Suplemento Paz y seguridad alimentaria realizado por FAO (Naciones Unidas)
Los conflictos y el hambre “N
o estoy enferma, tengo hambre”. Son las palabras que pronunció Nyalen Koung, una mujer sursudanesa, mientras el médico del campamento le disponía alimentación por vía intravenosa. Sufría diarrea causada por desnutrición aguda y su cuerpo ya no era capaz de absorber alimentos. Después de varias semanas de tratamiento médico, Nyalen volvió con sus dos hijas y, a pesar de haber perdido a su marido, dos hijos y todo el ganado familiar durante un ataque a su pueblo, ahora es capaz de pescar peces para sobrevivir y tiene los ingredientes de una vida nueva gracias a la ayuda de los equipos de la FAO en Sudán del Sur. Esta mujer es solo una de las millones de personas que perciben de forma directa cómo los conflictos provocan hambre, destruyen la capacidad de recuperación individual y familiar y deterioran los medios de vida rurales. Como ella, la mayoría de las personas que viven en guerras o conflictos tienen la agricultura como único medio de vida. Y los conflictos dañan la agricultura, interrumpen la producción de alimentos y los sistemas alimentarios, favorecen el saqueo de cultivos y ganado y aceleran la pérdida de activos e ingresos. Como resultado, son los principales causantes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, tanto
P
Una niña llevando su comida en el mercado de Kabala, Sierra Leona.
agudas como crónicas. La proporción de personas desnutridas es casi tres veces mayor en los países en conflicto y con crisis prolongadas que en otros países en desarrollo. Aproximadamente, 167 millones de personas desnutridas viven en países con crisis prolongadas, es decir, alrededor de una quinta parte de las personas que sufren hambre vive en países en conflicto. La desnutrición afecta con más fuerza a los niños y puede causar en ellos discapacidades físicas y mentales permanentes. La inseguridad alimentaria en sí misma también puede ser una
fuente de conflicto, aunque va siempre acompañada de otros factores. Fuertes aumentos de los precios de los alimentos unidos a recortes en los subsidios o subidas del precio del combustible reducen los ingresos reales de buena parte de la población y pueden provocar disturbios. Además, la limitación del acceso a los alimentos también causa descontento, pobreza, desempleo y marginación. El trabajo para restaurar y apoyar los medios de vida resilientes y los esfuerzos para consolidar la paz y resolver los conflictos son fundamentales para el de-
sarrollo sostenible, la seguridad alimentaria y la nutrición. Del mismo modo, la inversión en seguridad alimentaria fortalece los esfuerzos para prevenir conflictos y lograr una paz duradera. Durante décadas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha protegido y restaurado los medios de vida de las poblaciones más vulnerables, reduciendo la inseguridad alimentaria y la malnutrición. La FAO apoya las inversiones a nivel local, nacional, regional y mundial para reducir la pobreza y construir sistemas alimentarios sostenibles. Trabaja sobre el terreno para apoyar los medios de vida agrícolas y favorecer las oportunidades de empleo para los jóvenes, que serán quienes puedan consolidar la paz después de los conflictos. Además, la Organización ayuda a las personas a permanecer en sus tierras y se esfuerza por crear las condiciones propicias para el retorno de los refugiados, los migrantes y las personas desplazadas. La unión entre paz y seguridad alimentaria es tan estrecha que la misma Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce la paz como una condición indispensable para el desarrollo y fija como los dos primeros objetivos la erradicación de la pobreza y del hambre y el logro de la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible.
Sembrar seguridad alimentaria, cosechar paz
ara sembrar las semillas de la paz, necesitamos semillas. ¡Y también a los agricultores para plantarlas! La seguridad alimentaria y un sector agrícola saludable pueden desempeñar un papel central en los esfuerzos para prevenir los conflictos y construir la paz. Hoy en día, la comunidad internacional dedica la mayor parte de sus recursos a intervenciones humanitarias destinadas a salvar la vida de las personas afectadas por las crisis prolongadas. Por desgracia, no se destina lo suficiente a ayudar a estas personas —la mayoría de las cuales vive en zonas rurales— a salvar y reconstruir sus medios de vida para ayudarles a evitar convertirse en refugiados, migrantes ilegales o mendigos en lugar de dedicarse a cuidar de sí mismos y de sus familias. El pasado 30 de marzo me reuní con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que, sorprendentemente, fue la primera vez que la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se dirigía a este órgano. El objetivo fue promover el diálogo sobre cómo la comunidad internacional podía participar más eficazmente en la prevención y gestión de conflictos. Proteger los medios de vida y crear resiliencia en las poblaciones agrícolas y rurales reducirá el número de vidas en peligro. Pensemos, por ejemplo, en Siria. En este momento, más de dos tercios de la población requiere asistencia humanitaria, y 8,7 millones de personas no tienen suficiente comida. Cerca de 4,8 millones de sirios son refugiados, y hay un número aún mayor de desplazados internos. La mayoría se han visto desarraigados porque sus medios de vida han quedado destruidos, en algunos casos más por la falta de acceso a la comida que por la violencia directa. La FAO se ha mantenido activa en Siria y ha ayudado a los agricultores proporcionando semillas y otros insumos agrícolas y vacunando al ganado. Hemos constatado que apoyar con 200 dólares estadounidenses permite que un agricultor sirio produzca dos toneladas de trigo, suficiente para alimentar a una familia de
por José Graziano Da Silva Director General de la FAO seis personas durante un año, y proporcionar semillas para la futura siembra. Esa es solo una fracción del coste económico de la ayuda alimentaria, por no hablar del dramático coste humano. Esta pequeña aportación internacional ha ayudado mucho. Los agricultores sirios pudieron cosechar el 60% de la media de producción de trigo que el país tenía antes de la crisis. Desde luego, no es suficiente, pero ayudó a evitar que la desesperación exacerbada desencadenase un éxodo aún mayor. Hay que redoblar los esfuerzos para mantener la producción de alimentos y el funcionamiento de los sistemas alimentarios, incluso en condiciones extremas, ya que esto puede ayudar a romper el círculo vicioso del hambre y el conflicto. Es parte de lo que se entiende por sostenibilidad y la previsión de tiempo y del alcance de los esfuerzos internacionales se deben ampliar de manera acorde. Para que los seres humanos prosperen, es necesario que disfruten de paz y libertad y que no tengan miedo. Junto con la erradicación del hambre y la pobreza, estos tres elementos son indispensables para el ejercicio y cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que han acordado todos los países. Las intervenciones para garantizar la seguridad alimentaria y proteger y rehabilitar el sector agrícola son contribuciones importantes que, a menudo, pasan desapercibidas. Más allá de su papel evidente en la lucha contra el hambre, también pueden ayudar a mitigar e incluso prevenir los conflictos. La paz y la seguridad alimentaria a menudo se refuerzan mutuamente. Por eso la FAO hace hincapié en que el desarrollo rural debe ser una prioridad. La agricultura es la actividad principal de la población rural pobre, que es también la más vulnerable a las consecuencias de los conflictos civiles, hoy en día la forma más común de conflicto armado. El fomento de la pros-
peridad agrícola puede aumentar la cohesión social, reducir tensiones sobre reclamaciones enfrentadas de recursos naturales y, mediante la creación de empleos rurales, socavar la base de reclutamiento del extremismo violento en todo el mundo. La evidencia muestra que las intervenciones de seguridad alimentaria oportunas y sólidas permiten a los individuos y a las comunidades aumentar su resiliencia a los conflictos y acelerar su recuperación de los mismos. Debemos aprovechar lo que hemos aprendido. Reflexionemos sobre dos lecciones de Sierra Leona: primero, la larga guerra civil del país llevó a millones de personas a abandonar sus granjas, lo que conllevó más tiempo y esfuerzo para recuperar la producción una vez acabada la guerra. Tras el conflicto, FAO patrocinó escuelas de campo para ofrecer formación y fortalecer las capacidades. Estas dos cosas no sólo ayudaron a la recuperación de la producción de alimentos, sino que catalizaron la propagación de las organizaciones comunitarias y ayudaron a restablecer la cohesión social. El valor intangible de estos servicios de extensión agrícola de proximidad se reflejó posteriormente en el alto número de votantes en las áreas más afectadas por la guerra, una fuerte señal de que la recaída en el conflicto se había vuelto menos probable. Muchos otros ejemplos lo corroboran. Los resultados hablan por sí mismos. A la larga, los esfuerzos para proteger los medios de vida se traducirán en la necesidad de salvar un menor número de vidas como consecuencia de la falta de construcción y mantenimiento de la paz. El gran incremento en el número de personas desplazadas hoy es un recordatorio diario de lo que está en juego. Sin apoyo, muchos más agricultores en situaciones de conflicto no tendrán otra opción que desplazarse dentro y fuera de sus fronteras. La paz sostenible está íntimamente ligada al desarrollo sostenible. Permítanme hacer hincapié en el desarrollo sostenible, que requiere muchos ingredientes. Los alimentos y su producción, entre ellos.
LE MONDE DIPLOMATIQUE EN ESPAÑOL | MAYO 2016 - I
FAO proporcionará informes al consejo de la ONU sobre Seguridad Alimentaria
El Director General de la FAO, José Graziano Da Silva, intervino el pasado 30 de marzo ante el Consejo de Naciones Unidas.
L
a Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) proporcionará informes al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con análisis avanzados y actualizados sobre el estado de la seguridad alimentaria de países en conflicto. Así lo acordaron el pasado 30 de marzo en Nueva York el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, y el Presidente de turno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el angoleño Ismael Gaspar Martins. Con esta colaboración, la FAO prestará su apoyo al Consejo con mecanismos de alerta temprana que evalúan la situación de inseguridad alimentaria en los países en conflicto. Entre ellos, están el Sistema de Información Global y Alerta Temprana (GIEWS, por sus siglas en inglés) y la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés), que comprende un conjunto de herramientas estandarizadas que generan datos e información sobre la inseguridad alimentaria y la gravedad y las causas de las crisis de alimentación y nutrición. Cada tres meses, la FAO emitirá un informe dirigido a los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre países como Siria, Sudán del Sur o la República Centroafricana. La FAO defiende que mejorar la seguridad alimentaria puede ayudar a construir una paz sostenible e incluso a prevenir posibles conflictos y, por eso, subrayó la importancia de ofrecer información técnica de la máxima rigurosidad. Tras la firma del acuerdo, Graziano da Silva destacó que "la FAO es capaz de evaluar la situación de las familias que se encuentran en zonas de conflicto y saber si han comido o no han comido debido al conflicto". Una información que el Consejo de Seguridad utilizará para profundizar en la relación entre paz y seguridad alimentaria. "A pesar de que las relaciones entre el hambre y el conflicto
son complejas y no lineales, la inseguridad alimentaria es un factor que puede contribuir a la desestabilización de las sociedades y agravar la inestabilidad política", subrayó el Director General de la FAO. Instó, además, a los miembros del Consejo de Seguridad a
La FAO prestará su apoyo al Consejo de Naciones Unidas con mecanismos de alerta temprana que evalúan la situación de inseguridad alimentaria en los países en conflicto cooperar entre sí y junto con la FAO para la consecución de la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030. Es un objetivo por el que se debe trabajar incluso en momentos de conflicto y cuando la paz y la estabilidad se vean amenazadas. Graziano da Silva afirmó que la premisa fundamental de la Agenda 2030 es que "no puede haber desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible". Da Silva adelantó también que el informe del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, Una humanidad: responsabilidad compartida elaborado para la Cumbre Mundial Humanitaria que se celebrará en Estambul en mayo pide "la participación activa en la prevención de conflictos" de todos los actores internacionales, incluido el Consejo de Seguridad. La prevención, dijo, "exige abordar las causas profundas de los conflictos, incluyendo el hambre y la seguridad alimentaria". El Director General de la FAO anunció en Nueva York que la Organización está desarrollando también una política corporativa de consolidación de la paz para ampliar su contribución a la prevención de conflictos y que supone crear un marco más eficaz y flexible para la colaboración.