En esta ciudad entubada, ¿cómo queremos fluir si nos estamos hundiendo?, ¿en qué momento se nos ocurrió tapar y entubar el agua que sostuvo el origen de nuestra cultura? Y seguiremos estancados hasta que no hagamos conciencia de lo que tenemos que cuidar. Repensemos cómo somos, tanto social como culturalmente, recordemos que el agua es sagrada y merece ser tratada como tal.
Al mismo tiempo, me parece brillante cómo el concepto de “por debajo del agua” funciona para describir nuestra ―tan familiar― relación con la corrupción. Curiosamente hay bastante transparencia en los actos de corrupción política, pues se hacen con singular descaro, con la claridad que solo el agua cristalina ―no la de esta cuidad― puede revelar. Y tristemente al final, por muchos de estos ríos, corre el agua ennegrecida en donde se lavan todos los desmadres corruptos de la ciudad.
Me gusta la analogía de la vida como el mar y Mi Valedor como el barco. ¡A remarle pues, a fluir en esta existencia acuática! Adoremos el agua.