Molino 0 ¿etras Revista de Literatura y Humanidades Año 16 No. 87 enero-febrero de 2015 $35.00
Colaboran:
Eusebio Ruvalcaba \ G ildardo M ontoya Alejandro A rturo Villa Vargas ¡Moisés Zurita Zafra
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— " NARRATIVA: Una noche en Campuzano - Jorge Pita / Rosa Pastel - María Elena Garcilaso / Contrabando y traición - Juan F. Núñez y otros. ENSAYO: Frida Kahlo. Murió para seguir naciendo - Sergio Pravaz / Dos placeres prohibidos: el café y el cigarro - Noel Issac Jarquín Alemán Análisis de la palabra “pedo”. Palabra fetiche, traslación de significado y evolución de la palabra - París Octavio Rojas Broca y otros. POESÍA: Judith Santopietro, Rolando Rosas, Pedro Cabrera Ramírez, Miguel Díaz Chávez y otros.
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1 CON E LAP O YO DE: Universidad Autónoma Chapingo Centro Cultural Mexiquense Bicentenario H. Ayuntamiento de Texcoco Museo Eremitorio Fray Domingo de Betanzos de Tepetlaoxtoc Biblioteca Pública Municipal de Texcoco Molino de Letras Infame Bar Café Grano de Arena Stiloradio MX Producciones Centro Líquido
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El Cumpleaños de la abuela
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Toda vida es celebración y travesía. De los bosques de oyamel de Real del Monte a las aguas sulfurosas de Tezontepec y Mangas, y de allí a una ciudad donde ha crecido la casa. Crónica de familia, rostros que la memoria y la escritura trazan de nuevo en la celebración del cumpleaños de la abuela. Aquí, entre la nostalgia de tíos, hermanos, hijos y los juegos de los niños, también se recuperan las imágenes primeras de cuando la Bondojito surgió del polvo y la lluvia. Y a lo lejos la Nueva Atzacoalco iniciaba a ser la nueva casa con muros de adobe.
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El tiempo de la infancia queda atrás. Sólo la imaginación y las voces en la escritura intentan detenerlo. C o o rd in a c ió n : R o la n d o R osas G alicia G e o rg in a F lo re n cia L ópez Ríos Ig m a r C e d re ll R osas L ópez A rm a n d o L ópez Ríos Ulises Y unuén R osas L ópez
Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades
M o lin o ff ll¿ e t r a s
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Ayotzinapa: 43 Judith Santopietro1
El día llueve y llora sus cenizas, rostros casi limpios huesos duermen entre el fango, los arropamos en la espesura del miedo como se acaricia una flor crisálida o a un diminuto colibrí nacido ayer Decíamos, cada atardecer, en el esplendor más sucio de las calles “saldrán saldremos saliremos” conjugando el verbo de estas imperfectas flores Dijiste “estoy contigo aquí en el fondo de un basural no hay luz no hay sombra ningún fuego nos quema sólo perros hacen guardia alrededor del río nadie sabe si es amargo este caudal” Eran así nuestros niños murmurando al mundo en la cosecha dorada del Sur, cubiertos de los copos de aguanieve, entre amaranto y trigo allá por los maizales, con sus pesadillas de niños y el dolor del primer diente acaso la enfiebrada cara después de un aguacero O quise decir que eran casi niños que miramos cada foto y parecía tan breve la mirada desde donde punzan hoy sus huesos como astillas En el luto de esta noche (un ferry brama cada hora) me pregunto cuándo volveré a pisar las calles de mi patria o si mi patria es el territorio donde poso mis pies ahora mismo, o si mis pies son dos arcas que navegan sin libros, sin platos ni comida, si son pájaros de otoño y sus únicas hojas caen del cielo desecadas tristes, si mi patria es la inmensidad de cadáveres en cada esquina si ya pasaron siglos y aún la ciudad está sitiada.
New York City, noviembre, 2014. 1(México, 1983). Ha publicado en Anuario de Poesía Mexicana 2006, FCE; Memoria del Encuentro Nacional de Literatura en Lenguas Indígenas, Escritores en Lenguas Indígenas; Ciudad de Polvo, Ed. Ultramarina Cartonera & Digital, España; Palabras de Agua, Ed. Conaculta, Ivec y Praxis; y en revistas y suplementos de México, Perú, Chile y Canadá. Ha participado en III y IV Encuentro Internacional de Escritores del Caribe, Playa del Carmen, Quintana Roo, México; X X X y X XX I Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería; III y IV Recital Chilango-Andaluz, México y Sevilla, España; Festival de Poesía Latinoamericana Rodante LATINALE , Berlín, Alemania; XVII Festival de Poesía de La Habana, Cuba. Actualmente dirige Editorial Cartonera Iguanazul: Literatura en Lenguas Originarias.
editorial directorio
Al final del crudo invierno Un año de cambio inicia, nuestro país no volverá a ser
Director fundador
como antes, una generación joven ha gritado #YaMeCanse,
Moisés Zurita Zafra
en alusión al procurador de justicia, en un país donde lo
D irección Juan Jorge Díaz Rivera
consiguiente la impunidad.
E dición Patricia Castillejos
único que falta es precisamente justicia y donde aflora por Vivos los queremos es el reclamo general, porque vivos se los llevaron a los 43 normalistas de Ayotzinapa, su ausencia, ha movilizado a cientos de miles de personas
C onsejo E d ito ria l Ignacio Trejo Fuentes Eusebio Ruvalcaba Rolando Rosas Galicia José Francisco Conde Ortega Arturo Trejo Villafuerte Miguel Ángel Leal M enchaca M arcial Fernández Marco A ntonio Anaya Pérez Refugio Bautista Zane Álvaro González Pérez Alberto Chimal Gildardo M ontoya Castro
dentro y fuera de México. El Estado mexicano enfrenta la peor crisis de credibilidad en los últimos sesenta años, poco a poco se escucha la voz: que se vayan todos. Parece que no hay solución posible. Las investigaciones recientes apuntan al ejército, el caso Tlatlaya parece ser un modus operandi que debe ser aclarado por el Estado. Fuera de nuestras fronteras los ojos están atentos, de no ser así el caso Tlatlaya habría quedado oculto. En el peligro que vivimos, nuestro país reporta
C orresponsales M ónica Palacios Pedro Cabrera José Luis Herrera Arciniega Raúl Orrantia Bustos Raúl de León Eduardo Villegas Will Rodríguez Jazmín Carrasco Hernández Adrián M endieta Moctezuma Samantha M artínez Maya In form ación David Zuriaga Jiménez Diseño G ráfico Juan Jorge Díaz Rivera José Luis Delgado Mendoza Álvaro Luna Castillejos F o to g rafía Juan David Sánchez Espejel Jorge Enrique Ibarra Sánchez C a p tu ra Amaranta Luna C. P u b licid ad Tel. (01 595) 9556977 Cel. 5519546810
P o rta d a : M ezcal F o to g rafías: Moisés Z urita Z afra C om posición: Álvaro L una Castillejos
una serie de asesinatos a periodistas que no se detiene. En tanto que la libertad de expresión es la bandera en Europa después del atentado contra Charlie Hebdo. Nuestro molino gira y también vive en crisis, por eso nos vemos en la necesidad de aumentar el precio en diez pesos más, pasamos de 25 a 35 pesos. El año pasado hicimos cambios importantes en el formato y en la edición, los cuales demandan mayores recursos. Agradecemos el apoyo brindado y esperamos seguir contando con su preferencia. Nuestro deseo para todos es que sigan leyendo; siempre, lo que puedan leer, es bueno.
sumario TALON DEAQUILES Poesía Judith Santopietro Rolando Rosas Gildardo Montoya Pedro Cabrera Ramírez Miguel Díaz Chávez 10 Álvaro Luna Castillejos 12 Oli Rose 14
La vida impensable
N arrativa
Una noche en Campuzano —Jorge Pita Chávez 15 Rosa Pastel —María Elena Garcilaso 16 Contrabando y traición (IV) —Juan F. Núñez 17 Quick Silver —Montanacristina 22 ¿Cuál d e los veinte? —Christian Crisòstomo 24 Coyote Real —Emmavilla Arana 27 carbonera
Eduardo Urbano Merino 28
N eesley es zurda —Mar Barrientos 33 XPONOAOnA d e un escritor —Luis Alberto Sánchez Lebrija 36 El rey Salomón —Juan Manuel Dávila Tejeda 42
este número:
MEZCAL
El m ezcal —Eusebio Ruvalcaba 45 R um or —Gildardo Montoya 48 Después d e un mexcalli —Alejandro Arturo Villa Vargas 49 Sólo nos queda m ezcal y debe ser artesanal —Moisés Zurita Zafra 50
ANGELUS
Ensayo
Frida Kahlo. M urió para seguir naciendo —Sergio Pravaz 55 Dos placeres prohibidos: el ca fé y el cigarro —Noel Issac Jarquín Alemán 57 Análisis d e la palabra “p e d o ”. Palabra fetich e, traslación de significado y evolución d e la palabra - Paris Octavio Rojas Broca 59 Un m inuto d el m undo p o r los 43 de M éxico —Aldo Torres Baeza 62 Rosario Castellanos o el fe r v o r crepuscular —Eduardo H. González 64
SOBREMESA
Recomendaciones/Reseñas
D uong Thu Huong, escritora vietnam ita d e férreo carácter literario - Jorge Iván Garduño 68 M olino d e N ovedades Editoriales —Arturo Trejo Villafuerte 70
M o l i n o d e L e t r a s , Año 16, No. 87, enero-febrero 2015, es una publicación bimestral editada por Fortunato Moisés Zurita Zafra. Calle M iguel Negrete 336 L. 15 C. 40, Fraccionamiento Xolache, Texcoco, Estado de México, C.P. 56110, Tel. 5519546810, zurit9@hotmail.com. Editor responsable: Fortunato Moisés Zurita Zafra. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2011-062209030200-102, ISSN: 2007-5650, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, licitud de título: 4769, licitud de contenido: 147, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por Imprensel, S.A. de C.V. Av. Catarroja No. 443 Int. 9, Col. M aría Esther Zuno de Echeverría,Iztapalapa, D.F., México C.P. 09860 Tel. 58661835. Este número se terminó de im primir el 15 de enero de 2015 con un tiraje de 3 000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Se autoriza la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación si se cita la fuente. Esta revista es producida gracias al Programa “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2014, del Fondo Nacional Para la Cultura y las Artes. En el padrón Nacional de Revistas de Arte y Cultura del CONACULTA: http://sic.conaculta.gob.mx/
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Que la carne es triste para Geo
Contigo hablo a solas, pienso en bulto, dialogo con mis fantasmas y tú los consientes Le sirves un mezcal a mi padre. Un café con leche a don Procopio y vas con mi madre a comprar cazuelas. Contigo dialogo y encontramos las palabras. Conversamos aun cuando el silencio es una hebra delgada. una luz continua donde Igmar a sus seis juega a ser científico y Ulises se va en un barco que una noche tú y yo hicimos con trozos de papel y el largo tallo de la flor de agapando como mástil. Contigo voy, contigo vengo y florece la casa, y aunque lento camino con la luz que dejas cuando ríes.
* Se asoma tímido el botón de una rosa. Es un clítoris desnudo apenas movido por el discreto viento. A un lado la explosión azul del agapando. ¿Una hembra y otro varón? ¿Hay algún acuerdo para esa cita en la verdura del jardín? Todo parece discreto, pero si me detengo observo apareamientos. Un malvón rojo con una clavelina rosada. Un tulipán encendido con un alcatraz. ¿Varón con varón?
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TALON DE AQUILES
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* La carne se retira del hueso, es retrato falso del instante. Dura es su imagen. La marca amarillenta del sudor, la costra húmeda, olorosa del trabajo Deja constancia del ahora. Medimos el tiempo en palabras luidas por el silencioso gesto del amor que se quemó en las cenizas de otro.
* Escribe como cuando éramos niños, me dice Ulises. Pero ahora ya no encuentro las horas silenciosas de la madrugada para pergueñar el garabato que dibuje los sueños inconclusos. Ahora el silencio sólo es interrumpido por el doloroso crujir del hueso o la mordida del nervio, la queja húmeda. Todo es cercano. Todo es distante. Mis hijos han crecido Están lejos, en tierras frías, lejanas. Ya no hay niños que interrumpan la escritura.
* Ni la peineta de marfil. Ni la seda más fina que enredas en tu cuello. Ni el chanel 5 de colección harán que regrese el tiempo. Éste se fue en los cuerpos que amaste, que poseíste o te poseyeron y no regresarán. Apenas son polvo o ceniza de un fuego imaginario que quisieras.
Rolando Rosas Galicia1
1 N ació en San G regorio A tlapulco, X ochim ilco D.F. E n Caballo Viejo y otros poem a s (M olino de L etras, 2008) reúne sus poem as erótico amorosos, y en Q uebrantagüesos y otros poem as (U niversidad A utónom a Chapingo, 2011) el resto de sus poemas.
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No
En la taberna conocí a ese hombre; se sentaba en el fondo del tiempo; supuse que no tenía ocasión para nadie; un día me vi en su mesa con la bendición del vino y su intensa palabra acerca de un túnel que inevitablemente debía cruzar aquella noche: “Un túnel --me dijo-- que se lo puedo dibujar con el filo de tres adjetivos: oscuro, incierto, tenebroso. Entras y después... Dios dirá”; me miró sin mirarme, y fue cuando descubrí la altura de su edad, ojos negros de nadie, el acumulado cansancio; le pedí acompañarle. “No” --atajó-- “No”, replicó determinante. Ese “No” duplicado me obliga siempre, en la taberna, a buscar a ese hombre que se sentaba, allá, en el fondo del tiempo.
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Alturas
“M e desperté”. Aquel minúsculo bar en la estación: morado oscuro en en su rostro imposible, la copa intacta. “M e encarcelaron”, replicó, redoble en la voz. Pensé en decirle algo, pero me detuvo el movimiento, puente en el aire, un abrazo firme, fino, de amoroso encantamiento, libre... regresé a sentarme, embriagado, como música.
Gildardo Montoya Castro1 1Periodista, poeta y escritor que vaga por los alrededores de Texcoco.
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TALON DE AQUILES
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Dos poemas a Eloísa
I Entrégame tu aliento, tus recuerdos, tu delicado tacto, tus anhelos, el pasado oscurecido, los siempres olvidados y la luna que recuerda tu mirada. Te busco. Entre tus neblinas desnudo manto a manto la flor de tu alma. Con mi pluma te persigo, cada palabra es un peldaño falso, mito hecho carne, espejismo.
II Ebrio de sueño y de vino, de música y de azares, me llaman voces sin boca, lamentos de día sesgado, trompetas que retan tiniebla y paraíso.
No me sacio de ti, me cedes a cuentagotas tu pasado y tus visiones; creo lugares en tu piel, un claro en el silencio mientras rozo tu cabellera entre las puntas de mis dedos. Hay fuegos que parecen oraciones, caricias que se pierden en las brumas sonoras de la indómita ciudad: camino, jugueteo con tus manos, te sueño disfrazada de momentos no ocurridos y de ríos sin vertientes, cántaro de piedra blanca reciente como el mundo mismo. Con tu vida colmas la olvidada estancia de unos ojos cristalinos, compito con el aire por tu aroma: profecía de ensueño y de tumulto.
1 Nació en 1996 en la Ciudad de México, es estudiante de Letras Clásicas en la u n a m . Es fundador, junto con otros tantos jóvenes, de la revista digital Osario.
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Oculto de cielo a cielo mis miradas, profano el templo derruido y a la frente mía el viento cansado de exhalar le corresponde. He buscado entre planicies el lenguaje puro, impío, que sin recodar anima las más nemorosas frentes, ávidas de estrellas y de cantos. ¿Quién encuentra en lo que busca puentes? Sólo el sabio que transforma el callejón besado en un museo, la infértil pared en lienzo, el viento nuestro en melodía. Que las cristalinas horas dilapiden la suave arena en movimiento, pues no somos ni esfinge ni desierto que con celo la guarden, ni playas para entregarla al tiempo que la amamos.
Pedro Cabrera Ramírez1
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Añoranza atlanulauense ¡Cómo olvidar las añoranzas de mi infancia! si aún recuerdo aquellas tardes de verano ¡soleadas y lluviosas! cuando hacía barquitos de papel y los echaba en las corrientes de agua o en algún charco de la calle. De aquel tendajón pintoresco de románticos portales y armario de madera donde Juliancito Negrete vendía galletas de animalitos, chocolates, dulces de anís y cucharadas de manteca embarradas en hojas de maíz o en papel de estraza sin faltar el terroncito de azúcar que daba como pilón. De aquel mercado popular que se encontraba frente a la plaza cívica construido con palos, hierro, láminas y planchas de granito de color en donde la tía Serapia vendía frutas y legumbres junto a su hija Margarita y don Marcial Negrete que manejaban con destreza la chaira, cuchillos y hacha cortando vísceras de cerdo y vaca despachando a sus marchantas. ¡Cómo olvidar las añoranzas de mi infancia! si en mi mente retumba todavía aquel grito del buen nevero que con sombrero de palma y huaraches de tres agujeros ofrecía sus nieves de limón sobre su vieja carretilla de madera cuyo rechinar de la rueda se escuchaba por las calles del pueblo. De aquel ropavejero que en triste cantar de pregonero decía ¡cambió ropa vieja por melcocha! una y otra vez pregonaba su canto llevando bajo el brazo su cajita de madera con el melado de caña que cortaba con cincel y martillo para hacer el cambalache.
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Y aquel camino real empedrado era todo un poema, lucía hermosamente bello entre barrancas, cañadas y colinas donde muy de mañana se escuchaba el silbido y el grito del arriero que bajaba del pueblo de San Pedro con su recua de burros, mulas y caballos cargados de carbón, pulque y leña para ponerlos en venta en el mercado. ¡Cómo olvidar las añoranzas de mi infancia! tirándome clavados y machincuepas en la mágica laguna de La Espejera cuyas aguas frescas y cristalinas que a raudales corrían por apantles y canales llenas de encanto, misterio y leyenda en donde se escuchaba de cuando en vez el grito aterrador de ¡La Llorona! a según decir de los abuelos. De las carpas, juiles, ajolotes, acociles y almejas que pescaba con mi red de ayate, fisga o anzuelos no se me escapaban los mexcal piques y rechonchos atepocates que daban su toque de encanto y sabor a los tlapiques y el suculento michimole. Los sabrosos tamalitos de frijol, el rico mole de guajolote, las tortillas blancas y azules que preparaban en el comal las abuelitas para recibir la fiesta del Santo Patrón que saboreaban alegremente los compadres de la montaña
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y los padrinos de México. ¡Cómo olvidar las añoranzas de mi infancia! del trompo, las canicas, temoronga y la chinchincharra que jugaba alegremente en el callejón del tranchete de mi querido barrio de Zacapa que lo recuerdo con cariño como aquellas tierras fértiles de la añorada barranca, en donde me rechupeteba alegremente el dulce jugo de las cañas de maíz. Las carreras de cintas que se hacían a caballo con motivo de las fiestas patrias engalanándose el atrio de la iglesia con papel de china y serpentinas de colores en donde el más osado jinete ensartaba argolla alguna colgada del mecate con cintas llamativas para llevarlas al palco de honor y ser premiado y apapachado por alguna madrina en turno entre porras y algarabías del público asistente. Esas típicas pulquerías que en cada esquina de los barrios existían en donde el abuelo su pulque adquiría en ocasiones en La Reyna Xóchitl La Bamba, El Gorila, A Ver si puedo o La Xoma de Jalapa para el caso era lo mismo lo importante era complacer al abuelo y dejara de estar jodiendo interrumpiendo mis juegos de niño
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¡ah!...por qué era así el viejo socarrón cuando se sentía trabado por las aguas de las verdes matas. ¡Cómo olvidar las añoranzas de mi infancia! de aquellos atardeceres atlapulquenses en donde el croar lejano de las ranas era el anuncio del fin de la jornada en la inmensidad de las parcelas de la Ciénega o en las floridas y místicas chinampas, surgiendo entre las sombras de las tardes las espigadas siluetas de los milenarios ahuejotes que deambulaban de bordo en bordo por apantles y canales, en noches de luna. ¡Cómo olvidar la inolvidable góndola 707! cuyo motor y remolque hacía estremecer las vías y durmientes de madera llegando a los embarcaderos cual duende entre las sombras de las madrugadas para llevar de La Fábrica, Atenco o el Acuario las frescas hortalizas o las perfumadas flores de cempaxúchitl y alhelíes con rumbo al mercado de Jamaica en donde nuestros abuelos las ofrecían al mejor postor. ¡Cómo olvidar las añoranzas de la infancia! si las he disfrutado tanto durante largos años y lo seguiré haciendo si el gran Dios me lo permite, pues son para mí bellas y delicadas reminiscencias como aquellas cuando disfrutaba las noches de cine, box y lucha en la casa del señor Chimino Álvarez en los cincuenta del siglo pasado, por la magnífica cantidad de veinte centavos, qué tiempos aquellos toda una gama de recuerdos, ¡Gracias Señor Gracias Padre Eterno! por haberme dado el don de escribir estos versos para mi pueblo, mas cuando ya esté chocheando y se acerque el final de mi existencia doblarán las campanas de la iglesia para darle un postrero adiós a mi cuerpo y alma que descansarán para siempre bajo este azul cielo atlapulquense que me vio nacer.
M iguel D íaz Chávez1 1 Profesor jubilado. Originario de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco.
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La primera noche Ni tu m ano, ni tu rostro, ni nada. Nada está aquí; c o m o si el tie m p o s im p le m e n te h u b ie ra pasado y los dos ahí — in m ó v ile s — d e ja m o s q u e se fuera. Esta n o c h e — la p rim e ra d e m u c h a s — , es una n o c h e sin café sin cerveza sin h u m o . No hay risas
m iradas
palabras
nada.
N o hay pap el en tu m a n o ni pasos largos a m i lado. H o y no hay lluvia n o están tu s ojos ni tu risa ta m p o c o . No hay lá grim a para secar ni m ira m o s la luna ni c o m e m o s h e la d o en el balcón. No es la p rim e ra n o c h e ni será la últim a . H o y no te vas
pe ro ta m p o c o regresas.
H o y no hay espera ni horas ni relojes pe ro ta m p o c o hay prisa. H o y no va m o s a E stam bul, ni a M arrueco s ni a K a tm a n d ú pe ro a lg o m e d ic e q u e sie m p re estarán ahí.
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Molino¿h¿etras
El tiempo Es el tie m p o o c io so el q u e habla este tie m p o de im a g in a rm e tu s caderas el c u e llo y el to b illo lim p io Es este tie m p o d e n o m ira rte el q u e m e hace escribir; no m e da tre g u a y sin e m b a rg o m e alivia p o rq u e m e saco la ropa los m ie d o s y m e v isto co n las palabras q u e no habrás de escuchar B a ila n d o p o r los cu a rto s b e b ie n d o d e tu boca ju g a n d o co n el h u m o m o v ie n d o cada d e d o de los pies c a n ta n d o cada letra g ritá n d o le a la luna.
Voy a c a lla rm e en c u a n to vuelvas para q u e n o pienses q u e soy sie m p re este loco; ése q u e se pasa v e s tid o en letras y b u s c a n d o a tie n ta s tu c u e rp o N o soy ese lo co sie m p re o vo lve ré a serlo — casi n u n c a — . ¿Podem os vernos?
1 Diseñador gráfico e integrante de la banda de rock Muerte Chiquita. Trabaja en el Departam ento de Publicaciones de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Chapingo.
Molino ^ ¿etras
Álvaro Luna Castillejos1
TALON DE AOUILES
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Poco Funky A Karla Poco fu n k y m u je r sinuosa cínica extraviada, e x tra lim ita d a d e cabeza ira cu n d a y d e -n o ta perversa S u s c e p tib ilid a d a n d a n d o m ira n d o hacia abajo G adget sin luz, sa té lite sin g a fa s ... N oches sin respuesta blue: m u e rta ciu d a d Coitus interruptus, m e o b lig o , tontus ruptus y g rito s sin se n tid o , te o b lig o Tú y tu s ve le id a d e s y ve ricu e to s ilusiones, fantasm a s y h o lo g ra m a s No te n g o o p c ió n : ¡¡tan poco s colore s ves q u e no m e miras!! Q ué p o c o fu n k y e r e s . M a n ip u la d o ra sin red, pero sí co n in te rn e t aún am ada, desarm ada, cósm ica d e s a lm a d a .. y nada d e nada ¿nítida im pulsiva ? ¿etérea p ro funda? ¿arañita rockera? De n in g u n a m anera Y yo sin o p c ió n : Tantos colore s veo q u e no te m iro, ta n to s co lo re s ve o q u e no te m iro Q ué p o c o fu n k y sos, y no m á s . nena Poco fu n k y m u je r sinuosa Cínica extra viad a, e x tr a lim ita d a . Tantos colore s veo q u e no te m iro, ta n to s co lo re s ve o q u e no m e m ir a s .
Oli Rose1 1 Psicoterapeuta radicado en Texcoco. Catedrático de la Universidad Privada del Estado de México. Músico, compositor e integrante de M uerte Chiquita; escritor, bluesero y poeta callejero.
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TALON DE AQUILES
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ampuzano
Jorge Pita Jo rge P ita C hávez1
odo parece tranquilo. Tengo que llegar a las 9:00 de la noche, esconderme detrás de unos arbustos de cazahuate. Es importante no quedarme dormido, mantenerme alerta, mirar quien tira caballos y cristianos en ese pozo maldito que desprende lamentos acompañados de dolor y sangre. Es el pozo Meléndez o pozo de los olvidados, aquí en puente Campuzano, un pueblo del estado de Guerrero, tierra de campesinos y sangre caliente por nacimiento. En una ocasión, un hombre amenazó al pueblo diciendo que había un pocito que no se llenaba ni con todos los habitantes del lugar. En fin, el día de hoy me tocó hacer guardia para impedir que continúen las muertes en nuestro pueblo, por lo menos eso dijo el comisario ejidal. Parece tarea fácil, ya que soy un leproso sin oficio ni beneficio. La consigna que me dieron es hacer guardia llegada la noche y esperar; es molesto quedarme en un solo lugar sin moverme. El calor asfixia mi cuerpo, la carne se llena de sudor, mi cuerpo arde, arde mucho, parece que me cocino en vida, mi ser desprende un olor asqueroso a putrefacción que no soporto. Maldita sea, por qué yo, por qué a mí, por qué caminar de noche acompañado de una vela, y este perro atigrado que sigue mis pasos desde hace dos días, no se si es mi amigo o compañero de guardia, ya que sólo se acercó a mí. Desde ese momento no se aleja un sólo instante. Puedo equivocarme, tal vez espera que mi cuerpo caiga por completo para tra gar algo más que mis pedazos de carne, que se desprenden de mis muslos y pantorrillas crudas. La verdad no sé qué es lo que quiere este animal, pero me da gusto no estar solo. Bueno, la verdad es que desde que mi carne se pudre en vida, nunca he estado solo; cada noche justo a las dos de la madrugada una voz aguardentosa me dice al oído, debes regresar ya. Cuando pregunto ¿quién eres?, ¡ya no me habla, ya no escucho nada! Me encuentro en silencio detrás del cazahuate, pero el perro atigrado llora con miedo. Eso me espanta. En todas las horas transcurridas no ha pasado algo igual. De pronto escuché la voz molesta de cada madrugada, a dónde vas; ya es hora; regresa ya. En ese momento la imagen de un ser descarnado se mostró frente a mí; pare ciera que era mi hermano gemelo o simplemente un leproso más del camino. Me extendió su mano, con una seña pidió la mía y me dijo. Toma tu vela y 1Psicólogo egresado del Centro Internacional de Estudios Superiores de Morelos; terapeuta vámonos para M ictlán que y a fa lta poco. infantil. Actualmente cursa la Licenciatura No, yo no soy un muerto, sólo estoy ha de la Enseñanza del español como lengua ciendo guardia esta noche. La vela es para no per extranjera y es jefe de proyectos infantiles en derme en el camino, no soy un muerto, Dios del inla Biblioteca del Centro Cultural Mexiquense framundo. Aún estoy vivo, y noviembre termina ya. Bicentenario.
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Rosa Pastel M aría Elena G arcilaso1
cePta usted a esta mujer como su esposa para toda la vida? J \ Acepta y la besa, la toca suave, la conduce al festejo donde las guirnaldas blancas son el dintel de la vida en rosa pastel. Le jura ser su héroe, su amante eterno, ella sonríe coqueta, tierna y clara. El vals dura una eternidad, aplausos, brindis, deseos de bonanza son los regalos en la mesa principal. La luna casi roja les guiña un ojo, se escapan juntos del bullicio, de la liga y el azar. Perdidos en humedades, perdidos entre sus piernas se enlazan y sellan su alianza, creen que tiempo y fuego faltarán para que el mar inmenso de su amor y deseo sea trocado por desierto. Risas, besos, planes, ideas. ¿Quién puede cortar los brazos del amor que los mantiene así entre lazados? “Nuestro amor es eterno, nada lo romperá jamás”; se murmuran al oído. Atrapados en la rutina se miran sin el deseo de antaño, cuando mucho pasaron tres años, se agrió el vino, ni siquiera lo paladearon lento. La cama empieza a ser un ring de boxeo donde se tiran golpes bajos sin que medie referí alguno, se habla mucho y casi únicamente de dinero, a los besos y humedades los vino a suplir el silencio largo y pesado, al interés mutuo los monosílabos que entre dientes apenas tienen la fuer za de un gruñido, que sin embargo pulveriza al frágil acuerdo a la ya casi invisible vieja promesa: “Para toda la vida”, “en las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad hasta que la muerte...” Los nubarrones sueltan su lluvia de reproches, pues ambos ven sus alas cortadas y un “Porque tú” - y nunca “Porque nosotros” - tiene velado el peso de la inclemente culpa que va haciendo de la llaga un surco, del surco la grieta y de la grieta el abismo. Se pierde un día casi todo lo que pretendía ser bueno. La hojaras ca cae, la nieve llega un poco más adelante. Dos muñecos de nieve que viven muy cerca y nunca se tocan solo con la vista, que quema con el fuego del desprecio y el reproche. Se cuestionan, se preguntan: -¿No ibas a ser mi héroe? -¿No me ibas a querer más que mi madre? -¿No me cuidarías y procurarías la vida de ensueño? - ¿No serías la amante ardiente, insaciable y siempre dispuesta? -¿No serías valiente, ingenioso y siempre divertido? -¿No ibas a ser bonita y contenta por sobre todo el hastío? Cientos y cientos de bocanadas gélidas, hirientes. Vendrá el sol cuando termine el invier no, entonces de prisa se 1 A lum na del Taller de N arrativa en el derretirán los muñecos, Faro de Oriente. C oordinado por Eduardo frente al juez con un solo Cerecedo. rayón de pluma y tinta. —
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Contrabando y Traición (IV) Un entallado vestido rojo Ju a n F N úñez1
ejaré fuera la descripción de las moscas que se habían apiñado alrededor de las heridas de Camelia y zumbaban golosas por todos lados así como aquellas personas que junto con ella se apilaban en la sala de urgencias de aquella clínica perdida en medio del desierto sonorense y cómo la sangre pegada en las sábanas y las sucias fundas de las almohadas habían dibujado largas franjas rojas en el piso Tampoco voy a reparar en aquel fuerte olor a carne y sangre descompuesta que invadía todos los poros y sitios del lugar El dolor estaba embarrado en todos los muros de aquel hospital -¿Qué había pasado? ¿Cómo había ocurrido aquello? Me pregunté a mí mismo mientras observaba a Camelia que yacía despatarrada sobre una camilla Su maquillaje se había vuelto borroso ante la indiferencia del dolor y la sangre Sus pies descalzos alguna vez hermosos lucían ahora descuidados desordenados e inertes Toda ella estaba reducida a un objeto desmadejado Lo más parecido a ella que me llegó a la cabeza en ese momento fue a un cuarto desordenado Parecía una muñeca de cartón desmembrada y sin expresión Con sus ojos apagados como pequeños cristales opacos mirando la nada de las cosas Como se miran las cosas muertas Solamente estando muerto Había conocido a Camelia seis años antes en una de las muchas fiestas que una amiga en común hacía continuamente en su casa Recuerdo que había mesas llenas de botellas con vinos cervezas bocadillos pastelillos Había música por todos lados Risas volando de un extremo de la casa a otro Alegres e inútiles charlas que iban a ningún lado Humo de cigarrillos de todo tipo enrareciendo el poco aire que quedaba en las habitaciones Saludos Sonrisas Besuqueos Vidrios de las ventanas empañados Ruido Mucho ruido Yo había bebido y fumado marihuana más de lo usual Había tenido algunas caídas en el jardín de aquella casa pero fuera de ahí estaba completo En algún momento había perdido uno de mis zapatos pero ya lo había recuperado Me estaba sujetando los cordones del zapato fugitivo y preocupándome porque mi barriga asomaba por debajo de mi playera cuando me percaté que en medio de todo aquel fandango se encontraba aquella hermosa niña vestida con un entallado vestido rojo y sus delgados pies enfundados en unos zapatos rosas con tacón de punta Se traslucía que trabaja en el Medio no llevaba ropa interior y cada que caminaba por
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1 N ació en 1969 y Ambiente.
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la casa se hacía un silencio expectante Todos permanecían inmóviles ante la visión Aún así decidí acercarme inmediatamente -¿Hola qué tal? ¿Cómo estás? -Le pregunté tratando de parecer despreocupado y un poco playboyero En ese momento ella se encontraba sujetando con la punta de los dedos un billete enrollado y esnifando un poco de polvo blanco sobre la mesa Al levantarse volteó a verme Sus ojos lagrimearon un poco Se rascó la nariz y respiró profundamente Podía ver en su interior algunas preguntas rotas un camino con miles de direcciones confusas y algunos gramos de locura y estupidez -¿Quién eres tú? -M e preguntó con el entrecejo un poco ceñudo Me di cuenta que para ella la expresión ¿Quién eres tú? era lo mismo que decir -¡H ey tú tráeme otra enchilada!- De cualquier manera me presenté Le dije mi nombre y le pregunté por el suyo Ella sonrió un poco sardónica y sin decirme nada se marchó Enseguida se acercó una amiga que había visto la escena -Cam elia es muy difícil A menos que tengas suficiente dinero para gastarlo con ella -M e dijo ofreciéndome un cigarro de petate quemado Le di unas cuantas fumadas mientras veía cómo aquel bonito cuerpo enfundado en su vestido rojo traslúcido se alejaba desdeñoso con movimientos suaves ágiles y un delicioso movimiento de cadera Sus pies parecían flotar sobre aquel mugriento piso lleno de colillas de cigarro y líquidos derramados -¡Claro que me gustaría un chance con ella! -Pensé ya algo calentorro a la vista de aquel rítmico cuerpo Le regresé el cigarro a mi amiga y sin avisarle le di un beso en la boca -¡O ye estúpido que te pasa! -M e dijo enojada -Gracias -Le contesté y de inmediato me marché Poco después tuve un encuentro con Camelia Yo estaba comprando limones y algunas cervezas en un supermercado cercano Algunos amigos esperaban en mi casa para ver el partido de futbol de nuestra Selección Nacional que jugaba ese día contra la selección de la República Camotera Cuando pagué y disponía a irme alguien atrajo mi atención Ahí estaba ella como a dos puestos de verduras de distancia Llevaba el pelo recogido gafas oscuras y haciendo sus compras para la semana La Camelia que conocí días anteriores en una fiesta estaba sopesando algunos tomates entre sus delgadas manos Decidí acercarme y saludarla -¡H ola qué tal! -Le dije Ella ni siquiera se inmutó -Te conocí en la fiesta de X cuando estabas metiéndote algo a tus narices ¿recuerdas? -Le dije como tratando de hacer empatía y que se acordara de mí -N o me acuerdo de ti -M e espetó fríamente y se marchó Observé que sus preciosos pies iban enfundados en unas sandalias tipo hindú Me dieron muchas ganas de tumbarla sobre la banqueta y besarle aquellos pies Más bien besarla desde la punta de los pies hasta la punta de los cabellos así que la seguí e insistí -¿Qué te parece si te invitó en estos momentos un café y platicamos? -Le pregunté -Prefiero una cerveza de barril -M e contestó Las cervezas de supermercado tendrían que esperar un poco Fuimos a la cantina más
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cercana Ella con sus compras para la semana y yo con una bolsa de limones y una caja de cervezas Ese día tal vez ya no iría a mi casa Mis amigos se podían quedar esperando que yo no iba a aparecer (después me enteré que la República Camotera había arrasado a nuestra orgullosa Selección Nacional) El día estaba caluroso así que la idea de tomarnos una cerveza de barril era buena Poco después estábamos cada uno frente a un par de tarros repletos de cerveza oscura A espaldas de ella se encontraba la barra detrás de la cual se hallaba un cantinero gordo con la cara llena de entusiasmo por nada mientras limpiaba una y otra vez pequeños vasos de cristal A mis espaldas estaba una enorme ventana que daba a la calle y por la cual se podía ver y escuchar toda la algarabía del futbol que llegaba hasta donde nos encontrábamos platicando Recuerdo que nuestra charla iba de un tema al otro Del cine al futbol Del clima al arte De los carros a las bicicletas De las clases de matemáticas a las de historia Platicábamos de todas esas cosas que se platican en estos momentos En realidad todo era basura Sólo tratábamos de encontrar un punto en común para que la cerveza supiera menos agria y más fría Hubo un momento en que los dos callamos Ella no decía nada y sólo se limitaba a tomar de su cerveza De vez en cuando volteaba a verme Pero yo sabía que no me estaba mirando Lo que de verdad miraba eran las cosas que estaban sucediendo en la calle En algún momento quise comentarle algo para sacarla de su marasmo Estuve tentado a darle un pequeño pellizco para saber si estaba viva o muerta Incluso le dije algo agradable Pero antes de que terminara la lisonja ella rompió el silencio -Escucha Soy de esas mujeres que tratan de alejarse siempre por siempre de la fealdad Soy una mujer bonita que trata de conseguir lo mejor de esta vida La verdad es que tú estás muy feito Y entre más te veo más me das miedo Miedo porque al contemplarte observo la fealdad de la mediocridad La fealdad del naco Soy una mujer que busca puro tipo guapo y tú no tienes ninguna oportunidad Incluso si fuera el fin del mundo y en ese momento tú fueras el último hombre sobre la tierra de inmediato buscaría una pistola para volarte los sesos ¿Me entiendes? Ahora paga que ya me tengo que ir de aquí para atender una cita -M e dijo sin inmutarse Eso me gustaba de ella Era capaz de apuñalarte por la espalda y después ver cuidadosamente si no se había roto alguna uña o si no se había despeinado Era hermosa y fría como una Arpía e indiferente como un caracol En alguna ocasión una amiga cercana a Camelia me confesó que era muy difícil caminar junto a la bella despectiva ya que las miradas de los hombres eran para la diva Nadie se dignaba a mirar a la acompañante -Eso es natural reina- Le respondí -S i pero ella nunca les hace caso ya que los considera a todos unos mediocres incluyéndote a ti -M e dijo -Pero yo me considero atractivo y quizás pueda tener un chance con Camelia -Le respondí -¡Ja! Ni soñando -M e contestó irónica Especialmente ahora que ha comenzado a salir con un conocido narcotraficante d eporahi Está fascinada con el tipo y toda la droga que consigue en su compañía El problema es que ese compa la está usando para su servicio y el de sus amigos -M e terminó de decir Yo sentí una punzada muy adentro Me hubiera gustado un chancecito con
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la señorita Q uesem ueranlosfeos Yo conocía al traficante Su sobrenombre era Midas Desde hacía poco tiempo acababa de comenzar a adquirir notoriedad por el barrio El antiguo traficante que operaba en esa zona de la ciudad y que era exsocio del Midas lo habían ascendido de sitio y ya no se le podía ver por esos lares Lo último que se supo de él fue que lo encontraron en un ascensor con el cogote perforado y la lengua saliéndosele por un orificio de ese cogote Ahora Midas era el mandamás de ese rumbo y comenzaba a vender droga como pan comido Toda una corte de lambiscones y lambisconas se acercaban a él para solicitar algo Camelia estaba entre las preferidas Y ella solicitaba mucha coca para consumir y vender Poco a poco fue metiéndose hasta volverse uno de los mejores camellos del rumbo Ella llevaba droga de aquí para allá Era la chica de Midas y su pandilla Era su putita Cuando ella llegaba a alguna fiesta me encantaba verla desplegar toda su notoria embriaguez por el poder Le gustaba mirarnos a todos por encima del hombro Nosotros sabíamos que traía los bolsillos atascados de mierda Ella sabía que nosotros sabíamos lo que llevaba en sus bolsillos Le encantaba estar rodeada de gente y a mí encantaba verla caminar como una pequeña y delgada diosa rota entre todos aquellos mortales de ocho horas la jornada laboral Ella era la dueña del mundo O eso trataba de hacernos creer Y a nosotros nos gustaba creer que era la dueña del mundo Poco después dejé de ver a Camelia por las fiestas así como su blanca alegría Supe que el Midas había botado a Camelia ya que comenzaba a hacerle competencia y estaba formando su propia pandilla Esto lo supe porque se corrió el rumor que estaba ocupando a muchas chicas y chicos como burros para pasar cargamentos de un lado a otro de la frontera Un día la vi bajar de un impresionante auto La saludé pero ella me devolvió una mirada inexpresiva Hice el intento de acercarme pero un tipo con catadura de navaja oxidada me agarró del cuello y empujó - A un lado pendejo o te carga el payaso -M e dijo No pude hacer nada Aquella ocasión vi que Camelia se internaba en una calle cualquiera Aunque todavía tenía parte de ese porte que me encantaba pude percibir en su caminar una leve encorvadura en su espalda Su cabello largo lucía algo descuidado y su bello rostro estaba cruzado por grandes y oscuras ojeras Dejé de verla durante algunos años aunque me llegaron ocasionalmente algunas noticias de ella Recuerdo que uno de mis amigos me comentó que había leído en un periódico que Camelia era una de las principales narcotraficantes del norte del país y que había iniciado una guerra contra otros narcos dejando muchos muertitos por todos lados No lo creí Mi Camelia no era capaz de eso Unos años después cuando acababa de terminar mis estudios de medicina y andaba con mis amigos celebrando vi a Camelia en un bar emborrachándose y metiéndose alguna mierda en la nariz Me di cuenta que había envejecido y su belleza se había torcido dándole un aspecto como de barco naufragado Recuerdo que ella volteó y se acercó -¿M e puedes prestar algún dinero? -M e preguntó -Puedo pagarte muy bien con algunas noches de locura nene ¿Qué te parece? -M e volvió a preguntar Yo la atraje hacia mí y le di un largo beso
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Recuerdo que su boca estaba seca Su aliento amargo junto con el mío hacían una mezcla con olor a pinacate fermentado con axila de caimán Bajé mis manos hacia sus nalgas pero sólo logré sentir una masa aguada de carne Después de eso le di algunas monedas y le dije que no La locura la había consumido demasiado y no había dejado nada para el personal Ella se marchó y yo me quedé a seguir festejando por el fin de mis estudios Al cabo de un tiempo decidí que lo mejor para mí era irme hacia otros rumbos Así que viajé hacia el norte Me habían llegado noticias sobre un nuevo hospital que acaban de abrir en Sonora Me fui para allá Fue en aquellos rumbos donde me volví a encontrar después de varios años con Camelia Estaba a punto de terminar mi turno Eran aproximadamente las 10 de la noche Había operado un hombro dislocado Lo de costumbre Anestesia Enfermeras Asistentes Bisturís Alcohol Algodón Olor a enfermedad y a cortar como un cuidadoso carnicero Sangre Músculos Piezas de metal esterilizadas Tornillo Suturar Era una operación de rutina Después de una hora ya estaba terminado y yo estaba dirigiéndome hacia mi oficina Me cambié y respiré profundamente Faltaba media hora para que me viera con Araceli Era mi chica por aquel entonces Cuando iba saliendo de mi oficina me percaté que una paciente acostada en una camilla estaba en pésimas condiciones A pesar de su apariencia reconocí a Camelia -¡Enfermera! -G ritó un muchacho que estaba a su lado -¡Esta mujer se está muriendo! -Soltó de nuevo el chico Era un muchacho como de unos 20 años Me aproximé justo al momento en que llegó la enfermera Vi que ésta ponía una cara sombría y triste Me aproximé y le pregunté qué había pasado -L a paciente llegó con múltiples heridas de bala y hemorragias internas Fuimos por el doctor para que procediera rápidamente pero la paciente murió antes -Terminó de decirme la enfermera Volteé a ver al muchacho -¿Eres su hermano o hijo? -Le pregunté -S o y su novio -M e contestó -¿Q ué fue lo que pasó? -L e pregunté -Ella quiso asaltar con una pistola de juguete a unos batos y éstos le metieron varios tiros -M e dijo Estuvimos un buen rato hablando sobre lo que había pasado No le dije que conocía a Camelia Supe que el chico era del DF -Regrésate muchacho aquí no hay nada para ti Tal vez sólo olvido -L e dije y me marché Cuando abordé mi auto encendí la radio Pasaban un viejo éxito de Fat Domino “Blueberry Hill” Mientras me marchaba iba escuchando la canción Allá en el horizonte se desplegaba una luna hermosa e inquietantemente roja Evoqué la figura de Camelia varios años atrás cuando la conocí Una niña hermosa enfundada en un entallado vestido rojo y sus delgados pies enfundados en unos zapatos rosas de tacón de punta Recuerdo que su cuerpo se traslucía y se podía notar que no llevaba ropa interior y cada que caminaba la gente callaba haciendo un silencio expectante Casi como una reverencia
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ilver sentía estar traicionando a Christa, su gran amiga de la actualidad. No hacía tanto que se conocían, ambas coincidieron en un encuentro de superación personal al que ninguna entró de lleno, asistieron cuando a las dos las interceptaron en la calle y les dieron las entradas. El auditorio estaba repleto, no había ni dónde sentarse. Juntas, de pie, empezaron a charlar. Silver vio en la mujer a su lado un referente que creía olvidado, Christa era la típica fémina que “lo sabe todo”, al menos así parecía, por los comentarios sobre los oradores, en ese interminable encuentro para subir la autoestima de los asistentes. Desde aquella reunión pasaron más de diez años, ya había ocurrido el cambio de siglo cuando las mujeres se reencontraron. La juventud las estaba dejando atrás, también las opciones de conseguir pareja. Las dos tuvieron vidas comunes: casarse, trabajar, quedar solas... Para Christa la vida no fue tan fácil, ella era sola y su alma. Para Silver en cambio la vida fue más amable, sus padres aún vivían, tenía dos hijos que la procuraban, uno aún estaba con ella, mientras su hija mayor levantó el vuelo pronto en su mismo estilo: un hombre con el que nunca se casó pero procrearon una hija que los ataba, al parecer sin muchas ganas de establecerse como pareja, mucho menos de casarse. El tipo resultó un vividor con clase, ni siquiera se notaba cuanto la explotaba. Silver veía en Antonella su hija, una repetición de su vida con el desobligado padre de sus dos hijos. Ella, Silver, los sacó adelante mientras el marido se escurrió: “porque quiero mi espacio”. —había dicho él. - ¿Dónde he escuchado esto antes —pregunto yo. Después de años de bregar duro por la vida, estaban ahí en ese encuentro pedorro , para motivar a la gente, hacerles creer que la vida es: “pan comido”, con el constante grito de “tú puedes, yo puedo” y todas las conjugaciones posibles, las dos mujeres, que ya habían echado el ojo a la concurrencia, coincidieron en que de ese encuentro lo único rescatable era haberse conocido. Para Christa, era uno más de tantos intentos por encontrar a alguien en algún sitio probable, para vivir “una vida plena”, es decir: en pareja. A su marido lo desaparecieron, nunca se supo cómo, casi recién iniciada la vida matrimonial; ella se quedó con el deseo frustrado de ser madre, se le acababa el plazo biológico. Ya se estaba cansando de afanarse en conseguirlo. Pero esto no disminuía en nada sus deseos por una vida sexual satisfactoria, porque -el cuerpo es autónomo— decía. 1 Licenciada en Adm inistración de Empresas por la Universidad L a Salle; cursó m aestría Siempre sin cuidarse: “a ver si pega” en Econom ía A grícola en el Colegio de pensaba. Postgraduados. Fue secretaria particular del Nunca p egó nada, por fortuna últim o director de la Escuela Nacional de ninguna enfermedad tampoco. A Christa A gricultura y prim er rector de la Universidad le sobraba con quien salir... Se alejó de A utónoma Chapingo; tam bién trabajó en R adio Chapingo. Silver porque aunque era muy guapa,
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LAS GARLOPAS
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tenía muy poco éxito con el sexo opuesto y se lo pasaba - pedaleando “bicicletas ajenas ’’, -decía Christa. Este día, se encontraron en una playa cachonda: el sol, el mar, la brisa, los tragos, los toques, los toqueteos, sobre todo, las pusieron a competir por los favores del galán en turno de Christa: Joseph, un inglesito menor que las dos, bien dotado, con el paquete completo listo y dispuesto para introducirse en la que se dejara primero. Christa no quería cederlo, no otra vez, ella erala que lo había trabajado y no fue tan sencillo, el inglés, el idioma, hubo que desempolvarlo derecuerdos de sus años mozos en Londres, en mil novecientos julio -como habría dicho su marido: “1900julio”. Desde entonces lo tenía adorm ecido., el idioma. Lo retomó rápido, el mejor diccionario posible es “uno con patas”: —Tomable, deseable —pensaba Christa. Así había apren dido a hablar francés: otro diccionario con patas -decía. Silver en cambio no hablaba ni jota de la lengua, su lenguaje corporal lo decía todo. En Ya sin un rincón apartado de otros ojos, los tres se inhibiciones, quitaron las pocas prendas que traían puestas, ya en cueros sudorosos por cada poro de d espu és de unos los deseables cuerpos, jóvenes todos -aún, cuantos jalones a un toque vigorosos-, cultivados, cada uno con sus de m ota, el joven se volvía propias virtudes innatas, sus atributos más destacados, diferentes, para el particular l o c o . Christa tenía unos recreo, el estímulo visual que excita la senos de película porno, en mirada, la que se ve, se nota en los ojos de un cuerpo delgado esbelto, los otros. Ya sin inhibiciones, después de unos fuerte. -Q u e digo porno, cuantos jalones a un toque de mota, el joven se de P layboy -d e c ía el volvía loco. Christa tenía unos senos de película joven. porno, en un cuerpo delgado esbelto, fuerte. -Q ue digo porno, de Playboy -decía el joven. Silver por su parte, tenía un culo redondo, carnoso, firme, sin estrías ni flacideces... Quitaba el aliento. La piel caliente y bronceada de las dos, las lascivas miradas que le dirigía cada una lo convirtieron en una especie de pulpo. Mientras acariciaba los desafiantes pechos que le ofrecía Christa, tenía las nalgas de Silver en la cara; la levantó preso de una profunda excitación y la sentó entonces sobre su pene erecto perforándole el virginal trasero, al tiempo que con una mano estimulaba el clítoris de Christa, colocando a la vez dos dedos de ésta en su propio ano. Los senos -de gota, de la mujer- eran succionados con deleite por Silver... Por algunos instantes Christa se sintió incómoda, no era lo que esperaba en realidad; luego de hacer a un lado el convencionalismo, reaccionó con ardor. Su mano, ya dirigida por Joseph, masajeó fuertemente el ano de éste, mientras con la otra introdujo dos dedos en la vagina de Silver sintiéndola estremecerse. Subía y bajaba suavemente sus dedos por los labios vaginales de su amiga; la masturbó tal como ella misma hacía -a veces— para sí. Sintió correr el flujo que empezaba a escurrir por los muslos de Silver, recogió con los dedos el viscoso líquido, lo paseó entonces por el paladar los dientes y toda la mucosa ensalivada de la boca de su amiga, luego lo saboreó con su propia lengua que penetró casi hasta la campanilla de Silver... Hechos un verdadero nudo Kamasutriano , los encontró la p o lic ía . Yo, me caí del árbol desde donde espiaba
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Cuál de los veinte? C hristian C risòstom o1
fin y al cabo tengo diecinueve más.” Era el pensamiento que me asaltaba varias veces durante el día. Cada vez que terminaba de bañarme, “ A - verme en el espejo, contemplaba uno por uno esos pequeños y al regordetes apéndices que eran mis dedos. No había momento del día en el que no me percatara de ellos, en lo bonitos que eran, en lo importantes que son para todas las personas. Llegaban a mi mente varias imágenes de las novias de mundo presumiendo sus anillos de compromiso, colocados sutilmente en esas singulares formas, iguales a tentáculos, saliendo de sus delicadas manos. ¿Cuántos defensores de la justicia no han utilizado ese poderoso índice para señalar lo que para ellos es el bien y el mal? Me retorcía de la risa cada que recordaba la clásica escena donde el emperador romano decide, frente a todo el Coliseo, si algún gladiador debe morir o no. ¿Con qué tocarían los pianistas si no los tuviesen? ¿Con qué enseñarían a los niños a contar? ¿Con qué sustituirían sus ojos los invidentes si no es con ellos? Aunque parecía una locura, pues eso era, quería vivir en carne propia la sensación que decían era insuperable: la del miembro fantasma, además de esa completa incapacidad de rehabilitarse y la reafirmación de verse frente a la sociedad mutilado de tal manera. Fuera de pensamientos románticos, lo que realmente deseaba, era sentir tanto el momento de pérdida, como la falta de ese pedazo de carne y hueso, por mero morbo. Lo vívido y traumático de ciertas imágenes del pasado tienen un valor extrañamente inconmensurable, ya que uno las revive como si revisara viejos diarios con bolígrafo en mano, para llenar o corregir esos lugares, en los cuales quede un hueco provocado por algún trauma de la infancia. La unión del terrorífico recuerdo, junto con algo de dolor y mucha sangre, esperaba que me diera una posible catarsis o arrepentimiento. Era jugarse un volado, entre la erradicación de la locura o la excitación de la misma, provocada por las acciones surgidas de ella. Nunca sabría la verdad si no lo hacía, si no cerraba esa herida psicológica de mi curiosidad con la satisfacción de esta misma. Ya habían pasado varios años desde que surgió en mí esa idea, pues concretamente no sabía cuál de mis dedos cortar. Sólo el paso del tiempo me dio la certeza de esa decisión, conociéndola basándome en todas las anécdotas posibles, en la importancia de esas cosas; pues hasta para que los pies mantengan el equilibrio son necesarios. Me decidí por el que, a mi parecer, era el más importante de esta inquisitiva sociedad: me cortaría el índice derecho... escribir sin él me sería muy complicado. Quería hacerlo de la 1 A lum no del Taller de N arrativa en el manera más rápida posible, para Faro de Oriente. Coordinado por Eduardo llegar a ese deseado éxtasis lo más Cerecedo.
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pronto que pudiera. Utilizaría la guillotina que se usa para cortar hojas de papel; procurando, claro está, que la navaja estuviera lo suficientemente filosa. Viendo lo escrupuloso de mi comportamiento, cualquiera hubiera dicho que era un miedoso; sin embargo ya tenía todo listo, porque no me echaría para atrás. También tenía un hierro candente para cauterizar, varios líquidos desinfectantes, así como algodones y vendajes. Claro que no olvidé un ungüento cicatrizante, no quería terminar más deforme de lo planeado. Todo lo tenía cómodamente dispuesto en la sala de mi pequeño departamento. Al momento de hacerlo me dio mucha pena ser diestro, a la hora de manejar la guillotina. Cuando lo hice, coloqué mi dedo debajo del filoso hierro de manera acusadora, justamente como odio que lo hagan conmigo. Al tomar el mango con fuerza, supe que, aparte de eso, necesitaba muchas agallas para no dejar todo suspendido. Al bajar de golpe la navaja, un estruendoso crujido fue secundado por mi miembro volando, y un enorme chorreo de líquido carmesí. Lo primero que sentí fue una alarmante ausencia, seguida por un mareo, provocado por el desangramiento; lo cual hizo que mi cerebro, de pronto estallara en una lucidez tan dolorosa y traumática como nunca antes lo había sentido. Alarmado como estaba, supe que era momento de aplicar fuego. Si ya de por sí sentía como si a mordidas me estuvieran arrancando la piel que rodeaba mi ausente índice, al quemarme con esa miseria, mi dolor se multiplicó. Quedé suspendido en una especie de nirvana. Después olí un fétido humor a carne quemada y también a grasa, eso hizo que mi estómago se revolviera peligrosamente. Las náuseas se me olvidaron en un instante, cuando el ardor de mil agujas incrustadas impidió que fuera capaz de regresar lo que me quedaba de alimento. Me quedé tieso por algunos segundos, dejando que el dolor y el sufrimiento se fundieran con mi ser. Al ver el reloj, apenas habían pasado un par de minutos, yo lo veía ante mis ojos como los incontables años que representan la eternidad. Incorporé mi deplorable organismo, la mano derecha me punzaba de manera casi insoportable; apenas podía moverla, sin poder evitar el grito por el sufrimiento que me provocaba. Con todo eso, no tuve más remedio que terminar lo que había empezado, torpemente tomé los utensilios de curación. Durante la noche varias cosas me habían hecho sollozar hasta la histeria, la primera fue la pérdida de mi preciado dedo que, después de salir disparado, seguido por un haz sanguinolento, apenas pude percatarme que no lo había puesto en un lugar seguro. Olvidado en el suelo, incapaz de cumplir ya sus funciones, esperaba tristemente su merecido final. La segunda fue la cauterización de la herida que, habiéndome olvidado de apagar el fuego, mi carne pegada en el hirviente metal estaba en calidad de carbón. La última: la bendita curación, causante de los peores alaridos que he propinado en toda mi vida. Luego de untar algo que abundara mi curación, vendé mi herida con sumo cuidado. Inmediatamente dispuse de mi dedo, poniéndolo en hielo mientras pensaba qué hacer con él. Cuando apagué el fogón ya los últimos restos de mi carne se habían esfumado con el humo. Después me percaté que había demasiada sangre regada. Cargando con mis miserables restos, no sé cómo logré, con una sola mano, y apenas ayudándome con la otra, limpiar todo el tiradero sin desmayarme o tumbarme a llorar por la impotencia. Al echarme exhausto sobre mi mullido sillón, con la venda empapada en mis fluidos, pude apenas sentir, casi oculta por el descomunal dolor — como si estuvieran
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desollado mi tierno índice—, una intensa y punzante hambre ubicada en el centro de mi estómago. Mecánicamente me dirigí hacia la cocina a servirme las sobras de la comida de esa tarde, con el hambre que tenía, era incapaz de levantar otro dedo más esa noche. Comí como pude, entre espasmos de desasosiego y náuseas, por lo terrible de mi herida y el tremendo goteo que manaba de ella. Me dije a mí mismo que todo eso se pasaría a la mañana siguiente. Un gran sueño se estaba apoderando de mi persona, dejándome incapacitado para pensar otra cosa; no sabía que todo eso era consecuencia de mi continuo desangramiento. Apenas pude alcanzar el sillón, para acurrucarme temblorosamente, rogando como nene no causarme más daño, pues mayor dolor no soportaría ya. Cuando desperté, las consecuencias no se hicieron esperar y fueron diametralmente opuestas a lo que había imaginado. No estaba acostado en mi sala, mucho menos me encontraba entre las seguras paredes de mi espantoso departamento. Me hallaba encerrado en una especie de cuarto de hospital, sobre una cama que hubiera pasado por el único mueble de ese sitio, vestido con algo muy parecido a una bata de enfermo, sólo que de un diseño muy peculiar. La sorpresa de estar ahí era superada por la curiosidad de saber el porqué de mi aparición en ese sitio. No tardaron en decirme que mis acciones me habían llevado hasta esa institución: un hospital psiquiátrico especializado en conductas auto-agresivas. Más de un millón de veces les expliqué, que las motivaciones que me llevaron a mutilarme, fueron provocadas por un morbo incapaz de controlar, pero siempre estuve consciente de todas las implicaciones; por eso tomé todas las precauciones necesarias, jamás imaginé que surgiría complicación alguna. Me explicaron que justamente fueron una complicación y la alarma por el escándalo que mis gritos habían provocado en todo el edificio donde vivía, los que me salvaron la vida. Un problema, una condición recientemente adquirida —de la cual yo no tenía conocimiento alguno—, que evita la cicatrización de mis heridas, fue lo que me hizo caer derrumbado. Después de escuchar mis alaridos, allanaron mi casa, encontrándome tirado junto a las huellas de mi delito contra la cordura. La indolencia con la que me trataron no confirmaba otra cosa, más que el descrédito que le daban a mi manía por realizar tan insana acción. Tanto fue el desprecio prodigado que comenzaron a suministrarme drogas, las cuales aminoraron la sensación más deseada: el miembro fantasma. Eso, aunado al tratamiento que me dieron, hizo que me sintiera como si nunca hubiera tenido índice derecho. Hasta el pobre vestigio de mi cuerpo sufrió un destino semejante, puesto que no sé dónde quedó... y yo que quería hacerle un tratamiento de plástico, de esos que hoy en día le hacen a los cadáveres en los museos. Ahora comprendo que todo radica en esa extraña enfermedad autoinmune que tengo ahora, causante de mi imposibilidad de cicatrización. También fue por mi inexperiencia a la hora de cauterizar mi herida. Nada de lo anterior evitó que me escapara de ese lugar, para volverlo a hacer dos veces más y sin éxito. Ahora ya no me interesan los dedos, sino que lo hago para sentir los efectos de la mutilación, la curación y el traumatismo causado por la imposibilidad de superar la pérdida de un miembro, una y otra vez. He estado a punto de lograr que el inconveniente de mi enfermedad ya no sea problema. A pesar de que me han vuelto a atrapar, no quiero tomar las drogas que me dan, pero ellos me obligan a toda costa, pues ya estoy en su mira. Me encierran y me amarran sin compasión. Al paso que voy, creo que estoy condenado a nunca dar por satisfecha esa preciada necesidad de sentirlo en su máxima expresión. ¿O sí?
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Coyote Real E m m avilla Arana1
l águila extendió las alas para levantar el vuelo. El cerro estaba totalmente seco. Un par de gavilanes merodeaban.
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Yo soy un coyote que camina despacio, midiendo mis patas. Cuando pierdo a la manada me ahogo en mi dolor. Envidio al águila por ser tan bella y surcar el cielo en segundos. Cuando vuela, su sombra traspasa mis huellas y la mitad del mundo. Yo corro tras mi presa, pero el águila pertenece a otra extirpe superior: es una reina. La espumosa baba me escurre por el hocico, sigo corriendo, mis ojos parecen que se salen de sus cuencas, mi corazón es una máquina que acelera y está a punto de estallar; corro, salto, quiero volar, pero mis extremidades apenas y se despegan del suelo. De pronto desacelero, me derrapo en la tierra. Comida a la vista... mhmhmh... es una suculenta y apetitosa liebre que, al verme, trata de escapar, pero mi garra es más ágil y de un zarpazo la atrapo. Sus chillidos encrespan mi pelaje, me irritan. Entonces, mi garganta se traga sus gruñidos; enseguida, como entonando una música, mis colmillos devoran su carne. Paso la tarde disfrutando hasta el último de sus huesos, después se hace un silencio que me agranda el día. Por fin me siento satisfecho. Me yergo, me siento grande, pero extraño la manada, a mis hermanos... a mis padres. Nuevamente me arqueo, con pasos lentos echo a andar, surco caminos invisibles, tengo sed, abro una grieta en la niebla para beber, sigo caminando y llego a la cúspide del cerro esperando un indicio de mi grupo. Nada me consuela. Lanzo mi primer aullido, se abre la noche... ¡Auuuu...! Con el segundo aullido me embriago de estrellas y bebo de la luna. Posteriormente me echo sobre las rocas y giro en el pasto que se quiebra con el roce de mi cuerpo. Cierro los ojos y veo al águila, me adueño de sus alas, entro en su cuerpo y vuelo con la rapidez del rayo, atravieso los cerros, miro el verdor del campo. Entre la maleza el agua brilla como un diamante, detengo mi vuelo y me prendo a beber de la luz del mundo. Luego emprendo la huida y pienso: qué fácil es ser águila. Desde el cielo, el mundo parece ser minúsculo, las nubes viajan, en ellas encuentro animales pequeños, grandes, feroces, tiernos. Las nubes son espuma que se desvanece. De pronto percibo un olor que me es familiar. El sol ha entrado por mis venas, un ardor me desgarra las entrañas, abro los ojos, la sangre salta a borbotones de mi cuerpo, trato de ponerme de pie, pero no puedo; una jauría de lobos me ataca, sus ladridos rompen el aire y como puedo me incorporo, me defiendo, lucho cuerpo a cuerpo, pero estoy en desventaja y huyo; corro con todas mis fuerzas, creo que logré escapar. Yo, coyote herido, siento que me falta el aire, observo mi carne, está desgarrada, por los huesos cuelgan trozos de mí. Casi con mi último aliento llego a la cima del cerro, la luna me mira, se detiene para escuchar mi canto, el último... Auuuu... Desde su nido, en la cúpula del cerro, el águila mira cómo la luna desaparece entre mis fauces, mis 1 A lum na del Taller de N arrativa en el se derraman de luz, por mi garganta ruedan las Faro de Oriente. Coordinado por Eduardo Cerecedo. estrellas, la noche se apaga conmigo.
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Eduardo Urbano Merino Nació en la Ciudad de México en 1975. Estudió en la Academia de San Carlos. Desde niño se interesó por la obra de autores clásicos como Rembrandt, Caravaggio, Dalí, Bernini, Miguel Ángel, entre otros, de quienes ha aprendido gran parte de su técnica. Su trabajo es figurativo y a veces hiperrealista. Se declara un experto en figura humana y perspectiva. Su obra ha sido expuesta en lugares como la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, el Congreso de la Unión, la Galería Dolores Olmedo, el Castillo de Chapultepec y Museo Soumaya, entre otros. También ha tenido exhibiciones en Europa y Canadá, su trabajo es conocido por incluir temas científicos, en especial de Medicina y de Física teórica. Ha participado en varias subastas a beneficio de causas nobles, lo que le valió que Rigoberta Menchú le otorgara una medalla de la paz en las artes en el año 2003. En octubre de 2012 participó en una de las subastas más importantes de México en el Museo Soumaya de Plaza Carso, a beneficio de Proyecto TAM. En el 2011 realizó una escultura en bronce de gran formato de La Justicia, retomando la iconografía básica del tema, pero creando un nuevo estilo de imagen que le valió reconocimiento internacional en especial en algunas facultades de Derecho en Canadá, Inglaterra y Estados Unidos. En 2012 fue comisionado para pintar uno de los murales para conmemorar el Bicentenario de la Independencia de México, creando una obra monumental de 5x10m al óleo. Dicha obra mural quedó instalada en el estado de Hidalgo, en una propiedad que permite la entrada al público. En el mismo año fue comisionado para realizar la escultura de los festejos del décimo aniversario del Colegio Mexicano de Reumatología, la cual tituló “Esperanza y Plenitud”, y se encuentra en exposición permanente en las oficinas del Colegio Mexicano de Reumatología en la Ciudad de México. En el 2013, realizó una pintura titulada “Epilepsia, dejando atrás la pesadilla” para el Royal University Hospital en Saskatoon Canadá, en un proyecto para ayudar a recaudar fondos para la compra de una nueva cama para estudios de epilepsia “video-EEG”. La obra fue expuesta en junio de ese año durante el Congreso Internacional de Epilepsia en Montreal y recientemente fue publicada en algunos de los sitios y revistas más prestigiosas en Ciencia y Epileptología como en Epilepsy & Behavior. Eduardo pertenece a la nueva generación de artistas plásticos figurativos en México, y sus obras se encuentran en colecciones privadas en más de 16 países. Cuenta con más de 40 exposiciones en México, Europa y Canadá y ha realizado varios murales para proyectos privados.
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Neesley es
Zurda M ar B arrientos
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A utobiografía1
* Nació en la Ciudad de México). Licenciada en educación primaria con estudios de narrativa y poesía en el Centro Toluqueño de Escritores. Ha publicado los poemarios M ariposas de luna, Añoranza del tiempo, Seda y fuego en tus manos, así como en periódicos, carteles de divulgación literaria, encuentros literarios, internet y radio, en la revista digital La Comuna Girondo, en antologías del Encuentro de Escritores del Estado de México y en Memorias de la antífona, prologada por Dolores Castro. En junio de 2013 fue invitada por el poeta Roberto Reséndiz a participar en el x v i i Encuentro Internacional de Poetas, en Zamora, Michoacán. Actualmente publica la columna “Sinfonía de letras” en el periódico Códice y coordina una antología poética. 1 Dar variante a las palabras con letra negrita para interactuar con la narración, por ejemplo puedes hacerlo con voz bajita, leerlo con risas, usa tu imaginación.
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Nunca me ha quitado el sueño el hecho de pertenecer a las minorías. Jamás fui buena para ligarme a los chavos, no sé bailar bien. Soy mujer. M e disgustan las telenovelas; lo confieso: me gusta el futbol, detesto las pelis de terror, prefiero escuchar música, visitar museos, salir de viaje, tomar café, pasar los domingos con la fam ilia, me divierte enviar mensajes, hablar por teléfono, entrar al feis y no me gusta ir al cine. Detesto el tráfico, formarme en largas filas, esperar. No me gusta la leche caliente, ni la nata, ni soporto el olor del huevo. Sé preparar postres, lavar autos y pintar paredes. No se me cae la baba viendo a galanes de telenovela. Aunque no me encanta ir a bodas y quince años, bailo mucho. Soy feliz y no tengo el cuerpo mega ul tra delgadísimo de actriz de telenovela, ni las extensiones de pelo, ni uñas postizas, ni la nariz operada, ni carillas en los dientes, ni implantes, ni botox, ni el rostro impecable de porcelana de modelo de comercial de televisa. Tengo curvas, las necesarias, de manera que no me preocupa, ni me quita el sueño; eso sí, me doy mi manita de gato con el kit básico que incluye: agua, jabón, cepillo de pelo, cepillo de dientes, polvo facial, labial, un litro de perfume y una amplia sonrisa. También soy de las que toman un libro, una servilleta, papel de baño, una hoja cualquiera y escribe de cualquier momento,
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en cualquier instante. Soy de esas que se pierden entre recuerdos y amanece abrazando la melancolía. No creo en las mentiras piadosas, la m entira es la mentira; tampoco creo en príncipes azules. Creo que existen dos lunas dentro del mar, imagino que las nubes huelen a menta. A veces, trato de ver más allá de las cosas, soy exageradamente preguntona, soy de esas que encuentran los momentos mágicos bajo los pliegues de la piel, de esas que nadie censura y me encanta leer y escribir poesía. Soy de las pocas con grandes defectos; no pertenezco al universo de lo común, me dicen que no soy normal. Te contaré, quiero hablarte de estos mis ojos verdes, color miel, claros, camaleónicos, sensibles a la luz: nací con el color inusual, pero eso no es todo, no me salen lágrimas, soy algo vanidosa y espera a que te cuente de mi mano izquierda, sí, sí, sí: soy zurda, soy torpe, pero no tanto, reconozco que tengo manos de estómago y que descompongo la mayoría de las cosas porque intento abrirlas al revés, toda la vida he tenido problemas al abrir las latas, las tijeras no cortan bien, como cuando codeo a la persona que está a m i lado esté donde esté, ya sea en la casa, en una fiesta o en un restaurante. M ejor dicho: los abrelatas, los pelapapas, la m áquina de coser, no se me da usarlos. No toco la guitarra, ¡que quieren!, las cuerdas están colocadas al revés, y vivo en un mundo donde la mayoría de las cosas están pensadas para
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las personas diestras, bueno, hay zurdos que sí tocan guitarra. Por supuesto soy zurda y vivo en el mundo de diestros. He sido vista por la gente como un fenómeno, un bicho raro y hasta me han amarrado listones en las manos, que según para ubicar m i lateralidad. Siempre me dijeron que el listón azul es para identificar la izquierda y el listón rojo para la derecha; ya ven lo aprendí bien, bueno sí, lo acepto: todavía tardo segundos en reaccionar para dar vuelta ¿izquierda o derecha? Además ¿qué crees? Nos han estudiado tanto que ya hay un sitio pensado para mí; le llam an zurdoteca: es un espacio donde venden relojes, libretas, mousse, teclado, reglas, plumas, entre otros artículos elaborados especialmente para nosotros los zurdos. No los adquiero porque ya se agotaron en la tiendita de la esquina y además, si me hago más bolas, tendría que aprender todo de nuevo. Por cierto, espero recibir mis regalos el próximo trece de agosto. ¡Acuérdate! Celebramos el “día internacional de los zurdos”, que para que nos comprendan al menos un día. Ahora que lo recuerdo hoy fue mi día de suerte. Nací con mis defectos, son mis defectos, amo mis defectos. Recuerda: preguntona, ojos verdes, zurda, y, sí, por supuesto hay m ás... a mis dulces dieciséis me diagnosticaron un dolor de bolsillo: esta opresión y latidos que guardo en la cabeza. Eso es todo por hoy; después contaré más.
La hermosa Neesley
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XPONOAOríA de un escritor Luis Alberto Sánchez Lebrija 1
l escritor acariciaba angustiado sus cabellos desaliñados y tronaba sus dedos temblorosos por la desesperación. Iluminaba la habitación el resplandor de la luna, que se colaba por las cortinas, y el luciente destello cobrizo de una lámpara que se fundía con la argentina luz de las estrellas. Estaba rodeado por altas pilas de libros, como las torres de un fortín amurallado. Apenas podía deambular por la habitación sin tropezar y dar inicio a un fatídico derrumbe de edificios. Recordó los castillos de cartas que, en su juventud, armaba en las mesas de la universidad. Rió instintivamente con visos de melancolía. Miró el premio colgado en el muro frente a su escritorio. Se vio en un estrado elogiado por la multitud y sintió el cálido y reconfortante estruendo del aplauso. Ahora, aquel recuerdo sólo era pasajero. Recorrió la habitación con la mirada y, de pronto, se figuró a sí mismo como un gigantesco titán, que azoraba las desprotegidas ciudades y recibía con orgullo las ofrendas de los habitantes atemorizados.
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Fui de los primeros en llegar al salón. Me senté justo frente al escritorio del profesor y saqué mi libro de la mochila. Comencé a dar lectura a las aventuras del astuto Ulises, mientras el resto del grupo llegaba. Miré de soslayo, a los compañeros que empezaron a ocupar sus lugares. Me alegré de ver en sus rostros el mismo entusiasmo, el asombro y la incertidumbre del primer día. Pensé en la matrícula y en quién podría ser el profesor. No hablé con nadie y, al parecer, todos buscaban reconocer a un amigo entre tantos desconocidos. Yo sabía de antemano que estaría solo; así había estado siempre. Llegué sin el menor interés en las personas. 1 Tiene 27 años y está a punto de finalizar la M i objetivo estaba bien licenciatura en Letras Latinoamericanas en definido y, francamente, la Facultad de H umanidades de la u a e m . Ha publicado en la revista M osaico humanístico no concebía como una (http://revistamosaicohumanistico.wordpress. posibilidad destacarme en com/category/leer-revista/) el juego de las relaciones Portal web: http://laplumadelespanto.blogspot.mx/ sociales, tan ajenas a mí.
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Sin embargo, desvié mi atención de la lectura y me interesé, por curiosidad, en las conversaciones que empezaban a suscitarse en aquel estrecho salón. Qué singulares son las personas que, pese a sus afanes de individualidad, ceden frente a las convenciones establecidas, es decir, los saludos y las preguntas introductorias que en los libros de idioma encabezan las lecciones. — ¿Quién no recuerda la primera sección, « I n tro d u cey o u rself» , de la antología de inglés? Reflexioné sobre mi situación y me dije que sólo las dificultades de comunicación se superan con la práctica, tal como se aprende un idioma. Sólo mediante la interacción me haría amigable para los otros, aunque, de por sí, fuera antipático conmigo mismo; pero, ¿con qué finalidad? Afortunadamente, era tan imperceptible que ni un alma atendió al cambio en mi semblante. Me cubrí el rostro con las manos y todo en derredor mío se oscureció. Quisiera decir que desaparecí por un instante, pero eso implicaría que era visible en primera instancia. No fue así, sólo me aparté a un lugar dentro de mí, más estrecho que aquel salón. Sentí el abrumador peso de la soledad. — ¿Por qué de entre millones de personas no hay una que pueda comprenderme?— Yo no tenía la fortaleza del condenado a cargar sobre sus hombros el peso del universo, más bien, cargaba con el estigma del exilio tatuado en la frente. Un paria maldito arrojado de los brazos maternos. Un forastero trashumante sin hogar ni sitio dónde sepultar los pútridos restos de su existencia. Más todavía, me sentí burlado por un titiritero que jugaba tirando y tensionando los cordones de mi destino. No me bastaba a mí mismo para tolerar esa aciaga realidad. Algo de los restos míticos de la humanidad chispeaba en mí, como las últimas cenizas de un fogón que no se consume. Allí, en las antiguas tradiciones y los pasajes cosmológicos, encontraba respuesta y alivio a mis inclinaciones fatalistas. Pensé en el paradisíaco Edén y la conformación del hombre. Las palabras bíblicas resonaron en mi cabeza: «Dios creó a la mujer de la costilla del hombre para su compañía.» Zeus dividió a los primeros seres; seres duales separados por su arrogancia. Hombre y mujer vagando por la inmensidad de la tierra en busca de su contraparte.
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— Disculpa, ¿te sientes bien? —escuché una voz suave y rítmica. Me reconfortó, pero no contesté. Quité las manos de mi rostro y tiré un poco de mis cabellos. Respiré profundamente e intenté balbucir una respuesta, aún con la mirada gacha. Finalmente me reí, estaba a punto de echar a andar el juego de pregunta-respuesta que tanto me mortificaba. — ¿Es a mí? — ¿Q uién más? — p o r fin , levanté la m ira d a y la fijé en los ojos de m i in te rlo c u to r. — Estoy bien, sólo fue u n m areo. — ¡Oye!, estás más p á lid o que u n fantasma. Sus ojos se m ovía n de u n lado a o tro con una expresividad asombrosa y me m iré en el reflejo de aquellos ojos parleros que decían to d o con u n sólo vistazo. Yo n o tenía una palabra para d e fin irlo s. Suspiré y m e quedé in m ó v il, co n te m p la tivo , sin decir más. — ¿Por qué m e m iras de ese m odo? — d ijo la m uchacha que fo rtu ita m e n te , y sin que yo lo pudiese im aginar, se sentó ju n to a m í. — D e entre m illo n e s de personas...
Se detuvo. N o estaba co n fo rm e con su trabajo. Le pareció que había llegado a expresar sólo sensiblerías. N ada de p ro fu n d id a d en su texto. N o p ro d u cía el efecto estético que esperaba. S im p lem ente n o sería u n éxito. N uevam ente, el escritor m iró el m arco colgado en el m u ro . U n a lá g rim a se escapó de sus ojos y re co rrió sus m ejillas hasta filtrarse p o r sus labios resecos. E l sabor salino de su lá g rim a le causó u n p ro fu n d o pesar. Esperaba escribir u n «best seller» y sorprender nuevam ente a sus lectores defraudados y, sim plem ente, se entretenía con sentim entalism os. D e la am argura pasó a la rabia en u n in stan te y arrancó con estrépito el papel de la m á q u in a de escribir. U n borrascoso m ar de lágrim as astillaba sus ojos. E l escritor llevó el papel hasta sus labios. E n tre a b rió la boca y, fru stra d o p o r su incapacidad, com enzó a devorar el papel que se enjuagaba y desteñía con las lágrim as y la saliva, tan negra com o la tin ta en el papel.
— ¿Por qué n o m e dices lo que piensas? Siem pre te quedas callado m ira n d o a q uién sabe dónde. — N o sé, ta l vez n o sería capaz de tolerar la verdad, aunque la tu vie ra frente a m í. — ¿La verdad? ¿Quieres decir que to d o term inó? — N o , no. Eso n o es lo que quise decir. N o m alinterpretes lo que digo, n i pongas palabras de más en m i boca. — Si n o m e dices lo que piensas, entonces, ¿cómo pretendes que te entienda? — ¿Tú eres capaz de tolerar la verdad? — Es m e jo r que seguirnos engañando. — ¿Lo ves? A h o ra tú insinúas que to d o te rm in ó . — Te respondo con la m ism a fó rm u la : n o pongas palabras en m i boca. T am poco m e respondas una pregun ta con o tra pregunta, sabes que eso m e in com oda. ¡Anda!, d im e lo que piensas. — Pienso q u e . n o sé, n o quisiera exponer m is sentim ientos de esta manera.
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— ¿Qué fue lo que te pasó? Ya no te quieres exponer. ¿Qué fue del espíritu de la aventura? Nada te turbaba, eras más intrépido, más arrojado, más sensible, más
hum ano. — Ya no sé ni lo que soy. ¡Esa es la verdad! — ¿Y qué hay de lo que sientes por mí? ¿Lo sabes? — No quieres un cansado monólogo. — Sí, sí lo quiero, si con eso ponemos fin a esta situación. — Sí, ese es el punto, poner fin a esta situación. Pero, a la vez, lo que me aterra es el final. — ¿Qué es lo peor que puede pasar? — Que me estrelle contra las piedras de un acantilado. — Otra vez con tus metáforas, ¿por qué no te explicas? — Eso es precisamente lo que intento hacer, pero no encuentro las palabras. — Tú siempre encuentras las palabras, sólo haz un esfuerzo. — Esta vez es más complejo de lo que parece. — Tengo todo el tiempo del mundo. —Ni tú ni yo sabemos por qué las cosas tienen que ser así. Mientras más reflexiono más hondo es el abismo. Pienso que estoy cavando un pozo en el que, tarde o temprano, vas a lamentar mi desdicha. Yo lo sé, todo empezó de un modo indescriptible. Simplemente puedo decir que es lo mejor que me ha pasado, pero ahora, no sé qué está mal. Quisiera resolverlo con una promesa, pero eso sería inútil. Los hombres no podemos darnos el lujo de prometer, somos tan efímeros como el tiempo, ¿cómo hacer promesas que se extiendan hasta la infinitud? Me sentía atormentado, encerrado en un sitio tan estrecho, como una caja de males y desdichas para la humanidad. Tú abriste la caja, me sacaste de mi letargo. Sentí por primera vez la brisa del viento que se funde con el perfume de la libertad. Renací, miré asombrado la luz del sol. No me importó dejar las cadenas ni las sombras de aquel abismo en que me encontraba. Todo eso era confuso e ilusorio. Vivía apartado en una caverna pensando en una realidad tan sólo aparente. Me mostraste el colorido de un mundo inenarrable, la belleza de las formas y el arte de amar. Ascendimos juntos hacia el firmamento, no como un padre y su hijo que se aproximan a las esferas del sol, sino como hombre y mujer que confluyen en un mismo punto. En la cima de la montaña contemplamos el orden de las causas y sus efectos. Fuiste en cada instante mi guía. Hilvanaste un hilo con tus suaves manos, con el cual me libraste del laberinto interminable de sombras y pasajes sin salida. Juntos nos bañamos en las aguas del río del olvido. Dejamos por fin en el pasado los tormentos más amargos. Limpios de toda la molicie e inmundicia del mundo, desprendimos las grandes alas, como un albatros que rompe el viento. Nunca imaginé que tanta dicha fuese tan frágil como la vida misma. Ahora que soy tan dichoso a tu lado, me sobrepuja el miedo de un hecho ingobernable. Siento cómo la vida se me escapa en un suspiro. Me da miedo pensar que la vida sólo es un sueño, un fantasma de la mente, una construcción falaz de la imaginación o de un demonio supremo que se burla de nosotros, dejando que nos solacemos con la virtud del albedrío, mientras corta con de un tajo el hilo de nuestra existencia. Así voy en picada y me aparto de ti. Te miro ascendiendo con tu espíritu infranqueable, y yo sin fuerza para retomar el vuelo vertiginoso del amor. Voy cayendo sin alas y sin ánimo por la vida, amarrado insufriblemente a un destino fijado desde un principio...
Las lágrimas retornaron a sus ojos. Vivía un duelo interno y no podía dejar de pensar en sus infortunios. Cada palabra, cada relato, cada pensamiento le recordaba a la
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mujer que ya no estaba. Allí, colgado en el muro, estaba su único recuerdo más amado. El premio que obtuvo después de conocerla. Significaba el ascenso de su carrera, a la vez que la inspiración que emanaba del amor que sentía por ella. Desde entonces, los libros se acumulaban uno tras otro en la habitación que hacía años no dejaba. Sus lectores resintieron el abandono. Pronto dejaron de promover sus libros en las estanterías de la librería. El escritor se vino a menos, olvidó sus días gloriosos y la grandeza se esfumó al igual que su juventud, pero la fastidiosa vida no se agotaba. Sintió un vacío en el estómago, como muchas otras veces. Tomó el papel de la máquina, como muchas otras veces, y se alimentó.
10 d e m ayo d e 201.... Y ahora ha llegado el momento de preguntarme cómo me siento. Todo comenzó con la pérdida más grande, mi razón de vivir. Era mi vida, impulso e inspiración. Es difícil describir la tristeza que cayó como piedra sobre mis hombros: una carga que he llevado a la cima con interminables fatigas y ahora, en el punto más alto, amenaza con ejercer la fuerza de su imperio en una sinrazón; descendiendo y ascendiendo en un eterno, e inútil, vaivén del destino. Pero como la vida, la pirámide reposa sobre la tierra que la cimienta, el ascenso es un recorrido arduo y prolongado. La cima se ve lejos a la distancia y en la cumbre la vista contempla toda la perspectiva. Quiero conocer cuál es el resultado de este punto crítico y, con ello, el porvenir que me espera. La conclusión no está en la cumbre, sino en el trayecto de esta Odisea. Por eso es que es para mí tan importante tu compañía. Eres mi reflejo y parte de mi entendimiento. La diferencia es que tú te encuentras en la cima, esperando el resultado. Reposas, a la espera de mí, para continuar con tu camino, robustecido por la experiencia y con ánimos briosos para continuar con el resto de esta historia. Eres la imagen de la continuidad, el porvenir y el destino: un continuo devenir que sigue narrando, con nuevo y originario entendimiento. Allí es donde radica la estima que nos hermana. Eres el reflejo de mi ser, que se desdobla de mi pueril naturaleza, y me mira a la distancia, incitándome a llevar la carga hacia la cumbre. La importancia de esta historia nos determina a ambos. Así, no hay motivo para suspender la tarea que nos es pretérita. Vaya que es difícil comenzar a hablar sobre sí. Baste la larga arenga, que nos ha suspendido por un momento en introducciones, sin dejar hablar a la causa primera. Será complicado recordar muchas de las vivencias y posiblemente no estarán en orden cronológico. Todo mundo sabe que los recuerdos de la infancia son los más alejados en los terrenos de la memoria, pero aun con ello, hablaran por sí solos aquellos que logren salir del silencio del o lv id o .
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No podemos determinar a quién dirigió la carta que comenzó el escritor, porque, simplemente, no la terminó. Al igual que toda su obra posterior al encierro en su habitación, se alimentó con ella, insatisfecho de sus letras y mortificado por el final fatídico que le esperaba. Él mismo había huido toda su vida de la soledad, para finalmente terminar sus días solo y, únicamente, frente a un marco que encerraba todos sus recuerdos. Congestionado, sintió retorcerse los intestinos después de masticar con aflicción la carta. Trató de sobreponerse y le atribuyó el dolor a un malestar pasajero, pero su mal era más profundo de lo que él suponía. Dentro en sus entrañas se revelaban sus recuerdos, anhelaban ver la luz del día y romper las cadenas de su encierro. El dolor era tan intenso que, después de tambalearse con las manos oprimiendo el vientre, cayó sobre la pila de libros. Las torres se desplomaron y sólo un montón de papeles regados sobre el piso le sirvió de cobijo.
Durante algunas horas se estremeció y fustigó el dolor produciendo más dolor, imaginando sus días de dicha. Estaba tumbado en el piso y en posición fetal cuando suspiró el último aliento. Días después, su representante, por quién hemos conocido la triste desventura del escritor, encontró su cuerpo con el vientre desgarrado. Abandona do sobre los despojos de su obra, y envuelto entre papeles ensangrentados, encontró un recién nacido que no dejaba de llorar. Nos relató que en cuanto lo vio lo tomó en brazos y el niño lo miró con unos bellos ojos parleros que narraban con un sólo vistazo toda la amargura de la vida del escritor.
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El Rey Salomón Ju a n M a n u el D ávila Tejeda1
einaba el rey Salomón sobre todo Israel y su fama de sabio y justo era conocida en todo el mundo. Hasta él llegaban centenares de rijosos en busca de solución a sus querellas, ya que solamente él podía administrar la justicia en una forma sabia y justa. Un día se presentaron ante él dos mujeres: Una decía que la otra le había robado a su hijo, porque el suyo había muerto asfixiado por ella misma. —Mientras dormía lo sofocó, ocasionándole la muerte. A esto respondió la otra mujer. —¡Eso que dices es falso; tu hijo es el que murió y el que vive es el mío! El rey Salomón tras un momento de reflexión, les dijo. —He tomado una decisión y esta es... Que se parta al niño en dos y que cada quién se lleve la parte que le corresponde. Así se hizo. Y las dos mujeres se fueron felices con su mitad.
1 A lum no del Taller de N arrativa en el Faro de Oriente. Coordinado por Eduardo Cerecedo.
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SECRETARIA DE EDUCACIÓN PÚBLICA
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«A CONACULTA
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El mezcal
Para Guillermo Quijas
I Mezcla mezcal.
II Más allá de la confección de la escritura, del perfume de la lencería — cuando aquella mujer se desnuda frente al espejo— , de la mirada triste de los perros, está el mezcal. Pero todo esto es irreal, y sólo existe en los cándidos que pueblan nuestros sueños. Lo que existe en estado áspero es la escritura, la lencería, los perros. Lo que hace el mezcal es restregarte la belleza de esta acritud en tu dulce cara. Quitarte la venda de los ojos.
III Ordenas el mezcal y lo que estás ordenando es una mujer que te traiga la noche en aquel vasito que en sus ratos libres es veladora.
Foto: ©Moisés Zurita
E l m ez ca l
IV Destapas el mezcal y lo que estás destapando es la cloaca de tu vida. Sin contemplaciones el mezcal te va a conducir por los atajos que te avergüenzan. Territorio inhóspito y letal, campo minado, donde el vodka y el whisky son niños de brazos.
El mezcal nació en cuna de oro, pero la vida lo obligó a renunciar. El mezcal es de sangre azul, pero las decepciones — no los fracasos, los fracasos no cuentanlo obligaron a llorar alcohol.
VI El mezcal nunca te decepcionará. Es la prueba de que has caído más bajo que él.
V II Se recomienda rociar mezcal en el sexo que has de beber. Sopla con furia. Pero no untes la lengua. Escupe sobre aquel mechón. El mezcal va más allá de lo que podrás imaginarte.
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E l m ezcal
VIII No lo provoques. Hasta en los libros que hablan sobre Oaxaca llega el olor del mezcal.
IX El mezcal ayuda. Hay un punto en que los hombres se funden. Hay un punto en que cada hombre entrega lo mejor de sí mismo. En el que por fin decide llamar a las cosas por su nombre. Ese punto no tiene nombre. Aunque algunos lo llaman muerte. Y otros vida. Tampoco importa más de la cuenta nombrarlo. Más bien hacer el viaje y asumirlo. Porque es irrepetible. En el fondo es un tramo doloroso y miserable. Los perros aúllan cuando un hombre se aproxima a este punto. El mezcal ayuda si te dejas llevar por él.
X El mezcal es un arte. La vida, un aprendizaje. Mezcla mezcal.
Eusebio Ruvalcaba 1
1 Poeta y escritor. Entre sus múltiples libros publicados están: El diablo no quedó defraudado, Al servicio de la música, El argumento de la espada, Un año con Mozart, El sol le hace daño a los ancianos, Sangre de mujer.
E l m ez ca l
Rum or Tíldame, Lázaro encallado, pero no desprecies Dios el vino que te ofrezco... Y si me ves en esta playa loca vaga caligrafía, viene la infancia, el rumor, cómo timbra imposible el arenal, buscando a gatas, turbio ladrido, mezcal, agua ardiendo, tramando un portillo, inventando un caracol, atarantado oído, “esa parte que solía llamarse alma”. Y si me ves... ¡ES
Gildardo Montoya Castro1
1Poeta y periodista que trabaja en la Universidad Autónoma Chapingo.
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R u m or
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Después
de un
Mexcalli Alejandro Arturo Villa Vargas1 México D.F. del día, mes y año en curso.
No sé en donde me encuentro y hacia dónde me dirijo, ¿qué es lo que busco?, realmente no creo tener esa res puesta, pero de lo que sí tengo memoria y razón — quiero creer- es de cómo empezó todo, una mañana fría ¿o una tarde fría? Como sea, el caso es que hacía frío y busqué la forma de quitármelo, tomé asiento en el sofá y mientras me cubría con una colcha prendí la t v , ahí empezó todo, homicidios, desapariciones forzadas, secuestros, crímenes de estado, impunidad, crisis social, crisis económica, la caída del petróleo, el dólar en 15 pesos y las casas millonanas del grupo Higa. Me llenaron la cabeza, así que caí en una depresión profunda, y observé a mi lado una bo tella de Mexcalli traída del mismísimo estado de Oaxaca y tomé un trago y luego otro y otro más. Vi pasar mi vida y las vidas, fui del futuro al pa sado, siempre en el presente, en un abrir y cerrar los ojos ya no había sustancia de los dioses en el recipiente y yo caminaba sobre la acera de una avenida totalmente desco nocida -o tal vez si la conocía-, me atrajo un lugar cuyo aroma a café me hipnotizó y las notas al ritmo del Jazz se dibujaban en el aire, representaciones exactas de obras magistrales, que me hacían volar más y más, sin dejar de sentir la tierra firme debajo de mis pies descalzos; pedí un expreso al joven que atendía aquel lugar lleno de arte, música y vida, mucha vida. El primer sorbo me quemó la lengua, miré a mi alrededor, di un sorbo más a tan exqui sito café y, como si prendieran la máquina de materia gris, todo se convirtió en algoritmos y ecuaciones, en formas de distintas dimensiones. Algo pasó, de repente estaba ahí sentado en el sofá, cubierto por la colcha y con mi botella de Mexcalli medio llena, con la t v prendida -se escucha ban los comerciales de la media noche-, y ahí, precisa mente ahí, donde empezó todo, el primer trago que me hizo llegar a lugares tan maravillosos y olvidarme de que hacía frío, olvidarme de las noticias tan desgastantes. Póci ma, alimento, “menjurje”, Mexcalli, maguey cosido, agua de dios, bendita medicina para el mal de amores y boleto para el viaje entre los sueños astrales.
O 1Estudiante de la carrera de Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón u n a m D espu és d e un M ex ca lli
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Sólo nos queda
mezcal
y debe ser
artesanal Moisés Zurita 1
Aunque hay quienes dicen que la cerveza mexicana es buena en el mun do, tal vez se deba al paladar no tan exigente de la mayoría, aun así ha dejado de ser empresa mexicana y ahora la regentean alemanes y ho landeses; nos queda de consuelo una industria artesanal que hace una verdadera cerveza para un gusto más exigente. El pulque, atacado por las cerveceras durante el siglo xx, tiene un renacer no sólo en la cultura popular sino en una juventud informa da y contestataria que en nuestro país grita #YaMeCansé y ha generado un cambio creciente en la revolución florida de estos meses y que abor damos en nuestro número 85 de molino de letras. Por su parte, el tequila, denominación de industria para el mez cal de A gave tequilana o azul, también ha sido tomado por asalto en la globalización y, aparte de los europeos, los norteamericanos también se benefician del negocio; sobrevive, sin embargo, una producción artesa nal que lucha contra un mercado poderoso donde las bebidas adultera das proliferan. Así pues, sólo nos queda el mezcal, aunque no sabemos por cuánto tiempo ya que en la reciente ola de mexicanidad se degusta con singular alegría en Europa y Asia. Con la denominación de origen sólo se puede producir mezcal en Durango, Guerrero, Oaxaca, San Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato (un municipio), Tamaulipas (once municipios) y Michoacán (29 mu nicipios).
1 Profesor de la Preparatoria A grícola de la Universidad Autónoma Chapingo, prom otor cultural y degustador de pulque, mezcal y cerveza. En sus ratos libres escribe cosas extrañas. S ólo n os q ueda m ez ca l y d eb e s e r artesa n a l
Foto: ©Moisés Zurita
Bebida espirituosa El mezcal junto con el jícuri o peyote ha tenido un uso ritual, desde luego que el es píritu necesita de eso y más, ambos tienen facultades alucinógenas; generalmente se usa el mezcal para agradecer en las cose chas, se arroja un poco a los cuatro puntos cardinales y se hacen oraciones. En las enseñanzas de don Carlos, con su saga de relatos de poder, don Juan enseña los usos místicos del mezcalito, para gusto de los hipietecas y hisperts desde los sesenta y hasta ayer el descubrimiento del mezcal les ha traído una realidad aparte. Son los nuevos guerreros que han empeza do a “ver” además con el toloache y otras yerbas. Un grupo importante de “indios blancos” se dieron a la tarea de conocer a fondo las culturas mexicanas que pasan por el mezcal y el peyote, con el deseo de incrustarse en un mundo aparentemente muerto. Adentrarse en el mundo del mez cal es adentrarse a una cultura profunda que sobrevive a pesar de tratados de co mercio y globalización.
El mezcal se hace con cuidado La diversidad de agaves mezcaleros es muy amplia, acaso el más conocido sea el espadín, tal vez el tobala, pero hay arroqueño, tobaziche, tepextate, jabalí y muchos otros, más de 200, cada uno con su sabor característico. El nombre Agave viene de griego “admirable” o “noble”, denominado así por el naturalista sueco Carl von Linneo, en su obra Species Plantarum en 1753. El proceso ordinario es esperar a que la planta madure, puede ser de siete a diez años o un poco más. Se le quitan las pencas y el corazón o piña se lleva a un horno don de se pone a cocer como una barbacoa, con piedras calentadas previamente con leña. Luego se exprimen entre piedras tiradas por un caballo que camina en círculos sobre una plataforma donde se filtra el jugo; después se pone a fermentar y por último se destila en ollas de barro o alambiques de cobre. Generalmente su riqueza alcohó lica ronda los 50 grados, los maestros mezcaleros la determinan con un carrizo que está perforado en uno de sus extremos y en el otro tiene un orifico pequeño, se sorbe el mezcal y se deja caer en un recipiente, S ólo n os q ued a m ez ca l y d eb e s e r artesa n a l
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por el tamaño de las perlas que genera su caída se ve el grado de alcohol. Si es mezcal, es bueno Si no es bueno no es mezcal. Así es, el mez cal debe ser suave, hay quienes piensan que al tener casi 50 grados de alcohol es natural que raspe la garganta, pero no es así, de he cho uno debe tomar el sabor característico de la planta, quizá de su cocido, un ligero sabor amargo; lo amargo es natural en al gunas bebidas como la cerveza. Es natural que si se sabe el origen del mezcal, es decir de qué palenque vie ne, quién es el maestro o maestra mezcalera que lo produce, no hay ningún problema en consumirlo; pero si no se conoce el ori gen, he aquí algunas recomendaciones para saber si es mezcal, porque si es mezcal es bueno. Al servirlo en una copa debe hacer las famosas perlas, puede probarse desde su botella al moverlo de arriba hacia abajo con fuerza debe perlar en un movimiento
circular, la duración de las perlas tiene que ver con los grados de alcohol. La siguiente prueba es poner unas gotas de mezcal en las manos, frotar con fuerza hasta que sequen, oler las manos y por ningún motivo debe oler a alcohol, el olor que permanezca en las manos debe ser un olor a planta. Otra prueba más es tener un trago pequeño en la boca, lo más que puedas, puedes tirarlo y dejar reposar el paladar un par de minutos, en el segundo trago se deben percibir la suavidad del mezcal, entonces puedes tomar alegremente. Aunque hay la costumbre de acompañar el mezcal con limón, sal y chi le, como bebida tradicional se recomienda tomarlo al natural. Del palenque a tu copa Aunque hay mezcalerías que afloran para todos los gustos, o se incluye en las cartas de hoteles y restaurantes, recomiendo dar se una vuelta por los lugares donde se hace
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S ólo n os q ueda m ez ca l y d eb e s e r artesa n a l
el mezcal, generalmente hay en los desti nos arqueológicos, ya que es una bebida muy antigua. La oferta de mezcal en Oaxaca es alta, ya nos tocará comentar el mezcal de otras latitudes; por ahora vayámonos a Matatlán donde puedes encontrar “El llorón” mezcal de buen cuerpo y mejores consecuencias. “A la chingada las lágrimas — dice Sabines— y me puse a llorar como paren las mujeres.” Cerca de Mitla hay palenques al por mayor, en la mayoría de los casos dan explicaciones gratuitas del proceso del mezcal; así como gratuitas son las prue bas de cada una de las presentaciones y los que saben, que son muchos, aseguran que se puede alcanzar la ebriedad con las puras pruebas. En cada esquina de la ciudad de Oaxaca te podrán dar razón de donde se consigue buen mezcal, desde luego aparte de las marcas comerciales hay que ir por el mezcal artesanal y ahora ya también orgá
nico, aunque sigue siendo muy valorado el mezcal de plantas silvestres. Dos lugares son el contraste muy cerca de Santo Domingo: la Unión de palenqueros que tiene un expendio en Abasolo donde se vende mezcal de varias regiones con una sola etiqueta, hay des de luego variedades, de frutas y yerbas; se puede comprar a granel y envasado, son como un centro de acopio. A un costado del Jardín botánico, sobre Reforma, se encuentra la mezcaloteca. Por una módica cooperación te darán una cata de mezcal con explicación de su origen y naturaleza, también hay una sola etique ta, pero cada una tiene la identificación del maestro mezcalero y el lugar de origen. El mezcal es otro de los temas re currentes porque se ocupa para todo mal y si no hay remedio, litro y medio. Por vía de mientras ¡salud!, ya recorreremos Durango y San Luis Potosí para darles pormenores.
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S ólo n os q ued a m ez ca l y d e b e s e r a r te s a n a l
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CO N ACU LTA
41FONCA
SECRETARIA DE EDUCACIÓN PÚBLICA
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F r i d a Ka h l o M
u r ió
par a se g u ir n a c ie n d o Sergio P ravaz1
ay frases para todo en la vida. Las encontramos en el imaginario popular, escapadas de la boca de aquellas personas que admiramos, o bien en las paredes de las calles como elocuentes mensajes del hastío, el amor, la picardía o la pura necesidad. Las hallamos también y sobre todo, en los libros; ellos están reple tos, hay multitud de ellas, por eso a la hora de leer hay que hacerlo con un lápiz en la mano para marcar sin miedo, no perderse las que valen y luego regresar por ellas. Pero también las hay en la canción popular y en el cine; esos dos oráculos cargan también con las mejores; seis balas de plata cada uno y suelen ser los más rápidos del oeste a la hora de disparar y hacer centro entre ceja y ceja, que es lo mismo que decir el corazón, el alma o lo que sea; blandito o duro perfo ran igual. Hay una cita que siempre me lla mó la atención, por la crudeza y la exactitud del espíritu que la produjo y es la siguiente: “Pies para que los quiero si tengo alas para volar”. Conmociona si pensamos cuál pue de ser el origen de esa máxima porque final
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1 Periodista y escritor argentino.
M olino ¿ft¿etras
mente, los aforismos son una síntesis de eso que nos sobrepasa largamente; es allí donde reside su eficacia y la magia que hace que se nos queden pegadas al cuerpo, de por vida, o cuanto menos, una buena parte del tránsi to que hacemos. Frida Kahlo, no hace falta mencio nar que es la autora de la frase citada, como de tantas otras anotadas con urgencia en sus inseparables diarios, fue una mujer ideal para el mito: su vestimenta, sus collares y abalorios, su temperamento transgresor, su sufrimiento físico interminable, su singular obra pictórica como perfecta autobiografía, sus exposiciones en Nueva York, Filadelfia, Boston y París, su sexualidad, su nacionalis mo, la admiración que le profesaron Pablo Picasso, Wassily Kandinski, André Bretón o Marcel Duchamp, las descomunales pe leas y rabietas con su esposo Diego Rivera (más audaces que John y Yoko, por cierto), su última exposición -única individual en su país- en la Galería de Arte Contempo ráneo a la que asistió en ambulancia y en la que estuvo departiendo desde una cama de hospital ubicada en el centro de la gale ría ya que los médicos le habían prohibido que concurriera, o su velorio en el Palacio
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de Bellas Artes de la ciudad de México, son apenas algunos de los elementos que conflu yeron hasta convertirla en lo que es hoy, una referencia ineludible; en la pintora mexi cana más famosa del mundo, en un ícono pop, una imagen, una marca, una fuerza de la naturaleza, y en todo lo que uno quiera que ella sea. Tuvo la desgracia y el coraje de en contrarse cara a cara con su destino en plena calle y aunque la vida le pasó por encima bajo la forma de un camión y un tranvía, no bajó los brazos y se reconstruyó entera tantas veces como debió hacerlo porque su personalidad era como la de Paul Newman en “La leyenda del indomable”, cuando se comió cincuenta huevos duros sólo para demostrarles a los muchachos del penal que no lo iban a atropellar así nomás. Bueno, así era Frida y mucho más porque cuando André Bretón, en su plena gloria y en viaje por México durante el año 1938 alucinó con su pintura y declaró que la misma era surrealista, ella lo paró en seco y le dijo que no, que eso no era así porque ella pintaba su propia realidad. Otro que se deshizo en elogios fue Picasso, sobre todo por su talento como re tratista; en carta a Diego Rivera le expresó: “Ni tú ni yo somos capaces de pintar un ros tro como los que pinta Frida”. Si hubiese nacido en Rawson segu ro que le tocaba ser la reina del carnaval y también bailarina de la mejor comparsa del
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pueblo, además de sus otras actividades, por cierto: militante comunista, pintora genial, mujer alborotadora, visionaria, amante ca bal y brava como el más bravo de los vientos que ha soplado por estas tierras, y eso que en nuestra comarca los vientos son más bien indisciplinados y arrebatadores. Bueno, como la Frida cuando algo se le ponía en la cabeza; por eso la luz le salía como le salía. Ella tuvo la nobleza de ser su propio espejo en cada uno de sus momen tos, sobre todo en los feroces, los dolientes, y compartir todo eso a través de su pintura sin par, como un diario íntimo cuyos párrafos y páginas son el resultado de una honestidad sin límites que no pide tregua ni piedad. No hay más que ver su obra para tener una idea acabada de lo que digo. En un cuadro del año 46, un auto rretrato más precisamente, hay un cartelito que dice: “Árbol de la esperanza mantente firme”. Y en su diario, anotó lo siguien te luego de participar en silla de ruedas en una manifestación contra la intervención estadounidense en la Guatemala de 1954: “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”. A los diez días murió a esta vida para seguir naciendo a cada rato, como les suele ocurrir a algunas gentes que vienen por un tiempo para iluminar el barrio y lue go hacen como que se van pero en realidad nunca se van y se quedan entre nosotros por todo el tiempo que dura la memoria.
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Dos
placeres p r o h ib id o s: el c a f é y el c i g a r r o Noel Isaac Jarquín Alem án1
a el cineasta Jim Jarmusch ha tra tado la relación que existe entre el sabor amargo de una taza de café sin azúcar, caliente y bien cargado, con el también amargo sabor de un ciga rro. La relación de estos dos productos, ambos conocidos por sus efectos dañinos y por su gran factor adictivo, es más que estrecha: los dos tienen propiedades que ayudan a la concentración, a la digestión 0 simplemente a pasar una buena charla con los amigos. Su relación con la actividad litera ria es igualmente conocida. En la película Stranger than fictio n (2006), de Marc Fos ter, se presenta a un crítico literario como un asiduo lector que en todo momento acompaña su actividad con la siempre caliente y siempre oportuna taza de café, mientras que la escritora representada en la historia acompaña sus momentos de re
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1 N ació en Toluca, Edo. de M éxico en 1991. Es estudiante de noveno sem estre de la L icenciatura en L etras L atinoam ericanas en la Facultad de H um anidades de la u a e m . Por casi dos años se desem peñó como profesor de preparatoria y secundaria en el Instituto M ilenium.
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flexión creativa con un cigarro que se con sume entre sus manos nerviosas. Personajes como Voltaire, Dumas o T.S. Elliot pronunciaron juicios picares camente favorables acerca del café, respec tivamente: “Claro que el café es un vene no lento: hace 40 años que lo bebo”, “Una mujer es como una buena taza de café: la primera vez que se toma, no deja dormir” y “Podría medir mi vida en cucharadas de café”. La delicia del café, que se comen zó a tomar en los monasterios luego de descubrir que el ganado que lo consumía estaba despierto toda la noche, ha acom pañado las noches en vela de más de uno. Por su parte, el cigarro, oriundo de Amé rica tanto en su nombre como en la planta que lo constituye, ha evolucionado en su consumo desde la simple degustación del tabaco en una pipa o con la forma de un puro primitivo hasta lo que conocemos actualmente. Mentolado, con filtro, sin filtro, saborizado; capucchino, macchiato, es presso, americano con o sin azúcar, am bos productos han sido relacionados con el adelgazamiento del consumidor, que a
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fin a l de cuentas, com ienza ansioso p o r el flu id o y te rm in a calm ado p o r el hu m o . Ya en el film e de Jarm usch, C offee a n d ciga ret tes (2003), Iggy Pop, en su p a rticip a ció n con T o m W aits, asegura: “ Hey, cigarettes
a n d coffee, m an: that’s a co m b in a tio n ”} Para el fu m a d o r y el cafeinóm ano em pedernidos, ambos vicios son im pres cin dib les y difíciles de dejar pues, ade más de la fu e rte dependencia que causan, provocan síndrom es de abstinencia que resultan dem asiado alarm antes para el abstem io que n o está preparado. S in em bargo, la m ayor parte de los consum idores se p ro n u n c ia n en co n tra de la renuncia: su necesidad, y más aún su am or, son más grandes que los ju ic io s externos en co n tra de los m ism os. E l cigarro se consum e le n to , se sa borea, se deleita en su sabor y en el leve m areo que produce la n ic o tin a al llegar al cerebro cuando se logra la p rim e ra y d e fin i tiva bocanada exitosa. Se va consu m iendo 2 “Oye, cigarros y café, hombre: eso es una com binación.” 3 “caliente como el Infierno, negro como el diablo, puro como un ángel y dulce como el am or”.
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ju n to con la ansiedad y el enojo, hasta que se “pacifica” el alm a del fu m a d o r, com o dijera T o m W aits. E l café, p o r el co n tra rio , debe tom arse “ caldo co m e l ’inferno,
nero com e il diavolo, p u ro com e un an gelo e d o lce com e l ’a m ore ” 3 según el pro ve rb io ita lia n o . E n lo personal, le q u ita ría lo de dulce com o el am or, pues entram os en la duda de si este ú ltim o es dulce o am ar go en realidad. Si nos quedam os con las prim eras tres afirm aciones, obtenem os un sabor inigua lab le, sobre to d o si se habla de un tostado ita lia n o , que se caracteriza p o r su am argura y su cuerpo robusto. D e cual quier m o d o , ju n to s o separados son de un gusto incom parable. A pesar de sus p erju icios, ambos, el grano y la hoja, han llegado para que darse entre los seres hum anos. Su am ar gura y gusto fu e rte que perdura en el pa ladar de q uien los saborea se convierten, de in ic io p o r estas razones, en verdaderos placeres m undanos que n o hay que per derse. Sólo basta recordar al fu m a d o r y al bebedor que los disfru te n , pues si se in g ie ren m a q u in a lm e n te pierd en su encanto, y to d o lo que de ellos es bueno.
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M olino @ ¿e tra s
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A n á l isis
de la p a l a b r a “p e d o "
Pa l a b r a
fe t ich e ,
tr a s la c ió n de s ig n ific a d o y e v o lu c ió n de l a p a la b ra
Paris Octavio Rojas Broca1
l presente texto pretende hacer un análisis h is tó ric o sem ántico de la palabra “pedo” . E l análisis n o sólo se basará en la h is to ria de dicha palabra, ta m b ié n in cursiona rá en el á m b ito real y actual expo nie ndo su uso c o tid ia n o y diferentes acepciones que pueda tener. P rim ero, debemos d e fin ir la palabra “pedo” , según la real academ ia española:
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pedo. (D e l lat. p e d ítu m ). 1. m . V ento sidad que se expele del vie n tre p o r el ano. 2. m . vulg. borrachera (I efecto de em borracharse). Agarrarse u n buen pedo. 3. m . E l Salv. y M éx. fiesta (I re u n ió n para divertirse). 4. adj. vulg. E b rio , bajo los efectos del alcohol o de o tra droga. V o lv ió de la fiesta pedo perdido. ~ de lobo. 5. m . b e jín (I hongo). (RealAcadem ia Española, 2001). 1Nació en 1990. Es estudiante del séptimo semestre de la licenciatura en Letras Latinoamericanas en la Facultad de H umanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Ha sido ponente en el coloquio “Literatura musical y música literaria” y el “Necroloquio de putrefacción múltiple”.
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La Real A cadem ia Española atina en ciertos ám bitos culturales actuales, claro que n o podem os perder la parte h istó rica de la palabra. E l origen la tín de la palabra es p e d ítu m que sig nifica “ ‘pedes, p e d itis’ : “ in fa n te ” . (sustantivo).” (didacTerion, 2 0 1 3 ). Eso nos hace pensar que la palabra evo lu cio n ó de ser “ in fa n te ” a “pedo” p o r deriva ción de significados; las palabras “pedes” y “p e d itis” com enzaron a a d q u irir el sig n ifica d o de lo que los infantes hacían com o acto n a tu ra l corporal, de la m ism a fo rm a se creó la relación con la palabra “pendejo” que en su origen del la tín ta m b ié n s ig n ific ó “ in fa n te ” E l p rim e r sig n ifica d o que nos da la Real A cadem ia Española tiene sus sinónim os: gas, “fla tu le n cia , ventosidad’ (W o rd Reference, 2 0 1 3 ), que m antiene n una s in o n im ia con la p rim e ra acepción de “pedo” . A ctu a lm e n te la palabra tiene diversas significaciones, está cargada de rasgos sem ánticos y sociales, ta m b ié n in flu y e m u c h o el co n te xto de cuando se em plea la palabra. E n la segunda sig n ifica ció n de la palabra, se alude a una borrachera, esto com o deriva ción del sig n ifica d o gracias
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a que a los borrachos se les d e n o m in a “pedos” , usándose com o u n adjetivo ca lifica tivo , que puede ser p o r su m al o lo r o p o rque n o co n tro la n su esfínter y exhalan u n exceso de flatulencias. A ctu a lm e n te , ta m b ié n se deriva a la tercera sig n ifica ció n , fiesta, pues casi cualquier fiesta tiene alcohol p o r lo ta n to hay borrachos, “pedos” . C u ando la palabra cam bia de género a fe m e n in o , se puede re fe rir a una borracha “estás b ie n peda” , o, p o r sin o n im ia , a una fiesta “vam os a una peda” . Si b ie n n o es u n ca m bio de sig n ifica d o es im p o rta n te para el uso co tid ia n o . La palabra ta m b ié n puede s u s titu ir a “problem a” pues en una borrachera o estando borrachas, las personas n o rm a lm e n te se encuentran en algún problem a: “m e m e tí en u n pedo” ; pero cuando se habla de “pedos m entales” la sig n ifica ció n de “problem a” se traslada a lo cu ra a pesar de que s ig n ifiq u e p roblem a m ental, se evoca a que alguien está loco. O tro e jem p lo es “n i pedo salgo de noche” ; si b ie n se puede re fe rir al acto de estar borracho, ta m b ié n se alude a la locura. E n o tro caso, y a pesar de ser una h o m o n im ia , el sig n ifica d o se traslada a bronca: “ya vienes a hacerla de pedo” ta m b ié n sig n ifica problem a, pero el p ro b le m a es más personal y que afecta a un tercero, n o es u n pro b le m a del in d iv id u o al que se refiere. A l m is m o tie m p o puede hacer las veces del h u m o r o personalidad de una persona: “es buen pedo” , “es b ie n m al pedo” . Puede que el sig n ifica d o sea una deriva ción del h u m o r de una persona cuando está en estado de ebriedad, siendo una persona “m a l pedo” seguram ente, en p rin c ip io , se refería a alguien que sólo buscaba pelear cuando tom aba; y una persona “ buen pedo” posiblem ente fuese una persona que era alegre y d iv e rtid a cuando estaba tom ada. O tro sig n ifica d o de la palabra “pedo” se da cuando se agrega el p re fijo “a” y el a rtícu lo “el” antes de la palabra, cuando esto ocurre el sig n ifica d o es
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atención, in tu ic ió n o certeza: “estate al pedo” , se le m e n cio n a a alguien de q uien se requiere m u ch a atención o viveza para realizar alguna acción posterior: “estate al pedo p o r si viene la basura” , “estaba b ien al pedo para n o d o rm irm e en clase” , “ Pedro estaba al pedo para co m p ra r las cervezas cuando lo m andáram os” . E n A rg e n tin a , “al pedo” es una a n to n im ia del sig n ifica d o m exicano: “ Estar al pedo: n o tener una activid a d p ro d u ctiva . / Susana n o estudia, n o trabaja, n o tiene no vio : está al pedo to d o el día.” (enie de espanol, 201 0). La variación de la palabra lleva a la sociedad a em plearla com o saludo: “ ¿Qué pedo? ¿C óm o estás?” A q u í podem os decir que com ienza a ser una palabra fetichizada, pues n o encontram os una relación lógica, lin g ü ística n i c u ltu ra l para este uso, entonces la palabra adquiere el carácter de au xilia r o m u le tilla para el hablante de la lengua española pues ta m b ié n se convierte en in te rje cció n : “ ¡Q ué pedo! M e espanté m u ch o ” , “ ¿Qué pedo con ese tip o , nun ca deja de com er?” Se ocupa de ig ual fo rm a para expresar asom bro de una situ a c ió n o causar asom bro en el discurso: “cam inaba p o r la calle, casi m e caigo pero há b ilm e n te m e senté en una banca, ¡ah qué pedo!” . E l saludo ta m b ié n deriva a situación, n o com o pro b le m a sin o com o algo in m e d ia to : “ ¿Qué pasó madre?” , “ ¿Qué pedo jefa?” . T am b ié n llega a ocuparse com o s in ó n im o de susto: “ M e sacaste u n pedo” , refiriéndose nuevam ente al descontrol del esfínter ante una situ a c ió n de peligro. Esto, probablem ente, se haya acrecentado con los m edios de c o m u n ica ció n que m uestran, p o r m e d io de caricaturas o películas, a una persona con m ie d o soltando u n gas. Por o tro lado, el m ism o descontrol del esfínter se puede asociar a una persona con suerte: “ Te pedorreaste con el exam en, n i estudiaste” O tra de las form as n o tan com unes en que se ocupa la palabra “pedo” es la que se refiere a la velocidad: “salió com o pedo del estacionam iento” , posiblem ente refiriéndose a lo efím era que puede ser
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la acción de soltar u n gas. E n A rg e n tin a existe una relación parecida en cuanto lo efím ero: “ D u ró lo que u n pedo en una canasta: Fue efím ero, breve, co rto .” (enie de espanol, 2010). U n caso extraño es la frase “ta n to pedo para cagar aguado” , que puede tener diversas significaciones com o: hablar dem asiado para n o realizar una acción, s u frir p o r algo in sig n ifica n te , hacer un trabajo laborioso para obtener u n m al resultado o que n o sea lo esperado. Posiblem ente la fo rm a m enos em pleada de la palabra “pedo” es cuando se refiere al olo r: “p o r aquí huele a pedo” , esto, cuando se tra ta de id e n tific a r u n o lo r extraño y de m a l gusto para el hablante. D e este ensayo, podem os c o n c lu ir que la palabra “pedo” es polisém ica y una palabra fetiche, pues a lo largo de la h is to ria ha a d q u irid o diferentes significaciones e in cluso adquiere algunas que ya n o se
relacionan en u n p rim e r acercam iento al sig n ifica d o o rig in a l, sin perder nun ca de vista que el carácter so cio cu ltu ra l del hablante será lo que dotará de u n nuevo sig n ifica d o a la palabra, pues al fin a l n o es lo m ism o “ ¿Qué pedo?” a “ ¿Qué pedo!” .
Referencias didacTerion. (2013). didacterion . Recuperado el 3 de diciembre de 2013, de http://www. didacterion.com/esddlt.php enie de espanol. (Octubre de 2010). enie de espanol. Recuperado el 3 de diciembre de 2013, de http://www.eniedespaniol. com.ar/blog/58/sobre-el-pedo-y-susexpresiones-poco-elegantes-spanishidioms Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22° ed.). México, Espasa Calpe. Word Reference. (2013). Word Reference online lenguage dictionaries . Recuperado el 3 de diciembre de 2013, de http://www. wordreference.com/sinonimos/pedo
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Un
m in u t o del m u n d o p o r los
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de
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é x ic o
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Aldo Torres Baeza2
odorowsky da una conferencia en Japón. Cuenta una historia: a un monje budis ta le piden dar un discurso. El monje ca lla, y bajo su impenetrable silencio se filtra el cantar de los pájaros. Tras unos segundos, el monje dice: listo, ya di mi discurso. Galeano dice que sólo los tontos creen que el silencio es un vacío. No está vacío nunca. Y a veces la mejor manera de comunicarse es callando. Sí, a veces el silencio expresa más que una palabra. Sin embargo, este mundo, jodido mundo que animamos a diario, jamás está en silencio, ni menos quieto, siempre gira en sí mismo, como un trompo perforando el oscuro telón del infinito. Ya el año 2003, Eric Schmidt, director de Google, afirmaba que en toda la historia de la humanidad se habían creado 5 Exabytes de información. En este mundo, esa misma información se crea en 2 días, ¡¡dos días! Y seguimos sometidos por esta sobredosis de información, por esta inflación palabrería, siempre, a cada instante, todos: cuando, por ejemplo, duerme una mitad de la
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humanidad, despierta la otra mitad, y cuando duerme esa otra mitad, despierta la otra. Y así nos turnamos para multiplicar la información, día tras día, noche tras noche. Nunca para esta vorágine, este eterno tráfico de imágenes, palabras, sonidos, números, gráficos... Pero, ¿sirve de algo esta eterna hiperactividad?, ¿somos mejores personas creando tanta información?, ¿tenemos sueños más limpios, almas más puras? En fin: ¿hemos creado un mundo mejor a partir de toda esa información?... Bastarían un par de ejemplos para comprobar que no. Y s i. Y si nos callamos, así como el monje, tan sólo por un minutito. Y si dejamos los teléfonos, y soltamos los dedos, y dejamos de esclavizar a los ojos. Y si le hacemos caso a Neruda, y aceptamos su invitación “a callar”, y nos quedamos en silencio, y estamos como ausentes, mirando desde lejos,
1 A rtículo aparecido en la revista Politika de Santiago de Chile. 2 Escritor y periodista chileno.
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Por una vez sobre la Tierra no hablemos en ningún idioma, por un segundo detengámonos, no movamos tanto los brazos.
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Quedémonos quietos, sin ensayar ningún movimiento, en las oficinas y los colegios, frente a las pantallas, en las plazas y las calles. Que hablen los pájaros y el viento, pero no nosotros. Por un minuto, sólo eso, nada más que un minutito. Y entonces así, bien quietecitos, guardamos un minuto de silencio planetario, un profundo y mágico minuto de silencio por los 43 de México.
Si no pudimos ser unánimes moviendo tanto nuestras vidas, tal vez no hacer nada una vez, tal vez un gran silencio pueda interrumpir esta tristeza, este no entendernos jamás y amenazarnos con la muerte, tal vez la tierra nos enseñe cuando todo parece muerto y luego todo estaba vivo.
Sería un minuto fragante, sin prisa, sin locomotoras, todos estaríamos juntos en una inquietud instantánea. Los pescadores del mar frío no harían daño a las ballenas y el trabajador de la sal miraría sus manos rotas. Los que preparan guerras verdes, guerras de gas, guerras de fuego, victorias sin sobrevivientes, se pondrían un traje puro y andarían con sus hermanos por la sombra, sin hacer nada. ¡Pero que no se confunda este minuto de silencio con la inacción definitiva! Eso sí que no. Porque luego, ya despiertos, nos organizamos entre todos para darle una gran patada en el culo a ese asqueroso sombrero de smog que nos cubre las
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estrellas. Y sacamos todo el plástico de los mares, y reforestamos el mundo, y coloreamos todas las paredes, y jubilamos a unos cuantos políticos corruptos, a los desdichados por indolencia, a los fabricantes de armas y los traficantes de sueños. Que un poeta nos guíe, por un sólo minutito, p o rq u e .
Y ojalá así sea, que nos enseñe la tierra, y cuando todo parezca muerto, que nos sorprenda la vida, y estén vivos, los 43 estudiantes, vivos como el viento o las estrellas, vivos como la rebeldía que los reclama, vivos como el tiempo que nos atrapa, vivos como esta noche y su lámpara lunar, vivos como tú que lees y yo que escribo, vivos como sus padres que los buscan, vivos como el agua de las lágrimas que los lloran.
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Ro s a r i o Ca st ella n o s o el f e r v o r c r e p u s c u l a r Eduardo H. González1
a literatura — y en especial la poesía— , como condición del lenguaje para reflejar la belleza y la fealdad, lo sutil y lo férreo, lo descarnado del hombre y la mujer ante la expectativa de convivencia entre iguales, trasciende, como toda disciplina del arte, al mismo creador. Dicha acotación proviene del compromiso adquirido al resguardo de la vida misma; tortuosa espiga ardiendo en el alma del (la) poeta,
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1 (México, D.F., 1975). Ha publicado poesía, cuento y ensayo literario en EE. UU., Chile, Argentina, España y México. Obtuvo el 3er. Lugar en el Certam en Nacional de Poesía “Francisco Javier Estrada”, 2008, convocado por Casas del poeta A. C., mención en el C ertam en Internacional de Poesía convocado por Latin Heritage Foundation, EE. UU., 2011. Fue finalista en el Certamen Internacional de Poesía “El mundo lleva alas”, EE. UU., 2011, convocado por la Editorial Voces de Hoy. Recientemente fue incluido en la Revista Cástalida (Instituto Mexiquense de Cultura) en su número dedicado a la ciudad. Actualm ente se dedica a la docencia e im parte talleres de creación literaria.
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quien, en una aspiración de manifestarse desmedidamente (afirmación que no intenta denostar el acto creador) intuye y construye, se lacera y reconforta, muere cotidianamente para renacer en el poema. Ambiciona la lejanía de los sentimientos devastadores, confluye en un abismo escritural (lo mismo que potestativo) donde la ruina emocional está asolando su sutil transitar. Una vez trascendido el creador, la obra adquiere matices en los cuales se reconocen diversos actores sociales. Ante tal circunstancia Carlos Fuentes afirma: «La fusión de moral y estética tiende a producir una literatura crítica». Conviene añadir lo siguiente: la ética no puede soslayarse ya que complementa de manera trascendental lo anterior. Ética en sentido de establecer la delación, es decir, no permanecer ajenos al contexto tortuoso es la consigna. Dicho talante encarna en la plena convicción de la evidencia, los excesos son el objetivo a transparentar, los cuales han sufrido históricamente
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los grupos minoritarios por lo mismo oprimidos o ignorados (incluidos el y la poeta), particularmente los indígenas. Por ello, aludir a la señal (voz y esencia) trascendida en la denuncia de los excesos provenientes del ente “racional”, es referirse a una poeta merecedora de la relectura y el amparo de los creadores ostensiblemente contrarios a la descomposición social: Rosario Castellanos (Ciudad de México, 19 2 5 —Tel Aviv, 1974). Poeta yuxtapuesta al sendero por el cual transita el ser humano en pleno desconocimiento de su estancia en este universo (lo cual también es una denuncia). Poeta en vertiente casi uni/temática, por lo mismo, fehaciente. Decir que la imputación vertida por Castellanos va más allá de consentir al oprimido, no es de ninguna manera un discurso consolador por el cual, la poeta, en función paternalista respecto del que sufre, intente mitigar banalmente su padecimiento, tampoco es un alegato panfletario a través del cual la inteligencia se transforma en un intento protervo de lucimiento. Es fehaciente porque emana del sufrimiento de quien la manifiesta. Rosario Castellanos padeció en sí misma la marginación y el sometimiento desde el momento en que, dolorosamente, no se concebía como parte significativa de la vida. Así, cuando se le cuestiona respecto a su labor como poeta (interrogante extendida a su plano como ser humano), denota que la poesía es una tentativa de “ser”. Penetrante afirma:
E scribo p o rq u e yo, un día, adolescente, m e in clin é a n te un espejo y n o había n a d ie ... Ya en estos versos se distingue al ser marginado que, al no hallar acomodo entre sus contiguos ni dentro de sí misma, busca afanosamente una forma de entendimiento. Vía nada accesible, al menos no de manera inmediata. Debe bregar contra la hecatombe de sus pasos. Así, inmolada en su transitar cotidiano, nace en el verso fulgurante;
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crepúsculo ciñendo sus poros con la aflicción abrumadora. Nada paradójico lo anterior, ya que se vislumbra en Rosario Castellanos una fuerte descarga emocional, seguramente como la que sienten los indígenas a quienes salvaguarda por medio de su obra. Sin embargo, lo tortuoso del peregrinaje es manifestación de sufrimiento, es a la vez vivir en
La ed a d d e la in ocen cia y e l m isterio. Esta aparente ingenuidad no es otra cosa que la querella contra la congoj a exis tencial, la cual deviene entre argumentos bien evidentes: la indiferencia, el sojuzgamiento, la laceria espiritual, la soledad en que más que adolecer de la compañía del otro, se adolece de la ausencia de sí mismo. Dichas privativas nos permiten entender que a la manera de Edgar Allan Poe, Rosario Castellanos sabía perfectamente lo que deseaba transmitir, y por ello puntualizaba su aspiración al comunicarse con sus contiguos a través de la incitación creadora. No olvidemos que dentro de las premisas del poeta estadounidense figuraba la certeza como medio de acceder a la transmisión del sentido poético. Dice Poe: «Mi pensamiento se concentró en la elección de la impresión, o sea del efecto que debía comunicar». Castellanos lo sabía, su misión era “exponer/se” y al hacerlo causaba un efecto con distintas percepciones: la que juzgaba su trabajo escritural como simplista; la que consideraba la obra como símbolo pagano y por lo mismo digno de ser sacrificado con el olvido; la que se reconfortaba al leer cada verso y hallándose en cada uno de ellos se sentía diligente respecto a la creación de sentimientos empáticos; los que aceptaban que la literatura sin tapujos ni manierismos, es en realidad el acaecimiento de una gran voluntad. Se reconoce el desiderátum de la poeta como una búsqueda del solio supremo del creador; codiciada declaración del yo ambivalente (externo e interno)
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procurándose un afirmar que:
orden supremo,
es
La so led a d ... m e espera en e l fo n d o d e todos los esp ejos... Al aceptar la analogía soledad/caudal-deexcitaciones se sobreentiende el génesis del desahogo, se acepta también al páramo donde cederán, por fin, los impulsos de la creadora. El espejo en que concluirán todos los deseos es la pulsación diaria, perdurable momento fulminando el espíritu. Seguramente los “conocedores” de la literatura de “altos vuelos”, critican, con aspiración provecta, la obra de Rosario Castellanos, intentando con esto denostar la sencillez acaecida en sus versos. Acto erróneo, ya que sustentan su versión aludiendo a la afirmación: el desdoro al cual se sometía, era una forma plañidera de buscar la atención de alguien ajeno. Nada más desatinado, porque si algo define el sino creador, el leitm o tiv del quehacer literario de la poeta, es realmente la congoja aprisionando permanentemente a todos los seres perceptivos. La congoja que es poesía; acercamiento para estar a le jad o s. compañía para estar solos. Elena Poniatowska asevera que la sencillez encontrada en la obra de Castellanos semeja la comida casera. Esta sencillez encontrada bajo el techo acogedor del hogar, es en realidad lo que nos hace entendernos vivos, nos da la posibilidad de habitar la estancia en que lo reconocible está al alcance de nuestra mirada. Rosario Castellanos era en demasía sencilla, sí, pero no sólo para decirse, sino para escudriñarse dolorosamente. La naturaleza de sus versos es una muestra de real finitud. No postrera, sí, palpable:
Este cu erp o q u e ha sido m i albergue, m i prisión , m i hospital, es m i tum ba. Estos versos reflejan el boato de la poesía natural, o ¿acaso la conciencia del finiquito
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no lo es? Rosario Castellanos, en otra de sus “aceptaciones” manifiesta ser la fémina abarcando todas las decrepitudes de la mujer: la señora con título de alargada espera; la casada, por acta certificada y fiesta de inconformidad, de larga resistencia al acto de la penetración; la soltera adoleciendo de virginidad porque ha experimentado desde niña la inquietud de saber que es mejor ser una puta con recuerdos que una vieja con el cofre de la memoria vacío; la divorciada calmando su histeria con el trance carnal; la mujer que se abstiene frente a las murmuraciones y se consuela derramándose a solas, sofocada por no contar con la anuencia de su confesor; la lesbiana compartiendo la burla de que es objeto con la decisión de arrojar a la basura a “los indispensables”; la señorita consintiendo lo mismo al borracho que al mujeriego, segura de redimirlos con su paciencia a prueba de todo. La vituperación hecha por Rosario Castellanos contra sí misma, no es otra
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cosa que la “denuncia” de la mojigatería social de sus iguales; mayestática forma de evidenciar lo que otras jamás aceptarían. Castellanos no tiene tapujos para agredirse como medio de enfatizar la moralina circundante. Sin embargo, al hacerlo grita su desconsuelo, el camino tortuoso que le ha correspondido transitar. Aun con las muestras de desconcierto, la poesía de Rosario Castellanos es el vínculo con la supremacía que no sabía — o no quiso concebir— existía en ella. Encarna al contexto por medio de la poesía, el lenguaje mortuorio la redime para acaecer en el fin que sabe, le pergeña desde su nacimiento:
Sobre e l ca d á ver d e una m u jer estoy crecien d o ... con la tristeza p étrea d e l á n g el fu n erario.
su poética no la presuntuosa estancia del erudito, sino, como dijera Jaime Sabines: «El puente que une a dos islas solitarias». Isla ella y la soledad, isla ella y el avasallamiento del poderoso sobre el oprimido, isla ella y la perspectiva de “ser”. Comparsa de la súplica inequívoca y franca es Rosario Castellanos, es la poesía oteando el derrumbamiento vehemente; parto y funeral a una vez. Rosario silenciosa y fúrica; aporía inmarcesible concurriendo en versos de euritmia fraternal y denunciante; fémina bajo el estro del crepúsculo, signa con él la promesa pálida; latencia suplicante ante el testimonio del epitafio sonoro. Rosario exegeta, postrada rogativa, abrasante poeta dilucidando la finitud:
Cuánta razón cabe en quienes afirman que Rosario Castellanos vivió para “desensolemnizarse”, concibiendo en
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C uando y o m uera d a d m e la m u erte q u e m e fa lta y no m e recordéis. No repitáis m i n om b re hasta q u e e l aire sea transparente otra vez.
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Du o n g Thu Hu o n g , e sc r it o r a v ie t n a m it a de férreo c a r á c t e r lit e r a r io Jorge Iván Garduño1
a guerra de Vietnam (1 9 6 1 1975) no ha sido muy diferente a los demás conflictos armados del ejército que cree luchar con la bandera de la libertad e igualdad, los resultados normalmente son los mismos: decenas de militares muertos, algunos otros mutilados, millares de ciudadanos afectados y despojados y un silencioso rencor que termina por renacer años más adelante en otros gobernantes, además, generalmente los trastornos quedan marcados a fuego y pólvora durante mucho tiempo en el tejido social de los pueblos. Este es el caso de los habitantes vietnamitas, quienes han soportado los efectos de la guerra en carne propia uno de los conflictos bélicos ocurridos en el siglo xx más recordados por el mundo-, afectados por los bombardeos con napalm por la aviación de Estados
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1 Fotógrafo, escritor y periodista mexicano. jorgeivangg@ hotmail.com
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Unidos, tomados por asalto por las poderosas guerrillas del Vietcong del Vietnam del Norte y la supremacía comunista encabezada por Ho Chi Minh. A partir del retiro de las tropas norteamericanas, seguido por el triunfo de los comunistas hasta el último rincón del territorio antes conocido como Indochina, se instauró un régimen totalitario en aquel renovado país para dar pie al naciente Estado reunificado: nación marcada por el dolor, la humillación y el absolutismo ideológico. La brutal diferencia entre la conocida Vietnam del Norte y la Vietnam del Sur comenzó a ser un factor de inconformidad social, im pulsando que voces correctamente articuladas y justificadas, se levantaran en contra de las políticas gubernamen tales comunistas ejercidas en aquella parte del planeta. Entre las contadas voces que se apostaron frente al Estado, la de
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Duong Thu Huong (1947) es una de las que mantienen una posición activa y de reclamo continúo a través de su protagonismo como “escritora disidente” dentro de su país, pero principalmente en el extranjero, esto por sus serías observaciones en contra de los objetivos e intereses del partido comunista que gobierna Vietnam, debido a la atmósfera represiva que ha instaurado desde 1975. A los veinte años, Thu Huong se involucró de manera activa en el partido comunista, a esa edad participó con la Brigada de la Juventud Idealista de forma directa en la guerra, donde su misión era proporcionar entretenimiento teatral a los soldados del ejército del Vietnam del Norte, además de curarlos de sus heridas y, en algunos casos, ayudar a enterrar a los muertos en batalla. Todas estas vivencias formaron en ella una costra densa de gritos, muerte, vileza, sangre, pobreza... propiciando el desencanto hacia sus dirigentes políticos que convirtieron la guerra en una guerra facsimilar perdiendo el idealismo de posguerra, invitando con su literatura feroz a una revaloración de la vida sociopolítica de Vietnam. Esa crítica abierta al poder de su país, ha desencadenado una serie de represalias en su contra, como son: el impedimento a la publicación de sus novelas y la censura a sus obras, ser encarcelada por periodos cortos, entre otras no menos graves; situaciones que la impulsan a continuar en la labor literaria alzando la voz de forma irreverente y personal, a fin de buscar la conciencia social de su nación. Toda la literatura de Duong Thu Huong es un retrato del paisaje del Vietnam moderno y de sus habitantes, que luchan por sobrevivir bajo las complejidades que el gobierno comunista de posguerra ha impuesto, partiendo de su propia experiencia para crear un lenguaje personal, en el que el mundo caótico y desigualitario es el hilo conductor que conecta al lector con su prosa. Duong Thu Huong, una escritora vietnamita que es imprescindible conocer novelísticamente.
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f /o olino de Novedades Editoriales Arturo Trejo Villafuerte* Fui invitado al Festival Internacional de Poe sía Ramón López Velarde 2 0 14 que se celebró en la ciudad de Zacatecas y varias ciudades cer canas los días 3, 4, 5 y 6 de diciembre. Sin nin guna duda es un escaparate de lo que se escribe en el mundo y las tendencias poéticas del mis mo. Ahí, en el Museo de Ciencias de la Univer sidad Autónoma de Zacatecas se escucharon las voces de Irlanda, Islas Baleares, Colombia, Mé xico — tanto de Zacatecas, el Distrito Federal, Durango, Hidalgo, Jalisco como de otras partes de nuestro país— , Cuba, Irán, España, Uru guay, España, República Dominicana, Hondu ras y Nicaragua. Todo un mundo de palabras, todo un mundo de impresiones, una gran or ganización en donde, por fortuna, no hubo es trellas sino sólo un homenajeado: Luis Miguel Aguilar, quien fue el galardonado por el Premio que honra al poeta de Jerez, y todo gracias a los buenos y maravillosos empeños de la u a z , la
* Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del i i s e h m e r de la misma institución. Sus más recientes trabajos se han publicado en: Alas de lluvia (Poemas, 2010), Sueños al viento (Poemas, Antología, 2010), Ecos del tiempo (Poemas, Antología, 2011), Poemas para un poeta que dejó la poesía (Antología, 2011), Donde la piel canta (poemas, Antología, 2011), Coyotes sin corazón (cuentos, Antología, 2011), Sombras de las letras (ensayos, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2012. 136 pp.) El tren de la ausencia (cuentos, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2012. 124 pp.) y Perros melancólicos (cuentos policiacos, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2012. 174 pp.), Árbol afuera (poemas, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 124 pp.) , Amar es perder la piel (Ed. Molino de Letras-UACh, México, 2013. 194 pp.) y Lámpara sin luz (novela, Fondo Editorial del Estado de México, México, 2013. 268 pp.)
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revista D osfilos y el poeta José de Jesús Sampedro. Desde el viaje de la ciudad de México a Zacatecas, pasando por la callejoneada y otras tantas situaciones que se dieron en la mágica ciudad, dan para una larga crónica, aparte de los muchos libros que compramos e intercambiamos con los autores. En un nú mero posterior escribiremos largo y tendido sobre todo ello.
En un número anterior escribí sobre la Feria Universitaria del Libro, organizada por la Universidad Autónoma de Hidalgo con el lema “Donde a las letras no se las lleva el viento”, celebrada en la ciudad de Pachuca, Hgo., del 22 al 31 de agosto del 2014, teniendo como país invitado a Francia, y donde me encontré a la gran escritora Mónica Lavín — ella sí y no JJ Benítez— , quien en ese espacio cultural presentó su nueva novela: D oble filo (Ed. Lumen, México, 2014. 196 pp.), una novela de suyo interesante que habla sobre imposibilidad del olvido, sobre todo de las cuestiones del corazón y de las pasiones. Ahí también me encontré con el terrible y buen amigo Virgilio Guzmán, quien me hizo el favor de autografiarme su libro Ave Cascabel (Haikús, Ed. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, México, 1998. 46 pp.) y ahí conseguí la más reciente novela de Ignacio Trejo Fuentes: Cartas a los Romanos (Ed. CoEsCulta-Hgo., México, 2013. 216 pp), libros de los cuales escribiré la nota respectiva en una nueva emisión. Por cierto ignoro qué cargo ocupe Marisa D’ Santos en dicha Feria Universitaria o en la Universidad Autónoma de Hidalgo — no la conozco como escritora, soy un ignorante, aunque llegué con la intención de intercambiar mi novela por una suya que estaba anunciando y promoviendo— , pero no fue buena anfitriona: me invitó, dijo que pasarían por mí a mi casa, pero no lo hicieron — eso no me incomoda: tengo los medios y recursos para moverme a muchas partes de la República con mucha soltura, nunca he necesitado vejigas para nadar— , y tuve que ir cargando mis libros — muchos- a un lugar que me asignaron, al igual que a mi invitado Ignacio Trejo Fuentes, quien tiene problemas para moverse, y encontrarme con el chofer. Eso no me molesta, ni mucho menos, pero la anfitriona, ya sabiendo que llegamos a la
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Feria, nunca se hizo presente para siquiera, por cortesía, darnos la bienvenida. Si no me la encuentro por casualidad en las oficinas del Director de la Feria, nunca la hubiera conocido, ni sabido de su existencia. El Face es terrible porque todo mundo escribe y muchos escriben pendejada y media. Al final en uno de sus escritos, donde señala el producto que se generó de otros tantos escritos de autores y seudo escritores que le agradecen todo — por lo visto seguimos siendo indígenas que le dan al español oro y plata, que hay mucha en Pachuca, por cuentas de vidrio— , ella menciona que está “a 8 000 kilómetros de distancia” en su otra “madre patria” y que lo que yo menciono es seguramente producto de un “berrinche”, como si estuviera hablando con un escritor bisoño y adolescente, o con alguien a quien sus cinco minutos de fama nunca lo han alcanzado, si fuera el caso, cosa que me tiene sin cuidado. Ya he tenido muchos cinco minutos de fama, según el dicho de Andy Warhol, y además en muchas ocasiones, pero repito, como escritor e hidalguense, lo que manifesté y dije claramente, pero que no entendieron muchos arrastrados y mediocres defensores de la señora, es que lo único que pido es “respeto y cortesía”. No la hubo para mí y, claro, me quejo. No estoy acostumbrado a quedarme callado. En un mundo de agachados ¿está mal quejarse? Los quinientos años de dominio gachupín al parecer no han desaparecido de nuestra cabeza. Un sujeto de Ixmiquilpan me señaló como “viejo agrio” y esgrimió su juventud como fuente salvadora e intachable de una inclemente beatitud — qué ridículo y pendejo se vio— , como si él no será dentro de algunos años viejo y lo más seguro que mucho más agrio que yo —ahora ya se agría por una cuestión que ni le va, ni le viene— . Debo decir que soy viejo, muy viejo, pero también muy digno y nunca he sido agrio: me divierto mucho con todas las barbaridades que hago y escribo; y que no le debo nada a la literatura ni ella a mí, y que como el poema de Amado Nervo “soy el arquitecto de mi propio destino” y le puedo decir a mi vida que “estamos en paz”. Pero mucha gente no deja de ser muy mal educada y metiche en el peor sentido: fueron a la escuela, a la universidad — como Vicente
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Fox— , pero nunca se educaron, siguen siendo silvestres, y muchos le rinden pleitesía a quienes los invitan a un acto -organizadores que hacen su trabajo- cuando el auténtico mérito está en ellos, los creadores. Los patos nunca cazarán escopetas ¿o sí? A propósito de mi querido Estado de Hidalgo, el C. Gobernador, Lic. José Francisco Olvera Ruiz, tuvo a bien enviarme un tomo de M em oria d e los trabajos ejecutados por la Comisión Científica d e Pachuca en el año d e 1964, dirigida por el ingeniero Ramón Almaraz. Textos complemetarios de Manuel Rivera Cambas y Antonio García Cubas. Estudio Introductorio de Juan Manuel Menes Llaguno. Un libro valioso sobre todo porque nuestro estado aún no era tal, sino una tanta de la extensiones del Estado de México. Rivera Cambas y García Cubas son dos historiadores del siglo xix que merecen todos mis respetos y ni qué decir de Menes Llaguno, quien siempre se ha dedicado al estudio de Hidalgo y lo hidalguense. Lo leeremos con mucho gusto y gracias por el envío. Por cierto el Estado de Hidalgo es el invitado de honor de la Feria Internacional del Libro 2015 del Palacio de Minería y esperamos ver mucho de él y, sobre todo, de sus ediciones. Nellie. El caso Campobello (ediciones cal y are na, México, 2000. 138 pp.) de Clara Guadalu pe García, retoma el caso Nellie Campobello, la famosa escritora de la Revolución — Cartucho y Las manos d e m amá — , gran bailarina, creadora de las más importantes escuelas de danza de la post revolución, y que quedó en las garras de una pareja de viles que la tenían sometida, prisionera y casi esclavizada sin poder hacer uso de su vo luntad. La autora, periodista y doctora en Histo ria por la u n a m , nos conduce de manera ágil y fluida por los vericuetos de este caso que comen zó en la Escuela de Danza que ella fundó y que terminó en un olvidado panteón de un pueblo del estado de Hidalgo, Progreso de Obregón. Un buen libro muy bien narrado y documentado. Edén subvertido de José de Jesús Gama Ramírez (Pestañeo Oscuro Ediciones/ Centro Toluqueño de Escritores, México, 2008. 94 pp.) es un libro de historias inquietantes y que giran en torno a cuestiones sociales — que a todos nos inquietan— y a cuestiones fantasiosas — que a todos nos divierten, entretienen o nos hacen reflexionar— , son prosas bien cuidadas, bien elaboradas, donde se siente la intención del autor
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de causar un escozor, una inquietud, en el lector. Nuestro autor es licenciado en Ciencia Política, ha trabajado en el teatro con Óscar Chávez y Juan José Gurrola; en cine con Miguel Barbachano Ponce, Juan Ibáñez y Arturo Ripstein, entre otros; además cuenta con amplia experiencia en la televisión cultural. También ha publicado ensayos en varios libros colectivos. Una de sus mini-ficciones que considero redonda es el de “La princesa”: “Besó insistentemente al sapo, que no se convirtió en príncipe azul”. Se quedan sobre nuestra mesa en espera de la lectura y del comentario: Los herederos de la promesa. La corriente narrativa d e “La Onda" (1964-1971) (Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 212 pp) de Josefina García Paredes; mi muy querida amiga Nedda G. de Anhalt tuvo a bien enviarme su padrísimo libro D éjam e que te cuente. C olección d e cuentos 1980-2009 ( f c e , México, 2013. 428 pp.); El conejo que agacha las orejas p o r la infancia d e capacidades diferentes (cuentos para niños) y Brujería negra vudú, Yoruba y d e Brasil de Edgar Escobedo Quijano; El libro d e los seres no im aginarios (Minibichario), antología de José Manuel Ortiz Soto (Ficticia, 2012. 94 pp., con muy bellas ilustraciones); ¡Auxilio, un palindrom o m e acecha! Volumen II d e l Magnun opus E nciclopedia d e l aquelarre hum ano de Fernando Figueroa Sánchez (Ediciones Pan Comido, México, 2014. 256 pp.); La falsa esposa de Maritza Macín (Editorial praxis, México, 2014. 228 pp.); por parte del Senado de la República, a través de mi hermano Alfredo, me llegaron El gran cocodrilo en treinta poem ín im os (¡Un lujo de libro!, ilustrado por el Dr. Alderete. Comisión de Cultura-FCE, México, 2014. 80 pp.), Octavio Paz,: pensar el tiem po de Erwin Rodríguez Díaz (CoEsCulta Chiapas, México, 2014. 420 pp.) y José Revueltas: escritura y disidencia (Publicaciones Cruz O, México, 2014. 288 pp.); por cierto la Asociación Nacional del Libro se tuvo el buen tino de obsequiar, por el Día Nacional del Libro y a partir del 12 de noviembre, El sino d e l escorpión y otros cuentos (Era, México, 2014. 162 pp.) de José Revueltas con un prólogo de Eduardo Antonio Parra, de quien por cierto encontré el volumen Angeles, putas, santos y mártires (Era, México, 2014. 132 pp.); Gatatumba. Insula d e Soledad (poemas), Preparativos d e viaje. Trilogía m elodram ática y Fulana. La bruja d e mis sueños (poemas) y las antologías Rincón de cenobitas (compilación de
cuentos eróticos, 2013. 80 pp.), Cartas marcadas (Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 112 pp.) y A brevadero d e Dinosaurios (minicuentos, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 110 pp.), del Coyote Mayor, Eduardo Villegas, quien sigue aullando con mucha fuerza en estas obras, demostrando que el que es coyote en cualquier género lo es; Condición d e nube (poemas) de Eduardo Cerecedo; Embosque (poemas) de Iliana Rodríguez; igual se quedan aquí los necrófilos cuentos de Cumpleaños y Curso d e verano de Esmeralda Vela; también encontré en un tiradero de libros El dilem a d e Bukowsi (Ediciones sin nombre, México, 2004. 362 pp.) de Rogelio Villarreal, el cual contiene ensayos, artículos, muy afortunados e interesantes que vale la pena ser leídos; también tengo en mi mesa Final d e poesía de Arturo Medellín Anaya (Ed. La Criba, México, 2013. 196 pp.) Y por cierto desde estas páginas, reitero mi apoyo al Sindicato Mexicano de Electricistas y a los trabajadores de Mexicana de Aviación, porque les asiste la razón, y repudio las políticas antipopulares, rapaces y mezquinas del Estado Mexicano: ¡No a la nueva ley laboral, a la Reforma Educativa y Energética!, ¡la Patria no se vende!, ¡no a la privatización de la energía eléctrica y del petróleo!, ¡ya basta de gasolinazos! Igual sigue mi protesta por la desaparición de los 43 normalistas desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, Gro. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
SOBREMESA
Foto: © C hjon Sasé
Molino ¿ft¿etras
VÌÈiNFORME jB*de Gobierno e H. A y u n ta m ie n to 2013 - .
P rofra. D elfin a G ó aicz Alvaro/.