CAMPOS DE FUTURO EN LA INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA EN EL MUNDO EDUCATIVO Juan Antonio Planas Domingo* Presidente de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España.
Palabras claves: Prevención, Intervención psicopedagógica a lo largo de la vida, Orientación para toda la comunidad educativa, Orientador como agente de cambio, Importancia de la formación psicopedagógica del profesorado
1.- SITUACIÓN EDUCATIVA ACTUAL En este artículo voy a hacer un somero repaso de la situación educativa española para justificar la necesidad de un cambio drástico. La sociedad actual no necesita más cambios legislativos que suelen ser papel mojado porque no llegan a implantarse bien sea por problemas económicos o bien por derogación al llegar nuevos gobiernos al poder. Ni siquiera nuevos programas que se añaden a los existentes y que suponen parches a los problemas estructurales de nuestro sistema educativo. Apena comprobar que el debate educativo se centra en la asignatura Educación para la ciudadanía y en el tratamiento de la Religión cuando las necesidades educativas son muy diferentes. Tanto el profesorado como el alumnado y sus familias observamos atónitos la gran distancia existente entre las verdaderas necesidades del sistema educativo y las soluciones que se están planteando alejadas totalmente de la realidad. La situación educativa española es preocupante, para ello voy a referirme a diversos informes de toda solvencia internacional. En estos informes se comprueba la necesidad de potenciar la formación del profesorado y los Servicios de Orientación y Asesoramiento. El informe PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes), de la OCDE sobre el rendimiento académico de alumnos de 15 años, pone de manifiesto que hay más alumnos españoles que no alcanzan los niveles mínimos en lectura, en matemáticas y en cultura científica que la media europea y que existe un porcentaje significativamente menor de alumnos que alcanzan un alto nivel de excelencia. El fracaso escolar sigue manteniéndose en unas tasas elevadas (el 29% de la población entre 18 y 24 años no ha completado la Educación Secundaria). Es decir estamos 10 puntos porcentuales por encima de la media europea y aunque hemos avanzado muchísimo con respecto a épocas recientes no podemos considerarnos satisfechos. Los expertos que elaboran los informes PISA, con su coordinador Andreas Schleicher a la cabeza, afirman que “los países que mejores resultados obtienen son aquellos que consideran al alumno como el centro de proceso educativo y que vuelcan todas las estrategias formativas para conseguir su éxito y su mejor integración en la sociedad; son los que le dan un gran valor e importancia a la educación; que incentivan la implicación de las familias en la educación escolar
de sus hijos; que le dedican un notable volumen de recursos públicos y que le dan una gran importancia al papel de los docentes”. Uno de los ejemplos más relevantes es Finlandia. Su sistema educativo tiene una alta consideración social que se concreta en el gasto educativo (6,24% de su PIB); la escuela pública es muy mayoritaria; existe una gran descentralización administrativa y una gran autonomía de los centros; la ratio profesor/alumno es baja; existe un tratamiento de la diversidad por intereses; se tiene un gran respeto y estima hacia los docentes medido en la fuerte formación que éstos reciben y en el hecho de que a los más competentes se les sitúa en los primeros cursos de primaria; los centros están dotados de enfermerías pediátricas, de profesionales de la psicología y del trabajo social y se da una orientación escolar efectiva. Según el profesor Xavier Antich, España vive en este aspecto un retraso secular. El modelo decimonónico de una formación académica en las materias y contenidos no va acompañado de una capacitación pedagógica que permita la eficaz adecuación de estos contenidos a las diversas fases del aprendizaje. Existen modelos de referencia sobre los que se debe reflexionar: frente a las 6.400 horas de formación para el profesorado de primaria en Finlandia, España apenas bordea las 2.000. Frente a las 1.400 que debe cumplir un profesor de secundaria, España se contenta con 130. En ese mismo sentido incide José Gimeno Sacristán, quien opina que debería seleccionarse mejor a los candidatos a profesorado y que sus formadores deberían poseer una preparación y experiencia adecuadas ya que éste es un déficit histórico. En el informe de la Fundación Encuentro España 2008: Una interpretación de la realidad social, emitido a finales de julio de 2008, según su presidente, José Mª Martín Patino, una adecuada atención a la diversidad hace más complejo el funcionamiento de los centros educativos. “Se requieren mayores recursos materiales y humanos, lo que incrementa los costes de la educación” y apunta que el fracaso escolar es un indicador básico para valorar las medidas de atención a la diversidad. En España sólo el 66% de los alumnos de Secundaria alcanza el título que le corresponde por su edad, porcentaje que está por debajo del que se obtenía en 1995”. Considera que los centros educativos han de hacer frente a la atención a una creciente diversidad de los alumnos, aunque “la mayoría del profesorado no están preparados para atender esa diversidad”. Los centros requieren de la autonomía necesaria, algo que no es posible sin visión directiva, profesionalidad, formación actualizada y talento innovador, plantear una mejora en la atención a la diversidad exige formar a todos los agentes educativos: directivos, profesores y padres de los alumnos. Según los datos del Informe Panorama de la Educación 2008 (Education at a glance 2008) que elabora anualmente la OCDE y publicado en septiembre de 2008 se pone de manifiesto que el número de jóvenes que completan la educación postobligatoria (bachillerato y FP de Grado Medio) es 37 puntos superior a los que registraba esta etapa educativa en el periodo de la transición, hace 30 años, lo que supone que la diferencia con la media de la OCDE se ha reducido a la mitad. No obstante, el informe señala que sólo el 50% de los españoles de entre 25 y 64 años tienen estudios primarios. En este apartado nos situamos a la cola de los países desarrollados, por delante de Portugal y México, donde la cifra de adultos que no han obtenido el graduado en secundaria es del 72 y del 78% respectivamente. Por otro lado, el número de alumnos que obtienen el título de Bachillerato en nuestro país es superior a la media de la Unión Europea, pero es inferior el número de personas que obtienen el título de FP de grado medio.
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Education at a glance 2008 recoge asimismo la evolución del gasto público en Educación. Aunque el incremento del gasto por alumno en España es similar y en algunos casos superior a la media de la OCDE, el gasto en relación al PIB es menor. En 2005 el presupuesto educativo con respecto al PIB era del 4,2% mientras que en el presente ejercicio 2008 es el 4,57%. En España, el gasto público en educación con respecto al PIB descendió entre 1995 y 2005, lo que supuso que se incrementarán las diferencias con respecto a la media de la OCDE y de la UE. Por tanto, se está observando que en la mayor parte de los países europeos la clave para mejorar el rendimiento del alumnado y la calidad del Sistema Educativo estriba en la formación inicial y permanente del profesorado, así como su continua incentivación y motivación. 2.- PROPUESTA DE UN NUEVO MODELO DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA La intervención psicopedagógica en el Sistema Educativo es clave para mejorar el actual fracaso escolar del alumnado y aumentar la calidad educativa. Para que cambie realmente el sistema educativo habrá que empezar precisamente por este nuevo modelo. La intervención es fundamental para detectar a tiempo cualquier problemática educativa, sea de tipo académico, profesional o personal en los alumnos, para asesorar al profesorado y también para incidir directamente en las familias. Entendemos que este tipo de intervención debe abarcar a toda la Comunidad educativa, es decir, a la totalidad de los alumnos, de los profesores y a las familias. Estamos observando que la intervención psicopedagógica ha evolucionado notablemente en los últimos años. Desde el modelo más clínico y centrado en unos cuantos alumnos se ha pasado a un modelo más sistémico que abarca a toda la comunidad educativa y a lo largo de toda la escolaridad. Conforme se alarga el período de escolaridad obligatoria y también aumenta el número de personas que se forman a lo largo de la vida también aumenta el nivel de exigencia de la intervención. En estos momentos las funciones de los distintos servicios de asesoramiento y de orientación han aumentado notablemente. Se hacen intervenciones más globales centradas en el contexto escolar más que en los alumnos considerados individualmente y también se incide mucho más en la práctica docente y en el asesoramiento familiar. En estos momentos, nadie discute la importancia de que nuestro sistema educativo cuente con profesionales que incidan directamente en los centros escolares asesorando al profesorado, a los alumnos y a sus familias, detectando las dificultades educativas de los alumnos, colaborando en la formación del profesorado y coordinando las intervenciones de otros servicios educativos, sanitarios y sociales. Insistimos en la intervención preventiva en educación porque cuando no se hace a tiempo abocamos a un alumno durante muchos años a que esté fracasado en la escuela y después se le encamine hacia unas opciones que le cercenan tanto sus posibilidades educativas como laborales. Apostamos por que un alumno tenga una atención especializada desde el principio, si es en Infantil mejor que en Primaria. Porque si no, el alumno tiene problemas de autoestima, cada vez tiene menos perseverancia en su trabajo, los padres empiezan a desmotivarse porque su hijo no obtiene resultados positivos a pesar del esfuerzo y algunos profesores dejan de lado a esos alumnos con más dificultades.
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Otro aspecto que ha de adecuarse a las exigencias de la sociedad actual es la metodología didáctica. Cuando un alumno fracasa o debe repetir, se vuelve a reproducir el mismo sistema docente que ya he demostrado su fracaso. Continúan primando las aptitudes cognitivas, y su evaluación con el modelo-examen, frente a otros factores de tipo actitudinal y procedimintal. Uno de los aspectos más decisivos en la necesidad de cambio es la necesidad del profesorado de recibir una formación inicial y permanente adaptada a las nuevas exigencias. Todavía no se está realizando una formación psicopedagógica que dé respuesta a los problemas que se encuentran nuestros docentes en las aulas: gestión de conflictos, dinámica de grupos, tecnologías de la comunicación, motivación, nuevas metodologías, evaluación, etc. Según el profesor Xavier Antich, España vive en este aspecto un retraso secular. El modelo decimonónico de una formación académica en las materias y contenidos no va acompañado de una capacitación pedagógica que permita la eficaz adecuación de estos contenidos a las diversas fases del aprendizaje. Existen modelos de referencia sobre los que se debe reflexionar: frente a las 6.400 horas de formación para el profesorado de primaria en Finlandia (país que lidera los índices en los informes PISA), España apenas bordea las 2.000. Frente a las 1.400 que debe cumplir un profesor de secundaria, España se contenta con 130. Todavía no se está realizando una formación psicopedagógica de calidad que dé respuesta a los problemas que se encuentran nuestros docentes en las aulas. No es lo mismo dar clase a un grupo homogéneo que a otro heterogéneo, con diferentes capacidades y rendimiento tanto por debajo como por arriba. Hay que asesorar al profesorado en cuanto a problemáticas que antes no existían o se desconocían, como los alumnos disruptivos, la desmotivación, el déficit de atención, la hiperactividad, las ludopatías, la anorexia, la bulimia, el ciberbullying o la drogadicción. También precisan formación en temas tales como: materiales específicos para trabajar en esa diversidad, agrupamientos más flexibles, las nuevas tecnologías aplicadas a la educación, evaluación, mejora de la tutoría, medidas para mejorar la convivencia en la comunidad educativa, etc. Lo que está claro es que precisan de soluciones y experiencias prácticas que ya se han puesto en marcha en los centros educativos. En ese sentido el planteamiento que hacemos desde la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE) es se puede aprovechar la formación psicopedagógica y experiencia docente de los orientadores para coadyuvar en la formación inicial y permanente del profesorado tanto de ed. infantil y ed. primaria como de educación secundaria. Hay que rentabilizar los efectivos actuales y ampliar su número para poder hacer efectivo realmente este papel de incidir en la formación del profesorado. Hay que tener en cuenta que los orientadores pertenecemos por oposición al cuerpo de profesores de educación secundaria y estamos a tiempo completo en los centros educativos en contacto directo con el alumnado, sus familias y el profesorado, e incluso una buena parte del colectivo lleva años realizando formación en los centros de profesores y recursos o en instituciones sin ánimo de lucro dedicadas a la formación. La COPOE propone tanto al Ministerio de Educación como a las distintas universidades y comunidades autónomas que tengan en cuenta a los orientadores para formar a esos futuros tutores de prácticas (profesores que ya están en ejercicio) y de igual manera a los futuros profesores aspirantes. Los orientadores además de formación psicopedagógica y didáctica disponemos de más flexibilidad horaria debido a las pocas horas lectivas asignadas. Si se potenciara la presencia de dos o tres orientadores en los institutos y algunos más en los equipos de orientación psicopedagógica, uno de ellos podría dedicarse a la formación de esos futuros tutores y a colaborar en la formación de los profesores aspirantes. 4
Una de las posibles fórmulas que proponemos es la de destinar a los orientadores que han aprobado las oposiciones en la última convocatoria de refuerzo a algún Departamento de Orientación o E.O.E.P., de tal manera que durante un curso tendría la ocasión de formarse en la compleja tarea de la orientación, pero además permitiría que otro orientador destinara parte de su tiempo en la formación del profesorado tanto inicial, como permanente e incluso a la formación de los profesores tutores de las prácticas. Por otro lado, una de las piezas fundamentales que no se están teniendo en cuenta en la formación del profesorado tal como mantienen especialistas como Rafael Bisquerra o Carlos Hue, es la Educación Emocional. Tanto los alumnos como los profesores deben tener una sólida formación en este ámbito. Gran parte del malestar docente y de los problemas de convivencia se deben a que tanto los profesores como los alumnos no están gestionando adecuadamente los conflictos tanto personales como relacionales. Por ello, este tipo de formación sería preferible que la impartiesen personas con formación y experiencia psicopedagógica. Coincidimos con planteamientos realizados por parte de profesores con reconocido prestigio como Joaquín Gairín Sallán o Mario Martín Bris de otorgar más relevancia a los aspectos psicopedagógicos y a la experiencia práctica. Lo que es indudable es que un asunto tan primordial para la mejora de la calidad del sistema educativo, no puede caer en el error de perpetuar el anterior CAP. Si la formación se convierte de nuevo en algo teórico alejado de la práctica diaria volveremos a fracasar. No puede supeditarse este asunto a un reparto de poder entre los distintos Departamentos Universitarios que incidan de nuevo en conocimientos específicos propios de la titulación de grado. El futuro profesorado precisará de experiencias directas y ejemplificaciones concretas de la compleja tarea de enseñar tal como dinamizar un aula, llevar a cabo una entrevista, motivar a los alumnos, o resolver conflictos en el aula. Es difícil que personas que no están trabajando directamente en los colegios de infantil y primaria o en los centros de Educación Secundaria puedan ofrecen en exclusiva esta formación tan práctica. A nuestro entender las nuevas metas de los servicios de asesoramiento y de orientación deben ser mucho más ambiciosas, debe dirigirse a la formación y al asesoramiento del profesorado tanto a nivel individual como a nivel colectivo y no tanto a las intervenciones clínicas centradas en unos pocos alumnos. La nueva dimensión de la orientación debe abarcar a toda la Comunidad educativa, es decir, a la totalidad del alumnado (no sólo a los que presentan necesidades específicas de apoyo educativo), del profesorado y de las familias. Y por otro lado debe ser una orientación para toda la vida, no circunscrita a determinadas etapas educativas. Los Sistemas de asesoramiento y de orientación deben dar respuesta a las nuevas exigencias de la sociedad actual. El modelo de intervención que se recomienda es el de programas que presenten las características de la complementariedad, la conciliación y la integración, además de estar adecuadamente planificado, tener un carácter preventivo y sistémico, y contar en su diseño con la adecuación al currículo y al contexto social y en su aplicación con el compromiso compartido por toda la comunidad educativa.. Este modelo debe ser complementario, conciliador e integrador de los ya existentes, incluso modelos selectivos, pero más en la línea integradora de la intervención en el asesoramiento y la orientación y adecuación a nuestro contexto social y educativo. Sus rasgos más característicos son:
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La intervención del Orientador o del Asesor ha de dirigirse a todos los alumnos y grupos de alumnos en colaboración con las familias. La intervención será sobre todo indirecta por lo que esta intervención seguirá las pautas del modelo de consulta y formación del orientador, profesores y padres, con un papel mediador y un estilo colaborador. La intervención se organiza en un primer en primer lugar de acuerdo al modelo de servicios coordinados internos (Departamento de Orientación) y externos (Equipos de Orientación sectoriales), y se llevará a cabo en ambos casos por programas integrados (en el proceso de enseñanza-aprendizaje), comprensivos (que responderán a las necesidades de Orientación personal, académica, profesional y familiar) y contextualizados (para que puedan responder a los principios de prevención, desarrollo e intervención social). La intervención orientadora ha de apoyarse en el uso de cuantos recursos psicopedagógicos puedan mejorar la calidad de la mediación educativa entre los que se incluyen las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, y los medios de comunicación social
Resumen: En este artículo se pone de manifiesto la importancia de la intervención psicopedagógica para mejorar la calidad del Sistema Educativo. Esta intervención va a ser decisiva para la detección y tratamiento de los problemas de aprendizaje y es clave para el buen funcionamiento de los nuevos programas educativos que se están implementando como consecuencia del desarrollo de la LOE. Se hace una propuesta de un modelo de intervención basado fundamentalmente en la prevención y en la aplicación de programas específicos. Y, finalmente, se hace una propuesta sobre el nuevo rol que deben asumir los orientadores de contribuir a la formación inicial y permanente del profesorado. Referencias Bibliográficas - AAVV 2007 “Actas del II Encuentro Nacional de Orientadores: Por una Orientación de calidad para todos” Diputación Provincial de Badajoz - BISQUERRA ALZINA, R. (2002): "La práctica de la Orientación y la Tutoría” Barcelona: Praxis - CASANOVA, M.A. (1999): Manual de evaluación educativa. Madrid, La Muralla; 5ª edición. - GALVE MANZANO, J.L. y AYALA FLORES, C.L. (2002): "Orientación y acción tutorial: de la teoría a la práctica" Madrid: CEPE - GONZÁLEZ, J. Y WAGENAAR, R. (2003). Tuning Educational Structure in Europe. Bilbao: Deusto. - LLEDÓ BECERRA, A. (2007:) “La Orientación educativa desde la práctica” Sevilla: Fundación ECOEM
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