VALE DOREANDO
JOVANKA OBRADOVIC Vendedora de Liceulice (Serbia)
Jovanka Obradovic, de 62 años, ha estado vendiendo Liceulice (revista hermana de Mi Valedor en Belgrado, Serbia) desde septiembre de 2019, y lo que más disfruta es la camaradería y la comprensión que hay entre los vendedores. Aquí nos comparte su reflexión sobre el camino que la llevó a Liceulice, y nos cuenta cómo ha sido su vida durante la pandemia. Sus experiencias le han enseñado a Jovanka una valiosa lección: todo problema tiene solución si aplicas la fórmula correcta. Milica Terzic Sara Ristic traducción Ivana Radanovic y Montse Reyes cortesía de Liceulice/INSP.ngo entrevista foto
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Me enteré de Liceulice por la grave situación en la que me encontraba , pues me había quedado sin dinero . Cuando me acerqué a ellos, me dieron una copia de la revista para que la leyera. El artículo que más me impactó fue uno sobre las personas que habían tenido algo y ahora no tenían nada: me sentí totalmente identificada, y fue cuando les dije que quería empezar a trabajar de inmediato. En mi primer día vendí 10 ejemplares de la revista, al día siguiente 20, y así inició esta aventura en septiembre del año pasado [2019]. Guardé dinero para mis medicamentos. Tomo tres medicinas diferentes de las que no puedo prescindir, pues son para el corazón y la cadera. Me duele mucho cuando alguien decide pagar el doble por la revista y no acepta el cambio. Soy una persona temporalmente necesitada, pero no me gusta mendigar. Nací en un pueblo y, tras graduarme de la preparatoria, entré en la Escuela de Derecho. No pude terminar, aunque solo me faltaban dos exámenes para titularme. Trabajé como gerente comercial en la industria cárnica y ganaba bien; sin embargo, la compañía tuvo que cerrar operaciones durante los años noventa. Me quedé tanto como pude, pero la empresa cerró finalmente tras el bombardeo de Serbia en 1999. Estuve trabajando en diversas compañías privadas hasta que sufrí una gran desgracia hace seis años: en 2014 me atropelló un automóvil en un paso peatonal y esto me dejó con estrés postraumático. Tras otro accidente laboral y un ataque e intento de robo en la calle, tuve que darme de baja por enfermedad durante varios meses. Mi empleador extendió el contrato de trabajo a corto plazo pero, en cuanto terminó, me despidieron. No pude encontrar trabajo en ningún lado. Antes me sonaba extraño cuando la gente decía que uno se gasta más rápido el dinero ahorrado, pero descubrí que es cierto. Cuando me acabé todos mis ahorros fue que vine a Liceulice. Me arrepiento de no haberme graduado, porque fue solo por mi terquedad. Es el precio que estoy pagando. ¿Ven dónde estoy ahora?
En la calle. Sola. Antes tenía un gran trabajo y no quería regresar a la universidad. Cuando me iban a ascender, me preocupaba no poder dar el ancho en ese nuevo puesto. En la vida necesitas tener carácter… no como yo. Por ahora no logro perdonarme a mí misma. Pero, ¿quién diría que las cosas iban a terminar así?, ¿que estaríamos viviendo tiempos como estos? A lo largo de mi vida, he tenido momentos de gran reflexión que vuelven y me golpean en la cara. Finalmente he llegado a una conclusión: vivo para trabajar y trabajo para poder seguir viviendo. Aprovecho cada oportunidad que tengo para tejer, hacer crochet, bordar o leer; leo sin falta cada número de Liceulice de principio a fin. Nunca me aburro. Durante la cuarentena y con las restricciones por el coronavirus he tejido un montón: suéteres, blusas, chalecos… Lo hice por aburrimiento, para desviar mis pensamientos de esta realidad que vivimos. No suelo ver la televisión por mi estado mental. No sentí el impacto de las restricciones a causa del coronavirus en lo que respecta a la comida, pero sí lo sentí en mis finanzas. Es cierto que me encuentro en una posición difícil; es lo que me trajo a Liceulice en primer lugar. Pero he hecho nuevos amigos aquí y entre nosotros hay una comprensión mutua. El destino nos juntó. Ya quería volver al trabajo y ver a los demás vendedores, ¡los extrañaba mucho a todos! Casi todo mi tiempo lo paso con Svetlana: somos de la misma edad y también es vendedora. En algunas ocasiones vendemos Liceulice juntas y la pasamos de maravilla. Todos atravesamos por dificultades en la vida. Apenas salimos de una situación, llega la siguiente; pero debemos seguir adelante. Todo problema tiene solución si aplicas la fórmula correcta. ¿Y cuál es esa fórmula? No se pueden solucionar dos conflictos de la misma manera ni al mismo tiempo; debemos esperar el momento adecuado y buscar la forma correcta de remediarlo. Desde que estoy aquí, me siento más feliz y estoy de mejor humor. Prefiero mil veces trabajar que estar en casa sentada esperando a que lleguen días mejores.