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Explanans, vol. 3, núm. 1, enero - junio 2014,

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Autodesarrollo Indígena y Política Social, nuevas directrices de * acción para los pueblos nativos del Estado de México1 MOISÉS ELIZARRARÁS HERNÁNDEZ ÁNGEL MAURICIO REYES TERRÓN Resumen El tema del autodesarrollo indígena ha inducido innumerables discusiones, sobre todo en aquellas donde el papel del Estado mexicano deja de ser preponderante en su particular toma de decisiones. No obstante, es el mismo quien, sobreponiendo esas ideas –penetración cultural-, ha planteado la idea de lograr una adecuada vinculación con los grupos originarios; a través del establecimiento de áreas de desarrollo indígena, consideradas como espacios territoriales en que las instituciones de la administración del aparato gubernamental focalizarán su acción en beneficio del desarrollo armónico de los pueblos indígenas y, sus comunidades. De igual manera, tal representación debe lograr incurrir en el diseño de políticas de carácter social, que posibiliten integralmente el impulso de estos criterios; de esta forma, la investigación, tiene como eje, discutir teóricamente los procesos indígenas de autodesarrollo, a la vez de proponer desde la visión indigenista de la entidad estatal, las razones para integrar ambas visiones en ejercicios concretos de política social, respetando la posición de dichos sectores. Palabras Clave: Autodesarrollo, autodeterminación, migración, indigenismo e indianismo. Indigenous self and Social Policy, new guidelines for action for native people of the State of Mexico Abstract The issue of indigenous self-development has prompted countless discussions, especially in those where the role of the Mexican state ceases to be dominant in their particular decision; however, it is the same who, superimposing these ideas – cultural penetration -, has raised the idea of achieving an adequate link with indigenous groups, thus establishing indigenous development areas, considered as territorial spaces in which administration institutions of 1

El presente trabajo de investigación se realizó con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), con la obtención de una Beca de Estancia Posdoctoral en el IIC-MUSEO de la UABC, Mexicali, periodo: agosto 2013-julio 2014.

* El presente trabajo de investigación se realizó con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), con la obtención de una Beca de Estancia Posdoctoral en el IIC-MUSEO de la UABC, Mexicali, periodo: agosto 2013-julio 2014.

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government apparatus will focus their action on behalf of the harmonious development of indigenous peoples and their communities. Similarly, such a representation must achieve incurred in the design of social policies that fully enable the momentum of these criteria; thus, research is centered theoretically in discussing the indigenous processes of development while proposing from the indigenous point of view of the State organization, the reasons for integrating both visions into specific exercises of social policy, respecting the position of these sectors. Keywords: indianism.

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Self-development,

self-determination,

migration,

indigenism,


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I. Datos etnográficos de la población indígena del Estado de México, 2010. Generalidades En el caso concreto del grupo mazahua o jñatjo es el más numeroso de la entidad, al haber identificado el Conteo de Población y Vivienda 2010, a 116,240 personas hablantes de su lengua. Se encuentra asentado en la región noroccidental y centro-occidental del Estado, mayoritariamente en 13 municipios rurales que son: Almoloya de Juárez, Atlacomulco, Donato Guerra, El Oro, Ixtapan del Oro, Ixtlahuaca, Jocotitlán, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Temascalcingo, Valle de Bravo, Villa de Allende y Villa Victoria (ver mapa 1). Desde principios del siglo XVI, los mazahuas han ocupado esta zona, que está rodeada por una serie de montañas, lomas y valles en los que predomina el clima frío. De los municipios donde se asienta el pueblo mazahua, nueve tienen un alto grado de marginación: Almoloya de Juárez, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Ixtlahuaca, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Temascalcingo, Villa de Allende y Villa Victoria; dos de ellos, un grado medio: El Oro y Jocotitlán; dos más, un grado bajo de marginación: Atlacomulco y Valle de Bravo, lo cual significa que se trata de una región con grandes necesidades sociales y económicas. Mapa 1 – Distribución geográfica de los pueblos indígenas en el Estado de

México. Fuente: Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas (CEDIPIEM) en base al II Conteo de Población y Vivienda (INEGI, 2005).

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Algunos de estos municipios (San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Villa Victoria y Villa de Allende) tienen población predominantemente mazahua (CEDIPIEM, 2012). Para el caso del grupo otomí, este se localiza en una gran porción del territorio estatal; también se les encuentra en la cuenca de México o en el Valle de Toluca. Sin embargo, su mayor concentración se tiene en el centro-norte de la entidad, hasta los límites con las entidades de Hidalgo y Querétaro; la excepción es el municipio de Amanalco, localizado hacia el sur del territorio mexiquense. El pueblo otomí o hñähñu es el segundo en la entidad por el tamaño de su población, al contar, de acuerdo con datos del mismo Conteo 2010, con 97,820 personas que declararon hablar la lengua otomí; dicha población, se encuentra asentada mayoritariamente en 21 municipios: ocho son de alta marginación: Aculco, Amanalco, Acambay, Chapa de Mota, Villa del Carbón, Morelos, Temascalcingo y Temoaya; cinco de marginación media: Jilotepec, Jiquipilco, Otzolotepec, Soyaniquilpan y Timilpan; seis de baja marginación: Capulhuac, Lerma, Ocoyoacac, Tianguistenco, Xonacatlán y Zinacantepec; y dos más, de muy baja marginación: Metepec y Toluca, (ver mapa 1). En cuanto al grupo Nahua, se encontraba constituido para el año 2010, por un total de 61,670 individuos; de ellos, 6,706 se agrupaban en municipios indígenas; se debe destacar que la gran mayoría de personas de dicha nacionalidad, se ubican en municipios de la zona conurbada con la ciudad de México, así como de la región oriente de la entidad mexiquense. De igual forma, existe población nahua en algunos municipios del Valle de Toluca y del sur del Estado; en la actualidad, existen diez municipios indígenas que cuentan con población netamente hablante de lengua nahuatlaca, estos son: 1) Amecameca, 2) Joquicingo, 3) Luvianos, 4) Malinalco, 5) Sultepec, 6) Tejupilco, 7) Temascaltepec, 8) Tenango del Valle, 9) Texcoco y, 10) Xalatlaco; pero, otros municipios contemplan un total de 54,964 habitantes de dicho grupo. La etnia matlatzinca, pobló gran parte del que ahora se considera el Valle de Toluca, no obstante, su ubicación actual se concentra únicamente en la comunidad de San Francisco Oxtotilpan, municipio de Temascaltepec, Para el año 2010 y, de acuerdo con datos del Conteo citado, se registró un total de 909 hablantes de dicha lengua; esto los posiciona en cuarto lugar, en cuanto al tamaño de su población con respecto a los totales de grupos indígenas mexiquenses.

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Por otro lado, cabe mencionar que, el grupo tlahuica, es considerado estadísticamente –por el número de sus hablantes-, como el menor, así, el Conteo de 2010, señala que existen 719 personas de dicho grupo, establecidos primordialmente en las localidades de Ahuatenco, San Juan Atzingo, Santa Ana, Lomas de Tecalzingo, Santa Lucía, Col. Dr. Gustavo Baz, San José Totoc y Santa María Nativitas, municipio de Ocuilan. Es importante destacar que México es uno de los países del mundo con mayor proporción de población indígena, 6.6% del total de la misma, con 3 años y más habla alguna lengua indígena. La entidad mexiquense, tiene un 2.7% de la población total hablante de alguna lengua indígena, mientras que, el 96.9% de sus habitantes se consideran no indígenas. Según el Censo 2010 (INEGI), la condición de habla indígena de la población mexiquense se encuentra dialectalmente en el bilingüismo; así, de un total parlantes de lenguas nativas de 379,075 personas, 342,813 se comunican también en castellano. Para el Estado de México únicamente 3,052 individuos de algún grupo étnico, se mantienen en el monolingüismo. De la misma forma, es importante mencionar que la edad promedio donde se presenta un mayor número de personas practicantes de lenguas autóctonas, es en el grupo quinquenal entre los 35 y 39 años de edad, con 40,257 personas. Las cifras del INEGI indican que entre los 0 a 9 años, existen sólo 10,862 personas pertenecientes alguno de estos idiomas (ver cuadro 1). Cuadro1 - Población hablante de alguna lengua indígena 2010

Fuente: INEGI (200), Censo de Población y Vivienda 2010.

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En términos generales, la población de tres años y más a nivel nacional, hablante de alguna lengua indígena, representaba un total de 104, 781,265 individuos para el año 2010, mientras que en la entidad mexiquense la cifra era de 14,163,190 personas. Otro tema de enorme trascendencia es el de la pobreza multidimensional en la población indígena de todo el país; justamente, entre los años 2008 y 2010, los porcentuales se vieron incrementados al pasar de un 75.9% a 79.3%; en tanto, para el rubro de Privación Social (que establece el número de carencias sociales que los individuos padecen) en el mismo periodo, la población nativa con al menos una carencia social se mantuvo en 95.8%; mientras que, aquella con al menos tres carencias pasó de 73.3% en 2008 a reducirse para 2010 a 64.3%, lo que implica una importante mejoría dentro del periodo señalado. En proporción, los indicadores de carencia social establecen un marcado deterioro sobre todo en el año 2008, pues, a comparación con 2010, las cifras tienden a ser, si no desdeñables, si un tanto reducidas; lo anterior supone significativos avances en los ámbitos: educativos, de acceso a los servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, así como el acceso a la alimentación. Sin embargo, se debe destacar que el bienestar como proceso, en cuanto a dos indicadores, primero, el de Población con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo y, segundo, la Población con un ingreso inferior a la línea de bienestar, dentro de los años comparados 2008-2010. En el primer rubro, pasó de 45.0 % a 52.0 %, lo cual implica, que la población que adquiere un ingreso menor a la línea de bienestar mínimo se incrementó en .7%; mientras que en el segundo ámbito, es decir, el de la población con un ingreso inferior a la línea de bienestar, también se incrementó, pasando en 2008 de 77.0% a 80.3%, así, 3.3%. Lo anterior marca un notable decremento en el acceso al bienestar de los individuos pertenecientes a alguno de los grupos étnicos en nuestro país; notando que dicha evidencia, es una de las razones que empuja la dinámica migratoria de este sector de la población en México. En el gráfico 1, se puede apreciar, un dato que pone en evidencia los niveles en los que se encuentra el bienestar concreto de la población nativa de nuestro país, esto con respecto a los niveles mínimos de acceso al ingreso, de pobreza moderada y pobreza extrema, 39.1% y 40.2% respectivamente, de tal manera que la vulnerabilidad por ingreso adquiere tintes realmente preocupantes para la población estudiada, además, el número de carencias para las dos esferas se encuentran en 2.6% y 4.0%; de seis posibles.

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Cuadro 2 – Pobreza multidimensional en la población indígena, México 2008 - 2010 Indicadores de incidencia

Población hablante de lengua indígena %

Población no hablante de lengua indígena %

2008 2010 2008 Pobreza multidimensional Población en situación de pobreza 75.9 79.3 42.4 multidimensional Población en situación de pobreza 36.4 39.1 33.7 multidimensional moderada Población en situación de pobreza 39.4 40.2 8.7 multidimensional extrema Población vulnerable por carencias 20.0 16.5 33.9 sociales Población vulnerable por ingresos 1.1 1.0 4.7 Población no pobre multidimensional y no 3.0 3.2 19.0 vulnerable Privación social Población con al menos una carencia 95.8 95.8 76.3 social Población con al menos tres carencias 73.3 64.3 28.2 sociales Indicadores de carencias sociales1/ Rezago educativo 49.9 48.6 20.0 Acceso a los servicios de salud 52.8 37.2 40.0 Acceso a la seguridad social 85.9 83.5 63.6 Calidad y espacios de la vivienda 50.8 42.0 15.4 Acceso a los servicios básicos en la 54.3 50.6 16.8 vivienda Acceso a la alimentación 42.3 40.5 Bienestar Población con un ingreso inferior a la línea 45.0 52.0 14.8 de bienestar mínimo Población con un ingreso inferior a la línea 77.0 80.3 47.1 de bienestar 1/ Se reporta el porcentaje de la población con cada carencia Nota: se considera indígena a la persona que habla alguna lengua indígena.

2010

44.1 35.6 8.5 29.5 6.1 20.4 73.5 24.1 18.9 31.4 59.3 13.5 14.3 23.9 17.3 50.2 social.

Fuente: Estimaciones del CONEVAL, 2010, (Fecha de Consulta: 20 de septiembre de 2012).

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Gráfico 1- Pobreza Multidimensional en la población hablante de lengua indígena en México.

Fuente: elaboración propia con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2010).

Vale la pena destacar que según cifras del Concejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2012), la evolución de la pobreza para la entidad mexiquense, paso del año 2010 de un 42.9% a 45.3% en el año 2012, es decir 2.4% más; en términos absolutos de 6,712.1 a 7,328.7 (miles de personas), lo cual indica que el deterioro en los niveles de vida de la población del Estado de México se ha acentuado; por otro lado, hacer mención a que, en el caso de la pobreza extrema, las cifras son alentadoras, pues, existe una reducción en términos relativos de 2.8%, pasando en el año 2010 de 8.6% a 5.8% y en el trayecto del año 2012, en absolutos, 1.341.2 a 945.7, lo que permite ver que los sectores poblacionales registrados en pobreza extrema (caso concreto de los grupos indígenas mexiquenses), han mejorado significativamente su condición de desamparo. No obstante, tales evidencias no deben, bajo ninguna circunstancia, alentar un desbordante beneplácito a retos aún inacabados. I.II Procesos migratorios de la población indígena mexiquense, enlace étnico El tema migratorio internacional para los pueblos autóctonos de México y el Estado de México, señala su interconexión con el tema del autodesarrollo en la medida que impactan dos importantes premisas, la primera, en tanto la

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capacidad de los individuos de generar los nexos productivos necesarios para incorporar su fuerza laboral -sea formal o informal- y, segunda, la generación de ingresos -que se vinculan de manera directa al mecanismo de remesas- y, su impacto en la vida productiva, así como de subsistencia de quienes quedan atrás, en las comunidades. De esta manera, el Banco Mundial (2011), en su Informe sobre Migración y Remesas, da a conocer que, los Estados Unidos es el país que ha concentrado el mayor número de inmigrantes en el mundo con 42.8 millones, seguido por la Federación Rusa, Alemania, Arabia Saudita, Canadá, Reino Unido, España y Francia. Por otro lado, México es el país que registra el mayor número de emigrantes para el año 2010 con 11.9 millones de individuos, seguido por estados como: India, Federación Rusa, China, Ucrania y Bangladesh. Se debe, a la vez destacar que el corredor migratorio más relevante en el mundo corresponde a la frontera entre México y Estados Unidos, con 11.6 millones de migrantes para el mismo 2010. Es por ello, que nuestro país es el tercero más importante del mundo en cuanto a recepción de remesas con más de 22,600 millones de USD, aparece después de India y China, que reciben en 2010 montos superiores a los 55 y 51 mil millones de USD, respectivamente. En el periodo que abarca los años 2005 a 2010, la población mexicana que se desplazó de manera internacional fue de un poco más de 1 millón 112 mil personas; de las que, el 88.44% tuvo como lugar de destino los Estados Unidos; un 6.95% otro país; y, 3.60% no especificó el lugar al que se dirigía. Guanajuato es la entidad federativa que ocupa el 1er lugar como expulsora de población con más de 119 mil migrantes, es decir, 10.76% de quienes se desplazan internacionalmente. De igual manera, Campeche es el Estado con menos expulsiones de población migrante, con solo 2 mil 155 personas, lo que significa el 0.19% de movimientos internacionales totales. El Estado de México ocupa el 4° lugar, con 75 mil 694 individuos, es decir, 6.81% de la población migrante internacional total. El 89.3% de los migrantes mexiquenses tuvo como lugar de destino Estados Unidos, 10.24% otro país y, 0.47% de no especificados. Así, la entidad mexiquense se sitúa entre Michoacán (3er lugar) y Puebla (5° lugar). Es un hecho que los 125 municipios mexiquenses experimentan en mayor o menor medida, la migración internacional; el fenómeno se explica por las grandes desigualdades económicas regionales y municipales que existen en el

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Estado de México. En cuanto al tema de las remesas familiares en nuestra entidad, se debe destacar que los ingresos provenientes de dichas, han disminuido en los últimos años. En 2007, por ejemplo, el monto por este concepto sumó 26,058. 82 millones de USD; para 2008, los ingresos sufrieron una disminución, el importe por este concepto se situó en 25,144.99 millones de USD, lo que equivale a un descenso anual de -3.51%; durante el año 2009 se registró una tasa de variación anual negativa de 15.27% en relación al año anterior; el territorio mexiquense también registró una pérdida en los ingresos de recursos por remesas familiares, así en el año 2007, las remesas alcanzaron los 2,167.02 millones de USD, en 2008, sufrieron pérdidas en un 4.63% y, en 2009, la disminución fue de 17.71%, siendo la más alta en comparación a la registrada a nivel nacional, en términos porcentuales o relativos, finalmente, para el año 2010, la tendencia decreciente se mantuvo y las remesas disminuyeron hasta un 3.72% (Reyes y Elizarrarás, 2011). En el caso concreto de la movilidad por estrato de edad, el 48.8%, de migrantes, se establecen en periodos de 20 a 34 años, lapsos consideradas los de mayor productividad; por otro lado, es importante hacer referencia a que cerca de una quinta parte de la población que lleva a cabo desplazamientos, lo hace en edades jóvenes, de los 15 a los 19 años. Aquellos menores de 15 años, representan el 5.4%, valor similar a los migrantes de 50 años o más (5.7%); la presente distribución pone en evidencia que la migración al extranjero es predominantemente laboral, para ser exactos, en busca de posibilidades de empleo. Se debe destacar que los Estados de la República Mexicana de mayor población migrante al extranjero son: Guanajuato, Jalisco, Michoacán y México, entidades que conjuntan el 33% de los migrantes internacionales; de manera concreta, el Estado de México, cuenta con un 6.8% de ese total, ubicándose en el cuarto territorio del país en ese rubro (INEGI, 2010). En cuanto a la población indígena que migra de manera internacional, se plantean dos importantes visiones: la primera, analizada desde la óptica del indigenismo oficial, establece información de los desplazamientos desde las zonas expulsoras, su impacto regional y, hasta nacional; la segunda, a través de los movimientos de población desde el indigenismo ya referido, así que, se expresan las experiencias en tanto, la salida, tránsito y, llegada; de igual manera, los enlaces generados al arribo con otros grupos de emigrantes indígenas ya establecido; la percepción indígena permite una recreación de las

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prácticas y valores ancestrales de los migrantes indígenas desarrolladas en los lugares de asiento, y, aquellas apreciaciones en torno a vivir el paradigma del proceso migratorio y seguir siendo parte de una nacionalidad originaria. De igual manera, se destaca que la emigración nativa hacia los Estados Unidos, se encuentra plagada de la búsqueda del llamado “sueño americano”, desde una percepción indígena, esto, significaría, una ardua lucha por conseguir un bienestar negado históricamente y, que mantiene viva dicha disputa a través de las llamadas “experiencias exitosas” de individuos que se han ido adelantando en el “viaje”, y que “comunican”, ese “éxito”, motivando la realización de nuevos procesos. Por otro lado, es importante destacar que, de acuerdo a datos presentados de la Encuesta sobre Migración de la Frontera Norte de México, 2006 (Instituto Nacional de Migración, 2010), que reportó un total de 492,000 intentos de cruce fronterizo de mexicanos en territorio norteamericano2 , que significaron un 42% menos que en el año 2007; de estos datos, al menos un 12% correspondía a población indígena que intentó un cruce fronterizo. La misma Encuesta, pero, para el año 2006 estableció que la entidad mexiquense que intentó desplazarse al menos a dos destinos, por un lado, hacia la frontera norte fue de 63,916 personas y, hacia los Estados Unidos 42,962, generando un total de desplazamientos de 106,878 individuos. A partir de esto último, se cuenta con evidencia de los pueblos con mayor migración, sobre todo de aquella transnacional, son los purépechas de Michoacán, mayas de la Costa del pacífico y la Península de Yucatán, zapotecos, mixtecos de Guerrero, Oaxaca y Puebla; mazatecos de Oaxaca, otomíes de Hidalgo, Estado de México, Querétaro, Puebla y Veracruz; nahuas de Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Veracruz y San Luis Potosí; 2

Se debe señalar metodológicamente que la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF), establece que: “la medición de los flujos migratorios no se limita a estudiar una sola dirección, ya que ello implicaría considerar que los migrantes cambian definitivamente su lugar de residencia y rompen los vínculos familiares y sociales que los hacen regresar periódicamente a su lugar de origen. De los más de 3,000 kilómetros de frontera que separa ambos países, el cruce hacia o desde Estados Unidos se realiza a través de 23 localidades, ocho de las cuales concentran el 94 por ciento de los flujos que transitan en las dos direcciones. A estosquelugares los migrantes llegan necesariamente por zonas asociadas con la 2 Se debe señalar metodológicamente la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México infraestructura de transportes foráneosdedeloslaflujos ciudad, tales como de autobuses o los aeropuertos. Dentro de estas (EMIF), establece que: “la medición migratorios nolas se centrales limita a estudiar una sola dirección, ya que zonas, los emigrantes pasan y/ocambian puertas específicas, muchas de ellas con ciertoy rompen control de ello implicaría considerar quepor losaccesos migrantes definitivamente su lugar de residencia los“polleros vínculos y/o coyotes”. Véase: EMIF_Norte_06_07_documentos.zip\Apoyo Metodológico-archivo ZIP,De tamaño descomprimido 62, 978,541 bytes, familiares y sociales que los hacen regresar periódicamente a su lugar de origen. los más de 3,000 kilómetros documento disponible en línea en: http://www.inm.gob.mx/index.php/page/Encuesta_Frontera_Norte_Mex_2006 de frontera que separa ambos países, el cruce hacia o desde Estados Unidos se realiza a través de 23 localidades, (Fecha de consulta, 16cuales de octubre de 2012). ocho de las concentran el 94 por ciento de los flujos que transitan en las dos direcciones. A estos lugares

los migrantes llegan necesariamente por zonas asociadas con la infraestructura de transportes foráneos de la ciudad, tales como las centrales de autobuses o los aeropuertos. Dentro de estas zonas, los emigrantes pasan por accesos y/o puertas específicas, muchas de ellas con cierto control de “polleros y/o coyotes”. Véase: EMIF_Norte_06_07_documentos.zip\Apoyo Metodológico-archivo ZIP, tamaño descomprimido 62, 978,541 bytes, documento disponible en línea en: http://www.inm.gob.mx/index.php/page/Encuesta_Frontera_Norte_ Mex_2006 (Fecha de consulta, 16 de octubre de 2012).

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chinantecos de Oaxaca, kanjobales de Chiapas, totonacas de Veracruz, mazahuas del Estado de México, choles de Chiapas y mixes de Oaxaca. En términos comparativos, en el año de 1995 un 85% del total de migrantes indígenas de todo el país pertenecía a los 13 pueblos mencionados. Para el año 2010, la cifra sufrió un incremento, si no considerable, tampoco nada desdeñable, con un 87%, sólo que los pueblos señalados variaron su dinámica al eliminar casi en su totalidad a los totonacas de Veracruz y los choles de Chiapas; quedando los relativos para sólo 11 grupos (Nación Multicultural, UNAM, 2010). El impacto de la migración, de manera concreta, ha sido un fenómeno de consecuencias genocidas, como lo demuestran los casos de población nativa que por su dimensión poblacional, cuenta con muy pocos hablantes de las lenguas vernáculas, este es el caso de grupos como los kekchí, quiché, tepehuán, cucapá, chocho, pima, cakchiquel, kiliwa, chichimeca jonaz, mame, cochimí, jacalteco, pápago y lacandón; que en la búsqueda de encontrar soluciones concretas a sus problemáticas de subsistencia han visto casi mermado su futuro como etnias. La migración hacia el norte mexicano, implica asentamientos en, al menos, 105 ciudades del noroeste, las labores que comúnmente los grupos indígenas de la entidad mexiquense llevan a cabo, no encuentran elementos concretos de diversificación, signándose casi exclusivamente a actividades primarias, tales como: agropecuarias, forestales y mineras; en tanto, la emigración trasnacional verifica un poco más de 200 ciudades entre los Estados Unidos y Canadá (suroeste) y, con actividades básicamente agropecuarias y de servicios (Nación Multicultural, UNAM, 2010). II. Referencias Conceptuales II.I El concepto de autodesarrollo En este apartado, cabe señalar que el concepto de autodesarrollo indígena se encuentra marcadamente enfrascado en una serie de acontecimientos de orden económico y cultural; destacándose, primero, los acuerdos comerciales que América Latina ha firmado a lo largo de la década de los años noventa del siglo pasado con naciones de la propia región e, inclusive con aquellos de otras regiones, tales como la de los Tigres de la Cuenca del Pacífico y, la Unión Europea; integraciones económicas que suponen una reducción en los impuestos aduaneros entre firmantes –uniones aduaneras-, hasta aquellos de

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procesos generalizados de apertura y competitividad de mercados –integración-, donde, las relaciones socioculturales, económicas, de desarrollo y comunicación, se reconstruyen, producto de procesos tales como la globalización y la mundialización. Por otro lado, uno de los elementos que enlaza el tema del autodesarrollo es la ubicación territorial donde se concentran los pueblos indígenas, dado que, la actividad económica tanto de subsistencia como de excedente de forma regional produce diferencias claras en la constitución de los propios grupos, de esto, referir que entidades de la República Mexicana como Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Yucatán y Guerrero, reportan un mayor número de habitantes de grupos étnicos; de hecho, en estos cuatro estados se halla un poco más de 50% de ellos. En Chiapas hay un millón 209 mil 057 hablantes de lengua indígena; en Oaxaca, un millón 203 mil 150; Veracruz 662 mil 760; Puebla tiene 617 mil 504; en Yucatán habitan 544 mil 927 y, Guerrero 481 mil 098 (Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas, 2012). Otro elemento que establece importante coordinación con el tema del autodesarrollo, es sin duda, el multiculturalismo, este elemento precisa la situación de no sólo ser individuos distintos, sino de reproducir esquemas de subsistencia bajo percepciones propias –con elementos de su propia cultura-, en ello, se fundamenta el propio etnodesarrollo, en la generación de estrategias conforme al in y, consolidadas a través de ideas nacientes del individuo y su colectividad, así mismo, el multiculturalismo supone una serie de imposiciones culturales –producto de procesos como la migración y, aculturación-, que, sin duda, hace plausible el reconocimiento de la diferenciación. El autodesarrollo teóricamente considerado también etnodesarrollo, (Díaz Polanco, 2002), se fundamenta en la concepción que los individuos de cualquier grupo nativo tienen con respecto a llevar a cabo todas y cada una de sus actividades de subsistencia y, teniendo en consideración para esto último, los derechos de los que dichos sujetos gozan, lo anterior debe –sin menoscabo alguno-, fortalecer la cultura de los grupos como canal de superación de sus propias contradicciones, además de aquellas que emergen de Estado-Nación al que pertenecen. El etnodesarrollo, por tanto, se convierte en el mecanismo ideal de transmisión intra e intergeneracional de los fundamentos de la cultura de un grupo, aparte de ser su engranaje; mientras que en la identidad de los sujetos hacia su grupo, se

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debe destacar que son diversas las formas en que las nacionalidades indígenas del Estado de México, efectúan la transmisión de los elementos culturales, así los componentes de la autodeterminación y autodesarrollo producen instrumentos que facilitan dicha entrega, entre ellos el de la interculturalidad y, por supuesto la autonomía. II.IIAutodeterminación y Autodesarrollo Los temas relacionados con el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas, han sido de los más recurrentes y reconocidos en todo el mundo, pero aún más, en los Estados, de los cuales estos grupos humanos son parte. De hecho, los grupos nativos han pugnado históricamente por lograr de manera integral en reconocimiento de su justa autodeterminación, por ser considerada una cuestión de equidad; así, dicha autodeterminación es uno de los derechos fundamentales de las poblaciones conforme a principios internacionales, la cual se encuentra incluida en la Carta de las Naciones Unidas, específicamente en el Convenio Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, de igual modo, en el Convenio Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La autodeterminación, por tanto, se encuentra relacionada a los principios de: independencia de las naciones, de los grupos o las personas; el derecho a la autogestión de los pueblos; y, la autonomía de ciertas comunidades políticas. Por otro lado, para la Ciencia Política el término de autodeterminación asigna el derecho de los grupos humanos a decidir libremente sus formas particulares de gobierno, de igual manera, su pertenencia territorial y, el acceso al libre ejercicio de constituirse en nacionalidades independientes, es decir, la promisión de la autonomía. Éste último precepto es el que encuentra más sujeto a debate por parte de los Estados-Nación, pues, si bien es cierto, que cada grupo humano considera fundamental su propia identidad, la formación de nuevos estados, al interior de uno ya conformado, requiere el reconocimiento de un territorio propio, de una administración pública local y, fundamentalmente la integración de una lengua, cultura y, religión que le sea común al grupo. Si se tomará como primordial el anterior punto, la autodeterminación tendría que ser condicionante básico para la creación de nuevos estados, considerando, por supuesto, el fraccionamiento de otros ya existentes; por lo que el concepto resulta un tanto problemático en su imparcial aplicación. Uno de los factores que pretende desentrañar el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos, es el de la independencia social y política

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ante el Estado-Nación dirigente, en ese sentido, se reconocía, al término de la Segunda Guerra Mundial y, a través de la Carta Fundacional de la Organización de las Naciones Unidas, la oportunidad que los pueblos tenían de gozar de libre determinación (artículos 1 al 55 de la Carta Fundacional de la ONU, 1945). Por otro lado, la autodeterminación, como principio, sincroniza los trabajos, desde las visiones jurista y, antropológica, o de la aportación desde la Antropología Jurídica (Derecho Consuetudinario), idea que debe considerarse completamente indianista3, pues, es en el trayecto de la década de los años ochenta que comenzó hablarse del tema de la autodeterminación de los pueblos indígenas, bajo una visión particularmente local, pero con el análisis de diversas experiencias en países europeos como fueron los casos de España, Italia y la región de los Balcanes; así, se puede considerar que México como Brasil, Guatemala, Colombia, Panamá, Ecuador, Chile y Nicaragua, entre otros, han sido la punta de lanza de un proceso internacional de autodeterminación que está expandiéndose. Es por ello que a partir de esas vivencias de los años 80’s, la orientación en torno a los Derechos Humanos de los pueblos originarios de México y América Latina se ha visto transformada; ahora, se utilizan los canales de interrelación étnica, manejo de los medios de comunicación, acceso a la Internet, inclusive, la ruptura con paradigmas de restricción ante los mecanismos de la mundialización y, de aquella nueva globalización que parte de abajo, desde los enlaces locales, provistos de raíces e indigenismo, hasta, los internacionales, donde las voces de los grupos vulnerables tienen cabida. De esta manera, las Ciencias Sociales que trabajan directamente con los grupos humanos, en especial la Antropología Social, establece que el paradigma de entender a las comunidades indígenas como espacios aislados, producto de su cotidianidad como grupos autóctonos, no puede ser el día de hoy entendible, pues, su riqueza cultural expresada en sus ritos, danzas, música, artesanía, etc., hace evidente el dinamismo en que dichos conjuntos de personas se desarrollan; 3

El indianismo hace referencia al pensamiento y a la razón del mismo indio, es la búsqueda, el reencuentro y la identidad con su pasado, se nutre en la concepción colectivista o comunitarista de su civilización; de esta manera, los Indianistas rechazan corrientes políticas copiadas del viejo continente, porque las dos líneas como la derecha y la izquierda, ambas son clasistas y antagónicas que odian al Indio, (Sánchez y Machaca, 1994).

3 El indianismo hace referencia al pensamiento y a la razón del mismo indio, es la búsqueda, el reencuentro y la identidad con su pasado, se nutre en la concepción colectivista o comunitarista de su civilización; de esta manera, los Indianistas rechazan corrientes políticas copiadas del viejo continente, porque las dos líneas como la derecha y la izquierda, ambas son clasistas y antagónicas que odian al Indio, (Sánchez y Machaca, 1994).

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por tanto, el papel de la autodeterminación permite la consagración de estos elementos. Por otro lado, cabe destacar que la autodeterminación como Derecho Universal, ha quedado establecida bajo el fundamento de consignación de diversos momentos históricos enlazados a una serie de Pactos Internacionales, que dieron lugar a la idea de respeto a la dignidad de las personas y, por supuesto, a sus derechos, la entrega ha resultado en el ejercicio de la descolonización y, la formación de gobiernos representativos para todos los grupos sociales en un territorio propio, así: “Los pactos señalados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), establecen que, tras la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Comisión de Derechos Humanos, principal órgano intergubernamental en la materia dentro de las Naciones Unidas, convirtió estos principios en tratados internacionales para proteger determinados derechos. Dado el carácter inédito de esta tarea, la Asamblea General decidió redactar dos pactos correspondientes a dos tipos de derechos enunciados en la Declaración Universal: los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales. Los Estados Miembros debatieron diversas disposiciones durante décadas para tratar de ratificar explícitamente ciertos aspectos de la universalidad de los derechos humanos que no se mencionaban de forma implícita en la Declaración Universal. Entre ellos se encontraba el derecho de los pueblos a la libre autodeterminación, así como la mención de algunos grupos vulnerables, como los indígenas y las minorías. Se llegó a un consenso en 1966 y la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el mismo año el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Los preámbulos de los artículos 1, 2, 3 y 5 de estos Pactos son casi idénticos. Los dos preámbulos proclaman que los derechos humanos provienen de la dignidad inherente a los seres humanos” (Organización de las Naciones Unidas, 2014)

Desde esta percepción, cualquier Estado se encuentra comprometido u obligado a generar las condiciones óptimas que garanticen procesos nacionales de mayor pluralidad política y, donde sean los grupos étnicos formadores de sus propias estrategias para demandar libre autodeterminación; por ello, el mismo principio, representa una expectativa de legitimidad y canales óptimos de desarrollo (Higgins, 1994). Por otro lado, el tema de la autodeterminación encuentra espacio directo con los contenidos de la autonomía, dado que dicha vinculación entrama los principios de integridad territorial y unidad nacional; de esta manera, los Estados Nacionales reaccionan en abierto impedimento y/o con cautela al relacionar –de manera incorrecta-, al tema autonómico y, crear

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sinónimos como: independencia, secesión y/o separatismo, (Díaz Polanco, 2002). De esto, el proceso de descolonización, cuyo fundamento radicaba en la formulación de la referida integridad territorial y, por supuesto, la unidad nacional, vislumbraba la conformación de Estados Autónomos, es decir, la salida a una autodeterminación en términos de Política Internacional; no obstante, los debates generados desde la visión de que la autodeterminación, induce, de manera lineal la llegada de la autonomía étnica y, una real ruptura de las estructuras del Estado-Nación. Por otro lado, la lucha de los grupos nativos por su autodeterminación, dista de la simple pretensión independentista, de secesión o separatismo, así, dicha autodeterminación implica el reconocimiento de la multiculturalidad, pluralidad e integridad territorial, fundamentadas en las normas internacionales; preceptos, por supuesto ajenos a los delineados erróneamente por los Estados, mientras, la acusación de balcanizar los “nichos” indígenas tal como ha ocurrido en algunos países de América Latina cuando se hace referencia a las autonomías territoriales (Díaz Polanco, 2002). Al respecto, Higgins (1994), sugiere que el derecho de autodeterminación está estrechamente ligado a los derechos de los indígenas y las minorías étnicas para exigir formas concretas de gestión política, pero sobre todo de respeto hacia sus particulares patrones de usos y costumbres; es decir, los mecanismos concretos de autodeterminación política interna. Mencionar que la libre autodeterminación de los pueblos tiene su propia posición en los debates internacionales, pues, deben tomarse en consideración, por un lado, el reconocimiento de los Derechos Humanos de los pueblos indígenas, minorías étnicas y grupos tribales y, por otro, los riesgos implícitos que la norma internacional maneja en dichos derechos para naciones concretas que por razones políticas limiten su ejercicio dentro del territorio de dichos conjuntos humanos; de esto que Díaz Polanco (2002), menciona: “Por lo que respecta a los textos internacionales, habría que destacar dos puntos. Por una parte, el gran avance que significa en términos de reconocimiento de derechos a los pueblos; y por la otra, los riesgos de que al mismo tiempo en la norma internacional se puedan asentar enfoques que resulten fuertemente limitativos para el ejercicio de aquellos derechos en los respectivos espacios nacionales”

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De esta manera, se puede apreciar el sentir de la política de Estado, ante las poblaciones étnicas. De la misma manera, también se puede referir que la terminología sobre la autodeterminación se encuentra enlazada al tema de las diversidades culturales en las que las sociedades modernas se han enfrascado, así como de una marcada disposición hacia las particulares necesidades de los grupos humanos por afirmar sus creencias, cosmovisión y cosmogonía; es también relevante expresar que las sociedades latinoamericanas -sobre todo aquellas con interesantes procesos de mestizaje cultural-, amalgaman a través de los usos culturales, la consolidación social de las autodeterminaciones, esto, dado que los grupos humanos fortalecen sus distinciones en el sentido de ser reconocidos como iguales pero con características culturales distintivas; así, la política de reconocimiento, establece la subsistencia de los procesos de identidad de toda sociedad humana, es a la vez, una política de reconocimiento, reconociendo la igualdad de derechos de todos los individuos en un marco de diferenciación cultural. Es en ese sentido, que la lucha por la supervivencia de los pueblos autóctonos – cuyas identidades se encuentran marcadamente diferenciadas de las del resto de la población-, está sujeta a la relación que guarda el Estado con los grupos étnicos, pero que sigue estableciendo marcadas asimetrías; lo que imposibilita consecuentemente la creación de naciones –al menos en América Latina-, inscritas en un efectivo reconocimiento de la diversidad sociocultural y armónica de sus actores. Por otro lado, un primer elemento de ese reconocimiento, se encuentra en la composición cultural de los grupos humanos, pues, su declaración puede posibilitar adecuadas negociaciones, además de, revocar los mecanismos de opresión y discriminación en que se encuentran la mayoría de los pueblos autóctonos en México. Para ello, se vuelve imprescindible la conjugación de diversas medidas que logren garantizar a dichas poblaciones sus derechos como ciudadanos y como sociedades con características socioculturales únicas; así, se conjuga como mecanismo para culminar estos procesos, el establecimiento de un sistema autonómico que permita el devenir de la democracia, la justicia social y, por supuesto, un estado de derecho; por tanto, la libre determinación y, la autonomía de los pueblos deben ser entendidas como:

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“La autodeterminación es un derecho inalienable e imprescriptible de los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas luchamos por el logro de nuestra plena autonomía en los marcos nacionales. La autonomía implica el derecho que tenemos los pueblos indios al control de nuestros respectivos territorios, incluyendo el manejo de todos los recursos naturales del suelo, subsuelo y espacio aéreo... Por otra parte, la autonomía significa que los pueblos indios manejaremos nuestros propios asuntos, para lo cual constituiremos democráticamente nuestros propios gobiernos –autogobiernos” (Aparicio, 2011)

La autodeterminación, no es un asunto reciente en la agenda pública nacional en torno a los pueblos autóctonos, ha quedado aprobada en México desde el 11 de julio de 1990, cuya ratificación fue confiada el 5 de septiembre de ese mismo año, así, a partir de septiembre de 1991, las prerrogativas del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, caso México, son parte integrante de nuestra legislación; no obstante, las condiciones de optimización que el convenio señala, tales como: autodeterminación, respeto y dignidad para los pueblos nativos y minorías étnicas, no se han logrado a cabalidad, más aún las reformas al artículo 27 constitucional de inicios del año 2011, son amenazas frontales contra las pautas de subsistencia, usos y costumbres y, desarrollo sociocultural de las comunidades nativas del país; cepa inequívoca del indigenismo de estado. Es aquí, donde las dos posiciones teóricas, el indigenismo y el indianismo, no generan coincidencias, pues, Favre (1998), establece que el indigenismo: “arrastra la mala conciencia que los conquistadores europeos, los colonos criollos y los mestizos sienten frente a los indios, sin lograr tranquilizarla” De facto, las corrientes de pensamiento que conforman el movimiento indigenista latinoamericano, están entre el culturalismo y el marxismo; el mismo Favre (1998), refiere diversos autores, de ellos, destacan Vicente Lombardo Toledano, José Carlos Mariátegui, Gonzalo Aguirre Beltrán, José Vasconcelos y, Moisés Sáenz. Salvo el caso peruano de Mariátegui, es notable la preeminencia de los pensadores mexicanos, lo que pone en notable evidencia el papel de nuestro país en el encabezamiento del indigenismo de estado; de aquí la histórica relación entre un nacionalismo exacerbado y, la propia propuesta, en especial entre las décadas de 1920-1970. De manera clara, se debe plantear que la idea indigenista, no alude a la exposición del pensamiento indígena, sino que es producto de las percepciones marginales del mestizo con relación al aborigen que le posiciona como un ente ajeno –inclusive-, a su propia toma de decisiones, inherentes a su conformación espacial y sociocultural y, su visión ante lo nacional, en tanto que, el indianismo ha

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pretendido ser –desde sus orígenes en la década de los años setenta-, la locución de las múltiples aspiraciones y reivindicaciones realmente nativas. Por otro lado, el indianismo, sugiere un proyecto nacional de recuperación de las notorias civilizaciones autóctonas, sin que esto lleve a una falsa celebración de la leyenda negra sobre la que pesa, ineludiblemente, un misticismo poco provechoso para la cotidianidad de vida actual de los grupos nativos; dicha recuperación fue, sin duda, una de las armas históricas más poderosas en contra del dominio de lo español; pero que en su momento no incluyó el rescate al indio vivo, sólo incidió en su “portentoso” pasado; la lógica, por consiguiente, fue la de fortalecer a este brazo del indigenismo oficial; por otro lado, señalar que las posiciones antagónicas suponen, no sólo la aceptación del EstadoNación de las particularidades propias de las culturas nativas, sino, más aún, propone el hacer posible la integración de dicha diversidad al interior del territorio, sin menoscabo de su lógica de desarrollo y, su unificación orgánica – desde los esquemas de las legislaciones municipales, hasta la federal-, del componente territorial de las nacionalidades. Así, el tema del indianismo toma enorme relevancia, prácticamente por el supuesto de la negación ante el histórico proceso oficial del integracionismo, donde el “indio”, deja de ser nativo y, debe convertirse en ciudadano, marcado y erigido para suponerse parte importante del esquema legal, no funcional dentro de un espacio y lógica propias, es simple y llanamente una pieza en el homogéneo sistema social mestizo. La heterogeneidad cultural, es una propuesta fundamental del indianismo, cuya diferencia hace óptimo el funcionamiento de los grupos; no obstante, su manejo específico, no puede ser desconocido por el estado, pues, la retracción de tales determinaciones, conflictúan la lógica institucional del aparato gubernamental. Es, por tanto, prudente en sí mismo integrar, bajo una apariencia lógicamente de respeto autodeterminista, que presuma la creación de proyectos falsamente inducidos de afirmación de usos y costumbres, pero que profundamente no lograran consolidarse a largo plazo. Las relaciones de subordinación, asistencialismo y, dependencia, han puesto en evidencia lo indeterminado de su cotidianidad; por esto, se consideran formas de invertir de manera endogámica sus propios medios, con la intención de inducir cierto “mejoramiento” como forma de unificación al esquema de lo nacional.

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III. El autodesarrollo bajo la visión indiana Después de analizar los temas anteriores, debemos dar cabida a los postulados que desde una visión intra, surgen de los propios pueblos indígenas, en torno a las formas, que, desde sus pautas de subsistencia producen para referir el autodesarrollo o etnodesarrollo, destacando que la información que aquí se verterá, corresponde a una serie de capturas hechas a lo largo de –al menos-, cuatro recorridos de trabajo de campo de quienes escriben en diversas comunidades correspondientes a los cinco grupos indígenas del Estado de México y, vía el uso de la metodología antropológica de trabajo de campo y, las herramientas que para tal efecto fueron necesarias, así, las siguientes: a) Libreta de Campo, b) Diario de Campo, c) Audio Etnográfico, d) Video Etnográfico y, e) Fotografía. Las fechas de captura corresponden al periodo comprendido entre los meses de marzo, abril y mayo del año 2013; dos de ellas se asumen dentro del convenio de colaboración que dio lugar a la Cátedra Consejo de Investigación y Evaluación de la Política Social, Gobierno del Estado de México-Universidad Anáhuac, Norte, misma que, brindó un par de sesiones de acompañamiento de trabajo de campo en varias comunidades indígenas del grupo lingüístico otomangue y, donde se generó tanto observación directa como participante. Se destacaron las visiones eurocéntrica –cuyo fundamento ideológico se encuentra en mecanismos de intervención mayormente controlados por agentes externos a los grupos indígenas y, creación de imaginarios colectivos a partir de procesos de dominación establecidos por la “civilización occidental”, orientación centrífuga (Cámara 1996)- y, aquella indiana, cuya percepción radica en una nula intervención y, creación de imaginarios a través de procesos de identidad propios al grupo. Así, la constitución de las formas de desarrollo implica, para la primera visión, procesos de intervención, donde, proyectos e insumos –financiamiento, producción, distribución, monitoreo y evaluación-, requieren un manejo tecnificado de actores ajenos a los poblados indígenas; el requerimiento fundamental está en la integración de los pueblos en alguna etapa de los procesos de intervención, pero no en su totalidad. En cuanto a la visión indiana, el desarrollo, es asumido primeramente, como aquellos períodos básicos de sobrevivencia, que cumplidos, dan lugar aquellos de enlace comunitario –entendido como las fases de cumplimiento de deberes comunitarios, apoyos, ayudas de interrelación cíclica, es decir, de ofrecer, recibir y hasta los niveles de

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sistema de cargos, (Sandoval, 2002)-. De esta manera, si la cobertura fundamental de las pautas de subsistencia es lograda, se generan enlaces productivos hacia regímenes de repartimiento de la riqueza dirigida a todos los actores involucrados en la composición de la riqueza productiva y/o, en sistemas de cargo, hacia la realización de la fiesta (Ídem, 2002). Se establece que una de las formas primordiales de generación del etnodesarrollo –al menos en proyectos específicos de las nacionalidades estudiadas-, es sin duda, la no intromisión espacial y temporal total de agentes externos en los enlaces productivos de estos grupos y, dicho principio es claro, así como, un aparente no deseo de involucramiento, sino, abarcar en una medida controlada procesos de intrusión, que aporten una serie de conocimientos concretos a los grupos, sin alterar sus sistemas de generación de pautas de subsistencia y, de usos y costumbres. De igual manera, establecer que la visión étnica del desarrollo, no verifica oportunidades aisladas de acceso al bienestar colectivo, sino que, dicha fortuna se encuentra al alcance de todos los miembros del grupo, siendo, el manejo de sus usos y costumbres, tanto de cooperación intrínseca y extrínseca –ayuda mutua, mano vuelta, tequio, bóxte-, así como de las conexiones exteriores, tal y como sucede en el caso de las migraciones internas e internacionales. Cabe mencionar, finalmente que la visión del desarrollo intra, posibilita que los grupos nativos produzcan inclusive, para el mercado externo, una serie de bienes con consideraciones de originalidad lo que les da agregados de valor bastante interesantes. Si el desarrollo se sigue originando casi en su totalidad de fuera hacia dentro, out-inside, impedirá que las formas naturales de sobrevivencia-mercado, se desenvuelvan bajo condiciones de control de los propios pueblos. Que lo anterior, no signifique la negación total a mecanismos de apoyo out-inside, sino que, estos se consideren sólo de entrada-salida (inputoutput), dejando los procedimientos de administración, en manos de los grupos, durante periodos relevantes de los mismos. El acompañamiento, por tanto debe verterse en algunos procedimientos del proyecto, logrando que la creatividad e innovación de los mismos grupos emerja.

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Conclusiones Al finalizar el presente análisis, será necesario plantear cuales son los retos a que se enfrentan, tanto, el aparato gubernamental como la academia -al menos en el entorno mexiquense-, en materia de generación de directrices en la optimización de los procesos de etnodesarrollo en comunidades indígenas de la entidad mexiquense. En este sentido, hay que destacar que la posición del gobierno del Estado de México, pretende ser -ante los pueblos indígenas- y, sus estrategias de autodesarrollo y autodeterminación; respetuoso, esto, dado que, han existido a través de la convivencia histórica de ambas partes, importantes discrepancias, en tanto, sus procesos de integración, asimilación, y aculturación y, que esto, no ha cerrado los procesos de facilitación de diversos agentes interesados en el desarrollo integral de las nacionalidades indígenas, pero, con el reclamo constante de que tal gestión sea lo menos intervenida dentro de los propios mecanismos autodesarrollistas de los grupos nativos; de esta manera la labor del aparato de Estado debe ceñirse a las siguientes propuestas: a) Reafirmar el compromiso de integrar plenamente a la sociedad, a los grupos indígenas, en situación de exclusión, marginación y, vulnerabilidad, mediante la creación de condiciones y estímulos para facilitar su acceso a la administración propia de componentes de autogestión y etnodesarrollo, al empleo digno y de calidad en sus áreas de origen y, en condiciones óptimas de crecimiento, así como al bienestar en términos generales. b) Confirmar el respeto a la identidad de los pueblos indígenas originarios de diversas procedencias étnicas o culturales, a fin de que puedan ejercer plenamente sus derechos y responsabilidades en igualdad de condiciones y participar activamente en la vida pública, promoviendo la convivencia entre culturas, generando escenarios de desarrollo más acordes a su realidad como grupos humanos. c) Establecer mecanismos desde el indigenismo oficial que permitan enlaces de respeto hacia las pautas de autodesarrollo de los grupos nativos del Estado, impidiendo aquellos institucionales -de agencias gubernamentales o no gubernamentales-, que se encuentren ajenos a las condicionantes del derecho consuetudinario y los usos y costumbres de los pueblos nativos y, finalmente. d) Incluir en la agenda del gobierno estatal, los temas de etnodesarrollo, autodeterminación, autogestión, autonomías, derecho consuetudinario, derechos humanos, procuración de justicia y, rescate cultural, todos

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bajo la perspectiva del indianismo, sin que, por supuesto, menoscaben el trabajo interdisciplinario realizado por el propio aparato de Estado ante las nacionalidades indígenas; pero, sobre todo de franco respeto hacia el liderazgo de los propios pueblos, establecido en varios bastones de mando, en la idea de responsabilidad hacia los conceptos de región y comunidad de dichos grupos.

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Recibido: 25 de agosto de 2014 Reenviado: 07 de enero de 2015 Aceptado: 28 de enero de 2015

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Moisés Elizarrarás Hernández. Realizó el Posdoctorado en estudios Culturales en el Instituto de investigaciones Culturales-Museo, de la Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali. Actualmente desarrolla la línea de investigación “Migración Indígena” y entre sus publicaciones sobresalen los Artículos: “Los Jóvenes y las Jóvenes en Estado de México: Socio demografía y Empleo 2010” (2013). Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Universidad de Manizales, Colombia, vol. II, pp. 287-304; “En Busca del Sueño, Migración indígena Mexiquense hacia los Estados Unidos”, (2014), dicho artículose encuentra en proceso de dictámen, en la Revista Cuadernos de Antropología Social, Universidad de Buenos Aires, Argentina; “Vida y Cultura de la población Afroantillana de Limón, Costa Rica” (2012). Memoria XVIII, Congreso Internacional de la Asociación Mexicana de Estudios del Caribe (AMEC): 1-21; y los libros Jóvenes y desarrollo social en el Estado de México, 2010, (2010). Consejo de Investigación y Evaluación de la Política Social (CIEPS). Secretaría de Desarrollo Social, Gobierno del Estado de México, ISBN: 978-607-495-232, así como; Autonomía Indígena en América Latina: un análisis de los casos de Nicaragua y el Estado de México, 2012, (2011) Consejo de Investigación y Evaluación de la Política Social (CIEPS). Secretaría de Desarrollo Social, Gobierno del Estado de México. Correo Electrónico:aiamexico2002@yahoo.com.mx

Ángel Mauricio Reyes Terrón. Es Candidato a Doctor en Análisis Económico. Actualmente se encuentra adscrito a la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), asimismo desarrolla la línea de investigación “Pobreza, Desarrollo Social, Grupos Vulnerables” y entre sus publicaciones de coautoría sobresalen los Artículos: “Los Jóvenes y las Jóvenes en Estado de México: Socio demografía y Empleo 2010”, (2013). Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Universidad de Manizales, Colombia, vol. II, pp. 287-304, disponible en http://revistaumanizales.cinde.org.co /index.php/RevistaLatinoamericana/issue/view/33/showToc; “Ciclo portuario en las Administradoras Portuarias Integrales de México, 1995-2010” (2014). Fluctuaciones cíclicas y crecimiento económico en México, Editorial Plaza y Valdés/Universidad Autónoma del Estado de México, pp. 151-185., ISBN: 978607-402-646-7; “Progresividad del gasto social focalizado en el Estado de

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Autodesarrollo Indígena y Política Social, nuevasdirectrices de acción para los pueblos nativos del Estado de México pp 61-89

México. Análisis del programa compromiso seguridad alimentaria y esquemas similares, 2006-2010” (2012). en Salgado Vega, Jesús y Canto Esquivel, Ana María (Coords), Sectores Productivos y Desarrollo Regional en México, Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México e Instituto Tecnológico de Mérida, Toluca, pp. 251-286; “Jóvenes y desarrollo social en el Estado de México, 2010” (2012). Consejo de Investigación y Evaluación de la Política Social (CIEPS). Secretaría de Desarrollo Social, Gobierno del Estado de México, ISBN: 978-607-495-232-2, disponible en: http://qacontent.edomex.gob.mx/cieps/difusion/publicaciones/otras_publicacion es/index.htm.

Correo electrónico: angelreyesterron@yahoo.com.mx

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