Orfebrería y arte en la Insigne Colegiata
Raúl Francisco Sebastián Solanes
Estudios y ensayos de historia y arte Revista MdR · nº 15, octubre de 2019
“Maestro de Rubielos” (MdR), como revista digital de arte y ensayo, es un proyecto interdisciplinar creado con la voluntad de dinamizar la difusión del patrimonio histórico y el legado artístico a través de la investigación científica, con estudios serios y fundamentados. Sus líneas de trabajo se basan en ofrecer información, difusión y opinión sobre el legado cultural, proponer actividades para la mejora de su conocimiento, así como generar conciencia de la necesidad de su conservación y mantenimiento. Por todo ello, sus editores hacen constar que esta revista, absolutamente gratuita y sin ningún ánimo de lucro, tiene una finalidad eminentemente erudita, para la investigación y divulgación de nuestros bienes materiales e inmateriales, sirviendo al estudio y enriquecimiento cultural de nuestros pueblos. Todos los contenidos, citas e imágenes reproducidas en sus estudios se acogen al artículo 32.1 de la Ley de Propiedad Intelectual, por la que “Es lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual, así como la de obras aisladas de carácter plástico o fotográfico figurativo. Tal utilización sólo podrá realizarse con fines docentes o de investigación e indicando la fuente y el nombre del autor de la obra utilizada.”
Maestro de Rubielos. Investigación, estudios y ensayos de historia y arte (XV - 2019) CRÉDITOS © MdR · Revista Maestro de Rubielos. Investigación, estudios y ensayos de historia y arte. Coordinación: David Montolío Torán · Jorge Civera Porta Textos: Raúl Francisco Sebastián Solanes Consejo asesor: Ángel Albert Esteve, Manuel Barea Cambres, Joaquín Campos Herrero, José Cebrián Cebrián, Sonia Cercós Espejo, Jorge Civera Porta, Juan Esteve Marcos, Víctor García Gil, Josep Lluís Gil Cabrera, María Gómez Rodrigo, David Igual Tomás, Vicente Martínez Molés, Rafa Martínez-Porral, Vicente Palomar Macián, Mar Rey Bueno, Adrián Rius Espinós, Pere Saborit Badenes, Raúl Francisco Sebastián Solanes, Rafael Simón Abad, Juan Serra Lluch, Pilar Vañó Arándiga, Jesús Vilar Vilar, Arturo Zaragozá Catalán. Fotografías: © Los autores y las Instituciones. Edita: Revista Maestro de Rubielos.
https://independent.academia.edu/DavidMontolioiToran http://www.davidmontoliotoran.es/maestro-de-rubielos/ Calle Obispo Sánchez, 24. 44415 Rubielos de Mora (Teruel) Correo mail: maestroderubielos@gmail.com ISSN: 2172-7570 Portada: Altar mayor Colegiata con el famoso sagrario, Ayuntamiento de Mora de Rubielos. © Foto: Casanova López.
Orfebrería y arte en la Insigne Colegiata de Mora de Rubielos: Pérdidas en 1936 y recuperaciones actuales. Raúl Francisco Sebastián Solanes1 Universitat de València Real Colegio de España en Bolonia Asociación Patrimonial Colegiata de Mora de Rubielos
Julio Monzón Royo, in memoriam
José Gonzalvo: Vista del Castillo y Colegiata de Mora de Rubielos. Dibujo. Colección particular.
Introducción
1
Doctor
Internacional
en
Filosofía,
Universidad de Valencia, tesis dirigida por Dra. Adela Cortina; Doctor Europeo en Sociología Universidad de Bolonia, tesis dirigida por Dr. Pier Paolo Donati. Miembro del Grupo de Investigación en bioética de la Universidad de Valencia: http://www.uv.es/ gibuv. Miembro de la junta directiva en la Asociación Española de Filosofía del deporte: http://www.aefd.net/. Colegial en el Real Colegio de España de Bolonia, 2011-2012. Presidente Asociación Patrimonial Colegiata de Mora de Rubielos. Premio Extraordinario de Doctorado por la Universidad de Valencia 2016. 2
TOMÁS LAGUIA, C.,La Insigne Colegiata de Santa María, de Mora de Rubielos, Teruel,
1964, p. 21. 3 MARTÍNEZ RONDÁN, J.,El templo parroquial de Rubielos de Mora y fiestas que se hicieron en su dedicación (1604-1620).
Rubielos de Mora,, 1980, p. 36.
La Insigne Colegiata de santa María la Mayor situada en la turolense villa de Mora de Rubielos fue erigida con la dignidad de Colegiata en 1454 por carta del arzobispo de Zaragoza Dalmau Mur y elevada a la categoría de Insigne por bula del Papa Calixto III en 1456.2 La insigne Colegiata de santa María la mayor de la villa de Mora, fue centro neurálgico de la vida espiritual, cultural y económica del señorío de los Fernández de Heredia. Al estar bajo el patronazgo de los Fernández de Heredia, una de las casas nobles más importantes de la Corona de Aragón, le valió importantes rentas, prebendas y privilegios. Esto permitirá enriquecer el templo gótico de retablos, tallas, pinturas y por supuesto todo tipo de orfebrería en plata, ya sean cálices, cruces procesionales, relicarios que guarden desde la reliquia de la cruz o huesos de santos, copones, custodias…etc. De todo ello se da cuenta en los inventarios de la Colegiata desde su erección, pasando por las diversas visitas pastorales hechas por los obispos de Teruel, especialmente las visitas del obispo Pedro Felipe Analso de Miranda y Ponce de León o del obispo Francisco Pérez del Prado. La cantidad de objetos litúrgicos de plata existentes en los inventarios de la Colegiata nos hace ver la riqueza acumulada y el poder adquisitivo que la Colegial morana tuvo durante los siglos de existencia, además nos hace ver lo elevado de las rentas y prebendas, así como legados píos y anatas que durante años recibió la Colegiata. La insigne Colegiata de Mora gozó de un gran poder durante mucho tiempo, hasta que se fundó la Colegiata de santa María la Mayor en la vecina villa de Rubielos de Mora, erigida con la dignidad de secular e insigne Colegiata por bula de Inocencio XII en 1698.3 El que se sitúe la nueva Colegiata de Rubielos a muy poca distancia de la Colegiata de Mora, respondía a la estrategia de dividir el poder eclesiástico en dos centros neurálgicos e impedir que la Colegiata de Mora concentrara mucho poder.
En sus siglos de existencia la Colegiata de Mora de Rubielos atesoró importantes objetos litúrgicos en plata que lograron sobrevivir (posiblemente escondidos) a la feroz invasión napoleónica. Gracias a la buena gestión del ínclito Prior el Dr. Antonio Cabañero y Burguete, que con la ayuda del Gobernador eclesiástico, el bolonio Dr. Juan José Alfranca Castellote, se salvaguarda las rentas de la Mitra turolense, junto con las rentas de las Colegiata de Mora y de Rubielos, gravados con cupos especiales.4 La Colegiata de Mora existirá hasta que un Concordato entre la Santa Sede y el gobierno de España establecen el cese de la Insigne Colegiata de santa María de Mora en 1851 junto con las otras colegiatas del ámbito rural, como la vecina de Rubielos. Sin embargo, todas las precauciones tomadas durante siglos de nada sirvieron estallada la guerra civil española. Ese mismo año la columna de hierro que se hace con el control de la villa de Mora e instaura un régimen de comunismo libertario, pondrá fin a este esplendor. Entre sus muchas medidas está la destrucción de la iglesia parroquial que se convertirá en almacén del ejército y garaje para arreglar los vehículos de guerra, la entrada de la cripta hará las veces de foso para los mecánicos. El día 15 de agosto de 1936, se hace una gran hoguera en la plaza de la iglesia donde son arrojados, libros, imágenes, cuadros y demás objetos religiosos. Solo unas pocas piezas se salvaran a la destrucción y desaparición deliberada. 1. Breve historia de la insigne Colegiata de santa María la Mayor Los inicios de la Colegiata de Mora de Rubielos son modestos, tras la reconquista de la villa a los musulmanes en 1171 por el rey Alfonso II el Casto, se construye un castillo –posiblemente sobre la fortaleza musulmana– a modo de plaza fuerte que pudiera dar protección ante cualquier ataque.5 Es entonces cuando se decide fundar una pequeña iglesia que hiciera de lugar de culto y atendiera las necesidades de las gentes que repoblaron y cristianizaron la nueva plaza, la cual era regida por un rector o plebano, es decir, un sacerdote que estaba al frente de la cura de almas y que en este caso dependía del arzobispo de Zaragoza, pues a su jurisdicción pertenecían Teruel y sus aldeas.6 Posteriormente la primitiva plebanía se convirtió en una vicaria bajo el patrocinio del señor feudal de Mora, que ostentaba el derecho de presentar al vicario. Tras la muerte del primer plebano de Mora, don Bernardo Fort, el arzobispo de Zaragoza, haciendo caso omiso de lo estipulado con el señor de Mora, nombró como plebano a don Jacobo Catalán canónigo de la diócesis de Albarracín-Segorbe. Descontento con el nombramiento el señor de Mora, con la ayuda de Alfonso
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TOMÁS LAGUIA, C., “La iglesia de Teruel en la Guerra de la Independencia”, Teruel, 21, 1959, p. 1. 5 ALMAGRO, A., El castillo de Mora de Rubielos: Solar de los Fernández de Heredia.
Teruel, 1975, p. 11. 6
TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 15.
V, apeló a Roma y consiguió que en 1431 el papa fallara a su favor y que el plebano Jacobo Muñoz abandonara Mora. Esta situación de la iglesia de Mora como vicaria se mantendrá hasta 1454, cuando el hijo del señor de Mora no contento con la fundación de su padre, dio un paso más allá y convirtió la vicaría en Colegiata. En efecto, debemos a D. Juan Gil Fernández de Heredia y Bardají, la erección y protección de la Colegiata de Santa María. Para llevar a cabo su obra suplicó al arzobispo de Zaragoza Dalmau Mur (1431-1456) que elevara la iglesia de Mora a la dignidad de Colegiata. El arzobispo atendió a la súplica del señor de Mora y se hizo la erección de la Colegiata bajo la advocación de santa María el 20 de junio de 1454.7 El templo adquirió la categoría de “Insigne” por Bula del papa Calixto III, gracias al apoyo de D. Gonzalo Fernández de Heredia, futuro arzobispo de Tarragona e hijo del señor de Mora. Dado que el decreto fundacional de Dalmau Mur no abarcaba todos los problemas y cuestiones futuras que pudieran surgir sobre el régimen de la iglesia, obligaciones y prebendados, el Cabildo y las autoridades de la villa notificaron al señor feudal Juan Fernández de Heredia la situación. Éste elevó preces al Papa Sixto IV pidiendo la reforma de la Colegiata. El Papa expidió un breve fechado en Roma a 23 de septiembre de 1479, comisionando a Bartolomé Martí, Obispo de Segorbe y Albarracín, para que visitara la Colegiata y reunidos el cabildo y el señor de Mora se dispusieran a manifestar lo necesario para la requerida reforma. Tras escuchar a los eclesiásticos y al señor feudal, se dictó el decreto de reforma en abril de 1480. Dicha reforma implicó la creación de una nueva canonjía, -siendo nueve los canónigos del Cabildo-, orden en los sitiales del coro, ocupando la central el Prior de la Colegiata, la ausencia de recessit, es decir, la ausencia de vacaciones de los canónigos, misa conventual diaria presidida por el canónigo vicario y maitines a media noche como se hacía en las catedrales y colegiatas medievales.8
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TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, pp. 1617.
8
TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, pp. 2224.
El decreto de erección establecía que hubiera ocho en lugar de las diez canonjías demandadas por el señor de Mora, ya que las rentas iniciales de la Colegiata no llegaban a las prebendas estipuladas para cada canónigo, la reforma de 1480 logrará un canónigo más siendo 9. Cuatro de estas canonjías eran dignidades de prior, vicario o subprior, chantre y sacristán, mientras que las otras cuatro eran simples. Como señala Tomás Laguía, una de las particularidades notables de la Colegiata de Mora es que todas las canonjías eran presbiterales, exigiendo que aquellos que las obtuvieran fueran sacerdotes ordenados in sacris. El arzobispo Dalmau Mur también nombró a los primeros canónigos y dignidades. Los canónigos con dignidad nombrados por el arzobispo
fueron don Martín Castro, su primer prior, que hasta entonces había sido vicario de la iglesia parroquial de Mora, don Juan Raimúndez, canónigo vicario, don Juan López, chantre, y don Jaime Villana, sacristán. Los otros cuatro canónigos sin dignidad fueron don Juan García, don Juan Fuster, don Jaime Rodríguez y don Gil Sanz.9 Durante sus primeros siglos de existencia, la Colegiata estuvo bajo el patronato de la familia Fernández de Heredia, marqueses de Mora y condes de Fuentes. Tras los acontecimientos de la guerra de Sucesión la situación dio un giro inesperado, ello se debió a que los Fernández de Heredia se pusieron de parte del Archiduque Carlos de Austria, que como es sabido no ganó la Corona de España. El nuevo Rey Felipe V de Borbón hizo que el señor de Mora, don Juan Jorge de Híjar y Fernández de Heredia, tuviera que marchar al extranjero. Esta circunstancia motivo la confiscación de todos sus bienes entre los que se encontraban las rentas del castillo y marquesado de Mora.10 La dificultad vino cuando en 1719 vacó el priorato de la Colegiata de Mora por muerte del doctor Manuel Andrés acaecida en 1718, siendo sucedido por el doctor Juan Rallol y Suelbes. La situación de exilio del señor de Mora hizo que se tomara la determinación de que fuera el rey de España quien autorizara el nombramiento, tal y como hizo por real cédula de 14 de febrero de 1719. Tras años de exilio la fortuna volvió a ponerse del lado de la casa de los Fernández de Heredia que debió recuperar la amistad del rey pues en 1726 el señor de Mora seguía ejerciendo el patronato de la Colegiata y de la villa.11
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TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, pp. 1819.
10
TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 38.
11
TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 39.
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MONZÓN ROYO, J., Historia de Mora de Rubielos, Mora de Rubielos, 1992, p. 120. 13 LASIERRA PURROY, A., Apuntes para la biografía de don Ramón de Pignatelli y Moncayo, Zaragoza, 1923, p. 10. 14 ALEGRE GARCÉS, M., Historia de Nuestra Señora del Espino o de la Vega, aparecida y venerada en la villa de Alcalá de la Selva obispado de Teruel, Teruel, 1863, p. 11
Durante el siglo XVIII la Colegiata de Mora era acreedora de cuantiosas rentas y píos legados, que personas particulares heredaban a la Colegial a cambio de misas o de una sepultura digna en algunas de sus importantes capillas, especialmente las situadas en el claustro.12 En este período de tiempo cabe destacar el nombramiento como prior de don Ramón de Pignatelli y Moncayo, que fue prior de la Colegiata desde los 9 años hasta los 19, en que será promovido a una canóniga en Zaragoza.13 Es muy probable que el prior Pignatellí pasara en alguna ocasión por Mora, pues como refiere don Miguel Alegre y Garcés –arcipreste y primer párroco de Mora en 1852– en su libro Historia de Nuestra Señora del Espino o de la Vega, había constancia de su actuación en el archivo de la Colegiata. En la nota 18, referida al prior Ramón de Pignatelli, refiere Alegre y Garcés de manera literal:14 “Archivo de la Colegiata de Mora, cajón 3º”, vinculando este orden u organización según cajones, a la clasificación establecida por el prior Pignatelli. La referencia al cajón tercero y su vinculación al prior Ramón de Pignatelli, indica no solo un cierto orden de los documentos entorno a mediados del siglo XIX, sino también que el prior Ramón de Pignatelli pudo visitar su iglesia como prior, al menos para recoger las cuantiosas prebendas
otorgadas a su cargo. Lo más curioso de este nombramiento es que Ramón de Pignatelli contaba con 9 años de edad, por lo que su promoción fue posible gracias a una bula del papa Benedicto XIV, fechada el 18 de septiembre de 1742, que le dispensaba hasta los 18 años con la condición de que el niño recibiera las sagradas órdenes. Esto no impidió que el joven prior recibiera las cuantiosas rentas del priorato.15 En 1750 el priorato quedará vacante por haber renunciado el prior Pignatelli que como sabemos ocupó el cargo de rector de la Universidad de Zaragoza y una canonjía en la Metropolitana de Zaragoza, siendo el principal artífice del canal imperial de Aragón.16 Al prior Pigantelli le suceden los priores don José Dolz de Espejo y Borrás, que posteriormente fue nombrado Arcipreste de Teruel, y don Pedro José Villar, que falleció en Mora el 23 de octubre de 1779, produciéndose la vacante a la dignidad de prior en la Colegiata. Tras la vacante del priorato, el doctor Antonio Cabañero y Burguete fue presentado a esta dignidad por don Luís María de Pignatelli, conde de Fuentes, por medio de su apoderado el duque de Villahermosa don Juan Pablo de Aragón Azlor, que era el embajador de España en Turín. El 5 de enero de 1780 el duque dio poderes a don José de Villarubia para que hiciera las diligencias requeridas ante el obispado de Teruel a fin de que el doctor Cabañero tomara posesión del cargo.17 El prior Cabañero es, en palabras de Cesar Tomás Laguía, el último gran prior de la Colegiata de Mora. Había nacido en la localidad turolense de Hoz de la Vieja en 1730 o 1735, doctor en teología por la Universidad de Zaragoza, es sin duda un personaje histórico de gran importancia para la villa de Mora y la provincia de Teruel.18 En tiempos del prior Antonio Cabañero se decide crear una décima canonjía doctoral tras la vacante del canónigo Gabriel Vélez y Alba, fallecido en Mora el 24 de julio de 1786. La petición del prior Cabañero fue atendida el 9 de marzo de 1787 por carta del conde de Valdellano, secretario de la Real Cámara de Castilla y del Real Patronato de Aragón, procediéndose a informar al entonces obispo de Teruel don Roque Martín Merino.19 El primer canónigo doctoral de la Colegiata fue el doctor Joaquín Pascual Jarque, clérigo tonsurado natural de Alcañiz, quien fue elegido una vez realizada la terna en 1787. Vacante la doctoral, por promoción de don Joaquín Pascual a una canonjía en la catedral de Barbastro, le sucedió el insigne doctor Vicente Pascual Esteban, natural de la vecina villa de Rubielos de Mora, en cuya Colegiata ya era canónigo, permaneciendo en Mora hasta 1804 en que es promovido como canónigo en la catedral de Teruel.20 Antonio Cabañero y Burguete falleció un 26 de febrero de 1822, llegaba entonces el final del período de esplendor
15 MONZÓN ROYO, J., Op. cit., 1992, p. 123. 16 MONZÓN ROYO, J., Op. cit., 1992, p. 124. 17 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 38. 18 SEBASTIÁNSOLANES, R.F – SEBASTIÁN EDO, M. A., “Perfil biográfico del Prior Antonio Cabañero y Burguete: Prior de la Colegiata de Mora de Rubielos”, Boletín de la Real Academia de la Historia. Madrid. 215, Cuaderno 3, 2018, pp. 475-496. 19 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 153. 20 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 159.
de la Colegial de Mora. La plaza de prior estuvo vacante hasta el año 1826, en el que el priorato fue ocupado por el doctor don Joaquín Piquer y Martínez.21
Relicario de la cabeza de Santa Benedicta de la Colegiata de Mora. © Foto: archivoCABRE-5432, 1908
Un concordato entre la Santa Sede y el gobierno de España establecen el cese de la Insigne Colegiata de santa María de Mora en 1851. Consta que sus dos últimos canónigos, el doctor Faustino Pascual y Seta nacido en Berge, doctor en teología, había regentado cátedras en la Universidad de Zaragoza.22 Desde que ganó por oposición de la canonjía en la Colegiata de Mora ostentaba la dignidad de vicario, que ejercía las funciones de prior en ausencia de éste, y don Francisco García, que abandonan la clausurada Colegiata y solicitan ser acogidos en los cabildos de Teruel y Segorbe. Sabemos que Faustino Pascual se posesionó de su nueva canonjía en Teruel el 24 de junio de 1852, pero no tenemos constancia de que así lo hiciera el canónigo Francisco García, que posiblemente debió pasar a la catedral de Segorbe.23 Los demás residentesen la extinguida Colegiata, tanto racioneros como beneficiados, decidieron continuar allí. La Colegiata se convirtió en parroquia conservando el nombre de Santa María la Mayor, siendo su primer párroco el erudito Miguel Alegre y Garcés. 2. Orfebrería y obras de arte desaparecidas en la guerra civil Conocemos la riqueza que poseía el que podríamos denominar el tesoro de la Colegiata, gracias a las diversas visitas pastorales que los obispos de Teruel realizan durante el siglo XVIII a la Colegiata de Mora. En las actas de dichas visitas se levanta inventario de los diversos objetos litúrgicos más significativos y relevantes. Gracias a las fotos del archivo Cabré hechas en 1908, nos permite recuperar algunas de estas piezas desaparecidas en la contienda de 1936.
21 SÁNCHEZ DE HAEDO, J., Guía del Estado Eclesiástico seglar y regular, de España en particular y de toda la Iglesia Católica en general, para el año de 1826,
Madrid, 1826, p. 360. 22 GASCÓN GUIMBAO, D., Relación Escritores de la Provincia de Teruel,
Zaragoza, 1908, p. 158. 23 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 197. 24 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, pp. 169-170.
El primer inventario de la Colegiata se hizo en 1484 y constaba en el denominado Libro Mayor desaparecido en 1936. Dicho inventario fue firmado por el entonces prior don Juan García, por el canónigo Vicario don Juan Martín y por el secretario don Juan Vilana. El segundo inventario se realiza en 1495 y constaba en el denominado Libro Rojo folio 23 donde se refirió a las reliquias de la Colegial y a la importancia de que estuvieran guardadas bajo tres llaves que debían estar en posesión del señor feudal Fernández de Heredia, del prior y del jurado de la villa. En dicho inventario se alude a las reliquias que ya existían, pero no se inventarían las que el prior había traído de Tierra Santa.24 Sabemos el total de reliquias con relicario correspondiente que albergó la Colegiata hasta 1936 que eran: Cabeza de santa Benedicta, reliquia de santo Tomás de Villanueva, contenida en un relicario grande de plata
dorada donada por la Catedral Metropolitana de Valencia en 1707, gracias a haber acogido en su exilio al Vicario General de Valencia don Luís Rocamora,25 reliquia de san Lorenzo mártir, de san Andrés apóstol, santa Catalina mártir de Alejandría, de san Blas, de sal Pedro mártir de Verona, de san Esteban y un importante Lignum Crucis.
Lignum Crucis gótico a la izquierda, cruz procesional y cáliz. © Foto: archivo CABRE-5508, 1908.
Posada de San Vicente, Antiguo Ayuntamiento de la Villa. © Foto: archivo CABRE-5483, 1908.
25 MONZÓN ROYO, J., Op. cit., 1992, p. 138. 26 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, p. 171. 27 SEBASTIÁN SOLANES, R. F., “El archivo recuperado de la Insigne Colegiata de santa María de Mora de Rubielos en Teruel”, Boletín de la Real Academia de la Historia. Madrid, 212, Cuaderno 2, 2015, pp. 333348.
En cuando a los objetos de culto que poseía la Colegiata según consta en el último inventario hecho el 23 de junio de 1895, se reseñan estos objetos en plata la mayoría de la antigua Colegiata: dos cruces parroquiales, tres cetros, una custodia mayor de bronce y plata, otra custodia pequeña, dos copones, tres coponcitos para viático, crismeras y concha para bautizar, juego de sacras para altar mayor, un crucifijo pequeño, un atril, nueve cálices con patena, cuatro cucharillas, dos incensarios, una naveta, cinco palmatorias, un jarrón y dos bandejas, acetre e hisopo, dos portapaces, un puntero, una pértiga para el macero, dos candelabros para ciriales, una cruz de mano para rogativas, una llave para el arca del monumento, coronas de san Roque, santa Barbara, el Niño Jesús, dos coronas de la Virgen del Rosario, una azucena de plata de santa María la Mayor titular de la Colegiata y cinco lámparas.26 Lamentablemente buena parte de estos valiosos objetos litúrgicos desaparecieron durante la pasada guerra civil de 1936, junto a los valiosos retablos, tallas, cuadros, buena parte de la biblioteca de la antigua Colegiata que contenía ricos libros de teología, corales, libros de las constituciones y reformas acaecidas durante sus siglos de historia y sobre todo las visitas pastorales de los diversos obispos que visitaron el seno de la Colegial. Sin duda la mayor pérdida está en el Libro de las Constituciones o el Libro Rojo que desde fundación recogían las reglas que debían regir al cabildo y que se modificaron con el transcurrir de los tiempos.27 A ello hay que añadir las valiosas reliquias y relicarios, entre las que seencontraba el pañuelo que según tradición perdió san Vicente Ferrer en la ventana de la posada durante su predicación en la plaza de la iglesia de Mora en el año 1412 y que se custodió en uno de los altares del ábside de la Colegiata.28 También se perdió el impresionante órgano renacentista que hizo el maestro organero Valdiere de Sotera para la Colegiata a expensas de la villa de Mora.29
A la orfebrería perdida cabe añadir los valiosos retablos renacentistas y barrocos junto con alguna tabla gótica que se conservaba en la antigua Colegiata que o desaparecieron o sucumbieron a la hoguera hecha en la plaza de la iglesia en 1936. Sabemos de la existencia de 28 TOMÁS LAGUIA, C., Op. cit., 1964, 77. una tabla gótica con la figura de dos ángeles, de las que 29 Archivo Protocolos Notariales de Mora de dio cuenta Elías Tormo en su libro Levante: Guía artística Rubielos. Protocolo de Jaime Matutano. y geográfica publicado en 1923. El célebre historiador 1600, Fols. 432 v-434v. natural de Albaida refiere:30 algunas tablas de ángeles, por 30 TORMO, E., Levante: Guía artística y 1470-90 en la igl. Gracias a las fotos del archivo Cabré geográfica. Madrid, 1923, p. 57. hemos conservado una foto de una de esas tablas góticas desaparecidas.
Ă“rgano de la Colegiata y pĂşlpito del lado del Evangelio, desaparecidos en 1936. Ayuntamiento Mora de Rubielos.
Sin duda la peor pérdida fue la del magnífico altar mayor, de factura renacentista que llevaba en el centro la imagen de la titular Santa María la Mayor, rodeada de las figuras de cuatro Doctores de la iglesias y de las tallas de los doce apóstoles, coronado por calvario y con un espléndido tabernáculo, con mecanismo para subir la custodia y que el sol de la custodia saltara del sagrario al ara del altar en el día del Corpus Cristi.
Tabla gótica con ángeles, Colegiata de Mora de Rubielos. © Foto: archivo CABRE-5465, Mas.
Altar mayor Colegiata con el famoso sagrario, Ayuntamiento de Mora de Rubielos. © Foto: Casanova López
3. Orfebrería y obras de arte recuperadas tras la guerra civil Las irrecuperables pérdidas del patrimonio históricoartístico de la antigua Colegiata de Mora de Rubielos durante la guerra civil española se suman a otras muchas pérdidas en todo el territorio español, especialmente en buena parte de la provincia de Teruel, donde la destrucción fue enorme. Por fortuna no todo ardió o desapareció y algunas piezas pudieron recuperarse y se están restaurando gracias a la labor de la profesora María Gómez Rodrigo y el Laboratorio de arte de la Universidad de Valencia y de gente particular que desde la Asociación Patrimonial Colegiata de Mora de Rubielos, llevan desde su fundación en 2016 la recuperación y puesta en valor del patrimonio procedente de la antigua Colegiata.
María Gómez Rodrigo junto al cuadro en la presentación. © Foto: Carlos Escriche Bea.
Son varios los objetos de orfebrería en plata que se han recuperado de la antigua Colegiata de Mora y que sabemos proceden de ella gracias a los ya referidos inventarios, a ello hay que sumar algunos valiosos cuadros y tallas que o se han restaurado o se restaurarán en breve. La primera obra de arte en destacar fue el cuadro del pintor napolitano Genaro Sarnelli “La educación de la Virgen”. La restauración fue realizada por la Dra. María Gómez Rodrigo en el Laboratorio del arte de la Universidad de Valencia. El cuadro fue un regalo de Fray Miguel Abad Zapater oriundo de Cabra de Mora, como regalo al Canónigo Miedes de la Colegiata de Mora por la ayuda que el cabildo dio para conseguir los permisos episcopales para la erección de la Escala Santa de la vecina población de Cabra. El cuadro que representa a san Joaquín y a santa Ana que enseña a leer a la Virgen niña, está fechado en el reverso por Genaro Sarnelli en 1728 y se salvó del incendio aunque estuvo muy cerca del fuego.31
31 SEBASTIÁN SOLANES, R.F–PÉREZ ALEGRE, A., “Arte napolitano en la Colegiata de santa María de Mora de Rubielos: La obra perdida de Gennaro Sarnelli”, en Archivo de arte valenciano, 97, 2016, pp. 201-214.
Puntero, copón de viático, corona, cáliz, portapaz de la Colegiata junto a crismeras e hisopo de hierro posteriores.
Destaca la recuperación de importantes piezas de orfebrería en plata y bronce bruñido que sabemos proceden de la Colegiata, según consta en los archivos realizados y en las visitas pastorales. Destacan un cáliz de finales del siglo XVIII y principios del XIX hecho en plata, en el nudo lleva tres medallones con las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, mientras que la copa lleva representadas las “Arma Christi”. Puntero, copón de viático, corona, cáliz, portapaz de la Colegiata junto a crismeras e hisopo de hierro posteriores Otros objetos de plata son el portapaz del siglo XVIII, con adornos de rocalla muy al estilo rococó, que evidencia un trabajo delicado y de gran valor artístico, acompaña las marcas del platero que posiblemente sea de la real fábrica. El copón para viatico que puede abrirse en tres piezas para llevar los santos olios a los moribundos, es uno de los tres copones pequeños que se refieren en el inventario de 1895. Finalmente tiene un gran valor el puntero de plata que a pesar de las dificultades y de ser el único puntero que consta en el último inventario, ha logrado recuperarse. Se trata de un objeto usado por el canónigo de dignidad de Chantre, para señalar las notas musicales del libro de canto que se situaba en el centro del coro sobre el desaparecido facistol.
Cáliz renacentista (s. XVI), ermita de san Miguel, procedente de la antigua Colegiata. © Foto: Francisco Daniel Díaz Ferrer.
Otro importante objeto es una corona de plata del siglo XVIII, ésta se trata de una pieza en plata con piedras de cristal con aureola y coronada con un orbe con su cruz que era parte de la indumentaria de la talla barroca del Niño Jesús. La referida escultura es de singular valor artístico y se salvó por fortuna gracias a que antes de que los integrantes de la columna de hierro se hiciera con el control de la villa, los entonces monaguillos de la iglesia,
la decidieron esconder en el pozo del claustro y allí pasó todo el tiempo hasta después de la guerra civil. Se trata de una talla barroca con soporte en madera dorada y se representa al Niño Jesús triunfante, con paño púdico y cetro en la mano. Destaca otro significativo elemento de orfebrería es el cáliz perteneciente a la ermita de san Miguel y que afortunadamente fue escondido en la guerra civil, evitándose que fuera robado a destruido. Se trata de una pieza espectacular, que se sitúa cronológicamente entre los siglos XVI-XVII en plata con un elegante trabajo de orfebrería. Dado que es anterior a la actual ermita de san Miguel que data de principios del siglo XIX, pensamos que se trata de un cáliz de la antigua Colegiata que debió llevarse para uso de la referida ermita. La nueva ermita más cercana al pueblo sustituía a la ermita medieval situada en el monte castellar y cumplía la función de capilla funeraria al cercano y desaparecido cementerio de la villa.32
Talla Niño Jesús del siglo XVIII, procedente de la Colegiata. © Foto: Araceli Solanes Sebastián.
32 SEBASTIÁN SOLANES, R.F., “Lo cómico popular en la tradición religiosa: La fiesta de los danzantes de Mora de Rubielos”, Temas de Antropología Aragonesa. Zaragoza. 23, 2017, pp. 237-268.
Otra importante pieza restaurada bajo el patrocinio del Laboratorio de arte de la Universidad de Valencia, gracias a la labor de María Gómez y sus jóvenes alumnas Rosa, Andrea y Marina se ha podido restaurar en 2019 esta espléndida pieza renacentista procedente de uno de los retablos den antiguo altar mayor, tal y como confirma la investigación de María Gómez. Debajo de una capa de hollín, consecuencia del incendio deliberado, se encontraba el pan de oro original, que tras la intervención ha recuperado todo su esplendor.
Talla renacentista de león, procedente de uno de los retablos mayores de la Colegiata de Mora. © Foto: José Luis Vila.
Custodia siglo XVII procedente de la Colegiata de Mora. Foto Miguel Ángel Pérez Cintrano
Finalmente destacar la custodia de la Colegiata de Mora, restaurada gracias a la Asociación cultural Virgen de los Desamparados de Mora, aunque más bien se trata de dos piezas en una. Tras la contienda civil se pusieron dos piezas procedentes del arruinado templo parroquial que hicieron las veces de custodia mayor. El pie de la custodia es de bronce bruñido al fuego, con adornos de cabezas de putis o ángeles chapados en plata, justo en el nudo se puede leer: Mn Joseph Argiles me fecit 1701. A decir verdad se trata de una de las piezas descritas en la visita pastoral del obispo Pedro Felipe Analso de Miranda y Ponce de León en 1721, donde se habla de una custodia
en bronce con adornos de plata. La parte del sol es de finales del siglo XVIII de bronce con putis de plata y alguna piedra de adorno en los rayos que nacen del sol. Tenemos constancia de la existencia de dos custodias, más la custodia mayor que la villa de Mora donó a la Colegiata. Como refiere el historiador Julio Monzón Royo, en 1771 se construye la “custodia grande” que debido a su tamaño era sacada en hombros de seis sacerdotes. Dicha custodia llevaba la inscripción: Ex Voto ab aliquibus Filiis Fidelissima Villa de Mora, donado por la villa de parte de algunos devotos, media un metro de altura y desapareció en la última guerra civil española.33 Conclusión Llegados a este punto estamos en condiciones de extraer una conclusión al presente artículo que nos ayude a vislumbrar la importancia de recuperar nuestro patrimonio histórico artístico, especialmente el religioso. La antigua Colegiata de santa María de Mora de Rubielos almacenó importantísimas obras de arte en sus casi cuatro siglos de existencia. Tras su extinción en 1851 y su conversión en parroquia de la villa de Mora, conservó este legado en libros, orfebrería, tallas, pinturas, retablos y ornamentos. Lamentablemente tras la irrupción en Mora de la columna de hierro y la imposición del comunismo libertario supuso la pérdida de gran parte de este legado histórico cultural. Según narran las crónicas orales de testigos presenciales, el día 15 de agosto de 1936 se hizo en la plaza de la iglesia una gran hoguera donde fueron arrojadas estas obras de arte. Las piezas de orfebrería en el mejor de los casos posiblemente fueran vendidas o fundidas dado su valor. Sin embargo, no todo este legado sucumbió al fuego de la ignorancia, sino que se preservó silencioso a la espera de que fuera redescubierto y restaurado. Como el ave Fénix que renace de sus cenizas, así están volviendo a la luz importantes obras de arte desaparecidas u olvidadas. Tal es el caso del cuadro de Genaro Sarnelli o la talla del león renacentista restaurado recientemente por la profesora María Gómez Rodrigo, las piezas de orfebrería en plata y bronce, los libros de la Colegiata y del convento franciscano de san Antonio de Mora, tallas e imágenes, e incluso cerámica.
33 MONZÓN ROYO, J., Op. cit., 1992, p. 128.
A estas recuperaciones cabe añadir un archivo fotográfico con fotos de diversos archivos que ha recopilado la Asociación Patrimonial Colegiata de Mora de Rubielos, con su impagable equipo de voluntarios que desde su reciente fundación en 2016 e incluso antes desde 2013 lleva trabajando -gratis et amore- en todos estos frentes. A esta labor de recuperación se suma la labor de
investigación a través de conferencias, visitas guiadas y publicación de artículos científicos como el presente con la intención de rescatar del olvido nuestra historia y darla a conocer a esta generación como legado que dejar a las generaciones futuras. La cultura no puede borrarse, pues siempre será la esencia más pura de una humanidad que puede aún sacar lo mejor de sí misma, que puede incluso elevar la naturaleza misma al plano más elevado de perfección, pues como decía Hipólito Taine:34 se
comprende la superioridad del arte cuando, tomando por objeto la naturaleza, manifiesta ya alguna parte profunda de su fondo íntimo, ya algún momento superior de su desarrollo.
Raúl F. Sebastián y Senén González Pereira en 2013, tras ordenar los libros salvados de la Colegiata de Mora.
34 TAINE, H., Filosofía del arte. Barcelona, 1946, p. 381.
«Maestro de Rubielos» Revista Digital ISSN 2172-7570
Ensayo de arte editado e impreso por