#12 octubre
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bienvenidos,
modernĂcolas!
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Staff
Marta S. García José A. González Elisabeth Torres José Berlanga Claudia Morales Rubé Lerma Ana March Miguel A. Otalora Bea García Hugo Espresati Cristina Gandarias Xero Fernández Irene Jurado Iñaki Serrano Laura Luna Rivas Antonio R. Duarte Irene Quirante Efe Suárez Raissa Modesto Alejandro Berlanga Silvia García Borja Espresati Martha Barilari Ángel Bermejo Kris León Miguel Solís Varvara Vedia Omar Janaan Lily Sánchez Manu Rocha Mar Bianchi Ramiro de Heras Mireya Harillo Valentín Serrano Virginia Rota Jose C. Valderrama Rocío Cebrero J.J. Serrano Diana Hinojosa José A. Gómez Mónica de Bustos Edu Centeno Javier Martínez Diego Armando 4
Sumario
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Editorial
Una vela Cumple un año. Modernícolas cumple un año. Y con ella esa palabra que la hizo y sigue haciendo posible: la inquietud. Y como siempre queda muy hipster eso de: “La Real Academia de la Lengua Española define ‘inquietud’ como…”, nosotros no vamos a ser menos. La Real Academia de la Lengua Española define ‘inquietud’ como “Falta de quietud, desasosiego, desazón”. Pues eso. Tal cual. Modernícolas es mucho más que una revista digital malagueña sobre cultura y ocio: Modernícolas es gente emprendedora, creativa y apasionada. Modernícolas es concentrar todo tu talento en el teclado, en el click del ratón, en el disparo de una cámara, en el trazo de un lápiz. Modernícolas es querer y poder. Modernícolas es juntarse alrededor de una cerveza en TU bar y compartir humanidad. Modernícolas es reírse de uno mismo y hacer que los demás se rían de ti. Modernícolas es un estilo de vida. Modernícolas es amor, la Biblia lo dice. Y, por supuesto, Modernícolas también eres tú. Ese ser curioso que sabe que existen alternativas al tedioso y aburrido hastío. Y las busca, las encuentra y acude. Y las aprovecha: cuando está en ellas berrea la pasión del concierto, abraza la emoción del teatro, admira el espíritu del cuadro, contempla la imposible perspectiva de la fotografía… Renace a causa del arte, en definitiva. Y después exige: exige que en las crónicas y críticas digamos las cosas como son, que pongamos los puntos sobre todas las íes y los acentos en las que correspondan –como en la de Modernícolas, precisamente-. Porque el modernícola ni nace ni se hace: al modernícola simplemente se le respeta y se le cuida como persona inteligente que es. Así que gracias por todo a todas y todos. Enhorabuena a cada lector y compañero. Ahora vendrá Anni B. Sweet a cantarnos el cumpleaños feliz, que lo de Marilyn ya está muy visto. Vayan soplando la velita, que ya nosotros mientras servimos los chupitos. 6
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Nuevo espacio
Los artistas emergentes prenden la llama
Tengo un cartel que dice “fuego” entre las manos. Qué mejor palabra que esa para resumir la noche del pasado sábado, para condensar todo lo que se avecina a partir de ahora en una ciudad en la que cuesta crear, ver nuevos proyectos, buscar huecos consistentes para el arte y las nuevas voces. A mi alrededor hay cervezas flotando en una piscina, trozos de sandía, ganchitos, tortilla y chucherías, colores que contrastan con un espacio en blanco de dos plantas, que espera silencioso que sus paredes se llenen de vida. Tengo la palabra “fuego” entre las manos, pero también estoy dentro del fuego, de Cienfuegos: “Cienfuegos no es una galería al uso, ni un local comercial, ni un salón de teatro, ni una sala de lectura, ni un taller, ¿o sí? Cienfuegos es una ocasión para desarrollarse artísticamente en el centro de Málaga, donde la comunicación y el intercambio entre las artes es la primera motivación. Un espacio libre”, se puede leer en una de sus paredes. Detrás de todo esto, se encuentran cinco mentes inquietas, por ahora: Delia Márquez y su cámara fotográfica, Ignacio Estudillo y Adrián Olivares al mando de los pinceles, y Laura Franco y Cristian Alcaraz de la poesía e instalaciones. Están dispuestos a acoger pintura, poesía, teatro, conciertos… ¡y lo que surja! Cultura sin limitaciones y sin imposiciones. Según Cristian Alcaraz: “Se trata de un taller de los integrantes y un expositor de la cultura emergente, ya sea de Málaga o Andalucía. Para mí, es un lugar de encuentro, un sitio donde pasar largas horas escribiendo, pintando, haciendo instalaciones… pero también donde poder observar lo que otros artistas pueden ofrecernos y crecer juntos en la ciudad”. La idea surge tras la estancia de Ignacio, Laura y Cristian 8
en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, que duró un año: “Vimos cómo se trabajaba y cómo se mezclaban las artes y nos dio pena olvidarlo. Nos unimos ahora en Málaga para hacer lo mismo. Nuestro primer objetivo es crear. Creo que vamos a aportar un tipo de espacio joven, donde la creación sea lo más importante y no esté sometida a nada”, afirma Cristian. En la inauguración de este fin de semana hubo música a cargo de Eat the beat, un grupo experimental que jugó a construir y a destruir a partir de las palabras. “Prima de riesgo”, “leche” o “alegría” gritaban de repente entre el público, poniéndolo todo en marcha, o trazando el fin con una “explosión”. Y del violín, la guitarra y los huracanes pasamos al teatro, que disfrutamos en la planta de arriba con los chicos de BajoTierra. Pero lo más importante no fue la noche, ni las marañas de palabras que intentan explicar qué es esto que se avecina en nuestra ciudad. Lo importante viene a partir de ahora, del punto final. Abran fuego.
Texto: Kris León Foto: Borja Espresati
Ópera
Más que bravo, ¡bravíssimo! La reacción fue apoteósica. Un raudal de enardecidos aplausos hizo tronar el Cervantes apenas Plácido Domingo apareció sobre el escenario. No fue sino con titánico esfuerzo que el tenor consiguió finalmente apaciguar la sala y pronunciar un discurso durante el cual apeló en tono jocoso, eso sí, a la comprensión del público malagueño, que tantos años hubo de aguardar su debut en nuestra ciudad. Los dorados pórticos del elíseo lírico habían sido abiertos. La Orquesta Filarmónica de Málaga, que a lo largo de la noche sería dirigida tanto por Plácido Domingo como por el estadounidense Eugene Kohn, inició el concierto con una enérgica interpretación de la obertura de Il barbiere di Siviglia, cuya famosa aria Una voce poco fa fue acto seguido elegantemente ejecutada por Micaëla Oeste. No obstante, a pesar del incuestionable talento de la soprano, fueron el intenso dramatismo, asombrosa potencia vocal y expresiva incandescencia del tenor italiano Vittorio Grigolo los que lograron un efecto catártico sobre los asistentes, oyéndose los primeros “¡bravos!” de la noche. Cautivadoras piezas del repertorio belcantista, arias y duetos de Rossini, Donizetti y Gounod dotaron de patente emoción a la primera parte de la gala. Tras el intermedio, el guitarrista Ángel Romero nos trasladó con su interpretación del Concierto de Aranjuez hasta oníricas esferas sonoras, dando paso luego a un Plácido Domingo que interpretó magistralmente varias piezas de zarzuela. Una experiencia inolvidable, tras la cual la salerosa soprano Angel Blue nos embelesó con su dulce voz y su naturalidad. Como dato curioso, decir que la ovación más prolongada se la llevó Vittorio Grigolo tras haber interpretado Che
gelida manina, de La Bohème. El italiano se encargó de amenizar el festival con bromas, guiños al público e incluso un zapateado flamenco. Completado el programa oficial del concierto, los pletóricos artistas fueron obsequiados con flores -lanzamiento a platea incluido-, aunque algunos mientras tanto fantaseábamos con las sorpresas auguradas por Vittorio Grigolo. Aún no había acabado la noche. El agradecido público disfrutó hechizado de las copiosas propinas, entre las que figuraron una Fantasía andaluza, que el guitarrista Ángel Romero tocó en honor a su padre, compositor del tema, o un emotivo Adiós, Granada mía, interpretado por Plácido Domingo. El broche de oro lo pusieron, rozando ya la medianoche, dos canciones napolitanas: ‘O sole mio con Vittorio Grigolo como solista y Non ti scordar di me, en esta ocasión todos, tenores y sopranos, agrupados en un cuarteto de privilegiadas voces que sembraron rostros de henchida satisfacción y nos infundieron la vívida sensación de haber presenciado un acontecimiento memorable.
Texto: José Berlanga Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes
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Concierto
Noche eterna con Love Of Lesbian Para la mayoría de los que estábamos allí, no era la primera vez. Y puede que tampoco la segunda. La mayoría de los asistentes ya sabían que un concierto de Love of Lesbian era algo diferente: Hay cosas que sabes que van a pasar, que seguramente habrá disfraces, capas de superhéroe, bailes, coros con el público, saltos… Todo eso que puedes intuir que pasará, y que esperas que pase, porque también sabes que cada vez que ocurre es distinto, y sigue siendo especial. Así que ahí estamos, algunos desde las cinco de la tarde, bajo la lluvia, esperando a John Boy, sintiendo que nos falta algo si las luces del Palacio de Congresos se encienden al final del concierto sin que haya sonado Incendios de nieve. Pero antes de la aparición de los lesbianos, los malagueños Cosa Mala ejercieron de teloneros para calentar un poco el ambiente a ritmo de rock. Un sonido bastante distinto a lo que escucharíamos a continuación, eso sí. A continuación, suena elTercero segunda y ya están ahí: Santi Balmes a la voz, el protagonista; Julián y Jordi a las guitarras; Joan Ramón al bajo y Oriol a la batería, los de siempre, aunque hoy vienen 10
hasta con Ricky Falkner. Algunas voces corean a Santi incluso antes de empezar el concierto. Pasión pura entre las fans. “Bienvenidos a la noche eterna”, nos anuncia el cantante, que empieza con Belice, El hambre invisible y Noches reversibles, con el habitual coro del público: “oh, oh, oh… creo que voy a empezar a romperme”. Y hasta con maxi sujetador enganchado en el mástil de la guitarra de Santi. El Sr. Balmes desliza sus ojos azules de izquierda a derecha, buscando el contacto con la gente y provocando suspiros —o gritos— entre el público. Alude al precio de la entrada, que costaba unos 25 dolorosos euros, ante lo que se excusa: “Por causas ajenas a la banda. A cambio, vamos a darlo todo”. Y ofrece una dedicatoria colectiva con Seres únicos. La noche avanza, y nos habla de una de esas noches eternas en la que podemos no encontrar nada, y que en su caso le llevó a encontrarse con La niña imantada. Reaparecen también las habituales: Domingo astromántico, Segundo asalto, Los colores de una sombra y el viaje en taxi de vuelta a casa en 1999, que rematamos con “todas las promesas de mi amor se irán contigo, por qué te vas”, y un trocito
de Voy a romper las ventanas. “No sé si teníais algo que hacer ahora pero vamos a tocar bastante, ¿eh?”, nos anuncia Santi antes de Las malas lenguas. Antes de una pausa, entre antenas y tejados, llega Wio. Luego vendrán algunas más de La noche eterna, los días no vividos: Nadie por las calles, Si tú me dices Ben yo digo Affleck o Toros en la Wii. También sonará un “cumpleaños feliz”, en honor a Julián. La noche se convierte en un vaivén entre el nuevo disco y el obligatorio 1999, del que siempre caen bastantes temas, por no decir casi todos. Es difícil dejar atrás un pack de canciones tan redondo, aunque las más nuevas se desenvuelvan bastante bien a estas alturas. Como novedad, hay espacio para las canciones más desnudas, algo a lo que no pueden recurrir en festivales. Santi, al borde del escenario, busca acortar la distancia y muestra más que nunca su voz rasgada en Los días no vividos, alzando el vaso que sujeta. Como sorpresa, La parábola del tonto: “Ya no sé quién soy, tan solo sé que hay más luz de lo habitual”. De las más emocionantes, sin duda. Brutal juego de luces,
potente y desgarrada, golpes de batería que van rajando la canción y un Santi Balmes que se deja llevar por el escenario, perdiéndose con una música que nos empuja a todos. Como cierre, Oniria e Insomnia hacen acto de presencia, justo al final, dejándonos la promesa de un “reencuentro inesperado en noche azul”. Aunque, por ahora, nos quedamos con el sabor de esta noche eterna, condensada en casi dos horas y media de música.
Texto: Kris León Foto: Hugo Espresati
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Concierto
Cuando las canciones rebosan del escenario La noche del jueves en La Botica fue una de esas en las que es difícil hacerse hueco. Y eso se agradece, porque significa que sigue habiendo gente dispuesta a ir a un concierto y pagar por su entrada cuando la ocasión lo merece. Así que allí estábamos, algo amontonados, esperando que apareciera una gaditana que afirma tener Málaga como segunda casa. Carmen Boza salió acompañada con su guitarra, sencilla, con vaqueros, camiseta, una sonrisa y unas cuantas historias que compartir entre canción y canción. El silencio se mantuvo durante el concierto: hubo que rendirse ante esta chica menuda que esconde mundos gigantescos dentro, que abre la boca y desde el primer minuto hasta el último va deshaciendo ese cosmos que le recorre las venas. El concierto empezó con una de las habituales, de las que le piden siempre al final, A la altura justa de tus ojos. “Canción ñoña no, sentía“, afirmó. Y para esos momentos en los que sobran las palabras, De lirios y de éxtasis: “A veces me canso de tanta poesía, que quiero decirte a viva voz todo lo que te haría”. Un huracán dulce daba vueltas en La Botica. Boza puede hacer temas que hablen sobre momentos en los que sientes que todo es una estafa, o dedicar una canción muy especial a su padre, que la habría desheredado si la hubiese escuchado. También puede tocar una canción que compuso y compartió la tarde antes en la red, donde “saber planear no garantiza que salgan los planes, se cansó de volar sin ir a ninguna parte” (La dueña del abecedario). Las más cortitas fueron algunas de sus “píldoras” numeradas del uno al diez. Sonaron las de su EP Lapislázuli, y también algunas más antiguas. 12
Llegó El ejército, algunas nociones sobre Distancia de seguridad o una Nana poco habitual. También sonaron Sin salida, Octubre y Dos puntos sobre o. Después todavía había ganas de más, porque se hizo corto. Se notó que Málaga la extrañaba. Y desde luego se disfrutó ese cúmulo de canciones que sostenían una poesía que, inevitablemente, acabó rebosando los acordes, las palabras, el escenario… y nos empapó a todos.
Texto: Kris León Foto: Borja Espresati
Concierto
Cómo desmarcarse del “típico-concierto-de-cantautor”
Este sábado, en La Botica, son dos sobre el escenario. Uno de ellos es Alis, o Pachi García, un tipo con gorra, barba y un puñado de canciones en los bolsillos; el otro es Emilio Sáiz, o Nothing Places, acompañándole para crear atmósferas envolventes con su guitarra y a los pedales. A lo mejor esperas que te hable sobre el “típico” concierto de cantautor —confieso, yo también lo esperaba— pero te equivocas, y yo me equivocaba. Si tuviera que definir con unas pocas palabras lo que me pareció el concierto, diría que Pachi y Emilio son bestialmente mágicos. Empezamos a diseccionar canciones, y es que sonaron buena parte de los temas de su último disco, Material de disección. Todo comienza a cambiar cuando nos rodean estrellas y asteroides, cuando la primera canción suena como un golpe de alas que nos invita a elevarnos, Viaje en Zeppelín. Desde entonces nos quedaremos ahí, suspendidos entre el aire de una canción y otra, lanzando un Boomerang mientras que “todo es polución para mi imaginación” y alguna especie de universo se deshace. Hasta la tercera canción, Alis no pronuncia palabra, aunque sus temas hablan por él: “Gracias por venir, porque los músicos tenemos la fea costumbre de comer”. Hay que decir que su directo engancha: es bastante distinto escucharlo en casa a a escucharlo en vivo. Sin embargo, hubo muchos que se perdieron la genial transformación: una vez más, se echó de menos más cantidad de público, algo bastante habitual en numerosos conciertos de calidad que se hacen en Málaga. Pero la noche sigue, flota entre canciones, y nos susurra un No me sueltes. Junto a mí, algunas voces susurran los temas de Alis, que une palabras con extrema
delicadeza, como si fueran a romperse, como si buscaran apoyo unas en otras y de esa materia frágil surgiera auténtica vida. Se trata, sin duda, de un concierto íntimo donde destaca la voz de Pachi, desgarrándose, cálida, pero también la de Emilio, a su lado. Aunque es un músico muy joven, ha recorrido escenarios junto a artistas como Iván Ferreiro, Fon Román o Russian Red. Juega con la guitarra y sus pedales, enredando distorsiones que nos magnetizan, y entonces él, al igual que que nosotros, dibuja las letras con su boca y también se ve obligado a cerrar los ojos. Otro momento especial tuvo lugar cuando de dos pasaron a ser tres, porque Conde, líder de Santos de Goma, apareció para compartir Mi cuarto y mitad. Cuesta contenerse y no trasladar las letras de Alis al papel, pero es inevitable cuando un niño está sentado en primera fila, con toda la vida por delante y sin embargo abre los ojos y tararea “a veces siento que se me escapa el tiempo”. Bueno, cantó esa y la mayoría de canciones, quizás también Contraseñas, o Cuando e sol nos dé calambre, que todos recibimos poniéndonos en pie. La versión del 7 de septiembre, de Mecano, fue ese regalo extraño y dulce a partes iguales. Al final nos esperaba Human, de los Killers, que terminaron sonando en La Botica cuando Pachi y Emilio bajaron del escenario, dejando entre sus paredes, y en nosotros, los restos de una noche muy especial. Texto: Kris León Foto: Borja Espresati
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Concierto
Sweet Anni O’ Mine Vengo armado hasta los dientes. Hoy no va a pasar lo de aquella noche en el Albéniz. Llevo toda la tarde escuchando a The Black Crowes, visto mi camiseta de Burning, mi chupa de cuero y conozco al enemigo. Son las 21:15 y a las 172 personas que abarrotamos el auditorio del Museo Picasso no se nos oye ni respirar. Se abre la puerta lateral del escenario, Anni B. Sweet entra, cierra y se dirige a una de las dos sillas vacías. Allí está, vestida de negro de pies a cabeza y con los labios rojo sangre, como la única luz que la ilumina. El público rompe a aplaudir. –Buenas noches, soy Anni B. Sweet y voy a tocar unos temas en acústico– dice mientras coloca la cejilla en el cuarto traste de su guitarra. Cuando me quiero dar cuenta, estamos ya en el estribillo de la segunda canción –Catastrophe of love–. El auditorio está en absoluto silencio y yo no recuerdo dónde coño he estado los siete minutos que hace que empezó el concierto. No he sido capaz de tomar una sola nota para esta catastrophe of crónica. Anni me lo está volviendo a hacer. Al acabar el tercer tema, Train song –versión de Vashti Bunyan–, nos pregunta 14
qué tal estamos mientras mira su guitarra. Tiene esa timidez que te traspasa, que te deja totalmente desarmado. La chica tímida me tiene completamente intimidado en la butaca mientras mutea notas de su guitarra a la vez que aúlla con perfecta afinación y timbre de terciopelo a un auditorio lleno hasta la bandera. Para acompañar a Anni en la parte central del concierto, aparece en el escenario el músico toledano Nahúm García, apoyando los temas con arreglos de guitarra eléctrica –vibrato y slide incluídos– y coros. Sintiéndome tremendamente pequeño y aferrándome a mi butaca como último bastión del rock and roll, llega el turno de At home, cuyos coros nos enseña para que participemos todos. Tras una prueba inicial, llega la canción y el resultado es tremendamente bonito. En ese momento, imploro que se abran las puertas del auditorio, que entren Johnny, Joey, Tommy y Dee Dee Ramone como si fueran las SS y me den dos tortas que me hagan reaccionar, pero ya es tarde. Entre los temas de su último disco intercala alguno del primero como Motorway o Taking pictures of you, de The Kooks.Interactúa con el público tras cada canción, se
muestra cercana a pesar de la timidez. Está en casa y a gusto. ¿Y qué es de mí a esas alturas? Yo ya soy un monster, el doble de monster que la noche aquella del Albéniz. Tras tocar las que dijo que iban a ser las últimas, Religión de Lori Meyers y Shiny days, abandona el escenario entre un auténtico tsunami de aplausos… aplausos que la obligan a volver. A petición del público interpreta Again, Monsters y Locked in verses. La gente, de pie, vuelve a dejarse las manos aplaudiendo mientras ella abandona el escenario. Una hora y veinte minutos es el tiempo que ha necesitado para dejar el auditorio completamente patas arriba, mis ojos como platos y la libreta vacía. Anni 2, Miguel 0, pero no importa. Cuento con la seguridad de que, de haberla conocido en su momento, el Johnny B. Goode de mr. Chuck Berry sería ahora el Anni B. Sweet de mr. Chuck Berry. Y eso lo saben hasta los chinos, que no tienen ni puta idea de rock and roll. Texto: Miguel Solís Foto: Manu Rocha
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Danza
La sala vacía que se llenó de emociones Si tuviera que elegir una palabra para describir el espectáculo de danza que solo unos pocos privilegiados presenciamos el viernes en el Teatro Echegaray, elegiría “íntimo”. Íntimo significa que proviene muy del interior, que se gesta dentro, muy dentro de todo, y la obra de la compañía La Permanente lleva intrínseca esa profundidad interior que por honesta, es también indivisible de lo auténtico. Una obra que parte como un homenaje a la palabra y logra trascender el mero uso del símbolo, para situarse en la reflexión, en la búsqueda del arduo camino que el verbo recorre dentro y entre todos nosotros. Apenas trece personas nos dimos cita para ver Una palabra, obra enmarcada dentro del ciclo Danza 2012, lo cual es un dato sumamente llamativo. Pero no voy a centrarme en eso, pues no me corresponde a mí, sino a los estadistas buscar la causa de tan poca afluencia. Sentados en sillas dispuestas en semicírculo sobre el escenario, estas trece personas tuvimos el privilegio de ver el despliegue del suntuoso arte de la danza. Fuimos testigos de cómo una sala vacía puede llenarse de emociones. El escueto pero preciso decorado —consistente en un sofá rojo, una lámpara, una pila de libros desparramados en el suelo y dos micrófonos— sirvió para desarrollar el viaje hacia el mundo interno de las palabras. Un recorrido al que nos dirigimos sin adornos, guiados por la destreza de los movimientos de las bailarinas sevillanas Paloma Díaz e Isabel Vázquez. Con una puesta en escena que, sin utilizar ningún recurso lumínico, esto es, sin hacer ni un solo juego de luces, logró impregnar la atmósfera de una tensión y una profundidad del todo sugerentes. Circundando la comunicación y el silencio y penetrando en la 16
génesis del entendimiento, los movimientos de la danza consiguieron situarnos en la emoción del lenguaje, en el caleidoscópico carruaje que nos une en forma de símbolo con el universo exterior, y de forma aún más compleja, con el propio. Una apuesta arriesgada que se llevó a buen puerto gracias a la precisión en el texto y en la danza, que logró condensar en sugerencia lo que de haberse delimitado solo con palabras, quizás hubiera resultado inaprensible. Un trabajo profundo e íntimo reservado solo para el deleite de unos pocos paladares exquisitos.
Texto: Ana March Ilustración: Antonio R. Duarte
Concierto
Juanes y su mitin de optimismo
La publicidad sobre Colombia invade mis oídos nada más entrar al nuevo recinto del Málaga Auditorium Club; las fundas de color burdeos que recubren las sillas de plástico y el que no haya demasiadas filas dan a la sala una calidez necesaria. Entre el público, numerosos latinos que se fotografían emocionados con el escenario de fondo, donde hay un espacio vacío solo con instrumentos, y un precioso telón de fondo. Aplausos, han aparecido los músicos y, a diferencia de otros conciertos, no comienzan a tocar hasta que aparece en el escenario Juanes. La música llega con él; él es la música. Durante los primeros acordes de Fíjate bien el público, ya enloquecido, canta; surgen, durante la canción, unas telas del suelo que suben poco a poco y quedan desplegadas como si fueran las velas de un gran barco; el viaje ha comenzado. Podemos escuchar ahora La paga y de forma encadenada La camisa negra; su pelo, empapado ya en sudor, demuestra que se está dejando el alma. El artista se toma un respiro y nos habla sobre la felicidad y lo fácil que es encontrarla dentro de uno mismo como introducción a La señal. Los pies siguen pegados al suelo, pero ya han comenzado a moverse desesperadamente los hombros y la cabeza. Entre canción y canción, el cantante nos ofrece un verdadero mitin de optimismo donde no faltan los mensajes a la difícil situación que se está viviendo en España. Suena entonces Difícil, y la escenografía se descompone, las telas caen, el velero naufraga, demasiadas coincidencias. El mensaje ahora es para los colombianos que asisten al concierto: Rebelión. Y, por fin, todos en pie. Se
respira alegría y fiesta, el barco, que se ha vuelto a componer, nos ha trasladado directamente a su país natal. Para finalizar, Juanes nos regala Dime, un tema inédito, y nos invita a grabarlo en video para subirlo a YouTube o adonde queramos. Para entonces, los laterales de la sala han sido invadidos por improvisados bailarines que ondean banderas colombianas; reina el júbilo entre los asistentes que llegan a la catarsis con Mala gente. El viaje ha terminado.
Texto: Diego Armando Foto: Borja Muñoz
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Concierto
Málaga acude a del post rock Aun faltaban dos semanas para el concierto, y en Modernícolas Bar me dijeron el nombre de dos bandas: Toundra y Lisabö. Me terminé la cerveza y los apunté. No los conocía, y nunca sabes cuando vas a conocer un nuevo grupo que te llame la atención. Ya en casa, me puse a escucharlos y llegué a la conclusión de que iba a ser una gran noche en la sala Eventual ¡Y no me equivocaba! Había mucha gente fuera, pero dentro más aun. Parece que poco a poco Málaga va despertando y haciendo caso a la carta cultural que ofrece, pensaba yo mientras empezaba el concierto de Toundra. Saben hacer buen post-rock y lo van a demostrar en su gira europea, que los llevará a Francia, Suiza y Alemania. También lo demuestran, por supuesto, en su propio país. Los madrileños aparecen sobre el escenario mientras reciben una fuerte ovación por parte del público. Tras agradecer la cálida acogida y saludar a los asistentes, suenan los acordes de Ara Caeli, el primer corte de su último trabajo III (2012). Gran parte del público está con los ojos cerrados meciéndose al ritmo de la música, disfrutando de cada sonido, de 18
cada acorde, de cada matiz. Otros más inseguros aun no se dejan llevar. Tal vez sea su primer concierto de post-rock. El grupo dio un repaso general a su discografía, y sonaron temas como Cielo Negro, Marte o Zanzíbar, entre otros. Finalmente, se despidieron con Medusa entre aplausos y silbidos ¡El tiempo había pasado volando y los asistentes querían más! Tanto es así que cuando la banda salió a recoger las pedaleras y a despejar el escenario para Lisabö, el público ni se había movido y reclamaba un tema extra. La formación, atónita, y tras deliberar, decidió poner la guinda a la noche con Espírita dejando por fin más que satisfechos al respetable, que sabía que la noche no hacía más que empezar. Entonces, el escenario se iluminó completamente con luces blancas y Lisabö saltó al escenario. Los de Irún agradecieron la asistencia del público: “En serio ¡Muchas gracias!” exclamó Karlos, guitarra y voz, demostrando que cantar en euskera no les ha cerrado ninguna puerta. De hecho, incluso han colado su álbum Animalia Lotsatuen Putzua entre lo mejor de 2011.
a la llamada Sobre las tablas, dos baterías, dos bajos y dos guitarras esperaban su turno para poner a prueba los cimientos de la sala con su noise-rock / post-rock. Empezaron a hacerlo con Guerra fría, tratando de alcanzar el listón que Toundra había dejado bien alto. Pero poco a poco, y con temas como Lakanika o Evens dejaron claro que también saben hacer disfrutar al público. Tocar al ritmo que lo hace Lisabö debe ser extenuante, pero no nos gustó ver como no le dieron a los espectadores ese bis que reclamaban. Aun así, está claro que los asistentes salieron de la sala con esa sensación que te deja el post-rock: llevas unas horas en el mismo sitio y sin embargo la música te ha llevado a lugares que ni siquiera sabías que podías imaginar.
Texto & Foto: Hugo Espresati
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Ópera
Más allá del protocolo operístico ¿Habéis ido alguna vez a la ópera? Yo había ido a alguna en salas pequeñas, y la voz del protagonista era capaz de envolver la sala y transportarte a recónditos lugares. Esta vez, la cita era en el Teatro Cervantes, así es que, sin tener ninguna idea de ópera, me planté allí. La mayor parte del público era de un nivel socio-económico alto; los taxis y las peluquerías esa tarde hicieron negocio. Pero entre ellos algún que otro donnadie, que vestimos de Zara, venimos en autobús y no recordamos la última vez que fuimos a la pelu; también atisbo a ver incluso a alguno con melenas y piercings, de lo que deduzco que hablamos de buena música y como tal, no debe entender de clases sociales, ni de modas. Cuando entramos nos indican enteramos que hay un protocolo para los aplausos. Tras los temas que conforman el ciclo de “lieder“, Frauenliebe und leben de Robert Schuman, se producirán los primeros aplausos y así sucedió rigurosamente. En el escenario únicamente un piano de cola, el pianista y ella. Imposible que la atención se fuera para cualquier detalle, solo la voz y el piano. Les confieso que en más de una ocasión me daban ganas de aplaudir y lanzar algún olé, pero no quería que por mi culpa alguien se perdiera alguna de las notas celestiales. Arteta, plantada delante de unas mil personas, dejó salir de su caja de resonancia el repertorio, a la que acompañaba de manera extraordinaria Rubén Fernández-Aguirre —el pianista— y juntos, hacían que pareciese fácil, aquello que bien podría considerarse sobrenatural. Tras un breve receso, vuelven para interpretar dos Canciones del recuerdo y tres canciones sobre textos de Antonio Machado dedicadas a Ainhoa Arteta, de Antón García 20
Abril; y por último, siete canciones populares españolas del maestro Manuel de Falla. En esta segunda parte, las obras nos llegaban más porque además entendíamos la letra. ¿Cuál era aquí el protocolo? Y, ¿por qué existen estas normas en algo tan pasional? Hubo alguno que se atrevió a lanzarle un grito al finalizar la canción, e incluso otros que, por equivocación o por pasión, aplaudieron antes de tiempo, lo que ocasionó una reprimenda en forma de “¡chist!” por más de un purista. Al finalizar el repertorio, a ambos le entregaron tanto sendos ramos de flores. El pianista lo lanzó al público (creo que es otra de las normas no escritas de los recitales operísticos), pero a ella le emocionó que fueran rosas blancas —las favoritas de su madre— y decidió quedárselas y regalarnos una de las canciones favoritas de su progenitora, A Chloris. Queríamos ponernos en pie mientras aplaudíamos, pero no nos atrevimos por miedo a que nos pegaran un coscorrón por levantarnos a destiempo. Tras su madre, le llegó el turno al malagueño Carlos Álvarez, con un tema de la zarzuela La del manojo de rosas. Los aplausos provocaron un tercer bis, el aria Io son l’umile ancella. Al finalizar —ahora sí—, el aforo al completo se puso en pie para brindarle una ovación con un estrepitoso aplauso.
Texto: Cristina Gandarias Foto: Virginia Rota
Literatura
Desmontando el “porno para mamás” de ’50 sombras de Grey’ “Cincuenta sombras de Grey es un fenómeno de ventas, lo compran tanto hombres como mujeres”, nos dice la especialista de la FNAC que abre, con su opinión, la mesa redonda en torno a este polémico best seller. Pero miro a mi alrededor y solo veo mujeres. 12, para ser más exactos. Comenzamos poniendo en tela de juicio su calidad literaria dentro del género al que pertenece. Sin el morbo que despierta la etiqueta -más que discutible- de novela erótica no se habrían vendido ni la mitad. De hecho, el crítico del New York Times, que la bautizó peyorativamente como “porno para mamás”, lejos de perjudicar las ventas, acabó incrementándolas. Así se convirtió en “el libro del que todo el mundo habla”, tal y como reza su propia promoción. Sale a colación su falta de originalidad y sus paralelismos más que evidentes con Crepúsculo -pues nació como fan fiction de la saga de los vampiros que brillan- y con la película La secretaria, esta para los cinéfilos más avispados. “De acuerdo, aunque el libro deja mucho que desear, gracias al éxito de E.L James se ha abierto una puerta a todo un género”, se escucha. Todo lo que sea incitar a leer es positivo aunque sea de la mano del perverso Grey. ¿O no? Entramos en terreno pantanoso.La polémica levantada por este libro no reside en lo sexual. El debate está en el papel otorgado a la mujer dentro del jugueteo del protagonista. Las chispas surgen cuando,poniendo esto sobre la mesa,una chica joven excusa al protagonista alegando que Ana Steel consiente en todo. Hablamos de un hombre controlador que la somete psicológicamente hasta que entra en sus juegos sexuales sadomasoquistas, no por placer, sino porque su voluntad ha quedado anulada por las sombras de Grey.
Este es el verdadero peligro de una novela en la que los incoherentes personajes apenas son esbozados psicológicamente, se concluye. Los límites entre la víctima y el verdugo quedan desdibujados. El maltratador psicológico no es presentado como alguien del que huir, sino como alguien a quien hay que ayudar a redimirse; bienvenidos a la quinta esencia del universo femenino y, de seguro, a una de las claves del éxito de esta novela: la Bella cambia a la Bestia. Muchas adolescentes lo compran, apuntan desde el otro lado de la mesa. Eso es lo preocupante, dice alguien, que mujeres que no son capaces de detectar el maltrato al leer esto idealicen al maltratador llegando a enamorarse de él platónicamente. Y en estos términos se discute cuando ¡aparece un hombre! Su opinión resulta refrescante tras haber estado enfrascada en ese universo femenino capitaneado por la escritora Regina Román, que nos pregunta si recomendaríamos el libro. La respuesta es unánime: no.Todo se reduce a la curiosidad. Es por lo que todos los que estamos allí hemos leído el libro. Con semejante tormenta de ideas, salgo pensando que, puestos a buscar un ideal romántico al más puro estilo Cenicienta -llamadme anticuada- prefiero al Richard Gere de Pretty Woman. Que sí, que es un tópico, pero sin duda es más sano que caer a los pies de Christian Gray.
Texto: Diana Hinojosa Ilustración: Mónica de Bustos
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Concierto
Vino español y Richard Hawley susurrando en mis oídos Sin palabras; extasiada, atónita, como si me hubiesen dado un puñetazo en el estómago. Así se queda una al salir de una cita con Mr. Richard Hawley y su banda. Si mi criterio periodístico me lo permitiera, me tomaría la más cursi de las libertades poéticas, pero creo que en ocasiones como esta (un concierto único ofrecido a más de 400 espectadores en el Auditório Edgar Neville), lo justo es que se cuente cada detalle de este monumental encuentro. Lo mejor de las dos horas para contemplar a uno de los hijos más ilustres de la prodigiosa Sheffield. Todo empezó sin la famosa puntualidad británica. Diez minutos de retraso y Richard Hawley dejaba el backstage para tomar su sitio, enfundado en una chupa de cuero, llevando gafas de pasta y deslumbrando a todos con su tupé (¿como no?). A sus pies se podía ver desde adolescentes hasta señores de pelos blancos y actitud roquera. Gente que, minutos antes, apuntaba sus direcciones en la lista de emails disponible en el stand de merchandising. Algunos aprovechaban para pedir al anfitrión de la noche cosas como “Please Mr. Hawley come to Málaga again“. 22
La magia empezaba con Standing at the sky’s edge, canción que da nombre a su nuevo album, el séptimo en solitario desde que dejara su labor como guitarra en Pulp. Casi cinco minutos de una potente bomba sonora que presagiaba lo que iba a venir. En los 14 cortes presentados, Hawley y sus músicos nos dejaron boquiabiertos. Bajo los focos se veían caras de contemplación absoluta. Al final de cada canción, el músico, cercano y amable agradecía en claro y buen español. Alquimista de sonoridades, Richard dejó patente porque para muchos es uno de los grandes de la guitarra. Lo suyo (y de parte de su banda) es sacar el máximo partido de un instrumento. Y si son varios, desde una Rickenbaker hasta una Gibson, aún mejor. El desfile de guitarras, aparte de su susurante voz, fueron los protagonistas de la velada. La mitad del setlist estuvo plagado de canciones del nuevo disco, un trabajo excelente que le ha valido a Hawley una nominación en los Mercury Prize (los premios de la música británica). Contiene canciones profundas como Leave your body behind you, que el chico de Sheffield le dedicó a Picasso. Durante toda la noche, a lado
del micrófono, una copa de vino español le esperaba. “¿No hay un bar por aquí?” bromeaba, haciendo alusión a la prohibición de vender alcohol en el recinto. Haciendo uso de su humor británico, Richard Hawley supo como entretener, sea cantando, tocando o hablando de lo que le da la gana. “¿Sabéis que? Mi padre aún trabaja, así que a mí no me pueden comprar”, fueron sus palabras en solidaridad a la lucha ciudadana por mejores políticas laborales. Pero el Hawley comprometido también dejó paso para el Hawley más romántico, ochentero y muy enamorado de su mujer, musa inspiradora para muchas de sus letras. Open up your door, Hotel Room o The Ocean ya se han hecho clásicas, obras maestras de la melodía al más puro estilo Burt Bacharach. Hijo y sobrino de notables guitarristas, Richard Hawley tiene un ADN privilegiado. Para colmo, ha sabido codearse a verdaderos artistas como Dean Beresford, bateria, o Collin Eliot, su guitara base y productor en Coles Corner, el disco en que se dio a conocer fuera del contexto britpop. En estos diez años trabajando por su identidad musical,
Richard Hawley es un indiscutible corredor de fondo. Su nueva inmersión nos ha llevado al mundo del rock progresivo más cañero con todos sus riffs interminables; atrás ha quedado el crooner aparentemente inocente. A sus 45 años es icono para muchos, como los mundialmente conocidos Arctic Monkeys (¿quién ha copiado el peinado a quién?) pero se siente como uno de los paisanos de su pueblo natal. En la tierra que vio nacer grupos como Moloko o Def Leppard, Richard Hawley es uno más. Y eso es justo lo que le hace aún más inigualable. Raissa Modesto
Texto: Raissa Modesto Ilustración: Antonio R. Duarte
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Inmensa Festival Jueves. Día laborable. Miras el reloj y ves que aún queda una puta hora para terminar la jornada. Una hora para quitarte el disfraz, ponerte la camiseta de tu grupo favorito y quedar con tus colegas para ir a la sala Eventual Music, donde está a punto de comenzar la segunda edición del Inmensa Festival. Los encargados de organizar el evento son ni más ni menos que Kromatik Musik, que saltan la valla de seguridad y se la juegan para traer lo mejor del metal nacional a nuestras tierras. 25
Concierto
La banda malagueña Hueco Here serán los encargados de abrir el festival con la ardua tarea de enfrentarse a una sala aferrada a la barra, la cual poco a poco parece que van despertando con los screamings de Dani, voz de la formación, quien afirma que llevaban un tiempo sin tocar. Suenan muy bien. Suenan potentes. Tanto que la gente se aleja de la barra y no dudan en acercarse más al escenario.Van anunciando el final de su corta pero intensa actuación cuando entre el público algún fan grita el nombre de la formación. Pueden estar orgullosos; han ganado la batalla. ¡La sala ya está caliente! Los también malagueños Sacristía saltan al escenario. Una formación bien conocida para los amantes del metal extremo de la ciudad ya que llevan batallando escenarios desde mediados de los 90.Con algún que otro problema de monitores durante los primeros temas,los tres componentes de Sacristía van desgranando sus dos maquetas ante un publico más que aceptable teniendo en cuenta que era jueves.Sonaron temas como Piedras para mi tejado,Sistema inhumano o De tripas corazón que, con un sonido crudo y potente, consiguieron calentar los ánimos hasta hacer que más de uno se lanzara al pateo.Dejan claro que aún queda Sacristía para rato al presentar un nuevo tema, Animal sin escrúpulos. Hilaron un concierto sin pausas, con brevísimas paradas entre canción y canción,lo justo para presentarlas y dar las gracias una y otra vez al público asistente. Angelus Apatrida llegan desde Albacete y demuestran por qué son, hoy por hoy, uno de los referentes del nuevo metal español. Con cuatro discos en sus espaldas y un directo demoledor es justo decir que son el centro de atención 26
en esta primera jornada del Inmensa Festival. El show anuncia su comienzo con un apagado de luces que deja a oscuras a un público que no deja de vitorear a la banda -”¡Angelus, Angelus!”- y que recibe con una gran ovación a todos y cada uno de los componentes de la banda cuando estos saltan al escenario entre los primeros acordes de esa magistral clase de metal técnico que es You are next,el tema que también abre su ultimo disco The Call. Nos gustó ver a los integrantes del grupo con camisetas de otros grupos españoles -concretamente de Crisix e In Mute- saber que hay una escena metalera en este país,y que las bandas se apoyan entre sí.Tras este explosivo comienzo el concierto fue una sucesión de temas como It’s rising! o Blood on the snow en los que repasaron su discografía durante más de 90 minutos. Un público totalmente entregado se deja los pulmones cantando mientras surgen espontáneos pits y un improvisado wall of death. Está claro: el público está disfrutando. Guillermo “El polako”, guitarrista y cantante, introduce canción tras canción mientras comenta la situación política actual apoyándose en temas como Corruption.También se disculpa por no poder presentar su nuevo disco al completo al no tener tiempo por ser un festival. Angelus Apatrida fueron el broche de oro para esta primera jornada del Inmensa Festival que de seguro dejó muy buen sabor de boca a los seguidores del grupo y llamó la atención de aquellos despistados que aún no los conocían.
Día I
El segundo día del festival empieza con una mala noticia: G.A.S. Drummers no pueden asistir a su cita con el público malagueño por causa de fuerza mayor. Aun así, el cartel no pierde nada de fuerza y la jornada empieza con unos demoledores Overdry. Tras presentarse, la formación jerezana dedica el concierto al público y a su batería. Sin más demora empiezan a dar tralla en la Eventual, y desde el primer minuto el público no duda en lanzarse al pateo. Anunciando el final de su actuación, sube al escenario Javier Cardoso (voz de Vita Imana) para hacer una colaboración de altura con los jerezanos, dejando claro que aún queda metal de calidad durante unas cuantas horas. Entre aplausos, V3ctors hace aparición en el escenario. Hay expectación entre sus seguidores. Saben que están trabajando en su primer LP -el cual verá la luz en Febrero de 2013- y el público quiere un adelanto. Y debieron quedar satisfechos: de todo el set list, únicamente dos temas forman parte del EP homónimo. Tras dar las gracias a la organización presentan Rebirth, y con ello dejan claro desde el primer momento que su nuevo trabajo va a ofrecernos más djent de calidad. La formación da lo mejor de sí con temazos como Black rhino, entregándose a un público que aplaude y agita las melenas. Los siguientes son Vortice. La banda barcelonesa sabe que en Málaga son bien recibidos. Y vienen con alguna que otra sorpresa. Aparte de dar un repaso a su último larga duración Zombie con temas como Blood suckers o Dawn of the dead, presentan algunos temas nuevos
como Before the blast, que parecen gustar y el público lo demuestra con el segundo wall of death del festival. “Las hostias del metal. Esas que los colegas te dan con cariño pero que duelen igual o más” afirma Alex, vocalista de la banda, agradeciendo el reconocimiento del público. Se despiden con Meet the locals como guiño a todos los habituales de la sala, dando paso al plato fuerte de la noche: Vita Imana. El sexteto madrileño vuelve a la cuidad para dar un repaso general a su discografía ofreciendo un show que sin duda superará las expectativas incluso de sus fans. Al igual que el resto de la formación, Javier Cardoso se deja la piel sobre el escenario en todo momento, pero es con temas como Godwana donde puede verse la esencia de la banda, que conecta con un público pegado al escenario y que canta junto con la banda. El concierto transcurre con temas como Oculto o Romper con todo. El segundo wall of death de la noche y muchos pateos, siendo el más memorable uno empezado entre el público por el mismo Cardoso. Por desgracia, Un nuevo sol anuncia el final de una noche que acaba por todo lo alto con el corte número ocho de Uluh, Quizás no sea nadie, haciéndonos reflexionar de vuelta a casa.
Día II 27
Comienza el tercer y último día de lo que hasta ahora está siendo un gran festival, y que desde luego no va a decepcionar. Los encargados de empezar la jornada serán los granadinos Santa Marta Golden que, al igual que la especie de marihuana con el mismo nombre, es un viaje para los sentidos. Sin duda fueron la sorpresa de la noche para los muchos que, entre los que nos incluímos, no los conocían. Aparecen en el escenario para defender El fallo humano. Al frente de la formación está Mel, que enseguida deja claro que a pesar de su imagen delicada tiene muchísima fuerza en su interior. Temas como Héroe dejan al público sin palabras, en tensión, liberándola en forma de aplausos y silbidos cuando termina la actuación. Los madrileños Gauntlet son los encargados de seguir echando leña a un fuego. Se presentan ante el público reclamando una noche memorable. Por su parte presentan Stubburn, y a cambio piden dientes por el suelo y sangre en el techo. Y algún diente tuvo que terminar en el suelo en los pateos en solos de infarto como el de Feed the worms.Tienen un toque clásico que en temas como Slave se hace muy latente. Se despiden entre unos bien merecidos aplausos. Adrift cae en el escenario con Monolito haciendo que los cimientos de la Eventual se estremezcan. Los madrileños vienen a presentar Black heart bleeds black y parece que vayan a derrumbar la sala con un directo denso y potente. Entre sus influencias se encuentran Sun O)), y se nota. Los screamings de Jorge encajan perfectamente en el muro sonoro de la banda, en la 28
que la batería de Jaime predomina sobre el resto. El público no puede evitar cerrar los ojos y dejarse llevar con temas como Berzocanas bell. Con Long nails se despiden y dejan paso a los señores de la noche. Suena una letanía de fondo, como un triste gemido que algún macabro artista arranca a un maltrecho piano y Morphium aparecen entre la neblina del escenario para presentarnos Crónicas de una muerte anunciada, recordando también temas de su anterior larga duración La era de la decadencia. Suenan temas como Libérame o La luz. En Incomprendida, Lur, encargada del teclado, deja su puesto para unirse a Alex a las voces y dejar al público con los vellos de punta. Finalizando el set list, Alex anuncia que es el último día en la banda del guitarrista Max, y quiere que sea memorable. Para ello Alex desaparece durante un solo de Max y vuelve embadurnado de algo negro y pegajoso -suponemos que sangre de súcubo-, manchando a sus compañeros, parte del público y el escenario, cosa que no hizo mucha gracia a la organización ya que tuvo que limpiarlo todo para que, a continuación, Noctem lo llenara de roja sangre.
Día III
El Inmensa Festival llega a su fin, pero por todo lo alto. Noctem sale a un escenario que parece querer intimidar al público con barricadas de picos y alambre de espino. Ataviados con sus vestimentas de cuero adornadas con cadenas agradecen a la organización la invitación y el honor de clausurar el festival. Los seguidores de la banda hicieron sus delicias al escuchar gran parte de los temas de Oblivion, el último trabajo de la formación valenciana. Una increíble puesta en escena y un black/death metal de calidad ponen la guinda a un festival que, sin duda, será recordado por los asistentes durante un buen tiempo.
Texto: Iñaki Serrano & Hugo Espresati Foto: Hugo Espresati
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Concierto
Los Beatles a través del versátil ‘charm’ de Russian Red Russian Red versiona a los Beatles, así que para allá que vamos en un acto de fe. Sí, en un acto de fe, porque una cosa es que te guste Russian Red, otra que te gusten los Beatles y otra muy distinta que te vaya a gustar lo que oigas en el concierto. Al resto del público le pasaba un poco lo mismo: pocas bocas cantando lo que debe ser los temas más conocidos de todos los tiempos. Muchos ni siquiera se saben Love me do, que canta Lourdes pasado por un filtro muy Velvet Underground. Así, consigue que el soñador e inocente romanticismo de los Beatles se convierte en una desgarrada y decadente súplica de amor casi irreconocible. Veo caras de extrañeza a mi alrededor, pero aún no debe cundir el pánico: Lucy in the sky with diamonds nos vuelve a hacer caminar sobre seguro. Durante todo el concierto vacilamos entre los muy personales terrenos a los que Russian Red transporta las canciones para hacerlas suyas y las versiones más fieles, entre la desnudez de algunas propuestas y la excesiva instrumentación de otras. Menos es más, como casi siempre, y la emoción, que surge con fuerza en los momentos más 30
íntimos, se suele diluir en los temas más vestidos. Ahí tenemos, por ejemplo, a Brian Hunt, galán de otro tiempo, impagable ex novio y perpetuo tándem de Lourdes solo con la guitarra cantando una folkie Cry baby cry y haciéndonos aguantar la respiración sin darnos cuenta. O cantando a coro con Lourdes la siempre ganadora Till there was you. También se agrupa en la categoría de la intensidad el solo que Álex Ferreira canta al principio de Something, y el delicado dueto que ejecuta después con Lourdes. La combinación de voces resulta perfecta en cada uno de los temas, y se agradece la actitud del dominicano, que apuesta por reducir los artificios, y que, por cierto, comparte casi al 50% el protagonismo del show. Pero, por más que se ponga a la batería de Juan Diego Gosálvez, por más que deje a cada músico su momento de gloria, Lourdes es sin duda la reina y señora de su castillo de letreros plateados, vestidos vintage y bombillas verticales. Y así lo hace saber en los siempre ágiles y resolutivos comentarios que intercambia con su grupo,
en los que se muestra tan natural como si de un ensayo entre amigos se tratara. Esta chica tiene una dualidad muy seductora que ya entrevemos en su voz: la melodía angelical y, ahora, insolente. El rebelde y a la vez dulcísimo canto de sirena. Ella misma lo pone en palabras, de algún modo, cuando presenta All my loving: “Cada vez que canto esta canción pienso en los Beatles echando de menos a sus novias, de gira, lejos de casa… y luego, saliendo con otras tras el concierto”. Tiene además esta rubia una personalidad y una seguridad abrumadora, que ha ganado enteros desde la última vez que nos visitó. Esta vez se muestra comodísima desde el minuto uno, juguetona, bailonga y teatrera, pero sin perder nunca esa dignidad propia de las grandes. Ya lo dijimos: “Lourdes tiene el tono, la personalidad, el aura, las maneras y las tablas para ser una de esas cantantes que, en otra época, hubiera pasado a la historia”. Pero volvamos al concierto. El público se ha animado con I’m only sleeping y, sobre todo, con el obligado bis, una versión algo rockera de Come together. La sorpresa
-para muchos, el alivio- llega con Loving strangers, el tema que Russian Red compuso para Habitación en Roma, es decir: una apuesta segura para propios y extraños. Le sigue la alegre y bien trabajada Fuerteventura y el caballo ganador de Cigarretes, que concluye para dar paso al mismo tema que cerraba su gira Fuerteventura: la potente y distinta Mi canción 7. Con los rotundos tambores a cuatro manos del bonus track acaba un homenaje personal y algo irregular, un concierto en el que la energía del público se ha mantenido más gracias a la fe de la que hablábamos al principio que al buen trabajo hecho con la mayoría de los temas de los Beatles. Ya dijimos que la propuesta era arriesgada, pero, como preveíamos, Russian Red ha salido bien parada del experimento y ha demostrado su versátil charm al flirtear con nuevos caminos en los que cambiar para seguir siendo eternamente ella. Texto: Marta Sader Foto: Rubén Lerma
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Danza
‘Samsara’ el sueño de la danza No tener palabras para expresar lo que transmite un evento que has de cubrir para un medio de comunicación es un problema. Y es un problema aún mayor cuando se trata de uno de los eventos más interesantes de la temporada. Hablamos de Samsara, el ballet que nos trajo Víctor Ullate el pasado viernes al Teatro Cervantes, y que dejó más que maravillado a todo el público malagueño que tuvo el placer de asistir. Proverbios y enseñanzas budistas fueron la base del espectáculo de danza, que mezcla sentimientos y expresiones varias. Así, comenzamos con un ojo cerrado que no parece querer ver un mundo repleto de dolor, muerte y guerras, pero poco a poco vamos avanzando, y el Dalai Lama nos transmite, a través de frases, el significado de la bondad, la felicidad o la meditación. En medio de un mensaje trascendental y profundo, esos enormes profesionales de la danza que conforman la compañía de ballet de Víctor Ullate nos deleitan con sus movimientos sobre el escenario, siguiendo una melodía que nos atrapa y nos transporta a los exóticos lugares desde donde llegan tantos mensajes de paz: China, Japón, Nepal, Egipto o la India. Ese arte lejano, oriental, casi místico, que se nos presenta absolutamente misterioso ante nuestra visión occidental -a la vez que manipulado por la sociedad catastrófica en la que vivimos-, se convierte en magia a través de la danza perfectamente ejecutada por estos 24 bailarines que lo dan absolutamente todo sobre el escenario, mostrando una impecable técnica y una irreprochable dramatización. Tanto el equipo artístico como el técnico realizan un trabajo excelente y coordinado; juegos de luces, vestuario y música se aúnan para lanzar un mensaje unívoco de 32
dolor o alegría a través de danzas orientales y clásicas, que parecen pelear sobre el escenario. La combinación de sentimientos, entrelazados como en la vida misma, sucumbe ante un final en el que el público no deja de aplaudir durante minutos. Entonces, cada uno de los bailarines sale al escenario, ataviado con kimono blanco sobre un fondo negro que parece el espacio infinito, y nos regala una rosa blanca; en ese momento, ese ojo que aparecía cerrado ante el mundo, se abre poco a poco y nos regala la mayor de las esperanzas. Fuerza, dolor, miedo y, sobre todo, optimismo y una enorme ilusión por la vida es lo que el público retiene en su mente y en su espíritu cuando sale del teatro. Víctor Ullate nos contó que este espectáculo te hace soñar y ser mejor persona y, después de entender que Samsara designa el ciclo de la vida concentrado, sobre todo, en el sufrimiento material del que solo podemos liberarnos a través de la meditación, podemos confirmar que el señor Ullate ha logrado su propósit: nos ha dejado a todos maravillados y meditabundos.
Texto: Martha Barilari Foto: Virginia Rota
Entrevista
Están a punto de pasarme con el señor Ullate (Premio Nacional de Danza, Medalla del Oro de Bellas Artes, entre otras). En esos instantes pienso en el consejo de nuestro coordinador para relajarme: “Imagínatelo desnudo”. Imaginarse a Victor Ullate desnudo es cualquier cosa menos relajante, pero hablar con él sí que lo es. De hecho, mientra charlamos, se me antoja que el espectáculo tiene que estar entre lo excitante y lo onírico.
“ES LA PRIMERA VEZ QUE SUSPENDEMOS POR FALTA DE PÚBLICO” Habéis suspendido una de las funciones en el Cervantes. ¿Os está pasando en más sitios? Es la primera vez que nos pasa. Esta obra ha arrasado en Egipto, Colombia, Europa. En España los teatros no se están comprometiendo a un caché y es una pena, porque es un espectáculo que lleva en cartel desde el año 2008, y llega al corazón con una música maravillosa traída de muchos países orientales como Egipto, Irán, Japón, India, Nepal y China. En cada país sale una frase diferente de un maestro tibetano. Es una obra inolvidable. Con la que está cayendo, reinventarse, parece ser la fórmula mágica ¿Cómo se ha reinventado Victor Ullate? De momento tenemos la suerte de seguir trabajando tal cual. De hecho, estamos preparando el estreno absoluto de Nexo Y Jaleo, que en realidad es un juego de palabras en la que se representan tres partes. En la primera, Nexo, está La consagración de la primavera de Stravinsky; Y, es El compañero errante de Mahler; y por último, Jaleo es nuestro espectáculo, que se estrenó hace 16 años. En el equipo artístico sois 26 personas en plantilla ¿No te da un amago de infarto cuando llega final de mes? Bueno, ahora bailarines van 24, más el equipo técnico y de administración, son en total 40 personas en plantilla. Ya tuve dos infartos y estoy medicado, eso es lo que me salva, pero sí, es para asustarse. El empresario francés y el italiano sí están consiguiendo giras, y saldremos a trabajar más fuera de España. Samsara nació como fruto de la inspiración de las sensaciones que te provocaron tus viajes a países orientales… Samsara se concibió en una mesa de operaciones. Estaba mal después de sufrir dos infartos, no sabía lo que me pasaba y llegué a un punto en que me relajé y tuve como un sueño en el que encontré mucha paz y tranquilidad. Yo me preguntaba por qué tanta ambición
y guerras, si de todas maneras todos nos vamos a morir, pero no es para nada una obra triste, es una obra muy reconfortante que te llena de ilusión. Te hace soñar, te hace ser mejor persona. Es muy difícil para mi describirla con palabras. Hay que verla, la música es maravillosa. En la parte de Japón hay que destacar la espectacularidad del vestuario. La música y las voces son estremecedoras Tu hijo está siguiendo tus pasos ¿Sigue tus consejos o tenéis los mismos conflicto que cualquier hijo de vecino? Bueno, tenemos nuestros más y nuestros menos, pero es un tío maduro y profesional. Pero con mis tres hijos ejerzo más como amigo. ¡Mójate! Sabes que el anteproyecto de ley de reforma educativa suprime la rama de artes escénicas, música y danza dentro del bachillerato en la modalidad de artes. ¿Qué opinión tienes al respecto? Me entristece mucho. Me duele que lo que se vuelva marcha atrás. La sociedad sería más feliz con niños que juegan a cualquier cosa relacionada con el arte que a juegos más agresivos. La Fundación para la danza de Victor Ullate nació en el año 2.000 y da cabida a niños con pocos recursos económicos. ¿Se mantiene con buena salud? De momento seguimos manteniéndola, pero no sabemos hasta cuando vamos a poder seguir porque se necesita mucho apoyo.
¡CUESTIONARIO MODERNÍCOLA! ¿Quién ganó la última Eurocopa? No lo sé. Si Victor Ullate fuese un animal irracional sería… Un águila. ¿A quién mandaría a tomar Fanta? Buf, a mucha gente… Imagina que sólo tienes dos opciones para irte de vacaciones, Alemania o Grecia ¿Cúal elegirías? A Alemania para trabajar, y a Grecia de vacaciones.
Entrevista: Cristina Gandarias
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Concierto
Málaga, embelesada por los colores de Malikian Genialidad monumental digna de un canto épico. Desde “hay tres cosas universales: la risa, la danza y la música” hasta “la música no hay que entenderla, sino sentirla”, el héroe del violín se reveló bailarín, humorista y poeta. No dudando en conjugar desparpajo con música, nos arrebató carcajadas y emociones, fertilizando con vendavales de clamor hasta el aire de la calle. Abrasó, en definitiva, la tenue llama de nuestras vidas. Ya desde el comienzo la audiencia parecía tocada con la varita de la dicha. Entre ropajes variopintos y desenfadados, y arropados por parloteos sin complejos, destacaban, con su aura de juventud, infantes de todas las edades. Pero ni un profeta podría haber intuido los lienzos que habrían de dibujarse en nuestros rostros. Entre palmas y aplausos, en feliz diálogo con la percusión, los presentes nos aupamos hacia el abrazo cálido y sedoso de la danza. Llegado este momento, músicos y espectadores se fusionaron, festivos, en la catarsis redentora. Las piezas interpretadas encuadernaron un nutrido repertorio de párrafos orientales. Éstos glosaban virtudes clásicas, ilustraban pasiones románticas y sellaban, con alboroto, el jugo folklórico de un espectáculo tan íntegro como inspirado. Se vislumbraba el resplandor de la Diosa Saraswati tras la lluvia percusiva de Nantha Kumar, la efigie de los montes balcánicos tras la danza zíngara de Dvorak, el descenso a las hogueras húmedas de Arabia tras la Rapsodia Siria y el pinzado del vientre tras la guitarra flamenca de José Luis Montón. En definitiva, se hacía patente la caligrafía cósmica de los vastos pueblos que conforman la humanidad. 34
Es difícil de explicar, sí, pero las mieles del exotismo engulleron la sala, transfigurando el espacio en un pálpito lírico, profano y cómplice. El ritmo se entretejía con colores sencillos, artesanales, extrínsecos a toda mecánica urbana. Allá, ocres y sienas, allí magentas y fucsias, aquí azules marinos y soles de amanecer. Sé que escuchábamos colores, sé que los intuíamos asidos a metáforas enigmáticas. La taracea efímera de los mandalas hindúes era pisoteada por los festines de la música Klezmer y la serenidad del semblante judío se hidrataba de ataurique, o de lacería, o quizás de desaire gitano. El ensemble, por su parte, exhibió una actitud clementemente graciosa, rica en genuflexiones y sorpresas, mas destilando inocencia en cada cruce de miradas. Malikian aserraba el violín trazando líneas oblicuas, rectas y hasta voluptuosas, moldeando su instrumento como si de barro se tratase. Tanto fanatismo musical le convertía en un Axl Rose o un Van Halen, esgrimiendo notas agudas que germinaban como las ramas más elevadas de las densas arboledas mediterráneas. Malikian, el animal nómada, y su música, jauría en estampida, deberían alegrarnos todos los otoños. Este armenio no pierde el arte del sonido porque no traiciona su deseo. No se tornará hielo, siempre arderá.
Texto: Valentín Serrano Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes
Teatro
Orquesta épica futurista. (Chachacha-chán, chachacha-chán… Chachacha-chán, chachacha-chán) Diez minutos para empezar. (Tinoniiii-fiu fiu fiu fiuuu. ¡¡¡Splasssshhh!!! Brrrrraaamp) Recién sentados y ambientados del todo. Quiero decir, los que íbamos de paisanos, porque algún que otro héroe (lo de súper habría que discutirlo) ya venía ambientadísimo de casa. Capas de colores, disfraces de oso rosa, flamencos, inmortales sin antifaz, seguro que algún hombre invisible y, sí, gitanas con perilla. Y aún no se habían encendido los focos. A continuación, 10 minutos de teatro dentro de lo corriente: una voz en off, la sombra de dos personajes sentados en una caja, una luz tenue como de empezar a abrir los ojos y hasta cierto drama existencialista, como en la esquina de cualquier bar. Más luz y una escena de película de teenagers, de los que van por la crisis de los 30 y la chica, que no puede faltar en una tesitura como esa. “A ti lo que te pasa es que te dejas vencer en los tiempos muertos”, sentencia ella, quizá lleve razón. Aparece un joven empaquetador, que no es más importante que cualquiera de las cajas que despliega, arma una a una, revisa y ordena; la caja, como caja, es útil pero, ¿qué utilidad puede tener un empaquetador que siempre soñó ser dibujante de cómics? Ni rastro de antifaces, aunque con el público en el bolsillo por pura empatía generacional. Entonces, encuentran… ¡Ni lo sueñes, no lo desvelaré! Y empieza el bienvenidos a la locura del superpoder. Como cuando Macaulay Culkin descubre que se ha quedado solo en casa y la lía parda, pero en plan Marvel. ¡Pero los superhéroes no existen! Pobre infeliz. No te fíes nunca de las apariencias. He estado allí, los he visto volar, derribarse con la fuerza de sus mentes y provocar un terremoto con el puño. No puedes convencerme.
Oh, pero… ¿Qué es esto? (El cielo se abre. Sirenas. Tiroteos. Caos) Jamás la ciudad estuvo tan revuelta, los medios tan amarillos y los superhéroes tan explotados como para querer pasarle el muerto a otro pobre infeliz que pretende dejar de serlo. Pero es lo que hay: Escarlata (María de Mar Suárez) se ha cansado de salvar culos ajenos a cambio de una anónima, desagradecida e infructuosa admiración popular. Es la hora de Mister Fly, más bien, Capitán sudadera (Pablo López). (Aplausos, vítores, flashes de fotos) A esta altura de los acontecimientos, tienes tan asimilada la relatividad de la velocidad y el tiempo, que la gravedad no existe o que salen rayos láser de los ojos de los personajes, que crees ser uno de ellos y que si levantas la mano un cenital aparecerá sobre tu cabeza, vendrá a recogerte una nube amaestrada y el viento soplará para ondear tu capa. (Aaaaaaaaaah. Coro de voces blancas. Destellos de luz) La pena es que no pasa. Seguimos todos sentados y al superhéroe se le han ensuciado mucho el calzón y los sueños. A la mierda. Los mismos problemas, los mismos anhelos. (Retruécanos, yo que pensaba qué nos los arreglarían). Y El Gritón (Arturo Vargas), queriendo hacer de ti un miserable bicho sobornable, dócil y agradecido. Para eso, que te salve otro. Nosotros nos volvemos. Hemos jugado. Hemos jugado a que somos invencibles y nos hemos quedado con el buen sabor de boca de estar cada día un poco más locos, a pesar de ser cada día un poco más pobres. Málaga se revuelve contra la desidia y el desencanto, se junta y vuela. Ah… Se vende antifaz. Texto: Rocío Cebrero Ilustración: José A. Gómez
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Modernicolismo Ilustrado
Saltó a la “fama”gracias a un original alfabeto malagueño en el que cada letra corresponde a un concepto de lo que para ella es Málaga. No faltan en el los espetos, las biznagas ni el Unicaja, pero también hay lugar para conceptos más inesperados, como warnío, Yabal Faruh (el yacimiento arqueológico de la Victoria) o Zirí (una dinastía bereber que en 1057 se anexionó la Taifa de Málaga). Sí, le gusta la historia. Y le gusta su ciudad, aunque ahora mismo no viva en ella. Hablamos con Carla Lucena, una de las ilustradoras con la cabeza mejor amueblada de esta ciudad. Has estudiado en la Universidad Europea y en el Miami Ad School, ambos en Madrid. ¿Cómo te ha ayudado esto en tu carrera como ilustradora? Málaga es mi tierra,y me encanta,pero aún le queda mucho por evolucionar en materia de diseño y comunicación para situarse en el mapa como un referente en mi sector. Igual que muchos estudiantes de fuera vienen a nuestra ciudad a estudiar y trabajar en turismo por la tradición profesional que hay, yo consideré que para formarme bien y tener más opciones de trabajar, debía irme fuera a una ciudad con más oportunidades en el sector de la comunicación. Lo cierto es que cuando estudié Publicidad, Comunicación Audiovisual y Dirección de Arte, mi formación académica no iba enfocada a ser ilustradora, sino a ser creativa publicitaria. Pero ambos centros me han dado una base de conocimientos a nivel teórico y práctico y una cartera de contactos magnífica para empezar a desarrollar mi actividad como ilustradora. Han sido muchas horas y muchos años de practicar y experimentar fuera del entorno académico con las herramientas que me dieron dentro, y los profesionales que han sido tus profesores o han visto tu evolución, cuando ven el empeño y el trabajo, acaban acordándose de ti y recomendándote cuando una agencia o un particular les pregunta por alguien que esté dispuesto a dar el callo currando. Así que sí, ha ayudado a mi carrera de ilustradora y a los trabajos que he conseguido, pero no, no han tenido nada que ver con mi estilo. La estética de mi trabajo es producto de años empapándome del trabajo de otros ilustradores, de fijarme en los detalles, de probar a producir de diferentes maneras, hasta que he dado con un sistema con el que me siento cómoda. Entonces ¿cómo de importante es la formación para un ilustrador? Para un ilustrador la formación es tan importante como para un abogado o un panadero. La educación es la base de profesionalidad, y en esta vida hay que ser profesional hagas lo que hagas. Los libros o la práctica no sólo enseñan una profesión, sino que te enseñan a pensar, y eso es necesario para todo. En mi caso, la formación en publicidad me ha ayudado a que mi producto, mis ilustraciones, den respuesta a una necesidad, en este 36
caso la de producir ideas que comunicar, de manera que tenga un interés para el cliente. Dibujar por dibujar está bien, pero si quieres vivir de esto tiene que tener una funcionalidad. En cuanto a lo de irse fuera, bueno, no digo que sea imposible formarse en Málaga y vivir de esto, pero cuanto más mundo a nivel profesional conozcas, mejor. Son tablas y abre la mente. Así que claro, le recomendaría a cualquiera que pudiera que se fuera una temporada. ¿Se puede vivir de la ilustración en Málaga? ¡Uf!... Complicado. Muy complicado. A lo mejor con una cartera de clientes de fuera de la ciudad. Siempre hay más oportunidades en el ojo del huracán, y ahora mismo en Málaga, en términos de comunicación, tenemos una apacible brisa fresca. La cosa es que Málaga tiene todos los factores para poder potenciar el mundo del diseño y la ilustración, en la medida en que es una ciudad muy abierta al exterior, y que es el principal motor económico de Andalucía, pero las empresas eminentemente locales aún no conocen ni creen en el poder de la imagen como potenciador de un negocio. Tienes un estilo muy marcado. ¿Cómo lo definirías? ¿Crees que es mejor tener una marca propia en esto del dibujo o poder adaptarse a cualquier estilo? Hmm... (piensa durante un momento). No sabría enmarcarme dentro de una línea de ilustración en concreto. Lo que sí puedo decir es que a nivel técnico mi trabajo es en un 99% digital por una cuestión de pura genética: tengo buen ojo pero muy mal pulso, como mi padre y como mi abuelo. El ordenador me permite hacer cosas que mis manos no, por mucho que me gustara. De ahí que la formación en diseño gráfico haya sido fundamental para mi carrera. Pero tampoco me gusta que mis piezas huelan descaradamente a ordenador, y por eso me empleo mucho en el uso pinceles, texturas y luces que suavicen la imagen digital. Dicho esto, podría calificar mi estilo como “Analógico de ordenador”, aunque suene raro. Respecto a lo de tener una marca propia, en ilustración es fundamental. Cuantas más técnicas conozcas mejor, pero el resultado debe ser que cuando alguien lo vea sospeche o sepa que lo has hecho tu. Es lo que buscan las agencias de ilustración a la hora de fichar ilustradores que representar.
“Ya es hora de tirar a la gitana y a la Nancy legionaria de encima de la tele”
Has escrito (y dibujado) seis trucos para ser un ilustrador freelance y no arruinar tu vida. ¿Cuál es el más difícil de seguir para ti? La número 5: “Ve a la caza del cliente”. Requiere un autobombo continuo que odio, pero no me queda otra. Ganaste mucha notoriedad con tu alfabeto ilustrado malagueño. ¿Cómo se te ocurrió hacerlo? Se me ocurrió porque estaba harta de dos cosas: de los que estereotipan a los andaluces, y de los andaluces que nos dejamos estereotipar. En general la imagen de Andalucía que tienen fuera emana un tufillo kitsch que en los sesenta y los setenta estarían muy bien, y que nos habrá llevado a Hollywood, pero que a mi personalmente me da bastante grima. Ya era hora de tirar la gitana y a la Nancy legionaria de encima de la tele, creo que no representan lo que somos ni lo que hacemos. Me apetecía hablar de mi cultura con la herramienta que tenía a mano, que en este caso era la ilustración. Es mi visión personal de Málaga. ¿Lo mejor de haberlo hecho? Me ha empezado a dar a conocer un poquito como ilustradora, y a raíz de eso me han salido otros proyectos. Hay a quién le ha encantado. Hay a quién le ha parecido un insulto. Pero ahora la gente está más pendiente de los proyectos que saco adelante. Cuando trabajas desde casa, sin ver prácticamente a nadie, eso es un buen paso. Para nuestra portada has dibujado un zombie con un espeto. ¿Por qué? Modernícolas es una agenda cultural de Málaga, por lo que quería dibujar algo típico sin caer en algo ya muy visto. Pero cultura también son las actividades que presentáis: cines, conciertos, museos, gastronomía... Como a mi me gusta el cine de ciencia ficción, mezclé ambos. Y de ahí el típico señor de los espetos, con su camisa abierta para soportar el calor de las brasas, su pelo en pecho porque suelen ser de cierta edad, su cadena de oro porque es uno de los complementos más utilizados... pero versión zombie, porque nunca había visto nada así. Lo del paquete de Ducados del bolsillo ya fue cosecha propia. ¿Qué es lo que más te gusta dibujar? ¿Tienes algún personaje u objeto fetiche? Ahora que lo preguntas, caigo en que suelo pintar playas de fondo. Durante 14 años viví a 20 metro de la orilla, y ahora es de las cosas que más echo de menos de Málaga. Aunque suene raro, la mezcla de olor a mar, cañas quemada y protector solar generan un aroma muy particular de los paseos marítimos de Málaga. No lo he olido en ninguna otra ciudad con playa y me encanta. Pero claro, para semejante frikada hay que irse mucho tiempo fuera y echarlo mucho de menos... hasta el punto de pintarlo casi sin darte cuenta. ¿Cuál es el peor proyecto que te han encargado nunca? Con veinte años me ofrecieron hacer prácticas no
¡CUESTIONARIO MODERNÍCOLA!
remuneradas de diseño gráfico y las cogí con toda la ilusión del mundo. Ni me dejaron diseñar, ni me dejaron mirar lo que hacían los diseñadores para aprender y enciman me pusieron a pasar a ordenador unas facturas que no me interesaban absolutamente nada. No duré ni dos semanas. Tienes una viñeta con cara de perplejidad que dice: “Mi cara cuando me enteré de lo que había que pagar de autónomos”. ¿Alguna vez te has arrepentido de haber elegido esta profesión? ¡En absoluto! Era un chiste. Un chiste de mi misma, porque antes de empezar, cuando fui a la gestoría a darme de alta, el muchacho me tuvo que dar una clase intensiva de «Como ser autónoma y no estafar a Hacienda sin querer porque no sabes ni dónde tienes la nariz». Me encanta mi profesión. Cuando decidí trabajar por mi cuenta sabía que no iba a ser fácil y que tendría que aprender muchas cosas burocráticas muy aburridas, pero también que era la opción más adecuada para mi forma de ser: tengo mucha autodisciplina, pero me aíslo mucho a la hora de trabajar, y en eso en el equipo de una agencia tampoco es lo mejor. Desde que soy freelance sigo echándole más de ocho horas al día, pero soy mucho más productiva, vivo con diferencia más feliz y duermo infinitamente mejor.
Mientras dibujas, siempre tienes cerca... Mi portatil para poder escuchar series en versión original y no perder el oído con el inglés; CocaCola o Café; libros de ilustración; libreta y lápices; un disco duro y el Iphone. El instante de la historia que te encantaría dibujar: Mmm... complicada pregunta. He escrito y reescrito esta respuesta varias veces con distintos momentos de la historia: las guerras de la civilación Mexicana, la historia de Ana Bolena, la batalla de VélezMálaga, el tratado de Fort Laramie, la historia de la condesa de Bathery... y otras tantas. Me cuesta decidirme. Hay muchos pasajes muy interesantes. El encargo que nunca aceptarías: El de alguien que de entrada piensa que lo tuyo no es un trabajo sino un hobby. Esta clase de “clientes” suelen desenmascararse con comentarios del tipo “te publicamos en Facebook” o “tengo un sobrino que también hace cosas en potochop”. No es porque no vayan a pagar, que no lo van a hacer. Es porque el proceso de trabajo aguantando el continuo menosprecio de alguien es una tortura. A la próxima inmobiliaria que me diga que le haga “unas letras para su blog” porque me viene muy bien que lo vean sus clientes, le respondo que me dejen la llave de su apartamento en Puerto Banús para el finde que les va a venir muy bien que lo vean mis colegas. Si pudieras reencarnarte en algún ilustrador ¿en cuál sería? No me reencarnaría en nadie porque todos tenemos problemas y yo ya he aprendido a lidiar con los míos. ¡Pero una mano de Will Eisner y otra de Saul Bass sería fantástico! Si te pidieran que ilustrases el fin del mundo ¿qué dibujo harías? Un cartel que dijera “Cerrado por ineptitud del personal”. Y un extraterreste yéndose mientras tira con resignación el martillo con el que lo ha colgado.
Entrevista: Marta S. García
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Concierto
El acústico desinfectante de Iván Ferreiro El motor del avión ruge en la voz de Iván. Todo lo demás se hace silencio cuando despega el primer tema, Me toca tirar. La pulcritud y extrañeza que provoca una sala de conciertos sin voces de fondo, la pequeña Club de la París 15, se mantiene durante varias canciones. Se escuchan escalonados “shhh” entre la gente, y es que algunos y algunas tratan de impedir que se oiga algo más que esa voz que nos canta desde el escenario. Hoy solo hay dos personas sobre él, Iván Ferreiro y su hermano Amaro a la guitarra, ambos vestidos igual, a rayas: Iván en forma de camiseta y Amaro en forma de polo. Antes de empezar, el cantante ya nos anunciaba un concierto tranquilo. También sería intenso, caluroso y apretado, porque los fieles no quisieron perderse la oportunidad de asistir a un show único, donde la letra y la voz fueran absolutas protagonistas, y las canciones estuvieran más cerca y más desnudas. Tras Paraísos perdidos, seguimos rodeados de aviones, sin pausas, esta vez con Jet lag. Susurros calcan cada canción. Iván no puede evitar hacer ciertas coreografías instantáneas que reproducen algunas letras: “Tengo mi tristeza siempre ahí, escondida, 38
poniéndose guapa”. Y tampoco puede evitar sincerarse: “No soy un cantante de canciones alegres, todos lo sabemos”, así que llega el momento. Nos avisa de que es la hora de pisar la zona sucia, esa que debemos atravesar cuanto antes para quitarnos el mal rollo, esa que tiene “lo peor”, compuesta por tres canciones: Extrema Pobreza, Ciudadano A y Fahrenheit 451. Es precisamente en esos momentos, en los momentos más desgarradores, cuando la gente empieza a a subir la voz y se anima a cantar con más fuerza. Está claro, aquí hemos venido a dejarnos arañar por la música y expulsar nuestros demonios particulares mientras “este amor se apaga” y “yo sobrevivo a base de basura y desencuentro”, o a acordarnos de nuestros ex o nuestros peores enemigos —que a veces son lo mismo— mientras se canta/grita a pleno pulmón el “cerdos, ignorantes, sois unos hijos de puta”. La versión para niños es “sois unos sinvergüenzas”, por cierto. También llega el momento en el que Iván habla con el público, y lo hace como si estuviera en el sofá de su casa. Desde ahí, nos confiesa ver algunos programas
televisivos algo escabrosos. Porque todos sufrimos mucho y hay conciertos que son terapia colectiva, pero también vemos la tele entre drama y drama, amiguitos. Ya ahí, en confianza, pasamos al “no tengo ni puta idea de qué quiere decir esta canción, la hizo Amaro y yo la canto”, refiriéndose a N.Y.C. Un silencio seco reina después: Solo su voz entre nosotros y esas cuatro paredes, como si estuviera solo, rodeado de nadie, mientras se deshace el final de Santa Adrenalina. Más tarde llegan Mi furia paranoica, Toda la verdad o El equilibrio es imposible, una de las más esperadas —y coreadas— antes de la pausa. Tras ella vuelve Iván, esta vez totalmente solo, para dejarnos unas cuantas versiones: Crímenes perfectos, de Andrés Calamaro, y Destruye, de Los Ilegales. Algunos de los puntos más fuertes de la noche llegan con el recorrido por Los piratas, con la emocionante y frágil Eme; la imprescindible en los bares, Años ochenta; y Promesas que no valen nada, otra de las míticas. Amaro reaparece en escena para rematar la noche volviendo a los temas de Iván en solitario: El viaje de Chihiro, Días azules y
la inevitable Turnedo, aderezada con el inicio de Diecinueve, de Maga. En Turnedo llega la explosión colectiva con algunas frases, como cuando nos autodefinimos al cantar “que no dejas que te quieran, solo quieres que te abracen”. Tras la explosión, calma de nuevo. Llega la hora de regresar a casa después de habernos limpiado por dentro. Y eso que hemos pisado la zona sucia…
Texto: Kris León Foto: Borja Espresati
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Entrevista
Un hombre, un micro y un destino: hacer reír a más de doscientas personas. Nos quitamos el sombrero, señor Reyes. Lo que usted hizo el sábado en La Cochera Cabaret nos pareció épico. Solo, en un escenario ocupado tan solo por un micrófono, se metió a todo el público en el bolsillo durante dos horas. Sencillamente grandioso. El humorista, con su característico sentido del absurdo, sus gestos caricaturizados y su ingeniosa manera de observar la realidad, superó con creces las expectativas del atiborrado aforo de la sala. Puede llegar a ser algo complicado en La Cochera, un teatro alternativo en el que mantener en silencio y expectante al público es arduo, ya que dispone de barra de bar dentro de la misma sala: todo el mundo estaba con bocadillo y cerveza en mano, como si de un cine de verano se tratase. Conforme avanzaba el show, se me antojaba cada vez más complicado el contenido de la crónica, porque realmente la previa de este evento explica prácticamente lo que ocurrió. Lo que sí me surgían eran preguntas, absurdas todas ellas, al hilo de lo que nos iba narrando. Así es que, libreta y boli en mano, lo abordamos cuando sale del camerino y, con toda la simpatía del mundo, Pedro Reyes —la persona— contesta a nuestros también bastante absurdos interrogantes en una especie de enorme cuestionario Modernícola. ¡MAXICUESTIONARIO MODERNÍCOLA!
“Ligo más de lo que yo quisiera” 40
Pedro, eres el prototipo de hombre poco agraciado físicamente pero que haces reír; según los tópicos, deberías ligar mucho, ¿es cierto? Pues la verdad es que ligo más de lo que yo quisiera. ¿Qué le vas a pedir a los Reyes Magos? Once millones de euros. ¿Un personaje histórico? Rasputín. ¿Un sitio para perderte? México. ¿Un sitio para encontrarte? México (ya que estoy allí). ¿Qué época te hubiera gustado conocer? La del cromañón y la de Egipto, para ver como se construyeron las pirámides. ¿En quién te gustaría reencarnarte? En Cristo, para sentir. ¿Dinero o risas? Dinero. ¿Conoces alguna expresión “malaguita”? “A poquito a poco”, ¿no? Es eso muy “malaguita”, creo. ¿Recreativo de Huelva-Las Palmas? Un super 1. ¿Un nombre para un partido político? Partido Honrado.
Entrevista: Cristina Gandarias Ilustración: Efe Suárez
Teatro
Se nos acaba el tiempo... ¡a perderlo! Corremos Julia y yo calle Larios, destino: Teatro Echegaray. Recogemos las entradas a toda prisa y entramos con los nervios en la garganta. Está medio vacío. Contamos alrededor de cuarenta personas; luego se inunda un poco más de mentes, pero más de la mitad del teatro sigue solitario. Empieza el espectáculo. Hay veinticuatro relojes; lo sé porque, a esperas de que comience la trama, me detengo a contarlos. Un hombre está de espaldas, una mujer —con tutú y arco en mano— se mantiene en pie sobre un círculo que será el escenario, sobre el escenario, donde transcurrirá gran parte de la obra. Se escuchan los relojes, campanadas, el devenir de las horas y las prisas del futuro inmediato contoneándose entre nuestras butacas. Los dardos se lanzan sin piedad y cada vez queda menos tiempo. La angustia es comedida, el pánico tan sutil que prácticamente resulta ausente. Sus caras denotan un manejo de la expresión y de las emociones envidiable, sus cuerpos soportan el agotador peso del tiempo de una manera que incluso a nosotros, envueltos en ese misticismo transitorio, nos parece tremendamente fácil. Es difícil mudar las pupilas del punto exacto del escenario donde transcurre todo. Las acrobacias, aunque escuetas, nos dejan con la boca abierta —bien porque, probablemente, es una de las acciones que más sobresale de la obra, bien porque están sumamente bien realizadas—. Sin duda alguna, la generosa expresividad y la puntual comicidad es lo que caracteriza a los dos actores que han conseguido hablarnos de lo importante que es “perder el tiempo” durante cincuenta y cinco minutos, sin pronunciar palabra.
“No importa que no sea infantil si es bonito para niños” me dice Julia al salir del teatro, afirmando que le ha encantado, tras comprobar que era la única niña entre un público de edad avanzada. Sin duda alguna, después de vislumbrar uno de los trabajos de la Cía Mar Gómez, Perder el tiempo me parece una magnífica opción para entretener tanto a adultos como a infantes de una manera tan lucrativa y tan bonita.
Texto: Virginia Rota Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes
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Fuel Fandango desflora La Trinchera 43
Concierto
(Os pedimos disculpas si este artículo os parece lamentablemente mal escrito, si os produce espasmos en la laringe o si sentís al leerlo la necesidad de imprimirlo como sustitutivo de la celulosa de WC, pero durante su realización nuestro redactor alcanzó la nada despreciable temperatura corporal de 39 ºC). Forrest Gump dijo en una ocasión que la vida es como una caja de bombones, que nunca se sabe que te va a tocar. Pues amigo Forrest, deja de instruir al mundo con tus patrañas filosóficas baratas porque en la vida hay cosas que sí sabes que van a suceder. Que la tostada caiga por el lado de la mantequilla, que las chicas usen Youtube para buscar vídeos de gatos, o en un ejemplo aún más facilón, que Fuel Fandango se salga en un concierto. Si me permiten mezclar fútbol y música -y si no me lo permiten lo pienso hacer igual-, Fuel Fandango es al panorama musical nacional lo que Isco Alarcón al Málaga. Son juventud y experiencia a igualadísimas partes, atrevimiento y elegancia en la misma proporción, creatividad a tiempo completo, son el presente y el futuro. 44
Sobra decir, sin dejar de pisar el césped y manteniendo la posesión, que el sold out de anoche en La Trinchera es a la música lo que un Málaga – Milan en La Rosaleda. Maravilloso, fantástico y en esta provincia tan chingona con todo lo nuevo, una buena nueva muy aplaudible. Entrando en materia concertística, el espectáculo fue digno de los mejores shows de la banda canaria-cordobesa. La energía de siempre, la que les caracteriza y de la que no han perdido ni un ápice -aún no habiendo parado en tres años de gira-, desparramada por el suelo y subiendo por las bien graffiteadas paredes (chapó de nuevo Lalone). Lo hizo en una sala abarrotada (¡felicidades, Trinchera!) que sonó mejor que nunca y que sobrepasó el punto de ebullición de los ánimos y la energía asombrosamente pronto -entre otras cosas, gracias a temas altamente bailables como No sense y Engine-. Una sala tan caliente como las chispas que brotaron de las miradas entre Ale y Nita. Y os lo decimos de primera mano, porque estuvimos con ellos tras el bolo.
La cuidadísima estética floral, de la que nos consta Nita es encargada de lujo, facilita la inmersión en la fusión de la indie copla funkera-rockera y electrónica que emana este dúo por los cuatro costados. Qué coño, desde todos los ángulos fluye una energizante explosión de 360 grados cada vez que se suben al escenario. Ale se preocupa de que todo lo que tenga que pasar pase, de que el fluir de los temas no se encuentre con muros ni barreras, ni con ningún tramposo embalse anti-diversión. Sumando la batería de Carlos Sosa, el cocktail es molotov. Aunque tampoco faltaron las sorpresas: el grupo sorprendió al público (a nosotros, que somos muy marujonas, no nos pilló desprevenidos) con la participación de Roberto Cantero (Chambao) al saxo. Todo un lujo. Con cada nuevo tema, una nueva ovación; con cada “vamos Málaga”, las manos arriba. Canciones como Monkey o Shiny Soul siguen sonando igual de bien que el primer día, porque la música de Fuel Fandango es altamente contagiosa, como las ideas de una inception. Salvo que, al contrario que en los sueños, sus temas son
oíbles, sus instrumentos tangibles y su simpatía no causa más peligro que el de transformarte en fiel fanático. Y sin embargo, la sensación que permance al final de cada una de sus actuaciones, por buenas, se acercan al mundo de Nunca Jamás. Prometieron volver cuando su nuevo material vea la luz, que esperemos sea lo más pronto posible. Hasta entonces solo podemos lanzarles un desesperado deseo con cierto regustillo latino: dame más gasolina.
Texto: Jose A. González Foto: Borja Espresati
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