Pobreza y Desigualdad

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POBREZA Y DESIGUALDAD: Dos caras de una misma moneda.

Especialista Universitario en Cooperación y Acción Humanitaria. Módulo6: Desarrollo humano, pobreza, desigualdades y políticas de desarrollo. [20/02/2012]

Ana Hilaria Espín Sánchez 3. Pobreza y desigualdad son las dos caras de una misma moneda: el subdesarrollo. Si resolvemos los problemas de las desigualdades, habremos resuelto simultáneamente los problemas de pobreza.


Pobreza y Desigualdad: dos caras de una misma moneda.

A pesar de que la idea de la relación entre pobreza y desigualdad está ampliamente extendida entre los profesionales del desarrollo, no se puede demostrar una identificación tan clara. Existen disparidad de opiniones, defensores, y detractores de este enunciado que explican que no todo el problema de la pobreza se puede eliminar si resolvemos el problema de las desigualdades, ya que aunque están estrechamente ligados, existen más factores que condicionan la pobreza. En primer lugar, hay tipos de desigualdades que no se pueden eliminar o desigualdades que la inmensa mayoría consideramos justas y no se deberían eliminar. Por otra parte, se podría interpretar que se refiere exclusivamente a la desigualdad de ingreso o consumo, en cuyo caso no podríamos dar por válida la afirmación, ya que no debemos olvidar, dicen los detractores a esta tesis, que si medimos las desigualdades como índice de ingreso no tendríamos en cuenta el índice de pobreza humana (PNUD, 2005). Por tanto, aunque sí es cierto que la pobreza y la desigualdad están íntimamente relacionadas y van de la mano en el subdesarrollo, habría que tener claro a qué nos referimos cuando hablamos de pobreza y qué tipo de desigualdades describimos con esta declaración.

¿Qué es la pobreza? En los últimos tiempos, la idea de que la pobreza es demasiado compleja para reducirse a una dimensión única de la vida humana ha cogido fuerza. Desde que en 1990 se inició el informe sobre desarrollo humano en las Naciones Ana Hilaria Espín Sánchez

Unidas, se insiste en la idea de que la línea de pobreza basada en el consumo o el ingreso tiene en cuenta una dimensión importante pero parcial, ya que las privaciones no son medibles a través del nivel de ingresos. Por tanto, la pobreza depende del contexto, y el carácter de la privación humana varía con las condiciones sociales y económicas, es decir, bajo estos supuestos, la pobreza significa que se deniegan las oportunidades y las opciones más fundamentales del desarrollo humano, entendido este como la posibilidad de vivir una larga vida, sana y creativa, y disfrutar de un nivel decente de vida, libertad, dignidad, respeto por sí mismo y por los demás. (PNUD, 1990). En este sentido, Amartya Sen nos habla de las libertades sustantivas, que consisten en la capacidad de optar por una determinada forma de vida o hacer las cosas que uno valora.

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Las desigualdades profundas en cuanto a posibilidades de vida limitan estas libertades sustantivas y le restan sentido a la idea de la igualdad ante la ley. Este tipo de desigualdad está íntimamente ligada al índice de pobreza humana. Según Kofi A. Annan, Amartya Sen nos muestra que la calidad de nuestras vidas debe medirse no por nuestra riqueza, sino por nuestra libertad. En el informe de PNUD de 1997 se explican las dimensiones de la pobreza diferenciando entre perspectiva conglomerativa (basada en consumo e ingreso) y la perspectiva de privatización, y es en esta última donde encontramos elementos innovadores a la hora de calcular el índice de pobreza humana. En el informe Poverty in Focus de PNUD publicado en diciembre de 2006, Robert Chambers expone que el significado de pobreza depende de a quién se lo preguntes, o quién responda, y clasifica las respuestas en 4 grupos fundamentales. 1. Pobreza de ingreso y/o consumo: es la más medida por la mayoría de los economistas, y por lo general, no está sujeta a debate. 2. Falta de bienes materiales: aquí se incluye la carencia de refugio, ropa, muebles, radio, televisión, etc. 3. La pobreza como privación de capacidades: la explicación de este grupo es obra de Amartya Sen. Se refiere a lo que podemos y no podemos hacer, y más allá de los bienes materiales incluye la capacidad humana y el respeto que la sociedad le tenga a uno mismo. 4. Visión multidimensional de la privación y carencia de materiales como solo una de las distintas dimensiones de la pobreza. Peter Townsend introduce la relación entre pobreza y desigualdad cuando nos habla del Ana Hilaria Espín Sánchez

concepto de “relatividad” para definir la pobreza, que apareció a finales del siglo XX. Este concepto incluía condiciones materiales y sociales. En la actualidad, dice, la gente no está sujeta a las mismas leyes, obligaciones y fronteras que en otra época. La globalización está conectando a la gente y sus estándares de vida, mientras que las desigualdades crecen. Por tanto, existen mayores objeciones a la hora de intentar medir la pobreza basándose en un índice de precios. En este sentido, Peter Townsend, apela a las palabras de Adam Smith cuando utilizaba el ejemplo de la necesidad de tener una camisa de lino de los labradores en la primera mitad del siglo XIX para explicar que la pobreza no solo está definida por la falta de recursos materiales, o por la mala distribución de estos, sino que también es la incapacidad para cumplir las demandas sociales o las costumbres de la sociedad.

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Un labrador no necesitaba una camisa de lino para sobrevivir pero sí para evitar la exclusión social. Con esta reflexión se relaciona la pobreza con una desigualdad que va más allá de la desigualdad de ingresos. Si tenemos en cuenta la exclusión social para analizar las condiciones de quienes no son necesariamente pobres de ingreso pero están alejados de la corriente principal de la sociedad, nos viene bien la teoría de Robert Chambers sobre la necesidad de tener en cuenta, a la hora de hacer una definición de pobreza, la opinión y el punto de vista de la gente pobre y/o a las comunidades locales.

En conclusión, desde el PNUD se han dejado de medir los ingresos y el consumo como únicos indicadores de la pobreza, y ahora la selección de indicadores del índice de pobreza humana tiene en cuenta el contexto social de un país, algo que está muy relacionado con las desigualdades.

En los países en desarrollo algunas de las cuestiones relacionadas con la pobreza pueden ser el hambre, el analfabetismo, las epidemias y la falta de servicios de salud o de agua potable. Todo esto, puede no tener importancia en los países más desarrollados, donde es raro pasar hambre, la alfabetización es casi universal, la mayoría de las epidemias están bien controladas, los servicios de salud son por lo general universales y es fácil hallar agua potable. Por tanto, algunas cosas son esenciales para la participación social en una comunidad y no en otra. El resultado es que el ingreso mínimo necesario para eludir el aislamiento social puede ser muy diferente entre las comunidades. (PNUD, 1997). Ana Hilaria Espín Sánchez

De esta forma, el IPH presentado en el Informe sobre Desarrollo Humano de 1997 se concentra en la privación de tres elementos esenciales de la vida humana y que ya se reflejaban en el índice de desarrollo humano: la longevidad, los conocimientos y un nivel de vida decente. Aún con todo, tanto el IDH como el IPH son medidas altamente incompletas y no capturan muchas otras dimensiones de la vida, ni las condiciones sociales que son necesarias. Hay investigadores que piensan que la pobreza humana incluye muchos aspectos que no se pueden medir o que no se están midiendo. Sen se refiere a 5 instrumentos de libertad como esenciales para una vida de dignidad: -Facilidades económicas. -Oportunidades sociales.

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-Libertad política. -Seguridad. -Garantía de transparencia. Ni el IDH ni el IPH incluyen en sus indicadores la libertad política, la seguridad ni la transparencia. (Sakiko Fukuda-Parr, 2006). Otra idea apela a que, aunque se usan otros indicadores para monitorizar el progreso, como en los Objetivos del Milenio que tienen 49 indicadores, es la medida de los ingresos el indicador más usado. Sakiko Fukuda-Parr cree que una de las razones es la necesidad de mirar a un número en lugar de a 49 diferentes para tener una visión general de la evolución del progreso.

¿Por qué es importante resolver los problemas de desigualdad para reducir la pobreza? La pobreza no depende solamente del crecimiento de la economía, sino también de la distribución de los ingresos de la economía del país. Como hemos visto, la pobreza también es la falta de servicios básicos como alimentación, salud, higiene, vestido, vivienda, educación, etc., así como la falta de oportunidades que deriva en la exclusión social. Una persona puede no acceder a estos recursos o porque no están disponibles o porque no puede alcanzarlos por la falta de dinero. Si a pesar de haber un crecimiento económico en un país, hay una apropiación desigual de los beneficios y el capital no se reparte equitativamente el problema de la pobreza persiste. Amartya Sen, en su obra “Libertad y desarrollo” asegura que el hambre caracteriza a

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una situación en la que las personas no tienen que comer, pero no una situación en la que no hay suficiente disponibilidad de alimentos. El resultado es que el hambre, que es un signo de pobreza, guarda relación con la propiedad. Por tanto, la desigualdad es importante para el desarrollo humano y como consecuencia para la pobreza. La mayoría estamos de acuerdo en que heredar desventajas de oportunidad va en contra de la justicia social, pero lo que no solemos tener en cuenta es que las disparidades fundadas en la riqueza, la religión, el género y el origen étnico son perniciosas también para el crecimiento, la democracia y la cohesión social. Los derechos humanos son universales y no de concesión optativa o discrecional, por tanto, y ya que el progreso se mide sumando la justicia mundial y los derechos humanos, este tiene que beneficiar a

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todos sin perjuicio de la situación económica, el género, la riqueza de los padres o el lugar dentro de un país (PNUD, 2005). A pesar de que los economistas se empeñen en hacer cálculos acerca de la tasa de crecimiento necesaria durante un periodo de tiempo para reducir la pobreza, los impedimentos son de orden social y político. Provienen del acceso desigual a los recursos y de la distribución del poder tanto dentro de un mismo país como entre distintos países del mundo (Poverty in Focus, 2007).

Por otra parte, la extrema desigualdad no sólo es perjudicial para la reducción de la pobreza, también lo es para el crecimiento. El avance hacia una mayor equidad distributiva, por pequeño que sea, puede promover el desarrollo humano y acelerar el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuya primera meta (reducir a la mitad entre 1990 y 2015 el porcentaje de personas con ingresos inferiores a un dólar diario), según las previsiones del Banco Mundial, solo China cumpliría al pasar de 27,9% de pobreza extrema a nivel mundial en 1990, a 13,3% en 2015 (PNUD, 2003).

Las desigualdades de ingreso en los países en desarrollo hacen del crecimiento un camino menos seguro que antes para aliviar la pobreza absoluta (Berry, 2003:102). De este modo, si atendemos a las desigualdades de ingreso en relación con la pobreza, veremos que estas varían de una región a otra: América Latina y África Subsahariana registran niveles muy altos de desigualdad, mientras que Asia Meridional y los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) presentan niveles mucho menores. (PNUD, 2005). Ana Hilaria Espín Sánchez

La tendencia es de un aumento de la desigualdad en el interior de los países, lo que afecta a los ingresos promedio y a los niveles de pobreza. Según el informe sobre Desarrollo Humano del PNUD elaborado en 2005 una distribución más igualitaria puede significar que los pobres que habitan en los países con niveles bajos de desigualdad tienen ingresos mayores que los pobres de los países con niveles de ingreso promedio más altos. Por tanto, la distribución afecta claramente a la pobreza. En este sentido, también es importante comparar los países de ingresos bajos y los que tienen una alta desigualdad, porque el resultado es que una distribución más equitativa puede relacionarse con niveles inferiores de pobreza.

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Adam Smith ya explicó la relación entre progreso o crecimiento, y pobreza: no puede haber una sociedad creciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados, y añadía, además, que los miembros de la sociedad deberían contar con un ingreso que les permitiera presentarse en público “sin vergüenza”. Existen pruebas concretas que demuestran que una mayor equidad distributiva puede acelerar el crecimiento y con ello aumentar el tamaño de la tarta económica y que los pobres obtengan una porción mayor. (PNUD, 2005). El principal argumento de los defensores de esta idea es que cuanto más participen los pobres en el incremento de los ingresos de un país más influirá el crecimiento en la reducción de la pobreza, es decir, disminuir las desigualdades aumentaría el crecimiento y reduciría la pobreza. Los detractores a esta corriente argumentan que los bajos niveles de desigualdad no son inherentemente positivos para la reducción de la pobreza, y utilizan el ejemplo de Benin, un país con bajo crecimiento y poca desigualdad. En respuesta a esto, algunos investigadores argumentan que si todo lo demás permanece inalterado, mientras mayor sea la proporción del aumento del crecimiento captado por los pobres, más rápido disminuirá la pobreza. Por tanto, aumentar la proporción de crecimiento adicional que se destina a los pobres puede acelerar la tasa a la cual la prosperidad creciente reduce la pobreza, al tiempo que aumenta la tasa de crecimiento general (PNUD, 2005).

Pero las desigualdades de ingreso no se desarrollan de forma aislada, sino que influyen

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en otros aspectos de la vida, incluso en la probabilidad de seguir vivo al nacer, creando estructuras que se mantienen durante diferentes ciclos y se van heredando de generación en generación. Ahora vemos otros tipos de desigualdad que pueden o no ser causa de la desigualdad de ingreso y que influyen en los niveles de pobreza:

1. Desigualdad en el acceso a atención médica: en países desarrollados está relacionado con el acceso a seguros, especialmente en Estados Unidos donde destaca una paradoja fundamental del sistema en el que se ven altos niveles de gasto en atención médica personal por los adelantos en tecnología y tratamientos

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médicos, mientras que se acentúan las desigualdades sociales por la financiación del sistema. Desigualdades que acaban convirtiéndose en un problema de raza. 2. Vivir en zonas rurales: en muchos países el acceso a los servicios es menor en estas zonas. 3. Desigualdad de género: que en muchos países, especialmente en Asia Meridional, se refleja en desigualdades estructurales, en la nutrición, la atención de salud y el estatus. Por ejemplo, en la India la tasa de mortalidad entre los menores de uno a cinco años es 50% mayor para las niñas que para los niños. 4. Desigualdades en las oportunidades de vida: este tipo de desigualdades perjudican los ODM ya que impiden el progreso en muchos ámbitos.

¿Por qué resolver los problemas de desigualdad no es la única solución a los problemas de la pobreza? Efectivamente, la pobreza y la desigualdad no son lo mismo, pero lo que sí que es cierto, como hemos podido comprobar, es que están íntimamente relacionadas. Pobreza y desigualdad son temas de interés en sí mismos y no es aceptable subsumir un concepto en el otro. Sin embargo, hay que reconocer la relación entre pobreza y el papel que la disminución de ésta juega en la reducción de aquella aún sin expandir la capacidad productiva de la sociedad (Sen, 1992). Hay personas que afirman: “Estamos en contra de la pobreza, pero la desigualdad es un asunto muy distinto que nada tiene que ver con la justicia social o los ODM”. En el informe sobre Desarrollo Humano del PNUD de 2005 aseguran que este Ana Hilaria Espín Sánchez

argumento es falaz: La pobreza absoluta y la desigualdad pueden no ser lo mismo pero están íntimamente relacionadas pues las disparidades en las oportunidades de vida definen las posibilidades que tiene un individuo de escapar de la pobreza. Por ejemplo, la desigualdad en el acceso a atención médica, educación o derechos políticos pueden reducir las perspectivas de una persona de salir de la pobreza.

Sin embargo, no es fácil resolver los problemas de desigualdad, e incluso, en según qué tipo de desigualdades tampoco parece justo. Amartya Sen sostiene que todo el mundo hoy cree en la igualdad de algo (de derechos, de libertades civiles, de oportunidades, etc.) del mismo modo que la mayoría aceptaríamos que no todas las desigualdades son injustas.

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En general, no aceptamos las desigualdades de oportunidad fundadas en el género, la riqueza heredada, el origen étnico u otras circunstancias fortuitas de nacimiento sobre las que el individuo no tiene control: La idea de que la gente esté condenada a una muerte más temprana, al analfabetismo o a ser ciudadanos o ciudadanas de segunda categoría debido a atributos heredados que están fuera de su control atenta contra el sentido de lo que es justo para la mayoría (PNUD, 2005). Ahora bien, aunque sigan habiendo dudas sobre hasta qué punto es justificable una desmesurada desigualdad de ingreso en una economía de mercado, pongamos como ejemplo las desorbitadas cifras de los sueldos de algunos banqueros u hombre de negocio, lo que es cierto es que esta desigualdad es inevitable porque en última estancia depende del esfuerzo personal de cada uno. Aun en el supuesto de que todas estas desigualdades pudieran resolverse y todos tuviéramos las mismas oportunidades, ¿nos parecería justo que todos obtuviésemos los mismos resultados a pesar de que nuestras capacidades y esfuerzos fueran distintos?

La cuestión en el contexto de este ensayo sería: la pobreza es privación, pero ¿si no existiese privación, existiría pobreza?

La pobreza se basa no solo en la situación empobrecida en que la persona vive, sino también en la carencia de oportunidad real, determinada por limitaciones sociales y por circunstancias personales, para vivir una vida valiosa y valorada (PNUD, 1997). La idea de la exclusión social nos hace ver que aunque se acabara con la desigualdad de oportunidades también podría seguir existiendo pobreza porque aquí se incluyen Ana Hilaria Espín Sánchez

también factores personales, psicológicos y físicos. A modo de conclusión, podemos afirmar que aunque no existieran diferencias de ingresos no se acabaría con la pobreza, por una parte porque nos parecería injusto, y por otra porque para explicar la naturaleza humana también intervienen factores internos de cada persona que escapan a nuestro control. Lo que sí influiría positivamente en la reducción de la pobreza y sería una solución factible, duradera, que ayudaría al crecimiento y a alcanzar los ODM, y en lo que la mayoría estaríamos de acuerdo es igualar las oportunidades. Aún así esto no acabaría con el problema de la pobreza, aunque sería una gran ayuda. La vida es una carrera, y a igualdad de condiciones no llegaríamos todos a nuestras metas, depende de las capacidades personales de cada uno.

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Por lo tanto basar el problema de la pobreza única y exclusivamente en la eliminación de las desigualdades es un error. Primero porque es imposible eliminar todas las desigualdades, segundo porque aunque lo consiguiéramos, no nos parecería justo, el caso más ilustrativo sería el de la desigualdad de los ingresos, y tercero porque aunque consiguiéramos superar las dos barreras anteriores, aún así, seguiría existiendo pobreza. El enunciado es, aunque bien intencionado y encaminado, ya que sí que existe una

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estrecha relación entre pobreza y desigualdad, definitivamente, erróneo.

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Bibliografía: 1. Poverty in Focus. International Poverty Centre, PNUD, junio de 2007. 2. Informe sobre Desarrollo Humano, 1990. Concepto y medición del desarrollo humano, Oxford University Press, Nueva York. 3. Informe sobre Desarrollo Humano, 1997. Desarrollo humano para erradicar la pobreza. Oxford University Press, Nueva York. 4. Informe sobre Desarrollo Humano, 2005. La cooperación ante una encrucijada: Ayuda al desarrollo, comercio, seguridad en un mundo desigual. Oxford University Press, Nueva York. 5. Informe sobre Desarrollo Humano, 2010. La verdadera riqueza de las naciones: Caminos al desarrollo Humano. Oxford University Press, Nueva York. 6. Desarrollo y Libertad. Sen. A, 2000, Planeta, Barcelona. 7. Poverty in Focus. International Poverty Centre, PNUD, diciembre de 2006. 8. Poverty in Focus. International Poverty Centre, PNUD, enero de 2010.

Ana Hilaria Espín Sánchez

9. 100 imágenes de un mundo desigual. Icaria editorial e Intermón-Oxfam, Barcelona.

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