Caracas L.Q.Q.D.

Page 1


PALABRAS

AL MARGEN

Con su conocido espíritu de curiosidad por la historia Guillermo José Scbeel, formado en el crisol de El Universal, nos ofrece un nue110 libro en cuyas páginas no sólo hallará el lector Ja grata sorpresa de encontrar algunas imágenes inéditas de la cimlad y sus gente«, en el primer medi-0 siglo, sino el mate-rial qtte nos ofrece apoyado en datos de buena fuente a fin de explic'" las razones que no pocos caraqueños, entre éstos el mismo autor, tuvieron para conocer la Caracas aldeana de fines del siglo XIX, estancamiento atribuido por Scbeel al propósito que habría tenido et General Gómez desde que se hizo del poder en 1908, de cancelar ta deuda externa reclamada compulsivamente a Castro por . las potencias acreedoras y así eliminar el peligro de una conjmaciót~ combinada, que pusiera en aprieto Ja autoridad que iba a ejercer en Venezttela sin limitaciones hasta su muerte en 1935. Al pasar revista a los hechos, con su diligencia prooerbial, Scbael aporta un material mmca antes pttblicado. Acaso en una que otra de sus crónicas del periódico "Br1ij11la", con mención a la personalidad de amigos como José Izquierdo, Pedro Sotillo, Angel Pmedo, Nemecio Parada o Rafael Seijas Cook, haría atg!tn comentario aislado sobre los sucesos que sbor« concatena en una primera parte, desde /.a entrada de Castro y Gómez, al frente de la Restauardora en ocsabre de 1899, hasta el año 1930, citando se prodttce la noticia de la cancelación de la det1da externa, y desde esta fecha a hoy, lapso en el cuel at decir de Scbael, Caracas ha cambiado tres veces de fisonomía para llegar actualmente a ofrecer un cftádro impresionante de crisis en toda suerte de servicios debido al sobregiro de su crecimiento, descrito attn por observadores de la mayor moderación como "espectac1dar". Cu.ando este libro aparece, El Universal navega hacia los 70 años -19 de abril 1979- fecha en la cual est4rá en sus comienzos un n11e110 periodo constit11cmu1t. Caracas, diciembre 1977.

LUIS TEOFILO NU~EZ.


L.a.a.o. nly si vuelven los barcos? Mi apreciado emigo y compañero Guillermo José Scbael formula en el presente libro la misma pregunta que muy probablemente se hiciera en más de una ocasión el General Gómez dtwanle sus impenetrables soliloquios. Ha podido ser en verdad, una preocupaci6n insistente y duradera en la mentaJidad despierta 'Y primitiva del bombre de la Mulef'a, éste de la posible acci6n de fuertes Estados extranjeros en nuestra viáa pública. ¿Q1té amenazas podía temer el gobierno de Gómez? Los inveterados alzamientos, parecidos a ciertas candiáaturas presidenciales de hoy, iban derecho al fracaso entre un arcoiris de esperarnztJJ imposibles. ¿Un golpe militar? Eso era más serio. Para prevenirlo tuvo siempre el ejército en sus propias numos, bien Of'gamzdáo, bien manteniJo, con jefes mbalterncs bien adictos, bien pagados y bien espiados. <:·Si no un golpe, qué? ¿Un complot de papelitos? Con la técnica que se usaba en estos casos era imposible obtener apoyo y acción de grandes masas, y el remltado era un intercambio clandestino de opimones aá1Jersas entre grupos de conocidos disidentes. ¿Una huelga general. ? Se desconocía aquí entonces toda m fuerza; por otra parte, no había sindicatos, y las escasas agntpaciones obreras eran pequeiios grr,pos de 1mttuo auxilio. 7


.-,, _)

Además, la corrupción administrativa actuaba libremente. En todos los niveles, la apropiación indebida, por no dMl_e su 011'0 nom!Jre, era la regla general; tenía) p01' decirlo así, una discreta "luz verde". 'No había contraloria alguna. No se cuestionaba ninguna cuenta. Había libertad d tráfico de influencias. Casi todo el mundo aspiraba a que le dieran una posición "donde hubieran. En muchos ciscslos se consideraba bobo a quien pudiera "1¿ñatear" y no lo hiciera. Por otra parte, los sueldos del Gobierno eran mejores q1te. los de hti empresa privda y los pagos se efectuaban con impecable regularidd. Eran legi.ón las personas que. estaban satis!echas con la situación de sus bolsillos o con sus perspectivas inmediatas. La falta de libertad política nada les importaba. Había una mmoria perjudicada en m economía, pero en vez de rebelarse buscaba "conectarse" con gente influyente para· rehacer. finanzas debilitadas. Había gente descontenta que vivía tristemente resignada, como quien asiste a un desabsciado f!nf ermo. Los verdaderos descontentos, los que estaban indignados con el sistema, eran una minoria casi inexistente. En tales cfrmnstancias, el gobierno del General Gómez podía sentirse razonablemente segu-ro con respecto a la situación interna del país. Más grave que todo lo qtte pt,diera surgir dentro de la nación sería la intervención extranjera. El recuerdo y el temor de un bloqueo tal vez rondada en la mente del dictado« como lo más serio que pudiera ocurrirte: ¿rry si los barcos oueloen?" Pero los barcos venían a cobrar. Si no bubier« deudas no habría. bloqueos. Entonces, para librarse de la posible amenaza de los buques de guerra, lo mejor era pagM y extinguir toda la deuda externa. Así piensa nuestro amigo Scbsel q1te consideraba el General Gomez su posición, y que en consecuencia fue dosificando los gastos para poder redimir las deudas extranjeras. Y es muy posible que este idea de nastro compañero sea 8


aceYtttdaj así lo demuestra la documentada exposición con que comienza este libro. Para 1930 quedó saldada la última Je tas deudas. Pero lo que más nos interesa y regocija de esta p1tblicación es que tengamos un libro más de Guillermo José Schael. Et tesoro de testimonios gráficos que él ha salvado en s1ts obras publicadas no puede reemplazarse con nada. Lo que no está en los documentos oficiales, lo q11-e no está en las estadísticas, lo que no está en las memorias y biografías, lo que no está en las narraciones e interpretaciones de la historia, está machas veces en 1ma fotografía. Hay valores íntimos y humanos que recelen a quien sepa mirar, tántas [acetas del carácter: aspiraciones, gustos, modales, costumbres. Cómo se anudaban los hombres la corbata, cómo cruzaban la pierna, cómo llevaban tm bastón, cómo saludaban sombrero en mano, cómo ponían la cara cuando estaban sentados junto a las demás. cómo bailaban, cómo se sentaban a la mesa. c'Y las jóvenes? ¿Y los oieios? ¿Y los ricos? ¿Y los pobres? Un álb11-m de fotografías es un despliegue de involuntarias confidencias, candorosas a oeces, y profundamente humanas. ¿Y la ciudad? Cuando vemos el tameño y las condiciones de la Placita de San Pablo, con sus pequeños postes y cadenas, con su estatua de la india y s11- rincón 1in salida, comprendemos que el combate qtte la historia nos narra, la famosa "sampablera", no pasó de ser una miniatura, casi una riña. Allí no cabían ejércitos. ¿Cuántos hombres había PM lado? ¿cincttenta? ¿sesenta? Entendemos mejor las aspiraciones personales de Gttzm4n Blanco y los empeños de sus opositores cuarulo vemos la imagen de "saludonse" y "manganzon" sobre sus de!d;/Jarecidos pedestales. Vemos mejor el crecimiento y la evPlttción del aspecto de la ciudad, las estrechas calles empedriklas por donde transitaba Don Aristides Rojas; la bodega dotzde compraban un trozo de queso para el desayuno de Don 9


Cecilio Acosta; la mula que llevaba el pan a casa de Don Editardo Blanco. Y vemos cómo era la laguna de Catia, la laguna de Gamboa y la cascada de Blendin. Toda el pasado

(

desaparecido se entrevé en las imágenes. En este. libro, las fotos que fig11,ran son todas de este siglo, con una sola excepción: la fachada del convento de las monjas concepciones. Et haber encontrado y salvado esta imagen es algo que nunca podremos agradecerle demasiado al periodista Scbael. Ese viejo convento jugó un papel preponderante en la vida cimJadtma de la colonia y de las tres cuartas partes del siglo XIX. Son numerosos los episodios en que figura. Uno de los más impresionantes se remonta al año de 1646. En tm malhadado dia, en una de las puer-tas de ese convento, tres monjas hermanas: Inés, María y Elvira de Ponte y Campos, vieron el suplicio de s1+ madre, Doña E/vira, inocente víctima del odio y la inj1+stU:ia. La bablen. montado sobre un burro y la habían desnudado de la cintura arriba, para eoergonzerl«. En la cabeza le p-ttsieron un cucurucho, y dos negros esclavos la iban azotando, mientras la gente veía silenciosa el desfile y las monjas ltOf'ab.-in desconsoladamente. El convento fue demolido por G1+zmán Blanco para construi» el Capitolio, y los venezolanos de hoy ignoran cómo era ese ediiicio, cuajado de bistoria, cuyo nombre vive todavía hoy en el de la esq1+ina donde estuco: la esqttma de Las Monjas. Es 1m verdadero hallazgo valiosísimo el haber des cubierto esta vieja f otograf'ía q1¡,e viene a llenar una gran lagt+tia de la imagen de nuestra vieja Caracas. Lector, otorguemos todos nuestra más cordial bienveni da a tan valwso y ameno libro. Caracas, diciembre de 1977.

LO


INTRODUCCION

Hacia 1920 las calles de Caracas eran de tierra; había pocas empedradas. Vivían 118 .mit dlmas en 970 hectáreas de superficie urbanizada dentro del Valle. Actualmente, se habla de 15 mil hectáreas ·ttrbanizadas que reunen probablemente a más de 3 millones de habitantes. Como sus problemas, Caracas es un conj1mto urbanístico J' humano no cuantificable con la rigidez que había en otros tiempos, no tanto por las formas de gobierno como por lo reducido que resultaban todos los circules. A pesar de los plan.es gubern4mentales recientes, la Ca-pita/, y stt región circunvecina, dministrativamente llamada Región Capital, tiene un p01'centa-je muy importante del desenvolvimiento económico 'Y comercia] de la nación. La ciudad, es, pues, cabeza. y brazos del país, no siempre correspondientes entre ellos. Desde el punto de vista humtmo y técnico, una asociación de problemas que rebasan la posibilidad de atención y remedio de las dos autoridades dministrativas y de servicios -salvo por to q1"e a la policía respecta- que hay en el Valle de Caracas. Caracas es una metrópoli en el más exacto sentido de la palabra, pues_ la disfrutan y sufren hombres que no solamente representan la magnitttd de tipos posibles dentro del propio escenario venezolano como una de las consecuencias del problema migratorio interno que ecus« el país, sino q11-e además ha l L


recibido a

to largo de se historia a gentes de todas las necio-

naliáades... En suma, y con relación a aquella ciudad de tos días de la dictddura gomecista, Caracas resulta como un moseico disparejo, como la conclusión de una lucha intensa de intereses, posibilidades y recursos. Animados del propósito de consignar el testimonio gráfico que con tos años hemos compilado, ofrecemos en esta oportunidad las que creemos son las menos conocidas de las vistas de la Caracas del segundo enarto del siglo que corre. Bxcepcionalmente incluimos una {ef)iglo xrx casi desconocida: la fachada del antigtto convento de las Monjas Concepciones, testimonio obtenido de 1m libro donado a Guzmán Blanco en 187 5. Al pie de la foto y en relieve está ta identificacion del autor: F. Lessmann, primero en tomar impresiones de áreas públicas de la citul.ad durante el último tercio del siglo XIX. La imagen original ya borrosa por acción del tiempo fue reanimada con riguros« fidelidad por el pincel del artista Luis Aluarez de Lugo.

12


I La llamada maquinaria política del liberalismo amarillo había logrado para el país el establecimiento de un dual equili­ brio: el político y el económico. Factores ambos que permi­ tieron el cumplimienco por el guzmancismo como por el crespismo de una obra de algún significado, cuando menos, alternativa del letargo inmenso en que el país se hallaba desde los días de Páez. En efecto, en la persona de Guzmán Blanco la ciudad de Caracas tiene a su primer gran agente rernodela­ dor. Y Venezuela no sólo un gobernante rapaz. El 23 de mayo de 1899, desde la frontera con Colombia, se inicia la "Revolución Restauradora", a cuya cabeza vienen Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Esta Revolución marca el comienzo de una era crítica para la economía venezo­ lana. Y establece, al mismo tiempo, una era política que va a extenderse más allá de la muerte de Gómez: la de la presencia de los andinos en el poder. El país entra, con la Restauradora, en otra fase más aguda que es producto del desorden, la anarquía y las luchas entronizadas. Entre 1899 y 1903, Venezuela vive una sola guerra civil que, de acuerdo al cálculo de Manuel Landaeta Rosales, registra 37 2 combates, 20 mil muertos y la pérdida de la mitad de la riqueza ganadera.iLos campos apenas son siembras de osarios, de desesperanza. A la problemática interna, viene a sumarse el 13


terror y miseria. La economía ganadera y agrícola sufre tal vez su más duro revés desde los tiempos de la guerra con el deterioro de los precios del café, soporte de nuestra economía. La intranquilidad y la destrucción en el Caffi.J?O coadyu­ van al empobrecimiento fiscal. El café pasa de ser el 85 por ciento de las exportaciones venezolanas en 1898 a significar apenas menos de la mitad. Definitivamente está establecido que durante la década del régimen de Cipriano Casero, Vene­ zuela dejó de producir, respecto al decenio anterior, casi 350 millones de bolívares. Para el país que arrastraba la 'car­ ga de una gruesa deuda externa e interna y que no había cumplido con compromisos internacionales ni locales en eJ orden de la compensación por daños de guerra, el desbarajuste económico que se crea con la Revolución Restauradora no viene sino a agravar a un enfermo cuyo estado es bastante delicado. La presencia de Castro en el poder, como se dijo, no hace sino acelerar la evolución de una crisis que termina por aislar a Venezuela de los círculos económicos internacionales y que genera una de las situaciones más bochornosas en que llega a encontrarse la República en lo que lleva de historia. Literal­ mente, la situación económica era entonces ­caótica. Desde la muerte del Libertador hasta los inicios de este siglo, nunca la carga de sus héroes militares y civiles había pesado canco en los destinos del país. Juan Vicente Gómez, obviamente, había sido testigo del lamentable episodio del bloqueo de las coscas venezolanas por las fuerzas navales de los países con los cuales teníamos deudas pendientes y que la recesión y desorden en que había­ mos entrado al despuntar el siglo, agravaron, puesto que no estábamos pagando. La deuda se descomponía así: con Gran Bretaña, 1.963.650 pesos; con Alemania, 1.474.337; con Italia, 438.055; con Francia, 3.578.322 pesos. Además, debíamos a los Estados Unidos 15.723.081 pesos, a España, México y Holanda aproximadamente 2 millones de pesos más. En 14


total, más de 15 O millones de bolívares. Caracas tenía 90 mil habitantes y Castro tres años en el poder, cuando el 9 de diciembre, hace crisis la presencia en los puercos venezolanos de la flota anglo­germano­italiana que viene a exigir un arreglo inmediato de la deuda. Estados Unidos medió en el conflicro y propuso llevar el problema al Tribunal de La Haya. Se exigió por parte nuestra el retiro de los barcos, y el 13 de diciembre de 190 3, se firma el famoso protocolo mediante el cual Venezuela se compromete a pagar en cuotas anuales. Gómez había contemplado en silencio la situación. Cuan­ do en 1908 Castro enferma y se embarca para Europa en busca de alivio, el Vice­Presidente Gómez se encarga del go­ bierno. No tardaría en organizar un movimiento que lo lleva a la Presidencia, donde logra consolidarse a través del riguroso exterminio de los movimientos revolucionarios internos, que tanto habían ayudado a destruir la economía de aquel país pobre e inculto que llega a gobernar el grupo "los sesenta" o de la Restauradora. A nadie habría de comunicarle Gómez el más trascenden­ tal objetivo internacional que seguramente se había trazado: pagar la deuda para no verse envuelto en un contratiempo como aquel de 1902. Lo prudente ­­se habría dicho­ es ir haciendo las reservas anuales para reunir lo antes posible una bolsa y empezar a pagar, dándole, de paso, cumplimiento al compromiso suscrito en La Haya. "El enemigo puede venir de afuera y alentar a los de adentro" ­habríase planteado aquel hombre astuto y desconfiado. El país apenas podía sufragarse lo indispensable. Gómez, en su mensaje al Congreso el año 1910, alega que se impone con perentoria inmanencia la expansión del campo y de la actividad del trabajo nacional. "EJ trabajo es el medio natural, la ley y la misión y el destino del hombre. Una sociedad' que no trabaja ­dice­­ es como un organismo postrado; será presa de buitres". Más adelante anota: e e ••• conservo entera ... la aspiración 15


de contribuir a levantar la Patria de sus largos y hondos que­ brantos", entre los que luego cítaría la falta de sinceridad

presupuestaria, habiendo sido el primero de la era de Górnez, del orden de los 50 millones de bolívares. La deuda interna y externa, para el momento, estaba situada en 233.096.492 bolívares. De julio de 1908 a junio de 1909, Juan Vicente Gómez había ordenado contra la deuda externa pagar 12.054.557,23. Cuando tomó el poder, debíamos a las potencias extranjeras 161 millones de bolívares. En el mismo mensaje al Congreso, como en los de' los años siguientes hasta 1921, el propio Gómez va a hacer notar la poca asignación en los presupuestos para gastos de obras públicas. " ... Conociendo como conocéis las necesidades de la República ­decía Gómez a los coogresantes­, os parecerá seguramente poco lo que se ha hecho; pero conociendo tam­ bién los recursos con que ha contado el Gobierno para la organización administrativa y política del país, no os parecerá, de seguro, poco lo que la buena voluntad del Ejecutivo ha realizado en este importante ramo". En efecco, el presupuesto para 1910 presenta una suma de 2.203.724,60 para obras públicas. Y en el presupuesto fiscal para el período 1916­ 1917, es de 2.673.426,45. El presupuesto general de gastos es de 58.043.627 bolívares, que se distribuyen entonces así: Relaciones Interiores 16.667.970,36 bolívares; Relaciones Exteriores, 874.262,81; Hacienda, 16.635.750,63; Guerra y Marina, 11.5 55.079,36; Fomento, 3.598.720,66 y Obras Públicas la ya indicada. Los ingresos nacionales para aquel ejercicio fueron contabilizados en 72.126.667,34. Respecto a los ingresos, aquel presupuesto acusaba superávit por 14.083.040,05 bolívares. Obsérvese que es alto el presupuesto para Hacienda, el cual pasa de los 14 millones de bolívares, superado apenas -y por muy poco­­ por el de Relaciones Interiores, que incluye al Situado, que ya en 191 O era del orden de los l O millones de bolívares, por lo que un incremento de 6 millones, 16

(


pxo significa si se coma en cuenta que, de acuerdo al propio decir de Gómez, los 1 O millones al Simado asignado no se correspondían con el gasto real ejecutado. Pero volviendo al presupuesto del Ministerio de Hacienda, ~ste no se de~e a}ª necesidad de atender alguna burocracia sm~ a que allí estan los dineros que van a amortizar la Deuda Externa, que Gómez se esmera en cancelar religiosamente. II Caracas va a sufrir la idea de Gómez de pagar primero. O sea, mantener reducido a la mínima expresión posible, el presupuesto para Obras Públicas. En Caracas, entre 1908 y 1930, no va a construirse un solo edificio público. Va a ser todos esos años prácticamente la misma ciudad de Guzmán

E.m,.ada de C' · e tk 189 •Pruno astro a Caraca¡ al /reme de la "Re11at,radct'a" en octubre 9. (De u114 fotogrq/ia hallada en los archivos del historiador don Neme-

"º Parada 'Y gentilmente

cedida por su hija para esta edición).

17


y de Crespo. Con lentitud se pavimentan, por el sistema de

mac­adam algunas calles, por ejemplo la que va de La Torre hasta la Alcabala de Candelaria. Movido por la presión que ejerce la ampliación del parque automotor, el dictador pro­ mueve la mejora de la carretera Caracas­La Guaira así como el camino que lleva a los Valles de Aragua. En diciembre de 1924 fallece en Puerto Rico el General Cipriano Castro. Al ocurrir su deceso, el Presidence Gómez se da cuenta de que miles de castristas quedaban listos para acogerse a otro jefe. El, como había sido segundo en la Res­ tauradora, no tarda en mocivar gestiones que le llevarán a atraerse a los seguidores de Castro. Al efecto cruzó comunica­ dones con los generales Pedro María y Marcelino Cárdenas Zambrano, situados en Cúcuta, quienes correspondieron al interés de Gómez. Ya desde 1923, había ordenado abrir la carretera Trasandina, desde Valera hasta San Cristóbal, obra concebida y trazada por el ingeniero Luis María González Cárdenas, quien en 1929 murió en Suiza. Es fama que el pro­ pio Gómez, con su extraordinaria memoria y conocimiento del terreno por el que correría la vía, hacía indicaciones a los ingenieros sobre los sitios por donde debía pasar el trazado. A la apertura de la Trasandina, Juan Vicente Gómez le asigna interés y una función política. Utiliza su decisión de gobernante sobre la apertura de esta carretera, para comple­ mentar las gestiones iniciadas a raíz de la muerte de Castro a través de CárdenasZambrano. En efecto, se fija un encuentro en San Cristóbal, de los castrisras y otros asilados en Colombia, el cual va a coincidir con la inauguración de la vía. Un persona­ je apreciado por su sagacidad y bonachonería, el General Juan Alberto Ramírez, sustituye a Eustoquio Gómez en la Presi­ dencia .del Estado Táchira; y el mismo Gómez se compromete a realizar la primera travesía, contemplándose incluso una visita suya a La Muiera, adonde había nacido. Pero hay cam­ bios de última hora. Envía para que efectúen el recorrido inaugural, a los doctores Rafael González Rincones y Carlos 18

/


El Jesta&11men10 de ~baUeria precede en la calle "Bsse 2" -Caño llm.:rillo a Esta&ión- al caffuaie qtte ocupan los generales Cipriano Castro y ]1'411 Vicente Gámez, primero y segundo fefe tle la roooluoion triunfante, quienes desfiltm en#e a1'cos de flores, pal= y bamteras. Los iinetes lucen impec.ablf! u11ifonne, chaqueta cerred« azul, cuello b/,anco, pantatone1 blancos y sombrero de ata ancha, at1u1mio PMeúdo al de los coniedersdos en la guem~ de secesiá» de EE.UU.

Pirela. El camino corre por sobre el lomo de los Andes. Dos años después de abierto, entra en servicio la primera línea regular de transporte colectivo trasandino, iniciativa de Don Martín Marciales. Es el año 1927. Para Gómez, la aperrura de la Trasandina, tal vez la obra de ingeniería o la realización de obras públicas más importante en su largo gobierno, fue factor que supo poner al servicio de su interés particular y de sus miras políticas. En torno a la Tras­ andina, se celebra una gigantesca concentración simultánea en Maracay y en San Cristóbal. En el Táchira, por los asilados que retornan, habla Abel Santos. Y en Maracay se instalan equipos de radio que permiten la transmisión de ambos actos, tal vez la primera vez que se utilizó aquí la radiodifusión. . Gómez ha hecho de Maracay la capital de Venezuela. Allí va al menos a estar asentado el poder, que lo representa 19

(


éJ y nadie más. Gómez vive en Maracay, y distrayendo partidas de obras públicas, se ejecutan trabajos de embellecimiento y algunas obras de importancia, el Hotel Jardín y edificios para

alojar la tropa entre otros, así como los hangares que alojan la escuadrilla francesa que el gobierno compra para ampliar la capacidad de la defensa. Como el dictador gusta de los baños de mar y en especial del balneario de Macuto, se construyen allí también edificios de significación, el Hotel Miramar entre éstos, y una casa para sí, la llamada "Quinta 13". En San Juan de los Morros, para facilitar el aprovechamiento de las fuentes termales se edifica un hotel, obras que en conjunto llegan a costar 5 00 mil bolívares. El país asiste al entremezclamiento de los bienes nacionales y de los del gobernante. La fortuna de Gómez se hace inmen­ sa. Tal y como lo había sido Páez, en sus manos están las mejores tierras y la ganadería más hermosa. La tropa trabaja en las fincas del "Benemérito". Todo el poder de Gómez había obrado el año 1914 para contrarrestar el alzamiento de Arévalo Cedeño, empresa patriótica que se inicia en Zaraza, la cual siempre hemos visto con respetuosa admiración por su nobleza y quijotesca inspiración. El año 1928, las cárceles se llenan de estudiantes y no estudiantes. A otros mártires, se suman los nombres de quienes a parcir del 28 comienzan a sentir en su carne y sienes los rigores a que somete el dictador a quienes desaprueban sus actos y le hacen resistencia. Y seguramente que Gómez no deja de preguntarse: ¿Y si volvieran los barcos? La economía ha logrado recuperarse. Gómez, centavo a centavo, ha reunido lo que hace falta para saldar la deuda externa. La renta nacional se deriva de los ingresos por adua­ nas, café, cacao, aguardiente y cigarrillos. Exportamos café, cacao, pieles, ganado. El país pobre, sin embargo, ha conjurado el peligro de un nuevo bloqueo. Ya Gómez no tiene por qué desvelarse pensando en que podría haber de nuevo la inten­ 20


HiJtótiC<J ~ráfica de tm dn/ile de Castro y Stt gabinete ante deti'fante mult-ituá con motivo de la irumg¡¿ración del Tearo Nacional, comtrrúdo por el arquitecto Cbataing en ta esqui1¡a de Los Cipreses (1904).

tona del "Panther" o del "Retribution" de forzar con su gesto arrogante la retribución de los dineros prestados más los intereses y otras compensaciones que se habían exigido en 1902. Los fancasmas para Gómez pasan a ser otros: Arévalo y Ducharne; el movimiento que tuvo lugar el 15 de enero de 1919 con la participación de oficiales y suboficiales de "La Planta", "El Mamey" y "San Carlos", los cuarteles de Caracas, algunos de cuyos oficiales fueron a pagar con sus vidas en el cautiverio al que Gómez los confinara. Sobrevienen, con el tiempo, otros sucesos de interés. Los del 28, con la participación de los estudiantes universitarios, a los que si no les toca el exilio, van a parar a la cárcel. En 1?29, tendrá lugar el desembarco por Cumaná de la expedi­ cion que trajo basca la costa el General Román Delgado Chal­ baud, quien muriera en acciones sobre el puente "Guzmán Blanco", que cruza el "Manzanares" en el corazón de Cumaná.


Deben Venezuela y Juan Vicente Gómez al doctor Román Cárdenas, el servicio de la organización de las finanzas públi­ cas del país. En efecto, el doctor Cárdenas obró como Ministro de Hacienda entre 1913 y 1922, lapso dentro del cual Gómez no solamente siente honda preocupación por los problemas que se derivan del peso de una grave deuda externa y una no menos importante interior, sino que ve la necesidad de sacarle provecho a los escasos ingresos con que cuenca la Nación, de los cuales gruesa. suma debía emplearse para atender el control sobre los enemigos del gobierno, y por otra, crear la estructu­ ra militar conveniente. Cárdenas es arquitecto de una estrate­ gia que Gómez le encomienda expresamente. Esta debía iden­ tificarse por su rigor. Es decir, por su propensión a llevar al mínimo Jos gastos operativos y de inversión con el objeto de que el Tesoro creciera y el país luciese como encaminado hacia un estado de solvencia no sólo internacional. Ya dijimos que cuando Gómez toma el poder, Venezuela se encuentra al margen de toda posibilidad de participación en el círculo de las finanzas internacionales, y Jos factores que ahora llaman los economistas "coyunturales", no hacen sino desfavorecer cualquier tentativa que hubiésemos querido emprender para superar el hondo escollo económico que padecíamos. A Gómez Jo desvelaba la posibilidad de que volvieran las potencias a recurrir a la fuerza a la hora de presentarle de nuevo la factura recordatoria a aquella pobre Venezuela. Lo aterraba pensar que las potencias extranjeras pudieran capita­ lizar los descontentos de que sabía y la perenne actividad conspirativa de aquellos que, para salvarse de la cárcel, prefi­ rieron el exilio. De ahí que a la inteligencia del doctor Román Cárdenas, fuera a exigírsele un modelo de austeridad como el que, efectivamente, le depara a Gómez la satisfacción de dejar saldada la deuda externa .. A los tres años de actuaciones minis­ teriales de Cárdenas en la cuestión de la Hacienda nacional, circulan comentarios que advierten entre gente de las finanzas, que Venezuela apunta hacia un proceso de recuperación econó­ 22


Casa de Correos, esquina del Pnncipal -1930

mica. Gómez, sin embargo, no cesará en exigir el recorte de los gastos en función de nutrir las arcas de las que hay que sacar, de acuerdo a leyes de pago de la deuda que van dictán­ dose, los fondos destinados a cancelar sobre todo la deuda externa. Es cierto que al entrar la década del veinte, el país comien­ za a verse regalado por un nuevo factor rentable: el petróleo. Pero este favor, no va a desperdiciarse. Y si bien no es que va a imponer mayor austeridad, sí va a ampliar los márgenes económicos dentro de los cuales la administración puede des­ envolverse. Gómez, avanzada la década y seguro de que existe una estructura administrativa que obra en función de su preo­ cupación por las deudas pendient 'S de pago, procede entonces 23


a dar los primeros pasos dirigidos a favorecer a la Caracas marginada de los programas de obras públicas. Gómez va a fijar su interés en la favorable coyuntura que le ofrece la conmemoración de los cien años de la muerte del Libertador. Utilizará la fecha para anunciarle al país el pago total de la deuda externa, y para mostrarle a Caracas un con­ junto de obras públicas, que van a ser, efectivamente, Jas primeras que la ciudad conocerá desde el año 1908. El Presidente Encargado, Juan Bautista Pérez, es instrui­

do por Gómez, en aquel momento responsabilizado de las fuerzas armadas, para que proceda a los preparativos legisla­ tivos y administrativos que permitan la cancelación de Jos saldos antes del 17 de diciembre de 1930. La comunicación sobre este particular está fechada el 23 de mayo de 1930. La deuda hay que cancelarla ­­escribía­ "para no vernos de

ENTRADA DE CASTRO A CARACAS En algunas páginas del libro de Thomas R. Ybarra (traducido por Carlos Augusto León). "Un joven caraqueño" (1959) hallamos una, dedicada a describir la lle­ gada de Castro a Caracas. Fue en octubre de 1899 cuando tras de derribar a Ignacio Andrade: ­''Entró a la ciudad a la cabeza de miles de pálidos y enér­ gicos soldados que blandían peinillas, los crueles espadones curvos que son la contrapartida del machete en las regiones andinas de Venezuela. En sus filas ­dice­, a medida que se adentraba en las calles de la ciudad, se velan mujeres también armadas con peinillas y carabinas. Recuerdo bien que cuando estaba parado en las lineas exteriores del desfile de la victoria de Castro, vela desgreñadas mozas agitando las armas sobre sus cabezas en medio de gritos desenfrenados de triunfo. Castro llegó a Caracas desde Valencia en un tren del Ferrocarril Alemán. De la estación hasta la Casa Amarilla. desocu­ pada por Andrade pocos días antes, anduvo en un coche eblerto halado por dos fogosos caballos. Cuando pasó delante de mf ­dice Ybarra­ estaba de pie en mitad del vehículo con su brazo alzado. Lo que más me impresionó fue su cara palidísima bajo un dosel de cabellos negros como el azabache". Más adelante relata el autor un episodio que presenció por aquellos mismos días: ­"Uno de los primeros actos de Castro como dueño y señor de Vene­ zuela fue ordenar la libertad de la cárcel de Caracas del Mocho Hernández, encerrado allí por Andrade en castigo por haber encabezado una revuelta. Hernández salió de la prisión para la Casa Amarilla a agradecer a Castro por haberlo libertado. Juntos se mostraron en el balcón de la residencia presiden­ cial que da hacia la Plaza Bolívar. Una enorme muchedumbre bullla en la

24


nuevo humillados por la planta insolente del extranjero" y corno complemento de las tareas libertadoras de los padres de la nacionalidad, Bolívar el más esclarecido entre ellos. Para Gómez, aquella decisión suya iba a ser su ofrenda más grata y perdurable para los genitores de nuestra nacionali­ dad. Los documentos relativos, nos lo advierten, y lo corro­ borará de manera especial la contestación del Presidente al C.Omandantc en Jefe Gómez y el Mensaje de Juan Bautista Pérez al Congreso, donde se acoge la propuesta oficial del 23 de mayo, por cierto, día aniversario de la Restauradora. Paralelamente dispone el benemérito la refacción de la Catedral de Caracas, encargo que recibe el arquitecto Gustavo Wallis. También que se acometan trabajos de rediseño del Panteón Nacional. Que se edifique en Caracas el Palacio de la Gobernación en la esquina del Principal, sitio en el que Plaza. En el balcón, Castro y el Mocho se abrazaron y luego pidieron aclama· clones: ­Viva el General José Manuel Hemández ­gritó Castro. ­Viva ... ­tronó la multitud. Esa fue la última aparición en público del Mocho. Inclinado sobre fa barandl­ fla, con sus ojos brillantes de excitación, con sus cabellos más Poblados que de costumbre, gritó a la vez: ­¡Viva el General Cipriano Castro! ­¡Viva!... ­gritó la muchedumbre". Cierra el capitulo Ybarra. ­Unos dos mil soldados, bajo el mando de oficiales partidarios del Mocho. estaban acantonados en el Cuartel de San Lázaro. a cierta distancia de los otros centros militares de Caracas, ignorando el hecho de que había abrazado a Castro en la Casa Amarilla y de haber permitido que el héroe de Tocuyito le reciprocase del mismo modo. el Mocho, al caer la noche ordenó a esos soldados salir de sus cuarteles a campe abierto, como el núcleo de una nueva revolución. Las tropas obedecieron. En absoluto sllenclo se deslizaron por las calles de la ciudad adormecida que el Mocho pudo haberle arrebatado a Castro, pues éste no sospechaba nada. Pasaron sólo a una docena de cuadras de la Casa Amarilla. De repente, se toparon con un pelotón de la pollcía montada, alrededor de 60 hombres escogidos, dejados por el régimen de Andrade y ahora oficiales con Castro. Fue un momento difícil. Los pollclas dispararon contra los machistas, los castrlstas despertaron y allf se produjo el alboroto. Pero el Mocho ­agrega Ybarra­­, enfrentó la emergencia de un modo verdade­ ramente venezolano.

25


estaban las oficinas del correo; dispone demoler la "Coman­ dancia de Armas", frente al Convento de las Carmelitas, para que se erija un sobrio edificio para el Ministerio de Fomento, inmueble que no es otro que el que ocupa actualmente el

Ministerio de Relaciones Interiores. Evidentemente existe un programa de obras públicas para Caracas. Gómez, libre la Re­ pública de apremios económicos importantes, especialmente con las que continuaban siendo las potencias del mundo a pesar de nuevas circunstancias determinadas por la I Guerra y otros conflictos inrereuropeos, va a dedicar parte de la atención de su administración a Caracas, ciudad natal del Libertador. En la provincia, van a ejecutarse asimismo obras de cierra monu­ mentalidad con motivo de la conmemoración bolivariana. Hay dinero para algo más que ornamentar a Maracay, dotar al ejército y seguirle los pasos a los enemigos del régimen, .donde quiera se encuentren. En los informes presidenciales al Congreso, sólo hasta el año 1931, o sea, hasta en la cuenta del ejercicio 1930, se en­ cuentra mencionado el problema de la deuda externa de

­Mejor es que se vengan. con nosotros ­dijo a los policías. Estos dieron una ojeada a las largas filas de relucientes fusiles de los dos mil hombres del Mocho y luego exclamaron: ­¡Usted tiene razón, Jefe! El "Mocho" había obtenido aquel apodo por faltarte dos dedos de la mano derecha, los cuales habla perdido "en una batalla contra los liberales". Cuando Castro, al tener conocimiento ese mismo día al amanecer de los hechos, despachó tropas en persecución del Mocho, quien habla tomado camino hacia el Tuy, desbaratándolo cerca de Ocumare, con lo cual quedaría cerrada esta página. Por cierto que, gracias a la generosa gestión de le señora María Josefina Parada de García, hija del telegrafista y escritor. podemos ofrecer hoy el lector algunas fotografías poco conocidas y las cuales guardaba don Nemecio en un cajón de su biblioteca. De Parada podría decirse que fue un testigo clave de los acontecimientos políticos ocurridos en el país durante el primer medio siglo. Estas Imágenes, junto con otras que por nuestra parte hemos conservado, Irán e enriquecer el fondo no bibliográfico de la Blblloteca Nacional para ser clasificadas por la Fundación que con ese propósito acaba de ser constituida en Caracas.

26


27


El año 1934, Gómez camina hacia Jos 77 años. Ya se mueve con dificultad. En su rostro destacan puntiagudas meji­

llas en medio del bigorazo entrecano que le cubre los maxila­

res. El 17 de diciembre, acompañado de colaboradores y amigos, va a inaugurar la Avenida de La Paz, arteria vial de doble ancho que comunicará "El Paraíso" con "San Martín". Este enlace se hizo posible gracias al nuevo puente que se tiende sobre el Guayre, el cual pasa a ser la última alternativa para cruzar el río. La primera seguía siendo "Puente Hierro", edificado en 187 4 por Guzmán para unir Caracas con el camino de recuas hacia los Valles del Tuy. La Caracas de 19 34 ofrece coches y tranvías como medio de transporte colectivo más generalizado; 3 mil automóviles que son el todo de un parque automotor que llega a seis mil en escala nacional. El arrendamiento mensual por una casa buena, sube a 200 bolívares. La industria del forraje y la tala­ bartería conservan su vigencia. Tienen vigor las leyendas pro­ paladas por el costumbrista Lucas Manzano. Venezuela no está ausente de la crisis mundial determinada por la caída de los valores de Wali Street. Sin embargo, ya apunta el surgi­ miento de una Venezuela plenamente petrolera. La salud de Gómez hace pensar, además, que pueden darse las circuns­ tancias para una renovación institucional. Para el inicio de una era nueva, había que esperar el momento de la muerte del dictador, ocurrida el 17 de diciembre de 19 3 5. En un serio estudio de Nelson Geigel Lope Bello, relativo a la situación ambiental del Valle de Caracas, existe una refe­ rencia vinculada a lo que hemos querido anotar, la cual es la que sigue. "A partir de 1920 la naciente riqueza petrolera, su con­ ­ centración en la capital y el aumento de la población, suscita­ ron el desenvolvimiento pluridireccional del área urbanizada. El sistema colectivo de transporte, principalmente los tranvías, facilitó la especialización y distanciamiento entre zonas resi­ denciales y de trabajo, reforzando la intensidad de la expan­ 28


CASTRO ENFERMO

La maiiaria del 9 de febrero de 1907

1m equipo métlico de confianza integrado tos doctores Pablo Acosta Ortiz, Ed11ardo Celis. David Lobo, Adolfo Baeno, ]D1é Antonio BaMó y el doctor [osé' ·Rafael Revenga acomete en ttn salón improviwl.o de la Casa de !11.act¿to la interven~i6n quin1rgica para extirpar tina fi.rtula /ormada en 14.s 11ías urinarias de Castro y la cruú ha llegado a tal extremo de virulencia que lo mantiene postrado y con fiebre: "O f allezco en la operaciá» o me recupero", habría dicho para sus adentros, ya desesperado por la molestia, mando tomó la deci1ión de convocar a SUJ médicos. El acto quirúrgico no Pt•do ser concluido y el equipo optó f>O'T coserlo de n11e110 y sugerir]« que acaso lo más conveniente sería que viajara a Berlín para ser sometido allí a tan delicada operació1i con mejores probabilidades de éxito. Castro mintió 1' meses después se embarcaba 81i el vapor "Guadalupe". Había comenzado el fin de m g?bierno en Venezuela. En ta foto, tomada de la hiogra/;ía del doctor Pablo A costa Ortiz -P<» Alberto Silva Alvarez- apreciamos a un grupo de médico1 en lo que entonce1 podia comiderane como. un qui1'6fano. Peno nas extrañas observan la. imervención detráJ de Ja pasarela.

p07

29


sión capitalina. Tiene sus raíces en este período ­agrega el informe­­ una marcada segregación económica especial, en cierto sentido apoyada por la política oficial de construcción de viviendas de interés social y de apertura del sistema de vialidad. En el Oeste se ejecutaron los grandes programas

habitacionales para los residentes de menores recursos, la incipiente clase media se ubicó en las cercanías del Este y Sur del antiguo casco de la ciudad; y las avenidas, seguidas después por las autopistas, abrieron las fronteras del extremo Este. Entre 1906 y 1940, la trama urbana creció de 2.400 a 2.900 hectáreas. Diez años más tarde, la superficie desarrollada alcanzó a 4.200 hectáreas. Los característicos techos rojos iban desapareciendo devorados por construcciones de mayor altura; pero todavía permanecían bastante respetadas las vecinas se­ rranías y hasta restaban grandes espacios planos sometidos a un régimen de aprovechamiento agrícola". Parece ineludible ya en este punto hacer referencia a lo que nos dice el historiador Ramón J. Velásquez, acerca de la situación reinante hacia el año 1923 en dos campos vitales de la administración: la educación y las finanzas. Ambos hechos subrayados por el doctor Velásquez vienen a reforzar CA~ONEO Y DESEMBARCOS EN DICIEMBRE

1902

Se Inician los actos de regresión el 9 de diciembre de 1902. El acorazado "Panther" entró a la rada de la GuBJlra en plan de combate y siguiendo instrucciones de su capitán Eckermann, obligó a 109 barcos nacionales "General Crespo", "Osun", "Totumo" Y "Margal'ita" o arriar sus banderas. previa operación de abordaje realizada por su tripulación. que, armada de ametralladoras, ocupó puestos de manclo. Las nirves fueron

remolcadas mar afuera. Esta operación del "Panthw". fue apoyada por el destructor "Retributlon" de bandera británica, la cual habla tarpado la noche anterior de Puerto España con Instrucciones de aumarse a la operación. Como ~ultado de los acontecimientos. ­9 de diciembre de 1902­ Castro dio a conocer su famosa alocución en la cual decla: "Venezolanos, la planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria. Un hecho Insólito en la historia de las naciones cultas. sin precedentes, sin posible Justlfleaclón, hecho bárbaro. porque atenta contra los más rudimentarios Princiolos del 06recho de Gen tes, hecho innoble. porque es al fruto del contubernio Inmoral de la fuena y de la alevosla ... " Slmult•neamente Puarto Cabello y Mlll'ataibo fueron bloqueaclos por naves de las ?,O~ncl~~ europeas Alemania, ln11laterra, Francia. e incluso Italia. cuyo barco. el Viñeta tomó parte en la acción.

~I Boletln de la Agencia Pumar No 1.126 ­10 de diciembre de 1902­ dice a la letra: Entre las 6 '/ 7 de la noche del mismo día ­9 de diciembre 1902­ marinos ingleses de la tripulación del d&structw "Rebibulion", desembarcaron en La Guayra, tomando posiciones desda el Resguardo hasta la puerta del Tajamar. Puerto Cabello fue sitiado por el "Charibdis" y el '"Viñeta", sometiendo al puerto

30


LOS RECURSOS

­

No menos impresionante resulta el presente testimonio en el cual aprecüimor una operación de la mism« época prt1eiicada en Barq11i1imeto por el doctor Daniel Camejo Acosta. Le ayudan el doctor Lirandro Aloarado y el doctor Juan Arroyo, anc1teú1ta. Obsérvese al pie de la mesa operatoria la "ponchera" que recogía sangre y algodpnes. 31


la teoría sobre la virtual inmovilidad del circulante y la falta de iniciativas para invertir en empresas tan esenciales como erah las de la educación y la salud. Su obsesión era la de ateso­ rar, para pagar, la en ese entonces, inmensa deuda externa que venía arrastrando el país desde la segunda mirad del siglo XIX. He aquí lo que nos dice el citado historiador: ­"Las discusiones entre los grupos conspiradores contra el régimen de Juan Vicente Gómez, era constante debatir la mejor fórmula para derrotar el régimen; determinan ·en el doctor Rubén González un distanciamiento con los grupos, que más que ideas políticas tienen ambiciones personales y decide regresar a Venezuela. Se encuentra en estos momentos al frente de la cartera de Hacienda, una de las personalidades venezolanas de mayor importancia en el siglo XIX, el creador de las finanzas modernas venezolanas, el doctor Román Cár­ denas, cuyo nombre llevan varios liceos del país. Un hombre de excepcional mérito científico y que logra organizar la Hacienda Pública en una forma tal, que hoy en día, sesenta años después de su gestión como Ministro, la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional, continúa siendo la que Román Cár­ a un Intenso cañoneo que duró no mel\Osde 40 minutos. A eontínuacíóndesembarcaron marinos armad<)s que ocuparon la explanada del Castillo. seg(m despacho telegráfico enviado a Miraflores por el comandante de la Plaza, Silverlo Torres. Es de hacer notar, como circunstancia provldeocíat, el hecho de que el comandante de 11 fortaleza "San Carlos" del Zulla. general Jorge A. Bello. respondió al atllQue perpetradoel 17 de enero del ai\o siguiente ­1903­ con la artillería disponible. Uno de los disparos hechos desde une baterla a cargo del coronel Carlos Cuervo Mijares, logró ateanzar el barco agresor en la chimenea obligándolo a abandonar la lucha". Como qued1 dicho. los paises bloqueadores lustlflcaron le agresión por p~o de la deuda. la deudavenezolana se descomponía asi: Gran Bretalla Alemania Francia Bélgica

1.963.650

pesos

1.475.337 3.578.322 2.984.361

Después del arbitraje. propuesto por EstadosUnidos, el Tribunal de la Haya, decidió el 23 de febrero de 1904. Estados Unidos actuó en esa ocasión de mediador y logró que les potencias 1creedorassuspendieran el asedio con las debidas garantías de que Venezuela. Iría pa11ondo en cuotas anuales sus compromisos. Aquella deuda era arrastrada desde la se!Jlmda mitad del siglo XIX. Tenlo las revueltas Internas como algunas obras públlcas reallradas dur1nte el período guzmanclstase ejecutaron con el dinero obtenido en Préstamo en aquellos paises. Al general Gómez. convaleciente de un1 herida recibida en el asedio con Rolando en Caropano, debieron Impresionar mucho estos acontecimientos.

32


VIDA EN LAS GRADILLAS

Las C-rradillas era entonces la esquina de máJ mo111msento que tenia la ciudad especialmente al mediodía y desPr1és al caer la tarde. Poto: H. Noumann.

<lenas dictó para una Venezuela pastoril, rural y para un presupuesto nacional que era para el año de 1915, la cuarta parre del que hoy tiene el Concejo Municipal de Pecare. Román Cárdenas invita al doctor Rubén González a regresar al país. El Presidente Gómez está interesado en asegurar la colabora­ 33


EL SAN CARLOS

El C1u.Nel San Carlos a iines del siJZlo XJX. Esta JZ1U1rnici6n milita,., una de las mas antiguas de la ciudad, fue escenario de numerosos aconteamientos en la polüica venezolana. Durant« la década del veinte parte d~ su oficialidad se hallaba comprometida en el movimienso encabezado por el capitán Luis Rafael Pimentel, Pedro Betancoun c-u« y otros oiiciales, encaminado a derrocar la dictaánra. Debelado, a causa de una inlidencia, los oromotores fueron ,.educidos o Prisión y desartiwladas las mmificacio11es que tenían en los cuarteles de ·La Planta,. el Mame,.

ci6n de quien conoce como a un hombre capaz y de grandes vircudes ciudadanas y, en esta forma, regresa González a Venezuela, para figurar primero como Consulcor Jurídico del Ministerio de Hacienda, donde deja dictámenes de extraordi­ naria importancia, y ocupar luego, por dos veces, la Presidencia de la Cámara de Diputados y ~ntrar a desempeñar luego la Carta de Instrucción Pública, el Ministerio que hoy se llama de Educación. 34


El atraso de la educación venezolana en esta época era real­ mente impresionante. No había, para maestros y profesores, ninguna clase de atención y, para el alumnado, menos. En viejas casas, muchas de ellas a punto de caerse, funcionaban las escasas escuelas <lel país. Para el momento en que llega Rubén González al Ministerio de Instrucción Pública se está graduando un alumno en la Escuela Normal de Varones. Era una promoción unipersonal. Se enfrentaba Rubén González a esa situación y tiene que batallar muy duro contra un con­ junto de intereses, entre ellos, los de la llamada educación privada. La educación privada en Venezuela para el año 1923, no tenía control alguno y cada quien establecía un colegio, elegía los textos que a bien quisiera, sin reconocer la interven­ ción del Estado en esta materia fundamental. Tiene que en­ frentarse el Ministro Rubén González a la Iglesia Católica, que entonces casi monopoliza a la educación privada". Alude Ramón J. Velásquez, a los esfuerzos que para neutralizar esca situación hicieran hombres como el licenciado Aveledo, los hermanos Martínez Centeno, Teodosio V. Sán­ chez, J. M. Ponte o José de Jesús Arocha. Otro testimonio no menos importante que nos viene a pintar lo que era la ciudad y sus gentes lo desglosamos del libro "Suma de Venezuela", del escritor Mariano Picón Salas, quien en una narración salpicada de matices muy sutiles, describe parte del escenario que nosotros conocimos. Diríase que esta página no es más que una parte de la revista de la ciudad de 1920 fecha en la cual llevábamos meses de nacidos en una modesta casa rodeada de árboles que tenían nuescros padres en lo que podríamos llamar extramuros de la ciudad. Eramos vecinos de los Lander García, honorable familia originaria de Guariré, donde ésta 'poseía una pequeña finca dedicada a la producción de papelón. Doña Trina lander era la madre de Jesús María, Carmen Luisa y Lolita, ambas maes­ tras con largos años de ejercicio en la docencia. Vivíamos en una calle donde prácticamente terminaba la ciudad, entre 35


Candilito y Urapal, hoy convertida en céntrico tramo de la Avenida Urdaneca. Mi padre, nacido en Caracas el año de · 188 l, había adquirido casi una hectárea de terreno en 1917 por doscientos pesos. Todavía en 1929 trabajaba para la Casa Blohm con un sueldo regular de seiscientos bolí­ vares donde conoció a Carlos Henrique Reverón, Rafael Ruggero, Alfredo Olavarría, Carlos Stolk, Rafael Cruz Oje­ da, José Rafael Guerra, Wenceslao· Acedo, Manuel Martínez Brandt, Néstor Arreaza, quienes entre otros por muchos años fueron sus compañeros de trabajo, La firma se ocupaba prin­ cipalmente de la exportación de café y cacao con destino al puerto de Hamburgo y adelantaban pequeños créditos a los agricultores a cuenta de las cosechas.

La calle a la cual daba frente el solar paterno era ernpe­ drada como casi todas las de Caracas en 1920. Las aceras esta­ ban aún enlajadas por cuyas juntas en temporadas de lluvia asomaba la yerba. Desde aquel sitio podían oírse con claridad los cuartos de hora que daba Catedral y durante la noche trascendía con encanto el rumor de las aguas del río Anauco

gue iban corriendo a jumarse con las del Guaire a nivel de las Haciendas "La Guía" y "Los Caobos" de Don José Anto­ nio Mosqueta. Era costumbre, por las cardes, que las familias sacasen a la acera sus mecedoras para conversar de cosas intras­ cendentes y a ver pasar los coches ocasionales y las carretas de malojo o forraje con destino a las caballerizas. De noche la ciudad estaba apenas alumbrada y ello daba pábulo a multitud de leyendas sobre aparecidos de las cuales muchas veces se haría eco más tarde en sus amenos libros costumbris­ tas el inolvidable Lucas Manzano. El paso ocasional de un automóvil seguía siendo motivo de cierta curiosidad. Esta breve disquisición a manera de preámbulo ante la página llena de color escrita por Picón Salas, autor de "Los 36


Puerta lateral. norte de la igleS'kJ de La Candelaria, edificada a principios del siglo XVIII por la colonia canaria residente en el sector. Además de su ent.,ada Principal que da al oeste, el templo tenía acceso po« una callsfuela empedrada que comunicaba hacia Urapal, llamada popula-rme11Je "De la Chancleta", sisio en el cual prácticamente te-rminaba la ciudad allá por los años oeisue, mando su población era de 118 mil habitantes.

37


Días de Castro", "Pedro Claver" y otros ensayos, y de la cual transcribimos algunos párrafos al lector a fin de reconocer un poco más el escenario de los años veinte: "Podría compararse la Caracas, de los años 20, con aque­ llas ciudades italianas de las novelas de Srendhall que se detu­ vieron con su tirano sombrío, sus medievales mazmorras y sus

bellas y apasionadas mujeres capaces de inspirar las aventuras de Fabrizio del Dongo en el . umbral de la vida moderna. O ésta llegaba en el equipaje de un viajero que traía una que otra noticia del tumultuoso mundo, en los planes de un conspirador romántico o el explosivo libro que colmaba de ideas de libertad insatisfecha, el espíritu insomne de los ado­ lescentes. Por una parce la vida era hermosa ­porque nos acercábamos a los veinte años y los instintos y los sueños despiertan pronto en la demasiada luz' del trópico­; por otra, la muerte también parecía acosarnos en el peligro, la persecución y el holocausco de que fueron víctima muchos de los venezolanos de entonces". "Enclaustrada ­como todo el país­ en la censura y el silencio oficial del sistema gomecista apenas llegaban a Cara­ cas los pálidos o recortados reflejos de la cultura foránea ­dice Picón Salas­, llegaban compañías de ópera, opereta CRISIS

ECONOMICA DEL AÑO 1929

Ningún testimonio tan elocuente como aquel que aporta Nemecio Parada sobre el estancamiento total de obras públicas y del desarrollo que constituyó signo predominante durante la administración del General Juan Vicente Gómez. Con ese estilo amable y peculiar de que hace gala en su obra. como para ser leído sin descanso y con avidez, relata el historiador sus impresiones en cortas líneas: "­Caracas era una ciudad alegre, donde toda la gente se conocía y era fácil determinar al extraño y distinguirlo del visitante. La Policía tenia ubicados a su posibles clientes, tanto en el campo de la delincuencia común como en el de los gravísimos delitos polltlcos. Si aparecía un panfleto o unos versos burlones, ya se sabía que. tenían que haber salido de la redacción de "Fanto­ ches" y que Leonero Martínez y Job Plm tenían que rendir declaraclones en la Prefectura. Lo único incontrolable por la policía del gener'ªI Velasco, era la ironía y la risa de los caraqueños que todos los días ponían a circular en los corrillos de la Plaza Bolívar, en la "Cervecería Donzella", en "La Francia" o en

38


\

Como en todos los pueblos, Caracas teni« en 1920 una ..calle lt.11'ga" de Oeu« a Bsse.

No babia limitaciones en dispQ1le-r de tierra para jardines en las ajueras da la ciudad, como lo revela la entrada de est« quinta.

J9


y zarzuela, dramas de María Guerrero; tonadilleras españolas, como Paquita Escribano y Resurrección Quijano; coceros, como El Gallo, que se anotaron cardes espléndidas y pávidas 'espantadas' en el Nuevo Circo, o poetas recitadores a.1 estilo de VilJaespesa, quien logró estrenar en el Municipal un ripioso drama sobre Bolívar, en el que centelleaban, a veces, las más melódicas luciérnagas o lentejuelas poéticas. Además de las escenas de retrasado medievalismo que acontecían e_n la Corte del Tirano, en los lóbregos presidios, en el consultorio del famoso Negrín, que por aquellos días ­y contra la protesta de la Facultad de Medicina­ tuvo fama de taumaturgo y sacaba del estómago de sus pacientes culebras de dos cabezas, había otras como la que presencié a las puertas de la Casa Amarilla en los días de la rumbosa visita del príncipe Fernan­ do de Baviera y Borbón, tío del rey de España. Las fiestas a aquel persona je alcanzaron fausto y prodigalidad inverosími­ les. Se instaló su Alteza en un caserón de la Plaza España (donde funciona un comedor popular), y el protocolo, diri­ gido entonces por el anciano maestro señor Nicolás Veloz Goi­ cicoa, que usaba en toda ceremonia tricornio, uniforme galo­ neado y espadín diplomático a más de sus rubios, grandes y germánicos mostachos de entorchada voluta, tuvo el singular "La lndla", un nuevo cuento donde Gómez aparecía siempre como un palurdo, especie de Bertoldo el del cuento. La Caracas de 1929 era una ciudad risueña y cordial que se podía recorrer en toda su extensión urbana a pie y sin cansarse. Una ciudad de gente que saludaba al transeúnte y eh le que los hombres jóvenes y viejos brindaban su asiento en el tranvía a las damas. Empezaba el país e sentir los efectos de la crisis económica mundial y para 1930 se contaba por docenas los negocios en dificultades financieras y muchos al borde de la quiebra. Esta situación alcanzaba lo mismo al comercio que a la ·agricultura y a la ganadería. Todos los agricultores querían que el general Gómez comprara sus haciendas para evitar el fracaso de una labor de muchos años. La crisis y sus posibles consecuencias determinaron la crea· clón del Banco Agrícol·a y Pecuario, reclamado por sectores de la producción rural desde comienzos de siglo. ­Como se aproximaba el centenario de la muerte del Libertador, el Gobierno adelantaba en Caracas algunas obras. pero de mezquino aliento, simples remodelaciones como en el caso del Panteón Nacional. En contraste con Guzmán Blanco y con Clpriano Castro, que a su paso por la presidencia

40


esmero de rodearle de codas las ceremonias y rituales que exigiría la más quisquillosa Corte habsburguesa. Mozos de sociedad le servían de edecanes. las juergas nocturnas en que su Alteza escanciaba ya sin protocolo, y libre de la mirada del señor Veloz, botellas y

botellas de brandy sazonadas de alegre y muy libérrima compa­ ñía femenina. Tocaba al austero doctor Román Cárdenas, ministro de Hacienda, ordenar el pago de cuanto comió y escanció, por cuenta del Gobierno, can blasonado huésped. Por más de una semana, con desfiles militares, discursos, bailes, procesiones cívicas, tés y garden parties. Caracas vivió en el más tropical delirio monárquico. Poetas y oradores chifles cepillaban las consabidas frases de ropavejería histórica sobre Colón, los Reyes Católicos y el Imperio en que no se ocultaba el sol. Don Fernando recibía los saludos y venias de la sociedad caraqueña en una especie de salón archiducal, recién vestido de espejos, alfombras, arañas y cortinajes de

en

construyeron Caracas obras de valor perdurable, el general Gómez hizo bien poco por el progreso urbanístico de la capital, si vamos a tener en cuenta los veintisiete años.Inlnterrumptdos de su poder omnipotente. Guzmán Blanco, con mínimos recursos ­dice Parada­ transformó a Caracas de una pobre aldea en una ciudad y construyó el Capitolio Federal, la Plaza Bolívar. el Teatro Municipal, la Logia Masónica, la Iglesia de Santa Teresa y numerosos puentes Que ampliaron el radio urbano. Cipriano Castro, en medio de las penalidades de la guerra y de la escasez de recursos. construyó el Teatro Nacional. el Palacio de Justicia, el edificio de Telégrafos Nacionales en Santa Capilla. el Ministerio de Hacienda, la Plaza de la Independencia. levantó la estatua de Páez. en El Paraíso y favoreció el desarrollo urbanístico del sur de la ciudad". Por el Este. el año de 1929, Caracas desaparecía en Candelaria, tras una calle larga llamada de Quebrada Honda. Hemos transcrito los párrafos anteriores de tan buen observador como Parada, por considerar que su contenido es otro testimonio en apoyo del objetivo esencial que hemos perseguido con el despliegue de imágenes que corresponden a la ciudad durante ese largo período en el cual permanece estancada. Demostrar lo que para muchos jóvenes resulta increíble. que cuarenta eños atrás Caracas continuaba siendo la ciudad de Guzmán en su centro histórico y quizá la misma de Páez y de los Monagas a juzgar por el aspecto de sus aledafios.

41


damasco. Mi curiosidad adolescente me empujó una tarde hacia allá y entre terciopelos carmesíes, lámparas, tapices y

consola, veo avanzar las floridas barbas e irreprochable elegan­ cia del doctor Guillermo Tell Villegas Pulido y del general Manuel Antonio Matos. Metido en su uniforme, el emperi­ follado personaje real, de congestionado y acaso bien bebido rostro de zanahoria, extendía una mano de autómata. Fuera del estrado, donde corrían las graves presentaciones y donde un encargado del ceremonial con emplumado tricornio bajo el brazo, a guisa de gallina muerta, anunciaba los nombres de los dignatarios: el procurador general de la Nación, el presidente del Consejo de la Orden del Libertador, la Corte Federal y de Casación, el arzobispo de Caracas; había con bellos sombreros de flores y aifrettes y volanderas cintas con perfiles de medalla clásica, chapines diminutamente chinescos y coquetos abanicos (porque en aquel año hubo una resurrec­ ción de abanicos), la más florida cosecha de mujeres caraqueñas. Pero la escena medieval que iba a contar ocurría a las puertas de la Casa Amarilla, después de un baile en honor del monárquico visitante. Los chefs del excelente restaurante "El Louvre" y aquellas tradicionales y honradas familias que durante generaciones enteras rellenaron y trufaron pavos y alcanzaron el punto justo y más difícil de los almíbares y las salsas, habían enviado sus azafates opíparos, sus montañas de viandas y postres al sarao y banquete del Ministerio de Rela­ ciones Exteriores. Después de una noche espléndida de músi­ ca, embriaguez y voluptuosidad, salían al amanecer con botellas de whisky y champagne, escondidas en los sobre­ todos, algunos jóvenes aprovechadores y hasta cierta honora­ bilísima y anciana señora que tenía fama de ser un Atila de los buffers. Con esa luz del día siguiente ya comenzaba a amontonarse, a las puertas del Ministerio, una ávida multitud proletaria a quien los chambelanes del Palacio obsequiaban las sobras. 42


El ejemplo es bastante significativo de la escasa conciencia social reinante en la Venezuela de aquellos días. Tampoco nuestra Cultura penecraba más allá de aquellos territorios retóricos ­muy al estilo del siglo XIX­ y de algo de modernismo artístico que nos llegara en los libros de Darío, Rodó, Azorín, Valle­Indán, Díaz Rodríguez. La Filosofía oficiosa más audaz se había quedado en el Positivismo. Se llamaba hombre muy culeo a quien podía poseer en su biblio­ ceca los veinte y más volúmenes de la Historia Universal de Oncken. En materia artística, el suceso más extraordinario de aquellos días fue una exposición del viejo y excelence maestro impresionista Emilio Boggio, resucitado, que volvía a su cierra natal desde los círculos de Manee y de Monee de los años 80. De las grandes cuestiones suscitadas en el mundo alrededor del problemático 1920, la victoria de la revolución rusa, inquietud socialista en rodas parres, primeros síntomas de fascismo, lucha por el derecho obrero, Sociedad de las Naciones, movimiento de reforma universitaria en casi toda Hispanoamérica, cambios sociales y políticos de magnitud considerable en México, Chile, Argentina; sólo sabíamos lo que podía filtrarse en una que otra revista salvada de la cen­ sura del Correo. En nuestra generación, demasiado inclinada entonces a la literatura ( tiempo de aplaudidos recitales en el Teatro Capital de los poetas de moda Andrés Eloy Blanco Luis Enrique Mármol, Fernando Paz Castillo, Jacinto Fom­ bona Pachano, Gonzalo Carnevali, Rodolfo Moleiro, etc., que los jóvenes recién venidos escuchábamos con entusiasmo de neófitos). En nuestra generación sólo un hombre que nos llevaba pocos años y a quien yo enconreé en el grupo más activo de estudiantes de Derecho, tenía auténtica inquietud y curiosidad por los problemas internacionales. Fue a Adriani que ya leía varios idiomas preparando su aprendizaje de esta­ dista, a quien primero le escuché hablar de la crisis del positi­ vismo del siglo XIX, del auge del bergsonismo, del alcance mundial de la Revolución rusa, de las teorías económicas y 43


En los aledaños

4­1

habia pobreza y necesidades come ahora.


Su alteza el P-r·focipe Femando M.atÚt Baoier« y Borbón, escoltado por fuerzas

de caballeria, abandona en automóvil el Capitolio Federal, una de l<rS edificaciones de imoortanci« conque contaba la ciudad. (De una foto de Aiiredo lzquihdo, 1921 ).

45


sociales de Walter Rahenau, del instrumenralisrno filosófico norteamericano, del psicoanálisis y de cuantas ideas explosivas afloraba la época. Los grandes escritores venezolanos que nosotros admirábamos desde la provincia (Gil Fortoul, Díaz Rodríguez o Pedro Emilio Coll), no estaban en aquellos años en Caracas, y a falta de ellos recibíamos el consejo de los repre­ sentativos de las generaciones siguientes. La cultura clásica y aquella pasión, que hoy llamaríamos existencial, de José Antonio Ramos Sucre; el esteticismo cosmopolita y post­ modernista de Ramón Hurtado; el claro don de análisis de Eduardo Arroyo Lameda; la estimulante cordialidad y curiosi­ dad de Luis Correa; la erudicción de toda rareza de Leopoldo Landaeta; el rigor a veces implacable, de Julio Planchare; el silencio poblado de intuición mágica de Rómulo Gallegos, orientaban un poco, y muy contradictoriamente; nuestra juventud. En otro plano, también de convivio deleitoso, nos acercábamos a escuchar en la Cervecería de la Torre, o en amables turnos de ostras y vinos españoles, en La Glaciére, las brillantes y humorísticas paradojas de don José Austria, el mejor conversador venezolano que jamás escuchara; las anécdotas peraltadas de suntuoso estilo oratorio de don Eloy G. González, y aquella vieja sabiduría de radicalismo extre­ mo, bebida contradictoriamente en Lucrecio y Spinosa, en Rousseau y en Darwin, del doctor Lisandro Alvarado." CURRICULUM DE GOMEZ Un pincelazo breve y mordaz fue publicado a mediados de este año en El Universal, por Mauricio Pérez Badell. Coinciden sus apreciaciones con las de don Angel Pínedo, en cuanto a que la personalidad de Gómez fue mucho más compleja de lo que se analiza en novelas con aspiracio­ nes de historia o en micos y anécdotas. No menos de 40 ensayos y apuntes biográficos se han publicado hasta ahora, sin contar libros y folletos laudatorios que se dieron a conocer en vida del dictador. Lo que al respecto comenta Pérez Badell, llama a curiosidad porque en breves y tajantes párrafos hace una rápida incursión por la vida de un hombre

46


LOS GUANTES DEL GENERAL

Benemérito general ]ua1i Vicente Gámez y el Príncipe P.emahd<> Maria de Baoiera '.Y Borbán, acompañado del l11i11istro de España '.Y su esposa, durar;Je la recepcián of1'ecil.a e-ti la Casa Amarilla por el Presüiente de Ja República doctor Victorino Márquez BwtiUos. Gomez es el 1í.nico que aparece C<>1t las manos engtN~ntadai. Aseg·1m1 et doctor Carlos Travieso, miembro de la Acade mio de Medicina, casado y con la señora Blanca Gómez, hita de! general, que esa costumbre no obedeci« como se ha propalado al hecho ed qt¡.e pa1lecieu de escoma o de algmia otra enfermedad de la piel. Simplemetite, deseaba a toda costa e-.Jitar que gentes con manos sudadas estrechasen las su7as. Y como debla estar saludando gentes a sod« hora, por eso mismo sólo Je qtJitaba los guantes a Ja hora da comer y de dormir, en. la intimidad de su casa.

qué llenó 27 años de historia en este país: "Su currículum ­­expresa Pérez Badell­ fue impresionante". Condecorado por el Senado con la Orden de Defensa Nacional; y con la Orden Francisco de Miranda, al día siguiente de aprobarse la ley que: creaba dicha condecoración. Alfonso XIII, Rey de España, y los Gobiernos de Chile y Bélgica, también lo condecoraron. Recibió la Espada de Honor, dedicada por el Presidente Mariscal Von Hindenburg. La Cruz de Brillantes, dedicada por el Rey Crisrian de Dinamarca. La Gran Cruz de la Orden de Vasa y el Collar de la misma Orden, por Gustavo de Suecia. Fue Gobernador del Distrito Federal, y segundo vicepresidente en 47


También parecía Caracas una ciudad 'estendhaliana' en su gusto por las personalidades bizarras y la buena conversa­ ción. Los modelos obras de ficción publicadas en el país entre 1920 y 1924: Et último Solar, de Rómulo Gallegos, e Ifigenia, diario de una señorita que se fastidiaba, de Teresa de la Parra. La primera es una epopeya de las generaciones que nos precedieron, de su importante lucha contra la barbarie y la violencia nacional y, al mismo tiempo, de la vaga irrealidad poblada de impulsos contradictorios con que las más finas e inquietas minorías se habían situado ante la angustia del país. En el Remaldo Solar, de Gallegos, chocan sin armonizar las más variadas corrientes que configuraban la época: por una parte, el personaje ejemplariza el refinado y contemplativo crepúsculo de una estirpe; es el último romántico envuelco en indefinible angustia cósmica; pasa· del nihilismo al explo­ sivo e inconstante entusiasmo; parece, simultáneamente, con­ servador y reformador; reuniría en doble naturaleza el super­ hombre de Nietzsche y el humilde y religioso mu ji.k tols­ toyano. Cuando se quiere liberar por medio del arte, le acecha la sensualidad más neurótica y jumo a la pasión amorosa y la contemplación artística está añorando el tumulto y frenesí de la acción autónoma. Cuando se precipita en ella y se sume en la violencia para superarla y busca en la guerra civil ­a la vieja manera crío­ ejercicio de la Presidencia. Se alzó contra Castro, y se declaró en ejercicio de la Presidencia el 3­5­1909, cargo que ejerció de hecho o de derecho hasta su muerte, el 17­12­1935. Recibió del Congreso votos de solidaridad y aplausos. Gracias como Conductor de la Causa de diciembre. Reconocimiento como Presidente Titular de la República y Comandante en Jefe del Ejército Nacional. Para el 19 de julio de 1915 ganaba Bs, 4.000 por el cargo que desernpe­ ñaba, A su muerte, su sueldo con gastos de representación incluidos, era de Bs, 11.333 mensuales y toda la Presidencia coscaba a los contribuyentes anualmente Bs. 275.400, cuando el presupuesto fiscal anual era de 165 millones de bolívares.

48


Ua­ un como testimonio de virilidad plena, el choque es tan. desgarrador que ya desea más la muerte que la victoria. Acaso sin que Gallegos ­­como codos los creadores de símbolos­ pudiera advertirlo, en la novela llegaban a su clímax y f inal

conflicto sin salida, las fórmulas individualistas de una época que estaba cambiando. Desde otra perspectiva, el libro de Teresa de la Parra, más allá de su engañosa e insinuante frivo­ lidad, plantea asimismo la crisis de una ariscarquía social y de sus convenciones y represiones morales. La obra, que co­ mienza como graciosa murmuración de muchacha inteligente y deleitable cuadro costumbrista, pasa a la tragedia desolada de las últimas páginas. También esca Ifigenia, como la otra, será sacrificada a los torpes ídolos de la tribu, a los prejuicios de un mundo de formas demasiado arcaicas. La historia empe­ zó con risas y termina en desvelos y lágrimas. Y desde aquella alba trágica del último capítulo en que las cosas parecen ofre­ cerse a la protagonista insomne con las más despiadada clari­ dad, desnudamente crueles, parece que ella advierte en la conciencia y el dolor <le su destrucción los collados de otra cierra prometida más comprensiva y humana. Ibamos a salir los que éramos muchachos en aquel dile­ mático año 1920 a la conquista de nuevos mundos morales y sociales. Nuestro atrasado romanticismo juvenil ­­concluye Picón Salas­ sufriría la prueba y expiación de una época · El 19­12­1915, fue declarado día de fiesta en el Distrito Federal, por ser fecha aniversaria del día en que el Benemérito "libró a la repú­ blica de la opresión a que por largos años estuvo sometida, por conside­ rarse que en aquella fecha comenzó la magna obra llevada a cabo por el ilustre Caudillo de la Rehabilitación, cuyos resultados habían sido la regularidad adminisrrariva, el implantamienro del respeto a la ley y en suma, el progreso de la patria en todas las actividades de la vida nacional". El Senado acordó colocar su retrato en el Salón de la Secretada de la Cámara del Senado, como homenaje a sus relevantes dores de Magis­ trado y Patriara. El Congreso le consagró voto de adhesión y de justicia "por la paz inquebrantable que su Gobierno ha dado al país, y por la

49


Cuando et general Cámez se desplazab« desde Maracay " cualquier parte deJ país en su robtato "Lsncoln" [acton, Ja gente de Jos p11eblos "exhortad« po1 el [e]« civil" salla a la calle Jarxa paril ver de1jil!tr la comitiva.

que se tornó terriblemente tormentosa, en que los conceptos y fundamentos de la vieja Cultura debieron modificarse anee la eruptiva emergencia <le ocras realidades". Nosotros íbamos a llegar a tiempo en nuestra primera infancia para ver el despertar urbanístico de Caracas. Conocí· mos, siendo niños, a Don Santiago Alíonzo Rivas, Luis Roche y a Juan Bernardo Arismendi, cuando éstos acometen la empresa de urbanizar una hacienda denominada "La Yerbe­ "confraternidad de todos los venezolanos que su patriotismo fecundo ha hecho efectiva". Fundador indicurible de la paz en Venezuela, es en América, por antonomasia, el Caudillo de la Paz y del Trabajo. El 24 de junio, fecha aniversaria de la Batalla de Carabobo, era día onomástico del Bcnemériro "Gran Patriota". El 20­6­1931, se dispuso consolidar en una sola persona las faculta­ des de Presidente y de Comandante en Jefe del Ejército, a fin de que Górnez: "pueda realizar con plenitud la obra de reorganización de la república, confiada a su energía, experiencia y patriotismo". Después de más de 22 años reorganizando al país, aún no había comenzado. 50


"

Frente a la Plaza España, en la casa de Bloy Anzola, fue aloiado el Pf'incipe Fernando. Esta imagen tomada en 1921 no! da idea del estado de abandono que o/recia la calle por la c11al corrían aguas negras y et pavimento acusah« marcado deterioro.

ra", en terrenos que demoraban al Sur de la Misericordia hasta el cerro de Buenos Aires. Corría el año 1929. Los mate­ riales para construir esas casas eran transportados todavía en carretas. Era una urbanización para clase media. Además del edificio levantado por Juan Esteban Linares en 189 3, surgieron durante los veintisiete años del gobierno de Gómez sólo dos construcciones que superan su altura, fruto de inversionistas privados: el Hotel Majestic y el Teatro Con motivo del 5 de julio de 1935, Gómez recibió mensajes de feli­ citación tanto de Rafael Leónidas Trujillo Molina, como de Lázaro Cár­ denas. De Arturo Alessandri y de Alfonso lópez. El hombre estaba en la buena, canto con los "buenos" como con los "malos" de la época. El 17­12­1935 fallece a las 11:45 p.m. El Ejecutivo Federal "cum­ pliendo un deber patriótico e interpretando el unánime sentimiento nacional, en esa hora lucruosa para la república, declara 15 días de duelo, pues su muerte Constituyó una desgracia nacional, su magna obra de rehabilitación patria y los preclaros servicios prestados por él a la repú­ blica a cuyo engrandecimiento consagró largos y fecundos años de 51


Principal. Simultáneamente con la lenca recuperación de la crisis económica del 29 comenzó a ser desarrollada la Urba­ nización El Conde. Para esa época ­1934­ aún Gómez estaba en eJ poder. Estudiábamos primaria en el Instituto San Pablo al lado de José Rafael Domínguez, Efraín Schacht, Félix. Cardona Moreno, Horacio Venegas, Enrique Calcaño, José Grcgorio Sánchez, Ramón Luis Pérez Mena, Pornpéyo Ríos, Gregorio López García y muchos otros que sería prolijo enumerar. Tímidamente la ciudad vio anillar con cincas de macadam algunas vegas del Paraíso como preparándose a una hora incierta, pero segura de su explosivo despertar. Para esta época, Gomez, ya viejo, había pagado la deuda a las potencias agresoras del año 1902. Pero si acaso alguna vez pensó en modernizar a Caracas, suavizar su régimen, abrir las puertas de las cárceles e invitar de nuevo a los exilados, la cuenca de los años no se lo permitiría. Ni aun la mágica sabiduría del Doctor Bueno podría ya librarlo de su crónica prostatitis. En diciembre de 1935 se echó a morir. Tenía 78 años. Había • nacido el 24 de julio de 1857, hijo de Pedro Cornelio Gómez y de su señora Hermenegilda Chacón de Gómez en el paraje de La Muiera entre hondonadas y vertientes, corrales, pastos y siembras de café, cuyos mercados más próximos estaban en San Amonio y Cúcuta. eficiente labor y aleo ejemplo, lo hacen acreedor de la perenne admiración y a la máxima gratitud de todos los venezolanos". Ya muerto Górnez, el 6 de enero de 1936 el Ministerio de Relaciones Interiores, Dirección Política, envía el telegrama circular N<> 126, median­ ce el cual se comunica a los Presidentes de Estados instrucciones de que "la práctica seguida hasta ahora de colocar en las oficinas públicas el retrato o el busco del Primer Magistrado de la República, en ejercicio de sus altas funciones, o de dar su nombre a instiruros, edificios, calles, plazas y otros monumentos de ornato o utilidad nacionales, pugna abier­ tamente con los principios de nuestras instituciones democraticas, pueseo que con ello se anticipa un reconocimiento de servicios que no correspon­ 52


DESCRIPCION DEL "HOTEL PHILADELPHIA" YDEL "CATALUÑA" EN LA CARACAS DE 1908 Después de haber asistido a los sucesos que se habían originado en el Táchira y de haber sido alistado en el ejército del "restaurador", don Nemecio Parada refiere en su libro "Odisea de un Telegrafista" su llegada a Caracas en 1908, año precisamente en el cual se ausenta Castro para el exterior en busca dé alivio para sus males y deja encargado de la presidencia a su compadre y segundo en jerarquía, el general Juan Vicente Gómez. Vale la pena conocer las circunstancias reinantes entonces en la ciudad ante la expectativa que pro­ dujo el viaje de Casero y los propósitos de aprovechar esta coyuntura para desplazarlo del poder. Entre los numerosos oficiales que habían entrado a Caracas en octubre de 1899 junto con Castro, había muchos descontentos y éstos desde algún tiempo venían acercándose más al general Górnez, lo cual permitió a éste aglutinar un conjunto de voluntades a su favor. Lo que falcaba era que llegase el momento propicio. Y éste no iba a tardar. Mientras tanto entra a Caracas el joven telegrafista Parada. En el mencionado libro, por cierto agota­ do, dice el citado historiador: "Tres horas después nos encontrábamos instalados en el hotel Philadelphia, situado media cuadra al Norte de la Plaza Bolívar. Cuatro bolívares diarios se pagaba allí por buena de sino al fallo de la posteridad cuando el funcionario a quien se tribute se haya hecho merecedor a tal homenaje". "Este honor ­según el telegra­ ma­ sólo debe ser conferido al Libertador e ilustres próceres de la inde­ pendencia, y a los servidores eminentes de la república, después de fallecidos", y se. concluía exigiendo la extinción en lo sucesivo, de "esa práctica anti­republicana". Desde el punto de vista histórico, es conveniente que los conocidos de Górnez publiquen todas sus cartas, papeles y otros documentos hasta ahora inéditos. A lo mejor es un best­seller un libro titulado "Yo fui Servicio del General Górnez", donde se narreh todas las conversaciones de mesa, y todo lo que oyen los servicios domésticos de boca de patronos.

53


comida y habitación. Y ya que nombramos este sitio y este hotel, digamos que al correr de mucho tiempo, éste y el hotel Washington que estaba en la esquina Sur, fueron demolidos para construir allí, según se decía ( 1967) 'el más grande hotel de la América', pero no les dieron tiempo a los amos y promotores de la gran obra por grave contratiempo, pues de haberlo hecho, allí estaría esa hermosa joya, orgullo y ornato de la capital, en lugar del sórdido e impropio uso que le han dado ahora: un estacionamiento para carros del servicio oficial. El hotel Philadelphia era entonces un edificio de cuatro plantas, de poco fondo y frente como de quince metros. En la planta baja, patio, comedor y habitaciones laterales y de lado y lado de la entrada frente a la calle, dos salones ocupados, uno ·con una sastrería y el otro un negocio mirad botiquín, mitad restaurant, que vendia comida al menudeo, empanadas, hallacas, chicharrones, erc., siempre lleno de parroquianos famélicos; todo aquello humeante y oloroso ­ a fritanga, lo atendían afanosamente dos jóvenes muy atentos siempre vestidos de blanco. Advierto que sí me detengo en escas minucias del hotel, es porque quiero contar cómo era el famoso hotel Philadelphia de entonces. El segundo piso estaba destinado para los dormitorios y "Las Memorias de un Chácharo", o "Yo fui Miembro de La Sagrada", podrían ser otros títulos interesantes. Una entrevista con una persona cuya casa fue saqueada a la muerte de Gómez, otra con un saqueador y una tercera con un mirón, pudieran aporcar daros adicionales sobre los sucesos ocurridos en esos días, y sobre la verdadera personalidad del hombre de La Muiera, para comenzar a mostrarnos la realidad y acabar con el mito y la fanrasía sobre Gómez y su tiempo. No ha sido nuestro objetivo en la entrega del material que compone este libro, adentrarnos en nuevo análisis de la personalidad de Górnez, sino tratar de justificar lo que a nuestro juicio fue la razón que permitió a nuestra generación haber conocido la ciudad aldeana que había quedado tras el gobierno de Guzmán. Era cal vez la misma ciudad de Páez y de 54


otros usos transitorios ya por días o por meses; y el tercero, que llamaríamos el de la pimienta. Allí funcionaba noche y

día el famoso "Club Cataluña", sitio no sólo destinado al juego de envite y azar, sino a otras atracciones propias del lugar. Más tarde le cambiarían el nombre de "Cataluña" por el curioso y popular de "La Hormiga", quizá debido a la perma­ nente afluencia de gente heterogénea. Allí se jugaba de todo: dado corrido, Bacará, Ruleta, Barajas, Lotería de carroncitos, Dominó, erc., etc., aquello parecía una academia de los vicios, pero con orden y circunspección que recordaba aquella fórmula de saqueos recomendada por alguien de: 'saqueen muchachos, pero con orden' ... A mí jamás me atrajo ni me dominó el pernicioso vicio del juego; y aunque algo lo entiendo y en ocasiones he echado mi manito al Pocker, Ajilei y Golfo, llamado graciosamente 'jalarle la oreja al burro', ha sido para complacer invitacio­ nes o animar una partida pero nunca como vicio o mal hábito. Al contemplar en el "Cataluña" o "La Hormiga" tanta gente, tanto oro y tanta plata amontonados o en largas hileras, me repugnaba ver cómo se tiraba la riqueza en manos del vicio. Natural era que allí se fuese a perder o a ganar, pero lealmente, sin riñas ni enconos, sin ánimo de matarse. Eran esos los tiempos de cuando el jugoso vicio del juego, Monagas, excepto las transformaciones progresistas logradas por el "Ilustre" y las muy tímidas realizadas por Crespo y luego por Castro al entrar triunfante con la llamada Revolución Restauradora. Abrigamos la sospecha <le que en el trasfondo, en lo más recóndito del alma del zamarro dictador, existía el temor de que un nuevo bloqueo de nuestras costas por las potencias acreedoras podría poner en peligro la estabilidad del régimen, lo cual hubiera sido definitivo, si acaso coincidía con algún levantamiento armado de los muchos que había tenido que sofocar a los comienzos. Gómez empezó a retener de los presupuestos la suma que ha debido invertir en el mejoramiento y desarrollo de Caracas. Y es por ello por lo que en 1930 continuaba siendo Ja misma ciudad que dejó Castro cuando se fue al exilio. 55


manejado como industria, dejaba pingües utilidades a los privilegiados, casi sin costo alguno, pues no era necesario ni un triste agenre de policía para custodiar aquel rico filón. Sobre el tapete de largas mesas, frente al tallador, veíanse altos rimeros de rnorocoras, medias y cuartos, de fuertes y

sus fracciones, señuelo pocas veces logrado por los ilusos jugadore.i El puesto de tallador era cosa negociable bien por días o por horas, corriendo éste con el mantenimiento del orden en torno a su mesa. Recordamos la presencia ·como talladora en una mesa de una hermosa mujer joven, rubia y atractiva, quien después pasaría de esta actividad a petrolera, por haber­ se casado con un gringo petrolero, más tarde de mucha nom­ bradía en Caracas. Atraído por el entrar y salir de gente, contemplaba yo una noche el ajetreo de los parroquianos, el rastrilleo de ruletas, el cantar de loteros, el voceo ansioso de las apuestas; el "paro pinto", el "topo a codos", el "voy a senas", otro dice: 'voy a cuatros', etc., etc. Aquello era para no quedarse dormido. Dada mi calidad de provinciano novato y algo tímido que sabe que la noche se hizo para dormir y el día para traba­ jar, aquel espectáculo me resultaba contradictorio. Por poco soy testigo de un sonado suceso ocurrido una noche cualquiera. Un grande amigo mío, merideño, distin­ guido y afamado general, de quien me despedía poco antes, pe­ netró a "La Hormiga" con "el santo de frente", como dice la cábala, y en sucesivas "puestas dormidas" (doblando siem­ pre la puesta) dio al traste con la Banca, ganándose más de diez mil pesos en relucientes morocoras; y como quiera que ninguno de los perdedores atendió a la invitación del desqui­ te, o sea seguir jugando, en una bolsa de lona recogió" su dine­ ro muy tranquilamente y se retiró a dormir a su cercana habi­ tación sin temor a ladrones o envidiosos, escudado sin duda en su sereno valor. 56


1s hallaba el botel 'Y casa de juego! "Catalt4ña" donde tomó alojamiento, cuando por primera vez vino a Caracas, don Nemecio Plfrada. Los hechos que alli ocurrieron tos narra el veterano telegrafista eR su celebrado libro "De Oeumere a Mwafl<>res". Parada lkgó a ser jefe de la Oficina de Telégrafos en et Palacio donde tiene J# asiento ol ddJpa. cho presidencial 'J goz6 de la mJs absolat« confianza det Presidente López Contrerss. Parada se h11llaba en la oficit.a principa! de Telégrafos (Sama Capilla) la noche del 17 de diciembre de 1935 'Y da (e de aue a las I 1 y 45 recibió instrecciones para informar a los 1Wini1t·ro.r Presidentes de Estado la noticia sobre eJ /allecimicn10 del General Gámez en Maracay. De esla eiquifl4 hacü: et norte -V croes-

Hombre poseedor de riqueza, desprendimiento, valentía y de don de gentes, el dinero ganado en el juego no le impor­ taba; de sobra Jo tenía en su merideña cierra adquirido con su trabajo. Diríase que el dinero le estorbaba; por ello lo hacía circular entre amigos y necesitados; sus bolsillos pare­ cían no tener fondo, ni remedio su afición al veleidoso depor­ te del juego. Al siguiente día de la exitosa noche, después de muchas dádivas, volvió a la carga pero ya con "el santo de espaldas" y perdió lo que le quedaba y mucho más. ')7


¿Quién era este raro manirroto hombre? Y a nos lo va a decir en el comienzo de una necrología un grande amigo suyo, el doctor Caracciolo Parra Pérez, 'Caracas, diciembre de 1963. Ha muerto en Mérida el general Godofredo Massini, personalidad destacada en nues­ tra Venezuela política y guerrera. Formado a la sombra de un hogar honorable al lado de su padre, el esforzado hombre de empresas don Miguel Massini, de éste que el trabajo y el honor son bases que hacen del hombre el elemento útil para la sociedad y el bienestar colectivo de los pueblos en su marcha progresiva hacia su perfeccionamiento e ideales... ' y agrega más adelante: 'Pecho a pecho con la muerte; también con bravura imponderable fue conquistando sus grados mili­ tares hasta alcanzar el generalato y caer gravemente herido en acción en "La Victoria", en donde el general Castro, al recibir la noticia, le consagró con estas palabras: 'Me han herido el

PRIMER PAGO A INGLATERRA Gómez sabía pensar muy bien ciertas cosas. Cuando se decide hacer el primer pago de la deuda externa. elige a Gran Bretaña, potencia acreedora, pura y simplemente porque sabia que por aquellos tiempos ese reino aún tenla hegemonía en el mar. Es así como en 1916 ordena la primera amortización por un equivalente de seis millones de libras a favor de ese pais. A Francia, Italia y Alemania, pagaría en los años subsiguientes. En 1930 había cancelado todas las obligaciones de Venezuela.

UN DOCUMENTO El conocido historiador Ramón J. Velásquez dio a conocer a mediados del presente año de 1977, durante una conferencia. el hallazgo hecho en un libro titulado "Política Norteamericana en el Caribe" de J. B. Callcot, en el cual se inserta copia de una orden que habría dado en 1919 el presidente norteamericano Wilson, al Secretario de Estado W. Lancing "a fin de que estudiase alquna forma de lograr el derrocamiento del dictador Juan Vicente Gómez del poder en Venezuela, sin que este hecho provocase tensiones en el área".

58


BAÑO DE MAR '

En esta fot-0g1'afiaqee por primera vez se publius, fiemos al gen.eral Juan Vicente G6mez en traje de ba1fo, acompañado de don Amonio Pimensel, a qnien to1114 de la mano, saliendo del 11JM en Ja pi.aya de Ocumare de la Coste. AJ fondo la casa que solía oc1¿par el dic1ador dttrante un temporadas en aquel lugar.

59


más brillante de mis jóvenes generales' ''. Finalmente dice el ilustrado escritor doctor Parra Pérez: 'muere a una edad avan­ zada, honrado por todo el pueblo que supo de su nobleza y caridad para los desvalidos, porque nadie llegó a pedir que no fuera generosamente socorrido por la mano cariñosa de aquel hombre noble y bueno'. Este era mi amigo el general Massini, a curen conocí en Tovar en una temporada de fiestas".

Gomez acompañado de sus Mini.st-ros da por inaugurado en 1925 el bosque de Los Caobas, sitwdo al Este de ta ciwlad. Hoy el bello parque deserrollado Por el conocido consereacionista José AnJo·nio Mosquera en lo que fu.era en el pasado propiedad de la 11iuda e hijos del General Ambrosio Plaza, muerto en la acción de Cerabobo, 11iene a ser et censro geográfico de /4 ciudad.

60


UNA CALLE

Esquina de Zaoasero, en La Pastora. En la humilde casa de sujeta a su única ventacna, el tricolor nacional. Debió ser algún "dia de la rehabilitació-11" fiesta en la cual los jefes civiles empeño para que Jos vecinos embanderara« sus

la Mqui?ld luce, 19 de diciembre, pon{an especial. casas...

61


MUERTE

DE JUfu."lCHO GOMEZ 30 de: junio 192 3

Cnéntese qu« luancbo Gáme«, Gobernador del D.F. y Vice-Presidente de la República. asesinado en Mira/lores la madrugada del 30 de irmio de 1923, había asistido la nocbe anterio« de! crimen a un« fnnciá« de la· Compa,iía de Marina Uguet1i e'~ el Teatro Oltmpi«, llamada "El Ultimo Al respec:n Carlos Emilio FernJndez en "Hombres y Sucesos de mi Tiorrs", dice (pág. 129) ''concluida la /uncióti, permaneció u1i rato con algmioJ compe11iero1 y ri:gri·só a MiraflMeJ d1J1pués de la media noche. ErJ s« mesa se sncontro un« laza con restos de un narcótico qNe seguramente fue mezclado previamente con la bBhida calicme que solla tomar a11Jes de dormir. Del examen. médico apqrece q1111 la muerte dtJbió ocurrir ap,.oximadamenle a las dos de la madrugad-a"- Señala a contint1<1ci611 C.E.F.. que el General Gómez asislió impasible a /a.¡ exequias de su hermano y 11nmlwó par« u11ri:uirlo o» la Gobernación del D.F. al tachirenso Dr. ¡,,/io Hidalgo, hombre de sr1 enter« confia11za, mientras deraraba por el pa/J y principalmente en Caracas, un« ola de PMsec1u;iones ,. de terror. Numerosa: versiones snrgiero« a raiz de este suceso el cual cesura la vida además a muchas ocrsonas, la masor parle de éstas, totalmente inocentes. A pasr1r <le haber t<famcurrido máJ de 60 años, extraiiamente se desconocen los autores intelectuales y mate-riale1 del imólito atentado.

vst«:

Al centro et General f. V. Gómez acompaiiado del "Presidente Prov;.rional" Dr. Victorino Márqut.z Bustillos; a liJ derecha el Gobernador del D.F., Gendrat Juan C. Gómez [luancbo) asesinado misterinsamense en el Palacio de Mira/lores el «ño 1923. l!..rtán en la misma fotografía J1tlio Hidalgo, Rafael Requena, Adolfo Ruano (médico d« Gásnez) el coronel Arturo Santana, f. V. Lápez

Rodríguez

62


AMORTIZACION DE SEIS MILLONES DE LIBRAS ESTERLINAS PARA LA DEUDA EXTERIOR Medida de lo que era el país, podría darla el comentario que recogemos sobre el Banco de Venezuela en los días a los cuales se refieren las gráficas que forman este libro. Recuerda al efecto don Carlos Duarte, que los empleados entraban jóvenes con sueldo de 60 bolívares mensuales. Se sentían, no obstante satisfechos porque el trabajo era además una escuela, entre ellos Alberto \Vinckelmann, Eduardo Sosa Fernández, Jorge Arévalo, Gonzalo Ustáriz, Manuel Enrique Castro Herrera, Guillermo Toro Ramírez y el mismo Carlos Duarte

Level. En aquella época las mujeres no solían trabajar fuera de sus hogares, pero a alguien se le ocurrió la idea de abrirles campo en el Banco, experiencia que llenó de satisfacción, no solamente por lo agraciadas de algunas de las primeras que trabajaron en la banca, sino por lo eficaces que resultaron en la atención de las responsabilidades que se les encomendaron. El capital del Banco de Venezuela era de doce millones de LAS POTENCIAS Y SU INTERVENCION EN HISPANOAMERICA Nos hemos asomado a las notas de Rafael Angel lnsaustl sobre "Les Potencias y la Intervención en Hispanoamértca", publicadas en la colección "Venezuela Peregrina", 1936. Son cartas y apuntes de César ?umeta, realizados entre los años 1899 y 1908. que se refieren al papel de las diversas potencias en sus actitudes e intenciones hacia Amérioa Latina. En particular el doctór Zumeta se alarrno con la pretendida trama de Alemania de cincelarse una esfera de influencia en el hemisferio, el papel de la Doctrine Monroe y de la difusión de la influencia de los Estados Unidos en las repúblicas centroamericanas y en las Antillas. Zumeta ve el crecimiento de la influencia de Estados Unidos en el Caribe como resultado directo del pacto conspirativo con Gran Bretaña por el cual a Washington se le dio mano libre en el Hemisferio Occidental, a cambio de un favorable apoyo a Londres durante la dtsputa de la Guayana Británica. El bloqueo por barcos de las potencias europeas, de los puertos venezolanos. se lleva a cabo en diciembre de 1902. Poco después, el presidente norteame­ ricano Theodoro Roosevelt, llamado el del "big­steak", propuso a los poderes aliados someter al arbitraje del Tribunal de La Haya las diferencias existentes

63


En las o#cffM.S del Banco de Venezuele, el seño« Ramiro Re,idiles firma un cheque por seis miJl<me1 de Jibr11s euerliees, ordenado po, Gémez p:>ra amortizar Lz deuda externa. El joven que e1tá áe pie, a la izquierlia, es Alberto W inckehmtnn, quien en 1916 entró a trabajar al Banco, ftmto con Carlos Duorte Leoel, g11nando un sueldo de sesenta bolioeres mensuales. entre Venezuela y los aliados. El Ministro de Estados Unidos, en Venezuela quien había viajado a Washington. cablegrafió a fines de mayo de 1903 al secretario de la Legación en Caracas: "Diga al Presidente que el Protocolo de La Haya está firmado y que es enteramente favorable a Venezuela". (Fdo. Bowen). Al comentar este suceso el periódico "La Restauración Liberal", que dirigía Ricardo Razetti, expresa: "En esa noticia que se transmite se palpan conse­ cuencias Inmediatas de la respetabilidad de una administración que no omite sacrificios por satisfacer sus compromisos contraídos. La exactitud con que hemos venido pagando en oro las estipulaciones primitivas firmadas en Washington, fuera del grado de justicia que Indudablemente asiste a Venezuela en esta ruinosa querella internacional, han sido factores Importantísimos que han determinado las ventajosas condiciones con las cuales serán discutidos en el Tribunal de La Haya, los derechos de la República. En otro diario, "La Prensa", Nº 334 del 27 de mayo, escribe su director. don Pedro Manuel Ruiz, lo siguiente: "La circunstancia del regreso del MinistlP Bowen ha venido a fortificar los vínculos de fraternidad que existen entre la patria de Bolívar y Washington. La recepción, por demás solemne, del Gobierno de Venezuela. hecha al notable diplomático. no es sino una faz de la identidad de miras e intereses que se ventilan en la nuestra y en la República del Norte".

64


bolívares. Competían con el Banco Caracas y más adelante,

el Nacional City Bank y el Royal Bank of Canada, los cuales abrieron sucursales en Caracas. A los empleados se les reque­ ría también para el traslado de dinero entre las agencias. Las remesas iban a mano y que se sepa, jamás hubo atracos a los emisarios. Don Vicente Lecuna, era alma del Banco de Vene­ zuela. En la dirección de la institución lo acompañaban, entre otros, el señor Ramiro Rendiles, quien devengaba dos mil bolívares de sueldo, cantidad entonces astronómica; Juan Bautista Plaza y Guillermo Suárez, cajeros principales, Ino­ cente Palacios Hernández, quien con el tiempo llegó a ser el Secretario; José Antonio Olavarría Matos, Tomás Reina, Fernando Arroyo Parejo, Roque Hernández. Feliciano Paca­ nins, se había iniciado como agente viajero. EL Banco internamente era tan familiar como el desenvolvi­ miento, en términos generales, de la vida económica del país. Era fácil saber quién giraba dólares al exterior. Los chinos, por ejemplo, que formaban una colonia numerosa para la época, iban al Banco de Venezuela a comprar giros dirigidos a Tai Fun Chon, de quien se suponía ­evocaba don Carlos Duarce­­ era o un banquero del Celeste Imperio o acaso cabeza visible de alguna oficina de viajes que se encargaba de organizar la migración china hacia nuestro país. Las relaciones entre empresa y trabajadores se desenvolvían con naturalidad, sin asperezas, que reflejaban la calma en que' vivía el país...

65


En este /('rupo aparecen, al fondo, de izqttiertlz a derecha: Ramón Arman1to

Leó11, Rómulo B.etancourt 'Y Germán S1.tá1'ez Flamerich; segu11da fila: )óvito Villalha, Germán Herrera Umérez y Arinidei Gámez Rangel; tercer» fila: Raúl

Van Praag, l!nri.que Gorcia Mal<totMdo 'Y Rafael Angel Camejo; abajo: Ernesto Silva T elleria. Dos da ellos ha11 llegado a la codiciatia silla f>'residencUil por caminos distintos y rm tercero continúa siendo aspirante. (Dt1 "Hombres 'Y Sucesos de Mi Tierra". Carios Emilio Pernéndez).

66


LA ROTIJNDA

Parte exterior de la tétrica prisión.

Cslebosos de La Rotunda en Caracas, donde essuoo preso varias veces Aréualo Gonzdlez, r;na de ellas desde i"lio 13 de 1913 ha;ta diciembre 31 de 1921, pof lam;a1' la can.didatm-a de/ Dr. Félix Montes a la Presidencia de la República.

67


Ya vn10 el general Gómez H! entreteni» en 1'ÍJfJar sm potreros de Aragtlll. Aquí lo vemos acompañado de los docto-res ltriago Chac·fa y Efraín González, 1'¡,finistros de Relaciones Exteriores y de Educación, del señor Samo1 Matute 'Y al fondo se asoma el Ministro de Guerra, general Eleezar Lápez Consrerss. Entre Caracas y Vale·ncia existía una carretera pavimentada y asimismo et tramo que iba de La En&ruciiada ha.rta San Juan de los Morros, donde se hallaba el botel y los baños termales, frecuentados po« el dictado-r.

6S


Gener11l Eleazar Looez Contreras, Mn1iJwo de Guerra durante el gobierno de Gómez asumió el pode« ejecutivo y ttna de sus primeMs iniciativa.r, deJpués de los sucesos del 14 de febrero los ceales permiJie,.011 hacer un reajuste del Gabinete y apaciguar los tfoimos emprendió un« ;ira hacia el interior. Entre los Primeros estados que visitó essaoo el T áchit-a. En esta foto de archwo de don Nemecio Parda, vemos al presidente tm traje de civil [rente al Palacio de gobierno de San Cristóbal. De espaldas, don Heliodoro Rodriguez, C6mul de Colombia.

69


COMO VIO LOPEZ CONTRERAS EL PROCESO POLITICO DE 1928·1936 El General Eleazar López Contreras. quien había sido Ministro de Guerra al lado de Gómez. logró, con altibajos, ir llevando al país de una dictadura al régimen de libertades democráticas, después de aquel largo período. Años más tarde, lópez Contreras dio a conocer un libro de interés como punto de referencia por su contenido en el cual bajo el título "Proceso Político­Social 1928­1936", explica algunos hechos en el cual jugó papel preponderante dado el cargo que desempeñaba. Ya hacia el fin de su período el país parecía encarrilado hacia el ejercicio de las libertades públicas. La historia reconoce que, a pesar de las muchas vicisitudes durante su adminis­ tración. aquella transición fue saludable. Elegido en 1941 para un nuevo período constitucional el general lsaías Medina Angarita empeñase en consolidar las conquistas polítlco­soclales y ampliarlas, poniendo énfasis en conceder todos los derechos y libertades consagrados en la Constitución. entre éstos, el de la ­libre expresión. Hacia Hnes de su mandato, el cual termina con el golpe del 18 de octubre de 1945, era Medina Angarita uno de los pocos maqlstrados que. sin exagerar, había gobernado sin un solo preso político: "Ninquna madre. hija o hermana podrá argumentar que durante mi gobierno hubo un ciudadano privado de su libertad". Es un hecho ya histórica· mente reconocido. Pasemos ahora a ver lo que nos cuenta el ex­Presidente Eleazar López Centre­ ras, sobre lo ocurrido en el período 1928­1936.

SUCESOS DEL AÑO 26 "Existe la más absoluta correlación entre los sucesos desarrollados en Caracas para el año 1928 y la conmoción polttlca que se pronunció en Venezuela a raíz de la muerte del Presidente Gómez, razón por la cual debo hacer mención de aquellos, aunque en línea generales. antes de concretarme al estudio que me propongo realizar en cuanto a la taz Inicial de mi gobierno. Tres acontecí· mientas conocidos históricamente bajo la denominación de "Semana del Estudiante", "Huslqa de solidaridad del pueblo de Caracas" y "Golpe de Cuartel del 7 de Abril", frustrado, constituyen los actos iniciales de un movimiento político social, preparado por la juventud revolucionaria de la Universidad Central de Venezuela. La Semana del Estudiante, planeada para levantar el espíritu de solidaridad del estudiantado universitario. a servir de estimulo en sus labores culturales Y hacer sentir su acción en la vida social. actividades apagadas a consecuen­


1U> esraban acostumbradcs les caraqueño1 de /4 época, fue las huelgas de Uanviarnu. En la pancarta prote1tan contra la Ley d.e Orden P¡tblico, conocida también como la "Ley Lera" prpmulgada por I.,épez Conireftas y p11esta en oigor durame los dificíles momento¡ que 1iguieron <t la muerte del dictad01' en Maraca}' en diciembre d-el año 35 .

Hecho inusitado al c11al

cía del régimen político imperante en el país. no se llevó a cabo con 1­a prudencia que requerían las circunstancias, pues en las reuniones públicas fueron pronunciados discursos incendiarlos y el personal directivo, en desa­ fiante actitud, provocaron la violenta reacción de las autoridades gubernamen­ tales. Digno ­de éncomio­ fue el espíritu de compañerismo demostrado por el núcleo más destacado de universitarios sometidos a prisión y luego llevados al Castillo Libertador de Puerto Cabello y. seguidamente a rendir trabajos forzados. a los sitios de las Colonias del Estado Miranda y Palenque del Estado Guárico. También el pueblo de Caracas demostró sus sentimientos de adhesión. ocurriendo a una huelga general que duró varios días. en cuyo

71


Las m.-.mifesJac1oneJ se prodr1ieron en Jodo el paú con redoblada insistencia, promovida por los líderes de 1-0s p~tiáos politicos. La "fuerza de linea" cuyas bay011eJas asoman por encima de las cabezas de la multitud se mantuvo a la e1pectali11a para evit111 saqueos. período se produjeron choques violentos entre el pueblo y las fuerzas de Policía. la guarnición de la capital, perteneciente al E)érclto Nacional, asumió una actitud firme, pero prudente y discreta, hasta lograr el restablecimiento de la normalidad social. Dos meses habrlan transcurrido con relativa tranquilidad, cuando el grupo más representativo del estudiantado logró conectarse con algunos oficiales de las tropas acantonadas en la ciudad de Caracas y acordó la ejecución de un movimiento armado para derrocar el gobierno, en cuyos planes se propo­ nían eliminar al Jefe de Estado en su probable estada en el balneario de Macuto durante los días de Semana Santa. la información. en cuanto a dicho proyecto. debió llegar a las autoridades políticas por conducto de algunos padres de jóvenes estudiantes comprome­ tidos, así como el Comando de la Guarnición. por informes de cadetes de la Escuela Militar, que fueron transmitidos por el director de dicho instituto, coronel Elías Sayago y sus ayudantes. los capitanes lsaías Medina Angarlta y Abe! Velasco. en la noche del 6 de abril. Ordenes especiales de vigilancia

72


Acompañado de ms edecanes et presi2ente Lápez Consreras tlevó a los p11ebloJ de Veneznela su mensaje y prometió mamener las libertades públicas 1 el respeto por el gobierno aJ derecho de los úttdadanos. Creó juntas bolivarianas encargadas de difundir la esencia dochinari.J del Libertador; ordenó la constNlcción de Liceos 011 Caracas ,. el interior del país y con no pocos tropiezos logró encauzar al pats hacia el obiesioo de "vivir en libertad dentro del orden", expresión que nun&a faltó en sus /1'ecuentes alocuciones asl como la de "calma y cordura" fueron dadas a los diversos Comandos y Servicios, en tanto se procedia a una investigación, ya que el movimiento. debía desarrollarse el Domingo de Resurrección; pero sus dirigentes, ya en conocimiento de que las autoridades estaban informadas del proyecto y, desde luego, preparadas a contrarrestarío, resolvieron su ejecución durante la noche del Viernes Santo, o sea. del 6 al 7 de abril. Los complotados lograron sublevar el batallón que estaba de servicio en el Palacio de Miraflore·s y atacar la guarnición del Cuartel San Carlos. ya que no habla correspondido al movimiento acordado. Ignoraban que el suscrito, en su carácter de jefe de la Plaza, había logrado llegar oportunamente a dicho cuartel, reducir a prisión a los complotados y hacerse obedecer por el núcleo de tropas de mayores efectivos. Rechazadas las tropas atacantes y prisioneros sus componentes en número mayor de 150, fue restablecido el orden en la capitel, quedando así asegurada la estabilidad del gobierno y consolidadas sus fuerzas para ocurrir con éxito a dominar las tres intentonas revolucionarias que se produjeron en el año de 1929 y primeros meses de 1930.

73


LOS SAQUEOS

Escenas como estas ft1er<>t1 mu7 [receentes a raíz de la muerte del dictado,. cu<mdo el pueblo se entregó al saqueo de la casa de alg:mos de los jerarcasdel régimen. CONSECUENCIAS

DE LOS SUCESOS DEL AÑO 28

No existe la menor duda que los movimientos estudiantiles de la Universidad Central correspondían a un plan preconcebido a preparar la opinión pública en todo el país, a recibir con entusiasmo la revolución que venfan organizando algunos compatriotas exiliados con el apoyo de sendos Comités que funcio­ naban en el interior de Venezuela. la invasión del general Román Chalbaud por el Oriente. el alzamiento de Gabaldón en Portuguesa y la invasión del general Peñaloza Por la frontera del Táchlra, corresponden a un mismo plan, aunque ejecutado en diferentes épocas debido a las circunstancias y a la rivalidad y ambición de los respectivos jefes revolucionarios. Por esta razón, uno se adelantó para tomar ventaja en el orden político y militar y otro reallzó su invasión por el Táchira, pensando que el Gobierno del Presidente Gómez estaba ya suficientemente desgestado en la opinión y sus tropas con bajas de importancia en las dos campañas en las cuales habían estado empeñadas en 1929. Consideramos. en consecuencia. que la juventud universitaria tuvo sus inclinaciones a recibir todo el apoyo de su ideallsroo en un movimiento armado. es la generadora de un proceso político­social iniciado en la Semana del Estudiante y en la Huelga de Caracas, que marcan. en' la vida política de Venezuela, un nuevo sistema de lucha para combatir los gobiernos o ir a la conquista del poder. quedando definitivamente cancelados los tradicionales alzamientos del campesinado, bajo el dominio de terratenientes o de caudillos regionales, que los impulsaban a ir a las contiendas civiles por rivalidad, por la preponderancta local o por alcanzar leoninos negocios a la sombra del Estado.

74


J. T. [iménez Arrsiz, a JUJ lados Guillermo Prince Lara ~· Carlos Rmilio Peméndoz. Aquel mismo mes ft1eron detenidos Romalo Betancoert, Pio Tamey«, ]61JiM Vil/alba, Prince Lara y ]oaq11-in Gaba!.dón Márq11ez y engrillados en et C11a'f1el del Curio. En 1978 se mmp/en 50 a1íos <te los sucesos. SemantJ del llitudumto iniciada el 6 de febrero de 1928. Al centro

Es bien seguro que los líderes de hoy en las ciudades, reemplazantes de los pequei'los caudillos políticos y militares de otras épocas, tienen iguales renden­ cías de dominio y de especulación con el apoyo de las masas populares y a la sombra de los gobiernos en que ellos logren triunfar, pero hemos de confesar que ese nuevo campo de lucha política, cívica, doctrinaria, económica y social, es la que prevalece en los oatses civilizados y que sólo se requiere encauzarla entre nosotros, dentro de los dictados de la moral, la razón y la justicia, como la única forma de eliminar teda lucha de violencia revolucionaria. Durante aquella época quedó entablada la pugna entre las fuerzas políticas del régimen Impuesto en la República a partir del año 1908 y las fuerzas de oposición representadas por la juventud estudiantil revolucionaria. Indudable­ mente que el gobierno logró un triunfo decisivo en el año 28, pero su acción política careció de sentido liberal y humano. por la intensidad de las medidas de represión adoptadas, y·a encarcelando a unos, ya obligando a otros a buscar la defensa en el ostracismo, por tiempo indefinido. Esa juventud revoluciona­ rla debería ser acogida en el exterior en centros de ideología extrema, no solamente con odios políticos, sino de razas y de clases, que. más tarde, regresarlan a Venezuela a encauzar al estudiantado y a las masas obreras por el camino de la demagogia y de la anarquíe. También. corno consecuencia de aquellos sucesos, en mi carácter de jefe de la Plaza de Caracas, y defensor ­del gobierno en el cumplimiento de mis debe­ res militares, debí atraerme el encono de la juventud revolucionarla, por haber tomado parte preponderante en la resistencia a su acción, ya en actitud pasiva durante la Semana del Estudiante y en la Huelga, ya activa en el golpe de cuartel, que la llevó al fracaso; pero, a la vez, mi actitud independiente vino a provocar represalias en mis resentidos compañeros de causa, emulación o rivalidad acaso que los condujo a realizar un trabajo de intrigas, hasta lograr que el Presidente Gómez ccnslderara inconveniente mi permanencia en Caracas, y se me destinase a servir al frente de las tropas de guarnición en la frontera del Táchira".

75


EL TRANVIA DE EL PARAISO

El tran·111a eléctrico, concesián. hecha por Castro a una 'T~añía inglesa, era el medio popu/a., de t·ransporte colectivo q1Je tenían los .caraqm11ios en tena ciudad Ji.n prisa. En la presente foto de Helmut Neemann, vemos bajar perezosemente uno de El Parafro por el bouleva-rd este del Capitolio -Monjas a San F,.ancisco--, cuando ya el colector ha comenzado a recorrer los estribos pa-ra recaudar et pa¡afe entre los viajeros. Estos vehlculcs prestaron servicio hasta 1947 cwmdo fuuon desplazados ·definitivamente por el autobé). El caricaturista "Leo" les tmdilgó el tít1'lo de "morrocoyes" así como también había adjredicado el de "lechuza" a las pintorescas victorias o coches de m;mlJ'To, que hacían servicio de alquiler dentro del Perímetro urbano. Al reglamentarse el flechado de las calles de Caracas por motivo del i11c1'ememo del transpMte automotor, la vida de los tranvlas se hizo 11irtualme·nte imposible.

7(.,


UN INOCENTE

Inocente de iodo. en la Plaza Boli11111, un ca'faqWJño de pajilla y CO'fbata, u-ajeado de dril, utilizando los servicios de un lim(>iabolds.

77


HISTORIA DE UN REVOLVER Uno de los hombres más calificados que hemos cono­ cido por su integridad moral, vocación de enseñar y por su genialidad> fue el doctor José Izquierdo, profesor de Anatomía de la Universidad Central. Nos honró con su amistad. Solíamos visitarlo con frecuencia en su casa Jose­ fina de "Santa Isabel al León". Aún estudiábamos en el "San Pablo" cuando ya el doctor Izquierdo tenía veinte años de graduado. Pertenecía a la promoción del año 15. Fue un maestro insigne en la cátedra de medicina. Hablaba varios idiomas; tradujo el Kemphis y a Shakespeare. En ocasiones aparecía en la escena política para dejar oír su voz. Siempre refería de cómo lo invitaron a una revolución encaminada o derrocar a Gómez. El jefe era Delgado Chal­ baud. Estuvo a punto de participar en ella. A la muerte . del dictador protestó por vejaciones cometidas en puertos orientales contra algunas damas allegadas a la familia de Gó­ mez Más tarde rea pareció en escena a raíz de los desórdenes callejeros durante el período de López Contreras. Se le atri­ buía la frase famosa en la cual recomendaba desenvainar el machete al presidente "para poner orden". ­Ponga cese a los saqueos> general! Admirado y querido por los discípulos que integraron 7$


EL

MAESTRO

Cuando, 8n ciHh: oeasiá», f)artit:ipamo; al doctor Izquierdo que ya para ensrega« el doctor CaldlJ'fa la presid1ncia de la Repríblica a s1• sucesor, Carlos Andrés Pér~z, aquét había ido con el Cardenal José Humborto Quimero al Panteón Nacional 'Y con expertos habla sido r~lizada rma impeccíón en el sepuluo d4 Bolívar cesó eti JU ánimo la unsión en la uktl siemtwe babia vivido y que daría 01'igen a la pubticació,1 de Ju famoso folleto JiJ11/ado "El Cráneo del Libertador'.

79


varias profesiones de médicos de conocida trayectoria, jamás tuvieron. éstos objeción que hacer a sus métodos pedagógi­ cos. Condenó la práctica de los repitientes en el aula univer­ sitaria. "A esta casa se viene a estudiar" ­proclamaba enér­ gico­. Publicó un ensayo titulado "El Raspado" en el cual ironiza la conducta del estudiante con exagerada vocación por la política en perjuicio de su tarea de aprender, para agitar por cualquier motivo y promover suspensiones de clases. Escribió un Tratado de Tauromaquia en el cual comienza por abjurar de su antigua inclinación por la fiesta del coreo: "Es un espectáculo abominable en el cual el hom­ bre lleva a un noble animal al engaño del trapo y lo sacrifica cruelmente en medio de gritos y música". Durante una corrida el año 1934 tocó al celebrado diestro "Chiquito de la Audiencia", un toro de pura casca, bautizado con el nombre de "Caporal". A pesar de cinco estocadas el toro sobrevivió y fue devuelto a corrales. El doctor Izquierdo lo llevó a su casa de San José y allí lo curó hasta su total recuperación. Le hizo construir un pesebre y todas las mañanas antes de salir a su cátedra hacía ejercicios con el astado. Este llegó a reconocerlo y cuando lo veía aparcer, se acercaba mansamente a lamerle las manos. Sentía gran cariño por los animales. Siempre le acompañaba en su biblioteca un mastín de negro pelambre. Mantuvimos por espacio de más de treinta años corres­ pondencia con el doctor José Izquierdo. Conservamos un archivo muy completo de notas suyas, todas breves, pero llenas de enseñanza y gracia criolla y no pocas referencias a la vida política. Nunca formó parte de comités laudato­ rios, firmó manifiestos ni se le vio haciendo genuflexiones ame el poderoso. Fue un tipo excepcional, incansable inves­ tigador de la historia, profesor ejemplar y además de todo ello, un notable dibujante de anatomía. Poseemos variada colección de sus creyones, en los cuales solía satirizar aspectos 80


EL CURSO

1

j

i

Histórica Jotog-ra/fa del año 1915 tomada en la anlig11a Escuela de San Lorenzo, no lejos del Hospital. Vargm. EIJ.Jn en ella adtm.ás del doctor Izquierdo, do p-is, de izquierda a derecha: los docsores Pedro Gonzélez Rfoco11es, Héctor Landaet« Payares, Antonio José C«JtiJJc, Gt#tavo H. Machado, Guillermo Hernéndez Zozaya, A. GuJié"ez Solis, José Ignacw Baldó, Pedro Gusiérrez AJfaro, Bernardo Gómez, Pedro del Corral, Martín Vega.J.

de la vida política venezolana. Su sobrino el doctor Luis Plaza Izquierdo, vice­rector de la U.C.V. en los difíciles tiempos del doctor­ Jesús M. Bianco, nos envió por estos días un valioso material sobre la vida profesional de tao ilus­ tre compatriota, el cual agregamos al que ya teníamos compilado con el fin de presentar algún día algunos rasgos de la polifacética personalidad de quien ha sido con Vargas, Razetti y Hernández, uno de los valores de nuestra medicina. Se lo reconoció un año ames de morir el doctor José Izquiel, presidente del Colegio de Médicos del D.F., en el acto de imponer la medalla que lleva su nombre "Doctor José Izquier­ do" creada por esa institución, para ser otorgada anualmente al profesional más destacado por sus servicios a la docencia. 81


el brillante profesor nos confió el relato que a continuación vamos a transcribir por relacionarse justamente con uno de los movimientos dirigidos a derro­ car a Gómez y en el cual iba a participar el propio doctor Izquierdo, según los hechos que con su habitual sencillez narra a continuación: En cierta ocasión

Era yo todavía estudiante de medicina y me hacía una rentica con las inyecciones de "Vitalina" que estaban de moda entre algunos señores como don Rafael Travieso, don Salvador Alvarez Michaud, general Julio Hidalgo, general Román Delgado Chalbaud, etc., los cuales me pagaban cinco bolívares por cada inyección. En el cuarto donde me recibía Delgado Chalbaud, en su casa de Puente Yánes a Tracabordo, había dos figuras de cera, de tamaño natural: la cual una­del Libertador, la otra de Miranda según el cuadro de Michelena que lo representa en la Carraca. Delgado Chalbaud nunca me hablaba más de lo necesa­ rio para la usual cortesía a mi llegada y a mi despedida; pero un día de abril de 1913, me dijo: ¿Cuántos años tiene usted? Yo le respondí: Veinte y seis. Y entonces él añadió: ¡Ah, caramba!, entonces usted no puede ser diputado. Yo atribuí aquello a que Delgado Chalbaud, por deferencia hacia mí, deseaba solicitarme una prebenda; pero pocos días después el caso quedó esclarecido en la conversación siguiente: D. Ch. ­ ¿Usted sabe por qué le pregunté aquello el otro día?, aunque el asunro no sería para ahora sino para dentro de unos pocos meses. Yo soy el próximo Presidente de Venezuela porque una adivinadora me lo pronosticó en París y otra me lo ratificó aquí cuando regresé, de manera, pues, que tengo entre manos una revolución cuyo éxito es 82


"CAPORAL"

El doctor José frt¡llierdo en 1936 "i1tega" en el ja,-din de su casa con el toro "Caporal!' de11uello a los corrales en el Nuevo Cirro, áeipués d.!! cinco estocadas de Chiquito de la Audiencia, dJJrame una comda el año 34.

83


seguro. Ahora yo quiero saber si usted me acompañaría en eso. Usted debe tener buenas relaciones principalmente entre los estudiantes y yo supongo que deben estar indignados con la clausura de la universidad. Izquierdo. ­ Naruralmenre, general, eso es así. Imagí­ nese que hemos escrito dos cartas al general Gómez y ni por cortesía nos ha contestado. Así es que usted puede contar conmigo y con algunos amigos que merezcan confianza y a los cuales hablaré. D. Ch. ­ Usted me dirá cuántos revólveres quiere. Pocos días después dije a Delgado Chalbaud que no me había atrevido a hablar a más de tres estudiantes; entonces él me dio cuatro revólveres: tres de tipo ordinario, y uno muy fino de la clase más apreciada en esa época y marcado así: 32010. Ninguno de aquellos tres estudiantes tenían intenciones de cumplir con sus compromisos conmigo, pero se comprobó después, que se quedaron con los revólveres. Una mañana, en la esquina de "El Hoyo", encontré al joven Carlos Enrique Aranguren Lares, entonces estudiante de primer bienio de medicina, quien me habló de improviso acerca de la revolución proyectada por Delgado Chalbaud. Y o fingí que nada sabía de eso y muy alarmado fui a casa de Delgado Chalbaud para decirle que el asunto debía de ­estar en boca de todo el mundo puesto que un simple muchacho me lo había comentado; pero, por toda respuesta, Delgado Chalbaud me dijo: "No se preocupe, el destino se cumpe 1 " .. He aquí otro hecho que demuestra la infanrilidad con que Delgado Chalbaud fraguaba su conspiración: U na noche Miguel Delgado Chalbaud, hermano de Ro­ mán, me invitó a comer en un restaurante situado en la parte baja de la ciudad, más o menos por la esquina de Bárcenas. Aquello estaba lleno de gente ordinaria aunque respetuosa, pues no se oían gritos ni malas palabras; y la 84


LA ANATOMIA

Su vo'4Ció-n por la anaJomia /Jevó a/. eminente médico a coleccionor reproducciones de famosas esculturas, como ésta ~Tue vemos de la ''Venus de CH-ene" que se halla en el Museo Necio ·aJ de la Terma en Roma.

85


comida era criolla y bien preparada. Mi extrañeza de ser invitado a un restaurante de tan baja calidad no tardó en disiparse, pues Miguel me dijo lo siguiente: "¿Usted ve toda esta gente? Esos están con nosotros y aquí les damos de comer para tenerlos contentos". Y o le respondí: "Eso me parece peligroso porque no es posible confiar en tanta gente. Lo más probable es que se aprovechen de ustedes para comer y que cuando llegue el momento de la acción no acudan y hasta delaren". Entonces Miguel me replicó: "Eso está organizado de manera que solamence uno, que es el capataz, está al tanto del asunto. Los demás están distribuidos por grupos de a veinte que cada uno tiene su jefe, pero nin­ guno de esos jefes secundarios sabe de qué se trata". Y o veía que en casa de Delgado Chalbaud entraban a sesiones: una señorita Porras la cual era la adivinadora encon­ trada por él en Caracas, el Padre Mendoza, el general Freites, el general Orhiuela, y otras persona$ a quienes yo no conocía o cuyos nombres no recuerdo. Una sola vez fui invitado a una de aquellas sesiones y entonces Delgado Chalbaud dijo: "Bueno, ya la cosa se acerca: el pretexto lo va a dar el general Casero, pues va a invadir por el cerro contra Caracas y de ese me ocupo yo, a las pocas horas está fusilado". Al día siguiente a aquella sesión Delgado Chalbaud me dijo: "Bueno, ya la cosa está encima, el golpe escalla el pró­ ximo día ... (no recuerdo la fecha). Ustedes se están por ahí por los alrededores de la Plaza Bolívar en espera de un cañonazo que sonará a las cinco de la tarde. Esa es la señal y al oírla corren hacia la Plaza Bolívar que es el centro de reunión". Llegado aquel día señalado, me situé en la esquina de "El Conde" a las cuatro y media p.m. Yo sentía miedo, las manos me sudaban, ­pero cumplía mi palabra. Por disimular me alejaba a ratos por los alrededores y me situaba en algu­ na esquina vecina. A las 7 p.m. no había sonado cañonazo alguno, por lo cual me retiré a mi casa temeroso de que 86


EL REPITIENTE

r

PASE

..

J.l z .

Cali!ioaoi•nea en el •"•r '' 5 7 9 COMPUTO DE LA ARITMKTiCA UNIVERSITARIA Mi~d de'ª· 2~ Mited de 51 ,_Mitad d• 91 5. 'l'o~l'IO Uno de los dibujos expuestos en el Colegio Médico por el projesor de Anatomía el ttiio 1965, inlencüfo dirigi.<ta a los repitientes universitarios. Era cáustico en sia críticas, pero siempre fue respetado de todos. En una leccián magistral CO'I'> motivo de sus Bodas de Oro Profesionales, 8'11 1965, doscientos alumnos lo escucharon con profunda atenúón.

87


hubiera sido descubierta la conjuración. Ninguno de los tres estudiantes comprometidos conmigo acudió a aquella cita. Cuando volví a casa de Delgado Chalbaud yo confiaba en que él me explicaría lo relativo a aquel presunto cañona­ zo; pero no osé interrogarlo y él no se refirió en modo alguno a tal asunto, como si nunca hubiera hablado <le eso. Consi­ guientemente me imaginé que él había querido someter a prueba a algunos de sus conjurados y que seguramente había enviado espías para saber quiénes acudían a la cita. Más o menos mediados de julio del mismo año de 1913, Delgado Chalbaud fue violentamente arrestado y conducido a la cárcel de Caracas en la cual permaneció hasta el año 1927. Entre quienes visitaban a la casa de Delgado Chlabaud yo fui anotado por los espías del gobierno; pero me salvó, por lo menos de una desagradable averiguación, el general Julio Hidalgo, quien vivía en la esquina de "El Cují". Cuan­ do después de aquel violento desenlace volví a casa de Hidal­ go a aplicarle una inyección, él me dijo: "Yo vi que usted estaba en la lista de los que visitaban a Delgado Chalbaud; pero hice que lo borraran porque yo sé que usted a lo que iba era a ponerle inyecciones, lo mismo que viene aquí". Salido de la cárcel Delgado Chalbaud se alojó en una casa por los alrededores de la esquina de "La Trinidad" y me llamó. Acudí y comprobé qu ese hallaba en buena salud; pero él me pidió un certificado de que estaba enfermo y de que le convendría una cura en algún sanatorio de Europa, pues quería aducir algún motivo si acaso le ponían inconve­ nientes para su salida. Expedido aquel certificado, Delgado Chalbaud se irguió de repente y me dijo: "Usted se acuerda de aquel asunto? Pues bien, eso está en pie porque el destino se cumple. Mis catorce años de cárcel no me han abatido. Yo voy a preparar una revolución y vuelvo". En junio de 1955 regalé a un amigo el susodicho revólver. 88


PRISION DE DELGADO CHALBAUD EN 1913

Por esta calle de Satvad01' de León a Socat-rás, se llegaba siempre hacia el füt¬ a P1Nmte Yánez :v de allí a Tracabordo, donde el afio 1913 vivía el General Ro11ián Delgado Chalba11d y desde cuya casa sali6 a cttmpli1' larga priiión en La R.ot111uia. Et doctor Izquierdo relata en páginas precedentes el hato con este hombro que combatiera a Gomez desde 1913, J desde el exilio armó la conocúla expedición del "Falke'' la cual fraC4!Ó en Cuma11á, c11lminamlo con .ru muerte 'V la del defensor de la Plaza, General Bmilir¡ Pernández en cruenta ÍfU;ha li!J1'ada a la altttra del Puente Guzmán Blanco, en. agosto de 1929.

89


EL AÑO 13 En los siguientes párrafos, tomados textualmente del libro de Carlos Emilio Pemández "Hombres y Sucesos de Mi Tierra", éste relata las cirmnstancias en las cuales fue sometido a priJiÓ11 Delgado Chalbatd:

"El 17 de mayo de 1913, en las primeras horas de la mañana, penetró Delgado Chalbaud en las habitaciones privadas del General Gómez, en el Palacio de Miraflores, a tomar como de costumbre el primer café negro. Ese día Gómez estuvo más locuaz que de ordinario y, entre otras cosas, preguntó a Delgado: "¿Qué haría usted, Román, con un amigo de su confianza, a quien hubiera dado las mejores posiciones y enriquecido, si descubre que quiere matarlo para ocupar su puesto " ­"¡Y o lo fusilaría, General" ­­contestó Delgado sin inmutarse. ­"Pues yo no llegaría a canto ­diz que dijo Gómez­ ¿qué culpa tiene la estaca, si el sapo salta y se ensarta? Para mis enemigos yo tengo grillos de 80 libras". Al darle la mano para despedirse, dijo de nuevo el General Gómez: ­"Bueno Román, mucho gusto y que le vaya bien". No tuvo mucho tiempo Delgado Chalbaud para medi­ tar sobre la conversación sostenida con el General Gómez. Se dirigió a su casa de habitación, situada entre las esquinas de Puente Yanes y Tracabordo (hoy Hotel Carlton) para tomar el desayuno, como habitualmente lo hacia después de su visita matinal a Gómez; a la salida, al subir ·a la "Victoria" particular que debía llevarle a la Oficina de la "C. A. de Navegación Fluvial y Costanera", fue abordado por el Coro­ nel Agustín Tirado Medina, quien le dijo con cortesía: ­"Acompáñeme General, que tengo instrucciones del Jefe para llevarle a La Rotunda". Delgado Chalbaud penetró con calma en el coche y fue conducido por Tirado Medina a la temible prisión, donde 90


la 1mtigua eJf.aci61: de Lu,ranáo 1m Macuto, Antonio Bdmundo MonsanJo pintó, el aiio 19, esta hermosa marina que obsequútra al doctor lzquie1'do. At fondo en rasgos tenues, la silueta de ,;Cabo Blanco" donde hoy se halla et oeropnerto internacional Simón Bolívar, en Maiquetia. Desde

había de permanecer aherrojado con pesados grillos por espacio de ¡catorce años! Junto con él caen presos ciento cincuenta y siete amigos sospechosos, de los cuales cincuenta y siete fueron enviados a la fortaleza de Puerco Cabello y al Castillo "San Carlos" en Maracaibo, y los restantes permanecieron en La Rotunda de Caracas; entre éstos últimos se encontraban: el Presbítero Antonio Luis Mendoza, el Dr. Néstor Luis Pérez, Miguel y Salomón Delgado Chalbaud (hermanos de Román), su cuña­ do Lupi, su do el Dr. Eliseo Delgado, el Dr. Borjas León y el anciano General Avelino Uzcátegui. Corrieron mil versiones acerca del complot y se dijo que el plan de Román Delgado había sido denunciado al General Gómez por un conocido hombre político de aquellos días. 91


LAS FOTOGRAFIAS

DEL SEfJ'OR HELMUT

NEUMANN

El señor Helrnur Neumann llegó a La Guayra procedente de Hambur­ go en 1932, cuando tenía 19 años. Había nacido en Leipzig, Alema­ nia, ciudad importante por ser sede anualmente de las ferias industriales. Animado por el espíritu de independizarse y de conocer mundo, unió este propósito a la de venirse con la representación de una novedosa máquina de calcular y aprovechando la circunstancia de haber establecido

relaciones de amistad con un francés residente en Caracas señor Gasten Saugné, quien solía ir todos los años a conocer las "novedades" ofrecidas por la industria en Leipzig, arregló maletas y se embarcó en el "Magda­ lena", arribando a la Guayra el 1 Q de junio de ese año de 1932. Gran aficionado a la fotografía ya desde a bordo empezó a tomar vistas de la costa venezolana y más tarde del puerto, con lo cual iba a iniciar una de las colecciones más completas y quizá menos conocidas que se tienen de la ciudad de aquel tiempo. Subió a Caracas en el ferrocarril y se asombró del trazado de la vía por el corazón de la cordillera. Gracias a nuestra vocación por compilar estos testimonios tan importan­ tes para el mejor conocimiento de la transformación urbana, y a la buena disposición expresada por el señor Neumann, podemos ofrecer hoy· gran parre de esas fotos las cuales unidas a las de nuestros archivos, y a las que nos han sido proporcionadas en diferentes ocasiones por coleccio­ nistas privados, sirven al fin de recoger en esta obra, en la cual simple­ mente pretendemos explicar cómo en una sola generación se remodela dos veces una catedral y la ciudad cambia tres veces su f isonomía urbana. Ningún otro habitante de ninguna otra ciudad de América Latina y quizá del mundo ha podido presenciar una metamorfosis tan radical después de haber permanecido medio siglo intacta. Fallecido el dictador que gobernó el país por espacio de 27 años y bajo el influjo de la arrolladora riqueza derivada del petróleo y del hierro, la ciudad aldeana estremecida en sus frágiles cimientos, desesperada por la estrechez del valle, creció verticalmente y en términos casi indescriptibles en menos de 25 años. Los cuadros censales revelan que hay más gente que posibilidades de

92


l

Puerto de La G114'J'ª·

servicios. No es muy fácil convencer a las nuevas generaciones que Caracas, hace apenas 40 años, era otra cosa. Que no existía Altamira, ni Santa Mónica, ni Prados del Este, ni Sebucán, ni La Lagnnita, ni Cum­ bres de Curumo, ni Bello Monte. Las primeras urbanizaciones fueron las del Ensanche, San Agustín, El Conde y la Nueva Caracas ­­en Caria­ todas, fruto de la iniciativa de un grupo de hombres con espíritu emprendedor y visión de futuro. Neumann con esa tenacidad y espíritu de constancia, propia del tempera­ mento germano, recorrió aquella pequeña ciudad que eligió para vivir y donde se iría a casar y formar familia, y retrató sus rincones en el centro histórico y en los aledaños. Al cabo de varias décadas a nosotros mismos, testigos de lo ocurrido, nos cuesta trabajo pensar que compar­ timos aquella soledad y aquella decorosa pobreza de los años treinta, comparada con la abundancia ilimite de nuestros tiempos. Entonces los días parecían más largos y la vida transcurría sin prisa. No había conges­ tionamiemo de tránsito, ni se conocían los males de la polución, ni de intranquilidad de la vida en apartamientos. Existían lóbregas casas de vecindad por cuyos patios corrían las aguas negras, gente humilde que apenas alcanzaba a ganar un salario para medio­vivir; la miseria y el dolor se escondían tras los portales. Existía una clase media hacendosa organizada en familia y otra compuesta por aquellos que vivían al 93


Cabotaje y venta de pescado.

amparo de los favores políticos. Es bueno establecer la diferencia de estos tres grupos sociales bien definidos que configuraban los estratos de Ja comunidad, justamente en esa época en Ja cual Neumann comienza a retratar la fisonomía urbanística de corte aldeano que tenía la ciudad. ­Allí tiene usted más de 600 fotografías ­nos elijo­ a punto que ponía en nuestras manos el tesoro que ahora compartimos con el ·amable lector. Con esta entrega no guardamos ni un solo testimonio inédito más, de lo que fue la ciudad que conocimos en nuestra primera infancia. 94


La Aduana daba su frente a una p1azoleta. No lejos, calle de po« medio, q11edaba la esta<-ión del Ferrocar·rit.

Bakmdra J botes pesquero! en la rada.

95


Calle Bolívar, de les más importantes entonces. Alli tenilln sus oficinas algunoJ comuJado, agencias tk vapores y comisionistas de aduana.

96


Calle princ-ipal del puerto.

El 11'en elécuico Careces-l» G11ayra.

97


P.n el centro de CMa&aJ, el i.Mi<W Neumann encon:ffó algún movimiento como en la calle de Boira a San Fronoisca, lermim:J de autobmes. A la izquiM"da,

/achad.J de la a111igua unive,.siJad.

98


Frente a la Pl~a Bolívar, diagonal con la T01're, vio aquella mañana, despuh del desayuno, los primeros trameúntes, 'J calle de po« medio, en coche de 11úmero 'Y a un automóvil. En e/. corazás: de la cit«l.ad comenzaba un ·nuevo di.a...

99


Dude la leN"aza se apreciaba 14 torre de la iglesia la cual continuaba siendo una de las más aloo edificaci-0-nes de Caracas. El viejo reloj marcaba las 9:05 a.m. 100


En 11na calle de mayor animación, el auJobtu de Catia. Al fondo la Casa Amarilla y Torre' de Catedral.

101


Lzs escalinataJ del

102

Ptteblo.


Entramos al Capitolio y otmos las gradas de la gente del gobierno.

103


Mwaflo-re.r, visto desde Ja quebrada de Caroata, Caño Amarillo. término humildes viviendas de la époce. 104

fü¡,


Hacia el oeste estaban las obras c<>ncluiáaJ en el períodc de Crespo: el Arco de la Federaciá», el Túnel del Cal11ario y el Vúuluclo de Caño A11kH'ill-O que c<>municaba este paseo con el baffio de Paguita.

Plaza en el bamc de l\fonte Pi.edad.

105


Un amet'o

at pi.e del Arco de ki Pedffaci6n (El Cafoario)

NC> er« dificil halktr esta: imágenes

106


Otra hermosa vista de CNacas desde un mwatior tk El Calvario. 107


1920

[J

Al pie de Ia est/JUJa VARGAS en /.a Univeniáad CenHal en Ja foto, junto con t1lgunos de 11u proiesores. La promoción 1920 al t8f'min4r sus estudios. Apa-recffl de izqui.ef'da a dereoba: U fila (1entado1) Projesores Dres. H. Toledo Trojillo, Armandc Yánez, Inocente CaNJatlo, José lzquie,.Jo, Lui1 R11Zetti, Luis Felipe Blanco, Arturo Aya/a, Jesús Rafael Rlsquez y Vicente Peña. 2tJ fila: Dres. Gusta. vo Machado, Pedro Roddguez Ortls, A. G11tiérrez SolJJ, Julio Garcta Aloerez, Hécto« Landaeta Payores, Pedro Blanco Gásperi. 3(1 fila:· Dres. Pedro Gonzélez Rincones, Bernardo Gómez, Pedro del Corral, Antonio ]. Castillo, Martín Vegas. 4(J fila: Dres. Pedro Gutiérre« Alfare, Grti/Jermo Hernández Zozaya, Arístides T etlo 01.avarria'J J. l. Bal.dó.

Algunos de los imegf'ante1 del curso de cumcias políticas 1924.¡929 de una foto de Carlos Emilio Fernández, tomada en el aniver1ario doctoral en julio de 1945. En Primera fila, de izquierda a derecha, los doctores Ernesto Hernández Briceño, [. ]. Faría tle Lima, Pablo Emilio Fernández y Vicente Rodrlguez; .rag1mda fila doctoras Fahriciano Araque, Gonzalo Galindo, Diego Godoy T-roconis, '!--rtrtro Usle« Piet-ri, Carlos Emilio Fernendez; Tobi«s Moros Bello, Raúl Leoni, Héctor Parra t~lárquez, Rafael Cbirinos L;ires, Félix MarJínez Bsoioo Y Rafael Angel Cemeio. 108


Bodeguila entre las esquirw de T eñiáuo y Chimborazo.


Un carretillero haja p~ L1 esquina de LA Pedrera. Asomados a U: P~la del antiguo Colegio Alemán, su dwect~ Alejandro Necber, a<;ompaiiaáo de su jov1m esposa.

110


la lluvÚI, desde un zaguán 1't/lexionábamos acerca tÚ!l pobre motorista q11e soportaba desde la p'4iaforma las inc/.emendas de! tiempo. Mienh'a.s pasaba

111


a

44

3

lfo la pe1'i/eria se haci1iaba Ja miseria t:n CN4rtuchos de las casas llamadas "de vecindad" P01' cuyos patios corrían las agtMS negras. Por .u¡uel tiempo la Sanidad <e'/)artia trampa-jaula1 para recoger las ratas, Era el medio empleado

para combaJir las epidemial.

El aseo urbano. 112

±e

a


Era

un enredo de cables, po1tes

'Y Pr~mformadores sobre tos tejados.

D111de los altos de l<1 oficina del señor Goston Sa11gné, entre Salf!adQf de L~6n y Socarrés, tomamos la fotografi4 d.'i erte coche victoria.

113


Un hombre en el tejado.

Escenas como estas responden

114

a l.i imagen

ciudad.

que en cualquie-r sitio ofrecia la


Todos a:yudaban a bajar del camión la carga pesada. LOJ .de sombrero son simples transeúntes a quienes tos otros pidieron "una man.ita".

us


Por aq11el tiempo se con/tmdian en una calle los arreos, e;xretas, coches '' arttom-Ovile1. Const#uian toda la .~f)resi-0-n del progreso en los t'lan.sportes, junto con la linea de frarwías.

Camino dei mffcado con su huacal de tomates y ristras de cebollas 116


En el mercad-O un vendedor al4ba, ante numerosos transetlntes que le escuchan con atención, las excelencias de ure vermí/rtgo.

117


La plaza del mercedo b11tlút áe gentes en boras de la mañana. Del latlo oest«

de la Plaza del Venezolano

118

Je

ubicaban

101 fltmdedOf'eI

de pájtUos.


;

Peq11eii<Js comerciante; en 11J11ereJ discuten precios con los camf}esino.rque han

traído en la madrugada frutos d-e su "conuco". En aquel medio het41'0f.éneo se hacían negocio; "al m.~nudeo": yuCIZ, ocumo, plátanos, apios, maíz, caraotas y f1iioles.

Escenas de infinita miseria ...jlorahan C1l barrios Jituado1 a poca; cuai/,ras de la Plaza Boliuar (Po/.Q Helmcs Neaman»).

119

§


"Amoladores", en

la playa del mercado.

Al Pie del sitio donde se hallaba la ofici~za del "Fiel Contraste" solían hacerse, a &ampo abierio las teansecciones. 120


Lechero en camino a kl vaquera del 19 de diciembre, frente al Instituto Pedagógico y PabeUón de] Hipódromo, 'El Paraíso. 121


Vaquera que existía el año 1934 en Gamboa, terreno que ho, ocupa la Electricidad de Caracas. (Fotografúu de Hehnu: Neumatm).

"Bajada de los Perros", La Pastora. Al fondo, torres de la iglesia parroquial. 122


La ceiba ás San Prencisco

:'.Y

fachada de

ta univerJiJad (1936)

El T eatt"O ~nicipaJ et"a Je las edificaciones máJ elevadas de la época. 123


EL

• ,.......,

..__.

-

---

n

A • ../ Á

tr

llJI!

JJ(iG

Fachada del Teatro Ayac11~ho +Bols« a Padre Siet'ra- donde alcanzó gran popularidad el celebrado cómico Antonio Saaver:ha. En esta sal« y en el Rialto, los 1iiños de Caraces vieron los primeros parlantes de Tom Mix, Buck Iones y el perro Rin-Tin-Tin.

124


'&quina de Santa Bárbara, (Oeste 1) 1934

Esperando <>rden

de deJcargar la

C4ff'eta.

125


Et Vendedo« de gallinas.

Puente de HieN'O y !ubida de Roca Tarpeya, hacia donde se ¡,lirige let1tamente el campesino con su burro procedeme del mercado. l26


­

e•

.

Había ensre los (lersona;es populares un lisiad.o que llevaba su gorr« de karwiario; a impulsos recorría las calles ofreciendo billetes de lotería.

En medio de la imponente soledad "Teo Capriles" hace sus primeros ent-renamiemos que fo llev41'Ían má.s tard« a ser campeón de ciclismo. Al fondo a Ja derecha carreter« hacia La Vega. 127


EL

PRINCIPAL

~

1

' Fachada del Teatro Principal, edi.fjcío C<mS~ido de acero en la década del treinta, donde se exhibieron lar primera! películas pt1rlame1. 128

1


EL

Del tiempo

t.'1~el

PARAISO

ctl4i, "Bl. ParaÍJo" era la urbanización más elegante de Caracas.

SAN JUAN

Interior de una casa de 1Htcimúd. 129


PENSIONES

Y HOTELES DE CARACAS

El ensayista Franklin Ramírez nos describe lo que en el primer cuarto del presente siglo representó el "Gran Hotel Caracas", el cual contó entre sus más ilustres huéspedes, al inventor del teléfono, Graham Bell, a famosos artistas, personajes de la política y numerosos diplomáticos. Con Rarnírez hemos conversado largamente sobre el tema.

De las pensiones caraqueñas, Franklin Ramírez recuerda que en las primeras décadas de este siglo, muchas y muy conocidas fueron las existentes, que por la honorabilidad de sus dueños ­generalmente viudas o damas solteras de gran dignidad, pero de escasos recursos económicos­ jugaron papel muy similar al de los mejores hoteles de la época. Hubo unas más lujosas o mejor dotadas que otras, algunas en casas y calles más aristocráticas que las demás y, por supuesto, varias más costosas que la mayoría. Pero el ambiente que reinaba en todas ellas, la condición social e importancia de sus hués­ pedes y la naturaleza de los servicios que prestaban no ofrecían diferencias sustanciales. Su número alcanzó niveles relativamente elevados en comparación con el tamaño de Caracas, y en proporción al de establecimientos comerciales que había en la ciudad. Ello se debió a que los hoteles buenos eran muy pocos y reducido el número de sus habitaciones y a que la situación económica del país obligaba a sus residentes a ingeniárselas para aumen­ tar sus ingresos. Por otra parce ­­agrega Ramírez­, en aquellos días el trabajo de la mujer en la calle no era cosa común y cuando se 130


hada necesario, ellas tenían, desde sus propias casas, que pro­ veerse de los fondos para el sustento de sus familias. A codo esto se sumaba el hecho de que a Caracas afluían entonces por temporadas, más o menos largas, estudiantes universitarios, políticos y comerciances deJ interior a los que resultaba muy costoso y difícil establecerse en hoteles. El "mercado" de las pensiones era, pues, bastante halagador. Hécror Parra Márquez, nuestro actual Presidente de la Academia Nacional de la Historia, recordando sus años de estudiante enviado del Interior a Caracas y cuyos padres que­ rían que viviera en un ambiente bueno y decente, describe en su libro "Caracas Política, Intelectual y Mundana" la pensión de Velásquez a Sama Rosalía, donde le tocó vivir una larga temporada. Textualmente dice: "Cuando éramos estudiantes, por allá en el lejano año de 1924, por el precio de ciento treinta bolívares mensuales ­con derecho a casa, comida y ropa limpia­ vivíamos en una pensión situada en el mismísimo sitio donde funciona hoy la 'Policlínica Caracas', entre las Esquinas de Velásquez y Santa Resalía". · Los estudiantes a que se refiere eran, entre otros, Mario Briceño Iragorry, Ildemaro Urdanera, Juan José Márquez, Melquíades Parra Márquez, Guillermo Arisrnendi y Enrique y Antonio Barrera, éste último, Director de Turismo del Ministerio de Fomento, durante cierta temporada. Ellos, como era normal en todas las pensiones y hoteles, cada noche, des­ pués de cenar, lo cual hacían como si se tratara de una gran familia, organizaban amenas e interesantes tertulias en las que, no pocas veces, comentaban los aconteceres del gomecis­ mo. Una de las mayores distracciones de estos jóvenes era asomarse los domingos a la ventana a ver las muchachas que iban a oír misa a la iglesia de Santa Rosalía. A ellas y a los demás transeúntes los molestaban haciendo sonar un bolívar contra el borde de la ventana para que creyeran que se les había caído y lo buscaran con insistencia. l 31


SociedAJ. " San Francisco, fotografía tomada desde la acera Sur. Al [rente, el cdi/ici-0 1mbanderario es el del Banco Hol.a-ndh, en cuyo segundo piso se hallaban algunas oficinas, entrte éstas el ConsultJdo Alemán. En primer té-tminn un

coche wyos ocupantes seguramente eJhtrian de compras en los Almacenes d6 "El Pan Grande".

Enfrente de esta casa vrvia el general Galavís y más arriba lo hizo, años después, el general Eleazar L6pez Con­ treras. Sus habitaciones ­lo mismo que las de casi todas las pensiones ­estaban en su mayor parte divididas por tabiques. Parra Márquez señala al respecto: "Estos ­al igual de como eran antes las escupideras­ representan una institución mag­ nífica. Son de faaura netamente criolla. Se forman por medio de una armazón de listones de madera, a la cual, de lado y lado, se adhiere, bien tensa o estirada, tela de la denominada coleta, por medio de tachuelas, luego se forra todo con papel floreado y para ello se utiliza engrudo de almidón". 132


Las revistas de los ceneros de estudiantes de los años en que Parra Márquez concurría a la Universidad, solían anun­ ciar, por razones obvias, las pensiones y hoteles de la época. Así sucedía con "Tertulia", de la Facultad de Derecho, cuyos redaaores eran Jóvico Villalba Gutiérrez, Rórnulo Betancourt y Ernesto Silva Tellería. Para 1927 la Tesorería de este Centro la ejercía Raúl Leoni.

PENSION DE LOLA JBARRA Mariano Picón Salas, en la presentación del catálogo de una Exposición de Obras del Pintor Emilio Boggio, realizada en la Sala Mendoza, se refiere a la Pensión de Lola Ibarra, lugar donde se hospedó el Maestro en su último viaje a Cara­ cas, en Jos siguientes términos: "Monsanro, Reverón, .Monas­ terios, Cabré y los benjamines corno el travieso Luis Alfredo López Méndez frecuentaban a Boggio en la muy caraqueña pensión de lola Ibarrra, cordial 'rendez vous' de la más añosa Caracas, donde se organizaban 'recibos para Secretarios de legación que no podían tener casa propia o para los provin­ cianos de buena familia que querían relacionarse en la capital'. Desde Los balcones de la casa de Lola Ibarra, Boggio ve la gran masa del Avila, los verdores lejanos del valle y los teja­ dos de las casas caraqueñas, tan distintos de los cenicientos techos de Montrnartre, sumidos en luz grisácea, que ha pinta­ . do en sus paisajes parisienses". Luis Alfredo L6pez Méndez conserva una de las obras de este período que tiene justa­ mente como tema "los Techos Rojos de la Ciudad". Gozaron tarnb.én de gran renombre las Pensiones de Lina Pecchio, la de Carmen Teresa Sancana de Rodríguez, quien antes había sido propietaria del Gran Hotel Caracas, la de Teresa Guevara y muchas otras administradas por damas muy distinguidas. 133


.

_

HOTEL KLINDT ....

r

'

El hotel Klind, sitt1ado ori~inahnente cerca de la esanina de La Marr6H- Sil trasladó má.s ta,.de a l.-i erqttina de La Torre. Tuvo tansa fama romo los hoteles que describe, con lujo de detalles, Planklhi Ramfrez.

134


GRAN HOTEL CARACAS De mayor categoría era el "Gran Hotel Caracas", al cual se refiere extensamente Franklin Ramírez, pues tuvo medios cercanos para conocer sobre su origen y funcionamiento. Nadie lo describe mejor, por haber recibido información de primera mano de persona allegada, que habitó dicho sitio cada vez que venía del interior a Caracas. Aquí parte de la curiosa reseña que encaja cronológicamente en la etapa histórica de la ciudad que estamos comentando y la cual no deja hoy de tener sus pincelazos de gracia y amenidad: En El Cojo Ilustrado, de los años 1911 y 1912 aparecie­ ron con frecuencia avisos como el que sigue: "Este estableci­ miento ­el Gran Hotel Caracas­ ha sido remodernizado notablemente al estilo europeo con piezas empetatadas, empa­ peladas, con zócalos al óleo, alumbrado eléctrico y muebles a todo lujo. Entre estas piezas las hay de primera para las persp­ nas que deseen tener el confort de los grandes hoteles de Europa con un salón recibo alfombrado, su baño, water closet y un bidel. Estas piezas ofrecen a las señoras y caballeros como­ didades exquisitas que sólo se encuentran aquí en el Gran Hotel. Los precios de estas piezas son convencionales y mode­ rados". Varias fotografías de los salones, las habitaciones, la cocina y el personal formaban también parte de los anuncios. Ellas permiten apreciar el ambiente y la importante posición que, sin duda, el establecimiento ocupó en la vieja Caracas. El Gran Hotel fue fundado por el señor Juan Rodríguez Cordero, hacia el año de 1909, entre las esquinas de Bolsa y Mercaderes, en el mismo inmueble que durante mucho tiempo 135


ocupó la afamada posada "El León de Oro", de los hermanos Delfino. Su decisión obedeció a la buena perspectiva que constituía para tal tipo de negocios la celebración del Centena­ rio de la Independencia y al hecho de que años antes se había

desempeñado como gerente del conocido Hotel Klindt. El señor Rodríguez Cordero era, según recuerdan sus hijos, un hombre de carácter fuerce y de extraordinaria capaci­ dad de trabajo que acostumbraba dirigir personalmente todos los detalles de la operación del hotel y entre cuyas obligacio­ nes diarias se había fijado la de ir de madrugada al mercado principal a adquirir los víveres necesarios acompañado del jefe de cocina y de varios empleados que cargaban unas enor­ mes cestas. Era oriundo de Puerto Cabello, hijo del capitán de marina del mismo nombre. El edificio que ocupaba el hotel era una construcción de dos pisos, dispuestos alrededor de igual número de patios, a la que se entraba por un ancho zaguán en el que en las noches dormía, en un carrecito, el portero, a fin de que pudiera abrir con rapidez la puerta a los huéspedes que regresaban tarde a sus habitaciones. En la planta baja, con ventanas a la calle, quedaba el salón principal. Sus muebles, de estilo Luis XV, eran de gran lujo e incluían un magnífico piano de cola. Opuesto al salón había un amplio bar con una alta barra de madera. El comedor y la cocina se encontraban en el piso supe­ rior, y las habitaciones habían sido distribuidas en ambas plantas. El propietario y su familia vivían en una pequeña casa que tenía su entrada en la calle de Mercaderes a La Gorda y que se comunicaba con la parre posterior del hotel. Esto, natu­ ralmente, facilitaba mucho el trabajo del señor Rodríguez y le permitía una estrecha vigilancia de todos los asuncos del negocio. Los huéspedes del Gran Hotel solían ser los principales congresantes y políticos de la época y los arriscas y personali­ dades de mayor renombre que visitaban el país, cales como el gran barítono Titta Ruffo y Alexander Graham Bell, el inven­ 136


G~an Hotel · M6'acielos a La Bolsa · 1930.

tor del teléfono. Entre los primeros, muchos hicieron del hotel su residencia permanente llegando, casi, a formar parte de la familia de los dueños. Cuando el establecimiento atravesaba sus mejores mo­ mentos, en cuanto a popularidad y beneficios económicos, muere el señor Rodríguez Cordero. A pesar de su inexperien­ cia en cuestiones de negocio, cosa muy común entre las damas de aquella época, su esposa trató de continuar operándolo, pero al poco tiempo tuvo que desistir de tal idea. Antonio Pimentel y otros familiares ­importantes figuras del gome­ cismo­ que eran los dueños del inmueble, decidieron, al ser abandonado éste por la señora Rodríguez, seguir dedicándolo al mismo tipo de actividad y le encomendaron la dirección del hotel al joven Fernando Ponce de León, un descendiente 137


directo del famoso conquistador español que buscó con insis­ tencia en cierras americanas la fuente de la ecema juventud. El señor Ponce logró que el establecimiento recobrara su antigua fisonomía y carácter de importante centro social de Caracas. Sin embargo, poco tiempo después, decidió renunciar a su cargo para comenzar a trabajar en la joyería de su suegro, la posteriormente famosa "Sérpico & Laíno", la cual, por casualidad, estaba situada en todo el frence del Gran Hotel. En ella, entre ocras exhibiciones notables, ocurrieron La de La Custodia de la Virgen de Corornoto, cuando se trajo a Cara­ cas, y la del famoso diamante Barrabás. Una distinguida dama de nuestra sociedad, huésped del hotel durante el período en que el señor Ponce de León fue su gerente, recuerda con precisión la habitación que ocupó durante mucho tiempo. "La llamábamos ­dice­­ "La Casi­ ta". Constaba de una pequeña sala, un dormitorio, baño y una terraza. Fue decorada y amoblada a mi gusto, utilizándose en la sala papel de rayas azul y amarillo y un juego de mimbre pintado del mismo tono de amarillo. Como adornos tenía una repisa con bibelots y dos grandes muñecas, una de ellas con peluca al estilo garzón. El juego de cuarco era de color gris claro. El escaparate que estaba colocado en una esquina ­ladeado­­, era de dos cuerpos, con un espejo en el cenero y en sus puertas estaban pintadas grandes copias de color negro de las que salían ramilletes de flores azules y blancas, El piso de abajo de esta pane del inmueble lo ocupaba enton­ ces el conocido estudio fotográfico "Navarro". El hotel dejó de existir hacia 1950 y en su lugar surgió el Cine "Avila".

138


HOTEL

MAJESTIC

"En las proximidades de 1930, hospedaje de categoría existente en pectiva de que la ciudad recibiría un gaciones y visitantes extranjeros, con

en vista de la escasez de Caracas, y ante la pers­ crecido número de dele­

motivo de la Conmemo­ ración del centenario de la muerte del libertador, el señor Eloy M. Pérez decidió construir un hotel que llamó "Majes­ tic", el cual fue abierto al público el 30 de diciembre de 1930, aunque durante las semanas anteriores sirvió de aloja­ miento a varias de las Misiones y personalidades señaladas anteriormente y fue el lugar escogido para la celebración de suntuosas recepciones diplomáticas. Eloy María Pérez había nacido en Caracas, de familia económicamente acomodada, de Peinero a Dr. Díaz, el 23 de junio de 1884. Desde muy joven decidió dedicarse a em­ presario de teatro y de espectáculos taurinos de primera calidad. Fue él quien trajo a Venezuela en 1914 al famoso Belmonte. Entre los artistas notables figuraron María Gue­ rrero y Fernando Díaz de Mendoza, notables comediantes; el magnífico tenor Jan Kiepura y la ­soprano Marcha Eggerth, quienes vinieron a Caracas junto con varios artistas del Metro· politan Opera House de Nueva York cuando en esa ciudad las sofocantes temperaturas del verano impedían sus actuaciones. El señor Pérez en opinión de su hijo Carlos Eloy, fue un buen exponente de la 'bella época'. Entre sus grandes aficiones estuvo el hipismo. El Majestic fue construido enfrente de la antigua Plaza de San Pablo, al otro lado del Teatro Municipal, el cual para 139


,i! ""'9­

1

IT.:.-

Antes de la comtNtcci6n del primer hotel de categoría que tu110 Caracas, frente a la antigua plazuela .de San Pablo, exútf.an algnnos establecimientos de comercio como estos que se aprecian desde el perútiJo del Munici.paJ.

aquella época tenía una lujosa entrada de forma semicircular con alcas columnas. En el centro· de la plaza permaneció durance muchos años una estatua de José Gregorio Monagas. Era un espacio empedrado alrededor del cual podían circular los vehículos pasando por la puerta del Majesric. El terreno en donde se construyó el hotel alojó, hasta el momento en que lo adquirió el señor Pérez, dos casas en las que él pensó inicialmente instalar las oficinas de la Lotería de Beneficencia Pública de Caracas, de la cual fue Administrador entre 1924 y 1928. Dos casas después del hotel, y también con frente a la plaza, se encontraban las oficinas de Administración de Inmuebles de Aristóbulo Uzcátegui y luego la conocida casa 140


de la familia Uslar. En la propia esquina, en la parte baja del hotel, operó durante muchos años una ?e las zapaterías más püpulares de Caracas, como fue la de Perdigón, que riva­ lizaba con la conocida 'Bota Colorada'. Los planos originales del hotel los realizó el catalán Marce­ lino Mari. Posteriormente el arquitecto español Roberto Mu­

jica Millán, el mismo que proyectó la fachada del Panteón Nacional, diseñó el comedor, los dos salones principales, un bar que se llamó 'La Taberna' y un patio central. El hotel tenía aproximadamente sesenta habitaciones, el 75 % de ellas con baño. Era un edificio de cinco pisos terminado en una cúpula de vidrio de diversos colores. Su frente estaba adornado con balcones de hierro al estilo catalán. En la planta baja estaban el comedor y los salones, uno tapizado con madera de cedro tallada por el venezolano Francisco Glanco y otro realizado a base de mármol y estuco, que era un acabado hecho a base de cal podrida, polvo de mármol y arena, todo lo cual se coloreaba y cuando el friso era liso se impregnaba con jabón y luego se le pasaba una plancha de hierro caliente. Debajo del comedor estaban la taberna y la peluquería para damas. Esta última fue inaugurada el 2 de enero de 1931 dirigida por la Baronesa Sreinheul, una señora rusa de apro­ ximadamente 40 años, alta y elegante que trabajaba en Nueva York y fue contratada especialmente para el Majestic con el compromiso de entrenar personal venezolano, lo cual hizo a cabalidad, regresando a los Estados Unidos a mediados de 1932. En la planta baja del inmueble había dos patios: uno estilo español y el otro con una piscina, la cual por cierro era una de las pocas existentes en la ciudad. Don Eloy contrató al señor Richard Schmeindereid para que diera clases de natación. En el último piso había un café con vista sobre la ciudad que naturalmente era destacado en los anuncios del hotel. En el nivel inmediatamente inferior había unos billares hechos en Venezuela por un magnífico ebanista 141


criollo utilizando planchas de pizarra de más de una pulgada de espesor. El hotel también contó con una sala de gimnasia y cultura física inaugurada el 3 de enero de 1931> bajo la dirección del Profesor Assaud Saud. Las clases si se contrata­ ban mensualmente tenían un cosco de Bs. 100,00. Al día siguiente de la inauguración del hotel fue publicado un anuncio en los diarios capitalinos que decía: 'La inauguración realizada ayer, con asistencia de cuanto más selecto y representativo tiene esta sociedad y las felicitaciones que hemos recibido, constituyen el mejor estímulo y la satisfacción que compensan nuestros es­ fuerzos por dotar al país de un establecimiento modelo en su género y ellas mismas serán un estímulo más para mantener al Hotel Majescic en un plan de exquisitez, confort y atención semejante al de los más famosos del mundo. Y al dejar constancia de nuestro agradecimiento a las personas que nos honraron con su presencia apro­ vechamos la oportunidad para desear a todos un feliz año nuevo'. Exprofeso la apertura de algunos servicios tales como la piscina, el café y la taberna fue tomada como motivo para realizar diversas fiestas durante enero de 19 31. Para una de ellas, un té danzante, la entrada tenía, por ejemplo, un costo de Bs. 10,00 por persona. Naturalmente que la época de Pascua en que fue abierto el Majestic fue aprovechada por sus administradores. Anunciaron profusamente una cena de año nuevo que costó Bs. 30,00 por persona y resultó exitosa. Siempre el 'Majestic' tuvo muy buenos cocineros y su estilo fue marcadamente francés. Los salones del hotel presentaban espectáculos musicales. En los días de su apertura anunciaba a los bailarines 'los Córdoba' y a la famosa cupletista 'la Piturrilla', y poco después a 'La Iberian's Orchesrra Elias' procedente de Lon­ 142


EL ATIJENIX> DE MODA

En la foto, con los traies 11s11ales de la época, vemos a tres perrnnajeJ muy conocidos en /4 ciudad. de 1­0J años treinta; de izquierda a derecha Venanúo Ardar FMia, Secretario del Consejo de Instrucción, el ingeniero Tobías Qr1intana Y el profesor Pedro Arnal, exigerue examinaáM de matemáticas et' secundaria(Foto del áihum familiar del doctor M1Kuel An'xel Aular Farias, médico titukH de ta Unidad Sanitaria de La Gua)ra). 143


EJ.ya el orgnllo de la ciudad.

dres. Como artistas nacionales contaba con la Orquesta del Maestro Añez, cariñosamente llamado 'el cojo Añez', En el momento de su inauguración el Majestic se convir­ tió en centro de reunión de la Caracas elegante, en particular los domingos cuando se realizaban allí bailes muy animados. Por este motivo el hotel fue sitio de visita obligatoria para las comparsas carnavalescas. Una de ellas llamada 'Versalles­ ca' debutó en el horel en enero de 19 31 y las crónicas socia­ les de entonces se refieren al acontecimiento en los siguientes términos: 'En los lujosos y elegantes salones del Hotel Majestic verificose antenoche una hermosa fiesta con motivo de la visita de la bella comparsa Versallesca integrada por las siguientes gentiles <lamas de nuestra sociedad:


Desde sus minas comenzó la nuev« Caracas et Centro Simón /Jo!ivar on 1949.

Señoritas Luisa Elena Benítez, Josefina Benítez Her­ náiz, Gisela Benítez, Mimí Becerra, Margarita Fernán­ dez Benírez.dda y Ana Luisa Castillo, Carlota Aza, Elena Almenar, Conchita y Morella Borges Benítez, Mercedes Meaño Coll, Lola y Margot Coll, Angelina Landaeta, Mercedes, Cecilia e Isabel Alcalá Reverón, Luisa Elena Gómez W., Olga, Alicia y Elba Alvarez Pérez, Aracelis Cuervo Codazzi, Isabelica Maury, Críspula y Ana Dolo­ res Aurrecoechea y Lulú Epinos. El festejo, una de las más alegres y simpáticas fiestas del actual reinado del Dios Momo, dejó imborrables recuerdos en el espíritu de los asistentes, quienes se entregaron a las delicias de la danza a los acordes de la magnífica orquesta 'Iberian's Elias'. 145


En la fiesta de fin de año de 1939 se estrenó en el Ma­ jestic la orquesta de Luis Alfonzo Larrain, Esta fue la primera orquesta nacional de carácter permanente organizada como tal para atender solicitudes particulares. Inició sus actuacio­ nes con 11 músicos vestidos de frac hechos a la medida. Su música era considerada propia de lugares o reu­ niones poco recomendables y solían interpretarse a base de cornetín y tambor. Entre los más conocidos figuraron 'Vente Pacá Mi Negra', 'Carmen La Más Hermosa' y 'Bar­ lovento', que llegó a convertirse en pieza obligada de todos los bailes de Caracas. Relata el notable director que era algo impresionante ver a la alta sociedad de Caracas vestida de frac bailando estos merenguicos, vestidos también, por así decirlo, de lujo, gracias a los arreglos del músico. Entre los huéspedes famosos del Majestic figuró Carlos Gardel en el año de 1935. Al llegar este extraordinario can­ tante a Caracas, una gran multitud de admiradores se congre­ gó en la Plaza de San Pablo obligándolo a salir varias veces a saludar desde los balcones. También se hospedó en el hotel el notable torero Manolete, quien dejó olvidada junto con unos fluxes una imagen de la Virgen de La Macarena, que ahora es propiedad de la señora Y olanda de Pérez Perera. Manolere fue notificado de su olvido y decidió que en su siguiente viaje a Venezuela se llevaría estas pertenencias.

Sosio» en el Concejo Municipal - 1936.

146


Lamentablemente, muy poco tiempo después habría de fallecer. , Su frente da a una plazuela que aun luce empedrada. Es una especie de centinela erguido frente al Teatro Municipal y a los populares establecimientos de Tabones y Vicente Turco, mentideros políticos y peñas de escritores y artistas. El Majestic fue construido y operó durante sus primeros años en un período de crisis económica mundial que lógica­ mente, se sintió con fuerza en Venezuela, afectando a coda la gente de negocios entre ellos a don Eloy Pérez, quien al igual que muchos otros venezolanos, vio pasar la mayor parte de sus propiedades a manos de los Bancos o de otros acreedores. El hotel no corrió tal suerte, pues estaba hipotecado parcial­ mente a favor del General Juan Vicente Gómez y ninguno de los prestamistas se atrevió a afectar sus intereses. El Gene­ ral, por su parte, mantuvo una actitud tolerante al respecto, comentándose con el pago de la simple acumulación a cuenta de los intereses. Al morir G6mez y procederse a la expropiación de sus bienes, la Nación pasó a ser beneficiaria de la hipoteca. Todo el proceso relacionado con este asunto duró varios años, pero por fin en 1942, cuando gobernaba el General Isaías Medina, se decidió ejecutarla. El señor Joe Da Costa Gómez Y­­ los representantes de la nación convinie­ ron en que· éste adquiriría el hotel por el mismo monto de la acreencia, o por el arrojado por un avalúo. Según éste último el valor del inmueble era superior al de la deuda y así el señor Da Costa Gómez tuvo que pagar una suma adicional al señor Pérez. A partir de 1942 el Majestic fue decayendo lentamenre aunque siempre mantuvo un aspecto señorial gracias a su arquitectura y a la calidad y lujo de su mobiliario, cortinas, vajillas y demás equipos, todo lo cual lo había importado el señor Pérez, de Francia. Influyó en este proceso también el establecimiento del Hotel Avila que se convirtió en el mejor de la ciudad. 147


En 1949 la realización de las obras del Centro Simón Bolívar requirió la expropiación y demolición del Hotel Majestic. Esca última, coincidencialmenre, estuvo dirigida en último término por el doctor Eduardo Pérez Alfonzo, un sobrino de don Eloy Pérez, hermano de nuestro polémico experto petrolero, Juan Pablo Pérez Alfonzo. La demolición, que fue rapidísima, la realizaron con la bola de hierro. Al año siguiente de la desaparición del Majestic, en 1950, murió en Caracas don Eloy María Pérez. El primer Gerente del Majescic fue el señor José Bruck, un venezolano que trabajaba en hoteles de Nueva York hasta que el señor Pérez decidió contratarlo. Hoy, a los 86 años de edad, guarda gratos recuerdos del Majestic, así como de su personal. La señora viuda de Da Costa Gómez ­­ahora de Pérez Perera­ conserva muchas de las maderas que decora­ ban los salones del hotel y tiene en su casa una réplica de La Taberna. Se dice que los mármoles del Majescic forman ahora parce de un castillo en Lomas de Las Mercedes".

148


HOTEL MIR.Af.ifAR - -~·'1ACUTO

·"'·

.

fa¡ enero de 1931 fue inaugimdo en Macuto el hotel i'i'1tramar, primera construcdón en su género· " enhegada 1u adminiJt-ració1> al concesionario "León Beclser" quien adminiswabatambién et "Jardín" de Maraca1q el hotel Termal, de San ]U4n d~ 1-0s Morros, co111wuU01 1a hacia el fjnal de su gobierno por el general Gámez. En la presente fotogra/la Juan José Cburion, José Miguel Ferrer, Lacas Manzano, ]tutn Qropeza, Felipe Massiani, Pablo Rojas Guardia, Marco Aurelio Rodríguez, Victor Mamtel Rioss, A1zget Coreo, Juan Oropez» y tos señores H. W. Smith ,_, N. Payer, representantes del F8ffoca"Ü CaracasLa G11a1ra, empres« que invitó al grupo de inteleatsales a tm almuerzo con motivo de haber puesto en servicio los primeros trenes eléctricos en Jttrtitución de las antiguas máquinas a oepo«.

149


EL CORDONAZO

4 de octubre, día del Cordonazo. Entonce: et fenómeno meteorológico ocurri« Put1Jualme1ite en los alrededores de la fecha. E-ra una lluvia tormentos» acompañad.a de fuertes descargaJ eléctricas, En Leyendas Escogidas, Arístides Roias dedica una pJgina aJ seceso.

150


Dos hombres de extraordinaria capacidad para la narra­ ción se revelaron como escritores a los· noventa años, habien­ do publicado obras que por el interés de su contenido y por

la prosa fácil y amena que emplearon en la descripción de acontecimientos en los cuales fueron protagonistas o testigos, desde los comienzos del presente siglo, constituyeron lo que p<>dríamos llamar, empleando la jerga política, 'fenómenos literarios", pues sus obras alcanzaron la envidiable jerarquía de "bestseller", privilegio que, hasta ahora, había estado reservado en Venezuela a los autores consagrados. Don Nemecio Parada, tachirense, telegrafista desde los días de Castro, y don Angel Pinedo, agente viajero de Maracaibo, dejaron sendas memorias las cuales vienen a ser fiel reflejo de una época. Por diferentes caminos, los dos irían a llegar a Caracas y a hospedarse en las pensiones y hoteles existentes en el 900. Ambos coinciden en sus libros al describir las costum­ bres observadas en estos establecimientos, el régimen que imponían sus administradores, la dieta y los precios, Parada se hospedaría en "El León de Oro" y Pinedo en el "Klindt". "Memorias de un Telegrafista" y "Memorias de un Viajero", el primero de Parada y éste último de Pinedo, quien aún vive para escribir un segundo romo, son relatos que no pueden faltar en la biblioteca de los venezolanos amantes de la pequeña hist~ria. Ricas en anécdotas, sus páginas llenas a ratos de ingenio y otras veces de candor, reflejan con fide­ lidad esa imagen tan perdida ya en el tiempo que a la vista del explosivo cambio, parecieran de otro mundo ...

15 !.


EL PAN DE LAS GRADILLAS

Y\*-

'

\1

.... &

l

Detrá1 del t'fanvía se halla la pa1141Úria de Lacas Remella, cuyo "Pan [rencés", erquisilamente elabOf'aáo, tenia grttn demanda en la cimiaJ. del primer cuarto siglo. No menos [amosa era ki panadería de Bencbs, en Altagracia.

1e

152


ATENTADOS

CONTRA

LA VIDA DE GOMEZ

No fueron muchos .en _verdad __ los atentados coo~ra la vida del Ge­ neral G6mez. Su extraordinaria malicia y permanente vigilancia hicieron d sisrir a sus enemigos de la mayoría de los proyectos fraguados. Hubo algu­

nos intentos que fracasaron, ya fuera por las medidas de precaución estricta­ mente ejecutadas, o por la buena suerte que siempre lo protegió. Ya sa­ bemos que expiró en su cama, asistido por buenos médicos, en su chalet de Las Delicias, en Maracay, Hay ciertos detalles que revela Angel Pinedo de otros intentos que no se llevaron a término: uno muy poco divulgado y del cual nunca. llegaron noticias a las autoridades y el segundo casi ignorado del público y el cual por casualidad llegó a conocimiento de la policía local. Empezaré por éste último: Entre los presos que obtuvieron su libertad al lograr el doctor F. Barista Galindo en 1927 una amnistÍa general para todos los detenidos por asun­ tos políticos, uno de los cuales era el General Román Delgado Cbalbaud, des­ pués de catorce años en La Rotunda, se bailaba un General Márquee que nunca pudo perdonar a G6mez que lo tuviera prisionero y engrillado du­ rante tantos años, había jurado que al salir <le la prisión lo matarla, Em­ pezó pues a buscar un sitio donde poder hacerlo sin fallar. Estuvo estudian­ do las costumbres del Dictador y al notar que con frecuencia éste iba a pasar temporadas en Maracay, esoogro un srno llamado La Cor­ tada, como el más apropiado para llevar a cabo su plan. Para el efec ro, tomó en arrendamiento o compró, un rancho en una altura desde el cual dominaba perfectamente la carretera hacia Maracay. Allí se instalé junto con un hombre de su plena confianza, quizás uno de los que estuvieron presos con él. El momento más oportuno sería cuando el General regresara de Maracay, pues verían la caravana de autos con bastante anticipación como para acomodarse bien y, como venían subiendo, pasarían a velocidad mode­ rada, todo muy favorable para el éxito de su plan. Llegó el día en que el Benemérito pasó para Maracay y desde ese momento, uno de los dos hombres estaba en vigilancia permanente desde que salía el sol hasta bien entrada la noche. Pero, por desgracia para ellos Ja buena estrella de Juan Vicente estaba velando y se valió de un campesino vecino que comentó en el pueblo la extraña conducta de aquellos dos hombres que no trabajaban y se lo pasaban contemplando la carretera durante todo el día, lo cual llegó a oídos del Jefe Civil, quién mandó a investigar tan insólito caso. Como se trataba de un si· tio aislado, fuera de la población, enviaron a dos policías a efectuar una ins­ pección y allí sorprendieron al General Márquez y a su ayudante. Le decomi­ saron dos fusiles Mauser de repetición con su dotación completa de cápsulas y los llevaron a la Jefatura Civil. Se salvó el General Gómez y Márquez y su compañero volvieron nue­ vamente a La Rotunda de donde poco antes habían salido pero esca vez con uo cargo más en su contra y hasta la muerte del general en diciembre del 35. Y para terminar la narración de episodios en que únicamente su buena suerte salvó la vida de aquel hombre que dominó a Venezuela durante 27 años, he aquí otro atentado casi desconocido y el cual oo llegó a consumarse.

153


Cuenta Pinedo que "agregado al grupo de estudiantes que frecuentaban mi establecimiento mercantil durante los años 1927 y 28 ­o durante el tiempo de la revolución estudiantil­ había un hombre, creo que dueño de un camión que iba con frecuencia a la estación de servicio en mi esrableci. miento, y el cual simpatizaba mucho con los muchachos y les daba áoi. mo y los aconsejaba. Llegó un momento en que les dijo que 'tenía' el único remedio para deshacerse de G6mez y que si nadie se atrevía a hacerlo, él si lo haría. Que si le podían avisar con dos o un día de anticipación la fecha en que el Benemérito regresaba de Maracay a Caracas y le suministraran una pequeña cantidad para comprar material, él garantizaba que aquél iría a rendirle cuentas al diablo. "Prosigue Pinedo diciendo que" al enterarme de eso, les dije a esos jóvenes y a aquel individuo que planes de esa especie fueran a hacerlos a otra parte y no en mis oficinas. Poco tiempo después vinieron a decirme que el plan de su amigo había fracasado y me dieron detalles de lo sucedido. Habían logrado conocer eon antelación la fecha en que Gómez regresaría de Maracay, en su Lincoln y se lo comunicaron al amigo inmedia­ tamente. Este se fue a Caricuao y debajo de· una alcantarilla de Ja carretera que pasaba lindante con una hacienda de caña, colocó unos cartuchos ele dinamita. Provisto de una larga mecha, fue a situarse con el detonador de­ trás de un árbol que estaba a cierta distancia de la carretera; allí esperó lar· go tiempo, pero el General no vino ese día. Manifestó que no volvería a hacerlo, pues sus movimientos en esa parte de la hacienda habían puesto sospechosos a los empicados de la misma y le habían preguntado lo que bus· caba allí. Debido a ello no podía volver más nunca por ese lugar. ( ­

AJ conocer estos detalles traté de informarme con mis amigos edecanes

y con el encargado de mi agencia en Maracay si era verdad que el General Górnez venía para Caracas en la fecha que le hablan anunciado a los estu­ diantes y uno de ellos riéndose me dijo que sí era verdad que salieron en esa

fecha y que la caravana con el Jefe a la cabeza había partido en la hora de costumbre, pero el Benemérito, que era medio superticioso, había hecho detener el automóvil repentinamente antes de entrar a no recuerdo cuál de los pueblos que están en el camino ­­creo que San Mateo­ y había dado orden de regresar a Maracay, porque, según explicó: 'había oído cantar a un pajarito en uno de los grandes árboles que había allí' y que ese animalito canró exactamente en el momento en que lo hirieron gravemente en la batalla de Carúparo el año 1902 y siendo eso un mal aguero, no quería arriesgar· se a seguir para Caracas. Yo me resistía a creer lo referido por el edecán, pero me juró que esa era la pura verdad. Y pensándolo bien, recordé que yo le había oído decir en una oportunidad en Las Delicias, que él tenía una virgencita a quién le consultaba de noche sobre les problemas que se le presentaban. Que por eso no resolvía violentamente las medidas que debía tomar, tal como lo solía hacer su compadre Cipriano. La buena suerte del Gral. Juan Vre, Górnez, son muy pocos los que la han tenido", concluye diciendo Pinedo.

154


Gómez sig11e siendo tm personaje 8tligmático que 11parece en la escena poUtica veneznlana a principios de siglo 'J ha de gobe-rnar al pais por espacio de 27 años. Numerosos bistoriadore: contemporáneos han en;uiciado sr~ trayectoria como dictador, condenando la concmión de las li.bertt:de.s públicas y el estancami.e11to en qr~ mantuvo la vida nacional. Bn esta foto de Luis F. Toro, quedan de relieve ms rasgos fisonómicos 1111tre los cuales destaca una mi-rada astuta. El Penodista Osear Y ánez lo compara fisframente con José Stalin.

!55


LA CASA DE CORREOS

Ofiú114 Pri11cipaJ de Correos en Car1m!ÜJaJ; acwa el estilo de la época.

156


ALGUNOS ABOGADOS

Poto lfflh'osacmJ.a del archi110 de fi'JJestro ap-reciado amigo doctor CéJar Gonzéloz, MiniJPro del Interior en 1943, año en el cual creá el Presidente Medina Angarita el Servicio Nacional de Identificación. Al doctor González correspondióle la Céd1d-a N9 7, al doctor Alfredo Machado Hernéndez ta NV 3 al doctor Félix Martinez Espino /.a del cabaliJtico "7". En el grupo Je hallan, entre otros Pro/eJior;ales del Derecho, los doctores Esteban Pal-acios Blanco, Carlos Seqeer«, Germán Herrera Umerez, Carlos Mendoza, Miguel PJez Puma·r y dos muchacha¡ de las PrimeraJ que saliero« de sus uuas en /.a ciudad de la década d.el treinta a Prestar Jer11icio en tos despachos de abogados.

z

157


Los Despachos de Abogados en Caracas, en aquella época, eran muy diferentes a lo que son hoy. Por lo general, se alquilaba o adquiría una casa de habitación y, en ella, se instalaba el Bufete. Algunos despachaban en la casa donde moraban. Eran muy escasas las oficinas en edificios con locales especiales, aunque sí existían. Si se repasan los nombres de Jos abogados en ejercicio, con despacho profesional, aparecerán Jos grandes juristas, doctos, sabios, honestos, a quienes hoy se les rinde homenaje y recuerdo permanente. Sería larga la lista y peligroso tratar de hacerla, porque se incurriría, indefectiblemente, en omisiones lamentables. El doctor Pedro Miguel Reyes, eminente procedimenrista, despachaba en un modesto inmueble, cerca de la esquina de Maru.rín, con el doctor Arreaza Alfaro. Ambos eran originarios de Aragua de Barcelona; el doctor Francisco Azpúrua Feo, entre Padre Sierra y Muñoz, Los doctores José Lorero Arisrnendi y Pedro Arismendi Lairer, de merecido renombre profesional, tenían un despacho en la esquina de San Francisco, altos de un pequeño edificio que se hallaba situado bajo la histórica ceiba; los doctores Julio Horacio Rosales, Puigbó Ronso, Ernesto A. Salís, Alberto Díaz, Crespo Fleje! y Martín Osorio, eran magistrados respetados; el doctor Luis Teófilo Núñez, quien había sido juez en el Distrito Federal, pasó desde 1922 a desempeñar funciones directivas en El Universal, en su carácter de editor, cuya casona hallábase entre las esquinas de Gradi­ llas y Sociedad. El doctor Núñez asistió al primer Congreso Interameri­ cano de Prensa el año 1926, auspició la primera Escuela de Periodismo establecida en Venezuela y ha sido un factor determinante en la vida del periódico. No podríamos dejar de mencionar en esta reseña a los doctores Alonso Calatrava, Angel Domingo Beroes, Luis Ramón Morin y algu­ nos cuyos nombres ahora escapan, pero que dejaron escuela probidad, y rectitud en el ejercicio profesional como fuera el caso por ejemplo del doctor R6mulo Lander Gallegos. Este, como Julio Horacio Rosales Puígbó Ronso y Martín Osario, ya citados en párrafos precedentes. El doctor Rómulo Lander Gallegos fue Magistrado de rectitud indiscutida y excepcional agudeza intelectual. Tenía un elevado sentido de la justicia, de lo cual dio pruebas en el desempeño del Juzgado, de Primera Instancia en lo Civil del Distrito Federal, donde no vaciló en dar la razón a un miembro del mismo régimen político del cual había sido víctima, como en el célebre caso de un ex­ministro de Gómez. Poseía igualmente la intuición necesaria para descubrir las maniobras del pícaro y sancionar sus fechorías. Su palabra era diáfana y sincera, sin contem­ placiones para los falsos apóstoles, pero al mismo tiempo llena de gracia y de sabor criollo. El doctor Lander Gallegos tenía su despacho de aboga­ do entre Jas esquinas de Muñoz y Pedrera.

de

158


PeJ,.o M. Reyes

Rómulo Lan<ler

César Gonzélez

1~9


la izqni~da fue viJita a Caracas en enero de 1800.

Peem« Trinidad a Panteón. La casa que se haJl.'l al fondo a

la que habitó et sabio Hr?m·boldt durante 160

1u


CURIOSO

RELATO

DE ANGEL

PINEDO

Durante la primera guerra mundial me encontraba yo en Los Teques, como Gerente de la Compañía de Luz y Fuerza Eléctrica de dicha población. En esos días había llegado a La Guaira un crucero inglés que traía a un mariscal del ejér­ cito, comisionado especial del gobierno de aquel país en visita a varias naciones de América, para inducirlas a que se unieran a los aliados que estaban en guerra con Alemania, Austria e Italia, y, a su vez, declaran la guerra a estos últimos países. Al tener noticia oficial de la inminente llegada del crucero inglés, el Gral. Gómez se fue a Maracay y dejó instrucciones precisas para que atendieran muy bien al comisionado inglés, pusieran a su disposición un buen automóvil con chofer que hablara inglés, un edecán y escolta y lo hicieran seguir a

Maracay, donde él lo atendería. Corrió la noticia y el público le puso nombre al comisio­ nado inglés: "El peligro oculto", pues la malicia criolla veía que la visita del crucero y todo un mariscal inglés en aquellos momentos no podía tener otra intención que el arrastrarnos a la guerra en que se veía comprometida Inglaterra. Las autori­ dades de Caracas atendieron muy bien al súbdito británico, tal como lo había ordenado el Presidente, y lo encaminaron a Maracay. En Los Teques se aglomeró la gente para ver pasar al mariscal y vitorearlo. Pasó raudo, en un automóvil grande con capota abajo, acompañado por un alto oficial del ejército venezolano, precedidos por un guardia en motocicleta. El general Gómez lo esperó en su casa y lo invitó a que lo acompañara a visitar sus potreros y establos, donde tenía vacas lecheras de casta, pues estaba a punto de salir a efectuar !a visita que diariamente hacía a esas dependencias. El visitan· te accedió complaciente y acompañó al Presidente a recorrer potreros y otros establos hasta la hora del almuerzo, que el general había dispuesto preparar y para el cual había hecho 161


circular muchas invitaciones. Durante todo el recorrido, Gó­ mez llevó siempre la palabra, hablando de sus ganados, sus potreros y la atención que era necesario darle para obtener provecho de ellos, pues él había sido siempre un hombre de trabajo, y continuaba de ese modo para dar ejemplo a sus

gobernados. El mariscal, no obstante sentirse a ratos incómodo y sofocado por el calor, estuvo muy atento a codo lo que le mostraba y decía el general, quien apenas lo dejó hablar. El Presidente Gómez había recibido noticias de Caracas y ya sabía que el inglés había ordenado al crucero que fuera a esperarlo en Puerto Cabello, donde él embarcaría esa misma tarde, después de su entrevista en Maracay con el Presidente. Y, como evidentemente deseaba evitar que el comisionado le planteara el asunto que lo había traído a Venezuela, pues tendría que negarse a lo que le pedirían, trataba de tenerlo ocupado con otros asuntos y no darle opor­ runidad para ello. Así es que después de recorrer tierras, lo llevó a orillas del lago de Valencia; para que contemplara el bello paisaje lacustre. Al fin volvieron a Maracay y tuvieron que sentarse a la mesa, pues ya había oscurecido. Al lado del general situaron al mariscal, quien estaba ya nervioso por no haber tenido oportunidad ni de mencionar siquiera el objeto de su visita, y cada vez que trataba de llevar la conversación al tema, Gómez lo atajaba para decirle: "¿Qué le pareció la vaca aque­ lla que vimos en el primer potrero y sobre la cual tanto le llamé la atención? Esa es una de las mejores productoras de leche que tengo aunque en mi vaquera en Caracas tengo otras superiores". No lo dejó iniciar la conversación sobre el asunto que debía tratar con el gobierno, y llegó la hora de tener que seguir a Puerto Cabello a reembarcarse en su barco> como en efecto tuvo que hacerlo. Un alto ejecutivo de los Telares de Maracay, quien concu­ rrió a la recepción que se le hizo al mariscal británico y asistió al almuerzo> muy cerca de donde aquél se sentó, me relató lo 162


MEMORIALISTAS

AngeJ Pinedo

Nemecio Par'atla

sucedido al ir a Los Teques, donde estaba temperando su espo­ sa con dos niñitos. Este señor criticaba duramente a Górnez, til­ dándolo de palurdo, ignorante, y otras cosas más, pero yo le contradije y manifesté que con todo era de admirar la habilidad diplomática de ese "palurdo" quien había tenido la destreza de evitar que el enviado especial de una potencia tan impor­ tante como Inglaterra, le planteara un asunto espinoso al que se hubiera visto obligado a negarse, ya que la norma que había adoptado en esa guerra era de ser completa y absolutamente neutral. A. P. 163


.,, '1llegó Entre as golosina; más pofmla;es ninguna a tener Jama demanda como la conserva de coco de a centavo. (Foto Helme) Netemann},

Cuando et sot canicular del verano acaloraba al vecinda,.io, éste se acercaba al raspadero para q11e le cepillara un granizado de horchata, tamarindo o limón. 11 veces po-r cinco céntimos más, el cliente Podía exigir le coronase de ponche su helado.

164 .


de la panadería do C. MrmttJlban, .raca hogazas aún calientes, Pª"ª los comensales de! restaurant "El Paradero" a la entrada de Sat'rÍfJ.

"Repartid01'"

165


De la colecciá«

de antiKuas foto! amPÜamos ést« en la cual vemos a un caraqueño de WJ época rigfl.fosamente de 11eg1'01 chaleco 'J leontina, bastón 'J camarita como fuera mual hasta bien entrado el presente siglo. El &lima por 1ma par/.e 'Y por la otra lo rig1J'TOJO de las costombres, imponían el atramdo como es fJúl de adivinar con 16/o ue« las f otograiias de grupor estudia11tiles tomad.ar en el patio VargaJ de la u.e. V., o de 101 contef'tulios tm domingo de concierto 'fll41inal con la Banda de Pedro Ellas Gutiérrez en la Plaza Bolivar

LOS HIJOS DE MARIA TERESA GONZALEZ Con -razón alguien babia dicho que "el alma conserva en sl las cosas que fueron". Lo demuestra Aquiles Nezo« en "Caracas Púi-ca y ErpirittUÚ",en cuyas páginas el inolvidable prosista procJama su profeJión a la libertad en todo, y advierte que este obra Je dütingue p01'quc f>t'ecisamente "no sigue un orden coherente ni régimen alguno", y demro de esa espontánea franqueza añade: "Por su variedad y p01' su bizarría, por su cambiante diver1i4ad de temas, de tonos y aun de estilo, más que un libro, parece un viejo carro de mudanza". Quizá esta [orm« tart original de presentarlo, comunica perfiles de agilidad a 1us páginas, mriqueci4as con una colección de fotos y dibuios, en las cuales lo mismo recoge la severidad de un portal, como una tarjeta recordatoria de ttn bautizo, aquel!.as 11my de la época que Jolúm cwcu'4r con un mediecilo de mlftasel/01. Pinos rasgo¡ caligráficos dirigen la invitación a la señorita Emilia Tellerfa. Al ládo de la reprodtución, Nazoa publica una bocina telefónica. Pretendemos en este ct«táerno complementar la tierna y fina intenci6n del cronista con la fotografía, u1i tanto desenfocada en cierto, que nos proporciona la sei'iora Josefina de Ma11riq11e, f>recisamenJe de los hijos de María Teresa Gonzélez, aquetla pequeñ.a cristiantda del año 1893, cuyo recuerdo ya identi. ficado, 1111oca el desaparecido cronista de "Caracas PiJica y Rspiritual", fJ01'que en efecto "el alma conserva en si, las cotas que fueron". ;:..

166


167


. EL FERROCARRIL

El tren dstenido en la e1tación del Zig-Zag, donde los pasajeros que Je dirigían a Cara&as apr011echaban para tomar algún ufrigerio, empanaáaJ, cáchapas 'J

cua-;ada.

Durante mucho tiempo el Ferrocarril Caracas­La Guay­ ra, construido por una compañía británica a un costo de ocho millones de bolívares, contó con el asesoramiento del inge­ niero Jesús Muñoz Tebar, primer Ministro de Obras Públicas y comunicó la capital con el primer puerto. El tren tardaba dos horas en hacer el recorrido y había sido inaugurado para el centenario de la fecha natalicia de Simón Bolívar en julio de 1883. Esta concesión se mantuvo por espacio de casi tres cuartos de siglo. En 1933 la empresa sustituyó las antiguas máquinas de carbón de piedra por otras movidas por electri­ cidad. Corrían dos trenes diarios entre Caracas y La Guayra a las 8 a.m. y a las 3 p.m., los cuales partían puntualmente de las estaciones, encontrándose en el desvío llamado del "Zig­Zag", donde se estableció y prosperó un puesto en el cual se expendían a los viajeros exquisitas empanadas, cacha­ pas, queso de mano, naiboa y toda clase de refrescos. La 168


AUTOMOTORES

Uno de los pioneros del automovilismo en V enezuela fue don Angel Pinedo, fu11áador, con Alfredo Jahn, Segssndo Jordán, Juan Vicente Ladera; Gu1tavo ]. Paúl, Bernardo Siso. Juan Simón Mendoza, Domingo Oseu«, Jo1é Mateu, Vicente A111.enguat, Alfredo de la Sota, Heriberio Ramirez, Bstebe» Balleste 1 machos otros, del Touring Automóvil Club. Pinedo Ma, ademáJ, agente de los cauchos Fisk, t,ajo las motocicleta! "Harley Da·vidson" a Veaezuel« y junto con Edgard Anzola, William Phe/,p.r y Manuel Vicente Lander Gallegos, cont,.ibt~yó al auge del automocilismo y al incrementar las importaciones de automotores obligó al Gobierno a mejorar el pavimento de las calles de la ciudad y abrir nueva.¡ vias de comunicación. Esta última empresa fue lenta y represento grandes sacrificios, debido a la falta de los modernos equipos conqrte hoy c<U011ta la dirección de viali<lad. En la fotografía Angel Pineda y stss empleados frente al garage "Ooerland" sihtado entre Pedrera y Marcos Parra. El primer automóvil que circuló en Caracas f1,e 1m "Pmihar" traido de Franda en 1904 para la JIJ'tiora Z oila Bello de Castro. esoosa del General Castro. El Primer 1Zutobú1 fu.e const1'1•itÍo en tJn chasis "D, Dion Buuon" -1906-- por Segundo /O'fdán y puesto en servicio entre Caracas y Petare. Eñ 1907 empezaron a circula,. los tranuias eléctricos, que sr¿stituyeron a tos an,#f¡1¿0J de uballitos. E1z el Museo del Transpone de Caracas se conservan algu1Uts muestras de (llfltiguos automÓ· viles, cocbes, wanvias y equipo [errooiario de hace más de un Jiglo.

tremenda inundación del año 1952 puso fin a las actividades de este ferrocarril que había sido nacionalizado por Decreto del Presidente Isaías Medina Angarita en 1943 y el cual incluía el Gran Ferrocarril de Venezuela Caracas­Valencia, construido por un consorcio alemán en 1894. 169


ESTAMPA

PUEBLERINA

DE

LOS AÑOS VEL.'lTE

Pocas cosas ten/a CariU4J que enseñM. El pueblo se aglomeraba c"'11Jdo algún persona;e oficial llegaba en su amomóvü a reconocer obf'as públicas kJn espectaculares como el famoso Vúrdtmo Je Caño Amarük. (Foto de Alf,.eáo Izquierdo). 170


OTRAS FOTOS DE LA CIUDAD Alguna¡ de las [otos que aparecen a conti11ación fueron proporci.otuidas (>M los descendientes del señor José lgMÚ-0 Amunria-ray Level. Comlituy811 fin aporte valioso aJ, acervo histórico q1¿e está en proceso de compi/.ación. La ciudad ha cambiado en forma tan vertiginosa desPt1és de 11na icnmovilükl. de casi 11'ainta años, qua a raros ofrece dificultades para reconocer i11ga,rei, arm a los que han nacido en ella. Diríase que hoy el signo predom1nante que la hace i1tcomparable con cualquiM otra, es el contraste de las zonas marginales con las modernas estructMas de hormigón que se elevan hacia el cielo. Amunderay L~vel nació en 1893 1 murió en la misma ciudad de Ca,,.acas el 19 de abril de 1973. Bltudi.ó en la U.C.V., de la cual egresó con el tllfllo de odontólogo, ejerciendo su profe1i.ó1i basta poco antes de ocurrir su mflerte. Dos grantj,eJ aficiones tuvo en Ju vida: la música y la fotografía. En lo reiereeue a la primera, sus compositores prediJ.ectos [ueron. Beetbooen, Scbubert, Ha-ydn 'J Mozart. Tocé vioUn con verdadera rn.Mstría. y lo hizo tanto en privdlio como acomp11ñado de selectos amigos. Su efici.ón por la fotogra/la fue Je toda la vida. Tan g1'amie era su dedicaci.ón que una nieta st1ya nos confútb11 en la clase del pintor Akarez de Lago, que c11411Jo se hadan los pi.anos de la cara en la cual muri.ó, su princiP,:l preocuP,:ción era la de la capacidad y ubicación del laboratorio fotográfico. Fue marido y padre de. familia ejemplar, trabajador infatig4bk y hombre al cual nun~ ª"edrMon los sacrificios. Expresemos nueswo agradecimiento a sm familiares PM habernos facilitado los negatwos de los cuales hici11U>s las presentes copia! que retratan interesantes aspectos de la d#JiaJ. que venimos rereñando en las presentes páginas. 171


­­­­­ Esquina de Los Cipreses. B11 primor plano el Teatro Nacional constrtado en 1904 por et arquitecto Chataing. 172


Con ¡embl.mte aburrido este ciudad4no sube JenlamenJe por J., desiCf'ta calle de

Ptdre Sierra. Bnsonces no babia c-ontaminaciót• ambiental ni estrépito de motocicletas ni telenoueias, era una ciudaJ casi si/eme. 173


Au1omó11ile1 comenzaron

174

ti

áeJplaz11r coches de

JU

estaci6n en El C11{>itol10.


Esquina de LaJ Monjas, de una [oto del álbum familiar del señor A1n1111d~m1y

Leve l.

175


CERCA DE UN MILLON DE MUERTOS

Práximament« se-rá el-amurado el Cementerio del Sur, llamado también 'Tierra de Jugo". A 1m siglo de haber sido inaugurado han. recibido aJU 1ep1tltur<J cerca de rm millón de muertos.

Como obras da progreso cada at>o se colocaba un« baranda o pavimenJ<Jban alg1mas calles. Era todo lo qus ocurria en obras públicas durante los primeros años del gobierno de Gámez. 176


LOS

BAÑOS

En el laora]no existl4n dubes privado1. La foto recoge la ifluzgen de bañistas en Macuto.

A la satid.t de clases los mtahtUhos de la dicadd del 30 buscaban al chichero o al vendedor de "CNIZ RLmcd'. 177


VIVIAMOS DE LA AGRICULTURA

Desde Sabana Grande J de las 11ega1 de Chac.ao :; de Pelare entraban a la ciudad "hombres de a caballo", P.,oce4enJesde sus pequái.a1 fincai dedicadas al culitvo de hor1aliza.s y frutoJ menores. (Foto Eduordo Schaet).

Un ciclista se desplaza por las calles solitarias de El Paraíso. 178


ANTIGUO

MINISTERIO

DE

LA

GUERRA

Bolero a M;f'af lores, casa til dos .pjsoJ donde, 1111 una épo&A, tuvo JN sede el Ministerio de Guerr« y Marina. 179


~

~

.

·­· _; ... ­,

, __ ,,, 7"~"\.,,.,.

-~,

..1

~

to qr1e 11a de] siglo. En el pa;ado les limita&ionu eumómicas rt:Hrir.giero11 la enemirjn de las redes de smniniJtro 11 les zonas mt1rginales. En el presente la JObrepoblación desborda junto la imprevisión toda posíb1lüiad de ab1ZStecirnie11tocontinuo a una ¡;omunidad de cerca de tres millones "Primero -ha dic.ho el Pro/ e sor Francisco TamaJ<>-- terminará el agua que el petróleo ." Esta foto 1om<Uia en los t1led.zños, m1uutra a dos muieres humildes subint>do f)emJst1mentc las gradas para Jk1111r el ag1111 a s111 C4J4S, que transporran en latas sobre su.s cabezas. Foto: H. Neumann. pj t1gua siempre ha siá-0 un (>robleflUI para la ciudad en

180


Hotel

m fológrafo

Miramar, M.acuto - 1932

mint1.Jero retrata a una familia del pueblo.

181


Edificio áel Mini1torio de Heciend« construido por el arqttit.ccto Alejandro Chataing s•n los díar de Castro. Desde este Despacho o-rga11izó el doctor Román Cárdenas la Racie-ndd Pública.

Una proueedoe« de la pl.zya del mercado. Foto:

182

R. Ne11mann.


..

~ •,1

·/(~®

~­­···­~ ,­<""• ~

~CA~ Por espacio de cas] ochenta años, el Teano ]\4.1micipat dominó, con su ait-e señoriel, todo el ámbito de la antigua parroq11ia d.'! San Pablo. Todavia etl los años treint« daba [rento a una plaza de adoq1r.ines en crqo centro Je hallaba la estatua del genera] ]01é Gregorio Monagas, En la foto 1m pequeño autobuJ ' baja hacia el Reducto.

Calle de Municipal a Reducto. La escasa población. de entonces no exigía enormes autobuses. Obsérvese la soledad -rei1ia11te. Ni un 10/o trauseúnte en el largo trayecto que abarca el lente fotográfico.

183


Probamos tm "[lesb" nocturno en la e1qui7ta de Soci.edad

Pota o ninguna esperam.a tenlan automóviliJkts y cocheros por esta calle de Porvenir a Concordia, ea La Pastora.

184


Calle Norte del Capitolio. En tiempOJ de Guzmán se le llemá Boulevard, quizá.r porque se podia transitar sin miedo a ser arrollados; la foro, de 1930, nos muestra un panoram.: totalmente diJerente.

Esqui11a de L<1s Monias y l.: famosa botilerfa "La Francia. 185


LoJ accesos at piUio fe"oviario de Santa Inés, tenían amplitud relativa compa.-ada con el resto de las calles generalmente angostas.

Antig1'4 Avenida

186

Sucre (1927).


Coronando el cerro de El Calvario 0 Paseo JnJepen.á811Cia es:aba sJ ª'ueducto qtte para una población de ochenta mil al11UU babia ~ construw Guzmán Blanco. No lejos eslaba un peqr1eño zoolágico 1 jaráin b()l.ámco, cuya dirección durante un Jkmpo estuvo a cargo del poes« Jorge S~mi.dke. 187


Otra 11isJa det TeaJro Aracacbo. El a11iso en la CMtelMa anuncia la película "Crimen y Catigo", ba1ada en el libro de Dossoieoski.

La antigua Plaza España, frente a /.a Quima Corso, por mucho uempo único inmueble utilizado para recibir a los visitames ilustre1 o invitados del gobierno.

188


Un« de las más antig11as f 0101 del Cuartel Stm Carlos -/ondo a lit d8'fech1omaáa deide la iglesia ás La Tánúlad, desptth -rerMdeÚláa como Penteá» Nacional..

Csll« Independencia de !tflnda ¡a ,,. las po1Jnmnú:J del régimen de la Rebabil11ación. 189


CONTRASTES

Un alto perscmaie llega al Panteón.

Más abajo, humi/Jes campesinas se dirigen al mercado. 190


#

EL CAPITAN PIMENTEL Uno de los má1#resde la tÜctaaut'a fue el capitán Luis Rafael Pimeniel, hermade Francisco -el jobo- notable humorista de la época, cuyas uónicar [ooiales tenían, al deci,,. del inolvidable Pedro Sotillo, esa soltura y gracia ctHa· queña que todos admirábamos. Luis Rafael uiyó preso en 1919 con otros oficiales como Mil(uel PaN'a Entrena, tenientes Julio Hernández, [osé Ramfrez, Am· bal Melina 1 los 1ubtenie11t1Js Rica-rdo Corredo«, Arturo Lera, José Agustín. Bsdoracco, Domingo Mufica, Lais Aranxr1ren Moreno, Pedro Betancoure Griller J' Cri1tóbal Paoor« Ent-rena. A-ranguren MMeno ~· Parra Entrena apenas /.legaban a los veinte años. Betancour« Gritler sálo tenia 18. Recuerda Carlos Emilio Pernández q1te éste úbimo fue preso por haberse negado a dar el nombre de los civiteJ que babia,; ido hasta el cuartel La Plans« y que servl4n de enlace a los demás compiradores. Estos civiles eran )e!fÍ.S Corao y Rafael Carabaiio. Alguno1 murieron en priiión como el capitán Luis Aranguren. Lo1 demás pasaron ocho aiio1 engrillados en La Rotunda. El capitán Pimentel fue una de esas figu-ras toda bo1;d,u/ y de una gra-n integridad ciuáaJ.ana como Betancoer) 1 todos los que corrieron 1u miJma suerte.

n;

RASGOS EXCEPCIONALES Excepcionalmente Gámez tr1vo entre sra cof.woraJores l!,enJe de esPeciaJ valimiento como f)01' ejemplo el doaor Baptista Galindo, quien deJempeñaba la Secretaría de la P<fesidt1ncia y cuya influencia fue decisiva en la suvización del ré}!imen ante SllS adversarios ooluicos. El doctor Henriqtte Toledo Tr11jillo, cuya labor en el campo de la Salubridad es ampliamente reconocida o la Jel doctor R.ubén Gonzákz quien en más de 11na oportunidad 1e opuso a ciert.u arbitrariedadespropueJtas a Gámez en su condición de Ministro de Instrucción Pública. Pe-ro eran contados aquellos que se atrevútn a enfrentar las verdades 'Y a p1ote1tar los atropellos. Los hijos del General Gomez, ent-re estos Juan Vicente Ladera, Plorencio y Juan Vicente Gomez Núñez, aJÍ como Gonzalo, prop11lso-re1 del depcwte, llegaron a alcanzar estimacién y simpatia Por ser djenos a los desafueros o desmanes que muchas veces ptdie-ron ser cometido: por servidores sin escrúpulos que tuvo el dictador a su servicio.

191


ERAN

LOS CAMINOS

Bn Venezuela casi no habia caminos. Para desplazane de un sitio a 011'0 del interior había qm1 salvar la mar de obstáculos. QuiP..Jcro Tarazana, pionero del «utomooilismo y distrib11idor de peri6dicos, cuenta que, ltevar los diar-iós de Caracas bast« Charatlave y Ocumare del T1~y era toda una pro9za en 1930. CASTRO, GOMEZ Y UNA SENTENCIA DE LA CORTE FEDERAL, SEGUN TOMAS POLANCO ­El presidente Castro necesitó viajar al exterior por motivos urgentes de salud. Peto al salir del país, la Corte Federal, en impecable sentencia y ejerciendo por única vez en la historia una facultad constitucional extraordinaria, lo suspende en el ejercicio de su cargo por considerarlo sospechoso de graves delitos y llama a la Presidencia al Vice­Presidente Juan Vicente Gómez. Los políticos y juristas permitieron así a Gómez instalarse sin problemas en la silla de mando de su antecesor, con el más absoluto respeto a la legalidad formal que él mantendrá hasta morir muchos años más tarde. Astuto, sagaz, Gómez no cae en halagos. Se marcha de Caracas y ejerce el poder desde Maracay. Con la experiencia del comerciante campesino ­termina diciendo Tomás Polanco Alean­ tara­ comprende de Inmediato la importancia que tiene cancelar la deuda externa del país y asegurarse que no sería molestado por las potencias internacionales como lo había sido su antecesor. Desde 1907 a 1935 una paz sepulcral permanece en la República. Sólo se espera que el proceso natural de la muerte agote la tremenda vitalldad del Presidente Gómez, ya que no había fuerza humana que lograra

alcanzarlo".

192


MAXIMO LANG QUIERE CONOCER A VENEWELA EN AUTOMOVIL La carretera trasandina inaugurada en 1927 fue uno de los hechos que llenaron de satisfacción a Gómez. Has­ ta aquel momento los tres Estados Andinos, especialmente Tachira, estaban virtualmente incomunicados por tierra con la capital. Era preciso que los viajeros utilizaran la vía fé­ rrea hasta Encontrados para embarcar en los puertos al sur del Lago y salir por .Maracaibo. Los barcos hacían esca­

la en Curazao y luego en Puerco Cabello y La Guayra. Era la empresa de Navegación Fluvial y Costanera en cuya di­ rectiva tuvo participación por un tiempo Román Delgado Chalbaud. Aquel año de 1927 la inauguración de la tra­ sandina despertó entusiasmo, porque ofrecía la perspectiva de un incremento en la actividad comercial y movimiento de pasajeros desde los estados de occidente al cenero, y ve­ nía a poner fin a las penosas jornadas que debían cumplir­ se en los viajes a Caracas, casi siempre a lomo de mulas. Uno de los primeros automovilistas en cruzar la región de los Páramos por aquella sinuosa vía, fue don Rafael Casti­ llo en un "Overland Six", llamado "El Pajaro Rojo". Tardó cinco días en su viaje hasta Caracas. Años más tarde, en 1932, entusiasmado con estas no­ ticias, el señor Máximo Lang emprendió la aventura en un Ford, aprovechando sus vacaciones: Estaba seguro y confiado de que existía una carretera de más de 900 kilómetros que iba desde Caracas hasta San Antonio del Tachira. La mayor dificultad al decir de los choferes experimentados a 193


Poco antes de entrar en prensa esta edición, el señor lvfáximo Leng, quien vive en nue;tro pais desde hace 45 años, nos envió una nota descNPtwa de un viaje en a11tomóvit pM V enezuel« ~ los días de Gámez

194


Aún después de habM sitio abierto el pa.ro por la T-ra.tandi11a, el señor Lang pasó "las de Caín" con su automóvil a Ja. tJnt-rada de V alera.

encontrarla en el paso de la Quebrada de Carora. "­tenga mucho ciudado con la crecida. Son muchos los automo­ vilistas que se han quedado en el trayecto". Cuando Lang salió de Caracas era su única preocupación, pero la reali­ dad le tenía reservada desagradables sorpresas. En una se­ cuencia gráfica que nos envió cieno día del pasado mes de julio, a la redacción de El Universal el Sr. Iang explica los riesgos que debió correr en la aventura, la cual culminó cuando su pequeño automóvil se despeña, logrando salvar milagrosamente la vida. Aquel año de 1927 cuando al lado de Gómez cum­ plía funciones de Secretario el Dr. Baptista Galindo, se a­ brió la frontera para el regreso de los exilados políticos al Táchira y se pusieron en libertad los detenidos políticos que tenían varios lustros bajo rejas en La Rotunda. 195


A lo lorgo del h"iPJecJo encontré qu~ otros cond11Ü<>res corrían suerte parecida a la mia -h>forma el seño« Máximo Lang autor de la presente foto.

~­ 'Bn la misma situación halló esta camioneta de las "Galletas Andinas" -Villa del Socorro. )

196


En fm Jitio del &tado A1'agua, para atraveJar el rio "l.,fa.racay" entonces cauda· loso, tenía q11e solicitar ayuda' a los comarcanos para que le ayudasen -como

en L: [oto.

L: presente foJografía tomad« por el señor F. Benne), autor de una Gt,Ja de Verwzr;ela, frte tomada el 23 de fu1iio do 1927 entre San Rafael y el PJramo, tramo de la "Gran Carretera Trasandind'. Entee las piedras del btNrtmco ttn automóvil destrozado, crPyo conductor, al decir del señor Bennet, "cometió la imprudencia de avanzar por et sitio a excesiva velocidad". Y recoge las ve1'Siones de obreros qtte a la sazón trabajaban en la ví.z, quienes habrían confirmado la especie: "Deió tras de si. una dens« nttbe de polvo".

197


LJ114 hlrde, ctumdo el seño« Lang attanuzba con/ürdo desde Mérida hacúz Sdn CrisHíbal, su au1om61>i.t pi.só 11n f.Jso relkno 7 embarrancó dpMa/.oumeme: "Fue una 11erd.ukra forJuna -que agraJe"J.co a la Profliáe-ncia- haber podidn salvar úz vida", contab« el scño« Lang a tiempo ql#f nos mostraba la presente /010: ''Puc el deslino /mal de mi avenlf11'11 en a#Jom6rtü por V enezeele".

198


Y a sin aneomóvil, el señor Máximo Lang d.ecidió regresar a Caracas por la via

de }.-ft;racaibo u1;Jiz1J1ndo el ferrocarril. Lo vemos conversando con el conduClor del poco conocido motriz del vcran Perrocurril de La Ceiba"

El Páramo del Zumbador m la parte más alta de !.a carretera.

199


EL PRECIO DE LA TIERRA ­EL ESTE­

Vista de Los Palos Grandes lomada desde un estanque en Bl Auil«: En primef tórmino el Ct"b recién inaugurtláo. Las PMcelas, al la.do de las dos avenidas principales, se ofrecían en 11enta ti raz6n de seis bolívares et metro. Era escaso

el número de romp.radores.

Pocos son los que aceptaban como una verdad el he­ cho de que en Caracas durante la década del treinta, la tie­ rra casi no tenía valor. Las ~sas contaban con gran­ des corrales sembrados de frutales. Bastaría recordar que al decir de José García de la Concha, el padre Esculpi, pá­ rroco de Sabana Grande se negó a comprar una hectárea de terreno frente a la Iglesia porque le pareció muy alto el precio de una locha el metro He aquí lo que nos cuenta en su libro "Reminiscencias" el antiguo conservador de Quin­ ta Anauco (pág. 5 2 ) : "Sabana Grande tuvo mucha nombradía, por haber te­ nido en su zona el primer hipódromo. Esto fue lo que dio auge al pequeño burgo de vaqueros como parroquia social y atractiva por sus bellos contornos. 200


Allí vivía Antonio Ibarra con su joven y bella espo­ sa Mercedes Palacios Madriz en su casa solariega, entre por­ celanas y óleos magníficos, como los retratos de sus ante­ pasados: allí el retrato de doña Mercedes Mutis, hermana del gran naturalista; el de don Diego, el de don Vicente, padre de Antonio, y muchos más de la casta infanzona de los Ibarra, La Hacienda Bello Monte, de don Juan Casanova y doña doña Mercedes Ibarra de Casanova; Sans­Souci, de los Otáñez, y La Ciénaga, de doña Isabel Rodríguez de Madriz, y El Rosal, del Gegeral Matos, y Blandín, de los Rodríguez Landaeta, Una pequeña anécdota: Esperaba yo el travía en la Estación, donde, entre otras personas, se encontraba don Ma­ nuel Revenga. A poco llegó el Padre Esculpí, Cura Párro­ co, y don Manuel le increpa: •¡Usted si que es bien de­ jado: no comprar siquiera una hectárea de terreno frente a la iglesia para quitar aquel basurero y construir una plaza con su gruta!'. 'No lo crea, don Manuel; la diligencia la hice ­contestó el Cura­, pero los señores Dorta me pi­ dieron una locha por cada metro; yo les ofrecí cinco cén­ timos, que es lo que valen, y no han querido '. 'Y o no lo sabía; una locha es un escándalo; no es que no se pueda, es que no se debe pagar más de a centavo el metro. Tiene usted razón'. ¡Hoy vale millones de bolívares! "Al norte de Sabana Grande estaban las Estancias de los Buenos, la Granja de los Chapellín, Avila, finca que fue· del Padre Cecilio. Luego, Lecuna con su tahona para el ca­ zabe. Nosotros mandábamos que nos hicieran naiboas. Les llevábamos el queso y el papelón. No terminaré sin dejar de recordar a dos célebres per­ sonajes de La época el doctor Cuello, en la Quito Valenri­ ner, con sus curas de frutas y aire libre, y a Jesús María Ne­ grín, con sus aguas y lombrices. Unos decían que estaban locos, otros que eran sabios, los más que brujos y yo creo 201


que de todo había un poquito, porque, como dice el dicho, 'de médico, poeta y loco, codos tenemos un poco'.". Es decir, que si según el relato de don José el Padre Sculpi y los Dorta llegan a un entendimiento, la Iglesia Parroquial de El Recreo hubiera comprado una hectárea en el corazón de "El Recreo". Testimonio aún más reciente es el que nos proporcio­ na el ex­Canciller y ex­Embajador de Venezuela en Washington, actualmente diputado al Congreso Nacional, Dr. Marcos Falcón Briceño, quien recibió el año 1923 una oferta para adquirir la hacienda Campo Alegre de su ami­ go el Dr. Antonio Febres Cordero, Juez de Comercio en el Distrito Federal, la cual ocupaba un área de cincuenta hec­ táreas al norte de la carretera del Este entre Sabana Gran­ de y Chacao, por la cantidad de veintiocho mil bolívares. La finca se hallaba entonces sembrada de naranjales, man­ gos y guayabas, amén de algunos campos dedicados al cul­ tivo de hortalizas, que trabajaban isleños de Gran Canaria. Hoy es la conocida urbanización en la cual se han cons­ truido altos edificios y elegantes viviendas unifamiliares. Es fácil desde luego colegir que en el valle de Cara­ cas sobraba tierra, debido a lo escasamente poblado que se hallaba. Recordamos que el Dr. Luis Teofilo Núñez, Edi­ tor de "El Universal" refirió más de una vez que en 1920 los promotores de la urbanización Los Chorros una vez que habían trazado las calles y dorado de servicios primarios a las parcelas, las vendían a real y medio el metro. Se dio muchas veces el caso de que cuando un cliente se intere­ saba por un lote que presuntamente tenía cinco mil me­ tros y en el deslinde aparecían dos mil más, el precio con­ tinuaba siendo el mismo recibiendo el comprador por vía de gracia el excedente. Por ejemplo la señora Elena Carva­ llo de García Colmenares nos decía que junto con su esposo 202


LA CIUDAD DE UN PISO

S álo sobresalian las torre; de las lglesiar.

adquirió en la 'Avenida Los Castaños una hectárea por cin­ co mil bolívares en 1926 y diez años más tarde la reven­ dió por 16 mil bolívares, persuadida de que había efecrua­ do una operación con sobradas gananciales. Es por ello por lo cual el jefe de cualquier familia de clase media que hubiese vivido en la Caracas de aque­ lla época, con un sueldo de 600 bolívares mensuales po­ día. ser dueño de un buen pedazo de tierra, sin que esto significara un sacrificio por razón de los precios tan infla­ dos, como son los de hoy, casi inakanzables.

203


ESQUINA

DE LA PALMA

EJquina de Ja Palma desaparecida de! p/,ano de CaracaJ.

204


LOS

CAMBIOS

DEL

PETROLEO

En 1943 don Luis Roche inició la 11rbanizaci6n Allamira embelleciendo la entrada con un eJpejo Je agua y un obelisco. Deió una gran zona verde conocid« como "Paseo de laJ Amazo114S., ,. PreJendió abrir uti túnel para commucar a Caracas con el litoral por las entraiias del Aoil«: Este proyecto fue desechado por ser técnicMnenJe irretrlizable. 205


¿UNA ESPERANZA

DE LIBERACION?

El Cónsul general de Venezuela en Nueva York Pedro Rafael Rincones en informe presentado ante el Congreso

Comercial Panamericano reunido en Washington el año 1926 exponía lo siguiente: ­"Un área de 160 por 180 millas está en la hoya del Maracaibo dentro de un cuadrán­ gulo de terrenos productores de petróleo ­600 millas hay en producción y toda el área intermedia a lo largo de la costa es posible que también sea terreno productor. Para el día 31 de octubre de 1926 había 307 fuentes que daban un rendi­ miento de 103.000 barriles diarios, variando en densidad desde 14 hasta 40 grados Baumé. Había además en vías de perforación 40 pozos en terrenos ya probados y 3 3 "wideats" ­en observación­. La producción de los terrenos petrolí­ feros de Venezuela fue de 3.349.872 barriles en octubre, siendo ésta la mayor producción para un solo mes en la historia del desarrollo petrolero de nuestro país. El gran toral de producción para los primeros diez meses de 1926 es de 29.463.859 barriles. En 1928 la producción petrolera de Venezuela había sido superior a los 120 millones de barriles colocándose desde este momento en el segundo puesto detrás de EE.UU. El Pozo la Rosa de Mene Grande, Estado Zulia, producía ya para esta fecha un promedio de cien mil barriles diarios". 1

En su "Historia Petrolera Venezolana" Aníbal R. Mar­ tínez expresa: "El violento e incontrolado surgimiento del 206


PROOUCCION POR

DE PETROLEO ESTADOS

193 4 ­a 19 4 3

(Toneladas M"tricas)

ESCAtA

'º·º• ..... ••

'·º······ • ooo.uo

'ººº···· 'HO,OU

).cu.oo .. l

coo.ooo

Durante la admi.ni.Jkació11 del Presidente Mednws Angarita, se lograron importentes ventajas para V enezuela reformando la le1 Je Minas e Hibocarbttros a fin de asegurar mayores ingreso! fi1(4f.e1.

207


pozo Los Barrosos NV 2 demostró inequívocamente al mundo la extraordinaria potencialidad de Venezuela como país. productor de petróleo. Los Barrosos N9 2 estremeció al mundo petrolero. Con el estallido de diciembre de 1922,

las miradas ávidas se volvieron con ansias sobre Venezuela. El chorro estupendo de La Rosa resultó al final igualmente sin control de todo tipo de genre y negociantes superándole en número los verdaderos interesados o conocedores del negocio. los propios áulicos del dictador ­­añade Aníbal R. Martínez­ establecieron en 1923 una Corporación Venezolana del Petróleo para atender a los muy numerosos 'clientes' deseosos de forjar el bienestar nacional y para disponer con facilidad de las prebendas recibidas, bajo forma de concesión". Y por su parte el ex­presidente Rómulo Betancourt en su obra "Venezuela, Política y Petróleo" registra como una excepción dentro del régimen político subsistente en 191 7 una aislada actitud nacionalista derivada de una Resolución de Fomento ­27 de noviembre 1917­ que de haberse mantenido, hubiera tenido una repercusión extraordinaria en al país. Por ella se reservaba el Estado la administración direc­ ta de los yacimientos en los Estados Mérida, Trujillo y Zulia que no estuvieran arrendados o que no pertenecieran a perso­ nas o empresas particulares. Al año de ser dictada esa resolu­ ción fue derogada por otra, de fecha 12 de diciembre de 1918, en la cual de paso se destituía al administrador desig­ nado por "extralimitación" en el ejercicio de sus funciones cuando en realidad no había realizado ninguna". A raíz de la promulgación de la nueva Ley de Hidrocar­ buros el 13 de marzo de 1943 por el Presidente Isaías Medi­ na Angarira el Ejecutivo celebró sendos acuerdos con la Standard Oil (Creo le) y el Grupo Shell mediante el cual estas empresas se comprometían a refinar en el país la mayor parte de la producción de petróleo extraída de sus concesio­ 208


Datos

A,;;.os

1917 1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943

relativos

ol proceso

PROOUCCION

T M

18.249 48.306 45.914 69.539 218.146 334.923 639.257 1 .334.871 2.884 437 5.207.450 8.733.236 15.319.442 19.844.936 20.073.961 17 .191.873 17.085.334 17.293.193 20. 112. 115 21.990.373 22.945.299 27.733.926 28.071.370 30.533.706 27.443.001 33.353.772 21 .550.375 25 .'962.527

de nuestra EXPORTACION T

M

8.651 22.201 2.144 151.158 274.766 504.053 1.205.695 2.680.273 4.786 595 8.235.687 14.546.816 19.051 .401 19.955.792 16.466.342 16. 171. 624 16. 586 .650 19.226.342 20.552.098 22. 327. 162 25.083.835 26.645.921 28.238.688 23.437.540 32.779.573 20.471.392 25.221 .615

industria

petrolera

1917~1940

aEFINACION

IMPUESTOS

T. M.

kECAVDAOOS

28.909 43.060 67 193 61.389 50.482 81.626 92.516 154.933 186.516 381 .434 724.301 665.834 747.870 894.700 946·. 618 1 .072.412 1.198.513 1.344.573 1 .232.018 1 .274.880 1.387.342 2.011.396 3.987.540 4.683.823 3.326 426 3. 203. 511

245.085.42 805.512.86 1 .451 .369.70 285.138.01 1.961 .820.49 1 . 22s·. 786. 81 3.769.857,09 5.877.693.81 20.717.547.75 17.704.046.03 21 .252.059.89 46.044.936.33 50.529.580.57 58. 998 192·. 48 49.218.593.62 46.848.692.20 45 . 639. 269. 1 s 52.940.386.95 60.155.721.65 65.079.023.10 86.365.654.20 95.741 .718.68 92 . 995 . 131 . 85 84.357.306.20 100.987.206.00 83.269.898.00 135.572.968.00

nes venezolanas y además se les obligaba a aumentar en 40 mil barriles diarios la capacidad de refinación. La planta de destilación ordinaria construida en 191 7 en San Lorenzo tenía capacidad original de 16.000 barriles diarios; la de Caripito inaugurada en octubre de 1939 tenía capacidad máxima de 44. 000 barriles diarios, y la de La Salina, que comenzó a operar en 1926, podía destilar 12.000 barriles por día. La nueva Ley de Hidrocarburos promulgada por Medina Angarita ensanchaba la perspectiva en el camino hacia la nacionalización de la industria hecho materializado a partir del 19 de enero de 1976 bajo la administración del Presi­ dente Carlos Andrés Pérez. La producción petrolera del país 209


está limitada hoy a 2.300.000 barriles diarios, pero el precio por barrí) de petróleo fijado por la Organización de Países Productores de Petróleo en cuya organización tuvo participa­ ción decisiva el doctor Juan Pablo Pérez Alfonzo, puso al país desde la etapa final del período constitucional del doctor Rafael Caldera en condiciones de administrar un presupuesto nacional que saltó de catorce mil millones a cuarenta mil millones de bolívares, desatando un proceso inflacionario sin precedente en la historia. Hasta ahora han resultado lentos, y en su mayor parte ineficaces, los empeños por lograr recuperar y hasta incre­ mentar los antiguos niveles de la producción agro­pecuaria a fin de que el país pueda autoabastecerse no sólo del renglón alimenticio, sino de materia prima para su expansión indus­ trial. Es una de las más espectaculares disyuntivas cuya satisfactoria solución depende más que de ningún otro factor, de la voluntad y conciencia individual y de un apoyo o estí­ mulo racional de parte del Estado. En la actualidad nuestros puertos son insuficientes para recibir el volumen cada vez en aumento de las importaciones.

210


"UNION, PAZ Y TRABAJO" pero escasa parJic1f)aá6nde V enezuela en su pet,.óleo entre los años 1912 a 1922.

~··

' . .,~·

t;.. .:l.,,..

1--,A,/:

~

Bl último año de JtJ vida -i11lio 1935- Gomez acompañado de su Ministro de Guerr«, E. Lápez Contreras, pa.ra•rwista a las tropas en Maracay.

"Górnez inicia su «Rehabilitación Nacional» bajo el lema de «Paz, Unión y Trabajo». Durante este tiempo se logró una auténtica «pacificación» del país, ya iniciada en el régimen de Castro; los movimientos armados se reducen a simples escara­ muzas fácilmente controladas por las fuerzas leales al régi­ men. El caudillismo característico del siglo XIX en el país se reduce a su mínima expresión. Esta pacificación lograda durante la «dinastía andina» va a· dar pie para una importante transformación en el ejército nacional: se pasa paulatinamente de un «ejército de guerreros» a un «ejército de militares». Hasta esta fecha la única «escue­ la militar» de los oficiales y soldados venezolanos había sido el campo de batalla; salvo muy contadas excepciones, nues­ tra oficialidad había conquistado sus grados militares por sus méritos en campaña. La desaparición de la lucha armada con­ tinua permite a Górncz abrir una Escuela Militar con todas las de la ley, traer misiones militares de. otros países y for­ mar así un ejército moderno, mucho más técnico, logrando una oficialidad de militares de carrera. 211


En el momento en que Górnez asume el poder (1908), Ve­ nezuela es un país eminentemente agrario; la economía se fundamenta en los capitales invertidos en las grandes ha­ ciendas de café y cacao. Los ingresos del Fisco se deben en su mayor parte a las rentas aduaneras y demás trámites de importación y exportación. Gómez logra mejorar radicalmen­ te las relaciones de su Gobierno con las grandes potencias, lo que va a ir preparando el terreno para las inversiones ex­ tranjeras, consideradas como necesarias para el adelanto del país por los intelectuales de Ja época. La situación económica agraria del país se prolonga unos años más, hasta que en 1920, con la primera Ley de Hidro­ carburos, se abre para Venezuela la «era del petróleo», que va a significar el inicio del cambio de una sociedad agrario­ rural, a una urbano­industrial. Entre los años 1912 y 1922 se sistematizan las exploracio­ nes y comienza una pequeña producción en materia petro­ lera. Las concesiones son obtenidas por filiales de Compañías extranjeras a través de mediadores venezolanos que· al obte­ nerlas se las venden; estas concesiones se rigen por la Ley de Minas vigente desde 1910, con una mínima participación por parte del Fisco en las ganancias petroleras. A partir de la Ley de Hidrocarburos de 1920, que amplía tímidamente la participación gubernamental, y el crecimiento de la pro­ ducción hacia 1922, se produce un vuelco en la economía na­ cional. Los ingresos petroleros darán al Estado la posibilidad de disponer de un presupuesto nacional poderoso. Comienza un profundo cambio en la estructura social del país; miles de personas dedicadas a las tareas agropecuarias, atraídas por la elevación del nivel de vida que supone la in­ dustria petrolera, abandonan sus labores para colocarse en la nueva industria. Esto significará el acabamiento de la agri­ cultura y el afianzamiento del petróleo como única fuente de ingreso para la Nación." De un ensava h.Julado "Piiosoiie Politica del Gomecismo -estudio del penJamiemo de 'Lau,.ea1;0 VaU~mitla Lanz, oo« Artero Sosa S.J. (1974). P-rólogo de Ramón J. Velásquez.

212


CALLES

IMPORTANTES

Sa?i Francisco a Sociedad (1936)

Edificio del Nasiona! City Dank. 213


ASI CRECIO CARACAS HABITANTES

2.500.000

2.000.000

1.500.000

'.000.000

500.000 400.000 300.000 200.000 '00.000

o

ANOS

o

(O

'!;

~

<X>

en

­ ,._

~

.... o CI) ~

o

~

­ ~

N

en N

~

en (O CE

..,,._ ~

ii)

~

¡;:;

s

<t

(O

2!

2!

o

t'"I

­<t

!!:?

o

,._

!!:?

!!:?

LO

LO

He aquí el cuadro de la lenta evolución de la ciudad desde su fundación hasta el año de 1920. 214

,._

,._ !!:?


f

Si

5

CARACAS: EVOLUCIONDEMOGRAFICO (1574­1920) Año 1574 1578 1580 1607 1651 1696 1720 1741 1771 1800 1805 1812 1825 1830 1839 1847 1869 1873 1881 1891 1920

Fuentes López de Velazco Pimentel Censo Español Villanueva EL Cabildo Berroterán Ovideo Santiesteban Marcí Humboldt Lavaysse Humboldt Sanabria Varios

Codazzi

Sanabria Landaeta I Censo II Censo III Censo IV Censo

Población 300 300 2.000 500 1.750 6.000 5.000 5.000 18.669 40.000 47.228 50.000 29.846 30.000 35.000 34.165 43.013 68.057 77.911 98.321 118.312

Desde el IV Censo de población hasta la fecha la ciu dad creció así: 1947 650.000 1956 1.000.000 1967 1.950.000 197 6 Aprox. 3.000.000 Desde Luego que la concentración demográfica ha de­ sencadenado una serie de graves problemas cuyas soluciones son cada vez más complejas. 215


Css« de &<>rred<>r en El Vel!«

Botic« de Velásq11ez 216


Modernas

construcciones

rodean /,: vi.eja comtrucci.ón.

217


En la calle que subo hacia Esperanza

a

UW#

cuadra del Pante6n.

En este luKar exist16 harta hace Poco la Panaáerf,Jdel Dr. Díaz 218


­

•'*'

Diagonal con la Capilla de La Trinidad, esquina de La Fe. 219


REURBANIZACION DE EL SILENCIO

Hist6rica foto en la cual 1Jem-OS aJ distinKui4o intelectual Mariano Picón Salas enlret)istando 11/ Presidente Medina; abajo: uno de los bloques de "El Silencio" inaugurados en 1944, con 11/Jarl11men1os para familias de clase media. En primu término: patio interior destinado a recrea&wn para hifos de las familias residentes.

220


Primer paso de la transformación urbanística de la ciudad hacia su crecimiento y desarrollo en lo que va del presente siglo, lo dio el Presidente Isaías Medina Angarita, el 25 de julio de 1942, fecha en la cual se cumplían 3 75 años de la fundación de Caracas. Estuvo acompañado por el Gobernador del D. F., Diego Nucere Sardi. En acto sim­ bólico dio el primer golpe de pico sobre el muro de un inmue­ ble situado al oeste de la Plaza Miranda ocupado hasta ese momento por el "Mercadiro de San Pablo". Anteriormente había funcionado allí un cabaret llamado el "Molino Rojo". Tan ambicioso programa contemplaba la demolición de 3 31 casas de las cuales 42 estaban clasificadas por la Pre­ fectura como "de mala fama", 49 servían de "casas de vecindad", 9 hospedajes y las restantes destinadas a otros fines, comercios y botiquines, éstos últimos en numero 119. EJ costo de las expropiaciones se hizo mediante .un financiamiento por Bs. 8.881.632,60 del "Export e Import Bank" de Washington. La ejecución de los traba jos concebidos por la Comisión de Urbanismo y los cuales se inspiraron en el proyecto "Rotival Villanueva"; cardo 30 meses. Su costo, al ser con­ cluido en 1945 fue de cuarenta y ocho millones de bolívares. Entre los inmuebles demolidos se hallaban la casa de Hipólira Bolívar, nodriza del Libertador, quien llegó a vivir 106 años. El porcal de esta casa fue cedido, previa autoriza­ ción del Presidente Medina a don Vicente Lecuna para ser trasladado al Museo Bolivariano. Los doctores Santiago Alfonso Rivas, lrwing Perrer, Osear Suárez Flamerich, Omer Lares y otros directivos del Consejo Venezolano de Urbanismo consideran que esca ini­ ciativa marcaría, en efecto el principio de una segunda y vigorosa etapa de transformación la cual había comenzado apenas en la década del 30 con el desarrollo de San Agustín, El Conde, la Nueva Caracas y Caria. Ahora la ciudad, con cerca de tres millones, parece haber desbordado su capacidad. La mayor parte de los servicios públicos se hallan en crisis. 221


CREOMIENTO HASTA 1920 Uno de los estudios más serios que se han hecho de la evolución de Caracas lo debemos a Nelson Geiger Lope Bello. Se titula "Una introducción a la Ecología Urbana­ El Ambiente de la Ciudad" y el cual enfoca diferentes as­ pectos relativos al asentamiento y distribución de la pobla­ ción, siendo por supuesto eje fundamental del trabajo la presentación y enfoque de los problemas que de diferente orden vive en el presente el área metropolitana, como se­ rían los de la ocupación del espacio, análisis de normas pa­ ra el trazado de ciudades, crítica al urbanismo, cambio de temperatura, humedad, contaminación atmosférica, acumu­ lación de basuras, influencia del ruido en la salud, trans­ porce, empleos, etc. Es decir, que esta obra hecha con esme­ ro y acopio de datos en fuentes fidedignas, puede conside­ rarse fundamental para el análisis de fondo de nuestros pro­ blemas y su eventual solución. Charles Brewer Carias ha si­ do uno de los colaboradores en este ensayo y logra el acier­ to de obtener unas gráficas realmente impresionantes para la explicación del tema. Su autor agradece en La noca de en­ trada la colaboración recibida de profesores y alumnos de la Universidad Simón Bolívar. Hemos creido que el traba­ jo merece la más amplia divulgación. Su contenido nos hace una radiografía del ambiente y las condiciones en las cua­ les estamos viviendo. 222


¿Qué ha ocurrido en los últimos 40 años? El problema más angustioso es el reflejado por los planificado­

res a nivel político, cuya acción no siempre luce consecuence con el proceso que la ciu<lad debió seguir. La intensa corrien­ te migratoria interna desencadenada por el desequilibrado desarrollo del territorio nacional y el fracaso de las políticas orientadas a lograr rendimiento de las tierras aptas para la agricultura, concentró en Caracas, como en otras ciudades, habitantes cuya recepción ni estaba prevista ni pudo ser atendida consecuencemente. Así creció el cordón de ranchos que constituye un desagradable y preocupante cuadro de marginalidad, pero más todavía, de incertidumbre en cuanto a lo social. la explosión irreverente desde el ángulo demo­ gráfico y espacial, acabó con la planificación, cuando la hubo. Pero no cabe duda de que la ausencia de planificación al nivel político compensada con la posesión de recursos para ejecutar lo proyectado y con la decisión de hacer de los esquemas de desarrollo regla a la cual se supeditara lo que había que hacer, fue y sigue siendo, el escollo mayor. Concejos municipales más abiertos en cuanto a la participa­ ción de la comunidad en su constitución, y posteriormente, a partir del 41, mucho más amplios, porque es a través del voto directo como se llega a la curul edilicia, fueron desde 1935 instrumentos en función planificadora y de regulación 223


como de administración de los servicios, incluso los de fisca­ lización del ensanche de la ciudad por obra, bien de los 'particulares, bien del Estado. Un notable arquitecto urbanista francés había sido contrata­ do durante la década del 40 para que esbozara el desarrollo

que Caracas debía de seguir los próximos años. Rotival dejó ideas y sembró algunas tesis válidas, de no haberse producido una explosión demográfica que nadie entonces calculó o simplemente previera. Lógicamente que Rotival entendió que la ciudad crecería siguiendo el eje del Guaire, hacia el Este. ¿En cuánto tiempo, y ajustada a qué medida de creci­ miento poblacional? Un factor clave, entonces como ahora, que no contó. De lo proyectado por Rotival algo se hizo. Por ejemplo, El Silencio y el llamado Centro Simón Bolívar, el inmenso centro cívico, asiento de los deparcamentos guber­ namentales, codo lo cual giraría sobre una vialidad para la época monumental, con sentido Este­Oeste y que no es otra cosa que la Avenida Bolívar, para algunos un error, pues corca a Caracas en dos mitades, una Norte y otra Sur, que no con facilidad han podido ser interconectadas, si es que acaso ya lo están. El General López Contreras, quien sucede a Gómez a raíz de la muerte del dictador en Maracay, realiza en Caracas algu­ nos proyectos, especialmente edificios para la administración pública y locales educacionales. El Presidente Medina Anga­ rita obra con decisión en medio de las limitaciones económi­ cas del país y una circunstancia de guerra mundial que abarca la totalidad de su período de gobierno hasta el golpe de estado del 18 de octubre. Su obra para Caracas es El Silencio y edificaciones escolares que aún sirven con suficiencia. Se proyecta e inician los trabajos de la Ciudad Universitaria. Caracas comienza a crecer hacia el Este. La urbanización de Ja Hacienda Ibarra, marca el primer trabajo intenso fuera de la barrera invisible que es el lindero de Candelaria hacia 224


VERO ES

En ciert« OC41SWn el llf'quitecJo Gustl:vo Wallis, a cu10 t.11rgo eituvo la remodelación de Ja Catedt".d en 1933, 1 despuéJ en 1967 nos mostró est« /otogra/la del edificio "Vet'0'1" construido en 1942, Mi la e1quina del mismo nombf'e. Obsérves«, '1 la á6'echa, que han sido iniciados los trabajos para lev'1ntar el "América" considerado come 1111 "rascacielo"en su época.

'ª

225


E

Gamboa y Quebrada Honda, es decir, hacia el Este.

* * * Después del 18 de octubre de 1945 se intensifica la urbani­ zación del Este, encre Candelaria y Chacaíto. Otra adminis­ tración, desde Petare hacia Chacaíto, permisa la urbanización de las faldas del Avila y la parte baja del valle: Las Merce­ des. Caria, se define como sector que sirve de asiento a la masa obrera que trabaja en la zona industrial del Oeste. El Valle sigue siendo lejos, aunque Los Rosales le queda relativamente próxima. El Cementerio, Prado de María, El Paraíso, San Agustín y el Conde, son el último quinquenio del 40, sectores con personalidad propia. La gente de El Paraíso comienza a pensar en el Este como lugar para cons­ truir y mudarse. Bajo la dictadura de Pérez Jiménez, a parcir de 1958, la construcción se convierte en una industria poderosa, que ocupa a mucha gente y a través de la cual europeos afectados por la guerra y sus secuelas, se vinculan estrechamente al país. Pérez Jiménez plantea un desarrollo apresurado que da cabida a Avenidas que tienen el fin de entrelazar los secto­ res y urbanizaciones que aparecen a los lados del vértice del valle, al Norte y el Sur. Hacia el Sur­Oeste hace levantar paseos dedicados a la nacionalidad y los próceres. Bajo su gestión los cerros del Sur empiezan a ser rebanados y apare­ cen Las Colinas de Bello Monee, Sama Mónica, la parce alta de Los Chaguaramos, Lomas de Las Mercedes. A partir de Monte Piedad y hacia el Oeste, se crean urbanizaciones de superbloques para alojar a la gente pobre. La tendencia a la monumentalidad de la arquitectura en tiempos de la dictadura pérezjimenista, le resta trascendencia social a la obra que se realiza entre el 5 2 y el 5 7. El venezolano probablemente 226


MERCADERES

En 14 álcada del cuarenta surgier<>n los primeroJ edificios qus iban a construirse en la ciudad despuiis del Maiutic y del Teatro Principal. Uno en la e1q11i11a d11 "Veroes" 7 otro t:n "Mere11der111". Tenlan seis pisos cada uno. 227


jamás llegará a identificarse con el estilo de lo que de ese período queda en Caracas en materia de urbanismo y edifica­

ciones en general.

Con el derrocamiento de la dictadura el 23 de enero de 1958, viene el estancamiento de la industria de la construcción por efecto de la recesión económica que crean las circunstan­ cias que hereda la democracia establecida formalmente el 13 de marzo de 1959 al subir a la Presidencia de la República Rómulo Betancourt. Sin embargo, y no sin tropiezos, conti­ núa la urbanización del Sur de Caracas. El Marqués, pegado al Avila, es también una comunidad importante que cobra forma entre el 59 y el 60. Hay un programa intenso de construcciones educacionales y asistencia médica. Comienza el desarrollo de la zona de El Valle con fines habitacionales para personas de bajos ingresos. Se habla en firme del Metro. Entre el 63 y el 69, bajo la Presidencia de Raúl Leoni, se acometen en Caracas obras de importancia o se adoptan decisiones que comprometen el destino de la ciudad. Se adopta la decisión de tumbar El Conde y darle una densidad muy alta a la tierra en el sector. Hay un programa intenso de ampliación de la vialidad interior mediante la alineación de fachadas. Se crea una empresa nueva de transporte muni­ cipal. Se inician también las obras de la ciudad­dormitorio Caricuao; se concluye La Araña, el Hospital General de los Seguros Sociales, entre otras obras de interés social. •

* * * El ejercicio democrático da entrada a la primera magistratura de la nación a Rafael Caldera, cuya determinación de ma­ yor relieve, en cuanto a Caracas, es la creación del cinturón protector, el casquillo verde que envuelve a la capital con la intención de preservarla de un crecimiento que desborde 228


Como en &aJi todas las grande! ciudades, Caracas acnsa un preocupame índice de contarninar.ión ambiental, principalmente por et monáxido de carbono exfJe· tido fJ01' mJs de 600 mil automotores qrte cúcrtlan diar.amenta por Jus calles.

lo que ya hoy es irracional, a tiempo que asegura una zona ecológica inalterable respecto a las condiciones naturales. · Con Caldera avanzan los proyectos ya iniciados por otras administraciones, se planifican y fundan ciudades satélites, se concluyen eramos de la Avenida Cota Mil ­Boyacá­, se amplia la Autopista del Este, y se ejecuta, a marcha forzada, un programa de vivienda a diferentes escalas sociales. Carlos Andrés Pérez, como Presidente de la República desde 1974, ha querido resueltamente poner orden a la depreda· ción de las zonas verdes vecinas anteriores al cinturón de protección. Además, se intensificaron, o mejor, se formali­ zaron los trabajos de construcción de dos líneas del Metro: Caria­Petare y La Hoyada­Caricuao. Desde el 5 8 a esca fecha, la población de Caracas pasó de ser de un millón a contar casi eres. Mucha de esta gente forma 229


el área marginal o la gente que vive en lugares inadecuados, sin . comodidades, con menguadas facilidades. La intención de provocar la reforma de los barrios, entendiendo que mu­ chos de éstos son sectores cuya población definitivamente se asentó allí, no logró todavía los resultados que la propia colectividad promovida aguardaba. La masificación desmedi­ da y la falca de controles al crecimiento demográfico y espa­ cial, ha provocado el colapso de algunos servicios. La incon­ sistencia de las políticas de acción municipal y el relajamien­ to del ordenamiento en materia de desarrollo urbano ha pro­ vocado desastres cuyas consecuencias secundarias sólo el tiem­ po podrá decirlo.

40 años parecen tiempo suficiente como para que de una evolución apreciable sólo de decenio en decenio, llegáramos a un tiempo en el que ocurren cambios con una brusquedad cal que Jos propios testigos tenemos que asombrarnos de lo que puede suceder de un <lía al otro. Pero también luce como el lapso suficiente como para que la madurez y la conciencia de todos los actores de la vida de la ciudad, determinen un crecimiento más racional y una ciudad que ofrezca armonía a todos.

230


La

ciudad monumental -al fondo- contrasta con los 'ftmchos que Je aP,,ecian en prime« té-rmino de esta fotogra/ia de Rafael Mármol.

231


FACHADA DEL CONVENTO DE LAS CONCEPCIONES

Fachada norte del Convento de Las t'rfonja1.

En "Glorias al Ilustre Americano", edición especial dedicada por sus amigos y copartidarios, al "Regenerador y Pacificador de Venezuela", Imprenta "El Demócrata", de Eliodoro López, 1875 ­­encuadernado en cuero púrpura con orla dorada­, se hallan las primeras fotografías <le áreas públicas, tomadas por F. Lessmann. La obra en manos del anticuario Domingo A. Ricci, contiene verdaderas "joyas" fotográficas, además de las que no podían faltar para el "Autócrata Civilizador". Es de allí de donde vamos a tomar, para ofrecer a los lectores la imagen poco conocida de la fachada norce del Convento de las Monjas Concepciones, incluido éste en el Decreto de Guzmán, ordenando la extin­ ción y demolición del Convento en 1874. Lessmann, primer fotógrafo en la historia de la ciudad, ruvo la suerte de haber logrado obtener la imagen antes de que la fachada del claus­ tro fuese demolida. A la izquierda sobresale, por encima de los tejados, la cúpula de la capilla de la Trinidad, cuya restau­ ración fue iniciada hace algunos años por iniciativa del histo­ riador y gran caraqueño Mauro Páez Fumar. 232

Reproducción del artista Luis Alaarez de Lugo.


Guzmán en m lecho de muerte en París, ir1lio de 1899. Tenia 7 2 atios. De una copia obtenida po,. Miguel d« Mil{uel, colección para el "Rescate del Acervo Venezolano", expnest« en la Galerla de Arte Nacional.

233


L.0.0.D.

Nuestro primer encuentro con la Arit­ mética de M. G. Bruf\o fue en cuarto grado, allá por el año 32. Las manos bondadosas de nuestro padre Guillermo Schael nos ayudaron a la tarea de

cubrir la portada con un forro especial de hule para evitar su deterioro a causa del trasmano. Percibimos de cerca, quizá~ por primera vez en aquella oca­ sión, ese vaho de papel de imprenta, M. c. enuRo de tinta y de los libros en cuyas páginas ­se nos había enseñado­ están las fuentes del saber. Don Roberto daba clases de Historia, de Cívica y de Geografía Univer­ sal y veíamos la Gramática FTD con la de Andrés Bello. ¿Quién era Bruño? Simplemente el pseudónimo del Hermano Miguel, de la Congregación de los Hermanos Cristianos de La Salle, emparentado con la familia Febres Cordero de Mérida y quien había dedicado su vida a la docencia en Ecuador. Su nombre mundano era el de Luis Eduardo, nativo de Ambato. El escritor Pascual Venegas lo describe como "pionero de la educación modernamenteconcebida. Autor de numerosos textos de ense­ ñanza, sus libros aún se leen, se utilizan, prestan útil función en el campo educativo, a casi sesenta años de la muerte de su autor. ¿Quién que vivió la educación venezolana hasta hace mucho menos de medio siglo no conoció los textos de G. M. Bruño? Ese, era el seudónimo del hermano Miguel". 234


Al fin de cada ecuacron ponía estas iniciales: L.Q.Q,D., o sea, "Lo Oue Queríamos Demostrar" lo cual revela, al mismo tiempo, que aun navegando dentro de las ciencias exactas, el Hermano Miguel, beatificado este año del 77 por el Pontífice Romano,

dejaba siempre una oportunidad para la rectificación, al aplicar una expresión gramatical condicionada y no impositiva. Cuando en las aulas del San Pablo, don Raymundo Martínez Centeno formulaba los teoremas aritméticos de Bruño y hací~ complicadas operaciones en el pizarrón, explicaba los procedi­ mientes, y al concluir, tomaba la tiza y escribía al margen derecho: LO.O.O. Como quiera que en el presente ensayo hemos reseñado una tesis basados únicamente en la sospecha de que las cosas en el orden administrativo durante el primer medio siglo de vida en Caracas ocurrieron así, nos pareció de oportunidad por su since­ ridad y simpleza el símbolo tan acertadamente empleado por el Hermano Miguel o M. G. Bruño en sus textos de matemática: L.0.0.D. o "Lo Oue Queríamos Demostrar", dejando al lector en libertad de reflexionar acerca de la "ecuación" histórioa expuesta. Dic. 1977.

G. J. S.

235


"Bibliografía Comentada de la Era de Cipriaoo Castro" ­ Wüliam Sullwan "El Cabiro" ­ Pro Gil

"Revolución de Cipriano Castro" ­ Nemecio Parada "Pablo Acosta Orriz" ­ Alberto Silva Aloarez "Venezuela.Política y Petróleo" ­ Rómulo Betencoert "Un Joven Caraqneño" ­ T.R. Ybsrr« "Memorias de un Viajero" ­ Angel C. Pineda "La Caída del Liberalismo Amarillo" ­ Ramón ]. Velssqeez "El Brujo de la Muiera" ­ Ramón DIWid León "En la casa del Pez que Escupe .Agua" ­ Francisco Herrera Luque "Suma de Venezuela" ­ Mariano Picón Sala1 "Orígenes del Presidente Gómez" ­ Luis E.Juardo Pacbeco "Juan Vicente Gómez en Maracay" ­ Celimira de Olivare; "El Hombre de la Levita Gris" ­ Enrique Bernardo Núfiez "Los Días de· Cipriano Castro" ­ Mariano Picón Sal.aJ "De la Rotunda a la Calle Larga" ­ Viceme [barra "El Mensaje de Petrolía" ­ Rafael Maria Rosales "Odisea de Un Telegrafista Venezolano" ­ Nemecio Parada "El Cachorro Juan Vicente Gómez" ­ Rafael Gallegos Ortiz "Gómez, Tirano de Jos Andes" ­ T. Roarke "Gómez el Rehabilitador" ­ Pablo Emilio Fernández "Facetas de la Dictadura" ­ Julio Coma/vi "Vida Caraqueña" ­ Eduardo MKhelena "Esbozo Psiquiátrico Social del General Juan Vicente Gómez" ­ Alberto Ramirez "Górnez y las Fuerzas Vivas" ­ Luis Cordero Velásquez "Juan Vicente Gómez" ­ ]01é Pareja y Paz Soldán "Política y Economía de Venezuela" ­ Manuel Pérez Vita, Wüliam S11l/.ivan, ]01é Antonio A'fayobre y otros. "Venezuela y su Gobernante" ­ Nemecio GMci.a Naranjo "El Otoño del Patriarca" ­ Gabriel Garc1.a Márquez "Filosofía Política del Gomecismo" ­Estudio del pensamiento de Laureano Vallenilla Lanz ­ Arturo Sosa A. "Gómez, el Amo del Poder" ­ Domingo Alberto Rangel "Alla en Caracas" ­ Laurea:no V alleniJla Lenz "Historia de un Revólver" ­ ]01é Izquierdo "Boletín del Archivo de Míraflores" "Historia de Venezuela" ­ Guillermo Morón "Cesarismo Democrático" ­ Lat'retm-0 V allenilla Lanz "Historia Petrolera Venezolana" ­ Aníbal R. Martínez "Páginas para ­la Historia Militar de Venezuela" ­ E. Lápez Contrerss. "Perspectiva Histórica de Venezuela" ­ Tomás Polonco "Pensiones y Hoteles de Caracas" ­ Franklin Ramirez "El Ambiente de Caracas" ­ Nelson Geigel Lope Bello "Caracas Física y Espiritual" ­ Aq11ile1 Nazoa 236


INDICE Pág. Palabras al margen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Acerca del autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Comienzos de la Restauradora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cañoneo de La Guayra (9 dic. 1902) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Castro enfermo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El San Carlos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La ciudad del año 20 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . los guantes del General . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Descripción del Hotel "Philadelphia" y del "Cataluña" . . . . . . . . Baños de mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Amortización de seis millones de libras de Ja deuda externa . . . . La Rotunda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Historia de un revólver (Dr. ]01é Izquierdo) . . . . . . . . . . . . . . . · Prisión de Román Delgado Chalbaud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El año 13 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las fotografías del señor Helmut Neumann . . . . . . . . . . . . . . . . Los cursos de 1920 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Principal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pensiones y Hoteles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gran Hotel "Caracas'" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hotel "Majestic" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El "Mirarnar" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Casa de Correos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Algunos Abogados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

5 7

11 13 27

29 31 34 35 47 53 59 63 67 78 89 90 92 108 128 130 135 139 149 156 15 7 237


Curioso relato de Angel Pinedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Memorialistas . . . . . .. ...... ... .. . . . . . . . . .. . . .. . . . . . . . .

161

Los hijos de María Teresa González . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Ferrocarril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Automotores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otras fotos de la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los baños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Antiguo Ministerio de la Guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Eran los caminos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Relación de un viaje en automóvil (1930) . . . . . . . . . . . . . . . . El precio de la tierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La ciudad de un piso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los cambios del petróleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ¿Una esperanza de liberación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Datos relativos al proceso de la industria petrolera 1917­1940 . . . Escasa participación de Venezuela en su riqueza petrolera . . . . . . Calles importantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La nueva ciudad. Su crecimiento. El Silencio . . . . . . . . . . . . . . . Fachada del Convento de las Concepciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . L. Q. Q. D. (Lo Que Queríamos Demostrar) ·. . . . . . . . . . . . . . .

166

238

163 168 169 171 177 179 192 193 200 203 205 206 209 2 ll 213 220 232 234


Se terminó de imprimir este libro el día 6 del mes de diciembre de 1977, en los Talleres de Gráficas Armirano, C. A., sitos en la 4" Transv. de Ja Avenida Principal de Boleíta, Edificio Centro Industrial, Jer. piso. T e l é f o n o s : 34.25.65 al 68.

Caracas

­

Venezuela



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.