Modernícolas Junio

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#9 junio

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bienvenidos,

modernĂ­colas!

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Staff

Marta Sader. Elisabeth Torres. José González. J.J. Serrano Ana March. Alejandro Berlanga. José C. Valderrama. Edu Centeno. Cristina Gandarias. Xero Fernández. Borja Espresati. Miguel A. García. Lily Sánchez. Bea García. Borja Muñoz. Cris de la Torre. Ainara Ruíz. Rubén Lerma. Sara Conde. Araceli Carvajal. Kris León. Omar Janaan. Iñaki Serrano. Antonio Duarte. Virginia Rota. Hugo Espresati. Laura D. Bamberger. Claudia Morales. Mónica de Bustos. Mayra Ganzinotti. Javier Martínez. Manu Rocha. Laura Luna Rivas. Irene Jurado. Diego A. Alías. Ángel Bermejo. José A. Gómez. Irene Quirante. Manu Navarro. Martha R. Barilari. Carmen Titos. Rocío Cebrero. Raissa Modesto. Susana Martín. Abel Silva. Várvara Vedia. Efe Suárez. Ramiro de Heras.

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Sumario

6 Editorial. 7 Publi Modernícolas Bar 8-9 Concierto: El Chojín. 10-11 Concierto: Klaus&Kinski. 12-17 Concierto & Entrevista: Hora Zulú. 18 Concierto: Kermit. 19 Concierto: Antílopez. 20 Concierto: Templeton. 21 Concierto: Xoel López. 22-23 Concierto: O’Funk’illo. 24-26 Concierto & Entrevista: HATEM. 27 Concierto: Las Flores No Lloran. 28 Modernicolismo Ilustrado. 29 Exposición CAC: Firestorm. 30-31 Fiesta Presentación Yolaperdono. 32-34 Concierto & Entrevista: Zahara. 35 Teatro: Escena Bruta. 36-37 Teatro: Sonrisas y Lágrimas. 38 Exposición CAC: Fluido. 39 Teatro: Savanna. 40-41 Concierto: Los Aslándticos. 42-43 Teatro: Derek Jarman. 44-45 Teatro: Carlos Latre. 46-49 Ojodemodernícola: Wallpeople.

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Editorial

Receta para sobrevivir al futuro. Estos tiempos dan mucho miedo. Tanto, que uno tiene la tentación de encerrarse en el cuarto, taparse los ojos y los oídos y dejarse ir. Es tan cansado seguir intentándolo que parece la mejor opción. La única opción posible. Ya nos hemos quejado a papá y a mamá, a la abuela, a nuestros amigos de siempre, a los conocidos que vemos de pasada en algún bar. “Qué mal está la cosa”. No mienten. No sólo no mienten, si no que nos hacen sentir estafados; ya hemos hecho todo lo que se nos pedía hacer, y aún así no tenemos lo que se nos prometió. Hemos aprendido idiomas, nos hemos sacado una carrera, sabemos informática a nivel usuario, hemos hecho cursos de voluntariado, de animación, de socorrismo, nos hemos ido de Erasmus, de Interrail, a Madrid a hacer un máster, hemos sido camareros. Y ahora ¿qué? ¿qué hay en la tierra prometida de este presente al que durante años hemos llamado “el futuro”? Absolutamente nada. O, al menos, eso parece. Sin embargo, no nos quedemos en lo superficial. Hay algo; hay, de hecho, mucho más de lo que esperabas en un principio. La única premisa es no encerrarte en el cuarto, si no todo lo contrario: mantener los ojos y los oídos bien abiertos. Ser autodidacta. Apoyarte en los otros. Ser generoso con tus conocimientos. No cansarte. Conocer gente. No tener miedo al ridículo. No creer que está todo hecho. Exponerse. Confíar. Nosotros hemos confiado, y aquí estamos. Quizá no es muy lejos todavía, pero quien se embarcó en este proyecto cuando sólo era un cartel en la calle sabe que mucho más de lo esperado. Todos hemos aprendido. Hemos conocido. Hemos compartido. Hemos sido generosos con nuestros conocimientos y nuestro tiempo y esa generosidad, ese conocimiento y ese tiempo han vuelto transformados y mejorados hacia nosotros (con una motivación, un amigo, un trabajo). Pero no solo hablamos de este equipo; creemos, muy humildemente, que esta receta podría valer a cualquiera. Por nuestra parte, estamos orgullosos, orgullosísimos de los valientes que forman Modernícolas. Porque están aquí precisamente ahora. Porque se superan día a día y hacen que todo su alrededor se supere con ellos. Porque son tan inteligentes como para dar hasta recoger los frutos que ellos mismos han sembrado. Porque no se duermen. Porque confían. Porque suyo será el reino de los pocos cielos posibles en esta tierra y en estos tiempos.

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Conciertos

Piruetas verbales sobre un escenario. Hacía mucho tiempo que El Chojin no pisaba un escenario malagueño y la expectación era evidente en la Sala Eventual. Las aproximadamente 300 personas que acudieron como público -guarismos que curiosamente presagiarían un momento peliculero que más adelante propondría el rapero- parecían dispuestas a arroparle en su vuelta a la Costa del Sl, con las gargantas preparadas para corear los estribillos y alguna que otra coletilla que han elevado al autor de El ataque de los que observaban a las más altas esferas en el panorama del hip-hop nacional. Y tal y como terminó la noche, podríamos decir que ni uno ni otros defraudaron en el reencuentro. Sin embargo, antes de degustar el plato principal, hay que comerse los entrantes. Los rondeños Napalm Drama tenían la difícil misión que siempre recae en los teloneros, que no es otra que caldear el ambiente. En honor a la verdad hay que decir que lo consiguieron dignamente, aunque es cierto que a ratos también se quedaban a medias. Un espectacular Dj Karry con máscara antigás incluida se encargó de crear diferentes atmósferas, casi todas marcadas por instrumentales sórdidas y oscuras sobre las que ra-

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peaban Léolo y Klae. Su recital, que fue de menos a más, en ocasiones contenía alguna fórmula que no era del todo entendida por el público, pero en la que se notaba una innegable materia prima bastante buena. En el momento en que logren pulir un poco más los directos y consigan estar los tres a la misma altura, darán sin duda mucho que hablar. Y llegó el momento esperado en el que comenzó el concierto del tipo cuyo nombre ponía en las entradas. El de Torrejón hizo una declaración de intenciones desde el primer tema pinchado por su escudero Dj Caution, en que el estribillo rezaba simplemente “vamos a hacer que se diviertan”. Y vaya si lo hace. Monologuea, gestualiza, imita, vacila… Juega con el público como el niño que juega con una pelota, desde el respeto y la confianza del que sabe lo que hace. Lo sabe porque conoce lo que quiere su audiencia, lo que espera de su música, de su concierto y de sus palabras. Él sabe que no es un MC convencional y explota esa faceta de la manera más original posible acorde a sus posibilidades, que no son pocas. Por eso, ver al Chojin sobre el escenario es tener la sensación de que está haciendo gimnasia de suelo con las rimas, porque dibuja millones


de piruetas con ellas. Coge carrerilla, doble tirabuzón y… ¡tachán!: contundente ráfaga a bocajarro de verborrea perfectamente vocalizada. Respira, levanta los brazos, se lanza a correr y… ¡alehop!: melódicos diálogos más tranquilos que, en lugar de caer con fuerza, se posan delicadamente sobre la caja en el ritmo. Y todo esto se lo permite porque la seguridad que tiene en sí mismo es aplastante y arrolladora, nacida de la profesionalidad y de su creencia en el oficio. Más que eso: es hasta contagiosa. Viéndole da la sensación de que cualquiera podría subir a un escenario y hacerlo igual, pero -¡ay, amigo!- he ahí el secreto, en que después podrías intentarlo pero ni de coña llegarías a su nivel, porque no está al alcance de cualquiera. Además, se nota lo que le gusta trabajar en y vivir del rap, y su actitud -cuando no directamente sus palabras- así lo demuestra. Más que nada porque a través de él también lanza “los mensajes que yo considero que deben escuchar los demás”, tan comprometidos como el ideal que él defiende que tiene su estilo musical. Los momentos vividos con canciones como Únete a mi bando, Dedo corazón o, sobre todo, El final del cuento de hadas -que dejó

a medias porque se negaba a matar a la protagonista- así lo corroboran. En definitiva, la doble vertiente de sus conciertos recoge definitiva y definitoriamente la dualidad tan característica del rap que separa mensaje y egotryp -con letras divertidas o no según la opción que quiera manejar el MC-. Pero va aún más allá, porque El Chojin añade ese tercer elemento que hace del rapero una referencia profesional: el carisma, tan inalcanzable para muchos otros. Ese preciso elemento que hace que quienes le ven compartan miradas cómplices que gritan en silencio: “Es él, es él”.

Texto: Edu Centeno Foto: Miguel A. García

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Conciertos

Klaus&Kinski, cuando el pop y el indie se enamoran. Sabía que eran especiales. Sabía que eran inclasificables. Sabía que podían ser “odiados o amados”. Sobre Klaus & Kinski sabía muchas cosas, excepto que podían ser adictivos. Aquél sábado por la tarde cuando Live on the roof oficializó nuestro encuentro en el Parador del Gibralfaro, no imaginaba que esta pareja de Murcia podía ser más que el grupo indie del momento. En contraste con la cálida acogida malagueña, Klaus & Kinski decididamente no son la alegría de la huerta. Pero en esto reside su encanto. Llegar a mi cita con K&K fue en plan turista, y lo digo porque hasta Gibralfaro ¡no hay autobuses nocturnos! -un apunte para futuras inmersiones culturales-. La elección del Parador fue muy acertada ya que en las azoteas malagueñas donde antes se celebraba Live the roof habría que competir con el ruido callejero. Poco antes de las diez, la guitarra de Alejandro Martínez invadía el silencio y ponía banda sonora a una de las vistas más espectaculares de Málaga. Valiéndose de un cuadernochuleta, Marina Carruthers ponía su dulce voz a trabajar. Les acompañaba Pilar Crespo, una de las nuevas adquisiciones del duo murciano. Hasta aquí todo aparentemente

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normal, un unplugged más. Pero escuchando detenidamente descubrimos algo que es especialmente difícil de explicar. Hay una sutileza tan sublime en Klaus & Kinski que nos ha desconcertado, y muy a su favor, hechizado a las poco más de cincuenta personas sentadas bajo la luna. Contradiciendo algunas webs que hablan de Marina como una perfecta maestra de ceremonias, hemos de decir que esta vez la protagonista no estaba muy inspirada. “Estoy pensando todo el rato cosas para contar, pero no se me ocurre nada”. (Más tarde sabríamos que un ataque de tos nerviosa le estaba quitando la atención). En realidad, tampoco les hacía falta decir nada más cuando sus letras son pequeñas bombas de verdades absolutas: “Hay que diferenciar entre lo que vamos a hablar y lo que vamos a callar” dice uno de los versos de Ley y moral, una de las más conocidas del álbum Tierra, trágalos publicado en 2010. De ahí sacaron buena parte del set list como Brilla como una estrella (new wave ochentera), Mamá no quiero ir al colegio (este deseo compartido por tantos) y El Rey del Mambo y la Reina de Saba (su particular


aportación al género español por antonomasia, el flamenco). Fría e impasible a primera vista, Marina Carruthers está hecha de una rareza rica en cultura. Se perciben entre ella y su pareja, Alejandro Martínez, las aficiones comunes por la literatura y el cine menos convencionales y mucha complementación. En medio de los turistas (algunos japoneses que no sacaban fotos), Klaus & Kinski presentaron en Málaga su faceta más intimista. Voz, guitarra y violín en simbiosis con los sintetizadores y samples tan frecuentes en su música. Esa música que se aventura con cualquier estilo, desde el pop hasta la copla, pasando por el folk, el country o el noise. Entre las canciones del nuevo disco Herreros y fatigas y el pequeño recorrido por los anteriores trabajos, K&K tuvieron tiempo para un rápido networking con el granadino Dj Don Gonzalo y señora. El tiempo justo para volver y hacer la gracia con tres versiones que dicen mucho sobre sus influencias. Close to you (Burt Bacharach cantada por Dionne Warwick y posteriormente Karen Carpenter), Lady (hit de las discotecas en los noventa gracias a

Modjo) y Everybody´s talkin’ (el himno folk por Harry Nilsson). Pocos grupos pueden meterse en estos distintos mundos de la melodía y salir con la cabeza erguida. Ahora entiendo porque me he vuelto adicta a esta gente de Murcia.

Texto: Raissa Modesto Foto: Borja Espresati

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RA

ZULÚ

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Conciertos CONCIERTOS

4:00 A.M., hora zulú. Un descomunal todoterreno de Monster Energy nos daba la bienvenida poniendo música metal, creando un buen ambiente en la puerta de la Eventual para amenizar la espera hasta el comienzo de Japan Bee, una de las bandas más genuinas y talentosas de nuestra ciudad. En lo instrumental nos encontramos con un metal contundente, con contratiempos y partes rápidas, donde difícilmente podrían encajar los rapeos de un MC. Pues ellos lo consiguen, y menudo nivel demostraron en el escenario con temas tan potentes como Sigo al mando, Asesinos e incluso un tema en solitario del vocalista Harry Haller que enlazaron con En la línea de fuego y remataron con Nada cambia, el single de su último EP. Los chicos de Jägermeister saldrían a repartir regalos, chupitos y alegría entre el respetable, haciendo más llevadera la espera entre concierto y concierto. Por fin saltaron al escenario los jienenses Xkrude, una de las bandas más importantes del metal andaluz y con una larga trayectoria que nunca terminó de verse compensada como merecen. Después de dos años sin dar un concierto y estrenando nuevo cantante -que también

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se atreve a aporrear un bidón al ritmo de algunos temas-, visitan Málaga como un pequeño paréntesis mientras graban nuevo disco. Dieron un concierto que quizás pecó de monótono y con poca química con el público, pero donde no faltaron los pateos con grandes temas como Cíclico, empírico, No sé o Jode el puto sistema, con la que se despidieron finalmente. No fue hasta las dos de la madrugada cuando Hora Zulú aparecieron en escena, y a pesar de estas un tanto alicaídos a esas alturas, bastó con que sonaran los primeros acordes de Mis barraqueras para que cargásemos las pilas. Los cuatro componentes de la banda estaban acompañados de un segundo guitarrista y un teclista/sampler, para que no faltase ningún detalle o arreglo del nuevo disco sin plasmar. Tras Gabinas de cochero y Que la tierra te sea leve, recuperaron de los primeros discos temas como No protesto -¡cómo se nota la evolución de la banda escuchando temas como éste!-, Tango o Tientos, conocidas por todos y que consiguieron arrancar un buen puñado de pateos. Aitor Velázquez, con su inconfundible gorro y su vozarrón de locutor de radio, a estas


alturas ya tenía la camisa empapada en sudor. Hora Zulú bajaron de revoluciones sacando las guitarras acústicas para interpretar A Don Carlos y Crom en su montaña. “Es lo que tiene la edad, uno se vuelve romántico y le canta a sus dioses y a sus demonios”, confesaba Aitor. Con Aspirante a estilista -A.K.A. “Aspirante a peluquero”- Paco Luque se soltó con un magnífico solo de guitarra española, deseoso de mostrarnos el duende que lleva dentro. Unos cuantos temas más nos llevaron a un clásico como Agua de mayo, donde el público lo dio todo… hasta que el batería se fue corriendo, y todos tuvieron que parar la canción por sorpresa. Javier Cordovilla tuvo que abandonar el escenario por indisposición, y tras media hora de pausa con la esperanza de que se recuperase, Aitor volvió al escenario a darnos la mala noticia de que no podría volver. Pero supieron salir del paso y, junto con Paco y Alex, nos ofrecieron un pequeño concierto en acústico muy especial, improvisando Golpes de pecho y la rescatadísima Llueven flores con la que nos acercamos a las cuatro de la madrugada. “No lo habíamos hecho en nuestra vida, lo juro por mi madre”.

CUESTIONARIO MODERNÍCOLA! El disco más rayado que hay en vuestra furgoneta: Todo empezó comprando una cinta de Camela en una gasolinera para reírnos un poco, y ya fuimos recopilando: Toni el Gitano, Los Primos Hermanos, Los Travilis… ¿Quién es más malafollá? Aitor. Ante situaciones adversas salta de una manera, digamos, más imprevisible. ¿Flamenco o rap? En mi caso personal, obviamente flamenco. Lola Flores fue la primera rapera de España. Un olor de granada: El Galán de noche. Un sabor de Málaga: Texto: José C. Valderrama Una especie de shawarma que Foto: Bea García comía aquí de pequeño... ¡Y los camperos!

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Entrevistas

“La primera rapera de España fue Lola Flores” Entrevista: Bea García & José C. Valderrama Tras cuatro largos años de espera, Hora Zulú estrenó el pasado marzo un nuevo disco titulado: Siempre soñé saber sobre, nadie negó nunca nada, con una gran acogida de crítica y de público. El próximo 8 de junio, los granaínos estarán en la Sala Eventual acompañados por Xkrude y Japan Bee. Además, por primera vez en un concierto en Málaga habrá fiesta Monster, con bebidas y regalos asegurados; dentro, los chicos de Jägermeister harán lo propio con su famoso comando Jäger, y por si fuese poco, se sorteará ropa, una guitarra y muchas sorpresas más. Nosotros tuvimos la suerte y el placer de conocer a Paco Luque, guitarrista y productor de la banda, en una de sus visitas a Málaga antes del concierto. Hablamos con él de su música, de sus viajes en furgoneta, de los grupos que quedaron por el camino… Desde vuestro primer disco no habían pasado más de dos años hasta que saliera el siguiente. ¿A qué se deben estos cuatro años de silencio? Han sido varias causas: la primera es que acabamos la relación comercial con Avispa Records. Llevaban un camino muy diferente al nuestro, lo notamos cuando comenzamos el cuarto disco, había mucha prisa por grabar y componer y nosotros queríamos centrarnos en nuestro arte sin límites de tiempo. Pese a esto, el cuarto disco medio nos salió bien, pero para trabajar sin presiones decidimos ir por libre. Entonces apareció Kaiowas, nuestro sello actual, con el que trabajamos sin prisas. También teníamos que adaptarnos a los tiempos que corren: ya no existen las grandes financiaciones de discos que había antes, por lo que vimos que nuestro camino y el de Kaiowas se unieron de forma positiva: para ellos era rentable Hora Zulú y para nosotros era mejor que autofinanciarnos. Una vez que dimos rienda suelta a la tranquilidad y no necesitábamos sacar cualquier cosa, queríamos que fuera un quinto disco en el que todos estuviéramos realmente contentos, ya que lo que únicamente esperábamos de la compañía era contar con alguien que mezclara e hiciese que sonara exactamente como queríamos, no apañarte con lo que te dan, que es lo que veníamos haciendo hasta ahora. Disco a disco habéis ido evolucionado en vuestro estilo. ¿Ha sido una búsqueda consciente o ha ido surgiendo en el local de ensayo? La evolución de Hora Zulú ha surgido, en parte, por el cambio en la forma de trabajar. Yo he sido siempre, más

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o menos, el responsable de las canciones: maduraba las ideas un poco y luego las terminábamos en el ensayo entre aportaciones y sugerencias. Las canciones quedaban como yo quería, pero no al cien por cien. Ahora opto por hacerlo en casa utilizando ordenadores, tarjetas de sonido, emuladores de batería… así puedo crearme una idea de cómo sonará y trabajar desde ahí en cualquier momento. Es una manera de evolucionar de cara a la banda porque todo ese trabajo del sonido va reflejado en el disco. También busco cómo darle una vuelta de tuerca y hacer algo diferente. Hora Zulú encajaba bien las letras con las bases, pero ahora notamos que hay más respiración, más partes instrumentales, más pausas… El progreso de este disco también ha surgido de esta tranquilidad y de poder retomar las ideas, es un grupo que no bebe de una corriente artística como puede ser una banda ortodoxa de black metal o de heavy, nuestras corrientes nos las organizamos nosotros porque no tenemos influencias de un estilo en concreto. Oyes a Hora Zulú y no te recuerda a otro grupo. Investigar sobre ti mismo también requiere mucho más tiempo. Y ahora que hablas de la satisfacción total con vuestro trabajo, ¿hay alguna canción de Hora Zulú con la que no estéis contentos? Precisamente para este último disco teníamos un tema grabado, sin ni siquiera título, que cuando lo escuchábamos no parábamos de moverlo de un lugar a otro de la lista porque no nos cuadraba. No era el momento para esa canción y decidimos quitarla, preferíamos tener menos canciones y que gustasen, a tener un trabajo con 17 y que una parezca que está por rellenar. Por ejemplo, la instrumental de Crom en su montaña la tenía hace muchos años, pero nunca veía el momento de meterla en Hora Zulú. Nosotros empezamos mezclando mucho el rap, que era lo que sabía hacer Aitor, el cantante, con el metal un poco “cuadriculado”que tocábamos para encajar las letras, pero éramos conscientes de que con cada disco todo cambiaría mucho, que tendríamos más fuerza y más contundencia y quizás ya no quisiéramos tanta rapidez en nuestra música. En el tercer disco, con La parábola del rey tuerto se deja entrever un poco la evolución a este tipo de canciones. Y aunque todos saben que lo nuestro es la caña, a veces nos sale más pesado y otras más rápido. Vuestro quinto trabajo se llama Siempre soñé saber sobre nadie negó nunca nada. ¿Qué significa este título? Es complicado, la verdad. Aitor siempre se encarga de hacerlo así para que nos calentemos la cabeza un poco (risas). El nombre está dividido en dos partes y, al igual que la portada, simula una de las manchas de tinta del test de Roscharch teniendo dos significados: El Siempre soñé saber sobre es una retrospectiva de alguien que en su


vida ha hecho lo que ha querido para desarrollarse como persona, vivir y progresar, pero siempre quedan cosas de las que te acuerdas cuando ya no puedes hacerlas, esas inquietudes que quedan como espinitas clavadas. La segunda parte, el Nadie negó nunca nada, es lo mismo pero visto con una perspectiva negativa, no hacer algo que tienes que hacer para actuar bien, aun sabiendo que es lo correcto. Viene un poco explicado en el tema que le da el nombre al disco. ¿Quiénes son Don Enrique, Don Carlos, Don Rafael y Don Emilio, los homenajeados en el disco? Enrique Morente, del que yo era buen amigo y con el que trabajé, fue una parte importante para mí en la vida como artista y persona, dio pie a lo que quería hacer yo con la música y por lo que se creó Hora Zulú, por esa disparidad de estilos como es el cante jondo y el metal o el rock. Por otro lado, Aitor es un gran seguidor de Carlos Cano, un icono de la música de Granada. Sus letras atañen a la idiosincrasia de los granadinos, de sus fiestas y de sus costumbres. Otra de las personas es Emilio el Moro, un personaje de los años 60 que hacía parodias de canciones famosas, criticaba mucho el Régimen, hacía muchas comparativas con la vida de los matrimonios de antes… era algo que hemos escuchado desde pequeños en los coches cuando íbamos con los padres a la playa, y luego en la furgoneta lo hemos recuperado porque dices “¡coño, esto lo escuchaba yo de chico!”, pero le pillas el sentido y te ríes. Ha formado parte de la vida de Hora Zulú en la carretera, porque nosotros no viajamos con nada que se parezca al rock, acabaríamos locos. El último es Rafael de León porque para Aitor las letras son muy importantes y se han ido acercando a las composiciones y la forma de cantar de Rafael de León, no al rap, que se fue quedando más bien en el primer y segundo disco. En los últimos trabajos la cosa ha cambiado, oyes una canción como Nuestro entonces y parece que va a girar más hacia un tango argentino que para una canción de rap, con lo que todo el mundo nos identificaba. Parece que la época dorada del rap metal quedó atrás, con bandas como NdNo y Sugarless desapareciendo, y otras como Kannon y XXL quedando un poco en el olvido. ¿Cuál creéis que ha sido la clave para que hayáis sobrevivido a esto? Como ya he comentado algunas veces, el estilo no es el carro al que uno se sube, sino lo que le haces tú a ese carro para que esté más bonico. Lo bueno que ha tenido Hora Zulú es que no ha renegado de la cultura andaluza y las letras no van de chulería de barrio o de algo que no hemos vivido, porque yo no he visto una pistola en mi vida (risas). No me estoy refiriendo a los grupos que hemos citado, pero sí al estilo musical que se ha ido deteriorando porque la gente no ha encontrado más de lo que ya se hacía.

Otra cosa que también merma esta música es que si no suenas bien, no llamas la atención. Si no tienes buena producción pero tienes buenas canciones, al final la gente va perdonando eso… porque el primer disco de Hora Zulú suena a perros muertos y, sin embargo, a la gente le gusta mucho por las canciones, por el momento en el que irrumpimos en la escena musical como algo diferente, con letras diferentes… Nosotros tomamos conciencia de eso desde el principio, no quisimos sacar un disco al año siguiente metiendo canciones del montón o sin tener el número suficiente. ¿Cómo surgió lo de empezar a hacer colaboraciones con Sho-Hai y R de Rumba de Violadores del Verso? Porque tenemos una gran amistad. Hace muchos años nos invitaron a tocar con ellos en la Razzmatazz 1 de Barcelona. Javi y Aitor conocían a la perfección la carrera de Violadores del Verso y supieron darle importancia. Yo no tenía ni idea, la verdad, y nos encontramos con aquella sala llena y con la oportunidad que nos estaban dando teniendo sólo un primer disco. Siempre estuve muy agradecido, ellos nos dieron más que una gira con Slayer. Luego vino la parte personal, las afinidades, el cachondeo… somos iguales, nos gustan las mismas tonterías. Ellos vienen a Granada y están encantados, nosotros vamos a Zaragoza y lo mismo. Ha habido tanta fraternidad que no quedó más remedio que acabar haciendo cosas juntos. Unas veces puedes contar con unos, otra vez puedes contar con otros, y esta vez ha sido con Rumba. Pero la idea gorda está por llegar, se masca en el ambiente. No lo sabemos ni nosotros, pero algo tiene que ocurrir. ¿Alguna anécdota de los primeros conciertos? Siempre nos pasan cosas, en la vida de Hora Zulú ha habido cientos. Desde meternos en una plaza de toros a descargar el equipo para un concierto y que resultara que eso era para Chenoa, que nosotros tocábamos en el pueblo de al lado, hasta controles de alcoholemia con guardias civiles con los que acabamos todos riéndonos. De otros grupos tengo anécdotas como para escribir un libro, pero con Hora Zulú venimos de vuelta de todo y las cosas casi que las provocamos nosotros para reírnos.

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Conciertos

La vida en un delay.

Imagina una habitación enorme… que no ves. El negro más profundo que puedas imaginar lo invade todo. Ves tus manos y tu cuerpo: un aura te envuelve como si luciérnagas danzaran alrededor de tu cuerpo. Pero la luz no se desplaza más que un palmo. Te mueves, aunque no sabes adónde vas. El suelo es de madera descuidada, cruje y levanta algo de polvo. No obstante, la temperatura es buena y te sientes extrañamente sereno. Tras dar vueltas en círculos no hallas paredes. No reconoces izquierda ni derecha, pero tampoco te importa demasiado. Fortuitamente encuentras un sillón de cuero raído, junto a un mueble de tres baldas lleno de libros; son de viajes. Pero no como las guías de ahora:, con fotos, mejores discotecas dance y el plano del metro. No. Son novelas de autores como Verne o Kapuściński. De cuando para viajar había que estar loco y/o tener la cartera abultada. Coges uno, te sientas como los indios en el sillón y empiezas a recitar líneas al azar. Te encuentras hablando de lugares de paso, olores y personas con vocación de personajes. Lo más curioso es que conforme hablas, las palabras vuelven a tí dulcemente, haciendo

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que lo que acabas de oír tome otra consistencia. Sigues sin ver nada, pero oyes las palabras danzar mientras tú lees con pulso firme. Todo es armónico, todo es tranquilidad. Y así son Kermit, están sobre el escenario del Velvet Club. Las notas de sus guitarras viajan por aparatos que las repiten creando paisajes: fotografías del Caribe y de la Antártida juntas, pegadas sobre un cristal; las miras mientras una brisa constante te acaricia los pies. Son el bajo y la batería que llevan el ritmo de las piezas. Sé que suena pretencioso lo de “piezas”, pero si nadie canta, ¿cómo van a ser canciones? Kermit son elegantes, mucho. En casa, como os recomendamos escucharlos, son perfectos para viajar solo. Pero, ¿en un bar abarrotado de gente metida en sus conversaciones? Hay contextos que hacen difícil transmitir algunos mensajes. Es el caso. Texto: Miguel Ángel García Foto: Hugo Espresati


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La historia del único Antílopez rey de la selva. Cuenta la leyenda que existió allá por el siglo XXI una especie animal que fue capaz de gobernar todo lo que el sol bañaba con su luz. Estáis confundidos si pensáis en el león, el tigre, en un raro pokemon (guarda tu puta pokeball, nerd) o en Belén Esteban. Estamos hablando del Antílopez, único en su escala evolutiva, un hito del darwinismo. Devora a sus presas con paciencia y salivita, un depredador del mal rollo, el equilibrio de la cadena de risas. Se les ha visto por muchos lugares en poco tiempo (como en el Fiestón Modernícolas), ya que su ansia de diversión les ha llevado a una vida nómada y bohemia. Pero la última semana fueron avistados en el epicentro de Málaga, muy cerca de la catedral, en la llanura de La Botica. ¡Pero dejemos la esquizofrenía de lado y vayamos al grano! Los onubenses (ahora sí Miguel...) se pasaron hace unos días por el punto de encuentro de gran parte de los cantautores que pasan por la capital con su chiripop absurdodepresivo y algunas cosas más. Teloneados por unos Rafas que supieron estar a la altura, pusieron los puntos a las íes

y las comas al final de cada tema. Gatita presumida, Al artista...al mundo o A mi se me conquista fueron palmeadas como se merecen y aplaudidas como pocas. El tirón de estos chicos sigue estando fuera de toda duda y ya esperamos el salto lógico a escenarios de un tamaño acorde a sus cualidades como artistas y faranduleros. Y cuando veáis a algunos de estos extraños seres, tomad una instantánea y que os la firmen, pero con cuidado, no se os coman los deditos.

Texto & Foto: José González

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Conciertos

Con Templeton y a lo cuerdo. Sin Smint no hay beso, y sin Templeton, no hay popeo. Eso debieron pensar los genios del caramelo más pequeño jamás vendido cuando se quedaron con ellos para tocar en su salón en el Primavera Sound 2012. No en vano, Templeton tiene mucho en común con el producto: pequeñas pildoras de refrescante sabor para todos los públicos. El CCP de Ollerías era la cruz en el mapa, el viernes y las 21:00 las coordenadas en el eje del tiempo. La dimensión paralela del vintage pop preciosista se conformaba con un escenario con butacas -para ellos, fetén- y con unos asistentes entre la pasividad y la desidia. Entre el “me siento, me levanto”, vaya. Haciendo honor a la verdad, no hizo mucho la banda en los primeros compases por recibir más calor que el de los aplausos y el terral. Pero sus edulcoradas pildoras pretéritas no tardarían en provocar tanto bienestar como el bendito aire acondicionado del CCP. Si bien es verdad que la voz de Álvaro fue de menos a más, el resto de integrantes se mostaron cohesionados en la interpretación de sus formulas. El vocalista se erigió, eso sí, como líder de la cruzada contra la morriña del público, levantando un buen puñado

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de risas y contrastando la delicadeza de sus temas con algún comentario ocurrente. Que guarde cierto parecido con el humorista Dani Mateo, y que lo comentemos aqui, es meramente anecdótico pero extrañamente coincidente. En general, caben muchas esperanzas para una banda de composiciones elaboradas y complejas en el fondo, sobre la base de un estilo pegadizo. Un trabajo sobre el escenario lleno de profesionalidad y buen rollo (con palmaditas en el culo incluidas), al que, quizás por los temas menos cañeros de El Murmullo, le falta punch para levantar manos. Puede que sea eso, o que la sonoridad de Templeton lleve al cariño musical. Sí, con Templeton hay beso…

Texto: José González Foto: Hugo Espresati


Conciertos

Xoel López, one man orchestra. No éramos pocos en la Eventual, al menos para lo que suelen ser este tipo de conciertos: unas cien personas encontramos el frescor dentro de la sala, y la espera no se hizo larga hasta ver a Xoel. Cuando llegó, parecía venir de ninguna parte. Se plantó en el escenario, sin tiempo de darte cuenta de por dónde había salido, y sin posibilidades de averiguarlo, ya que nadie le seguía. Empezó -qué adecuado- con Hombre de ninguna parte, canción que el año pasado, con la Caravana Americana, sonaba a himno. Impactó verlo tan solo, pero se las arregló perfectamente. Sus pies marcaban el ritmo con el pedal del bajo y los cascabeles, y a su lado, descansaba un Casio de esos que todos hemos tenido con seis años. Siguió con sus temas en plan hombre orquesta, y mientras tocaba Parando el tráfico, un espontaneo llamado Scott (del otro lado del Atlántico) se ofreció para acompañarle con una armónica marcando un pico en la noche. La gente se animó, y Xoel aprovechó el arranque para pedirnos que le acompañáramos con palmas durante la siguiente canción. Venía a presentar Atlántico, eso estaba claro, aunque había hueco para muchas can-

ciones de sus otras miles de colaboraciones y formaciones -tantas que, como dijo, a veces no sabe ni que está haciendo-. Pero ha tenido éxito con todas y no hay de qué arrepentirse, así que cuando anunciaba que el próximo tema sería de Deluxe o Lovely Luna, los seguidores más fieles lo celebraban con una gran ovación. Porque viene poco al sur, pero mira que se lo agradecemos.

Texto & Foto: Borja Espresati

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Conciertos

Andalú Embrutesío para tiempos perros. Hay algo que tengo que señalar antes de empezar a escribir, y es que no había visto a nadie tocar la guitarra con la boca desde Jimmy Hendrix, ni un bajo haciendo tapping con una baqueta, ni con un chupito. Y es por esto por lo que anoche odié a mi fotógrafo durante, más o menos, dos horas y media. O’funk’illo es uno de esos grupos que te ofrecen un concierto lleno de momentazos (y caretos) para congelar hasta llegar al extremo de que al salir de la sala el portero te da el título de licenciado en fotografía. El concierto empezó en familia y, seguramente, la Biblioteca General, a estas alturas de junio, tuviese más gente aglutinada, pero nosotros estábamos de Sesión Golfa. Tan sesión golfa que no fue hasta las 23:40 cuando O’funk’illo salió a ponernos los Riñones al Jerez, que siguiendo con Dame la Pasta y O’funk’illo Groove, convirtió a la entrañable familia en una reunión de vikingos que no bajaron los cuernos ni un momento. Si bien es cierto que el grupo no puede llevar Dinero en los Bolsillos, al público sí que se lo pueden meter en los pantalones, y no hicieron falta más de cuatro temas para tenernos a todos saltando A ‘Jierro mientras el funk nos entraba (o nos salía) por las orejas.

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O’funk’illo demostró que las asperezas del pasado habían desaparecido totalmente tras este nuevo trabajo, que se fueron A Shuparla Ya y, rememorando sus comienzos, versionaron temas desde Whole Lotta Love, de Led Zeppelin, Killing in the Name –a.ka. que le chupen la polla– donde el guitarra, Rafa Kas, nos impresionó poniéndose frente al micro, hasta Pata Palo de Pata Negra. Esos Cuernos se convirtieron en palmas cuando Alba Molina, mujer de la voz de la banda, Andreas Lutz, presentada como “la gitana más guapa” subió al escenario a cantar y bailar junto a ellos, confirmando a los músicos como maestros de ceremonia capaces de hacerte gritar y susurrar segundos después si así lo piden. No faltaron tampoco unos de los temas más sonados de su último disco, Hasta las Cejas y Revolución Urbana, donde se sintió el espíritu reivindicativo en cada paso de ska que se estaban marcando en las primeras filas. Tuvimos tappings del gran Pepe Bao para Tragar sin Masticar durante toda la noche, cada cual más extraordinario; presenciamos el pateo más grande de todo el concierto


con Nos vamos pal Kely; con En El Campito se nos quitó to’l estrés (por los exámenes, si es que cabía la posibilidad de estar pensando en ello) y Rulando desaparecieron del escenario, aunque volvieron entre pitidos y rugidos para cerrar la sesión con Planeta Aceituna y otro Riñones al Jerez mientras Andreas nadaba en un mar de gente y funk. Y por más señas que hizo el batería durante el concierto a los técnicos de sonido para que subieran el volumen de la guitarra de Rafa porque no la oía, nosotros sí, y sonó de cojones.

Texto: Bea García Foto: Hugo Espresati

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Conciertos

HATEM ya no s que eran. Cuando era niño me parecía muy injusto esforzarme con constancia en el colegio — AKA ser un empollón— para observar como el compañero de pupitre se llevaba en junio la videoconsola que yo quería por haber suspendido “sólo” cuatro. Algo parecido me ha pasado con el directo de Hola a Todo el Mundo —en adelante HATEM— en el Centro Cultural Provincial, aunque esta vez me encuentro al otro lado. Si hubiera sido el concierto de cualquier grupo random que acabara de conocer me habría quedado gratamente sorprendido. HATEM son músicos con mucha técnica y sensibilidad. A pesar de la juventud de la banda y de sus miembros, se nota que han absorbido toda la herencia americana y tienen un sonido impecable en directo, a cargo de Luca Petricca —productor de Izal, The Right Ons, Dinero…— El problema es que los conocí hace un par de años, cuando el Wild Weekend los trajo al mismo escenario. En en aquella ocasión acababan de publicar su primer disco. Entre una escenografía llena de luces y guirnaldas había cinco músicos que parecían haber llegado en una Volkswagen salida de las páginas de Kerouac, olorcillo a césped incluido.

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Este viernes me encontré con el mismo grupo dos años y un EP después, y a la espera de publicar su segundo largo, Ultraviolet Catastrophe. No sé si existe lo contrario a un déjà vu, pero me pareció escuchar a una banda distinta. En la entrevista que les hicimos, nos confesaron que los sintes habían tomado protagonismo en sus canciones y que el conjunto en general era más “sucio y atmósférico”. Frente a la luminosidad que le recordaba al grupo de los detalles que introducía violín, banjo, crótalos, acordeón, flauta, metalófono, percusiones étnicas y lo que hiciera falta, me encontré la sobriedad de un conjunto de rock: guitarra, teclados, bajo y batería. En oposición al cantante que presentaba y explicaba las canciones, había un silencio que se podía cortar entre canción y canción. No entendí lo que querían transmitir, parecía como si no tuvieran perfilado el espectáculo. Quizás lo que me chocó no fue el nuevo rumbo que están tomando, si no que conservaban elementos de todas las etapas. A mi me encantan los teclados ochenteros, los temas campestres, los solos eternos de guitarra, las canciones en inglés, las letras en


son los español, el indie, el rock, el folk y todo lo demás. Pero si lo mezclas todo en un directo es muy difícil que te quede un espectáculo redondo, que es lo que esperaba de un grupazo como HATEM. Estoy deseando escuchar el nuevo disco y ver hacia dónde les lleva esta evolución, pero en esta ocasión, y a pesar de estar en primera fila, los sentí desde la costa, en la lejanía: saludando desde aguas internacionales.

CUESTIONARIO MODERNÍCOLA! ¿Playa o escenario? Chiringito. Un poema: To God: to illuminate all men. Beginning with Skid Road… (A Dios: Para iluminar a todos los hombre. Empezando por los barrios bajos…) Allen Ginsberg. Una frase que resuma vuestra filosofía: “Ahí te queda, ío puta” (con voz de Chiquito). La mejor manera de despedir un concierto: Explotando por los aires.

Texto: Miguel Ángel García Foto: Hugo Espresati

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Entrevistas

“Para terminar un concierto... explotar por los aires” Entrevista: Kris León Violines, ukeleles, voces corales que juegan con un folk envolvente. Todo eso es, o era, Hola a Todo el Mundo. Eso sí, el buen rollo que transmiten sus canciones seguirá latente. Y es que ahora regresan anunciando un nuevo registro, una vuelta en el sonido, donde los elementos electrónicos y el uso del sintetizador tendrán más protagonismo. La fecha del lanzamiento de Ultraviolet Catastrophe está marcada para octubre pero, como esta noche tocarán algunos de sus nuevos temas en Ollerías, queremos que nos den algunas pistas. Ultraviolet Catastrophe alude a un poema de Roy Tiger Milton. ¿Qué encontrásteis en él para querer titular así vuestro nuevo disco? Hemos hecho música para ese poema, que habla de la realidad; de como ésta, en verdad, no existe. Es un poeta desconocido, pero un gran visionario. Sin duda, alguien con poderes. Habláis de un cambio sorprendente en vuestro sonido, una transición hacia algo más electrónico. ¿Qué podremos escuchar en los nuevos temas? Bueno, la instrumentación ha cambiado. Con presencia muy notable de sintes y programaciones, además de guitarras. Todo más sucio y más atmosférico, si bien es un disco bastante melódico. Un tanto melancólico. Un poco emo. Además de en la poesía, ¿en qué más cosas os habéis inspirado en esta nueva etapa? No sabría concretar algo al respecto. Hay muchas influencias, como en todo lo que hacemos, pero concretar algo más allá sería difícil, engañoso. Creo que lo bueno de hacer música, como cualquier expresión artística, es que uno no tiene por qué justificarse, analizarse o definirse. El intentarlo es matador. A la espera del tercer disco, ¿cuál creéis que es vuestro sello, lo que se mantiene en cada trabajo? Nosotros, nuestros gustos. Eso es algo que termina por impregnar todo lo que hacemos, para bien o para mal. Vuestra imagen también es especial, y eso se refleja incluso en la estética de los videoclips. ¿Creéis que hay que cuidar más aspectos como ese, más allá del estricto plano musical? Sí, al final es todo parte de lo mismo. No es solo música, son unos principios estéticos. Están en la música y en todo lo demás.

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Band of Horses, Noah and The Whale, Fleet floxes… son grupos cercanos al folk, como vosotros, que están sonando mucho. ¿Y en España, a quiénes creéis que merece la pena escuchar? Margarita, Pegasvs, Extinción de los insectos…


Conciertos

Bienvenidos a la noche recién inventada. Ya nadie cree en la noche. Hemos visto cómo pasaban una y mil sin que nada ocurriera. Aunque algunos se resistan a pensar que la asepsia de las multinacionales también la ha engullido a ella, lo cierto es que la oscuridad, el vaho, las sonrisas sibilinas y hasta la luna se encuentran ya en el registro de la literatura y el cine. Así que ya sólo nos queda seguir inventando. “Si pudiera vivir muchas vidas me especializaría en un arte en cada una de ellas”, soñaba Paloma durante una entrevista, pero en esta contingencia que es la actualidad ella eligió la música y Azael, la imagen. Cuando los dos se encontraron, volvieron a inventar cómo es el aura del amor sucio de Rimbaud mezclados con la creencia en los rayos de luz de Goya. El viernes presentaron su espectáculo Synth-Ecstesy en el Teatro Echegaray, y así es su noche: hay tules que velan por la figura de Paloma y hay indiferencias grises que sumen en sueños ingrávidos. Todo se rompe con la música de un saxo de repente, las musas de la levedad y los cuadros de colorines se desintegran… pero no hay explosión. Esto era sólo el roce del huracán que han ido creando alrededor y que apenas veíamos. Paloma

y Azael vuelven prestos al epicentro donde todo parece que está en calma. Acurrucados ahí dentro volvemos a la liviandad hipnótica que habla de latencias y ronroneos. En este nuevo invento de la noche cuando ya todo está inventado huyen de la artificiosidad, más bien pretenden acercarse al misterio -que no es una invención poética sino matemáticas e imaginación- y su sinestesia se acerca a la disolución del engranaje de racionalidades que nos empeñamos en llamar realidad para crear un nuevo cóctel: su noche. Una pena que durase tan poco. Aunque más pena me dan las noches eternas que repiten oscuridad-vaho-sonrisa, sonrisa-vaho-luna y pocas variantes más. Y si la noche que alguien te ofrece te parece corta, probablemente fue bonita.

Texto: Laura Luna Rivas Foto: Manu Rocha

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Modernicolismo Ilustrado

“Siempre acabo sodomizando a alguien” Entrevista: Marta Sader Probablemente no conozcáis a Gastronov Nostrova. Hace unos dibujos semi-infantiles, muy graciosos y por lo general bastante depravados, lo que en cierto modo condensa su forma de ser. Aunque también sabe cocinar, y dado que le contratan para hacerlo, suponemos que bien. Su Facebook es una retahíla de observaciones interesantes y microrrelatos de su existencia, siempre con ácido final. Su mayor deseo, sin embargo, tiene un culmen más bien dulce: Que su semen se convierta en yogur: Te conocimos en una performance poética en la que masturbabas a una lubina, pero no sabemos mucho más de ti. ¿Quién eres, Gastronov? Un joven nihilista pasivo producto de los mimos excesivos de una madre, dos hermanas y un hermano, que, ante tanta confusión, opta por refregarse a cualquier rastro de carne animada y no precisamente para salvar a su especie. Tu nombre tiene un interesante toque ruso. ¿Por qué te autobautizaste así? Hay un cacharro (una especie de bandeja) que tiene un nombre parecido. Probablemente se me ocurriera en clases de cocina. Investigando en Facebook, parece que lo que realmente eres es una fulana frutariana y falangista, de religión jainista, que trabaja en un burdel... Si sale en Facebook, es que es certero. Elige: ¿cocinar platos o dibujos? Aún no he descubierto el placer de cocinar la vajilla, pero sí que me he comido algún dibujo. Crudo. ¿Tienes algún interés profesional en la ilustración, o lo has tenido alguna vez? No tengo interés profesional en nada. Mi gran sueño fue ser amo de casa, pero aún no conocí a ninguna jovencita empresaria dispuesta a contar con mis servicios. Me consta que hay redactoras muy atractivas en esta revista, os animo a que me utilicéis para unos días de prueba. Eres conocido en Facebook por tus estados reflexivos y cáusticos. Últimamente, tu tema estrella es la observación de la vida provinciana. ¿Qué diferencia a los humanos provincianos de los urbanos? En realidad la provincia acapara tanto a la ciudad como al pueblo. Gran parte de ellos se comunican de igual forma, con las nuevas formas tecnológicas de moda, aunque en cada lugar tienen su propio lenguaje popular. No hay tanta diferencia. Pero sin duda, en el pueblo está más presente la moral judeocristiana. Y los panderos de las pueblerinas están mucho mejor desarrollados, creo que a las

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chicas de ciudad les hace falta comer lentejas y garbanzos (y no hablo de humus). ¿En qué ambiente te desenvuelves tú mejor? En todos los sitios acabo sin pantalones y sodomizando a alguien. Tienes un montón de mixtapes, en las que mezclas grupos rarunos con bandas archiconocidas, subidas a internet para que cualquiera pueda descargárselas. ¿Cuál es el leit motif de esta acción? En invierno, paso gran parte de las tardes escuchando música, sin hacer nada más. Por eso, a veces, para sentirme ocupado, realizo esas recopilaciones del demonio. Y sobre todo para que me digan que tengo un gusto excepcional y de esa forma me siento tan bien como si fuera

el compositor de la música. Es tan satisfactorio recibir halagos por material ajeno… ¿Pinchas luego esas cintas en algún lugar público? Los encargados de los bares son reacios a ponerme de pinchadiscos. En primer lugar, soy un borracho; por lo tanto, el bar puede acabar destrozado y sin reservas. Además, no les convencen ese mixto extraño que hago. De hecho, he pinchado dos veces en un conocido bar de Málaga, cada una de ellas en sus distintas etapas, y tras esto siempre cerró. Pero si alguien quiere contar conmigo para animar un guateque, estoy disponible. ¿Dónde podemos encontrar a Gastronov y por qué querríamos encontrárnoslo? Ahora mismo en el Bar La Esquinilla, en Alhama de Granada. Estaré asando chorizos a la plancha en la terraza del bar. Siempre es un placer ver cómo canto, riño, bailo, me quemo, me empalmo, etc., mientras la carne arde. En caso de encontrarme en otro bar, os recomiendo que no os acerquéis, suelo besar a todo el mundo. CUESTIONARIO MODERNÍCOLA! Lo peor que le podría pasar a un tabernero de Alhama: Que la terraza se llene de ancianas después de misa y cada una pida una tapa distinta. Mientras, tengo que luchar entre la vida y la muerte para respirar entre la polución de laca. Tu plato más celebrado: Un plato de aceitunas, con hueso. Lo máximo que la vida podría darte: Llegar a anciano y vivir en una casa con chimenea, perro y gato. Y relatar batallas de mi juventud a hembras quinceañeras que se sientan a mis pies, escuchando atentamente y con ojos llorosos. Un martes perfecto: Viajar en coche con mi amigo Miguel Carlos a la madrugada y encontrarnos animales del bosque en la carretera. Las mujeres son... El aperitivo más delicioso y desconcertante. Especial mención a sus clavículas.


Exposiciones

Firestorm: no apto para ligirofóbicos.

“Ligirofobia”: palabra impronunciable referida al miedo por los ruidos fuertes de explosiones. Una enfermedad más común de lo imaginado a la que Alejandro Vidal demuestra ser inmune en Firestorm, explosiva combinación de imágenes de fuegos artificiales con sonidos bélicos que podemos visionar en el CAC desde el 12 de junio. La innegable belleza de los cohetes se ve sorprendentemente bien acompañada por disparos, explosiones y breves frases de combatientes, sincronizándose más allá de lo visual con suma perplejidad para el espectador, que observa una original reflexión acerca del tratamiento de los conflictos armados. Una vez finalizada la proyección, paladeamos un gusto amargo, ese sabor pesimista que nos inunda cuando reflexionamos sobre los grandes problemas mundiales, que, en este caso, vienen con ropa de camuflaje y fusil de combate. Nos damos cuenta de que las imágenes de terror y violencia nos rodean más de lo esperado, convirtiéndose en productos de una nueva globalización mediática que lo explota en exceso. Sumergida en una oscuridad sobrecogedora, vencida en breves momentos por los deste-

llos más imponentes de los cohetes, la sucesión de imágenes parece sacada de un nuevo “experimento Ludovico” impactando en nuestras quijoteras. No obstante, esta obra, cuya realización fecha del 2009, se compone de imágenes descargadas de internet que pretenden mostrar cómo los conflictos se dilatan en el tiempo y el espacio. Como detalle agridulce debemos que añadir que, a pesar de estar bien recogido en el Espacio 5, rodeado de compatriotas de pensamiento en la sección permanente Apocalipsis, esta video-creación se ve mermada por las obras en el segundo espacio del CAC, que provocan una desagradable cacofonía que reduce la impresión de los sonidos militares, restando impacto a la perspectiva del autor. Firestorm se mantendrá hasta final de agosto, tiempo de sobra para todos aquellos que quieran un tipo de proyección diferente a la habitual, comprendiendo que el impacto no se logra únicamente con el 3D. Texto: Várvara Vedia Ilustración: Antonio R. Duarte

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Conciertos

No te perdonarás haberte perdido esta fiesta. Nada más entrar a Studio 41, un sonriente Manuel Jiménez -integrante de la productora Yolaperdono- nos ofrece una foto en un particular photocall formado por varias camisetas (¡ahora necesito una!). En medio de la pista está Diego Lara afinando su guitarra. Saluda también sonriendo a todos los asistentes; estamos entre amigos. A continuación se inicia el show pilotado por Pedro González, batería del grupo Lux (nuestro Billy Crystal particular), que da paso a un teaser de 60 segundos llamado City sounds. En él damos un paseo por una Málaga diferente a través de imágenes nocturnas de barrios que distan mucho de las típicas postales que adornan las tiendas de souvenirs de nuestra querida ciudad. Y ahora sí, después del visionado de su videoclip Ahoras, llega Diego Lara ( y su barba o llega la barba y su Diego Lara, el orden de los factores no altera el producto) se sienta en su taburete con la guitarra en el regazo, y no necesita nada más para enamorarnos. El ambiente se torna más intimo, es como si el cantante sólo se dirigiese a mí (o a ti), y para sentirnos más en familia, tenemos a sus padres en primera fila (aprovecho para re-

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vindicar una crónica aparte para el señor padre de Diego Lara, ¡se la merece por crack!). Comienza su maravillosa actuación con una canción que nos pone a todos tontorrones por ser tan tierna: Volver, y le siguen otros temas de gran calidad como Lucía o la antes mencionada Ahoras. Diego nos regala momentos de su vida, contándonos anécdotas entre canción y canción que nos hacen adentrarnos un poquito más en su mundo. También hay espacio para algunas versiones como Acuarela o Me gustas tú, de Manu Chao (gracias Diego por reconciliarme con esa canción). No se olvida tampoco de nosotros , ya que menciona su entrevista Modernícola antes de presentar No estás tú , tema en el que habla de las cosas que echaba de menos durante su estancia en Londres. La segunda parte del concierto se torna más enérgica. Sustituye su guitarra por un ukelele y sube al escenario a su compañero y amigo David Navas, que le acompaña con la caja. Tras volvernos locos con temas como Justo al verte, canción que no he parado de oír esta semana, o Mi protagonista y su pegadizo estribillo, se despide de nosotros (cuando consigue que el público le deje irse) con una canción dedicada a Yolaperdono.


Hacemos un breve descanso y tras ver otro de los proyectos de la productora, hace su aparición el grupo malagueño Lux transformando la atmósfera intimista que nos había dejado Lara en un entorno “electrizante”. Su primer tema es Todo en lo que creemos, y es en este momento cuando no podemos ya contener más nuestros pies, es hora de bailotear. Los cuatro integrantes del grupo, Chus Heredia, Diego Lara (sí, también él), Cristobal Guerrero y Pedro González lo dan todo y aún les queda más que brindarnos. Su segundo tema es una versión de Nuestro baile del viernes de Sidonie, y nunca mejor dicho, es viernes y aún nos queda mucho que bailar con ellos. La fiesta no termina aquí, siguen muchos más temazos de su EP El rey del tiempo, como la melodía inédita, Hasta nunca con la que terminan de conquistarme por completo. Pero esto no es una despedida, ya que la juerga sigue hasta altas horas de la madrugada. Definitivamente, los chicos de Yolaperdono saben hacer las cosas bien y rodearse de los mejores. Yo me retiro deseando que vuelvan pronto a invitarme a otra de sus reuniones familiares llenas de arte y buen rollo.

Texto: Ainara Ruíz Foto: Borja Espresati

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Conciertos

Camino a L.A. con Zahara. Los prejuicios son curiosos, parecen inocentes y prácticos. Sí; tienen ese aspecto divertido hasta que casi mueres atragantado por ellos cuando te los comes del tirón. Y eso fue lo que me sucedió el otro día en la Eventual durante el concierto de Zahara. Me explico, para mi ella era la chica que cantó Lucha de gigantes con Love Of Lesbian y que hace acústicos amenos en el Live The Roof. Pero, ¿qué más? Me puse La pareja tóxica y me sorprendió gratamente. Pero me repetí tozudamente que con Ricky Falkner a la producción —Standstill, The New Raemon, Iván Ferreiro, Sidonie…— cualquiera hacía un discazo sin despeinarse. Así pasó la vida, y llegó el viernes noche. Los currantes descansaron y nosotros nos dirigimos a escuchar lo que Zahara tenía preparado. Ella salió con su Telecaster “azul sónico” colgada y entonó una estrofa de América, América de Nino Bravo. No había terminado de sonar el último acorde cuando toda la banda entró en estampida con Leñador y la Mujer América. Y se me cayeron los cojones al suelo. Sí, tal cual. La música era contundente y compacta y su

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voz cristalina y poderosa, sin rastro de indie patrio desganado. Junto a los míos, cuatrocientos ojos brillaban desde abajo y las correspondientes bocas repetían sus palabras como fieles. El setlist se fue escribiendo con canciones del último disco, que sonó íntegro —exceptuando el último corte, Adiós—. Pero también con temas de La fabulosa historia de… La segunda y última versión fue una ralentizada y electrificada You’re the One That I Want —de la OST de Grease, para los imberbes—. Aunque Zahara no demostró dotes de Travolta ni de Newton-John. Ella tiene la sangre intoxicada de Hendrix, se retorcía contra su guitarra de manera provocadora mientras el resto de la banda se sumergía en una maraña de acoples y entropía. No éramos conscientes del todo, pero estábamos viajando hacia a Los Ángeles. ¿Y qué hay Camino a LA? Toda la América profunda: oscuros y grasientos restaurantes, espejismos en las carreteras, gasolineras abandonadas, café deleznable, las notas de blues que Robert Johnson pidió al diablo… y la soledad. Las canciones de La pareja


tóxica son introspectivas y melancólicas, y estos escenarios fueron reflejados perfectamente por los teclados de Narcis Corominas y las guitarras de Sergio Sastre —miembro de Miss Caffeina y cumpleañero, ¡con tarta y todo!—. Las riendas las llevaron a medias Miquel Sospedra con el bajo y Xavi Molero en la batería. Unos mosqueteros que guardaban las espaldas de Zahara, porque ella cantaba como si no hubiera mañana, se dejó la vida en las diecisiete canciones. Me gusta la gente con sangre en las arterias.

CUESTIONARIO MODERNÍCOLA! En casa del herrero... (Se queda pensando) Hmm… Cuchara de palo no vale ¿no? Pues… ¡tambores con cacerolas!. En verano no debes olvidar..: Ponerte ropa interior ¡siempre! Mi abuela siempre dice que... Sea buena. El mejor invento del mundo es... La rueda. Y después el iPhone.

Texto: Miguel Ángel García Foto: Manu Rocha

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Entrevistas

“Nadie debería soportar hora y media de drama” Entrevista: Claudia Morales Zahara se ha convertido ya en una asidua de Modernícolas. La esuchamos en el Parador de Gibralfaro y en la Sala Eventual, y como nos gusta tanto, ahora charlamos con ella. ¿Por qué La pareja tóxica? El disco habla de la situación que viví durante un año y medio, que por desgracia estuvo lleno de rupturas de relaciones profesionales, personales, familiares… Era una manera de contar todo eso bajo un mismo título. La pareja tóxica son parejas condenadas al fracaso a pesar de intentarlo. ¿Cómo fue la experiencia de cantar en el Parador de Gibralfaro? Preciosa, gracias a Live the roof los artistas tenemos la oportunidad de tocar en lugares que a lo mejor de otra manera sería imposible. Eligieron el Parador, que tenía unas vistas impresionantes. Estoy muy agradecida, sobre todo por el público, que pudo estar viéndome tocando allí con esas vistas, al aire libre, en un escenario completamente distinto a los habituales. La verdad es que fue muy bonito. Y para nosotros que estuvimos allí también lo fue. ¿La inspiración llega con el amor o con el desamor? La inspiración llega con todo, el amor y el desamor están unidos y son igual de fuertes y de inspiradores. Creo que luego el tiempo para componer se busca mas en el desamor porque hay momentos que se dedican completamente a él, a contemplarlo, a entenderlo, mientras que en el amor, aunque es muy inspirador, -y de hecho las canciones de desamor surgen porque previamente ha habido una historia de amor-, no te paras a pensar y a escribir sobre él porque estás disfrutando y no quieres perder el tiempo en otra cosa que no sea vivirlo. Muchas de las canciones son tristes, o incluso rajaderas, sin embargo los conciertos son muy divertidos ¿las dos caras de una misma moneda? Para mí es la manera de afrontarlo. Soy consiente de que mi repertorio ahonda en los sentimientos y no siempre son agradables, pero una hora y media de drama es algo que ningún ser humano debería soportar nunca. También por mi manera de hacer las cosas, toda mi vida está basada en humor mucho más que en el drama a pesar de que hable de él. Es la manera de enfocarlo, ya que voy a hacer canciones súper tristes, melancólicas y de emociones, pues entre canción y canción intento que el público pueda reírse, es la manera de decir “venga no pasa nada,

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aquí estamos y continuamos”.. En Gibralfaro tocaste en acústico, y en la Eventual con banda. ¿Diferencias? Cuando toco con toda la banda que ha grabado al disco el sonido es mucho mas fiel a La pareja tóxica, y tiene esa parte de humor y de historias, pero mucho más comedida. Con ellos respaldándome perder el tiempo contando tonterías me parece absurdo, lo que hay que hacer es escucharlos que para eso están ahí. Me gusta centrar el concierto en la parte musical, que además se entiende por sí sola y que no necesita de ningún tipo de adorno. A lo mejor en un acústico tirar de voz se hace muy pesado y que haya una anécdota pues entretiene. En este caso yo creo que la música dice todo lo que hay que decir.


Teatro

Parque temático del teatro. Lo que veo me gusta. Veo gente del teatro, taquilla sin cristal, no hay una pantalla de ordenador. Un cartel con los horarios, tickets de diferentes colores y una caja sencilla para la recaudación. Un bar donde te puedes tomar un refresco por solo un euro. Estudiamos los horarios, se me viene a la mente Port Aventura: quieres ir a todo pero tienes que organizarte. Al final decidimos ver primero Me da usted un cigarro. Actores y directores deambulan en busca de cosas que están ultimando, saludan a conocidos, empieza el bullicio de los estrenos, un jolgorio que identifica que se está cocinando algo que va a estar sabroso. El espacio escénico es una continuación del que está destinado a los espectadores, quizás sea por eso que salieron las actrices a explicar lo que significaba el minimalista decorado. En ese momento pensé: Mal empezamos. Sigo pensando que no era necesario, eso no se hace ni siquiera en el más precoz de los talleres amateurs ¡No hacía falta! de hecho si lo hubiésen suprimido, el final no hubiera sido tan predecible. No todo fue en la misma dirección. En seguida nos introdujeron en una situación en

la que, con mucho humor nos envolvemos en un debate sobre quién es más egoísta, el que no da o el que pide por vicio; el que exige explicaciones sobre las conductas de los demás, o el que no analiza la suyas; y sobre la mala leche inherente al ser humano que nos lleva a cometer actos incomprensibles, conocidos con el nombre de putadas, y a las personas que las realizan como hijas de la gran puta. Lo siguiente será Yo antes era mejor. Falta media hora, nos vamos al bar a por otro euro de refresco. Omar Janaan -el actor- espera en la sala junto a Alberto Cortés -director e iluminadory el músico e ingenioso técnico de sonido con su sofisticada tecnología de un programa antiguo de radio. Una bailaora, rata inmunda, peor persona, gran artista -La Chachinos hizo sufrir y alegrarnos, nos hizo sentir que nuestra vida es maravillosa. Texto: Cristina Gandarias Ilustración: Omar Janaan

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Teatro

Sonrisas y lágrimas agota las entradas. Julie Andrews protagonizó dos de las películas más conocidas de la historia del cine familiar. Junto con Mary Poppins, Sonrisas y Lágrimas ha quedado como legado para las nuevas generaciones, y anoche en el Teatro Cervantes quedó confirmado que la historia de la familia Von Trapp no entiende ni de décadas, ni de edades. Alrededor de veintisiete personas se suben al escenario del Teatro Cervantes para ponernos los pelos como escarpias. Todo sin contar a los músicos, que se encuentran justo debajo del escenario encargándose de que absolutamente todo lo que escuchemos en esas tres horas de función sea en directo. Ya nos contaron en la rueda de prensa lo costoso que había sido sacar adelante el que es, sin duda, el musical más popular de la historia. El musical Sonrisas y Lágrimas, dirigido por el fantástico Jaime Azpilicueta – responsable de que clásicos como Fama, A Chorus Line o Jesucristo Superstar hayan sido trasladados desde las grandes pantallas de todos los cines del mundo a los grandes teatros españoles-, llegó ayer jueves 14 de Junio a Málaga tras haber agotado prácticamente la totalidad de las localidades de los teatros

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españoles por los que ha pasado. Dicen los entendidos que es una obra que gusta, independientemente de la edad del espectador, y que este gran musical –que ha sobrevivido a seis generaciones con 45 millones de espectadores a sus espaldas- te remueve por dentro durante tres horas, haciéndote pasar de la risa al llanto casi de instantáneo. Mentiría si dijera que los comentarios de los críticos son desmesurados. Mentiría si dijera que el dineral que han invertido en llevar este sueño a cabo es bárbaro. Mentiría si dijera que el coste de la entrada es excesivo. Y es que, el que estuvo anoche en el Cervantes sabe de qué estoy hablando. Los aplausos se escapaban de entre las butacas de un teatro que anoche cubrió la totalidad de localidades, los comentarios en el descanso con respecto a la obra eran magníficos y la ilusión que se respiraba a la entrada del teatro tras acabar la función es impagable. La historia de la familia austriaca Von Trapp, conformada por siete hijos y un Capitán viudo, y el viaje emocional, físico y personal que emprenden de la mano de María, la nueva institutriz enviada de la Abadía, lo conocemos todos. Y he de contaros que la


adaptación teatral y musical que se ha llevado a cabo es prácticamente idéntica a lo que transcurre en la película. Tanto el trabajo de orquesta, como las voces de las hermanas de la Abadía, como la interpretación de Silvia Luchetti y de prácticamente la totalidad del elenco –destacando a María Osuna y Trinidad Iglesias que colocan el punto cómico a la obra haciéndose con la mayoría de risas y aplausos- es excelente. El musical Sonrisas y Lágrimas colma de aplausos este fin de semana el Teatro Cervantes. Cuando las cosas se hacen bien, el público se va satisfecho a casa.

Texto & Foto: Virginia Rota

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Exposiciones

Viajes en el espacio a través de fluidos negros. Entramos en el Centro de Arte Contemporáneo, atravesamos el hall y caminamos entre cuadros abstractos gigantes. Mis limitados conocimientos artísticos me impiden interpretarlos, así que reactivo el manido debate sobre los límites del arte con mi acompañante y recuerdo aquello de: “Si no puedes hacerlo bien, hazlo grande. Si no puedes hacerlo grande, hazlo rojo”. Giramos la esquina y nos encontramos con “aquello”. Sin llegar al palmo de altura, Fluido, de Per Barclay ocupa casi toda la sala central del CAC. La hoja informativa dice que es un contenedor de plástico con 7.000 litros de aceite de girasol tintado. Pero en la penumbra parece más un sólido que un líquido: una enorme placa trapezoidal de azabache. Los focos superiores están apagados y la poca luz que llega a la obra es reflejada por el techo. Le doy vueltas, mirando la instalación desde todos los lados y alturas, una idea ronda mi cabeza: “Yo puedo entrar ahí”. Me posiciono en la base de la figura geométrica y me pierdo entre los recovecos del cielo del museo que ahora está bajo mis pies. No para en mi cabeza: “Seguro que puedo pisar y caminar sin problemas”. Y, si taconeo un par de

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veces, quizás todo se rompa en cristales negros y caiga a otra dimensión. Quizás simplemente me hunda nada más entrar y caiga a una nueva realidad donde la luz es oscuridad: un negativo de este mundo. En cualquier caso podría recolgarme del bastidor de las luces, dar un par de vueltas completas y caer con los brazos en alto como un gimnasta… si es que allí se puede caer, no sé si la gravedad será igual, ni si habrá abajo y qué arriba… “Oye, despierta”, mi amiga lleva diez minutos esperándome. Para que después afirmen que los de la generación de los videojuegos no tenemos imaginación.

Texto & Foto: Miguel Ángel García


Teatro

Poética y reiterativa sabana robotizada.

El epígrafe prometía: “Pieza interdisciplinaria basada en la animación en escena de animales robotizados hechos a mano”. Me llamaba tanto la atención como aquel cartel sobre el que gira El lobo estepario, el de “Teatro Mágico. Sólo para locos”. Y no para niños, pues, ya fuera por la hora -las 21:00 de un jueves- o por la temática, no había ni un solo menor en esa entrega del Festival de Títeres del Cánovas. Tampoco estoy segura de que los pequeños hubieran aguantado la lenta cadencia de Savanna. A possible landscape en el absoluto silencio en verdad necesario para su desarrollo. En el escenario, robots de elefantes, de tortugas, de gusanos, de aves, de polillas y de cabras interaccionaban entre sí gracias a los humanos también allí presentes -no escondidos-. La compañía o bien los controlaban como se controla un coche teledirigido, o bien los ayudaban, literal y físicamente, a ejercer su parte del papel. Porque una polilla de madera no puede volar si alguien no la agarra, y si quienes la miran no se abstraen lo suficiente como para dejar de ver la mano que hace posible su viaje. La escenografía era un mundo fantástico en sí mismo: las cajas de madera que escon-

dían la vida autómata, la luz conjugada de manera extraordinaria, las líricas proyecciones de lluvia, las evocadoras transparencias. Y en ese universo, la música era el clima, el día, la noche, el ánimo, el miedo. Esta se alternaba con un narrador extranjero que contaba la historia del piano de su madre, eternamente desafinado, con una “bestia dentro”. Sin embargo, poco tiene que ver la narración con la sabana robotizada que nos muestran. Asimismo, la lentitud y la repetición de un espectáculo de 50 minutos basado únicamente en la contemplación en lugar de en la acción lo convierte en una apuesta sólo apta para almas muy sensibles a “lo poético”. Todo esto, unido a ciertos fallos en la ejecución, daban como resultado una interesante propuesta que, sin embargo, va decayendo hasta casi estrellarse. Texto: Marta Sader Foto: Borja Espresati

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Conciertos

La brisita del cemento Aslándtico.

En la terraza llena de sillas, todas ocupadas, sobre todo con chicas rubias, los tres componentes del grupo se nos llevan de calle con acento cordobés hacia la brisa del inmenso mar que se extiende a sus espaldas. Estamos en el Parador, esta noche de viernes era difícil conseguir algo de fresco aún estando en el balcón de Gibralfaro y, aún así, ellos lograron que todos se levantaran de sus asientos para bailar. Los Aslándticos vienen en acústico y, en el olvido de los músicos que ocupan sus grandes conciertos, hoy son sólo la esencia: Steven ( Jorge Carmona), Alberto Invernón y Bueno Rodríguez o, lo que es lo mismo, batería, guitarra y cantante. En esta velada que Live the Roof organiza en la impresionante terraza del Parador, no importa demasiado si te gusta el flamenco popero o no (al menos, no importa si ya estás allí), el cantante es todo buenrollismo y consigue transmitir frescura. Habla durante todo el concierto con el público y saca a bailar a la muchachita más pequeña del público, una chica de unos diez años. A la tercerca canción ya ha conseguido que se levante casi la mitad del público. Cómo no, si es de la filosofía de, cuando se ve en el espejo esas mañanas en las

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que sabe que todo va a ir mal, cantarse: “Tú, tuú, tú lo que eres es una bella persona”. Originarios de Córdoba, formado por amateurs apasionados y profesionales, en 2004 sacaron su primer disco, El mundo está fatal de los nervios. A partir de ahí imagínate su energía de reggae andaluz, aunque ahora, ocho años después y algunos componentes diferentes más tarde (Mario Díaz era el cantante del primer disco y letrista), su música sea mucho más pop, un pop-folk de la tierra que, además, reclama mucho su origen: Que trata de Andalucía (de su primer disco) o Hoy me voy (sobre los que nos tenemos que ir a buscar trabajo al extranjero) dieron cuenta de ello además de algún “¡Viva Andalucía!” de Bueno. Como remate, estos chicos han cogido una costumbre: de sus conciertos se sale abrazado y no es metáfora esta: ”Quien haya venido con su pareja, su nene o sus amigos, ¡daros un abrazo ya que nosotros no podemos dároslo!”, tiene mérito hacer este tipo de cosas y no quedar muy cursi, pero un tamiz de simpatía ha recubierto toda la noche. Hasta girarse hacia el fotógrafo para ofrecerle una fotografía de frente parece un gesto


de humildad. Lo llevan en el nombre: Asland era la fábrica de cementos por donde se reunían, así que lo de Aslándticos tiene poco de grandioso mar. Su música es fácil, pegadiza, como un hip-hop hecho balada y los allí presentes se saben hasta los “ah,ahh” de las canciones. Dicen que antes eran más cañeros y, dicen, que ha habido conciertos en los que Bueno se salía, pero, como ellos afirman, es una música para no enfermar de rutina. Esa es su intención y la consiguieron.

Texto: Laura Luna Rivas Foto: Borja Espresati

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Teatro

Descubriendo a Derek Jarman.

La compañía de Ennio Trinelli ha copado durante los últimos días el Teatro Echegaray para presentar sus propuestas escénicas dentro del festival Elegetebefest. Como te contamos, este año eligieron la figura de Derek Jarman como leitmotiv (o excusa para recordarlo). Este polifacético artista dejó una gran impronta en el arte revolucionario de Reino Unido de los años ’70-’80-’90 y, además de por una bella experimentación en imágenes, combatió por los derechos del colectivo gay que el gobierno de Margaret Tatcher censuraba y criminalizaba a través de leyes absurdas. Había conocido Ennio Trinelli al artista en Londres y la admiración y el respeto que le guarda siguen aún vigentes así que, por despegarse un poco y aunque Ennio dirige casi todos los espectáculos que se han presentado en el ciclo, prefirió confiar en algún joven culto la obra que llevara su figura a escena. Alguien le habló de Alberto Cortés, director de Bajotierra Teatro, y creyó en él para plasmar la estética revolucionaria de Jarman. Alberto eligió no traer un reflejo del fantasma, no presentar el pasado para que veamos cuánto genio hubo pero -¡helas!- ya ha muerto. Alberto trajo a Rafael Elena (vivito y

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coleando) y convirtió en espectáculo el encantamiento de redescubrir a un artista que no tiene ni una pena ni media gloria en nuestro imaginario. Rafa es un joven malagueño que estudia para ser fotógrafo y tiene un bonito parecido al Derek Jarman de sus años mozos. Así comienza el estudio científico. Cada obra del gran Derek se ve bajo el prisma de Alberto-Rafa que traen la esencia con cuatro cajas de cartón, video proyectado y la voz de Elena Casanueva, que crea también la coreografía. Tan poco equipados recorren las mejores películas del director británico: Caravaggio, Eduardo II o Wittgenstein. Pero el rechazo a la vuelta atrás, a la mirada retrospectiva de fingida inocencia, al falso redescubrir de forma temporal un arte con más de treinta años, se vuelve patente. La última obra que Derek realizó fue Blue, ochenta minutos de sonidos y relatos sobre un fondo azul (del color exacto International Klein Blue), un largometraje contra la morbosidad que despertaba en los medios de comunicación la moda del VIH y su incursión entre los famosos. Aquí la apuesta es, precisamente, contra la ostentación del


disfraz. Rafa, que había comenzado negando si quiera seguir de lejos a Derek Jarman, acaba pintando su cuerpo de ese azul que significa tristeza, porno, pero también lealtad. El fragmentarismo de Wittgenstein, una de las últimas películas del director británico, encuentra ahora una línea fija en el actor que no usa el transformismo para ser otro sino que juega a descubrirse, al tiempo, a él mismo. Esta es la exploración sencilla que proponen: abren el camino y la curiosidad a bucear en la obra del británico. A quien no le interese seguir investigando, se puede quedar con la íntima exploración de un joven artista que se enfrenta a un gran artista global en esta, como decía, aventura del descubrimiento.

Texto: Laura Luna Rivas Ilustración: José A. Gómez

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Teatro

Frenética tontería nacional a una voz. Nos reímos mucho absolutamente todos: las abuelas, los hijos, los padres, los tíos, los de los palcos, los de detrás… el Cervantes estaba lleno, y de un público extraordinariamente homogéneo para lo acostumbrado. Pero decíamos que nos reímos, y algunos carcajeaban y aplaudieron de una forma que se traducía por palmaditas en la espalda para Latre: plas, plas, plas, no solo te aplaudimos por las risas de hoy, si no por todas las anteriores, las de la tele, las de la radio, las del largo día trabajando, las de “qué bien lo hace este hombre, da gusto oírle”. Y no es que este tipo caiga sencillamente simpático, es que tiene un don. O mejor dicho, 100 dones, uno por cada personaje al que imita tan bien como para preocuparse. Aunque también los suda, ¿eh? “No es un talento fácil de manejar”, decían las gotas que caían desde su frente al suelo mientras representaba la frenetiquísima e histriónica Yes, we Spain is different. Latre defendió con nota una representación en el que él era el único actor para un libreto de cien personajes y una decena de canciones. Su solo acompañamiento era la pantalla que lo escoltaba, que cumplía dignamente su

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papel de escenografía colorida e irrealista: tan rápido estábamos en el plató de El gato al agua como en Sálvame, la Moncloa o la isla Perejil. Y ¡cuánto friki por todos lados!: desde Lydia Lozano hasta Pocholo pasando por la irreductible Duquesa de Alba. Y ¡cuánta caricatura de aquellos que ya no son más que caricaturas de sí mismos! Me pregunto si este espectáculo, que se basa en la sobredimensionada tontería nacional para desarrollarse y en la memoria colectiva de la televisión para funcionar, podría hacerse en algún otro país. Temo la respuesta. Pero ya digo que nosotros nos reímos de todos ellos y de nosotros mismos, de que se reconozca antes el No cambié de Tamara que la Novena Sinfonía de Beethoven, de los vicios nacionales, del absurdo de este patio de señoras que llamamos España. Por supuesto, pasados tres minutos del final, no recordabas absolutamente nada del show, que fue, como se puede dilucidar, deliciosamente intrascendente. Pero la hora y media de risa se sentía en las mandibulas y en el ánimo, y en la mente permanecía el haber estado en un espectáculo digno y trabajado. Y eso, resultó más que suficiente.


Texto: Marta Sader Foto: José González

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