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Sobre el audiovisual del siglo XX

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Conclusiones

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tipo de aproximación institucional una “perspectiva de producción” (Crane, 1992; Peterson, 1976)

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La perspectiva que explica Croteau, se despega claramente de la obra artística para entender el audiovisual como un producto facturado en una línea de producción y al final puesto a disposición de su público como un medio (media). En este tenor, la creación audiovisual se entrega al “nuevo dominio de los Estudios Visuales” que se mezclan con el propósito de la Comunicología; se aparta cada vez más del estudio de los rasgos de la obra de arte para concentrarse en su efecto como medio (García, 2007, p. 12).

En esta tendencia, el medio distribuido en varias disciplinas o canales de percepción es conocido habitualmente como: multimedio, sin precisión aparente. Situemos esta observación en el tiempo en el que Croteau piensa lo multimedia para citar al tecnólogo estadounidense Nicolás Negroponte (Negroponte, 1993) (trad. personal):

[…] es interesante observar que durante la década de 1970, “multimedia” significaba “clubes nocturnos”. Cargaba la connotación de música rock más espectáculo de luz. […] los títulos [multimedia] de hoy comparten con el pasado la simple idea de que tres flujos discretos de datos: audio, vídeo y texto, se reúnen de forma explícita en la pantalla con un orden impuesto por una sincronización astuta.

Hoy en día, al calce de un programa de mano en una ópera que se presenta en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de

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México, se puede encontrar el crédito de un diseñador multimedia; un término igualmente falto de definiciones pero que nos ayuda, pues, a rastrear la evolución de una cultura de creación de objetos perceptibles en simultaneidad por dos o más sentidos, que si bien data de los tiempos más antiguos, tiene su relación también con el medio de percepción y los medios masivos hasta el siglo XX. En conclusión, la observación de nuestro objeto de estudio, se facilita en ese momento histórico en el que hay creación artística, hay posibilidad tecnológica de la simultaneidad de imágenes y eventos sonoros a través del tiempo, y hay tecnología para mediar su recepción y difusión: ese momento sin necesidad de mayor claridad, se encuentra en las últimas tres décadas del siglo XX.

Desde el ajuste de reostatos que hicieron los enviados de los hermanos Lumière a fines del siglo XIX, en cada rincón del mundo donde el proceso de electrificación no fuera suficiente para potenciar la lámpara de sus proyectores, hasta la llegada de las tecnologías para el audiovisual a los países sin recursos suficientes para mantenerlos, la presentación o factura de audiovisuales significó una cultura del mejoramiento del proceso que por supuesto no sólo implicó a su autor.

En oposición, y ya que antes del siglo XX toda manifestación audiovisual fue primordialmente artística y artesanal, el cine complejizó las herramientas que lo posibilitaron. La cámara y proyector cinematográficos fueron siempre herramientas fac-

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tibles por una industria con la tecnología para producirlas. A diferencia de la foto fija, el cinematógrafo necesitó de esa referida antes cultura de la producción para componer el saber hacer de una nueva diversión pública. La herramienta de creación audiovisual se distanció de aquellas que podía producir el propio artista; pensemos en contraposición un pincel hechizo que antes el autor integraba con su propio cabello y un madero. A partir de la época del cine, las habilidades del homo faber dejaron de ser suficientes para posibilitar esa obra artística audiovisual.

Así permaneció esta mediación a través de los avances tecnológicos del cinematógrafo, incluido por supuesto el nacimiento de la tecnología de sonido sincrónico que lo convirtió en el más avanzado objeto audiovisual. La evolución del cine y en consecuencia casi inminente el audiovisual, estuvieron gobernados por la evolución del soporte de registro, a saber, película con base en nitrato y la paulatina llegada del poliéster, y la cámara/proyector

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Mientras el cinematógrafo dependió de este binomio tecnológico, su renovación fue predecible y constante en conexión con la tecnología fotográfica y el registro sonoro en soportes analógicos.

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La invención de la cámara al mismo tiempo proyector, fue incluso una invención patentada por los hermanos Lumière en 1895 (Fullerton & Widding, 2000, p. 17). Mientras el cinematógrafo dependió de este binomio tecnológico, su renovación fue predecible y constante en conexión con la tecnología fotográfica y el registro sonoro en soportes analógicos. Algunos de los más ingeniosos avances en el lenguaje cinematográfico sucedieron a la luz de una mejora, hack, en el proceso tecnológico.

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