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Centro de ex combatientes
Luján: “El veterano siente que está más reconocido” El presidente de la entidad que los agrupa en nuestra ciudad r econoció que “nos costó mucho presentarnos en la sociedad otr a vez”.
plia difusión, como se dijo, de la guerra de Malvinas y la actualidad del ex combatiente, brindando charlas en las escuelas del distrito y de la zona, llegando a brindar disertaciones en las tres unidades penitenciarias con asiento en Junín.
arlos Alberto Luján, presidente del Centro de Veteranos de Guerra “Islas Malvinas” de nuestra ciudad, en diálogo con LA VERDAD , al hablar sobre la actualidad de la entidad, señaló que se está trabajando intensamente en la difusión de la causa Malvinas y en estos días ya se recibió la segunda reimpresión del libro “Presente” que contiene las vivencias del conflicto bélico, la etapa de posguerra y la actualidad, que en el año pasado fue editado por la Universidad Nacional del Noroeste (UNNOBA). Precisamente la casa de altos estudios integrará una red universitaria que posibilitará un intercambio de libros entre las universidades nacionales con lo cual la difusión de “Presente” tendrá un alcance a nivel país. También estará en la tradicional Feria del Libro que cada año se efectúa en Palermo y se integrará con la presencia de otra feria a nivel internacional que este año se efectúa en Alemania. Paralelamente se sigue en la tarea de am-
La actualidad
Malvinizar
“Gracias a Dios el veterano de guerra ahora, está reconocido, luego de haber pasado años de olvido y de marginalidad”, afirmó Luján al hablar sobre el presente del veterano de guerra aunque no olvida que “nos costó mucho presentarnos en la sociedad otra vez. Yo me acuerdo que tanto acá como en todo el país, el ex combatiente que iba a buscar trabajo, no lo conseguía o debía mentir porque se le hacía muy difícil insertarse en el ámbito laboral. A mi también, por ejemplo, me costó muchísimo. Cuando empecé a trabajar en una empresa química de nuestra ciudad, nunca dije que era veterano de guerra. Estuve trabajando ocho años con un compañero, siempre en el mismo horario, y cuando se inaugura el primer centro de veteranos en calle Primera Junta, voy y allí me encuentro con ese compañero de trabajo”. “Ahora todo eso ha cambiado. El veterano siente que está más reconocido”, enfatizó Luján durante el diálogo mantenido con este diario. La sede del Centro de Veteranos de Guerra en
“Nuestro objetivo siempre es “Malvinizar”, que se conozca la causa Malvinas. Estamos abiertos a todos: clubes, sociedades de fomento, escuelas, entidades, público en general. Donde nos invitan, vamos y brindamos charlas y hablamos sobre todo lo que nos pasó en Malvinas durante y después del conflicto”, comentó. El presidente del Centro acompañó la reinvindicación de las islas por parte del gobierno nacional pero dejó en claro que “los veteranos de guerra siempre decimos que debe hacerse por medio del diálogo. Ya todos sabemos lo que es la guerra, las secuelas que deja tanto para uno como otro bando. Mientras sea por el diálogo y la diplomacia, siempre lo vamos a apoyar”, destacó. Luján también remarcó que “nos sentimos acompañados por el gobierno local actual, cosa que antes no pasaba. Tal vez se mezclaba la dic-
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nuestra ciudad se encuentra sobre calle Rivadavia 274, en un local de la estación terminal de ómnibus. El horario de atención es de 8 a 12 de lunes a viernes.
tadura militar con Malvinas, cuando nosotros nada teníamos que ver. Ahora todo eso quedó en claro”. Puntualizó y destacó el apoyo de las familias que cada uno recibe en el seno de su hogar como también el respaldo de dos profesionales psicólogas del PAMI: Paola Tonellotto y Yamila Avagnina que brindan y acompañan el respaldo y contención, inclusive quedó plasmado en el mencionado libro “Presente” que cobró un fuerte impulso a partir del contacto con el rector de la Universidad Nacional del Noroeste, Guillermo Tamarit. “El Centro de veteranos y sus integrantes estamos abiertos a toda la comunidad. Siempre estamos presentes donde nos convoquen”, remarcó.
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Libro testimonial
“Presente”: Las vivencias del conflicto, la dura etapa de la posguerra y la actualidad Un impulso editorial de la UNNOBA concretado con el aporte del Centr o de Veteranos “Islas Malvinas”, profesionales del PAMI e integrantes de la casa de altos estudios. l jueves 14 de junio de 2012, año en que se conmemoraban las tres décadas del conflicto del Atlántico Sur, los ex combatientes de Malvinas presentaron en la Universidad Nacional del Noroeste (UNNOBA) –ante una gran cantidad de público que colmó las instalaciones del amplio salón de la planta baja del edificio de Rivadavia y Jorge Newbery donde se desarrolló el acto- el libro “Presente” que contiene las vivencias del conflicto bélico, la etapa de posguerra y la actualidad. “Presente” consiste en una compilación de relatos, vivencias y anécdotas de los veteranos de guerra juninenses. El libro tiene también una selección de fotos sobre el conflicto bélico y muestra básicamente cómo vivieron los ex combatientes el conflicto, cómo transitaron la posguerra y cómo conviven hoy con el recuerdo. La producción y edición de este libro llevó dos años y contó con la colaboración de las licenciadas Paola Tonellotto y Yamila Avagnina, Pablo Petraglia (secretario general de la UNNOBA), Guillermo Tamarit (rector), los profesores Mercedes
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Filpe, Silvio Somma, Florencia Antonini, Victoria Campofiloni, Martín Velazco y Diego Villalba. También Melina Zulaica, Gabriela Acevedo, Gustavo Portiglia y Nicolás Acuña. Los oradores del acto fueron el presidente del Centro de Veteranos de Guera “Islas Malvinas”, Carlos Luján; el rector de la UNNOBA, doctor Guillermo Tamarit y la subgerente del área Veteranos de Guerra del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI) doctora Gabriela Acevedo. También lo hicieron las profesionales psicólogas del servicio social del PAMI, licenciadas Paola Tonellotto y Yamila Avagnina quienes explicaron las motivaciones de este proyecto que arrancó en 2008 cuando fueron convocadas por el organismo para trabajar con los veteranos del conflicto de 1982. Del acto también participaron autoridades universitarias, municipales, militares, invitados, familiares de ex combatientes y público en general.
Mensajes Al hacer uso de la palabra, el presidente del Centro de Veteranos de Guerra, Carlos Luján, pidió un minuto de silencio en homenaje a los 649 soldados caídos en el conflicto, recordándose entre ellos a los juninenses Alfredo Jurio, Miguel Angel Soriano, Daniel Seitún que estaban embarcados en el cruce “General Belgrano” y el soldado Ricardo Gurrieri del Ejército Argentino cuyos restos se encuentran sepultados en el cementerio de la capital malvinense.
Luego de ello, Luján destacó el acompañamiento de las profesionales del PAMI que trabajaron junto a los ex combatientes para que se haga realidad este libro, como así también la tarea del profesor Diego Villalba en la realización de un video homenaje –que fue proyectado en el acto- como así también de las autoridades, docentes y estudiantes de la UNNOBA en la carrera Diseño Gráfico. Por su parte, Gabriela Acevedo señaló en alusión a los ex combatientes que “este desafío de construir un puente entre aquellos que se fueron y los que volvieron de Malvinas, se plasma en el año 2004 con la presidencia de Néstor Kirchner y lo continúa nuestra actual presidenta. Ese desafío permite un proyecto de salud integral, con una construcción participativa y comunitaria, teniendo como punto de encuentro la Universidad. Contamos con el aporte de profesionales absolutamente comprometidas con este causa, junto a la Universidad y una obra social trabajando en conjunto para plasmar este libro”. Concluyó su mensaje expresando: “Desde el Instituto, que viene trabajando fuertemente en su programa de atención al veterano de guerra, buscamos una Argentina con Malvinas integrada”. A su turno, el rector de la UNNOBA, Guillermo Tamarit señaló que “tanto esta universidad como todas las instituciones del país han empezado muy tarde con el reconocimiento de nuestros veteranos” considerando que “pertenezco a la generación de Malvinas y creo que eso tiene que ver
Portada del libro “Presente” . con la medida en que vamos tomando posiciones de responsabilidad institucional, estos temas que han estado celosamente guardados, comienzan a aparecer”. “Si hoy tenemos una democracia –agregó- es por que el detonante fueron los hijos del pueblo que estuvieron en la guerra. Hay que plantear un gracias con mayúsculas a todos ellos, como aquí hacemos, particularmente a quienes no pudieron volver”. También expresó que “aquí se trata del enorme coraje que mostraron no solo en el conflicto, sino el enorme coraje cívico que los trajo hasta acá: legarnos ese pasado para hacerlo presente y fundamentalmente para transmitírselo a los que vienen”, concluyó.
Recordamos este triste aniversario en homenaje al coraje y la entrega de los soldados que pelearon para que las Malvinas vuelvan a ser argentinas, y para que nunca más un gobierno de facto embarque a la nación en una guerra. Hoy, 31 años después, bregamos pacíficamente para que de una vez por todas las Islas Malvinas vuelvan a ser de todos los argentinos.
DIPUTADO PROVINCIAL FAP
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Cómo nació “Presente” el libro de relatos de los veteranos de guerra juninenses ueridos veteranos, por fin nuestro libro”, fueron las palabras iniciales del presidente del Centro de Veteranos de Guerra “Islas Malvinas” de nuestra ciudad, Carlos Luján, en la presentación de “Presente” durante el acto efectuado en la Universidad Nacional del Noroeste el jueves 14 de junio de 2012. Y Luján continuó diciendo, al recordar cómo comenzó la iniciativa: “Tanto trabajo, tantos años. Un proyecto que nacía en el año 2008 cuando por intermedio del PAMI conocimos a estas dos personas maravillosas, profesionales, dispuestas a trabajar en el área de salud junto a nosotros. Una tarea que no le fue nada fácil integrarse al grupo de veteranos pero nos ayudaron mucho, a organizarnos y trabajar como grupo”. “Así –agregó- en el año 2010 comenzamos a realizar entrevistas grabadas. Cada veterano relataba su historia de Malvinas, sus vivencias y allí nació el proyecto de crear un archivo histórico para la ciudad de Junín. Fueron muchos días de trabajo, de idas y vueltas y ellas siempre emocionadas con los relatos cuando leían nuestras historias. Ellas supieron sacarnos algo que cada veterano de guerra guarda muy adentro: todo lo vivido, nuestras historias, vivencias que nuestras familias aún no la conocen y se van a enterar por intermedio de este libro”.
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“Seguimos trabajando, relatando, desgrabando, haciendo correcciones. Gracias a la señora Analía Medina que trabajó intensamente junto con estas dos chicas. Después le sumamos fotos, cartas nuestras, telegramas, muchos documentos para adjuntarlo a este humilde archivo histórico. Ellas dieron el puntapié inicial a este proyecto, trabajaron incansablemente”, resaltó Luján. Sostuvo que “nos dieron su apoyo profesional pero también comparten nuestros momentos difíciles, nuestras tristezas, nuestras alegrías y las ganas de seguir trabajando por la gesta de Malvinas. Paola Tonellotto y Yamila Avagnina Ferrero, en nombre de todos los veteranos, muchas gracias”, remarcó. Y siguió comentando: “Teníamos todo terminado para nuestro archivo. Y a través del veterano de guerra Tomás Szumilo, nos contactamos con el rector de la Universidad, Guillermo Tamarit y el secretario general, Pablo Petraglia y allí surgió la idea de plasmar todo en un libro. El señor rector de esta Casa, nos abrió las puertas de esta Universidad, a todos los veteranos de guerra y siempre vamos a estar muy agradecidos”. Más adelante referenció Luján: “También nos contactó con la carrera de diseño gráfico donde conocimos a un grupo de docentes fabulosos que se comprometieron a trabajar junto a sus alumnos en nuestro gran proyecto”.
Autoridades en el acto realizado en la UNNOBA durante la presentación del libr “Presente” en junio de 2012. También indicó: “Ya teníamos todo pero se nos ocurrió hacer un video con las imágenes de nuestros veteranos y le propuse a un profesor del Centro de Formación Profesional 401 para que nos ayudara a hacerlo y se puso a total disposición. Le robamos todo el tiempo libro que tenía como docente y comenzó a filmarnos uno a uno, después editaba, corregía, elegía. Queremos darle muchas gracias a Diego Villalba que nos ayudó muchísimo”. También tuvo palabras de elogio para los alumnos de diseño gráfico de la UNNOBA a quienes agradeció por la labor realizada en el trabajo editorial.
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Testimonios En el transcurso de las páginas de esta edición especial transcribimos algunos de los relatos testimoniales de veteranos de guerra de Malvinas de nuestra ciudad que fueron publicados en ediciones de LA VERDAD durante el año pasado.
Malvinas por siempr e Argentinas!!!
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Testimonios de la guerra
Adolfo Imizcoz: “Estábamos preparados casi hasta para morir” dolfo David Imizcoz (clase 1962) prestó servicio en la Armada, embarcado en el destructor “Hércules”. “Yo era suboficial y el barco donde estaba junto con el “Santísima Trinidad” –rememora-, fue uno de los dos que transportaba a los buzos tácticos que tomaron las islas el 2 de abril. El 1 de abril, a las 10 de la noche estaba frente a Malvinas, a doscientos metros. Los que tomaron la isla bajaron a las 10 u 11 de la noche, rodearon la casa de gobierno y se armó un tiroteo, donde murió el capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giachino”. Recuerda Imizcoz que “todo comenzó el 27 o 28 de febrero en Mar del Plata. Estaba en un barco inglés que tenía la misma tecnología que toda la flota que después fue a Malvinas; el barco donde estaba yo era gemelo con la Sheffeld (barco que finalmente hundió la armada). El objetivo del operativo era saber el alcance que tenían los radares, sonares, misiles, antimisiles, etc”. “Tras la licencia –sigue contando el ex combatiente- nos reincorporamos los primeros días de marzo y cargamos los barcos de alimentos, armas y combustible y el 29 ó 30 de marzo salimos a navegar. Habían pasado 24 horas de navegación, en el medio del mar nos llama el comandante Molina Pico a toda la dotación a formación general en una pista de helicópteros. Para las máquinas y nos avisan: “Señores, esto es un hecho histórico, se los decimos en el medio del mar para que no haya escape de información en el territorio: Vamos a tomar las Islas Malvinas” Nos quedamos sin palabras. Y agregó:“Todos los buzos tácticos que llevamos embarcados serán los de avanzada, que van a tomar la isla, se tratará
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de no derramar sangre”. “En ese momento –reconoce- me sentí eufórico. No sabíamos con qué nos encontraríamos, pero estábamos preparados. Creo que estábamos preparados casi hasta para morir”.
Prepar ado para morir Imizcoz comenta que procedí “de una escuela militar desde los dieciséis años. Te lavan la cabeza en la marina. Del 79 al ´81 estuve en la ESMA, si veía uno con pelo largo era un extremista, un estudiante de filosofía, un dirigente sindical, un político era un zurdo. Desde esa óptica también te preparaban para arrastrarte con los codos, aprender a usar todo tipo de armas, lucha cuerpo a cuerpo, supervivencia y natación. Es otra mentalidad la de un soldado, estábamos preparados; eso creíamos”. Pero sostiene: “Cuando empezó a llegar la flota inglesa, los gurkas, caímos en la realidad y empezamos a sentir miedo: nos van a matar, decíamos”, expresa a renglón seguido. Ya había pasado el 2 de abril, y antes del 1 de mayo, navegábamos cerca de las costas de Sudáfrica y los vimos venir, nos dimos cuenta de lo que pasaba y sentimos miedo. Le escribí varias cartas a mi mamá diciendo que estaba todo bien, y en una carta que le envié a una tía, que era como mi mamá le puse “estamos hasta las manos”. A mi tía le dije la verdad y que la quería mucho, que le mandara saludos a mi vieja. Estaba preparado para morir. Hice clic y no me importaba nada: ya me había despedido y estaba con el salvavidas puesto en un barco. Estás muy limitado: en la tierra te tiran algo y disparas; en un barco, si se cae, nos caemos todos. Vivo gratis ahora,
después de todo eso”.
El dolor por los amigos del Belgr ano En su relato, Imizcoz también rescata de la memoria el hundimiento del crucero “General Belgrano”. Y dice: “No había comunicación como ahora; el crucero estaba lejos de nosotros (en la zona de exclusión). Creíamos que los que estaban en el crucero tenían suerte porque era como un acorazado, tenía paredes de 60 centímetros “Si voy al crucero estoy salvado”, pensábamos. Nosotros ahí teníamos más que afectos, hermanos teníamos. Se salvaron creo que 600 ó 700, murieron 323. Aparecían listas y nosotros preguntábamos; estábamos muy pendientes y no aparecía ninguno, era una locura”. “Tristeza e impotencia –agrega-. También, para esa época bombardearon el “Alférez Sobral”, un barco barreminas y los mataron a casi todos, y ahí también teníamos amigos. No teníamos a nadie que nos contuviera. Era la guerra pero fue algo muy duro; yo tenía un amigo…Todavía me duele”. “Después seguimos navegando, hacíamos guardias, trabajábamos. Estábamos siempre en la línea de combate”, relató.
¿Cuándo terminó? “No se terminó –dice en forma contundente el ex marino cuando hace referencia a la parte final del conflicto bélico-. Pero en el almanaque es medio extraño; no me acuerdo porqué quisieron tapar todo llevándonos a Ushuaia. El 14 de julio llegamos al puerto y nos dieron una especie de licencia”.
Miguel Martínez, protagonista de una historia heroica y de desafíos iguel A. Martínez en el momento del conflicto estaba cumpliendo el servicio militar obligatorio en el Regimiento 7 de Infantería Mecanizada de La Plata “Coronel Conde”, con el grado de cabo y con 22 años de edad participó como muchos de los jóvenes en el denominado
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conflicto bélico del Atlántico sur. Miguel estuvo en el frente, Moody brook el lugar exacto. Formó parte de la primera línea de defensa convirtiéndose en protagonista de una historia en la cual su escenario era rudo en todas sus formas con un clima donde el sol era un privilegio, el frío y la humedad fueron convirtiéndose
en los lugares comunes, allí donde nada crece sin volverse agresivo… allí lucharon ellos. Existió fuego cruzado, hambre, frío, compañeros que ya no están, actos heroicos…transformando el miedo en valor. Las licenciadas Yamila I. F. Avagnina y Paola Tonellotto, quienes acompañan a los veteranos de guerra de nuestra ciudad a partir del
“Cuando volví –añade-, ni vine a mi casa, estaba como perdido. Llegué al puerto y nos fuimos a navegar. No querían que se supiera lo que nos había pasado: En Ushuaia nos dieron plata para que fuéramos a cabarets, que allí había mujeres. Nos llevaron a una excursión a esquiar; con turismo nos querían hacer olvidar. Creo, que hasta nos hicieron firmar algo sobre no contar nada sobre nuestras vivencias en la guerra”. “En este momento –relata- yo empecé a tener la idea de irme de la Armada. Estaba desilusionado. A la vuelta, todavía me faltaba un año para terminar el secundario; me puse a estudiar, después de todo lo que había visto, quería volcarme a la vida civil”, sostiene. Y el retiro de la Marina llegó en 1984. “El día que renuncié tuve una mezcla de sensaciones –cuenta- No hubo alivio, porque a mi me gustaba navegar, me gusta el mar. Todos los años me voy de vacaciones al mar, porque me gusta tocarlo, necesito tocarlo. Yo tenía como una comunión con él, pasé muchas horas mirándolo antes y durante la guerra. Era como un confesionario. Pensaba mucho en mis amigos del Belgrano, en dónde podían estar. Hay un círculo que no se cerró. Tenía, también, ganas de hacer otra cosa”. “Hoy no siento que todavía estoy en guerra; pero a veces creo que exploto, por eso hago karate tres veces por semana, ahí descargo todo. Es que quedamos marcados; alguien nos puede ver en un asado todos juntos y decir "estos tipos están bien". No estamos bien, estamos controlados. Por suerte tuve muy buenas contención de mi familia. Mis hijos me han hecho muy bien. Está bueno contar esto, es una descarga”, se sincera Adolfo en la parte final de su relato. compromiso asumido por el PAMI con quienes combatieron hace treinta años, reconstruyeron la participación de Miguel Martínez en el conflicto y así destacan que de esa guerra también participó “un joven que apenas habían dejado la infancia con una responsabilidad sobre sus hombros para ser defendida sin miramientos del como… con su vida…recién comenzada. Pero aun así Miguel afirma que si hubiera revancha él volvería…”. Hoy Miguel dejó de ser el joven que era entonces, abrió caminos se confrontó con enormes dificultades pero esta vez no está solo, ni desprotegido, su familia lo respalda, su esposa y sus hijos orgullosos de este hombre que más allá de la adversidad sigue luchando…. Será que los héroes los son por siempre.
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Hauw: “La falta de coordinación nos jugó en contra” l juninense Carlos Hauw hizo el Servicio Militar Obligatorio en la Marina y al momento del conflicto hacía un año que estaba enrolado. En Río Santiago, junto a otras veinte personas, realizó un curso básico de enfermero siendo destinado a la base aeronaval de Punta Indio, en la Bahía de Samborombón. “El 2 de abril –rememora- lo viví en casa porque estaba de vacaciones y tuve que volver a Punta Indio. Cuando llegué seguía la vida normal. No recibimos mucha información de lo que pasaba y nosotros tampoco preguntábamos”. El aterrizaje en Malvinas se produjo el 26 de abril y “allí nos fueron destinando, en mi caso, junto con otros tres, fuimos al hospital de Malvinas. No sabía el nombre del lugar donde estaba, son cosas que estoy averiguando ahora; en su momento ni me preocupé en preguntar cómo se llamaba. Me quede con la gente del BIM 5 (Batallón de Infantería de Marina número 5), como ellos habían llegado el 8, ya tenían pozo y solo tuvimos que armar la carpa”.
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Un día en Malvinas La vida de Hauw y otros soldados transcurría en un pozo donde “tenía que andar medio agachado, porque de profundidad me llegaba a los hombros. Las dimensiones eran de un metro ochenta por uno veinte, más o menos. Éramos dos soldados y había un cabo que estaba a
cargo. Durante el día nos juntábamos con otros 7 ú 8 más”. “Cerca de las cinco -agregó- anochecía y comenzaban las guardias de dos horas. De día teníamos que andar cubriéndonos. Bajábamos de la colina en donde estábamos, hacia un galpón donde estaba la comida. A la mañana era el desayuno: mate cocido o chocolate caliente, que transportábamos en ollas térmicas. A veces, si tenías tiempo, con lo que podías te afeitabas”. Tras la rendición, rememora: “Me acuerdo de pasar por el aeropuerto y ver los refugios llenos de comida que no nos había llegado. Y eso que en mi caso, tuve un plato de comida todos los días, pero también reconozco que con esta alimentación uno podía aguantar a lo sumo quince días”.
El regreso Un duro recuerdo sigue fresco en su mente: “Un día antes de volver, tuvimos que enterrar a cuatros compañeros. Nos vinieron a buscar los ingleses y fuimos a la montaña. A medida que encontrábamos los cuerpos los enterrábamos. Lamenté no saber sus nombres”. Hauw y otros soldados retornaron al continente en el Irizar. Ushuaia, Río Grande, Ezeiza, el edificio Libertad, Punta Indio y luego Junín fue el periplo de su regreso: “Llegué solo, de noche, en mi casa no tenían teléfono así que no sabían
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nada. Mi mamá había recibido un telegrama que decía que estaba bien, pero hacía 10 días, así que me había estado buscando por todos lados”, rememoró. Tras la vuelta, llegó el duro hecho de reinsertarse, de tejer una vida y entretanto convivir con el duro saldo que deja una guerra. Comenzó a trabajar en YPF y a cursar el profesorado de Ciencias Económicas y luego la carrera de Analista de Sistemas. Cuando empecé a estudiar me relacioné bien con la gente, pero no hablaba de lo mío”. “Con el tiempo –agregó- pude hablar más, aparte acá ya te veían en el desfile. Es más, mi esposa, se enteró al verme en un desfile. Nos conocimos en 2004, y había hablado durante meses del trabajo y otras cuestiones pero de la guerra no. Después le conté y ella me comentó que se había carteado con un combatiente, estaba en tema. Y yo siempre había pensado que nunca me iba a poder relacionar con una persona que no estuviera involucrada”. En 2004 ingresó a Región Sanitaria y fue efectivizado en 2009. Siguió contando de lo traumático de aquellos días después de la guerra: “En el año ´90, estaba en YPF y un compañero me dijo, si yo hubiera estado en tu situación me colgaría un cartel que dijera “Yo estuve en Malvinas”. Y yo nada que ver. Trataba de no decir nada, me daba como una especie de vergüenza. No quería quedar
Carlos Haw en tiempos de Malvinas .
rotulado, que me discriminaran por haber estado en una guerra. Ahora es diferente, porque estamos en grupo y hablamos entre nosotros”. “Hoy tengo –agregó- una familia, con un bebé de trece meses, Andrés. El 2 de abril vino conmigo a desfilar y lo llevé con orgullo; no quiero exigirle ni presionarlo, que el pregunte cuando quiera.. La guerra me marcó mucho, por un lado creo que maduré pero también me hizo angustiar más de lo que quería. Estar allá fue…horrible. Queríamos que terminara esa pesadilla. Esa es la palabra que define realmente lo que pasé: pesadilla”.
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Un sobreviviente de la guerra relata cómo fue hundido el crucero “General Belgrano” Pedro Jorge Acosta estaba embar cado en el crucero cumpliendo el servicio militar obligatorio. Qué pasaba en las horas pr evias y el duro trance soportado antes del rescate. La vuelta a la Patria.
vegando cerca de la isla de los Estados, al tercer día movimos y nos atacaron”. “Atacan al crucero –explicó- porque era el que tenia gran cantidad de bocas de fuego, era un barco que “caminaba” muy bien con el ataque aéreo, el crucero estuvo en Pearl Harbor…lo usaban precisamente por eso… Tenía un ataque de 20 kilómetros de distancia. De ahí que fue un blanco para la flota enemiga”.
edro Jorge Acosta, pergaminense de origen y juninense por adopción, cumplió el servicio militar obligatorio en la base naval Puerto Belgrano, teniendo como destino el crucero “General Belgrano” donde cumplió la función de bombero y control de averías, sobreviviente del hundido barco cuando tenía 18 años. “La noche anterior al ataque –contó Pedro-, no sé si el capitán tuvo la sensación de que nos iban a bajar, pero esa noche, durante un zafarrancho de combate nos hicieron subir a cubierta con un bolsito, el que usábamos para salir de franco y nos hicieron poner frutas, pertenencias y documentación, nada cortante y que cada cual ocupe su puesto de combate. Estuvimos en cubierta desde las doce del primero hasta las dos de la mañana y al día siguiente, a las cuatro de la tar de nos bajaron. Ese rato durante el zafarrancho fue un poco raro, nunca había sucedido así una sensación distinta. Habíamos estado na-
“Cuando nos hundieron –narró- yo cumplía funciones de bombero, después del ataque no tuvimos más de treinta minutos para rescatar gente. Venía durmiendo, me sacó de la cama limpito, es como si hubiera sacado al barco del agua y hubiese caído nuevamente, quedo escorado. Me desperté en el piso salimos para arriba el barco estaba inclinado para uno de los lados. Los que teníamos funciones de bombero tratamos de sacar la mayor cantidad de heridos que pudimos, había muchos quemados, la zona de máquinas fue la más afectada. La mayoría de la tripulación estaba en pánico total”. Señaló que “el rescate se dificultó ya que a las cuatro de la tarde en el mar ya es casi de noche y había una gran tormenta con olas altísimas que hizo muy complicado que nos pudiéramos alejar con las balsas del barco”. “Cuando salté a la balsa atrás mío –siguió contando- salta un muchacho y cae al agua, me doy vuelta para
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aproximadamente cuarenta horas después del hundimiento un avión de reconocimiento nos diviso y nos rescato el Destructor ARA Piedra Buena, que durante el conflicto escolto al crucero conjuntamente con el ARA Bouchard”, rememoró.
30 años después
La agresión
agarrar el remo y lo levanto era como agarrar una barra de hielo. Y lo subí, siempre estuve en contacto él, estuvo muy agradecido por esto. Su nombre era Claudio Bossana lo internaron y murió muy joven: Claudio era de Rafaela”. “Fuimos uno de los últimos en ser rescatados
En su reinserción tras la guerra, Acosta comenzó a trabajar en la ex ENTEL donde fue convocado por su condición de ex combatiente. Actualmente, Pedro vive en Junín junto a su familia. Sobre su esposa, dice: “Ha sido muy buena compañera para mí y para mis hijos. Es una buena compañera y la admiro porque nosotros estamos abocados a muchas cosas y ella siempre ha sido la que me sostuvo, soy muy fiel a esto Creo ser un papá protector mis hijos María Vanesa, Cintia Daniela, Jorge Sebastián, Lucía Belén, Agustina Soledad, Catalina y Josefina”. “Mi familia –reflexiona- me contiene mucho pero sigo y seguiré siempre pendiente una sola cosa, Malvinas. En la lucha por la memoria y el reconocimiento, por dejarle a mis hijos la tierra por la que peleamos un país que sea verdaderamente argentino que nuestras islas sean nuestras que formen parte de nuestra tierra y a esa mancha de sangre que quedará por toda la vida que son nuestros soldados que no regresaron, nuestros héroes honrarlos por siempre. Viva la patria, viva las Islas Malvinas”.
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Nota testimonial
Sergio Brangeri: “Volvimos de Malvinas por la puerta de atrás” El ex combatiente de la ciudad de Nueve de Julio –que hizo el servicio militar en la Guarnición Militar Junín- vio plasmado su anhelo por volver a Islas Malvinas. Las situaciones presentadas se dieron de tal manera que convivió durante una semana en suelo malvinense ante la imponente geografía austral y el duro recuerdo de la guerra del 82.
Por Ciriaco Torres Suhette Especial para La Verdad
on días donde los argentinos una vez al año - no así para quienes lo vivieron en carne propia-, recuerdan la gesta argentina por la recuperación del terreno malvinense. Discursos elocuentes y otros rebuscados, y en la era de la comunicación, las redes sociales se minaran con millones de opiniones. En el medio, ellos, nuestros ex combatientes, donde más de un millar entregaron sus vidas por el intento del Gobierno de Facto de 1982 en limpiar su “imagen”. Otros terminaron con sus vidas en el continente y el resto de aquellos muchachos de entre 18 y 22 años aún esperan sanar esa herida del alma, que solo Dios puede cerrarla. En el mes de febrero, el ex combatiente y oriundo de La Niña, Sergio Brangeri vio plasmado su anhelo por volver a Islas Malvinas. Las situaciones presentadas se dieron de tal manera que Brangeri, se encontró convivio durante una semana en suelo malvinense ante la imponente geografía austral y el duro recuerdo de la guerra del 82. El ex combatiente de Malvinas de la ciudad de Nueve de Julio, retrotrajo aquella situación a manera de reconocimiento para quienes acudieron al conflicto bélico. Relató en un diálogo exclusivo, su reciente visita al archipiélago de Malvinas.
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LV- ¿Qué pasa en estos días en la mente un ex combatiente de Malvinas? SB- Cada abril, desde 1982 es distinto. Creo que para la mayoría de los Veteranos de Guerra, se generan varios sentimientos. Si bien todo el año cada uno tiene distintos problemas, y la sociedad ha madurado y te va preguntando sobre el tema. Hoy a 31 años nos encontramos con mayor madurez y lo asimilamos de distintas maneras. En lo personal siento el apoyo del pueblo, te lo manifiestan en un abrazo, te hace bien, y creo que mis compañeros también lo perciben. A pesar que volvimos de Malvinas por la puerta de atrás. Y eso se nos hizo muy difícil en los primeros años. LV- Noventa días antes, de la rendición de Malvinas , ¿que sucedía al momento de partir hacia el sur? SB- Jamás imaginábamos que pasase lo que paso. Si bien uno había hecho la conscripción, no teníamos una preparación para tal situación. Recuerdo que el Servicio Militar lo hice en Junín, y las practicas las realizábamos en La Pampa, en remera, un año después el frio malvinense te cortaba. No estábamos preparados. Los ingleses siempre se admiraban de nuestro coraje. Creo que nos sostuvo nuestra edad. Recuerdo que al viajar en el avión Hércules, era insoportable el frio, además la aeronave iba al ras del agua (para no ser detectada por radares) y a la misma ingresaba agua y te humedecía. Hoy no sé si lo haría.
Restos de la guerra, a 31 años, aún se pueden encontrar en suelo malvinense
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LV- En situaciones de crisis como las que enfrentar on ustedes como soldados, afloran miserias humanas. ¿Que prevaleció entre el pelotón? SB- Fue muy visible trabajar en equipo, si, sí..(Queda un silencio) o “espíritu de cuerpo”, lo llamaríamos en el Ejercito. (NdR: Brangeri vuelve a realizar un nuevo silencio con lágrimas en sus ojos, y retoma el dialogo). El sonido del proyectil enemigo te enseña a cuidar al otro, a administrar la ración de guerra. También a ocupar nuestros lugares pero a la vez a conocer la del otro ante posible bajas. Los últimos dos días fueron fatales.
Brangeri junto a sus compañeros, año 1982.
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Malvinas por siempre nuestra causa
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LV- ¿Nos la podes r elatar? SB- El hostigamiento enemigo durante la última semana fue en aumento. Se inició con fragatas desde distintos puntos cardinales, y no podíamos contrarrestarle, dada la distancia. Salvo el único cañón que teníamos con un alcance de 20km, ello repelió el ataque ingles por algunos días, pero no pudimos prevalecer. Además teníamos solo un mecánico artillero. La tropa inglesa hostigaba de día y noche, y en los últimos días crecía la intensidad del ataque y el cuadro de mis compañeros era tétrico.
El eterno r ecuer do y emocionado homenaje a los compatriotas que quedaron en suelo malvinense.
LV- ¿Hiciste r efer encia que como combatientes de Malvinas, v olvier on por la puerta de atrás? SB- Si, la guerra nos generó muchísimos problemas de trabajo e inserción. El tema salud tendría que haber sido atendido desde un principio. Hoy nos sentimos bien, pero cargas con la “mochila Malvinas”, te mentiría si te digo que no te acordas. Y en salud se trabajó muy mal. Soy testigo de familias completas, en Capital Federal, totalmente enfermas. Tengo ex compañeros que junto a su familia han hecho trincheras en la casa. Esos chicos han sido tratados en una sala de primero de auxilio. Un veterano de guerra no puede ser atendido como a cualquier civil. Es muy difícil.Desde el Banco Provincia donde desarrollo mi labor, hay más de un centenar de ex combatientes, y hay conformada una comisión al respecto. En este sentido han venido desde Vietnam - con su experiencia - a asistirnos, por el stress que te deja la guerra. Los años pasaron y no fue bien tratado. Hay un número que es mayor a las bajas que tuvimos en Malvinas y eso es poco serio y duele… LV- En el ámbito escolar de 9 de Julio, ¿se revalorizó lo entregado por ustedes, que opinión merece? SB- No sé si fue por los 30 años, han hecho un trabajo muy bueno, encabezado por Lucrecia Salomón. Hay chicos(ex combatientes), que no quieren hablar, cuesta, quiero que nos sepan entender. Y los chicos han sabido entender nuestro silencio con mucho respeto. Ese trabajo genero mayor conocimiento y conciencia.
El ex combatiente nue vejuliense en suelo malvinense, 31 años después
LV- ¿En estos días volviste a Malvinas de una maner a que no esper abas, aunque siempre querías v olver? SB- Con la familia tomamos un crucero que anclaba en las islas, sabíamos que iban a ser pocas horas, además nos habían anticipado que todo dependía si el viento lo permitía. Fue así que con un viento de más 50 nudos, no se podía. Solo pude contemplarla a 2/3 mil metros. Y no pude bajar. Fue terrible. Nos miramos en familia y nos consolamos. Yo quería sentir el olor a turba (olor de la tierra), o estar en el cementerio un rato.Durante el recorrido en Punta Arenas (Chile), al bajar consultamos en una agencia de viaje, y me aseguraron que había vuelos y no lo dude, creo que fue una de las inversiones más grandes que hice en mi vida. El sábado 16 de febrero partí a Malvinas, desde Chile. Dios quiso que las cosas se dieran así. Permanecer una semana en el lugar que marcó un antes y un después de mi vida, en 1982.
Tres décadas después vuelve a sentir las pisadas del ex combatiente de Nueve de Julio.
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LV- ¿Cómo fue pernoctar en Malvinas? SB- Era un niño, ans ioso, con expectativas y e mo c io na do ver de s de el aire la fig u ra de las i s l a s, y no me daba cuenta que tenía toda u na sema na por de l a nt e. B a j a mos a aquel aeropuerto del 82, con una l o g í s t ica de seguridad y arma me nto difere nt e. Solo se me llamó la atención cua ndo quise tomar alguna fo t o g rafía del lugar, pero después nu nca más fui mo l e s t a do . La distanc ia ent re la Base Militar y el ho t e l son 60 kms, no me alcanzaban los ojos. El rec o r r ido fue la visita de algunas trinc he ra s, los pozos zorro s, algunas arma das con piedras aun, pude observar ma ntas y capas para l l u v ia s, vainas servidas de nu e s t ro re g i m ie nto, esquirlas, pedazos de avión, ent re otro s p e r t re c hos de guerra LV-¿Cuál fue el punto más fuerte al v ver?
ol -
SB- Tuve un guía fa nt á s t ico. Y fui solo; es lo que quería, Ver la posición que tuvimo s, en Saper Hill, do nde estábamos con nu e s t ro cañón y el ceme nt e r io, allí se te arruga el corazón. Ver más de 100 tumbas sin no m b re y cuya ley e nda es: solda do solo re c o no c ido por Dio s, es muy du ro. Además tenía un enc a rgo, re z a r en el lugar. Además ver y saber que yo también podr í a haber fo r ma do parte de esas cruc e s. Ha b r é e s t a do más de una ho ra con los míos, ge nt e nu e s t ra, esas tumbas que “hablan”. LV- ¿Crees que haber ido, cerró algo en tu vida? SB- Las he r idas de Ma l v i nas sie m p re están a b ie r t a s. Hay un cie r re. Haber ido me ha dado mucha paz, y he sido inu nda do por una alegría inex p l icable de nt ro de mí.
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Actos y homenajes
La zona rinde honores a los ex combatientes En toda la región también se rea lizarán distintas actividades con memorativas, a 31 años de la gue rra de Malvinas . n el caso de la ciudad de Lincoln, el gobierno municipal del distrito, la dirección de Educación Física y el CEF. N° 16 invitaron a la comunidad a participar del acto oficial. El mismo se realizará hoy, martes 2, a las 10.30 frente al busto que recuerda al soldado Hugo Heredia en el CIC Plaza España (Av. Maipu y Av. Menarvino). Asimismo, anoche tuvo lugar en el Patio de los Derechos Humanos de la Municipalidad la “Vigilia por Malvinas”. El acto comenzó con la proyección del documental “Nuestras Historias” del director Carlos Giordano, ex combatiente de Malvinas, docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (UNLP) y coordinador de la Cátedra Libre sobre Malvinas de la Universidad Nacional de La Plata.
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El intendente Fernández y ex combatientes linqueños
Afiche de la película que se exhibirá en Los Toldos .
Luego, se dio inicio al programa radial “Vigilia por Malvinas”, una realización de la dirección de Prensa y Comunicación Institucional del GML junto a Radio Provincia AM 1270. El mismo tendrá testimonios de ex combatientes de Lincoln y otras procedencias, de personalidades importantes de la política actual y la voz de los hijos de quienes fueron a Malvinas, junto a demás invitados. Se trata de un evento que rememora el momento histórico y contextualiza el conflicto, ahondando en los pormenores políticos y sociales de sus causas y las políticas exteriores actuales.
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Rojas En la ciudad de Rojas, con motivo de recordarse el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”, el Gobierno de Rojas invitó a la comunidad al acto conmemorativo que tendrá lugar mañana miércoles 3, a las 10 en la plazoleta Islas Malvinas, de barrio Bicentenario.
Los Toldos En la ciudad de Los Toldos, este 2 de abril a las 21, en el salón auditórium del Centro Cívico y Cultural se proyectará la película “Los Ultimos”, de Miguel Mirra, con entrada libre y gratuita.
Saavedra 77 Tel. 433923
Y Farmacia Sindical en sus tres direcciones:
Gandini 30 - 4420314
Libertad 8 - 4433716
España 122 - 4421476
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Testimonio de ex combatientes
Tomás Szumilo: “A la guerra la pongo a la par de otros golpes” omás Szumilo al momento de ser convocado al Servicio Militar Obligatorio en el año 1980 estaba cursando el primer año de Medicina y fue incorporado en el Regimiento 7 de La Plata. Por sus estudios de medicina fue convocado al área de Sanidad. Desde Río Gallegos donde arribó su unidad, fue llevado junto a sus compañeros de arma en avión hasta Malvinas. Al recordar aquellos días de la guerra, destaca Szumilo: “Estando ahí, asumimos nuestro rol, nos concientizamos; tratamos de mantener nuestro grupo cantando, recordando a nuestras familias, leyendo cartas. Recibí muchas cartas de mi familia, llegaban con mucho atraso, pero las recibía. Yo también mandé muchas; cuando podía me sentaba a escribir. Esa era otra actividad que teníamos cuando estábamos tranquilos, sin bombardeos. Cada carta que llegaba para cualquiera era una inyección de optimismo. Todas tenían el mismo contenido: “Los extrañamos”, “los queremos”, “los apoyamos”, etc. Nos levantaba mucho el ánimo. Hacías una unidad con los que estaban lejos, para una misma causa. Mirando todos estos aspectos, le encontrabas algún sentido a la situación, incluso a la muerte: Voy a morir defendiendo a mi patria. Punto”. Recuerda además que “mi mamá me mandaba cartas día por medio casi, eran las que más me cautivaban porque con ella tenía un vínculo directo ¡un Edipo total! Era el primogénito y estaba en Las Malvinas. Ella sentía orgullo, pero también un dolor tremendo, yo lo notaba en sus cartas. Y lo mismo me pasaba a mí. A todos nos agarraba bajones, pero siempre tenía a alguien al lado que te levantaba el espíritu. Recibí muchas cartas de mis primos, tíos; y también de vecinos del barrio y de chicos de la escuela donde había estudiado. Tuve muchas cartas de desconocidos. Yo contestaba todas las que podía. Tengo guardadas unas que no tenían un destino fijo, eran “A un soldado argentino”, las encontré tiradas en el Hospital de Puerto Argentino. Ahora que estuve ordenando, estoy tra-
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El cierre de un capítulo
Tomás Szumilo y Laura Escudero. En agosto de 2010 se encontraron el ex combatiente y quien, en 1982, era una niña de las tantas que había enviado sus cartas al frente en las Islas Malvinas .
tando de contactar a los remitentes, pero son muchos años. Algunos ya no viven”.
Ser veterano ho y Treinta años, sobre el momento que viven actualmente los ex combatientes, Szumilo dice: “En los últimos años comencé a juntarme con la gente del Centro de Veteranos de Junín, y en las reuniones surgieron muchos recuerdos. Busqué mis cosas, mis cartas, algunas fotos y recortes de diarios y empecé a armar un poco mi historia. Creo que es algo que hago más que nada para dejarle a mis hijos”. “Pienso que el tema Malvinas, hoy, no tiene un peso duro en mi vida. Lo puedo tomar como una vivencia fuerte. Después me pasaron otras cosas en la vida que también me golpearon: que se haya muerto mi viejo a los dos años de Malvinas con 56 años para mi era algo inexplicable. Por
eso a la guerra la pongo a la par de otros golpes. Por ahí otro veterano tiene más arraigo a lo vivido y tiene cuestiones no resueltas. Malvinas hoy es un tema todavía no tomado en cuenta como merece. En el desfile del Bicentenario los Veteranos no fueron invitados a los festejos oficiales. Se pasó a Malvinas en la gráfica que se hizo en el Cabildo como un dato más, y fue un quiebre en la historia, un hecho que permitió volver a la democracia, nada más y nada menos”, sostiene. “Así es la historia, los héroes se conocen después de años, cuando ya están muertos. Por suerte nosotros estamos dejando bastante material para que puedan estudiar. La guerra de Malvinas fue un accidente en mi vida, no sé por qué me toco. Yo creo que en todos los países es igual: no te preguntan, te llevan”, concluyó en su testimonio.
“Queridos hermanos argentinos, les escribo porque sé que están muy solos”, con esa línea, tan increíblemente cierta, empieza la carta que Laura Escudero escribió cuando tenía 10 años. Era 1982 y en las Islas Malvinas estaba empezando la guerra. El día de la rendición, en el Hospital de Puerto Argentino, el por aquel entonces soldado Tomás Zsumilo tomó un puñado de cartas de bolsas de correo que jamás serían entregadas. Entre ellas la de la niña juninense. La leyó y se emocionó. El lunes 9 de agosto de 2010, 28 años después se vieron por primera vez. La guerra de Malvinas los encontró separados, en distancia y en edad, mientras Laura empezaba a cursar 5º grado en el Colegio Santa Unión y Tomás estaba haciendo “la colimba” en La Plata y pensaba en su futuro como médico. Ninguno de los dos sospechaba que el destino los iba a cruzar por intermedio de una carta, en la impensada y cruel guerra de Malvinas. 28 años después, Laura y Tomas se conocieron. Lo hicieron ese 9 de agosto de hace tres años, en el Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Junín y la emoción se reflejó en cada uno de los rostros de los ex combatientes y familiares que participaron del encuentro.No fue fácil lograr el encuentro, primero porque, a pesar de haber guardado la carta, Tomás Zsumilo tardó muchos años en tomar el valor necesario para abrir el baúl de Malvinas (algo que comparte con la mayoría de los ex combatientes). Y después, porque Laura hace 18 años que se fue de Junín. Ella siguió su vida en Aluminé en la provincia de Neuquen, y Zsumilo, ya como traumatólogo, se instaló en Junín. La distancia parecía que los volvía a separar, pero las posibilidades tecnológicas y el trabajo de los ex combatientes del Centro de Veteranos, hicieron posible el encuentro. “Pensé que nunca me iba a reencontrar con mi carta. Pensé como todos, que las cosas no llegaban a Malvinas, a las manos de los soldaditos”, relató la mujer, que con un llanto emocionado, volvió a leer lo que había escrito hace 28 años. “Es muy emocionante saber que la carta todavía existe y que alguien la conservó”.
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Aldo Omar Rodríguez: el marino que pudo haber estado en el Belgrano ldo Omar Rodríguez durante el conflicto era suboficial de las fuerzas armadas y tripulante del rompehielos “Almirante Irizar”, tras haber pasado también por el crucero “General Bel-
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grano”. “A comienzos de 1982 –recuerda- se cruzaron los pases: a mi me habían solicitado del Belgrano, por tener conocimiento; pero me mandaron al Irizar, donde quedé en esa unidad; por lo cual, podría haber formado parte de la tripulación del crucero. Lamentablemente, gran parte de la promoción de maquinistas, como electricistas murieron debido a los torpedos que recibieron, ya que estaban por debajo de la línea de flotación”. Rodríguez, en 1982, ya era papá de dos hijos –rememora-: “Nicolás de 3 años y a Carlos Alberto de 2; Noelia no existía todavía. Me presento en el Rompehielos Irizar y para uno era el mejor; porque contaba con campañas antárticas, y pensaba en la diferencia de dinero que podía hacer. Yo estaba construyendo mi casa acá en Junín”.
Testimonios de la guerr a “Durante el conflicto –expresó- el Irizar funcionó como buque hospital. Yo era maquinista y el buque estaba preparado para operar en el hielo, pero nunca pensamos que se convertiría en hospital. Funcionaban tres quirófanos. Al Irizar nunca le pasó nada”.
El ex marino reconoció que “siempre estuvimos en situación de riesgo, obviamente, pero nunca sufrimos un gran ataque. Un día, que yo estaba de guardia me enteré de lo del Belgrano y todo cambió. Pensar que yo podría haber estado ahí porque era mi destino. Cuando impactaron los torpedos en el crucero eran las cuatro de la tarde, horario de cambio de guardia. Por ejemplo, si en las máquinas hay diez personas, a las cuatro hay veinte porque es el relevo. Sólo se podían salvar los que conocían muy bien las salidas del buque porque con el ataque quedó a oscuras”. Un hecho relatado por Rodríguez lo marcó y le hizo reconocer el horror de la guerra: “hace diez años, como soy Testigo de Jehová, estaba predicando por Junín y fui a un negocio. La señora que atendía me dijo: “Aldo ¡vos sos Aldo! ¡Estás vivo!”. El hijo había estado en Malvinas y pensó que yo había muerto”.
Los días de conflicto “Los días –señala- eran hacer guardia, preocuparse por la familia; y saber que ellos también estaban preocupados. Los comandos nos dejaban hablar por la noche a través de radio; sin dar la ubicación porque siempre estábamos en la cercanía de las islas. Tras la rendición recuerda que “en las últimas navegaciones a las islas, de una tripulación de 120 personas, el buque llevaba cerca de 600 ya que se sumaron prisioneros, heridos y locos.
Nunca voy a olvi darme de un soldado que estaba en un rincón del buque, con la cabeza gacha, demacrado. Rígido. Es una imagen que no pude sacar de mi cabeza”. “Cuando fui a la guerra, por mi formación militar sabía a lo que me enfrentaba y, en ese momento no tomé conciencia de la edad que tenían los conscriptos que iban, eran chicos. Ellos no estaban preparados; se notaba hasta en la diferencia de ropaje: los ingleses tenían trajes térmicos y pasadas determinadas horas de lucha eran reemplazados por otro grupo. Con los argentinos no fue así; ni siquiera pudieron bañarse. En el buque quedó olor por mucho tiempo…Una vez, tuvimos que bajar la temperatura del agua caliente para no producir un shock en los soldados, ya que no recibían agua con temperatura más o menos alta desde hacía mucho tiempo. El frío que sentí en las Malvinas no lo sentí en la Antártida”, relató. “Volví con mucha bronca por lo que se había vivido. Esa fue una de las cosas que me enfriaron como militar”, sostuvo el ex combatiente quien añade: “Me quedé en La Armada porque ya estaba en el Irizar y como comenté antes, me había empezado a hacer la casa; sino me hubiera ido. Por otro lado, mi contrato se vencía y firmé otro por cuatro años. Era necesario para poder ir a la Antártida. En 1984, aunque me quedaban dos años por delante, gracias a una resolución de Alfonsín, por la cual el que quería irse podía hacerlo, pedí la baja. En Buenos Aires vivía en un
lugar con gas natural y calefacción y nos vinimos a Junín con la casa a medio terminar. Así conoció mi mujer las heladas y vio florecer los durazneros, hasta que se acostumbró”.
El regreso Finalizada la guerra y al recordar los primeros tiempos después del ´82, Rodríguez sostiene: “No se hablaba de la guerra, sentía como que a la gente no le interesaba el tema. Y tampoco se usaba decir “soy veterano de guerra”, eso vino mucho después. Los soldados desembarcaron del buque de noche y en soledad, sin una fanfarria, sin recibimiento. La gente, los que fueron a La Plaza, no tenían conciencia de la guerra: no les cayó una bomba… Es más, recuerdo que estando en el buque, por satélite vimos un partido de Argentina, del Mundial 82 que se jugaba en España: Se estaba en guerra, se gritaba en Plaza de Mayo y había un mundial”. “Creo que la guerra no sirve para nada. Perdí muchas cosas cuando dejé la carrera militar como un buen sueldo y la obra social para mi familia, pero si hoy tuviera que volver a vivir todo, incluida la guerra, no lo haría; no podría volver a pasar por eso. La guerra no es la forma de resolver el conflicto Muchos dicen que volverían, a mi nunca me picó un proyectil al lado, ni una bomba, pienso que los que sí estuvieron ahí no quieren vivirlo nuevamente. Recién hoy me siento un poco más tranquilo”, concluyó en su relato.
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Carlos Luján: “Solamente nosotros sabíamos del horror de una guerra” arlos Alberto Luján, es oriundo de Huinca Renancó (Córdoba) y a los seis años se radicó en nuestra ciudad cuando su padre, ferroviario, Carlos Valentín fue trasladado aquí junto a su madre Emma Ilda Guzmán y su hermana Mónica Sandra. A los 17 años ingresó a la Armada Argentina como aspirante naval, eligiendo su carrera en Aviación Naval, siendo trasladado en 1978 a la Base Aeronaval Punta Indio, en la provincia de Buenos Aires, destinado a la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque, que se componía de aviones de entrenamiento biplaza Aermacchi MB 326 GB, especializándose como mecánico. El 2 de abril de 1982, desde Punta Indio, fue destacado a Río Grande donde arribaron el 10 de ese mes. En ese momento Carlos tenía 21 años y era Cabo Segundo Mecánico Aeronáutico. El 24 de abril su unidad recibió la orden de trasladarse a las islas Malvinas con siete aviones Aermacchi MB 339, “la mayoría de los mecánicos fuimos a Malvinas en un Fokker F-28 de la Armada Argentina trasladando todos los repuestos y material bélico para los aviones además de nuestro armamento personal”, rememora.
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En el frente de combate Carlos recuerda una fecha específica: el 1 de mayo. “Lo recuerdo –relata- porque fue el primer ataque de los ingleses a las islas y especialmente al aeropuerto. Serían las 4.30 de la mañana y nos dan el alerta roja, estábamos en cabecera de pista cuando divisamos a los Sea Harrier en vuelo rasante ametrallando y bombardeando insta-
Carlos Luján junto a compañeros en Malvinas laciones del aeropuerto, torre de control, un hangar donde nosotros teníamos repuestos de los Aermacchi y la pista de aterrizaje”.
La vuelta a casa Tras el cese del fuego, y hablando sobre cómo fue el regreso comentó: “Ya en Capital Federal, no podía creer lo que estaba viendo, porque
. después de todo lo que nosotros habíamos pasado, en Buenos Aires todo estaba muy distendido y todo transcurría normalmente” y al regresar a Junín recuerda que “cuando tomé calle Jean Jaures, sentí que en el Club Rivadavia había baile, o una fiesta, se escuchaba mucha música y se veía muchos autos a los alrededores, siempre me acuerdo de eso, porque venía de pa-
sar tantas cosas feas de una guerra y me encontré con otra realidad”. “Después –agregó- tomé conciencia de que la vida acá seguía normalmente, como siempre, nadie estaba en situación de guerra, era otra historia. El encuentro con mi mamá, papá y hermana fue de abrazos y llantos y alguna que otra anécdota, nunca pude decirles lo que realmente viví en nuestras Islas Malvinas”. Luján se retiró de la Armada en 1985, radicándose luego en nuestra ciudad. Sobre la posgue rra señala: “Para nosotros, los veteranos de guerra vino lo peor, la discriminación, la marginalidad y el olvido. De Malvinas no se hablaba. Entré como operario en una empresa química de nuestra ciudad, y tenía como compañero a David Imízcoz, después de compartir horas y horas de trabajo durante cinco años, salió la conversación sobre Malvinas y nos dimos a conocer como veteranos de guerra porque los dos habíamos participado del conflicto, pero en esa época no se hablaba, porque estábamos escondidos y sin identificarnos como tal”. “Gracias a Dios todo ha cambiado, casi todos los veteranos de guerra de Junín han conseguido un trabajo digno, formamos el Centro de Veteranos de Guerra “Islas Malvinas” donde hacemos diferentes actividades, entre ellas es la de llevar la historia de Malvinas mediante nuestros relatos a todos los establecimientos escolares que nos requieran y a toda la ciudadanía. Hoy me encuentro casado con Liliana Mabel Meza, mi compañera inseparable y mi contenedora desde hace dieciséis años”, concluyó su relato.
Tiempo de Malvinas: Causa nacional, popular y latinoamericana. Día del veterano y de los caídos en la Guerra de las Malvinas. "LLUVIA". Hace rato que no escucho los disparos. Tengo frío, llueve sobre el monte y mas alla del monte, llueve sobre el mar. Y en el Puerto Argentino y en mi corazón que esta húmedo y con mucho, mucho frío. Llueve sobre los cascos, los que han caído y sobre sus botas y sus manos. Llueve con sabor a bronca, con sabor a olvido. Con barro podrido, con agua estancada, con olor a muerte. En medio de la pausa, que han dejado los cañones, entre el repique de las gotas sobre el charco
se distingue el trino inconsciente de un pájaro. Perdido.... Pobrecito. Por Gustavo Luzardo. S-C R. I. 7. VETERANO DE GUERRA Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. La Soberanía sobre esos territorios constituye un derecho irrenunciable e indeclinable del Pueblo argentino. “No más muertes, no más guerras. No tuvimos nada que ver con esa dictadura que sufrimos y repudiamos. Queremos dejar atrás esta historia anacrónica de colonialismo y hacerlo desde el diálogo. La Soberanía la queremos con paz.” Cristina Fernandez de Kirchner. Presidenta de la República Argentina.
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Los dramáticos momentos de la guerra y la vuelta casa, según Sergio Herrera l juninense Sergio Jorge Herrera (clase 1962) fue incorporado en la Armada Argentina y destinado a un destructor. “La Armada es más linda que tierra –comentó Sergio-, recibías otra formación, concejos, daban otro alcance y otra instrucción diferente que en tierra. Yo había pensado quedarme en la Marina, pero mi padre después de la Guerra de Malvinas no quiso que me incorpore”.
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La historia de Malvinas “Nos parecía que íbamos a hacer un juego –recuerda el juninense-. Eramos unos pibes y estábamos contentos por los que estábamos haciendo, embarcarnos para ir a defender un lugar que ni siquiera conocíamos. Todo lo que hacíamos en práctica como maniobras de práctica de repente pasaron a ser realidad ya no era un juego. En el momento del conflicto paso a dirigirnos un principal Ledesma, muy duro, que parecía no importarle nada de los que estaba pasando”. Y agrega: “Sabíamos que íbamos a defender algo pero no sabíamos bien a qué. Estuvimos fondeados en las afueras de Mar del Plata y de ahí nos mandaron cubrir un puesto en Ushuaia a todo esto aún no estábamos viviendo nada raro para nosotros era un paseo una cosa linda. Hasta que nos dan aviso que estaba muy cerca de nosotros el crucero “General Belgrano” y nos mandan escoltarlo ya que nosotros teníamos equipos especiales de radares para detectar sub-
marinos, algo de lo que carecía el Belgrano, pero obviamente no llegamos a nuestra misión: ya lo habían hundido, yo deje muchos amigos ahí”. “A esta altura –señala- todo había cambiado, el clima que se vivía, los ánimos, el trato, todo era diferente, no fue agresivo físicamente, pero fue muy agresivo psicológicamente, mentalmente, fueron momentos bastante difíciles, no comparado con los compañeros de tierra pero fue bastante difícil”. “Nosotros fuimos los últimos en retirarnos del lugar que teníamos como destino, me entero que había finalizado el conflicto cuando veo las luces de Mar del Plata. No fuimos a puerto estuvimos fondeados afuera de Mar del Plata dos o tres noches sin saber el motivo”.
No todo volvió a ser igual “Cuando termina el conflicto –rememora el ex marino-, volvió a ser todo normal. Pero en realidad no era lo mismo que cuando entramos. Había un distanciamiento entre el personal que antes éramos como amigos, creo hoy que por un recelo de que no hicimos nada, nos miraban mal con recelo. Notábamos la mirada de ellos, diferente pero no podíamos entender la de nuestros propios compañeros. Y fue todo así un acostumbramiento hasta que nos dieron la baja. Nos dieron una licencia de un mes y nos hicieron una revisación médica exhaustiva, nos obligaron a tomar unas pastillas que obviamente nunca to-
mé, nos decían que era para mantenernos alertas”. De esos días también rememora el juninense: “Hubo entre treinta y treinta y cinco días que nos mantuvimos despiertos entre nosotros mismos, nos manteníamos alertas y nos contábamos de nuestras vidas para no dormirnos, no necesitábamos de ninguna pastillita, había compañeros que lloraban mucho y se acordaba de la familia, y eso era muy fuerte. Te madura medio de golpe esto a pesar de que lo que yo viví en Malvinas no fue una situación tan difícil como la que pasaron mis compañeros, por eso yo los quiero muchísimo a todos”.
La vuelta a casa A fines de junio de 1982, puede regresar a su Junín natal y sobre esto, recuerda: “El día que llegue a mi casa fue terrible, porque yo era vecino en esa época de Daniel Seitún. El colectivo nos dejaba en el Álamo como a las tres de la mañana y de ahí iba caminando hasta mi casa. Cuando llego no me di cuenta y paso por la casa de Daniel Seitun que vivía en la esquina y la mamá me vio que pasé vestido de marinero, y me tuve que parar para saludarla. Para ella era muy importante pero yo no tenía la seguridad de si él estaba vivo o no, no teníamos certeza de cómo podía estar. Fue un momento muy dramático!.Después de llegar a mi casa, tras saludar a sus padres, señala de ese día: “A las siete
Hoy y siempre, recordando a los héroes que defendieron con sus vidas la soberanía nacional, por la causa de Malvinas, que es la causa de todos los argentinos! BLOQUE COALICION CIVICA JUNIN
Gloria y Honor!!! Veteranos de Malvinas!!!
de la mañana estaba lleno de vecinos y amigos, hasta que alguien aviso a los medios y fue un mundo de gente. Todos querían saber preguntar, no podía salir ni a la panadería y en ese momento, yo no tenía ganas de hablar con nadie solo quería estar con mi mamá y mi papá”. “Yo en ese momento traía los papeles para que mis padres me firmen la autorización para incorporarme a la Armada, ellos pusieron los papeles en un sobre y escribieron un carta diciendo que lo lamentaban mucho pero no iban a entregar a su hijo a la Armada nuevamente”, rememora.
El tiempo Tras la guerra, Sergio entra a trabajar como conductor de lomocotoras, durante doce años y dice: “Nunca más hable del conflicto, nunca más nadie me peguntó nada hasta que me encontré con una personas que sin saber ambos, habíamos pasado por lo mismo. Cuando yo me voy del ferrocarril, mis compañeros actuales me convocan para decirme que era tiempo de armar el Centro de Veteranos así que ahí iniciamos el primer centro con Bruno, Maza, Miguelito Martínez, en Primera Junta y Siria”. “Hoy estoy felizmente casado con 7 hijos y cinco nietos hermosos. Estoy trabajando en la portería de una escuela que se llama Casa Huerta. Muy feliz allí entre como auxiliar y hoy por hoy soy y hago un poco de todo”, concluye en su relato.
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