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Conclusiones
del virrey Pedro Messía de la Zerda. Don Jorge Miguel se encuentra de pie en posición de tres cuartos mirando hacia el costado derecho, en contraste con María Thadea que se encuentra sentada mirando hacia el costado izquierdo de su retrato. El marqués sostiene con su mano derecha el bastón de mando y en su mano izquierda unos guantes blancos. Aprieta entre su brazo izquierdo y su cuerpo un tricornio negro. Se encuentra vestido de casaca, chupa y calzón de tono gris claro, decorados los dos primeros con galones de oro, haciendo juegos tonales y estilísticos con el vestido de la marquesa. Lleva en su cabeza una peluca blanca con un rulo a cada lado y una coleta hacia atrás recogida con un lazo negro. Tras el personaje del costado derecho de la pintura se ve una mesa cubierta por un mantel rojo, sobre el que se dispone una estola blanca con el escudo dominico.
Hacia el fondo se ve la misma pared verde que en el retrato de la marquesa, sobre la que cae del costado izquierdo la cortina de terciopelo rojo. Toda la escena se encuentra inserta en un marco ovalado pintado en el lienzo con las mismas características que el que enmarca a María Thadea, en cuya parte inferior se dispone la cartela ya descrita. Como se evidencia, los retratos se complementan simétricamente, emparejándose además a partir de características como el formato, el contenido, la composición y el color. 87
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Cada uno de los elementos representados en el retrato tiene un significado particularmente político que se distingue con el título referido en la cartela. Y puede parecer obvio que una marquesa esté usando estos objetos, pero solo un reducido grupo podía entender el significado individual que cada uno aportaba a la apariencia política de María Thadea. En este sentido, resulta fundamental resaltar la geografía de la nobleza dentro de la que se ubicó el retrato de María Thadea, pues se extendió del territorio neogranadino a las noblezas de Nueva España y España. El objetivo de estudiar cómo se extiende esta geografía es mostrar una tradición del retrato femenino dentro del que los objetos juegan un papel fundamental en la individualización del personaje a lo largo de las colonias españolas en América. Se puede pensar entonces esta tradición de una forma internacional que comprende la totalidad de los territorios españoles, especialmente los americanos.
Por otro lado, es interesante pensar en los relojes como contenedores de la hora de nacimiento y muerte, y por ende el retrato como uno póstumo. Estando viva ¿para qué necesitaba el marqués un retrato que demostrara su limpieza de sangre? Quizá este es el documento
el documento que le ayudó a demostrar su título tras la muerte de su esposa y sus segundas nupcias. En esta medida, la firma del artista adquiere un papel de testigo con autoridad para confiar e “inmortalizar” este hecho en el retrato. Y es un testigo que ayuda a que sean vistos como uno, pues las coincidencias simétricas, los colores, la información que cada retrato presenta, los hace indispensables el uno para el otro. El retrato de pareja demuestra con más fuerza lo indispensable que era María Thadea para Jorge Miguel y su título como marqués. Las firmas en cada retrato ayudan a conocer junto con los colores, su posición. De esta forma, Joaquín Gutiérrez se muestra como el cómplice y artífice que hará esta unión duradera. Es un personaje importante, pues con las atribuciones que se le hacen puede ser pensado en el contexto virreinal como el pintor de la corte. Así, demuestro que el retrato hecho por Gutiérrez gracias a sus diferentes elementos y su cultura material, cumplió su cometido de ser un testimonio de la marquesa.