Mural Otoño/Fall 2017

Page 1


la s egu n da pri mavera dos m i ldi ecis i ete

EDITORIAL BOARD AND STAFF Editors in Chief Paula Cárcamo Regina Favela Managing Editor Tatiana Khemet Layout Manager Tatiana Khemet Translations Manager Jasmin Pizano Treasurer Paula Cárcamo Community Coordinator Valeria Stutz Secretary Alina Gutiérrez Staff Kent Fernandez, Kristin Izquierdo, Gloria Morelos, Kathia Rodríguez, Romina Vargas Bezzubikoff, Yan Verdeja


letter from the editors tertulia

Así Va Hannia Vega Frias Frijolera Christina Cano

poesía

El amor es una revolución Tatiana Khemet Nopal en la Frente Ayling Dominguez Te Invito Valeria Stutz Jamás Carolina Stutz Reasonable People Elston Adelaide

a r t e v i s u a l*

y

f o t o g r a f í a s*

Decolonize Emilio Balderas Veins Emilio Balderas I Am Not Alyssa Bell-Padgett *These are distributed throughout the issue

agradecimientos


Una bienvenida Queridx,

El otoño marca el aniversario de luchas por la independencia a través de Latinoamérica que iniciaron movimientos mundiales y cambiaron los contornos de la participación política. Nosotras estamos orgullosas de presentarles esta edición de MURAL enfocada en todo lo que es revolucionario de la experiencia latinoamericana. Durante la creación de esta edición, notamos un tema recurrente: la exploración de las revoluciones personales. Las páginas a continuación intentan llamar atención a las revoluciones cotidianas de las personas marginalizadas. Estas páginas contienen reflexiones sobre las revoluciones de amarse a uno mismo, ser honesto frente de normas represivas, tomar orgullo en ocupar un espacio entre-cultural y más. Son estas revoluciones que contribuyen, más, son esenciales, para las revoluciones sociales de mayor escala. MURAL es una publicación bilingüe en la universidad de Chicago que busca celebrar perspectivas Latinoamericanas a través de las artes escritas y visuales tanto como con nuestras programaciones y eventos culturales. En sí, esta publicación intenta hacer algo revolucionario al construir una plataforma que promueve las voces de artistas que han sido y siguen siendo ignoradas por la cultura dominante. ESTAS SON LAS VOCES DE LA REVOLUCIÓN. Las publicaciones mainstream no crean espacios para la exploración de las identidades liminales que nosotros reconocemos como parte integral del mundo en que vivimos. Y por eso nosotros tenemos que seguir creando estas vías artísticas que rompen del uso normativo del lenguaje y exploran el dinamismo del ser latinx. Deseamos que ustedes disfruten de lo que viene en las próximas páginas.

viva la revolución el pueblo unido jamás será vencido Un abrazo, Paula y Regina


A warm welcome Reader,

Fall marks the anniversary of fights for independence across Latin America that sparked global movements and forever changed the contours of political participation. We are proud to present this issue of MURAL that focuses on all that is revolutionary about the Latin American experience. In creating this edition, we noted a recurrent theme: the exploration of personal revolutions. The following pages intend to call attention to the daily revolutions of marginalized peoples. These pages contain reflexions on revolutions of loving yourself, being honest in front of repressive norms, being proud of occupying an inter-cultural space, and more. It is these revolutions that have contributed, moreover, are essential, to social revolutions at a larger scale. MURAL is a bilingual publication at the University of Chicago that seeks to embrace and celebrate Latin American perspectives through written and visual arts, as well as through cultural events and programing. In itself, this publication intends to do something revolutionary by constructing a platform that promotes the voices of artists that have been and continue to be ignored by the dominant culture. THESE ARE THE VOICES OF THE REVOLUTION. Mainstream publications do not create spaces for the exploration of liminal identities that we recognize as integral to the world we live in. And that is why we must continue to create artistic avenues that break from the normative use of language and explore the dynamism of the latinx individual. We hope you enjoy what is to come in the following pages.

viva la revoluciรณn el pueblo unido jamรกs serรก vencido With love, Paula y Regina


tertulia


Así va Hannia Vega Frias No me acuerdo que día fue. No me acuerdo el día que decidí que tal vez sería una buena idea dejar de comer. Tampoco te podría decir por qué o por qué me gustó. Lo que sé es que se me hizo tan fácil– mi mamá estaba trabajando de noche esos días y mi padre nunca ha sido una presencia muy activa en mi vida. Tenía unos doce años… Hacía unos meses que había decidido volverme vegetariana. No voy a decir que el vegetarianismo fue resultado de querer adelgazar– de hecho, la motivación fue algo increíblemente infantil y necia, un miembro de mi banda favorita era vegetariano y porque yo era superfan, pensé que quizás podría ser algo que teníamos en común. No importa, el peso no fue la razón por cual decidí ser vegetariana, pero si fue una de las razones por cual seguí siendo vegetariana. Es simple– cuando eres mexicana del tipo que creció comiendo carnitas y tamales y carne asada, al volverte vegetariana tus opciones alimenticias se reducen drásticamente. Añade a eso el hecho que vives en Carolina del Norte antes de que el no comer carne se volviera algo “trendy”– lo que hay que comer es carne y barbecue y la especie de porquería que se le llama comida en las cafeterías de las escuelas públicas. Es decir, no hay nada que comer. Y recuerda, no quieres comer. No tienes hambre. Comiste tanto hace poco y todavía no tienes hambre, no–creo que no tendré hambre el resto del día. Así va. Y tu mamá no nota hasta el día que nota. Te dice, ay parece que esos pantalones ya no te quedan, vas a tener que comprar otros, y ¿como estás perdiendo tanto peso? y tu favorito– pareces pinche muñeca. No es que hayas sido gorda en ningún momento de tu vida. Simplemente rellena, o como dice tu abuela y tus tías y sus vecinas y el fulano en la plaza y su perro, llena de vida. Whatever the fuck that means. Lo único que sabías es que era sinónimo de no delgada y las niñas delgadas siempre eran las niñas felices y en tus cortos años habías pasado mucho tiempo siendo infeliz. Entonces llegó ana– el apodo clásico que lxs que han ex-


perimentado con desórdenes alimenticios conocen para la anorexia. ana es la amiga caprichosa con quien siempre te estás peleando o preguntándote si hoy va a ser el día que pierdan todo el control y se agarren a cachetadas pero con quien te sigues juntando porque no puedes negar que cuando están juntas es un fiestón del nivel más alto. Fueron pasando los meses e ibas notando que cada día ella quería más– un almuerzo aquí, un día entero allá… Un descuido y lo había dominado todo. Un descuido y vivían juntas, y todo lo que valía la pena era verla sonreír. Aún ahora, ya que hace muchos años que no la ves, hay días que algo te recuerda de ella y te pones a pensar, hace mucho tiempo que no la veo, quizás hoy es el día que cambie eso. Y luego rápidamente recapacitas porque sabes que ella está pinche loca y no tienes tiempo para eso. Pero aun así… recuerdas que te hizo sentir viva. No. Ahora no, tienes mucho más que hacer. Y recuerdas… cómo tu mamá ya ni siquiera sabía que decirte…. bueno, si no quieres comer, no hay nada que pueda hacer, no te lo puedo obligar… y tenía razón–ni que fueras una niña pequeña, this is on you. cómo tu padre, siempre estoico, empezó a verse preocupado… cómo te parabas en frente del espejo, acariciando a los huesos que empezaban a verse cómo te gustaba que siempre tenías frío, cómo te gustaba la sensación de estar completamente vacía, cómo pensabas que tal vez unos días más y podrías desaparecer. Y nunca te dijeron que estaba bien no estar bien. Tus padres– el legado de dos familias llenas de guerreros–conquistadores de la incertidumbre, campeones del esfuerzo– nunca te enseñaron como ser vulnerable…


mucho menos cómo darle palabras a esto. así va en la intersección del idioma y la sensación hay vacío No me acuerdo que día fue. El día que decidí que ya era hora de pelear. Tal vez porque no fue un día específico– o una semana, o un mes, o un año. Me tomaría seis años, muchas noches y lágrimas innumerables. Pero llegué. Tomé mi dulce tiempo en aprender cómo olvidar esos hábitos. No te diré que fue una victoria gloriosa o bella o completa, ni siquiera te diría que se ha acabado pero Dios me libre si crees que voy a dejarme recaer. Hace algunos años que no veo a ana, pero su recuerdo siempre estará ahí.


Frijolera Christina Cano “What was it like in Havana, Abuela?” No response. I couldn’t tell if she couldn’t hear me—she hates to put in her hearing aids—or she couldn’t remember. I waited. She sniffed and proceeded to shovel another maduro into her mouth. “Abuela, cómo fue tu vida en Habana?” She looked at me. “Ay, Cristina!” she exclaimed, like she hadn’t seen me. “Cuando vas a comenzar la escuela?” Mi abuela esta fallando. No tenía un chance de hablar con ella cuando fui una niña. Todo que yo se de ella me dijo mi papa. “Voy a regresar en Septiembre.” “I will miss you very much, my dear. When are you going back to school?” Her voice crackled familiarly with age and accent. It unsettled me with its dryness. “In two months, Abuela.” “Vas a La Salle, sí?” “No abuela, estoy estudiando en la universidad.” “Ah si! En Chicago! Y tu hermana?” “No tengo hermana, Abuela.” My mother shot us a look. Like we didn’t already know her mind was going to shit.


“No? Pero tienes tu hermana Ana, sí?” My father cut in, putting his arm around her as if his touch would help ground her. “No Mamá, Ana es tu hija. Christina y Michael son mis hijos con Soledad.” I picked at my scattered rice. Abuela nodded her head. She turned her cloudy eyes on me and stretched her wrinkled hands to pat mine. The golden chains around her bony wrist with saints and Virgin Marys jingled with her humming. “And when are you going back to school, my dear?” *** I wrote this without a translator or any efforts for correct Spanish outside myself. I wanted it to feel jagged and confusing. In childhood, I thought English was for young people and Spanish for old people, not worrying about being able to fully communicate with abuelas and tíos because I’d eventually be able to speak it. This was with other youthful assumptions like junk food for kids, vegetables for adults and other perceived generational differences. But it’s indicative of how the world stood to me. *** Mis abuelas, tíos y tías todavía escritan mi nombre como Cristina. However, my parents chose to name me in the Anglicized version. Actually, that’s not correct either, because Christina is Greek. I’m a second generation Latina living in the U.S. whose first name is Greek and Nicaraguan mother’s last name is German. My understanding of my cultural identity is further complicated by a sort of racialized addendum to it. I am not just Latina, but a white Latina. There’s something about my identity that feels less sincere in my being white; it may not necessarily be true, but it feels so. Maybe since I grew up with media showing its version of Hispanic––caricatures distinctly not white, black, or anything else––internalizing that complex compositionality. My parents gave my brother and me white-passing names because they


worried about prejudice. The ambiguity in my name allows me to fit into American society. There wasn’t much else directly passed down from our specific cultures. My mother loved the Bee Gees, my father the Beach Boys, but Celia Cruz was only heard out on Calle Oche for Sunday brunches. Yes, we celebrated Noche Buena and maintained arroz con frijoles at Thanksgivings––more to feed their picky frijolera daughter than anything––but I was struck by gaps as I grew. It took going to friends’ homes to see dancing, throwing water out the front door at New Year’s, and warm, loud festivity were typical, not cold gatherings where family disappeared over time without explanation. My father calls me “la princesa de la pequeña Habana.” I always felt more like the gringa of Little Havana. *** I have a small painting by my tía abuela. There's a girl with large brown hair, dark eyes, pale skin and a blue dress. Behind the girl, a gold-rimmed mirror reflecting a blue window. Past vibrant green palms, there’s more blue of a soothing sort. White waves interrupt calm blue. The girl looks straight on, a glimpse of past Cuba behind her. Hispanics in Miami can extend attachment to their homelands in ways hard to find elsewhere. Other second generation kids go back to families’ homes and farms in native countries; Cuba was always out of reach for me. A mystery of an island that haunted me wherever I went. For all we went about creating our own reflection in Miami, the real thing was ninety miles away, out of reach. Its shadow, a spectre of time, trails behind me, as it lay behind the girl in my tía abuela’s painting. *** “Is your father American?” Typical response when nervously stumbling through Spanish to other abuelitas. That’s the way we speak in Miami. American is not a descriptor that we use to delineate citizens from noncitizens, but white Americans from Hispanics. It went further than throwing around “gringo.” In Miami, where you could expect to be confronted in Spanish at any time, dynamics surrounding nationality and race were more complicated. There was something mutually exclusive about being American and being Hispanic.


In school, we called another group of students “The Hispanics.” They were born and had lived in Latin America at one point, who spoke in Spanish outside of class and went back to visit home back in their respective countries. We were Hispanic Americans ourselves, yet recognized differences. It was as if being Hispanic was a gradient, rather than a fact, between American and Hispanic. Some people were more Hispanic than others. Those kids, vocal about their pride in their nationalities, scaled closer to Hispanic and us closer to American. Still, I never felt American past my legal rights. I can run for president, but can’t say that I had a traditional Americana childhood. If I wasn’t American, but not a “Hispanic,” where did I fit? My Spanish in most Chicago neighborhoods is considered good, particularly by my friends when visiting Pilsen. Every time I’m in a taquería or pastelería, and employees––speaking to each other in the bittersweet language of my childhood––turn to address me in English, I have to stop myself from replying in Spanish. I don’t want them to see me, a white girl, trying to speak Spanish with them based on rude assumptions. An outsider who doesn’t belong. It’s like I want to be “The Hispanics,” who ran through hallways with Venezuelan flags. I want to show I am like them, that I am a loud and proud Latina. Casi hablo como una gringa en los ojos de mi ciudad. I grew up speaking to abuelas in a broken version of their language. I lost track of our food, our stories, our identity; they’re disappearing with my abuela’s mind. I feel it's my responsibility to preserve the archive that gave childhood the colorful, special quality hard to find outside of Little Havana. Being in faraway Chicago actually made my sense of being Hispanic intensify, seeing how differently I grew up from most peers. My Spanish even improved here. Yet, without being able to hear Celia Cruz from my window when there’s a festival on Calle Ocho, I feel cut off. *** The first time I got close to Lake Michigan, I was alarmed at the lack of smell. I had never been by a body of water that large that wasn’t saltwater. My high school was right on the bay, so the sour smell of sea wafted


through hallways to embrace me in its warmth. Standing at the lakeshore, I deeply inhaled over and over, trying to catch even the slightest scent of salt. But the fresh water couldn’t return my affections. It only felt more empty and absent. Saltwater isn’t the only thing I miss from home. I also miss the food. All I’ve known is the food. Like the saltwater from the sea, I crave the salt in my vaca frita, in my tostones, my carne asada and my gallo pinto. I resonate in some of the strongest ways to my heritage through my food. My Spanish is strongest ordering food from the Cuban food haunts I found here in Chicago. But that feels wrong. It’s a dynamic that doesn’t sit well with me, because I can’t make the food. At times, I can’t even remember the names of what I selfishly shove into my mouth. All I do is consume; I take and I don’t give back. There’s nothing mutually beneficial. I can interact with the cultural object but not pass it along; I should be able to be a sort of conduit for its continuity. But I’m a dead end. I get minority status and claim to the food, but pass through with the privilege of pale skin. I try to be selfaware of my position compared to other Hispanic Americans. I’ve never experienced prejudice directly; it was rare at home where a minority was the overwhelming majority. I still feel like a fake, that I’m tricking others when I say I’m Latina. I am a frijolera. I consume.


poesía


Decolonize Emilio Balderas


El amor es una revolución Tatiana Khemet Somos los que acá tenemos dignos de fé Somos los que mueren, que griten, que pierden tierra y sangre Echamos tu tesoro en las lagunas El tesoro por lo que has matado, asesinado más indios que los judíos destruidos por Vespasiano Echamos tus cosas grandes y extrañas Las cosas que nos dan la vida, usadas para tomarla We wait in heavy harness Tenemos otras maneras, otra religión Vivimos en manera diferente, la cual tu no tienes la habilidad de entender We are the reward you reap From taking up the white man’s burden Half-devil, half-human, half-child Worth less than the gold you rip from our bosoms Bind your sons to exile Make them in your image Teach them how to wrap the ties that bind Instruct them in the old struggle Master over slave, conqueror over the conquered Locked in the eternal circle You should be judged as a captain not as a captive Subject only to the judgement of your peers Congratulated, praised, with a day in your name Ignorant of The ties that bind Blessed be the ties that bind my hand to yours and yours to mine The ties that heal Wrap me in your loving arms and teach me What it means to be free


teach me love revolutionary love


Veins Emilio Balderas


Nopal en la Frente Ayling Dominguez Mami me dio su nariz y papi me dio sus ojazos abuelita su voz alta y tranquila y abuelito su fuerza y sabiduría — Mi nariz indígena la cual ocupa una gran parte de mi cara la cual no la había contemplado mucho antes cuando era joven Tengo la piel oliva el cabello negro y grueso ojos oscuros que parecen que han visto las mismas cosas que vieron mis antepasados Tengo una raza pero herencias y sangres diferentes dentro de mí Mi nariz indígena una de las características físicas que más me conecta a los parientes indígenas de mi madre a mis bisabuelas y bisabuelos mayas Mi nariz indígena la cual en un punto de mi vida me daba vergüenza porque no es pequeña ni delicada ni blanca ni Europea ni parece que pertenece a la cara de una muñeca porcelana Mi nariz indígena la cual ahora me da orgullo porque su pequeño bache me recuerda de las montañas de México su prominencia me recuerda de nuestra tierra grande y amada —


Aprendan a amar todo lo que te hace completa tanto lo superficial como tu alma, tus raĂ­ces, y tu voz interna


Te invito Valeria Stutz Quisiera mostrarte cosas, los hombros que caen, cascadas de carne y hueso. También el polvillo de yerba, que se escapa hacia los cielos y se deshace en materia y aire. Así soy yo, materia y aire. Podría imaginarme la miel de tu boca probando las estrellas que cubren mi cuerpo. Te podría dedicar, consagrar por unos momentos el esternón de mi ser, la frontera entre dos demonios, o dos arroyos, mi Nepantla. Te invito a mi danza de fuego. Creo que tú tienes el tuyo, un baile propio, tal vez paralelo. ¿Te habla mi propuesta de sol, de viento, de cenizas quebradas? Creo que nuestra electricidad, color de vidrio-marino, podría prender una sala, una casa, un barrio entero, tal vez. Y la química-poesía se podría convertir en prosa con consecuencias materiales.


Jamás Carolina Stutz Debilitamiento siento en el pecho al no tenerte cerca para abrazar Pero toparme otra vez con tu porfiar me colmaría de nuevo, sospecho Me insistís que sin mí estarás deshecho y con cara tierna prometés cambiar Esperás conquistarme y de mí gozar Aunque en tu rigidez te has hecho estrecho Sólo porque ayer tanto te quise, ¿pensás que mañana también te querré? ¿No oís lo que tu conciencia te dice? Tus incoherencias nunca olvidaré ¿Esperás que mi cuerpo te precise? Amor mío, jamás te lo entregaré


Reasonable People Elston Adelaide to be moderate is to be part of the problem says Juan González organizing Young Lords in the streets of New York he occupied churches because the space was free and the Young Lords were organizing for freedom and this i learn in a class called “U.S. Latino/a Studies” surrounded by people who look like me and our language no es español pero hablamos en español broken like las identidades que discutamos and I don’t even know if my spanish grammar es correcta but i know that i am learning about una lucha of yesterday that has not ended today and the world feels heavy and broken como las identidades


como mi español an Enbridge supporter says we can’t let one small group of people “make life terrible for all of America” the Anishinaabe, he means making life terrible the Anishinaabe, who demand clean water whose lands have been ravaged whose citizenship is limited by the White Man afraid of their skin and He wants to ravage them with another black snake The Anishinaabe, Making Life Terrible for All of America is anyone going to hear what Winona LaDuke says? NPR reports CNN reports Fox News reports what Elaine Duke says: Hurricane María is a “good-news story” and people are dying because the White Man decided that They Are Brown and we should respect the Flag and the world feels heavy and broken like my spanish but broken spanish is not the same as Broken English in this country because to resist is so much easier than to have to luchar Police sirens


and the Flag this is The United States of America Red blood and White supremacy the fabric of our Blue Collars and a girl in my class says we have to have moderates “personas razonables” to make change she moves blonde curls from her face and says “people seem to think change happens overnight” Radicals, she means Anishinaabe, she means Chicanos, she means but systemic injustice didn’t happen overnight we placed it there and we live it and we perpetuate it and we built it me and her playing capital “H” Him because el sistema works according to instruction we wrote the Book Her and Me i mean Our Ancestors i mean Her i mean Me


I Am Not Alyssa Bell-Padgett


agradecimientos


thank you, to the Center for Identity + Inclusion the Center for Latin American Studies the Center for the Study of Race, Politics, and Culture and the Katz Center for Mexican Studies for supporting and believing in this publication to the editorial board and staff for their hard work, enthusiasm, and commitment and to you, ÂĄfor reading!

For translated pieces and previous publications, visit our website: http://www.muralmagazine.squarespace.com/ Interested in getting involved? EscrĂ­benos a muralzine@gmail.com



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.