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Por qué se creó la religión?
» Por dArío sztAjnszrAjBer
Filósofo
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La pregunta por los motivos de la creación de la religión es interesante porque supone, ya desde su formulación, un punto de partida que rompe con la lógica propia del discurso religioso. Desde su interioridad, la religión nunca aceptaría que ha sido una invención, sino que es vista, por parte del religioso, como la posibilidad, la apertura, la voluntad de la divinidad de revelarse y conectarse con el ser humano y, de esta manera, ofrecerle una salida: una respuesta a su problemática existencial, que es el hecho de la muerte. Es decir que la religión es una creación humana que, para funcionar bien, para ser convincente, necesita –como diría Nietzsche– que sea olvidado su origen ficcional. En la medida en que ese origen ficcional siga recurrentemente presente, la propuesta religiosa pierde fuerza y convicción.
En primer lugar, es necesario destacar que, siempre que se habla de la religión desde afuera de la religión, en algún punto pareciera que se pierde la posibilidad de un debate intenso, intrínseco, lo cual sería mucho más fructífero. Lo que sucede es que, lamentablemente, seguimos pensando la cuestión religiosa en términos binarios; es decir, a partir de dos paradigmas irreconciliables: por un lado, el paradigma científico-racional y, por el otro, el paradigma de la fe o religioso.
Si fuera posible deconstruir esa dualidad, se nos haría evidente que el ser humano se encuentra en este mundo ante un sinfín de preguntas, pero, sobre todo, de dos preguntas claves que tienen que ver con el origen y con el final. La ciencia puede explicar el funcionamiento y las razones por las cuales se producen muchos de los fenómenos naturales. Sin embargo, la ciencia no puede desentrañar el fundamento último de las cosas. Esa razón última, esa causa primera que explique por qué las cosas son como son y no son de otra manera. Esta es una falencia de la ciencia que la filosofía pone permanentemente sobre el tapete y, en reiteradas oportunidades, ha denunciado los intentos inverosímiles por postular, tanto el comienzo como el fin, de una manera concluyente y definitiva.
Ahora bien, si ha existido una institución que ha sabido aprovecharse de esa imposibilidad de darnos una respuesta
FriedricH nietZscHe:
filósofo alemán del siglo XIX. Esta propuesta respecto del origen del lenguaje la desarrolló particularmente en la obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, editada en castellano por múltiples editoriales.
MiGuel de unaMuno Y juGo (espaÑa, 1864-1936): fue un
escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. Fue profesor y también rector de la Universidad de Salamanca a lo largo de tres periodos, también fue diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República española. Escribió una gran variedad de géneros literarios como novela, ensayo, teatro y poesía. Sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe, por lo que el eje de su obra refleja su angustia por la división entre lo ideal y lo real, entre el corazón y la razón. última, esa ha sido la institución religiosa. La religión ha logrado capturar esa angustia por el devenir infinito de todo lo que nos rodea, y postular un inicio y un final. Y, sobre todo, por postular un sentido para la muerte. Al respecto, resulta claro el decir de Miguel de Unamuno, que postula que el gran éxito del cristianismo consiste en que, como ningún otro lenguaje, resolvió el único problema que al ser humano le interesa resolver: por qué muero y cómo resucito. Cómo vuelvo a la vida. Esta es una cuestión clave para pensar y cuestionarse la existencia de la religión.
Etimológicamente, religión significa “religarnos”. Pero hay una interpretación que vincula a la palabra religión con el religarse con la creación. Por eso, una vida religiosa es una práctica religiosa; uno vive religiosamente cumpliendo las normas y los mandatos necesarios para volver a ligarse con la divinidad. Esta lectura de la etimología es la que hace el cristianismo a partir de los textos de Tertuliano (160-220), que es quien más fomenta esta línea. Asimismo, hay una línea etimológica romana –que también llega al cristianismo y después se difunde por otras religiones– que proviene de Cicerón (106-30 a. C.) y relaciona la palabra religión con la noción de lógos. Esta interpretación de religio está asociada con la idea de relegere, que significa “reunir escrupulosamente”. Es decir que se trata de una unión, pero de la unión sintética que se hace a la hora de leer. Dicho de una manera más sencilla: religión puede provenir de relectura. En este sentido, lo religioso tiene que ver con la permanente resignificación que hacemos de nuestras lecturas de las cosas; siempre estamos haciendo una relectura –sobre todo si pensamos que nuestra relación de sentido con la realidad es narrativa–. En cierto modo, podríamos sostener que la religión puede terminar reduciéndose a una comunidad de intérpretes que vienen leyendo hace tiempo los mismos textos.
Para finalizar, la religión –sobre todo la religión de libro– se vuelve institución a partir de la construcción de un sistema jerárquico, en el cual una cantidad de funcionarios parecerían tener un acceso privilegiado a esa revelación que aparece en el libro. Resulta obvio que las religiones de libro entienden que Dios se reveló en un libro, justo en ese libro que es la Biblia, y ese libro es el que marca no solo la forma de vida, sino también la forma de sobrevivir a la vida o a la muerte, según se cumplan los mandatos que en él se enuncian.