle Ella mucho, cuanto más la miraba de su gran hermosura más se enamoraba. Salió de la iglesia alegre y contentado, fue enseguida a su casa, como estaba avezado3, amenazólo el padre, porque había tardado, pues merecedor era de ser así hostigado.
359. Yssio de la eglesia alegre e pagado, Fué luego a su casa commo era vezado, Menazólo el padre porque avie tardado, Que mereçiente era de seer fostigado. 360. Padre, dixo el ninno, non vos negaré nada, Ca con los christianiellos fui grant madurgada, Con ellos odi missa rica-mientre cantada, E comulgué con ellos de la ostia sagrada. 361.Pesoli esto mucho al mal aventurado, Commo si lo toviesse muerto o degollado: Non sabia Con grant ira que fer el diablado, Façie figuras malas commo demoniado. 362.Avie dentro en cassa esti can traydor Un forno grant e fiero que façie grant pavor: Fizolo ençender el locco peccador , De guisa que echaba sobeio grant calor. 363.Príso esti ninnuelo el falso descreido Asin commo estaba calzado e vestido: Dió con él en el fuego brava-ment ençendido: Mal venga a tal padre que tal façe a fijo.
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Mientras que comulgaban, con una gran premura, alzó el niño judío la mirada a la altura, y vio sobre el altar una bella figura, una dama hermosísima con gentil criatura.
Padre -le dijo el niño- no os negaré yo nada, pues con niños cristianos me fui de madrugada; con ellos oí misa, ricamente cantada, y comulgué con ellos la hostia consagrada. Pesóle mucho esto al malaventurado como si lo tuviese ya muerto o degollado; no sabía en su gran ira qué hacer el endiablado, hacía malos gestos como un endemoniado. Tenía en su casa este perro traidor un horno grande y fiero que causaba pavor, hízolo calentar el loco pecador, de modo que echaba un soberbio calor. Tomó este niñito el falso descreído, así como él estaba, calzado y vestido, dio con él en el fuego, bravamente encendido: ¡mal le venga a tal padre que tal hace a su hijo!
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364.Methió la madre voçes a grandes carpellidas, Tenie con sus onçeias las massiellas rompidas, Ovo muchas de yentes en un rato venidas, De tan fiera queja estaban estordidas.
Metió la madre voces, una gran gritería, tenía con sus uñas las mejillas heridas; hubo allí muchas gentes en un rato venidas, de tan feroces quejas estaban aturdidas.
365.El fuego porque bravo, fue de grant cosiment, Non li nuçió nin punto, mostrolis buen talent, El ninnuelo del fuego estorçió bien gent, Fizo un grant miraclo el Rey omnipotent.
El fuego, aunque bravo, tuvo comedimiento, ni lo dañó en un punto, mostróse bien atento; el niñito del fuego se salvó bien exento, hizo el Rey Poderoso un milagro al momento.
366.Iaçie en paz el ninno en media la fornaz, En brazos de su madre non iazrie mas en paz, Non preçiaba el fuego mas que a un rapaz, Cal façie la GlorioSa companna e solaz.
Estaba en paz el niño en el horno voraz, en brazos de su madre no hallaría más paz: no preciaba este fuego más que a otro rapaz, pues le hacía la Gloriosa compañía y solaz.
367.Issio de la foguera sin toda lission, Non sintió calentura mas que otra sazón, Non priso nulla tacha, nulla tribulaçion. Ca pusiera en elli DioS la su bendiçion.
Salióse de la hoguera sin ninguna lesión, el calor no sintió más que otra sazón, no tuvo tacha alguna, ni una tribulación, pues había Dios puesto en él su bendición.
368.Preguntaronli todos iudios e christianos: Commo podio vençer fuegos tan sobrazanos, Quando él non mandaba los piedes nin las mannos? Qui lo cabtenie entro ficiesselos certanos.
Preguntáronle todos, ya judío o cristiano, cómo pudo vencer fuego tan soberano; cuando no era dueño de su pie ni su mano que quién lo sostenía allí dentro tan sano.
369.Recudiolis el ninno palabra sennalada: Laduenna que estaba enna siella orada, Con su fijo en brazos sobrel altar posada, Essa me defendie, que non sintie nada.
Respondióles el niño palabra señalada: -La señora que estaba en la silla dorada con su Hijo en los brazos, sobre el altar sentada, ésta me protegía y no sentía nada.»
370.Entendieron que era Sancta Maria esta Que lo defendió ella de tan fiera tempesta: Cantaron grandes laudes, fiçieron rica festa, Methieron esti miraclo entre la otra gesta.
Entendieron que era Santa María ésta, que ella lo protegió de tempestad funesta; cantaron grandes laudes, hicieron rica fiesta, pusieron el milagro entre la otra gesta.
371.Prisieron al iudio, al falsso desleal, Al que a su fijuelo fiçiera tan grant mal, Legaronli las manos con un fuerte dogal, Dieron con elli entro en el fuego cabdal.
Cogieron al judío, al falso desleal, aquél que a su niñito hiciera tan gran mal; atáronle las manos con un fuerte dogal, y dieron con él dentro de aquel fuego caudal.
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. calaña: igual, semejante a todos ellos. 2. la grey cristiana: la gente cristiana. 3. avezado: acostumbrado.
[Versión modernizada de JUAN MANUEL ROZAS, ed. Plaza & Janés, Madrid, 1986]
JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA A pesar de la decadencia que experimenta el mester de clerecía en el siglo XIV, en esta centuria se crea una de las obras magnas del género: el Libro de buen amor. Los siguientes fragmentos te ayudarán a comprender mejor esta obra cumbre de la literatura en castellana, en la que la figura de la mujer adquiere un papel relevante. Busca mujer hermosa, atractiva y lozana, que no sea muy alta, pero tampoco enana; si pudieres, no quieras amar mujer villana*, pues de amor nada sabe, palurda y chabacana. Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña, cabellos amarillos, no teñidos de alheña*; las cejas apartadas, largas, altas, en peña*; ancheta de caderas, ésta es talla de dueña. Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes y con largas pestañas, bien claros y rientes; las orejas pequeñas, delgadas; para mientes* si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes La nariz afilada, los dientes menudillos, iguales y muy blancos, un poco apartadillos, las encías bermejas*, los dientes agudillos,
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los labios de su boca bermejos, angostillos. La su boca pequeña, así, de buena guisa*, su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa; conviene que la veas primero sin camisa : pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa! [Arcipreste de Hita, Libro de buen Amor, Editorial Castalia, Odres Nuevos] villana: mujer que habita en una villa o aldea. alheña: polvo obtenido al secarse las hojas de la alheña (arbusto), que sirve para teñir. en peña: con forma de monte; aquí, arqueadas. para mientes: pon cuidado y atención bermejas: rojizas. de buena guisa: de buena calidad. berza: aquí, sembrado. noria: máquina para sacar agua de un pozo. aguisa: provee de lo necesario.
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Elogio de la mujer Bien sabe Dios que a ésta y a cuantas damas vi siempre supe apreciarlas y siempre las serví; si no pude agradarlas, nunca las ofendí, de la mujer honesta siempre bien escribí. Muy villano sería y muy torpe payés*; si de la mujer noble hablase de través, pues en mujer lozana, placentera y cortés reside el bien del mundo y todo placer es. Si, después de crear al hombre, Dios supiera que la mujer sería su mal, no se la diera creada de su carne y como compañera;
si para bien no fuera,
tan noble no saliera.
Si no quisiese bien el hombre a la mujer el Amor no podría tantos presos tener*; por muy santo o muy santa que se suponga ser nadie sin compañía quiere permanecer. Hay un refrán que afirma lo que yo os digo ahora: Un ave, si está sola, ni bien canta ni llora; el mástil, sin la vela, no puede ir toda hora; la berza, con el agua de la noria, mejora. [Arcipreste de Hita Libro de buen Amor ," Editorial Castalia, Odres Nuevos.]
payés: campesino de Cataluña o de las islas Baleares. En el verso 14 del Elogio de la mujer se hace uso de un tópico literario: el amor como una cárcel. A finales del siglo xv aparecerá una novela cuyo nombre, precisamente, es Cárcel de amor de Diego de San Pedro. ENXIENPLO DE LO QUE CONTEÇIÓ A DON PITAS PAYAS PINTOR DE BRETAÑA
474 Del que olvidó la muger te diré la fazaña: si vieres que es burla, di me otra tan maña.* Era don Pitas Pajas un pintor de Bretaña; casó se con muger moça, pagava se de conpaña. 475 ante del mes conplido, dixo él: 'Nuestra dona, yo volo ir a Frandes*; portaré muita dona.' Ella diz: 'Mon señer, andat en ora bona. Non olvidedes vostra casa, nin la mi persona. 476 Dixo don Pitas Pajas: 'Dona de fermosura, yo volo fazer en vós una bona figura, por que seades guardada de toda altra locura.' Ella diz: 'Monssener, fazet vuestra mesura.' 477 Pintol so el onbligo un pequeño cordero. Fue se don Pitas Pajas a ser novo mercadero. Tardó allá dos años, mucho fue tardinero; fazía se a la dona un mes año entero. 478 Commo era la moça nueva mente casada, avié con su marido fecha poca morada; tomó un entendedor* e pobló la posada*; desfizo se el cordero, que dél non fincó* nada. 479 Quando ella oyó que venía el pintor, mucho de priessa enbió por el entendedor; dixo le que le pintase commo podiese mejor en aquel logar mesmo un cordero menor.
ENXIENPLO DE LA PROPIEDAT QUEL DINERO HA 490Mucho faz el dinero e mucho es de amar: al torpe faze bueno e omne de prestar;* faze correr al coxo e al mudo fablar; el que non tiene manos dineros quiere tomar. 491 Sea un omne nesçio e rrudo labrador, los dineros le fazen fidalgo e sabidor; quanto más algo tiene, tanto es más de valor; el que non ha dineros non es de sí señor. 492 Si tovieres dineros, avrás consolaçión, plazer e alegría, del papa rraçión; conprarás paraíso, ganarás salvaçión;
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480 Pintó le con la grand priessa un eguado* carnero, conplido de cabeça, con todo su apero. Luego en ese día vino el menssajero, que ya don Pitas Pajas désta venía çertero. 481 Quando fue el pintor de Frandes venido, fue de la su muger con desdén rresçebido. Desque en el palaçio con ella estudo, la señal quel feziera non la echó en olvido. 482 Dixo don Pitas Pajas: 'Madona, si vos plaz, mostrat me la figura e ajam buen solaz.’ Diz la muger: 'Monseñer, vós mesmo la catat; fey ý ardida mente* todo lo que vollaz.' 483 Cató don Pitas Pajas el sobre dicho lugar, e vido un grand carnero con armas de prestar. '¿Cómo es esto, madona? O, ¿Cómo pode estar? Que yo pinté corder, e trobo este manjar.' 484 Commo en este fecho es sienpre la muger sotil e mal sabida, diz: '¿Cómo, monsseñer? ¿En dos anos petid corder non se fazer carner? Vós veniéssedes tenprano e trobaríades corder.' Maña: grande. Volo ir a Frandes: quiero irme a Flandes. Entendedor: amante: Posada. Nótese el sentido sexual que tienen en el relato casa, morada y posada. Fincó: quedó. Aguado: crecido. fey ý ardida mente: haced ahí sin temor.
do son muchos dineros está mucha bendiçión. 493 Yo vi en corte de Roma, do es la santidad, que todos al dinero fazen grand homildat; grand onrra le fazían con grand solepnidat; todos a él se omillan, commo a la magestat. 494 Fazié muchos priores, obispos e abbades, arçobispos, doctores, patriarcas, potestades; a muchos clérigos nesçios dava les dinidades; fazié de verdat mentiras, e de mentiras verdades. 495 Fazía muchos clérigos e muchos ordenados, muchos monges e monjas, rreligiosos sagrados; el dinero los dava por bien examinados; a los pobres dezían que non eran letrados.
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496 Dava muchos juizios, mucha mala sentençia; con muchos abogados era su mantenençia, en tener pleitos malos e fazer abenençia; en cabo por dineros avía penitençia. 497 El dinero quebranta las cadenas dañosas; tira çepos e grillos e presiones peligrosas; El que non tiene dineros, echan le las esposas; por todo el mundo faze cosas maravillosas. 498 Yo vi fer maravillas do él mucho usava: muchos meresçían muerte, que la vida les dava; otros eran sin culpa, e luego los matava; muchas almas perdía, e muchas salvava. […] Prestar: valer. AQUÍ DIZE DE COMO FUE FABLAR CON DOÑA ENDRINA EL ARÇIPRESTE
653 ¡Ay Dios, e quán fermosa viene doña Endrina por la plaça! ¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garça! ¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buen andança! Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alça. 654 Pero tal lugar non era para fablar en amores: a mí luego me venieron muchos miedos e tenblores; los mis pies e las mis manos non eran de sí señores; perdí seso, perdí fuerça, mudaron se mis colores. 655 Unas palabras tenía pensadas por le dezir; el miedo de las conpañas me façían al departir; apenas me conoçía, nin sabía por dó ir; con mi voluntat mis dichos nin se podían seguir. 656 Fablar con muger en plaça es cosa muy descobierta: a bezes mal perro atado tras mala puerta abierta; bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta; adó es lugar seguro, es bien fablar cosa çierta. CÁNTICA DE SERRANA
997Do la casa del Cornejo, primer día de semana, en comedio* de vallejo encontré una serrana, vestida de buen vermejo, e buena çinta de lana. Dixe le yo: “Dios te salve, hermana.” 998 Diz: “¿Qué buscas por esta tierra? ¿Cómmo andas descaminado?” Dixe: “Ando por esta sierra, do querría cassar de grado.” Ella dixo: “Non lo yerra
el que aquí es cassado; busca e fallarás rrecabdo*. 999 “Mas, pariente, tú te cata si sabes de sierra algo.” Yol dixe: “Bien sé guardar mata; yegua en çerro cavalgo; sé el lobo cómmo se mata; quando yo en pos él salgo, antes lo alcanço quel galgo. 1000 “Sé muy bien tornear* vacas, e domar bravo novillo; sé majar* e fazer natas, e fazer el odrezillo*; bien sé guitar las abarcas, e tañer el caramillo, e cavalgar bravo potrillo. 1001 “Sé fazer el altibaxo e sotar a qual quier muedo non fallo alto nin baxo que me vença, segund cuedo; quando a la lucha me abaxo, al que una vez travar puedo, derríbol si me denuedo.” 1002 Diz: “Aquí avrás casamiento tal qual tú demandudieres: casar me he de buen talento con tigo, si algo dieres; farás buen entendimiento.” Dixel: “Pide lo que quisieres, e dar te he lo que pidieres.” 1003 Diz: “Da me un prendedero* que sea de bermejo paño, e da me un bel pandero, e seis anillos de estaño, un çamarrón disantero, garnacho* para entre el año, e non fables en engaño. 1004 ”Dam çarçillos de hevilla, de latón bien rreluziente; e da me toca amarilla, bien listada en la fruente, çapatas fasta rrodilla, e dirá toda la gente: “¡Bien casó Menga Lloriente!” 1005 Yol dixe: 'Dar te he esas cosas, e aun más, si más comides, bien loçanas e fermosas. A tus parientes conbides; luego fagamos las bodas, e esto non lo olvides, que ya vo por lo que pides.
Comedio: en medio. Rrecabdo: provecho. Tornear: puede ser, torear. Majar: golpear, batir. Odrecillo: especie de gaita sotar a qual quier muedo: bailar a cualquier tono. Prendedero: cinta para atar el pelo o la falda. Garnacho: zamarra de tela fuerte [ARCIPRESTE DE HITA: Libro de buen Amor, ed. G.B. Gybbon Monypenny, Clásicos Castalia, nº 161, pp. 319-321] BATALLA DE DON CARNAL Y DOÑA CUARESMA
1075 De mí, doña Quaresma, justiçia de la mar, alguaçil de las almas que se han de salvar, a ti, Carnal goloso, que te non coídas fartar, enbío te el Ayuno por mí desafiar:
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1076 Desde oy en siete días tú e tu almohalla, que seades con migo en el canpo a la batalla, fasta el sábado santo dar vos he lid sin falla; de muerto o de preso, non podrás escapalla. […]
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1080 Las cartas rresçebidas, don Carnal orgulloso mostró en sí esfuerço, pero estava medroso; non quiso dar rrespuesta, vino a mí acuçioso; truxo muy grand mesnada, commo era poderoso. 1081 Desque vino el día del plazo señalado, vino don Carnal ante; estava esforçado, de gentes muy guarnidos muy bien aconpañado; serié don Alexandre de tal real pagado. 1082 Pusso en la delantera muchos buenos peones: gallinas e perdizes, conejos e capones, ánades e lavancos* e gordos anssarones; fazían su alarde çerca de los tizones. 1083 Estos traían lanças de peón delantero: espetos muy conplidos de fierro e de madero; escudavan se todos con el grand tajadero; en la buena yantar éstos venían primero. 1084 En pos los escudados están los ballesteros: las ánsares çeçinas, costados de carneros, piernas de puerco fresco, los jamones enteros; luego en pos de aquestos están los cavalleros. 1085 Las puestas de la vaca, lechones e cabritos; allí andan saltando e dando grandes gritos; luego los escuderos, muchos quesuelos friscos* que dan de las espuelas a los vinos bien tintos. 1086 Venía buena mesnada rrica de infançones: muchos buenos faisanes, los loçanos pavones; venían muy bien guarnidos, enfiestos los pendones; traían armas estrañas e fuertes guarniçiones. 1087 Eran muy bien labradas, tenpradas e bien finas: ollas de puro cobre traían por capellinas; por adáragas calderas, sartenes e cozinas; rreal de tan grand preçio non tenían las sardinas. [...] 1096 Estava delante dél su alférez homil, el inojo fincado, en la mano el barril; tañía amenudo con él el añafil; parlava mucho el vino, de todos alguaçil. 1097 Desque vino la noche, mucho después de çena, que tenía cada uno ya la talega llena, para entrar en la fazienda con la dueña serena, adormieron se todos después de la ora buena [...] 1099 Faza la media noche, en medio de las salas, vino doña Quaresma: "¡Dios Señor, Tú me valas!" dieron bozes los gallos, batieron de las alas; llegaron a don Carnal aquestas nuevas malas. 1100 Commo avía el buen omne sobra mucho comido con la mucha vianda mucho vino ha bevido; estava apezgado* e estava adormido; por todo el su rreal entró el apellido. 1101 Todos amodorridos fueron a la pelea; pusieron las sus azes, ninguno non pletea; la conpaña del mar las sus armas menea; vinieron se a ferir, deziendo todos: "¡Ea!"
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1102 El primero de todos que ferió a don Carnal fue el puerro cuello alvo, e ferió lo muy mal; fizo le escopir flema, ésta fue grand señal; tovo doña Quaresma que era suyo el rreal. 1103 Vino luego en ayuda la salada sardina: firió muy rrezia mente a la gruesa gallina; atravesó se le en el pico, afoga la aína; después a don Carnal falsol la capellina. 1104 Vinién las grandes mielgas en esta delantera; los verdeles e xibias guardan la costanera; buelta es la pelea de muy mala manera: caía de cada cabo mucha buena mollera. 1105 De parte de Valençia venían las anguillas, salpresas e trechadas, a grandes manadillas; davan a don Carnal por medio de las costillas; las truchas de Alverche davan le en las mexillas. 1106 Aí andava el atún commo un bravo león: falló se con don Tozino, dixo le mucho baldón; si non por doña Çeçina, quel desvió el pendón, diera le a don Lardo por medio del coraçón. 1107 De parte de Bayona venién muchos cayones: mataron las perdizes, castraron los capones. Del rrío de Henares venían los camarones: fasta en Guadalquivir ponían sus tendejones. 1108 Allí con los lavancos lidian barvos e peçes: diz la pixota al puerco:"¿Dó estás, que non paresçes? Si ante mí te paras, dar te he lo que meresçes; ençierra te en la mesquita, non vayas a las prezes.” 1109 Allí vino la lixa en aquel desbarato: traía muy duro cuero con mucho garavato; e a costados e a piernas dava les negro rrato; ansí travava dellos como si fuese gato. 1110 Recudieron del mar, de piélagos e charcos, conpañas mucho estrañas e de diversos marcos; traían armas muy fuertes e ballestas e arcos; más negra fue aquesta que non la de Alarcos. 1111 De Santander vinieron las bermejas langostas: traían muchas saetas en sus aljavas postas; fazían a don Carnal pagar todas las costas; las plazas que eran anchas fazían se le angostas. 1112 Fecho era el pregón del año jubileo: para salvar sus almas avían todos desseo; quantos son en la mar vinieron al torneo; arenques e vesugos vinieron de Bermeo. 1113 Andava ý la utra* con muchos conbatientes, feriendo e matando de las carnosas gentes; a las torcaças matan las sabogas* valientes; el dolfín al buey viejo derribó le los dientes. 1114 Sávalos e albures e la noble lanprea de Sevilla e de Alcántara venían a levar prea; sus armas cada uno en don Carnal enplea; non le valía nada desçeñir la correa. 1115 Bravo andava el tollo, un duro villanchón: tenía en la su mano grand maya de un trechón;
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dio en medio de la fruente al puerco e al lechón; mandó que los echasen en sal de Villenchón. 1124 La mesnada del mar fizo se un tropel: fincaron las espuelas, dieron todos en él; non lo quisieron matar, ovieron duelo dél; a él e a los suyos metieron en un cordel. 1125 Troxieron los atados por que non escapasen; dieron los a la dueña ante que se aforrasen; Mandó luego la dueña que a Carnal guardasen, e a doña Çeçina con el Toçino colgasen. 1126 Mandó los colgar altos, bien como atalaya,
EL RATÓN CAMPESINO Y EL RATÓN CIUDADANO
1370 Mur1 de Guadalajara un lunes madrugaba; marchóse a Monferrado: en el mercado andaba; un ratón muy barbudo le recibió en su cava: convidóle a comer, ofreciéndole un haba. 1371 Están en mesa pobre, buen gesto y buena cara; hay muy poca comida, buena acogida y clara, a los pobres manjares la amistad los repara. Se quedó muy contento el de Guadalajara. 1372 Hecha ya la comida, el manjar acabado. convidó el de la villa al mur de Monferrado a que aceptase el martes ir a ver su mercado, y, en agradecimiento, fuese su convidado. 1373 Fue con él a su casa y diole mucho queso, mucho tocino fresco, pues no estaba salpreso2, enjundias3, pan cocido sin racionar su peso; el ratón aldeano fue contento con eso. 1374 Manteles de buen lienzo, una blanca talega4 toda llena de harina: allí el ratón se pega; en honras y regalos al buen ratón anega; alegría y buen rostro con todo esto se allega. 1375Hay en la rica mesa mucha y muy buena vianda, un manjar mejor que otro a menudo allí anda, y, además, buena cara, cual ser huésped demanda: agasajo y comida a los hombres ablanda. 1376 Mientras comen y gozan, en medio del yantar, la puerta del palacio comenzó a resonar: la abría su señora que estaba ya al entrar; los ratones, por miedo, huyen a más andar. 1377 El de Guadalajara escondióse en su horado5, pero el otro ratón está desorientado, pues no sabe un lugar para estar amparado: se quedó en la pared, en lo oscuro, arrimado. 1378 Cerrada ya la puerta y pasado el temor, estaba el aldeano con sudor y temblor; le apaciguaba el otro, dijo: «Amigo, señor, alégrate ya y come lo que creas mejor: 1379 este manjar es dulce, sabe como la miel.» Respondió el aldeano: “Veneno se halla en él”; al que teme la muerte el panal sabe a hiel; para ti sólo es dulce, tú sólo come de él.
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e que a descolgallos ninguno ý non vaya; luego los enforcaron de una viga de faya; el sayón iva deziendo: "Quien tal rizo tal aya”. 1127 Mandó a don Carnal quel guardase el Ayuno, e el fuese carçelero, que non lo viese ninguno, Si non fuese doliente, o confesor alguno, e quel diesen a comer al día manjar uno. Lavancos: patos salvajes. Quesuelos friscos: quesos frescos.Apezgado: pegado con pez. Utra: urta, pez. Sabogas: boga, pez.
1380 Para el hombre con miedo no es dulce ni una cosa, y no hay voluntad clara con vista temerosa; con miedo de la muerte la miel no está sabrosa: cualquier cosa es amarga en vida peligrosa. 1381 Prefiero roer habas muy seguro y en paz que comer mil manjares molesto y sin solaz; y todo es amargura donde hay miedo, rapaz. las comidas mejores, con miedo, son agraz6 1 .Mur: ratón 2. salpreso. aderezado con sal y prensado para que se conserve. 3. Enjundias: gorduras que tienen las aves en algunas partes del cuerpo. 4. Talega: saco ancho y corto. 5. Horado: agujero. 6.Agraz: amargura, sinsabor, disgusto.
CANTAR DE CIEGO FINAL DEL LIBRO. ESTE ES EL LIBRO DEL ARCIPRESTE DE HITA, EL QUAL CONPUSO SEYENDO PRESO POR MANDADO DEL CARDENAL DON GIL, ARÇOBISPO DE TOLEDO. LAUS TIBI CHRISTE, QUONIAM LIBER EXPLICIT ISTE. ALFFONSUS PARATINENSIS
1710 Varones buenos e onrrados, queret nos ya ayudar, a estos çiegos lasrados* la vuestra limosna dar; somos pobres menguados, avemos lo a demandar. 1711 De los bienes deste siglo non tenemos nós pasada; bevimos* en gran peligro, en vida mucho penada; çiegos bien commo vestigio, del mundo non vemos nada. 1712 Señora Santa María, Tú le da la bendeçión al que oy en este día nos diere primera rraçión; dal al cuerpo alegría e al alma salvaçión. 1713 Santa María Madalena, rruega a Dios verdadero de quien nos diere buena estrena* de meaja* o de dinero, para mejorar la çena
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a nós e a nuestro conpañero. […] 1727 El ángel esta ofrenda en las sus manos la prenda. Señor, oy a pecadores: por los nuestros bienfechores, Tú rrescibe esta cançión, e oye esta nuestra oraçión, 1728 Que nós pobres te rrogamos, por quien nos dio que comamos, e por el que dar lo quiso,
Dios por nós muerte priso: vos dé santo paraíso. Amén. Finito libro graçias a Domino Nostro Jesu Christo. Este libro fue acabado jueves XXIII días de jullio del año del Nasçimiento del Nuestro Salvador Jesu Christo de mill e tresientos e ochenta e nueve años. Libro. Lasrados: pobres miserables. Bevimos: vivimos. Buena estrena: Limosna oportuna. De meaja: de migajas.
POESÍA CORTESANA DEL SIGLO XV La poesía cortesana es, en el sentido más estricto posible, fruto de un ambiente social, una corte real o señorial, que marca profundamente todos sus productos. Géneros dialogados –preguntas y respuestas en nuestro caso–, manifestaciones de la subjetividad y autoafirmaciones destinadas a la exhibición narcisista del cortesano –invenciones y motes, pero, en más amplia escala, el lujo y la ostentación en las armas y el vestir, los torneos y justas, las fiestas, etc.–, glosas a invenciones, motes y poemas propios y ajenos, parodias y sátiras personales, panegíricos, poemas funerarios... carecen a veces de sentido fuera del entorno inmediato para el que fueron creados.
MARQUÉS DE SANTILLANA (1388 – 1458) Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, nació en Carrión de los Condes, Palencia, en 1388. Fue hijo de don Diego Hurtado de Mendoza y de doña Leonor de la Vega, dama inteligente y rica, auténtica consolidadora del señorío de Santillana al que pertenecía Torrelavega. Al morir su padre, el pequeño Iñigo quedó al cuidado exclusivo de su madre y de su abuela. Joven todavía, se casó con doña Catalina de Figueroa. Tomó parte muy activa en la política y los conflictos de aquella época, unas veces al lado del rey Juan II de Castilla y otras contra él. Por su esfuerzo en la contienda de Olmedo, obtuvo los títulos de Marqués de Santillana y conde de Manzanares. Falleció en Guadalajara en 1458. El Marqués de Santillana poseía una de las mejores bibliotecas de su tiempo. Se le puede considerar como el primer poeta del siglo XV, muy conocido sobre todo por sus encantadoras serranillas, dezires y canciones;pero también inténtó, con poca fotuna, acomodar algunos metros y estrofas italianos al castellanoen su Sonetos fechos a itálico modo.
Serranilla VI Moça tan fermosa non ví en la frontera, como una vaquera de la Finojosa. Faziendo la vía del Calatraveño a Santa María, vençido del sueño, por tierra fragosa perdí la carrera, do ví la vaquera de la Finojosa. En un verde prado de rosas e flores, guardando ganado con otros pastores, la ví tan graciosa, que apenas creyera que fuese vaquera de la Finojosa. Non creo las rosas de la primavera sean tan fermosas nin de tal manera; fablando sin glosa, si antes supiera de aquella vaquera de la Finojosa.
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Non tanto mirara su mucha beldad, porque me dexara en mi libertad. Mas dixe: "Donosa (por saber quién era), ¿aquella vaquera de la Finojosa?..." Bien como riendo, dixo: "Bien vengades, que ya bien entiendo lo que demandades: non es desseosa de amar, nin lo espera, aquessa vaquera de la Finojosa. Serranilla VII Serrana, tal casamiento no consiento que fagades, car de vuestro perdimiento, maguer non me conoçcades, muy grant desplazer avría en vos ver enajenar en poder de quien mirar nin tratar non vos sabría.
Serranilla VIII
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Madrugando en Robledillo por yr buscar un venado, fallé luego al Colladillo caça, de que fui pagado. Al pie dessa grant montaña, la que diçen de Verçossa, ví guardar muy grant cabaña de vacas moça fermosa. Si voluntat no m'engaña, no ví otra más graçiosa: si alguna desto s'ensaña, lóela su namorado.
Serranilla IX Moçuela de Bores allá do la Lama púsom'en amores. Cuydé que olvidado Amor me tenía, como quien s'avía grand tiempo dexado de tales dolores, que más que la llama queman amadores. Mas ví la fermosa de buen continente, la cara plaçiente, fresca como rosa, de tales colores Canción Recuérdate de mi vida, pues que viste mi partir e despedida ser tan triste. 1 Recuérdate que padesco e padesçí las penas que non meresco, desque vi la respuesta non devida que me diste; por lo qual mi despedida fué tan triste. 2 Pero no cuydes, señora, que por esto te fuy ni te sea agora menos presto; que de llaga non fingida me feriste; así que mi despedida fué tan triste. Decir: El aguilando 1
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qual nunca vi dama nin otra, señores. Por lo qual: "Señora (le dixe), en verdat la vuestra beldat saldrá desd'agora dentre estos alcores, pues meresçe fama de grandes loores." Dixo: "Cavallero, tiratvos á fuera: dexat la vaquera passar al otero; ca dos labradores me piden de Frama, entrambos pastores." "Señora, pastor seré si queredes: mandarme podedes, como á servidor: mayores dulçores será á mí la brama que oyr ruyseñores." Asy concluymos el nuestro proçesso sin facer exçesso, é nos avenimos. É fueron las flores de cabe Espinama los encobridores. Sacadme ya de cadenas, señora, e fazedme libre: que Nuestro Señor vos libre de las infernales penas. Estas sean mis estrenas, esto solo vos demando, este sea mi aguilando; que vos faden fadas buenas. 2 Días ha que me prendistes e sabedes que soi vuestro, dias ha que vos demuestro la llaga que me fezistes. Desde aquellos dias tristes, quando primero vos ví, dias ha que me vos dí, ya sea que lo encubristes. 3 Por tanto, señora mía, usad de piadosas leyes por estos tres sanctos Reyes e por el su sancto día. Por bondat o fidalguía o por sola humanidat, vos plega mi libertat, o por gentil cortesía.
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Lloró2 la hermana, maguer que enemiga al rey don Sancho, e con grand sentido procedió presto contra el mal Vellido, servando en acto la fraternal liga.
Ca vuestra filusumía deniega ferocidad, e muestra benignidad sin ninguna villanía. [En este primero soneto quiere mostrar el actor que cuando los cuerpos superiores, que son las estrellas, se acuerdan con la natura, que son las cosas bajas, fasen la cosa muy más limpia e muy más neta1]
¡O dulce hermano!, pues yo, que tanto amiga jamás te fue, ¿cómo podré celar de te llorar, plañir e lamentar, por bien qu'el seso contraste e desdiga? ¡O real casa, tanto perseguida de la mala fortuna e molestada! Non pienso Juno que más encendida
Cuando yo veo la gentil criatura qu'el cielo, acorde con naturaleza formaron, loo mi buena ventura el punto e hora que tanta belleza
fue contra Tebas, nin tanto indignada Antropos!, muerte me place e non vida, si tal ventura ya non es cansada.
me demostraron, e su fermosura, ca sola de loor es la pureza; mas luego torno con igual tristura e plango e quéjome de su crueza.
[En este tercero soneto el actor muestra como en un día de una fiesta vio a su señora así en punto e tan bien guarnida que de todo punto le refrescó la primera ferida de amor]
Ca non fue tanta la del mal Tereo, nin fizo la de Aquila e de Potino, falsos ministros de ti, Ptolomeo.
Cual se mostraba la gentil Lavina en los honrados templos de Laurencia, cuando solempnizaban a Heritina las gentes d'ella, con toda femencia;
Así que lloro mi servicio indigno e la mi loca fiebre, pues que veo e me fallo cansado e peregrino. [En este segundo soneto el actor fabla como en nombre de la señora reina de Castilla, la cual, por cuanto, cuando el infante don Pedro murió, el cual era su hermano, el señor rey su marido non estaba bien con sus primos, conviene a saber, el rey de Aragón, el rey de Navarra, los infantes sus hermanos, non embargante la triste nueva de la muerte del ya dicho señor infante don Pedro le llegase, non osaba así mostrar enojo por non desplacer al señor rey, su marido. E aquí toca ella una estoria antigua de nuestro reino, conviene a saber, del rey don Sancho que murió sobre Zamora, e doña Urraca Fernández, la cual, por cuanto es muy común a todas gentes, mayormente a los reinos comarcanos, déjolo de tocar]
e cual paresce flor de clavellina en los frescos jardines de Florencia, vieron mis ojos en forma divina la vuestra imagen e diva presencia, cuando la llaga o mortal ferida llagó mi pecho con dardo amoroso, la cual me mata en prompto e da vida, me face ledo, contento e quejoso. Alegre paso la pena indebida, ardiendo en fuego me fallo en reposo.
JORGE MANRIQUE (1440-1479) Los Manrique pertenecían al amplio, poderoso y antiguo linaje de los Lara. Una tradición legendaria los hacía entroncar con el bastardo Mudarra, vengador de los infantes de Salas o Lara y otros los hacen descender del primer conde soberano de Castilla, Fernán González. Sea cual fuere su origen, entre los treinta y cuatro personajes significativos de los reinados de Enrique III y Juan II biografiados en las Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán, encontramos a Juan García Manrique, arzobispo de Santiago, el adelantado de Castilla Gómez Manrique -distinto del poeta y dramaturgo de igual nombre, sobrino del marqués de Santillana y tío de Jorge Manrique- y el adelantado de León Pedro Manrique, abuelo de nuestro don Jorge. Y en tiempo de los Reyes Católicos, entre los prohombres biografiados por Hernando del Pulgar, encontramos a Rodrigo Manrique, padre del poeta, y protagonista de su composición más importante, las Coplas a su muerte. COPLAS QUE HIZO DON JORGE MANRIQUE A LA MUERTE DEL MAESTRE DE SANTIAGO DON RODRIGO MANRIQUE, SU PADRE cómo después de acordado y acabado, I Recuerde el alma dormida, da dolor, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido avive el seso y despierte cómo a nuestro parecer contemplando cualquiera tiempo pasado por pasado. cómo se pasa la vida, fue mejor. No se engañe nadie, no, pensando que a de durar cómo se viene la muerte II lo que espera tan callando; Y pues vemos lo presente más que duró lo que vio, cuánd presto se va el plazer, cómo en un punto se es ido
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porque todo ha de pasar por tal manera. III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar que es el morir: allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí, los ríos caudales, allí, los otros, medianos, y más chicos; allegados, son iguales, los que biven por sus manos y los ricos. IV Dexo las invocaciones de los famosos poetas y oradores; no curo de sus ficiones, que traen yerbas secretas sus sabores. A aquel solo me encomiendo, a aquel solo invoco yo de verdad, que en este mundo biviendo, el mundo no conosció su deidad. V Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar, mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nascemos, andamos mientras bivimos, y allegamos al tiempo que fenescemos; así que, cuando morimos, descansamos. VI Este mundo bueno fue si bien usáramos de él como devemos, porque, segúnd nuestra fe, es para ganar aquél que atendemos; y aun aquel hijo de Dios, para sobirnos al cielo, descendió a nacer acá entre nos y vivir en este suelo do murió. VII Si fuese nuestro poder tornar la cara fermosa corporal como podemos hazer el ánima gloriosa angelical, ¡qué diligencia tan biva toviéramos toda ora y tan presta en componer la cativa, dexándonos la señora descompuesta! VIII Ved de quánd poco valor son las cosas tras que andamos y corremos que, en este mundo traidor, aun primero que muramos las perdemos: de ellas deshaze la hedad, de ellas, casos desastrados
que contecen, de ellas, por su calidad, en los más altos estados desfallescen. IX Dezidme: la hermosura, la gentil frescura y tez de la cara, la color y la blancura, cuando viene la vejez, ¿cuál se para? Las mañas y ligereza y la fuerça corporal de juventud, todo se torna graveza cuando llega al arraval de senectud. X Pues la sangre de los godos, el linaje y la nobleza tan crescida, ¡por cuantas vías y modos se sume su grand alteza en esta vida! Unos, por poco valer, ¡por cuánd baxos y abatidos que los tienen! otros que, por no tener, con oficios no devidos se sostienen. XI Los estados y riqueza que nos dexan a desora, ¡quién lo duda! No les pidamos firmeza, pues que son de una señora que se muda: que bienes son de fortuna que rebuelve con su rueda presurosa, la cual no puede ser una ni ser estable ni queda en una cosa. XII Pero digo que acompañen y lleguen hasta la huesa con su dueño: por eso no nos engañen, pues se va la vida apriesa como sueño. Y los deleites de acá son, en que nos deleitamos, temporales, y los tormentos de allá que por ellos esperamos, eternales. XIII Los plazeres y dulçores de esta vida trabajada que tenemos no son sino corredores, y la muerte, la celada en que caemos. No mirando a nuestro daño, corremos a rienda suelta, sin parar; cuando vemos el engaño y queremos dar la buelta, no ay lugar. XIV Estos reyes poderosos que vemos por escripturas ya pasadas, con casos tristes, llorosos, fueron sus buenas venturas trastornadas;
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así que no hay cosa fuerte, que a papas y emperadores y perlados, así los trata la muerte como a los pobres pastores de ganados. XV Dexemos a los troyanos, que sus males no los vimos ni sus glorias; dexemos a los romanos, aunque oímos y leímos sus victorias. No curemos de saber lo de aquel siglo pasado qué fue dello; vengamos a lo de ayer, que tan bien es olvidado como aquello. XVI ¿Qué se hizo el rey don Juan? Los infantes de Aragón, ¿qué se hizieron? ¿Qué fue de tanto galán? ¿qué fue de tanta invención como traxieron? Las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras ¿fueron sino devaneos? ¿Qué fueron sino verduras de las heras? XVII ¿Qué se hizieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? ¿Qué se hizieron las llamas de los fuegos encendidos de amadores? ¿Qué se hizo aquel trobar, las músicas acordadas que tañían? ¿Qué se hizo aquel dançar, y aquellas ropas chapadas que traýan? XVIII Pues el otro, su heredero, don Enrique, ¡qué poderes alcançava! ¡Cuánd blando, cuánd halaguero, el mundo con sus plazeres se le dava! Mas verás cuánd enemigo, cuánd contrario, cuánd cruel se le mostró: aviéndole seído amigo, ¡cuánd poco duró con él lo que le dio! XIX Las dádivas desmedidas, los edificios reales llenos de oro, las baxillas tan febridas, los enriques y reales del thesoro, los jaezes y caballos de su gente y atavíos tan sobrados ¿dónde iremos a buscallos? ¿Qué fueron sino rocíos de los prados? XX Pues su hermano el inocente, que en su vida subcesor se llamó, qué corte tan excelente
tuvo, y cuánto grand señor que le siguió; mas como fuese mortal, metióle la muerte luego en su fragua. ¡O juicio divinal, cuando más ardía el fuego, echaste agua! XXI Pues aquel grand condestable, maestre que conocimos tan privado, no cumple que de él se hable, sino sólo que lo vimos degollado; sus infinitos tesoros, sus villas y sus lugares, su mandar, ¿qué fueron sino lloros? ¿Fuéronle sino pesares al dexar? XXII Pues los otros dos hermanos, maestres tan prosperados como reyes, que a los grandes y medianos truxeron tan sojuzgados a sus leyes; aquella prosperidad que tan alto fue subida y enxalçada ¿qué fue sino claridad, que estando más encendida fue amatada? XXIII Tantos duques excelentes, tantos marqueses y condes y varones como vimos tan potentes, di, muerte, ¿dó los escondes y traspones? Y sus muy claras hazañas que hizieron en las guerras y en las pazes, cuando tú, cruda, te ensañas, con tu fuerça las atierras y deshazes. XXIV Las huestes innumerables, los pendones y estandartes y vanderas los castillos impunables los muros y valuartes y barreras, la cava honda, chapada, o cualquier otro reparo ¿qué aprovecha? Que si tú vienes airada todo lo pasas de claro con tu frecha. XXV Aquél de buenos abrigo, amado por virtuoso de la gente, el maestre don Rodrigo Manrique, tanto famoso y tan valiente, sus grandes hechos y claros no cumple que los alabe, pues los vieron, ni los quiero hazer caros, pues el mundo todo sabe cuáles fueron. XXVI Amigo de sus amigos, ¡qué señor para criados
y parientes! ¡Qué enemigo de enemigos! ¡Qué maestro de esforçados y valientes! ¡Qué seso para discretos ¡ ¡Qué gracia para donosos! ¡Qué razón! ¡Que benigno a los subjetos! Y a los bravos y dañosos, ¡un león! XXVII En ventura, Octaviano, Julio César en vencer y batallar; en la virtud, Africano, Aníbal en el saber y trabajar; en la bondad, un Trajano, Tito en liberalidad con alegría; en su braço, Aureliano, Marco Atilio en la verdad Que prometía. XXVIII Antonio Pío en clemencia, Marco Aurelio en igualdad del semblante Adriano en elocuencia, Theodosio en humanidad y buen talante; Aurelio Alexandre fue en disciplina y rigor de la guerra; un Constantino en la fe, Camilo en su grand amor de su tierra. XXIX No dexó grandes tesoros ni alcançó grandes riquezas ni baxillas, mas hizo guerra a los Moros ganando sus fortalezas y sus villas; y en las lides que venció, muchos moros y caballos se perdieron, y en este oficio ganó las rentas y los vasallos que le dieron. XXX Pues por su honra y estado, en otros tiempos pasados, ¿cómo se uvo? quedando desamparado, con hermanos y criados se sostuvo. Después que hechos famosos hizo en esta dicha guerra que hazía, hizo tratos tan honrosos que le dieron aun más tierra que tenía. XXXI Estas sus viejas estorias que con su braço pintó en juventud, con otras nuevas victorias, agora las renovó en senectud; por su grand abilidad, por méritos y ancianía bien gastada, alcançó la dignidad de la grand cavallería del espada. XXXII
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Y sus villas y sus tierras ocupadas de tiranos las halló, mas por cercos y por guerras y por fuerça de sus manos las cobró. Pues nuestro rey natural, si de las obras que obró fue servido, dígalo el de Portugal, y en Castilla, quien siguió su partido. XXXIII Después que puso la vida tantas vezes por su ley al tablero, después de tan bien servida la corona de su rey verdadero, después de tanta hazaña a que no puede bastar cuenta cierta, en la su villa de Ocaña, vino la muerte a llamar a su puerta, XXXIV diziendo: –Buen caballero, dexad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de azero muestre su esfuerço famoso en este trago. Y pues de vida y salud heziste tan poca cuenta por la fama, esfuércese la virtud para sofrir esta afruenta que os llama. XXXV –No se os haga tan amarga la batalla temerosa que esperáis, pues otra vida más larga de fama tan gloriosa acá dexáis; aunque esta vida de honor tampoco no es eternal ni verdadera, mas con todo es muy mejor que la otra temporal, pereçedera. XXXVI –El bevir que es perdurable no se gana con estados mundanales ni con vida deleitable en que moran los pecados infernales; mas los buenos religiosos gánanlo con oraciones y con lloros, los caballeros famosos, con trabajos y afliciones contra moros. XXXVII –Y pues vos, claro varón, tanta sangre derramastes de paganos, esperad el galardón que en este mundo ganastes por las manos; y con esta confiança y con la fe tan entera que tenéis, partid con buena esperança, que otra vida tercera
ganaréis. XXXVIII –No gastemos tiempo ya en esta vida mezquina por tal modo, que mi voluntad está conforme con la divina para todo. Y consiento en mi morir con voluntad plazentera, clara y pura, que querer ombre bivir cuando Dios quiere que muera es locura.
XXXIX –Tú, que por nuestra maldad tomaste forma cevil y baxo nombre. Tú, que a tu divinidad juntaste cosa tan vil como es el ombre. Tú, que tan grandes tormentos sofriste sin resistencia en tu persona, no por mis merecimientos, mas por tu sola clemencia me perdona. XL Así, con tal entender,
todos sentidos humanos olvidados, cercado de su muger y de hijos y de hermanos y criados, dio el alma a quien ge la dio, el cual la ponga en el cielo y en su gloria; y aunque la vida murió, nos dexó harto consuelo su memoria. [Ed. de Vicente Beltrán, Barcelona, ed. Crítica, 1993, pp. 46-175]
4. PROSA CALILA E DIMNA obra traducida por Alfonso X, que llegó a Occidente mediante una versión árabe en el siglo VIII, de la cual se realizaron a su vez traducciones a distintas lenguas, entre ellas, al latín. Esta tarea correspondió a un judío converso. En las versiones en castellano se encuentran diferencias entre la que mandó hacer el aún infante Alfonso X y la que luego aparece en la General Estoria. Probablemente se realizaron sobre dos textos árabes diferentes. La rata transformada en niña Dijo el búho: –Dicen que un buen hombre religioso, cuya voz escuchaba Dios, estaba un día a la orilla del río, y pasó por allí un milano, y llevaba una rata, y se le cayó delante de aquel religioso. Y se apiadó de ella, y la tomó y la envolvió en una hoja y la quiso llevar a su casa; y se temió que le sería difícil criarla y pidió a Dios que la cambiase en niña. Y la hizo Dios niña hermosa y muy gentil; y la llevó a su casa, y la educó muy bien y no le contó nada de cómo había sucedido su historia. Y ella no dudaba de que era su hija. Y cuando llegó a edad de doce años, le dijo el religioso: –Hijita, tú ya tienes edad, y no puedes estar sin marido que te mantenga y se encargue de ti, y me libre de ti, para que vuelva a rezar como hacía antes sin ningún problema; escoge ahora qué marido quieres y te casaré con él. Dijo ella: –Quiero un marido tal que por suerte no tenga igual en valentía, fuerza y poder. Le dijo el religioso: –No conozco en el mundo nadie igual más que el sol, que es muy noble y muy poderoso; y le quiero rogar y pedir por favor que se case contigo. Y lo hizo así, y se bañó e hizo su oración; y después oró y dijo: –Tú, sol, que fuiste creado para provecho y favor de todas las gentes, te ruego que te cases con mi hija, que me pidió que la casase con el más fuerte y con el más noble del mundo. Le dijo el sol: –Ya oí lo que dijiste, buen hombre, y yo estoy obligado a no dejarte marchar sin respuesta a tu ruego por la honra y por el amor que tienes con Dios y por la superioridad que tienes entre los hombres, pero te mostraré al ángel que es más fuerte que yo. Díjole el religioso: –¿Y cuál es? Díjole: –Es el ángel que trae las nubes, que con su fuerza cubre mi fuerza y no me la deja extender sobre la tierra. Se volvió el religioso al lugar donde están las nubes de la mar, y llamó a las nubes, igual que llamó al sol, y les dijo lo mismo que dijo al sol. Y dijeron las nubes: –Ya oímos lo que dijiste y creemos que es así, que Dios nos dio más fuerza que a otras muchas cosas; pero te guiaremos a otra cosa que es más fuerte que nosotras. Dijo el religioso: –¿Quién es? Dijéronle: –Es el viento que nos lleva a donde quiere. y nosotras no podemos defendernos de él. Y se fue al viento y lo llamó así como a los otros, y le dijo las mismas palabras. Le dijo el viento: –Así es como tú dices, pero te guiaré a otro que es más fuerte que yo y que traté de ser su igual y no pude serlo. Le dijo el religioso: –¿Y quién es? Díjole: –Es el monte que está cerca de ti. Y se fue el religioso hacia el monte y le dijo como a los otros. Díjole el monte: –Tal soy yo como tú dices, pero te guiaré a otro que es más fuerte que yo, que con su gran fuerza no puedo mantener derecho con él y no me puedo defender, que me hace cuanto daño puede. Díjole el religioso: –y ¿quién es ése? Díjole: –Es un ratón, que me hace cuanto daño quiere, que me horada por todas partes. y se fue el religioso al ratón y lo llamó así como a los otros. Y díjole el ratón: –Tal soy yo como tú dices en poder y en fuerza, pero ¿cómo se podría arreglar que casase con una mujer. siendo ratón y viviendo en una cueva y en un agujero? Dijo el religioso a la muchacha: –¿Quieres ser mujer del ratón, que ya sabes cómo hablé con todas las otras cosas y no hallé nadie más fuerte que él, y todas me guiaron hasta él? ¿Quieres que ruegue a Dios que te vuelva rata y que te
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case con él? Y vivirás con él en su cueva, y yo te buscaré y te visitaré, y no te dejaré del todo. Díjole ella: –Padre, yo no dudo de vuestro consejo; si lo tenéis por bueno, hacedlo. Y rogó a Dios que la convirtiese en rata. y fue así, y se casó con el ratón, y se entró con él en la cueva, y se volvió a su raíz y a su naturaleza. Del ladrón a quien hacen creer que la luna sirve de escala Et fue así que andaba una noche, un ladrón sobre una casa de un homne rico, e facía luna, andaban algunos compañeros con él. Et en aquesta casa había una finiestra por donde entraba la luz de la luna al homne bueno. Et despertó el dueño de la casa e sintiólos e pensó que tal hora non andarían por sus tejados salvo ladrones. Et despertó a su muger et díjole: "Fabla quedo, que yo he sentido ladrones que andan encima de nuestro tejado; et dime cuando los sintieres cerca de aquí: ¡Ay marido! ¿Non me dirás de qué llegaste tantas riquezas como habemos? Et cuando yo non te quisiere responder, sigue me preguntando fasta que te lo diga". Et fízolo así como le mandó el marido, et oyó el ladrón lo que ella dijo. Et entonces recudió el home a su muger: "Tú, ¿por qué lo demandas? Ca la ventura te trajo grand algo; come, bebe et alégrate, et non me demandes tal cosa, ca si te lo yo dijere, non so seguro que lo non oya alguno, e podría acaescer cosa por ello que pesara a mí et a ti". Et dijo la mujer: "Por la fe que me debes que me lo digas, ca non oirá ninguno lo que dijéremos a tal hora". Dijo el marido: "Yo te lo diré, pues que tanto lo quieres saber. Sepas que yo non ayunté todas estas riquezas, salvo de ladronía". Et dijo la muger: "¿Cómo puede eso ser, ca las gentes te tenían por homne bueno?" Et dijo él: "Esto fue por una sabiduría que yo fallé al furtar, et es cosa muy encubierta et sotil de guisa que ninguno non sospechaba de mí tal cosa". Et dijo la mujer: "¿Cómo fue eso?" Respondió él e dijo: "Yo andaba la noche que facía luna e mis compañeros conmigo, fasta que sobía en somo de la casa do quería entrar, e llegaba a alguna finiestra por donde entraba la luna e decía siete veces: "saulan, saulan". Desí abrazábame con la luna e entraba por la finiestra e descendía por ella a la casa, et non me sentía ninguno cuando caía; e iba de aquella casa a todas las otras casas. Et después que tomaba lo que fallaba, tornaba al logar onde descendía, et abrazábame con la luna e subía a la finiestra; e en este estado gané todo esto que tú vees". Et cuando esto oyeron los ladrones plógoles mucho dello et dijeron: "Más habemos ganado desta casa que nos non queríamos, et deste saber que nos dende habemos, nos debemos más preciar que de todo cuanto ende ganaremos". Desí estodieron grande hora quedos, fasta que cuidaron que el dueño de la casa era adormecido et su muger otrosí, et después que cuidaron ser ciertos desto, levantóse el cabdiello dellos et fuese para la finiestra, que estaba en somo de casa, por do entraba la luz de la luna, et dijo siete veces: "saulan, saulan", et abrazóse con la luz por descender por ella a la casa, et cayó cabeza ayuso. Et levantóse el dueño de la casa et dióle tantos de golpes fasta que le quedó, diciendo el ladrón: "Yo merezco cuanto mal me has fecho, porque creí lo que me dijiste et me engañé con vanidat". Et yo, después que me guardé de non creer las cosas de que non era seguro de non caer en peligro de muerte, dejéme de todas las cosas dubdosas et metíme en facer pesquisas de las leyes et en buscar las más derechas. Et non fallé en ninguno de aquellos con quien yo fablé esto, buena respuesta quel yo debiese creer. Et dije en mi corazón: "Tengo por seso, pues así es, de me obligar a la ley de míos padres. "Pero fue buscando si habería a esto alguna escusación e non la fallé.
SENDEBAR O LIBRO DE LOS ENGAÑOS DE LAS MUJERES El hermano de Alfonso X el Sabio, don Fadrique, tradujo poco tiempo después el Sendebar o Libro de los engaños de las mujeres, al cual pertenece este relato. Ejemplo del hombre, la mujer, el papagayo y la criada -Señor: oí decir que un hombre era celoso de su mujer. Compró un papagayo, metiólo en una jaula y lo puso en su casa mandándole que le contase todo cuanto viese hacer a su mujer, y que no le encubriese nada. Después marchó a sus quehaceres e inmediatamente entró el amigo de ella. El papagayo vio cuanto ellos hicieron y cuando el hombre bueno vino de su trabajo, se sentó –sin que lo supiera su mujer–, mandó traer al papagayo y le preguntó lo que había visto y le contó todo lo que viera hacer a la mujer con su amigo. El hombre se ensañó contra ella y no volvió a hablarle ni a tener contacto con ella. La mujer creyó que la había descubierto la criada, la llamó y le dijo: –Tú contaste a mi marido todo cuanto hice. La moza juró que no había dicho nada: –Sino, sabed que fue el papagayo. Cuando anocheció, la mujer cogió la jaula, la bajó en tierra y comenzó a echarle agua con una regadera, como si fuera lluvia; tomó un espejo en una mano y lo puso sobre la jaula, con la otra mano tomó una candela y hacía guiños de forma que parecían relámpagos; la mujer, además, comenzó amover un molino casero y el papagayo pensó que eran truenos. Ella estuvo haciendo este juego durante toda la noche, hasta que amaneció. Cuando por la mañana vino el marido, inmediatamente le preguntó al papagayo: –¿Viste esta noche alguna cosa?
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–No pude ver ninguna cosa con la lluvia, truenos y relámpagos que hubo esta noche. –Si todo cuanto me has dicho de mi mujer es tan verdad como esto, no hay ser más mentiroso que tú. Y lo mandó matar. Envió a buscar a su mujer, perdonóla e hicieron las paces. Y yo, señor, no te di este ejemplo sino para que sepas los engaños de las mujeres, que son muchos, y muy fuertes en artes y no tienen ni cabo ni fin. Mandó, pues, el rey que no matasen a su hijo, [Sendebar o libro de los engaños del las mujeres, Editorial Castalia. Odre Nuevos]
DON JUAN MANUEL (Escalona, 1282 - Garcimuñoz, 1348) Nieto del rey Fernando III y sobrino de Alfonso X, D. Juan Manuel fue un personaje importante tanto históricamente, por el papel que desempeñó en la vida política de su tiempo, como literariamente por el papel que juega con Alfonso X en el desarrollo de la prosa castellana. De sus obras, la más leída es El Conde Lucanor a la que pertenecen los siguientes relatos. EXEMPLO X. DE LO QUE LE OCURRIÓ A UN HOMBRE POBRE QUE POR FALTA DE COMIDA COMÍA ALTRAMUCES
Otro día hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, de este modo: –Patronio, bien sé que Dios me ha dado mucho más de lo que yo merezco y que en todas las demás cosas sólo tengo motivos para estar muy satisfecho, pero a veces me encuentro tan necesitado de dinero que no me importaría dejar esta vida. Os pido que me deis algún consejo para remediar esta aflicción mía. –Señor conde Lucanor –dijo Patronio–, para que vos os consoléis cuando os pase esto os convendría saber lo que sucedió a dos hombres que fueron muy ricos. El conde le rogó que se lo contara. ––Señor conde –comenzó Patronio–, uno de estos dos hombres llegó a tal extremo de pobreza que no le quedaba en el mundo nada que comer. Habiéndose esforzado en encontrar algo, no pudo hallar más que una escudilla de altramuces. Al recordar cuán rico había sido y pensar que ahora estaba hambriento y que no tenía más que los altramuces, que son tan amargos y que saben tan mal, empezó a llorar, aunque sin dejar de comer altramuces, por la mucha hambre, y de echar las cáscaras hacia atrás. En medio de esta congoja y de este pesar notó que detrás de él había otra persona y, volviendo la cabeza, vio que un hombre comía las cáscaras de altramuces que él tiraba al suelo. Éste era el otro de quien os dije que también había sido rico. Cuando aquello vio el de los altramuces preguntó al otro por qué comía las cáscaras. Respondióle que, aunque había sido más rico que él, había ahora llegado a tanto extremo de pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho de encontrar aquellas cáscaras que él arrojaba, Cuando esto oyó el de los altramuces se consoló, viendo que había otro más pobre que él y que tenía menos motivos para serlo, Con este consuelo se esforzó por salir de la pobreza, lo consiguió con ayuda de dios y volvió otra vez a ser rico. Vos, señor con de Lucanor, debéis saber que, por permisión de Dios, nadie en el mundo logra todo. Pero, pues en todas las demás cosas os hace Dios señalada merced y salís con lo que vos queréis, si alguna vez os falta dinero y pasáis estrecheces, no os entristezcáis, sino tened por cierto que otro más ricos y de más elevada condición las estarán pasando y que se tendrían por felices si pudieran dar a sus gentes aunque fuera menos de lo que vos dais a las vuestras. Al conde agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló y, esforzándose, logró salir de la penuria en que se encontraba. Viendo do Juan que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribió unos versos que dicen así: Por pobreza nunca desmayéis Pues otros más pobres que vos veréis [DON JUAN MANUEL: Conde Lucanor (Versión modernizada de E. Moreno Báez)] EXEMPLO XI. DE LO QUE ACONTECIÓ A UN DEÁN DE SANTIAGO CON DON ILLÁN, EL GRAN MAESTRO DE TOLEDO
Señor conde –Dijo Patronio–. En Santiago había un deán que había muy gran voluntad de saber el arte de la nigromancia, y oyó decir que don Illán de Toledo sabía de ello más que ninguno que fuese en aquella sazón: y por ende vínose para Toledo para aprender de aquella ciencia. Y el día que llegó a Toledo. enderezó luego a casa de don Illán y hallólo que estaba leyendo en una cámara muy apartada. Y luego que llegó a él, recibiólo muy bien y díjole que no quería que le dijese ninguna cosa de lo por que venía hasta que hubiese comido. Y pensó muy bien de él e hízole dar muy buenas posadas2 y todo lo que hubo menester, y dióle a entender que le placía mucho con su venida. Y después que hubieron comido, apartóse con él, y contóle la razón por que allí viniera. y rogóle muy ahincadamente que le mostrase aquella ciencia que él había muy gran talante de aprender. Y don Illán díjole que él era deán y hombre de gran guisa3 y que podía llegar a gran estado, y los hombres que gran estado tienen, de que todo lo suyo han librado4 a su voluntad, olvidan mucho aína5 lo que otro ha hecho por ellos, y que él se recelaba que de que él hubiese aprendido aquello que él quería saber, que no le haría tanto bien como él le prometía. Y el deán le prometió y le aseguró que de cualquier bien que él hubiese, que nunca haría sino lo que él mandase.
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Y en estas hablas estuvieron desde que hubieron yantado hasta hora de cena. De que su pleito fue bien asosegado6 entre ellos, dijo don Illán al deán que aquella ciencia no se podía aprender sino en lugar muy apartado, y que luego esa noche le quería mostrar dónde habían de estar hasta que hubiese aprendido aquello que él quería saber. Y tomóle por la mano y llevóle a una cámara. Y en apartándose de la otra gente, llamó a una manceba de su casa y díjole que tuviese perdices para que cenasen esa noche, mas que no las pusiese a asar hasta que él se lo mandase. Y desde que esto hubo dicho, llamó al deán, y entraron ambos por una escalera de piedra muy bien labrada y fueron descendiendo por ella muy gran pieza7, en guisa que parecía que estaban tan bajos que pasaba el río Tajo por encima de ellos. Y desde que fueron en cabo8 de la escalera, hallaron una posada muy buena, y una cámara mucho apuesta que allí había, do estaban los libros y el estudio en que habían de leer. De que se asentaron, estaban parando mientes en cuáles libros habían de comenzar, y estando ellos en esto, entraron dos hombres por la puerta y diéronle una carta que le enviaba el arzobispo su tío, en que le hacía saber que estaba muy mal doliente y que le enviaba rogar que si le quería ver vivo, que fuese luego para él. Al deán pesó mucho con estas nuevas: lo uno por la dolencia de su tío, y lo otro porque receló que había de dejar su estudio que había comenzado. Pero puso en su corazón de no dejar aquel estudio tan aína, e hizo sus cartas de respuesta y enviólas al arzobispo, su tío. Y desde a tres o cuatro días llegaron otros hombres a pie, que traían otras cartas al deán, en que le hacían saber que el arzobispo era finado, y que estaban todos los de la iglesia en su elección y que fiaban por la merced de Dios que elegirían a él, y por esta razón que no se quejase9 de ir a la iglesia, que mejor era para él que le eligiesen siendo en otra parte que no estando en la iglesia. Y desde a cabo de siete u ocho días, vinieron dos escuderos muy bien vestidos y muy bien aparejados, y cuando llegaron a él, besáronle la mano y mostráronle las cartas en cómo le habían elegido por arzobispo. Cuando don Illán esto oyó, fue al electo y díjole cómo agradecía mucho a Dios porque estas buenas nuevas le llegaran a su casa, pues Dios tanto bien le hiciera, que le pedía por merced que el deanazgo que quedaba vacada que lo diese a un su hijo. Y el electo le dijo que le rogaba que quisiese consentir que aquel deanazgo lo hubiese un su hermano: mas que él le haría bien en guisa que él fuese pagado, y que le rogaba que fuese con él para Santiago y que llevase aquel su hijo. Don Illán dijo que lo haría. Fuéronse para Santiago. Cuando llegaron, fueron muy bien recibidos y mucho honradamente desde que moraron allí un tiempo, un día llegaron al arzobispo mandaderos del Papa, con sus cartas en cómo le daba el obispado de Tolosa, y que le daba gracia que pudiese dar el arzobispado a quien quisiese. Cuando don Illán oyó esto, retrayéndolel0 mucho ahincadamente lo que con él había pasado, pidióle merced que lo diese a su hijo; y el arzobispo le rogó que consintiese que lo hubiese un su tío, hermano de su padre. Y don Illán dijo que bien entendía que le hacía gran tuerto,11- pero que lo consentía en tal que fuese seguro que se lo enmendaría adelante. Y el arzobispo le prometió en toda guisa que lo haría así, y rogóle que fuese con él a Tolosa y que llevase su hijo. Y desde que llegaron a Tolosa. fueron muy bien recibidos de condes y de cuantos hombres buenos había en la tierra. Y desde que hubieron allí morado hasta dos años, llegaron los mandaderos del Papa con sus carta en cómo le hacía el Papa cardenal que le hacía gracia que diese el obispado de Tolosa a quien quisiese. Entonces fue a él don Illán y díjole que, pues tantas veces le había fallecido de lo que con él pusiera, que ya no había lugar de le poner excusa ninguna que no diese algunas de aquellas dignidades a su hijo, Y el cardenal rogóle que consintiese que hubiese aquel obispado un su tío, hermano de su madre, que era hombre bueno anciano mas que, pues él cardenal era, que fuese con él para la Corte, que asaz habría en qué le hiciese bien. Y don Illán quejóse de ello mucho pero consintió en lo que el cardenal quiso, y fuese con él para la Corte. Y desde que llegaron, fueron bien recibidos de los cardenales y de cuantos en la Corte eran y moraron allí muy gran tiempo. Y don Illán ahincaba cada día al cardenal que le hiciese alguna gracia a su hijo y él poníale sus excusas. Y estando así en la Corte, finó el Papa; y todos los cardenales eligieron aquel cardenal por Papa. Entonces fue a él don Illán y díjole que ya no podía poner excusa de no cumplir lo que le había prometido. El Papa le dijo que no lo ahincase tanto, que siempre habría lugar en que le hiciese merced según fuese razón. Y don Illán se comenzó a quejar mucho, retrayéndole cuantas cosas le prometiera y que nunca le había cumplido ninguna, y diciéndole que aquello recelaba en la primera vegada13 que con él hablara, y pues aquel estado era llegado y no le cumplía lo que le prometiera, que ya no le quedaba lugar en que atendiese14 de él bien ninguno. De este aquejamiento se quejó mucho el Papa y comenzóle a maltraer15 diciéndole que si más le ahincase, que le haría echar en una cárcel, que era hereje y encantador, que bien sabía que no había él otra vida ni otro oficio en Toledo, do él moraba, sino vivir por aquella arte de nigromancia. Desde que don Illán vio cuán mal le galardonaba el Papa lo que por él había hecho, despidióse de él, y no le quiso dar el Papa qué comiese por el camino. Entonces don Illán dijo al Papa que, pues no tenía qué comer, que se habría de tornar a las perdices que mandara asar aquella noche, y llamó a la mujer y díjole que asase las perdices. Cuando esto dijo don Illán, hallóse el Papa en Toledo, deán de Santiago, como lo era cuando allí vino, y tan grande fue la vergüenza que hubo, que no supo qué le decir. Y don Illán díjole que fuese en buena ventura y que asaz había probado lo que tenía en él, y que tendría por muy mal empleado si comiese su parte de las perdices.
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(1)
. Pensó: cuidó. (2), Posadas: aposentos. (3), Guisa: calidad. (4), Librado: arreglado. (5), Aina: pronto. (6), Asosegado: acordado. (7). Muy gran pieza: durante mucho tiempo. (8).En cabo: al final. (9). Se quejase: se preocupase. (10). Retrayéndolo: recordándole. (11). Tuerta: daño. (12). Fallecido: fallado. (13). Vegada: vez. (14). Atendiese: esperase. (15). Maltraer: ofender. [Edición de Alejo Martínez Martín en Antología española de literatura fantástica, Madrid Valdemar, 1992, pp. 23-26.] EXEMPLO XXXV. DE LO QUE CONTESCIÓ A UN MANCEBO QUE CASÓ CON UNA MUJER MUY FUERTE ET MUY BRAVA
Otra vez fablaba el conde Lucanor con Patronio, et dixole: –Patronio, un mio criado me dixo quel traían1 casamiento con una mujer muy rica, et aun2 que es más onrada que él, et que es el casamieto muy bueno para él, sinon por un embargo3 que y ha4 et el embargo es éste: dixome quel dixeran que aquella mujer que era la más fuerte et más brava cosa del mundo. Et agora ruégovos que me conseides sil mandaré que case con aquella mujer, pues sabe de quál manera es, o sil mandaré que lo non faga. –Señor conde -dixo Patronio-, si el fuera tal como fue un fijo de un omne bueno que era moro, conseialde que case con ella, mas si non fuere tal, non gel o conseides. El conde le rogó quel dixiesse cómo fuera aquello. Patronio le dixo que en una villa había un omne bueno que había un fijo, el mejor mancebo que podía ser, mas non era tan rico que podiese complir tantos fechos et tan grandes como el su coraçón le daba a entender que debía complir. Et por esto era él en grand cuidado, ca5 había la buena voluntat et non había el poder. En aquella villa misma había otro omne muy más onrado et más rico que su padre, et había una fija non más, et era muy contraria de aquel mançebo; ca quanto aquel mançebo había de buenas maneras, tanto las había aquella fija del onme bueno malas et revesadas; et por ende6 omne del mundo non quería casar con aquel diablo. Entonces le dixo el fijo que, si él quisiese, que podría guisar que aquel omne bueno que había aquella fija que gela diese para él. Quando el padre esto oyó, fue muy maravillado, et díxole que cómo cuidaba en tal cosa: que non había omne que la conosciese que, por pobre que fuese, quisiese casar con ella. El fijo le dixo que pidía por merçed que guisase aquel casamiento [...] El casamiento se fizo, et llevaron a la novia a casa de su marido. Et los moros han por costumbre que adoban de çena a los novios et pónenles la mesa et déxanlos en su casa fasta otro día. Et fiziéronlo aquellos así; pero estaban los padres et las madres et parientes del novio et de la novia con grand reçelo, cuidando que otro día fallarían al novio muerto o muy maltrecho. Luego que ellos fincaron7 solos en casa, asentáronse a la mesa, et antes que ella hubiese a dezir cosa8 cató el novio en derredor de la mesa, et vio un perro et díxol ya quanto9 bravamente: –¡Perro, danos agua a las manos! El perro non lo fizo. Et él encomençose a ensañar et díxol más bravamente que les diese agua a las manos. Et el perro non lo fizo. Et desque vio que lo non fazía, levant6se muy sañudo de la mesa et metió mano a la espada et endereçó al perro. Quando el perro lo vio venir: contra sí, començó a fuir, et él en pos dél, saltando amos por la ropa et por la mesa et por el fuego, et tanto andidolO en pos dél fasta que lo alcançó, et cortol la cabeça et las piernas et los braços, et fízolo todo pedaços et ensangrantó toda la casa et toda la mesa et la ropa. Et así, muy sañudo et todo ensangrentado, tornóse a sentar a la mesa et cató en derredor,et vio un gato et díxol que le diese agua a manos; et porque non lo rizo, díxole: –¿C6mo, don falso traidor, et non vistes lo que fiz al perro porque non quiso fazer lo quel mandé yo? Prometo a Dios que, si poco nin más conmigo porfías, que eso mismo faré a ti que al perro. El gato non lo fizo, ca tampoco es su costumbre dar agua a manos, como el perro. Et porque non lo fizo, levantóse et tamol por las piernas et dio con él a la pared et fizo dél más dél más de cient pedaços, et mostrándol muy mayor saña que contra el perro. Et assí, bravo et sañudo et faziendo muy malos contenentes11 tornóse a la mesa et cató a todas partes. La mujer, quel vio esto fazer, tovo que estaba loco o fuera de seso, et non dizía nada. Et desque12 hubo catado a cada parte, et vio un su caballo que estaba en casa, et él non había más de aquél, et díxol que les diese agua a las manos; et el caballo non lo fizo. Desque vio que lo non fizo, díxol: –¿Como, don caballo, cuidades que porque non he otro caballo, que por eso vos dexaré si non fizierdes lo que yo vos mandare? Dessa vos guardat, que si, por vuestra mala ventura, non fizierdes lo que yo vos mandare, yo Juro a Dios que tan mala muerte vos de como a los otros; et non ha cosa viva en el mundo que non faga lo que yo mandare, que eso mismo non le faga. Et el caballo estuvo quedo13. Et desque vio que non fazía su mandado, fue a él et cortol la cabeça con la mayor saña que podía mostrar, et despedaçólo todo. Quando la mujer vio que mataba al caballo non habiendo otro et que dizía que esto faría a quiquier14 que su mandado non cumpliese, tovo que esto ya non se fazía por juego, et hubo grand miedo, que non sabía si era muerta o viva. Et él así, bravo, et sañudo et ensangrentado, tornóse a la mesa, jurando que si mil caballos et omnes et mujeres hobiese en casa quel saliesen de mandado, que todos serían muertos. Et asentóse et cató a cada parte, teniendo la espada sangrienta en el regaço; et desque cató a una parte et a otra et non vio cosa viva, volvió los ojos contra su mujer muy bravamente et díxol con grand saña, teniendo la espada en la mano:
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–Levantadvos et dadme agua a las manos. La mujer, que non esperaba otra cosa sinon que la despedaçaría toda, levantóse muy apriesa et diol agua a las manos. Et díxol él: –¡Ah, cómo gradesco a Dios porque fizistes lo que vos mandé, ca de otra guisa15, por el pesar que estos locos me fizieron, eso mesmo hubiera fecho a vos que a ellos! Después mandol quel diese de comer; et ella fízolo. Et cada quel16 dizía alguna cosa, tan bravamente gelo dizía et en tal son, que ella que ella cuidaba que la cabeça era ida del polvo17. Assí pasó el fecho entre ellos aquella noche, que nunca ella rabió, mas fazía lo quel mandaba. Desque hubieron dormido una pieça18 díxol él: Con esta saña que hube esta noche, non pude bien dormir. Catad que no me despierte cras19 ninguno, et tenedme bien adobado de comer. Quando fue grand mañana20 los padres et las madres et parientes llegaron a la puerta, et porque non fablaba ninguno, cuidaron que el novio estaba muerto o ferido. Et desque vieron por entre las puertas a la novia et non al novio, cuidáronlo más. Quando ella los vio a la puerta, llegó muy paso2' et con grand miedo, et começóles a dezir21: –¡Locos, traidores! ¿Qué fazedes? ¿Cómo osáis llegar a la puerta nin fablar? Callad, sinón todos, también vos como yo, todos somos muertos! Quando todos esto oyeron, fueron maravillados; et desque sopieron cómo pasaron en uno, presçiaron22 mucho al mançebo porque así sopiera fazer lo quel cumplía et castigar23 tan bien su casa. Et daquel día adelante, fue aquella su mujer muy bien mandada et hobieron muy buena vida. Et dende a pocos días, su suegro quiso fazer así como fiziera su yerno, et por aquella manera mató un gallo, et díxole su mujer: –A la fe24 don Fulano tarde vos acordastes, ca ya non vos valdría nada si matasedes çient caballos: que antes lo hubierades a començar, ca ya bien nos conosçemos. Et vos, señor conde, si aquel vuestro criado quiere casar con tal mujer, si fuere él tal como aquel mançebo, conseialde que case seguramente, ca él sabrá cómo pasa en su casa; mas si non fuere tal que entienda lo que debe fazer et lo quel cumple, dexadle pase su ventura. Et aun consejo a vos que con todos los omnes que hobierdes a fazer25, que siempre les dedes a entender en quál manera han de pasar convusco26. El conde hobo éste por buen consejo, et fízolo así, et fallóse dello bien27 . Et porque don Johan lo tovo por buen enxiemplo, fízolo escribir en este libro, et fizo estos, viessos28 que dizen así: Si al comienço non muestras qui eres, nunca podrás después quando quisieres. Notas 1. traían: preparaban. 2. Et aun: y además, y encima. 3. Embargo: impedimento, dificultad. 4. que y ha: que hay en él. 5. ca: pues. 6. por ende: por eso. 7. fincaron: se quedaron. 8. hubiese a decir cosa: dijese nada. 9. Ya quanto: muy. 10. andido: anduvo. 11. contenentes: gestos, ademanes. 12. desque: una vez que... 13. quedo: quieto. 14. quiquier: cualquiera. 15. de otra guisa: de otra manera. 16. cada quel: cada vez que le...17. del polvo: al polvo, al suelo (porque su marido se la cortaría). 18. pieça: rato, momento. 19. cras: mañana. 20. gran mañana: muy de mañana. 21. muy paso: despacio, sigilosamente. 22. preciaron: apreciaron. 23. Castigar: aconsejar. 24. a la fe: en verdad, ciertamente. 25. que hobierdes a fazer: tuviereis que tratar. 26.han de pasar conviusco: se han de comportar con vos. 27. fallóse dello bien: le fue bien. 28. viessos: versos.
5. TEATRO El teatro en lengua castellana se inicia con el Auto o Representación de los Reyes Magos, que data del siglo XII. Con el texto de esta obra comenzamos el análisis de un proceso sobre cuyos inicios apenas existen datos, y que culminará en el período barroco. Representación de los Reyes Magos CUADRO I (En lo alto de la escena -que permanece unos instantes a oscuras- brilla intensamente una estrella. Poco a poco, una débil luz nocturna permite ver el tablado dividido en tres hornacina románicas. Muy lejana, música de laúd. La hornacina izquierda -espectador- se ilumina con fuerza. En ella está el rey GASPAR, de pie. Su habla es vehemente) GASPAR-¡Dios creador! ¡Qué maravilla! ¿Qué estrella será esa que brilla? Hasta ahora, no la he advertido; hace bien poco que ha nacido. (Pausa. GASPAR medita ) ¿Habrá nacido el Creador, 5 de todas las gentes señor? (Sacude la cabeza, con la pretensión de arrojar la idea. )
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No es verdad, no sé qué me digo; todo esto no vale ni un higo. Otra noche lo cataré, y si es verdad, bien lo sabré. 10 (Pero no lo ha conseguido: la idea sigue allí. Breve ) ¡Gran verdad es lo que yo digo! En absoluto lo porfío. (Nueva vacilación. ) ¿No puede ser otra señal? (y nuevo vencimiento. ) ¡Esto es, y no es nada más! Dios -es seguro- nació de hembra 15 en el mes este de diciembre. Donde esté iré, lo adoraré, por Dios de todos lo tendré. (Mientras esta hornacina queda a oscuras, se enciende la de la derecha. El rey BALTASAR se apoya en una mesa llena de pergaminos y de instrumentos ópticos.) BALTASAR.-No sé esa estrella de do viene, quién la trae o quién la detiene. 20 ¿Por qué ha surgido esta señal? Jamás en mis días vi tal. De c;ierto ha nacido en la tierra aquél que, en la paz y en la guerra, señor será desde el oriente, 25 de todos, hasta el occidente. (Con docta decisión. ) Por tres noches me lo veré, y más de veras lo sabré. BALTASAR (medita. No está claro que la estrella no sea un trampantojo.) ¿Será verdad que ya ha nacido? Dudo de lo que he advertido. 30 (Es la última duda: va a seguir su primer impulso. Se yergue con energía, y algunos rollos de pergamino caen por el suelo. ) Iré, lo adoraré, le imprecaré y le rogaré. (Se extingue súbitamente la luz de esta hornacina, y se enciende con suavidad la del centro. En un humilde trono, MELCHOR; y a sus pies, con una rodilla en tierra. un paje. El viejo rey habla absorto, mientras apoya su mano diestra en la cabeza del muchacho. ) MELCHOR.-Válgame el Creador. ¿tal cosa ha sido alguna vez hallada o en una escritura encontrada? 35 No había esa estrella en el cielo para eso soy buen estrellero Yo no me engaño: he advertido que un hombre de carne ha nacido que es el señor de todo el mundo; 40 así es, como el cielo, rotundo. De las gentes señor será, y todo el orbe juzgará. (Sin embargo, no todo está claro para MELCHOR, que, movido por la duda, se pone de pie. El paje, aún arrodillado, le escucha con avidez.) ¿Es?.. ¿No es? Pienso que verdad es. 45 (El paje se levanta con presteza, y se dispone a salir. Pero el rey lo detiene con un gesto.) Lo veré hasta que me persuada de si es verdad o si no es nada. (El paje, decepcionado, abate la cabeza. Pero MELCHOR, en un súbito arranque, se rinde a la evidencia.) ¡Sí! ¡Ya ha nacido el Creador de todas las gentes señor! Yo bien lo veo que es verdad. 50
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Resuelto ya, al paje: ¡He de ir allá, por caridad! (El paje, rebosando alegría, sale corriendo. Oscuro total. La música crece.)
Las producciones dramáticas empiezan a ser más frecuentes en la segunda mitad del siglo xv, momento en que se observa ya un interés por lo teatral entre la nobleza castellana. A continuación figura uno de los dos textos dramáticos sacros conservados de Gómez Manrique. GÓMEZ MANRIQUE: LLANTO POR NUESTRO SEÑOR CUADRO ÚNICO Sobre un fondo negro, un gran Cristo medieval, de rizadas barbas, cuatro clavos y ojos desorbitados En primer término, alejados del Cristo, con actitudes hieráticas, están SANTA MARÍA, San JUAN y la MAGDALENA. Dos potentes e invisibles focos verticales, de luz amarilla, iluminan respectivamente el grupo y la imagen. Los personajes no descomponen el gesto. Hablan con tono elegíaco, pero monocorde y sin matices. Rítmicamente, como latidos de un sombrío corazón, se oyen golpes de timbal. El ritmo de la recitación y el del timbal no se acompasan. El desajuste resulta molesto, inquietante para el oído. SANTA MARÍA.-¡Ay dolor, dolor, por mi Hijo y mi Señor! Yo soy aquella María del linaje de David. 5 Oíd, señores, oíd la gran desventura mía. ¡Ay dolor! A mí me dijo Gabriel que el Señor era conmigo; 10 y dejóme sin abrigo, amarga más que la hiel. Díjome que era bendita entre todas las nacidas, y soy, de las afligidas, 15 la más triste y más aflicta. ¡Ay dolor! Vosotros, hombres, que vais por la vía mundanal: decidme si recordáis 20 dolor igual que mi mal. y vosotras que tenéis padres, hijos y maridos, socorredme con gemidos si con llantos no podéis. 25 ¡Ay dolor! Llorad conmigo, casadas, llorad conmigo, doncellas, pues contempláis las estrellas oscuras y demudadas, 30 y veis el templo rompido, la luna sin claridad... ¡Llorad conmigo, llorad ¡ un dolor tan dolorido! ¡Ay dolor! 35 Llore conmigo la gente toda de los tres estados, pues por lavar sus pecados mataron al inocente. a mi Hijo y mi Señor, 40 mi Redentor verdadero... ¡Cuitada! ¿Cómo no muero con tan extremo dolor? ¡Ay dolor!
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Breve pausa. Los golpes del timbal continúan. SAN JUAN.-¡Ay dolor, dolor, 45 por mi primo y mi Señor! Yo soy aquel que dormí en el regazo sagrado, y grandes secretos vi en los cielos sublimado. 50 Yo soy Juan, aquel privado de mi Señor y mi primo; yo soy el triste que gimo con un dolor extremado. ¡Ay dolor! 55 Yo soy Juan, el primo hermano del creador de la luz que, por el linaje humano, quiso subir a la Cruz. ¡Oh, pues, hombres pecadores, 60 rompamos nuestros vestidos! ¡Con dolorosos clamores, demos grandes alaridos! ¡Ay dolor! Lloremos al compañero 65 traidor porque le vendió; lloremos a aquel Cordero que sin culpa padeció. Me hubiera matado yo, cuitado, cuando lo vi, 70 de no confiarme a mí la Madre que me confió. ¡Ay dolor! Estando ya en la agonía, me dijo con gran afán: 75 -Por madre tendrás, tú, Juan, a esta santa Madre mía.¡Ved qué trueque tan amargo para la Madre preciosa! ¡Qué palabra dolorosa, 80 para mí de tan gran cargo! ¡Ay dolor! Dirige levemente su cabeza hacia la MAGDALENA ¡Oh, hermana Magdalena, amada del Redentor! ¿Quién podrá, con tal dolor,
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remediar tan grave pena? ¿Cómo podrá dar consuelo, el triste desconsolado que ha visto crucificado al muy alto Rey del cielo? 90 ¡Ay dolor! Vuelve ahora sus ojos a SANTA MARÍA. Oh, Virgen Santa María, Madre de mi Salvador, ¡qué nuevas de gran dolor, si pudiese, os diría! 95 Mas ¿quién las podrá decir, quién os las podrá contar sin gemir, sin sollozar, sin prestamente morir? ¡Ay dolor! Lentamente, se extingue la luz que iluminaba el Cristo. El fondo queda en tinieblas. 100 SANTA MARÍA.-Vos, hijo mío adoptivo, no me hagáis ya más penar:
decidme sin dilatar si está mi Redentor vivo. Que todas noches y días, 105 él otra cosa sé, nunca jamás cesaré de llorar con Jeremías. SAN JUAN.-Señora, pues es razón que lo que ocurre sepáis, 110 es menester que tengáis un muy fuerte corazón. Vámonos, vamos al huerto, en que veréis sepultado 115 a vuestro Hijo muy preciado, de muy cruda muerte muerto, También la luz de este grupo se extingue poco a poco. Los golpes del timbal siguen sonando unos instantes. Castalia,
[Gómez MANRIQUE Teatro Medieval Editorial Odres Nuevos]
LA CELESTINA Calisto enamorado Calisto se enamora de Melibea, a la cual ha conocido de forma casual. Ella, en cambio, lo rechaza. Calisto declara sus angustias a su criado Sempronio, quien le aconseja que pida ayuda a Celestina. En la conversación que mantienen amo y criado se perfila ya la personalidad impulsiva de Calisto y la racionalidad de su criado:
SEMPRONIO.-Mira Nero de Tarpeia1 a Roma cómo se ardía: gritos dan niños y viejos y él de nada se dolía. CALISTO.-Mayor es mi fuego y menor la piedad de quien yo agora digo2. SEMPRONIO.-(No me engaño yo, que loco está este mi amo.)3 CALISTO.-¿Qué estás murmurando, Sempronio? SEMPRONIO.-No digo nada. CALISTO.-Di lo que dices, no temas.4 SEMPRONIO.-Digo que cómo puede ser mayor el fuego que atormenta un vivo que el que quemó tal ciudad y tanta multitud de gente. CALISTO.-¿Cómo? Yo te lo diré. Mayor es la llama que dura ochenta años que la que en un día pasa, y mayor la que mata un ánima que la que quemó cien mil cuerpos.5 Como de la apariencia a la existencia, como de lo vivo a lo pintado, como de la sombra a lo real,6 tanta diferencia hay del fuego que dices al que me quema.7 Por cierto, si el del purgatorio es tal, más querría que mi espíritu fuese con los de los brutos animales, que por medio de aquél ir ,a la gloria de los santos.8 SEMPRONIO.-(Algo es lo que digo;9 a más ha de ir este hecho. No basta loco, sino hereje.) CALISTO.-¿No te digo que hables alto cuando hablares? ¿Qué dices? SEMPRONIO.-Digo que nunca Dios quiera tal; que es especie de herejía lo que agora dijiste.10 CALISTO.-¿Por qué? SEMPRONIO.-Porque lo que dices contradice la cristiana religión. CALISTO.-¿Qué a mí?11 SEMPRONIO.-¿Tú no eres cristiano? CALISTO.-¿Yo? Melibeo só y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo. [La Celestina, primer auto, Ed. Crítica, Biblioteca clásica, p. 33,s.] Notas 1. de: 'desde'; Tarpeya es la 'roca Tarpeya', promontorio que está en el Capitolio de Roma. Los cuatro octosílabos constituyen el inicio del largo romance erudito que cuenta el incendio de Roma por Nerón en el año 64 d.C. 2. Nerón se consideraba paradigma de la crueldad: de ahí la alusión a que es menor la piedad de Melibea. 3. Es el primer aparte de la obra. El aparte, considerado un recurso cómico de por sí, constituye un procedimiento predilecto del primer autor y mucho menos de Rojas. 4. Se ha visto aquí un posible eco de Terencio. 5. La idea, en última instancia, responde a un tópico muy extendido. 6. «En el latín escolástico medieval, existentia (a veces sinónimo de essentia) se usaba para referirse a toda entidad a la que se atribuía
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una existencia real, al contrario de la que sólo ofrecía la apariencia de ser una realidad» (Russell). 7. Este fuego no es una simple imagen poética: según las creencias médicas de la época, la melancolía amorosa que padece Calisto sería producto de la combustión de la bilis amarilla (uno de los cuatro humores del cuerpo). 8. El antecedente de aquél es el purgatorio. 9. Hoy diríamos: 'No digo yo ninguna tontería' 10. En efecto, desear no tener alma inmortal era blasfemia desde el punto y hora en que suponía despreciar un don divino. 11. '¿Ya mi qué?' 12. La hipérbole sagrada, frecuente al menos desde los trovadores provenzales, está particularmente extendida en la literatura medieval hispánica: no debe entenderse, pues, como un rasgo conscientemente profano, aunque la Inquisición, temiendo que se leyera de ese modo, tachara esta réplica en su censura de 1640.
Quién es Celestina Celestina acude a casa de Calisto. Pármeno, criado de Calisto, informa a su señor de las malas artes de Celestina, pero éste desoye sus advertencias, Finalmente, Celestina se atrae la voluntad de Pármeno:
CALISTO.-¡Pármeno! PÁRMENO.-Señor. CALISTO.-¿No oyes, maldito sordo? PÁRMENO.-¿Qué es, señor? CALISTO.-A la puerta llaman; corre. PÁRMENO.-¿Quié es? SEMPRONIO.-Abre a mí y a esta dueña. PÁRMENO.-Señor, Sempronio y una puta vieja alcoholada daban aquellas porradas. CALISTO.-¡Calla, calla, malvado, que es mi tía; corre, corre, abre! (Siempre lo vi, que por huir hombre de un peligro, cae en otro mayor. Por encubrir yo este hecho de Pármeno, a quien amor o fidelidad o temor pusieran freno, caí en indignación désta, que no tiene menor poderío en mi vida que Dios.) PÁRMENO.-¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te congojas? ¿y tú piensas que es vituperio en las orejas désta el nombre que la llamé? No lo creas; que ansí se glorifica en le oír, como tú, cuando dicen: «Diestro caballero es Calisto». Y demás, desto es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice: «¡Puta vieja!», sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las confradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen: «¡Puta vieja!»; las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos; carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los zapateros y peinadores, tejedores, labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el atan cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Toda cosa que son hace, a doquiera que ella está, el tal nombre representa. ¡Oh qué comendador de huevos asados era su marido! Qué quieres más sino que, si una piedra topa con otra, luego suena “¡Puta vieja! CALISTO. Y tú, ¿cómo lo sabes y la conoces? PÁRMENO. Saberlo has. Días grandes son pasados que mi madre, mujer pobre, moraba en su vecindad, la cual rogada por esta Celestina, me dio a ella por sirviente; aunque ella no me conoce, por lo poco que la serví y por la mudanza que la edad ha hecho. CALISTO. ¿De qué la servías? PÁRMENO. Señor, iba a la plaza y traíale de comer y acompañábala; suplía en aquellos menesteres que mi tierna fuerza bastaba. Pero de aquel poco tiempo que la serví, recogía la nueva memoria lo que la vieja no ha podido quitar. Tinié esta buena dueña al cabo de la ciudad, allá cerca de las tenerías, en la cuesta del río, una casa apartada, medio caída, poco compuesta y menos abastada. Ella tenía seis oficios, conviene a saber: labrandera, perfumera, maestra de hacer afeites y de hacer virgos, alcahueta y un poquito hechicera. Era el primero oficio cobertura de los otros, so color del cual muchas mozas de estas sirvientes entraban en su casa a labrarse y a labrar camisas y gorgueras y otras muchas cosas; ninguna venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que podían a sus amas hurtar; y aún otros hurtillos de más cualidad allí se encubrían. Asaz era amiga de estudiantes y despenseros y mozos de abades. A éstos vendía ella aquella sangre inocente de las cuitadillas, la cual ligeramente aventuraban en esfuerzo de la restitución que ella les prometía. Subió su hecho a más: que por medio de aquéllas comunicaba con las más encerradas, hasta traer a ejecución su propósito, y aquéstas, en tiempo honesto, como estaciones, procesiones de noche, misas del gallo, misas del alba, y otras secretas devociones, muchas encubiertas vi entrar en su casa. Tras ellas hombres descalzos, contritos, y rebozados, desatacados, que entraban allí a llorar sus pecados. ¡Qué trafagos, si piensas, traía! Hacíase física de niños; tomaba estambre de unas casas; dábalo a hilar en otras, por achaque de entrar en todas. Las unas «Madre acá», las de a otras «Madre acullá», «Cata la vieja», «Ya viene el ama»; de todas muy conocida. Con todos estos afanes, nunca pasaba sin misa ni vísperas ni dejaba monasterios de frailes ni de monjas; esto porque allí hacía ella sus aleluyas y conciertos. Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques; menjuí; animes, ámbar; algalia; polvillos, almizcles; mosquetes. Tenía una cámara llena de alambiques, de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de arambre, de estaño, hechos de mil faciones. Hacía solimán, afeite cocido, argentadas bujeladas cerillas lanillas, unturillas, lustres, lucentores,
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clarimientes, albalinos y otras aguas de rostro de rasuras de gamones, de corteza de espantalobos, de taraguntía, de hieles, de agraz, de mosto, destiladas y azucaradas. Adelgazaba los cueros con zumos de limones; con turbino, con tuétano de ciervo y de garza, y otras Confaciones Sacaba aguas para oler de rosas, de azahar, de jazmín, de trébol, de madreselvia y clavellinas, mosquetadas y almizcladas, polvorizadas con vino. Hacía lejías para enrubiar de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y milifolia y otras diversas cosas. Y los untos y mantecas que tenía es hastío de decir: de vaca, de oso de caballos y de camellos, de culebra y de conejo, de ballena, de garza y de alcaraván y de gamo y de gato montés y de tejón, de arda, de erizo, de nutria. Aparejos para baños, esto es una maravilla de las yerbas y raíces que tenía en el techo de su casa colgadas: manzanilla y romero, malvavisco culantrillo, coronillas, flor de saúco y de mostaza, espliego y laurel blanco, bistorta rosa y gramonilla, flor salvaje higueruela, pico de oro y hojatinta. Los aceites que sacaba para el rostro no es cosa de creer: de estoraque y de jazmín, de limón, de pepitas, de violetas, de menjuí, de alfócigos, de piñones, de granillo de azufaifas, de neguilla, de altramuces, de arvejas y de carillas y de yerba pajarera, y un poquillo de bálsamo tenía ella en una redomilla que guardaba para aquel rascuño que tiene por las narices. Esto de los virgos, unos hacía de vejiga y otros curaba de punto. Tenía en un tabladillo, en una cajuela pintada, unas agujas delgadas de pellijeros, y hilos de seda encerados, y colgadas allí raíces de hojaplasma y fuste sanguino, cebolla albarrana y cepacaballo. Hacía con esto maravillas, que cuando vino por aquí el embajador francés, tres veces vendió por virgen una criada que tenía. CALISTO. ¡Así pudiera ciento! PÁRMENO. ¡Sí, santo Dios! Y remediaba por caridad muchas huérfanas y erradas que se encomendaban a ella. Y en otro apartado tenía para remediar amores y para se querer bien: tenía huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño haba morisca, guija marina, soga de ahorcado, flor de yedra. espina de erizo, pie de tejo, granos de helecho, la piedra del nido del águila y otras mil cosas. Venían a ella muchos hombres y mujeres, y a unos demandaba el pan do mordían; a otros, de su ropa; a otros, de sus cabellos; a otros pintaba en la palma letras con azafrán; a otros, con bermellón; a otros daba unos corazones de cera, llenos de agujas quebradas, y otras cosas en barro y en plomo hechas, muy espantables al ver. Pintaba figuras, decía palabras en tierra. ¿Quién te podrá decir lo que esta vieja hacía? Y todo era burla y mentira. [La Celestina, primer auto, Ed. Crítica, Biblioteca clásica, p. 52,ss.]
Críticas de Aréusa ELICIA. Madre, a la puerta llaman. ¡El solaz es derramado!1 CELESTINA. Mira, hija, quién es; por ventura será quien lo acreciente y allegue.2 ELICIA. 0 la voz me engaña o es mi prima Lucrecia. CELESTINA. Ábrele, y entre ella, y buenos años,3 que aun a ella algo se le entiende desto que aquí hablamos, aunque su mucho encerramiento le impide el gozo de su mocedad. AREÚSA. Así goce de mí, que es verdad que estas que sirven a señoras ni gozan deleite ni conocen los dulces premios de amor. Nunca tratan con parientas, con iguales a quien puedan hablar tú por tú, con quien digan: «¿Qué cenaste?», «¿Estás preñada?», «¿Cuántas gallinas crías?», «Llévame a merendar a tu casa», «Muéstrame tu enamorado», «¿Cuánto ha que no te vido?», «¿Cómo te va con él?», «¿Quién son tus vecinas?» y otras cosas de igualdad semejantes. ¡Oh tía, y qué duro nombre y qué grave y soberbio es «Señora» contino en la boca! Por esto me vivo sobre mí desde que me sé conocer4. Que jamás me precié de llamarme de otrie sino mía, mayormente destas señoras que agora se usan. Gástase con ellas lo mejor del tiempo, y con una saya rota de las que ellas desechan pagan servicio de diez años. Denostadas, maltratadas las traen, contino sojuzgadas, que hablar delante ellas no osan. Y cuando ven cerca el tiempo de la obligación de casallas,5 levántanles un caramillo:6 que se echan con el mozo o con el hijo, o pídenles celos del marido,7 o que meten hombres en casa, o que hurtó la taza o perdió el anillo. Danles un ciento de azotes y échanlas la puerta fuera,8 las haldas en la cabeza, diciendo: «¡Allá irás, ladrona, puta; no destruirás mi casa y honra!». Así que esperan galardón, sacan baldón; esperan salir casadas, salen amenguadas; esperan vestidos y joyas de boda, salen desnudas y denostadas. Éstos son sus premios, éstos son sus beneficios y pagos. Oblíganse a darles marido, quítanles el vestido. La mejor honra que en sus casas tienen es andar hechas callejeras, de dueña en dueña, con sus mensajes a cuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca dellas, sino «Puta» acá, «Puta» acullá. «¿Adó vas, tiñosa?», «¿Qué heciste, bellaca?», «¿Por qué comiste esto, golosa?, «¿Cómo fregaste la sartén, puerca?», «¿Por qué no limpiaste el manto, sucia?», «¿Cómo dijiste esto, necia?», «¿Quién perdió el plato, desaliñada?», «¿Cómo faltó el paño de manos, ladrona? A tu rufián le habrás dado». «Ven acá, mala mujer, ¿la gallina habada no parece?,9 pues ¡búscala presto!; si no, en la primera blanca de tu soldada la contaré». Y tras esto, mil chapinazos y pellizcos, palos y azotes. No hay quien las sepa contentar, no quien pueda sofrirlas. Su placer es dar voces, su gloria es reñir. De lo mejor hecho menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa, esenta y señora, que no en sus ricos palacios, sojuzgada y cativa. [La Celestina, noveno auto, Ed. Crítica, Biblioteca clásica, p. 212] NOTAS1 Entiéndase '¡Se acabó la diversión!’ 2 Literalmente, 'recoja, junte, reúna', por oposición a derramado. 3 Equivale a 'que sea para bien'. 4 'vivo por mi cuenta desde que tengo uso de razón'. 5 Era obligación de los amos dotar a sus criadas para que se
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casasen al final del período de su servicio, que normalmente era de unos diez años. ó las calumnian. caramillo es 'chisme, enredo, embuste'.7 Es decir, que las acusan de provocar el deseo de sus maridos, o de tener relaciones con ellos. 8 Quiere decir que las echan a la calle sin manto siquiera, con lo que para cubrirse la cabeza, deben recurrir a alzarse las faldas más exteriores (haldas). 9 habada ‘que tiene plumas de varios colores entremezclados formando pintas'; parece: 'aparece'.
Melibea se pone en manos de Celestina La entrevista con Celestina ha hecho cambiar de actitud a Melibea, quien, finalmente, deseosa de entrevistarse con Calisto, manda a su criada Lucrecia a buscar a Celestina. Se produce entonces una segunda entrevista entre Celestina y Melibea, en la cual se acuerda el encuentro entre los dos enamorados:
ARGUMENTO DEL DÉCIMO AUTO Mientra andan Celestina y Lucrecia por el camino, está hablando Melibea consigo misma. Llegan a la puerta; entra Lucrecia primero. Hace entrar a Celestina. Melibea, después de muchas razones, descubre a Celestina arder en amor de Calisto. Veen venir a Alisa, madre de Melibea. Despídense de en uno.1 Pregunta Alisa a Melibea su hija de los negocios de Celestina. Defendiole su mucha conversación.2
MELIBEA, LUCRECIA, CELESTINA, ALISA MELIBEA. ¡Oh lastimada de mí, oh mal proveída doncella!3 ¿Y no me fuera mejor conceder su petición y demanda ayer a Celestina, cuando de parte de aquel señor cuya vista me cativó me fue rogado, y contentarle a él y sanar a mí, que no venir por fuerza a descobrir mi llaga cuando no me sea agradecido, cuando ya, desconfiando de mi buena respuesta, haya puesto sus ojos en amor de otra? ¡Cuánta más ventaja toviera mi prometimiento rogado que mi ofrecimiento forzoso!.4 ¡Oh mi fiel criada Lucrecia! ¿Qué dirás de mí? ¿Qué pensarás de mi seso cuando me veas publicar lo que a ti jamás he querido descobrir? ¡Cómo te espantarás del rompimiento de mi honestidad y vergüenza, que siempre como encerrada doncella acostumbré tener! No sé si habrás barruntado de dónde proceda mi dolor. ¡Oh si ya vinieses con aquella medianera de mi salud!5 ¡Oh soberano Dios! A ti, que todos los atribulados llaman, los apasionados piden remedio, los llagados medicina; a ti, que los cielos, mar y tierra, con los infernales centros obedecen;6 a ti, el cual todas las cosas a los hombres sojuzgaste,7 húmilmente suplico des a mi herido corazón sofrimiento y paciencia con que mi terrible pasión pueda disimular;8 no se desdore aquella hoja de castidad que tengo asentada sobre este amoroso deseo,9 publicando ser otro mi dolor que no el que me atormenta.10 Pero ¿cómo lo podré hacer, lastimándome tan cruelmente el ponzoñoso bocado que la vista de su presencia de aquel caballero me dio?11 ¡Oh género femíneo, encogido y frágile! ¿Por qué no fue también a las hembras concedido poder descobrir su congojoso y ardiente amor, como a los varones? Que ni Calisto viviera quejoso ni yo penada.12 LUCRECIA. Tía, detente un poquito cabe esta puerta. Entraré a ver con quién está hablando mi señora. Entra, entra, que consigo lo ha13. MELIBEA. Lucrecia, echa esa antepuerta14. ¡Oh vieja sabia y honrada, tú seas bienvenida! ¿Qué te parece, cómo ha querido mi dicha y la fortuna ha rodeado15 que yo tuviese de tu saber necesidad, para que tan presto me hobieses de pagar en la misma moneda el beneficio que por ti me fue demandado para ese gentilhombre, que curabas con la virtud de mi cordón? CELESTINA. ¿Qué es, señora, tu mal, que así muestra las señas de su tormento en las coloradas colores de tu gesto? MELIBEA. Madre mía, que comen este corazón serpientes dentro de mi cuerpo16. CELESTINA. (Bien está. Así lo quería yo. Tú me pagarás, doña loca, la sobra de tu ira.)17 MELIBEA. ¿Qué dices? ¿Has sentido en verme alguna causa, donde mi mal proceda? CELESTINA. No me has, señora, declarado la calidad del mal. ¿Quieres que adevine la causa? Lo que yo digo es que recibo mucha pena de ver triste tu graciosa presencia. MELIBEA. Vieja honrada, alégramela tú, que grandes nuevas me han dado de tu saber. CELESTINA. Señora, el sabidor sólo Dios es.18 Pero, como para salud y remedio de las enfermedades fueron repartidas las gracias en las gentes de hallar las melecinas,19 dellas por experiencia, dellas por arte, dellas por natural instinto,20 alguna partecica alcanzó a esta pobre vieja, de la cual al presente podrás ser servida. MELIBEA. ¡Oh, qué gracioso y agradable me es oírte! Saludable es al enfermo la alegre cara del que lo visita. Paréceme que veo mi corazón entre tus manos hecho pedazos. El cual, si tú quisieses, con muy poco trabajo juntarías con la virtud de tu lengua... [La Celestina, décimo auto, Ed. Crítica, Biblioteca clásica, p. 220,s.] NOTAS 1. El sentido no es claro; en uno significa ‘juntamente, como uno solo’; quizá quiera decir simplemente ‘deshacen la reunión’. 2. ‘Le prohibió tener mucho trato con ella’. 3. mal proveída: ‘poco previsora, poco avisada’. 4. ‘Cuánto mejor sería para mí prometerle (mi favor) ante sus ruegos que verme forzada a ofrecérselo’. 5. El ser mediadora ante Dios es atributo de la Virgen. 6. infernales: aquí en sentido etimológico de ‘regiones inferiores’ las que están debajo de la tierra. 7. «Omnia subiecisti sub pedibus eius» (Salmos, VIII, 8). 8. Se ha comparado este pasaje con uno de Boccaccio, Fiammetta. 9. desdore tiene el sentido figurado de 'desluzca', pero su significado recto de 'quite el dorado' tal vez haya atraído la comparación de la castidad con una hoja o 'lámina de oro que se usa para dorar'. 10. 'que disimule mi pasión haciendo ver que mi dolor es otro distinto del que en
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realidad me aqueja'. 11. bocado: aquí, 'porción de comida', comparando el enamoramiento con comer un manjar envenenado. 12. Hay una semejanza notable entre este monólogo de Melibea y el que pronuncia Filogenia al principio de la comedia del mismo nombre. 13. 'que está hablando consigo misma, sola'. 14. 'cortinaje que se colocaba por delante de las puertas'. Nótese el interés de Melibea porque no la vean con Celestina desde el exterior. 15. quesido: 'querido'; rodeado: aquí, 'dado la vuelta', evocando la imagen de la rueda de la fortuna. 16. La comparación del amor con la serpiente no es infrecuente en poesía, ( pero en el caso de Melibea la mención de las serpientes ha sugerido la acción del ( demonio encerrado en el ovillo con aceite serpentino (III, n, 117); recuérdese que Melibea empezó por sentir dolor de corazón tan pronto como Celestina le ofreció el hilado, Por otra parte, es frecuente en la iconografía la imagen del lujurioso o lujuriosa comido por serpientes. 17. 'tu exceso de ira'. 18. sabidor: aquí ‘sabio’. 19. gracias: 'habilidades naturales para algo'. 20. No queda claro si el antecedente de dellas es gracias, gentes o melecinas; en todo caso, lo que quiere significar es que hay personas que tienen habilidad natural para encontrar remedios a las enfermedades, y que estos remedios pueden hallarse por haberse experimentado, por haberse estudiado (arte) o por instinto. 21. bocado: aquí, 'mordedura'; se refiere a un famoso sueño de Alejandro Magno, en el que un dragón le mostró dónde encontrar una raíz como la que llevaba en la boca, para curar a su amigo Ptolomeo, mordido por una serpiente:
Muerte de Celestina (doceno auto) Celestina obtiene de Calisto, en pago de su gestión, una cadenilla de oro, que despierta la codicia de los criados. Por la noche, Calisto y sus criados van a casa de Melibea, y allí se produce el encuentro de los enamorados. Después,1os criados acuden a casa de Celestina para exigirle una parte de los beneficios que ella ha obtenido. Celestina se niega a darles nada y los criados la matan.
SEMPRONIO.[...] Danos las dos partes por cuenta de cuanto de Calisto has recibido, no quieras que se descubra quién tú eres. [...] CELESTINA. ¿Quién só yo, Sempronio? ¿Quitásteme de la putería? Calle tu lengua, no amengües1 mis canas, que soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Vivo de mi oficio, como cada cual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no me quiere no le busco. De mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón. Y no pienses con tu ira maltratarme, que justicia hay para todos, a todos es igual. También seré oída, aunque mujer, como vosotros muy peinados. Déjame en mi casa con mi fortuna. Y tú, Pármeno, no pienses que soy tu cativa2 por saber mis secretos y mi vida pasada y los casos que nos acaecieron a mí y a la desdichada de tu madre. Y aun así me trataba ella, cuando Dios quería. PÁRMENO. ¡No me hinches las narices con esas memorias, si no, enviarte he con nuevas a ella, donde mejor te puedas quejar. CELESTINA. ¡Elicia, Elicia! Levántate de esa cama, dacá3 mi manto presto, que, por los santos de Dios, para aquella justicia me vaya, bramando como una loca. ¿Qué es esto, qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¿Con una oveja mansa tenés vosotros manos y braveza?, ¿Con una gallina atada?, ¿Con una vieja de sesenta años? ¡Allá, allá, con los hombres como vosotros; contra los que ciñen espada, mostrad vuestras iras; no contra mi flaca rueca! [...] SEMPRONIO. ¡Oh vieja avarienta, garganta muerta de sed por dinero! ¿No serás contenta con la tercia parte de lo ganado? CELESTINA. ¿Qué tercia parte? ¡Vete con Dios de mi casa tú. Y esotro no dé voces, no allegue la vecindad! No me hagáis salir de seso, no queráis que salgan a plaza las cosas de Calisto y vuestras. SEMPRONIO. ¡Da voces o gritos, que tú cumplirás lo que prometiste o se cumplirán hoy tus días! ELICIA. ¡Mete, por Dios, el espada! ¡Tenle, Pármeno tenle, no la mate ese desvariado! CELESTINA. ¡Justicia, justicia! ¡Señores vecinos; justicia, que me matan en mi casa estos rufianes! SEMPRONIO. ¿Rufianes o qué? Espera, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.4 CELESTINA. ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay, confesión, confesión! PÁRMENO. ¡Dale, dale, acábala, pues comenzaste, que nos sentirán! ¡Muera, muera! ¡De los enemigos los menos! CELESTINA. ¡Confesión! ELICIA. ¡Oh crueles enemigos, en mal poder os veáis! ¿Y para quién tovistes manos? ¡Muerta es mi madre y mi bien todo! SEMPRONIO. ¿huye, huye, Pármeno, que carga mucha gente! ¡Guarte, guarte, que viene el alguacil! PÁRMENO. ¡Oh pecador de mí, que no hay por dó nos vamos, que está tomada la puerta! SEMPRONIO. ¡Saltemos destas ventanas, no muramos en su poder de justicia! PÁRMENO. Salta, que yo tras ti voy. [La Celestina, doceno auto, Ed. Crítica, Biblioteca clásica, p. 258, s.] 1
. amengües: ofendas. 2. cativa: cautiva. 3. dacá: trae. 4. ’con credenciales’, como embajador o legado.
Encuentro entre Calisto y Melibea Los criados de Calisto son apresados por los alguaciles y ajusticiados. A pesar de estas muertes, los encuentros amorosos entre Calisto y Melibea continúan.
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MELIBEA. Es tu sierva, es tu cativa, es la que más tu vida que la suya estima. ¡Oh mi señor, no saltes de tan alto, que me moriré en verlo! Baja, baja poco a poco por el escala. ¡No vengas con tanta presura! CALISTO. ¡Oh angélica imagen; oh preciosa perla ante quien el mundo es feo! ¡Oh mi señora y mi gloria, en mis brazos te tengo y no lo creo! Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no sentir todo el gozo que poseo. MELIBEA. Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición, por ser piadosa, que si fuera esquiva y sin misericordia; no quieras perderme por tan breve deleite y en tan poco espacio. Que las malhechas cosas, después de cometidas, más presto se pueden reprehender que emendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se restaura. [La Celestina, cuatorceno auto, Ed. Crítica, Biblioteca clásica, p. 272, s.]
Muerte de Calisto Elicia y Areúsa, dos mujeres protegidas de Celestina y amantes de los criados de Calisto, traman vengarse de la muerte de su protectora y de sus amantes. Para ello se sirven de un fanfarrón, que manda gente a la casa de Melibea cuando ésta se encuentra en compañía de Calisto. El ruido alerta a Calisto, quien intenta acudir en ayuda de sus criados. Al descender por una escala desde la ventana de Melibea; cae al vacío y muere. Los criados y Melibea lamentan la muerte de Calisto:
TRISTÁN. ¡Oh mí señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor, despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día aciago! ¡Oh arrebatado fin! MELIBEA. ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes, veré mi dolor; si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo! ¡Mi alegría es perdida! ¡Consumióse mi gloria! LUCRECIA. Tristán, ¿qué dices, mi amor; qué es eso; qué lloras tan sin mesura? TRISTÁN. Lloro mi gran mal; lloro mis muchos dolores; cayó mi señor Calisto del escala y es muerto. Su cabeza está en tres partes. Sin confesión pereció. Díselo a la triste y nueva amiga, que no espere más su penado amador. Toma tú, Sosia, de esos pies. Llevemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto en este lugar. ¡Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad, síganos desconsuelo, vístanos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga!. MELIBEA. ¡Oh la más de las tristes, triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor! LUCRECIA. Señora, no rasgues tu cara ni meses tus cabellos. Agora en placer; agora en tristeza ¿Qué planeta hobo que tan presto contrarió su operación? ¿Qué poco corazón es éste? Levanta, por Dios, no seas hállada de tu padre en tan sospechoso lugar, que serás sentida. ¡Señora, señora! ¿no me oyes? No te amortescas, por Dios. Ten esfuerzo para sufrir la pena, pues tuviste osadía para el placer. MELIBEA. ¿Oyes lo que aquellos mozos van hablando? ¿Oyes sus tristes cantares? ¡Rezando llevan con responso mi bien todo! ¡Muerta llevan mi alegría! ¡No es tiempo de yo vivir! ¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales! ¡Jamás conocés vuestros bienes, sino cuando dellos carecéis! Planto de Pleberio Desesperada por la muerte de Calisto, Melibea sube a la torre y, tras explicar a su padre todo lo sucedido se suicida. Pleberio, padre de Melibea, cuenta a su mujer lo ocurrido, en un discurso moral poblado de referencias a la variabilidad de la fortuna, al sentimiento de la fama y a las funestas consecuencias del amor: PLEBERIO. … ¡Oh vida de congojas llena, de miserias acompañada! oh mundo, mundo! [...] Yo pensaba en mi más tierna edad que eras y eran tus hechos regidos por algun orden; agora, visto el pro y la contra de tus bienandanzas, me pareces un laberinto de errores, un desierto espantable, una morada de fieras, juego de hombres que andan en corro, laguna llena de Cieno, región llena de espinas, monte alto, campo pedregoso, prado lleno de serpientes, huerto florido y sin fruto, fuente de cuidados, río de lágrimas, mar de miserias, trabajo sin provecho, dulce ponzoña, vana esperanza, falsa alegría, verdadero dolo. Cébasnos, mundo falso, con el manjar de tus deleites; al mejor sabor nos descubres el anzuelo; no lo podemos huir, que nos tiene ya cazadas las voluntades. Prometes mucho, nada nos cumples. Échasnos de ti, porque no te podamos pedir que mantengas tus vanos prometimientos. Corremos por los prados de tus viciosos vicios muy descuidados, a rienda suelta […]. Pero ¿quien forzó a mi hija a morir, sino la fuerte fuerza de amor? Pues, mundo halaguero, ¿qué remedio das a mi fatigada vejez? ¿Cómo me mandas quedar en ti conociendo tus falsías, tus lazos, tus cadenas y redes, con que pescas nuestras flacas voluntades? ¿Adó me pones mi hija? ¿Quién acompañará mi desacompañada morada? ¿Quién terná en regalos mis años, que caducan? ¡Oh amor, amor, que no pensé que tenías fuerza ni poder de matar a tus sujetos!
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