BOLETÍN MOMO #4 Edición Febrero 2015
GENTE DE MOMO
Entrevista a Laura, acompañante “Y la niña contestó: he aprendido a volar sin alas” Cuéntanos, ¿quién es Laura? Me defino como una aprendiz de este mundo. Tengo 35 años y un hijo de dos. Estudié educación Infantil. Trabajé durante muchos años en la escuela tradicional, donde fui muy feliz hasta que algo cambió en mi interior y me dije que no era eso lo que quería para mí. Estudié entonces Integración Social, y trabajé durante varios años con personas con discapacidad psíquica, hasta que conocí a uno de ellos que era sordo. Me impactó tanto el hecho de que no pudiera comunicarse con nadie que me puse a estudiar interpretación de lengua de signos. ¿Cómo llegaste a Momo? Mi historia comenzó cuando trabajaba en Blossom, que era una escuela que ocupó este espacio ante de Momo. Allí estuve durante un año, un año maravilloso porque conocí la pedagogía Reggio Emilia, que sin ser educación libre ni alternativa ni democrática ya me mostró que había otra mirada hacia el niño. Fue un primer paso muy importante. Al terminar el curso, Blossom se declaró en bancarrota, y las educadoras nos quedamos sin trabajo y totalmente desconcertadas. Mientras tratábamos de hacernos a la idea, nos llamaron Marisa y un grupo de padres que se habían reunido y que estaban tratando de montar una escuelita. Y empezamos así, en un piso con unos pocos niños. Todo el mundo nos decía que estábamos locos (risas). ¿Y cómo ha ido cambiando Momo desde ese inicio? Ha sido como tener un bebé que poco a poco se ha ido convirtiendo en un niño. Mi sentir ha cambiado totalmente desde ese principio, en el que no nos sentíamos seguros de nada, hasta pasar a una etapa en la que ves que esto tiene todo el sentido del mundo. Hay algo en la mente, en el alma y en el cuerpo que hace un clic, que se encaja. También lo ves en los niños, y sientes: ¡no estábamos tan locas! Y la inseguridad se convierte en una realidad muy bonita. Hablando de realidades bonitas… Debes de tener miles, pero ¿puedes explicar algún momento especial que hayas vivido en la escuela con los niños? Es una pena no poder recordar cada uno de ellos, aunque de algún modo todos se quedan con nosotros. Pero hay un momento que hemos comentado mucho aquí, porque nos impactó muchísimo. Lo vivimos con Palomita, que pasó un tiempo muy largo viniendo a Momo disfrazada con unas alas. Las llevó casi dos cursos enteros, hasta que de repente un día ya no las trajo. Estábamos tan acostumbradas a verla con ellas puestas que Cristina le preguntó si las había olvidado, y Palomita contestó con mucha naturalidad: “no, es que ya no las necesito porque he aprendido a volar sin alas”. En momentos como este te das cuenta de lo grandes que son los niños como maestros. Es una anécdota que me gusta atesorar para esos momentos malos en los que pierdo la fe. Entonces la recuerdo y siento que todo vuelve a tener sentido.