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Existe relación entre la comunicación, el canto y las cosmogonías?

cercopitecos: género

incluido dentro del orden de los primates. Actualmente se conocen 26 especies de cercopiteco, caracterizadas todas ellas por un tamaño medio, una dieta herbívora y un hábitat básicamente arbóreo.

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» Por sergio MorAl del Hoyo

Educador de museos, especialista en divulgación sobre evolución humana (Grupo Evento)

Algunas de las preguntas más controvertidas y debatidas en el mundo de la paleontología y la arqueología actual son cuándo y cómo surgió el lenguaje. El primer problema al que nos enfrentamos con ellas es las diferentes maneras que cada uno de nosotros tenemos a la hora de definir la palabra “lenguaje”. Si por lenguaje entendemos cualquier sistema de comunicación entre dos o más individuos, el lenguaje surgió en época muy temprana, anterior a nuestro propio origen como seres humanos. No en vano son muchos los estudios que han demostrado la capacidad de comunicación que poseen los animales. Por poner un ejemplo cercano a nosotros, nuestros parientes los cercopitecos emiten diferentes tipos de sonido para alertar de peligro en función de si este procede del suelo (leopardo) o del cielo (águila). Cada uno de ellos suscita un determinado tipo de conducta en quienes lo escuchan, el más adecuado para enfrentarse al problema que se avecina. Sin embargo, si por lenguaje entendemos un sistema con doble articulación, con reglas gramaticales, dinámico y sobre todo simbólico, para el cual son necesarias ciertas adquisiciones en el cerebro, el cuerpo y la voz, entonces las fechas se reducen mucho más, apuntando a algún momento en torno al último medio millón de años.

La música, sin embargo, posiblemente surgiera en un momento anterior al lenguaje. Elementos clave para la música como son el ritmo o la melodía están presentes en muchos seres vivos. Basta con escuchar los sonidos emitidos por otros primates como los gelada o los gibones para darnos cuenta de su musicalidad. No resulta por tanto difícil imaginarnos a los primeros representantes del género Homo, o quizás antes, en un primer momento silbando, tarareando o simplemente imitando esos sonidos de la naturaleza que escuchaban con frecuencia y resonaban en sus todavía pequeños cerebros. Incluso a partir de esos momentos, dichos sonidos pudieron haber adquirido un tipo de información, sensación o emoción concretas, y que nuestros antepasados emplearan dichos sonidos para comunicarlo, en lo que sería uno de los primeros pasos en la adquisición de nuestro complejo lenguaje. El propio Darwin llegó a decir que, antes de adquirir el poder de expresar

el amor mutuo en un lenguaje articulado, los progenitores del ser humano se esforzaron en cautivarse los unos a los otros mediante ritmos y notas musicales. Este factor adicional de la música vendría a completar el papel que sin duda tuvo en la cooperación y los lazos sociales de los primeros grupos de homininos.

El canto, tal y como lo entendemos hoy en día, es la fusión de los dos aspectos anteriores arriba mencionados y, por tanto, el último de todos en hacer acto de presencia en nuestra evolución. La existencia y el desarrollo de la música y el lenguaje son necesarios para el canto. Por consiguiente, una de las claves para aproximarnos al origen del canto parece estar en la aparición de una mente lo suficientemente simbólica para aunar todas las características necesarias para ello. Hasta hace unos quince años, la mayor parte de la comunidad científica estaba de acuerdo con que dicha capacidad simbólica no surgió hasta la aparición de nuestra especie Homo sapiens. Las evidencias arqueológicas así parecían confirmarlo, y las escasas pruebas que se salían de este guión eran refutadas por los expertos bajo esa misma premisa. Una de ellas es conocida como la flauta de Divje Babe. Esta pieza, descubierta en la década de 1990 en una cueva eslovena, data de hace unos 43.000 años y representaría un fragmento del instrumento musical más antiguo conocido hasta el momento. Aunque no se encontraron restos humanos en la cavidad, su contexto y cronología señalan a los neandertales como sus fabricantes, con todas las implicaciones que ello conlleva. Desde su descubrimiento la comunidad científica se ha dividido en dos bandos, sin que quede claro aún quién tiene la razón. Unos dicen que el tipo y tamaño de sus agujeros, así como su posición, unido a que ha sido testeada y alcanza varias notas de la escala musical, son argumentos

Reconstrucción de las flautas de Divje Babe (izquierda) y de Geissenklösterle (derecha).

© Museo de la Evolución Humana, Junta de Castilla y León.

Recreación del aspecto de un neandertal a partir de los restos encontrados en el yacimiento de Fumane (Italia) por Fabio Fogliazza.

© Museo de la Evolución Humana, Junta de Castilla y León suficientes como para hablar de flauta. Otros, no menos importantes y numerosos, defienden que muchos carnívoros al mordisquear los huesos producen orificios muy similares a los mostrados por esta pieza. El debate aún colea. No hay debate sin embargo con otro objeto de similares características hallado en la cueva alemana de Geissenklösterle. Con una cronología similar, los investigadores están de acuerdo con que se trata de una flauta, que por el contexto en el que aparece se atribuye, sin ningún género de dudas, a Homo sapiens.

Otros de los yacimientos que se alinean en la idea de una mente simbólica ya en los grupos neandertales son aquellos que muestran algún tipo de adorno corporal (collares de dientes o garras de ave, plumas o pintura corporal roja) o incluso enterramientos funerarios.

El mundo de la muerte es un mundo eminentemente simbólico, y los neandertales ya formaban parte de él hace unos 120.000 años en el yacimiento de Tabun en Israel. Pero incluso podríamos retrasar esa fecha algo más en el tiempo, observando una actitud simbólica hacia la muerte en la cueva de Rising Star (Homo naledi, Sudáfrica, 300.000 años) y en la Sima de los Huesos (antepasados de los neandertales, España, 430.000 años). Ambas cuevas, situadas en lugares muy distantes entre sí, comparten una misma hipótesis; los miles de restos humanos encontrados en su interior han sido depositados intencionalmente por sus congéneres, en los que constituyen los primeros enterramientos de la humanidad. Incluso en la Sima de los Huesos, donde se lleva trabajando desde el año 1978, se ha encontrado un hacha de piedra o bifaz –Excalibur–, que los

investigadores han interpretado como un objeto arrojado intencionalmente a su interior.

A pesar de todo, algunos autores consideraban que la expresividad artística era exclusiva de Homo sapiens. El arte rupestre, formado por miles y miles de grabados y pinturas realizados en multitud de rocas a lo largo del planeta, mostraba todo un mundo de ideas, símbolos, creencias y preocupaciones de la vida cotidiana y espiritual de nuestros antepasados sapiens que nadie antes había tenido la capacidad de plasmar. O eso se pensaba hasta ahora. Precisamente, en el año 2018, la revista científica internacional Science se hizo eco en su portada de un hallazgo que puede acabar definitivamente con la exclusividad artística de nuestra especie, si es que aún existían dudas. Se trata de unas nuevas dataciones de pinturas rupestres llevadas a cabo en tres cuevas españolas. Los resultados han arrojado unas fechas no anteriores a los 65.000 años, más de 20.000 años antes de que los Homo sapiens alcanzasen la península ibérica. Para los investigadores del proyecto no hay duda de que fueron hechas por los neandertales, lo que les equipara con nuestra propia especie en aspectos tan debatidos como el lenguaje, la cognición avanzada o el pensamiento simbólico.

Es por todo esto que, si tuviéramos que responder a la pregunta de si los neandertales podían cantar, la respuesta sería que sí. No solo estarían en condiciones biológicas y cognitivas de hacerlo, sino que muy probablemente lo hicieran. Y lo harían porque el canto influye positivamente en la sociedad, fomentando sus lazos y validando sus estructuras, generando confianza, facilitando las labores colectivas… Y, aunque nunca lo sabremos con certeza, lo más probable es que no cantasen rap, a pesar de la –a mi juicio– laxa traducción del título del libro de Steven Mithen, The singing neanderthals.

arte rupestre:

manifestaciones humanas basadas en pinturas o grabados realizadas sobre una superficie rocosa.

» Fernández López, J. M., Paleontropología Hoy, 2018. Disponible en: http://paleoantropologiahoy.blogspot.com.es/ » Hoffmann, D. et al., U-Th dating of carbonate crust reveals Neanderthal origin of Iberian cave art, 2018. Disponible en: http://science. sciencemag.org/content/359/6378/912 » Mithen, S., Los neandertales cantaban rap. Los orígenes de la música y el lenguaje, Barcelona, Crítica, 2005. » Morley, I., The Prehistory of Music. Human Evolution, Archaeology and the Origins of Musicality, Londres, Oxford University Press, 2013. » Turk, I., Playing the Neanderthal Bone Flute Music, 2010. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=sHy9FOblt7Y  lecturas » sugeridas

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