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producción
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Creación audiovisual y estudios académicos
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El término creación audiovisual presenta otro problema polisémico. No es extraño que sea empleado casi exclusivamente en la bibliografía académica en castellano (García, 2007, p. 12 -14) y eventualmente en los índices de artículos en francés con sólo algunas ocurrencias en textos en inglés y otros idiomas
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, y se emplea asociado con la elaboración de visualizaciones, instrumentos para la enseñanza y la divulgación; o ya bien, para identificar la praxis de campos más especializados como el de la traducción audiovisual (Ver Asensio, 2001). Muy pocas veces asocia por ejemplo, al cine o la televisión.
En otra búsqueda a través de los índices de citas, es factible encontrar una diferenciación entre estudios audiovisuales y ese otro conjunto mayoritario por cierto, de artículos que incluyen a estos últimos en un gran marco referencial denominado estudios de medios. Siguiendo a Luis Alonso García, de la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid para redundar en torno a esta diferencia:
El término de audiovisual es raro en la literatura anglófona, donde domina el de medios de masas (mass media), algo más preciso pero no exactamente equivalente al de medios audiovisuales. […] El término tiene relevancia en la literatura fran-
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Lo revela el número de resultados obtenidos a través de JSTOR (Consultado de las búsquedas: “medios audiovisuales” (513), “análisis audiovisual” (6), “estudios audiovisuales” (3); y “media studies” (10,228), “audiovisual media” (1,425). Los resultados puede recrearse también a través del servicio de Google Scholar
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cófona. Se impone, en torno a 1950, como emblema de una revolución didáctica provocada por la expansión de la televisión y su entrada en las aulas. Décadas después, en torno a 1970, adquirirá un nuevo sentido como estandarte de una crítica política asociada a los “nuevos medios”, con el aligeramiento y abaratamiento de los equipos de audiovideografía y la liberación y explosión de las bandas de transmisión de radios libres y televisiones locales.
Comprender la diferencia de las aproximaciones puede parecer trivial, pero revela también dos intereses: uno concentrado en el proceso de generación y difusión de un objeto audiovisual, y otra sólo en su difusión y “consumo”. La presente reflexión enfatiza en la necesidad de observar siempre la primera aproximación; no hay un criterio metodológico más allá de la categorización que impida tratar o estudiar la creación de medios audiovisuales como se hace con la creación artística, y en ese tenor, una obra de arte no es producto, sino proceso.
Audiovisual vs. Bellas Artes: la cultura de la producción
Las Bellas Artes poseen una larga historia de análisis, documentación e historiografía sobre el proceso de un artista para generar la obra. Por eso es predecible que un restaurador trate una pintura del siglo XVI con un conocimiento detallado del uso de la témpera, la química de los pigmentos de cada
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época y otras precisiones, como una suerte de ingeniería inversa para descubrir y recuperar el proceso del pintor. Del mismo modo, un musicólogo habrá de analizar la forma en que un compositor del barroco escribió música en función de las posibilidades tímbricas de un antiguo clavecín.
El análisis descubre en ese caso el proceso del artista y cómo usa sus herramientas. Si atendemos las palabras de E. Gombrich, multicitado divulgador de la historia del arte: no hay arte sino artistas. En las Bellas Artes, el análisis abunda en los saber/haceres. En el audiovisual se analiza habitualmente el proceso creativo en el espacio simbólico de la abstracción: e.g. el lenguaje cinematográfico, un guión, la composición musical contra imagen; pero cada vez menos, se detalla el proceso del autor con su herramienta. Claro está, el hecho de la cine fotografía por ejemplo, no representa la relación de un fotógrafo con su cámara negra, sino una enorme cadena de personas que crea y producen la tecnología detrás de la herramienta, y otro tanto que posibilita las condiciones materiales para que sirva como instrumento de creación audiovisual. Por lo tanto, la obra es más el fenómeno social que desencadena que un objeto. Según (Croteau & Hoynes, 2003, p. 33) (traducción personal):
Una perspectiva sugiere que no podemos mirar a los productos de los medios en un vacío tampoco. En cambio, debemos ver los productos de los medios como el resultado de un proceso social de producción que ocurre dentro de un marco institucional. Algunos investigadores le llaman a este