Un soplo de luz. Sistemas de iluminación

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Miguel Angel Teodoro Vallecido Teresa Plaza Núùez


UN SOPLO DE LUZ 1. INTRODUCCIÓN De nuevo el Consorcio Museo Etnográfico González Santana, aprovechando el valioso material de luminaria que existe en su almacén, saca a relucir parte de su vasto patrimonio cultural con esta exposición: sistemas de iluminación, un legado que ha marcado la vida de muchas generaciones y que es necesario conocer para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Este libreto y exposición nos aproximan a los distintos instrumentos y combustibles desde los albores de la humanidad, cuando la luz natural era sinónimo de vida, hasta la actualidad. Iremos del simple fuego a las modernas microleds. En resumen, se trata de realizar un pequeño viaje por el pasado, descubriendo sus diferentes formas de iluminación hasta llegar al año 2012 y reflexionar sobre lo que nos puede esperar. 2. DE LA PREHISTORIA INDUSTRIAL

A

SEGUNDA

En las pinturas rupestres, ídolos placas, vajilla…, se reconoce el gran valor que la luz solar tenía para el hombre prehistórico, quien llegó a considerarlo una divinidad. Una vez que el ser humano aprende a hacer fuego(choque de

Plato con representación solar

Ídolo placa

REVOLUCIÓN


UN SOPLO DE LUZ piedras, fricción de palos de madera), el objetivo fue conseguir mantener la llama encendida el mayor número de horas posibles. En esta época bastaba con una superficie cóncava, recipiente de piedra, conchas, moluscos, cráneos de animales, para depositar el combustible, casi siempre de grasa animal, y una mecha. Así, de las primeras antorchas hechas con haces de madera, se pasa a otras empapadas en grasa u otras sustancias oleaginosas.

Antorcha

En la Península Ibérica se utilizó el aceite de oliva, llamado lampante. No obstante se desconoce el origen exacto de las lámparas de aceite, que se empleaban de forma generalizada en Grecia, en el siglo IV a. C. Con los siglos, las lámparas que han contenido el combustible han ido variando de forma y materia, pero todas se basaban en ser contenedores de aceite del que salía una mecha impregnada, denominada torcida. De las primeras antorchas se pasa a cuencos o cazoletas de cerámicas, a las que antes de cocer se pellizca en un borde, dando forma a un pico que soportará la mecha. Este tipo de lámpara se extenderá por todo el Mediterráneo, gracias a fenicios, griegos y romanos. Fue este último pueblo quien dará vida a la Lucerna, con depósito curvado y dos orificios, uno de llenado, otro Lucerna


UN SOPLO DE LUZ para la mecha, en pico más o menos largo. A ella se incorpora un asa para su transporte. Con los años evoluciona, labrándose en metal, principalmente en bronce, decorándose según los gustos de la época, e incluso introduciendo más orificios para aumentar las luminarias. Desde la Edad Media, la pequeña lámpara de aceite recibió el nombre de árabe de candil. Este pueblo perfeccionó la antigua Lucerna, desarrollando el orificio para la mecha. Lo constituyen dos cazoletas encajadas unas en la otra, labradas en hierro u hojalata; la primera de ellas tiene dos funciones: sostener una segunda cazoleta y recoger el aceite o grasa que pueda escurrir la mecha al arder. En su parte frontal se reconoce el mechero, pico o piquera y, por detrás, un mango del que sale, hacia su mitad, una escalonera que se remata con motivos decorativos variados, principalmente florales y animalísticos. En el extremo superior del mango aparece un orificio al que se une una varilla que termina en grafio, gancho o garabato, de donde cuelga el candil. La cazoleta superior es similar, pero de menor tamaño; en ella se vierte el aceite o grasa que empapa la torcida de algodón o esparto que sale por la piquera. A veces las cazoletas llevan un reborde a cada lado, denominadas alerones u orejuelas, especie de asas para separarlas. Para que no se extinguiese la llama, con una punta pequeña, aguja e incluso horquilla del moño, se atizaba o sacaba la torcida. Este útil, llamado despabiladera, se podía unir al candil con una cadenita.

Candil de garabato

Candil de cuatro mechas Candil de panza de sapo


UN SOPLO DE LUZ Se conocen candiles desde el siglo X a. C., utilizados , además con fines funerarios y votivos. Existen diferentes tipos de candiles, caso del de garabato, así llamado por el gancho o garabato que servía para transportarlo y colgarlo; otros, según sus formas son: de panza de sapo, cuatro mechas, de petróleo, de pellizco o de pico de pato. En el siglo XVIII se restringe su uso con la aparición de la lámpara de Argand y la de queroseno. Ya a finales de la Edad Media nos llegan noticias del velón, lámpara metálica de sobremesa constituida por un depósito de aceite y dos o más mecheros laterales, provistos de un pie en forma de platillo y mango vertical o eje que puede subir, bajar o girar, rematado en asa para su transporte. Fue de uso generalizado hasta la entrada de los nuevos combustibles en el siglo XIX. Su forma depende del estilo de la época. Renacimiento, Barroco, Neoclasicismo, Rococó, Romanticismo darán vida a velones más o menos decorados. Se suele completar con accesorios como pantallas delante de Velón los mecheros, para reflejar la luz y aumentar su potencia, punzones o atizadores, para escarbar los mecheros, espabiladeras, para espabilar o apagar las mechas y capuchones para apagar la llama. En el siglo XVIII cobra vida el quinqué, que debe su nombre al farmacéutico francés Antoine Quinquet, quien perfeccionó el invento del químico suizo Aimé Argand, inventor de una lámpara que empleaba una mecha tubular encerrada entre dos cilindros metálicos.; el cilindro interior se extenderá más abajo del depósito de combustible y proporcionaba un tiro interno. Argand descubrió que un tubo de vidrio mejora el Chinqué


UN SOPLO DE LUZ tiro de la lámpara y hace que arda con más brillo, sin producir humo y protegiéndola del viento. Propia del siglo XIX es la capuchina, pequeña lámpara metálica de sobremesa, formada por un depósito globular para el aceite, astil y base; también presenta un asa para su transporte. El mechero se abre en la parte superior y suele ser abierto con una tapa que sirve para apagar la llama. Es de uso doméstico y sucede al velón, compartiendo con él los gustos y estilos de la época. A finales de la Edad Media fue novedoso el empleo de lámparas de techo, unas de barro cocido, otras de metal: bronce o plata. De época bizantina la más común es la de mecha flotante, que estaba encendida permanentemente ante el sagrario. Su uso se extendió por toda Europa. Normalmente era un recipiente de vidrio que se llenaba de agua, a la que se añadía aceite y una mecha de fibra que nadaba sobre el aceite. Derivado de éstas son las arañas, compuestas de ramas de metal, decoradas Capuchina al estilo del momento. A mediados del XIX aparece la lámpara de queroseno que se estudiará en el siguiente capítulo. Muchas es estas lámparas de techo funcionaban con velas que se obtenían a través de la cera de abejas. Ya en el siglo XX se han elaborado gracias a materiales sintéticos como la parafina. El empleo de la cera fue común en época romana, generalizándose en la Edad Media; la Iglesia fue su principal consumidora. La cera se obtiene a partir de los paneles que se prensan para conseguir una primera masa libre de miel, pero llena de impurezas que es preciso filtrar. Para ello, se funde mezclada con agua al baño de María y se filtra una y otra vez hasta dejarla limpia; posteriormente se prensa de nuevo para eliminar el resto del agua y se vierte sobre moldes donde se obtienen unos bloques de cera virgen, que son los que se usan para confeccionar velas o cirios impregnando en ellos la mecha. Una vez elaborado este producto,


UN SOPLO DE LUZ para su uso diario, se hacía necesario emplear un soporte, en algunos casos muy originales, como el realizado con hueso, con mango para su transporte. Otros útiles fueron el candelero, conocido desde la civilización romana, especie de cilindro hueco donde se acopla la vela. Suele llevar una arandela en torno al portavela para recoger los corros de cera. Comúnmente eran de bronce. Cuando adquirían grandes dimensiones o se ramificaban en brazos se denominaban candelabros.

Portavelas

Candelero

Candelabro

A partir del siglo XVIII se desarrolla este último sistema de iluminación, lámpara de sobremesa, con dos o más velas. En el siglo XIX se incorpora al uso doméstico la palmatoria, con un portavelas al que se añade una base en forma de platillos y un asa para su transporte. Curiosamente este instrumento fue uno de los objetos favoritos de la simbología cubista, como se comprueba en los cuadros de Picasso y Braque. Como elemento de apoyo a

Palmatoria


UN SOPLO DE LUZ candeleros, candelabros y palmatorias surgen las espabiladeras, especie de tijeras para espabilar o alagar el pábilo o mecha, con una cazoleta, a mitad de las cuchillas, para cortarlo. Cuando era obligado transportar la luz a la intemperie se empleó el farol, una caja con paredes de cristal que sirve para transportar la vela; generalmente era de estructura metálica, entre la que

Farol de mano

Farol de carruaje

se situaba el cristal. También van provistos de mangos o asas para su transporte; son típicos los de carruaje por la forma de sujeción y por la visera que los protégé.

Lampadario

Lamparillas o mariposas

Las lamparillas o mariposas presentan forma circular, con base de corcho en la que apoya el cartón y mecha. Se colocaban en el interior de un lampadario. El corcho actúa de disco flotante sobre la mezcla de agua y aceite. Era usual para altares, donde se adorase a vírgenes y santos. En la actualidad han sido sustituidas por lampadarios rectangulares, con lamparinas de base de aluminio que funcionan con electricidad.


UN SOPLO DE LUZ 3. DESDE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL A LA ACTUALIDAD En 183º se inventa el queroseno que se aplica a dos tipos de lámparas, las de lienzo o mecha y las de gas. Las primeras llevan un depósito con una carga de medio a un litro de esta carga; en él está sumergida el extremo de una mecha que se empapa con el combustible y cuyo extremo sale al exterior a través de una ranura que se encuentra en la tapa que cierra el depósito de combustible por la parte superior. Dicha ranura está provista de una cremallera que se acciona por un pequeño volante para subir o bajar el lienzo y adecuar el tamaño de la llama. Al cabo de un tiempo, la mecha se termina quemando y es necesario reemplazarla. En las de gas de queroseno, su depósito se cierra herméticamente y posee un émbolo con el que se bombea el aire en su interior produciendo elevada presión. Al abrir la válvula de paso, el queroseno pasa, a alta presión, pasa por un pequeño orificio donde se gasifica. Este gas lleva una bolsita de tela de amianto denominada camisa, que lo retiene para producir la ignición. Carburero para bicicleta

Carburero normal

Otras lámparas fueron las de carburo, de gran difusión por su bajo coste. Consta de un depósito superior de agua en el que una válvula reguladora gotea sobre el depósito inferior, donde se localiza el carburo, produciendo el gas acetileno que, por medio de un conducto se dirige al quemador exterior, dando lugar, por ignición, a una llama intensa y brillante. Del almacén del Museo se han rescatado carbureros para bicicletas, de mano, a modo de linternas y normales. Los historiadores datan el origen de la pila en el siglo XVIII, aunque algunos arqueólogos hablan de su descubrimiento


UN SOPLO DE LUZ 2000 años atrás. De las primeras pilas se paso a las alcalinas, que produjeron suficiente energía para las radios portátiles, estéreos, juguetes. Con la aparición de las de litio, para aparatos de alta tecnología, se ganó en tiempo de vida. En la década de 1880, el fundador de American Ever-Ready Company, Conrad Hubert, iluminó New York con ayuda de pilas secas y la antorcha eléctrica de mano. La primera patente de linterna Eveready fue de 1898, realizadas en papel y tubos de fibra, con un foco y reflector de bronce. Siete son las partes principales de una linterna: 1.- envase; 2.- contactos; 3.- interruptor; 4.- reflector; 5.- foco; 6.- lente; 7.- pilas. La primera aplicación práctica de la electricidad fue el telégrafo de Samuel Morse(1833). La generación masiva de electricidad comenzó a finales del siglo XIX; Nicola Tesla y Thomas Alva Edison fueron sus padres: el primero descubrió el sistema de motores y generadores de corriente alterna. Nada más iniciarse el siglo XX, se reconocen serios intentos de implantar una central hidroeléctrica en Olivenza, aprovechando las aguas del río Guadiana, a su paso por la aldea de Villarreal. El consorcio de cameranos, Felipe Martínez Rengifo, Margarita Arteaga García y Deogracias Blasco Zorzano sirve para poner en marcha esta central. El 19 de abril de 1900, Felipe Martínez se compromete a traer luz eléctrica a la villa por 45000 pesetas durante seis años de contrato. Desde el local de la Fábrica, se distribuiría a la población. El abundante material que se localiza en el almacén del Museo Etnográfico, aisladores, pesas, cajas registradoras etc, nos recuerdan estos primeros años. En 1931 se desarrolla la lámpara de sodio, que no resultó eficiente para el alumbrado interno, por el color amarillento de su luz, pero si que fue usual en calles, carreteras, túneles y puentes. En 1934 se expande la lámpara fluorescente en EE UU. Finales del XX y principios del XXI es el auge de las leds(Light Emitting Diodo) y microleds, caracterizadas por el ahorro de energía. La primera bombilla del tipo leds apareció en 1927, pero no se usó en la industria hasta los años sesenta. Hoy día su uso se ha


UN SOPLO DE LUZ incrementado por su fiabilidad, eficiencia energética y menor consumo.

4. EXPRESSÕES E DITOS DO POVO OLIVENTINO. A LUZ NO RIFONEIRO ALENTEJANO. EL CANDIL. En esta página se recogen algunas expresiones y refranes relacionados con la luz, incluos en su sentido metafórico, recogidos por Ventura Ledesma Abrantes en su libro sobre O patrimonio da Sereníssima Casa de Bragança em Olivenza. Simplemente nos dedicamos a recogerla y transmitirla tal cual, evitando cualquier tipo de comentario sobre su significado. Expressões: -A nôte faziamos um lumarão e assim passávamos o tempo. -Quando acendiamos a luz, as moscas ficavam todas agarradas ao mosquero. -Estava cheio de lámparas. Ditos: -Mais custa a mecha com o cebo. -Nem tudo que luz é oiro. -O fogo junto a estopa, vem o diabo e a sopra. -O que arde, cura. El candil, corridiño oliventino, melodía popular nacida en Olivenza, debe su nombre a este útil que servía para iluminar la estancia donde se reunían los oliventinos a bailar. BIBLIOGRAFÍA (1) Museo de La Rioja. Hágase la luz, del candil al interruptor. Fichas Didácticas. Logroño, 2010. (2) Museo de Cáceres. A la luz del candil. Cáceres, 2000. (3) LEDESMA ABRANTES, V.: O Patrimonio da Sereníssima Casa de Bragança em Olivenza. Lisboa, 1954. (4) VALLECILLO TEODORO, M.A.: Olivenza en su historia. Olivenza, 19999, pág. 101. (5) Http://es.wikipedia.org.


CONSORCIO MUSEO ETNOGRÁFICO EXTREMEÑO

GONZÁLEZ SANTANA OLIVENZA ( Badajoz )

GOBIERNO DE EXTREMADURA Consejería de Educación y Cultura


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