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EL TESORO DE LOS MINEROS. Matilde Ávila Arellano
EL TESORO DE LOS MINEROS
Matilde Ávila Arellano Colegio Integrado San Pío X - Talca
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Había una vez un grupo de mineros dividido en dos grupos: los buenos y los malos. Un día los llamaron para darles una gran misión: ir en busca del tesoro.
Había muchos mitos en torno al tesoro. Los malos creían en la historia de Joni Sous, el mejor minero de todos los tiempos. Él decía que en una Mansión cerca de las montañas, abandonada hacía muchos años debido a un terrible aluvión, existía en su interior cofres llenos de oro.
Los buenos conocían esta historia, pero, como “el secreto del minero”, ellos hablaban de la existencia de animales poseídos por un hechicero, que custodiaban el tesoro en la Mansión; por eso no era un lugar seguro. Así que decidieron ir a buscar en las montañas.
Todos se fueron en busca del oro. Se hizo de noche; los malos fueron a dormir en la Mansión, y los buenos hicieron campamento a los pies de la montaña.
Cuando dieron las dos de la mañana, uno de los malos escuchó un ruido de animales y creyó verlos; fue rápidamente a avisarle a sus compañeros, pero cuando éstos fueron a ver no había nada. La segunda noche se escuchó lo mismo, y él minero que los sintió se fue a dormir afuera de la Mansión por miedo.
Llegó el último día, y los malos ya tenían diez bolsas con oro; había sido muy fácil para ellos. Salían de la Mansión sintiéndose triunfadores. Mientras que los buenos, sólo llevaban una bolsa. De repente, aparece una estampida de animales feroces que ataca a los malos para recuperar el oro, los mineros sueltan las bolsas y salen corriendo como cobardes.
Los buenos, lentos pero seguros, se quedaron unos días más en la montaña, y lograron reunir un cofre con mucho oro sin tener que despertar ni desafiar a los guardianes de la Mansión. Así fue como los buenos terminaron ganando la misión a la que fueron encomendados.
EL LEÓN Y EL TIGRE
Lucas Salgado Acuña Instituto Andrés Bello - Talca
En la selva vivía un león que era agrandado, competitivo y que se creía superior a los demás; siempre organizaba carreras y nadie podía ganarle.
Un día desde muy lejos llegó un tigre que quería retar al león. Una vez frente al él, le dijo:
—Te vengo a retar y así dejarás de ser tan agrandado.
El león miró al tigre y le dijo riéndose:
—Primero tendrás que vencerme, y eso nunca pasará.
Los dos fueron a la línea de partida y arrancaron hacia la meta. Durante casi toda la carrera fueron muy parejos, pero el tigre aceleró el paso y adelantó al león. Al tigre le faltaba muy poco para llegar a la meta y, como sabía de su ventaja, cuando pasó cerca del río decidió detenerse a tomar agua. El león por fin logró alcanzarlo y al verlo desprevenido tomando agua, se acercó a él y lo empujó al río.
El león estaba a punto de cruzar la meta, pero escuchó al tigre que pedía ayuda; el león se sintió muy mal por lo que había hecho y regresó al río a ayudarlo. Una vez fuera del agua cruzaron la meta juntos y dejaron la carrera en un empate.
El león se disculpó con el tigre y con todos a los que había hecho sentir mal, y prometió cambiar de actitud. Desde ese día empezó a hacer muy buenos amigos.
Sofía quiere entrar al cielo
Maite Gómez Ayala Colegio Piamarta - Talca
Una niña llamada Sofía se ha convertido en ángel, y le pide a Dios ver a su familia. Él le dice que debe auxiliar a otros para poder entrar al Cielo.
Sofía va a la Tierra a ver quién necesitaba ayuda, y de repente vio un gatito; el pobrecito parecía sin hogar, era blanco y negro, estaba todo sucio y parecía tener hambre, ya que estaba muy flaco y dañado.
El ángel Sofía le dijo:
—¡Pobrecito! ¿Tienes hogar?
El gatito sacudió la cabeza de un lado a otro. Sofía lo tomó en sus brazos y lo acarició. Le dio tanta tristeza verlo solo que, de repente, se le ocurrió una ingeniosa idea. Se acercó a un árbol, le sacó unas ramas, tomó unas flores y sus tallos, y creó una canasta. Luego escribió en un papel: “Este gatito no tiene hogar. Por favor, adóptelo”, y puso el mensaje en la canasta junto al gatito. Sofía tocó la puerta de una casa y se escondió. Cuando el dueño abrió la puerta, miró al gatito y leyó la carta. Luego lanzó un largo suspiro, y dijo: —Si este gatito no tiene a nadie que lo cuide, yo lo voy adoptar.
Sofía se fue muy contenta en busca de quien más requiriera de su ayuda. En ese momento, escuchó un grito:
—¡Auxilio! ¡Mi hija se cae!
La angelita se guió por los gritos llegando rápidamente al lugar. Vio a la niña colgando de un edificio, y los bomberos no lograban alcanzarla. Sofía voló rápidamente hacia la niña, la tomó y dejó en el balcón. Todos se sorprendieron al verla, pero estaban tan felices y aliviados que no pensaron en nada.
Con su afán de seguir ayudando evitó un choque de muerte, le dio de comer a las palomas y llenó de agua los lagos y ríos secos.
Al terminar el día, Sofía volvió para que le permitieran ir al Cielo con su familia. Dios la vio llegar, y le dijo:
—Has ayudado a mucha gente. Ahora yo te ayudaré a ir con tu familia.
Y le abrió las puertas del Cielo.
MI NInEZ
Matilda Moyano Pérez Colegio Integrado San Pío X - Talca
Desde chica caminaba por el jardín de mi abuela. Conocí las hormigas, caracoles y babosas.
Qué grande me sentía al tocarlos con mis dedos. ¡Qué poco sabemos de ellos! ¡Tantas cosas que vemos!
Intrusos son en casa, se meten donde no los llaman. No le temen al agua, al detergente ni a nada.
También vi como se alimentan los gusanos y mariposas. Y vi al maravilloso picaflor chupar néctar y aletear en las hojas.
Revoloteando en el paisaje hace grandes piruetas la delicada golondrina, porque la primavera ya se acerca.
LA MEJOR AMIGA DE TOMaS
Maricela Antileo Díaz Escuela Prosperidad - Talca
Tomás es un compañero, un amigo en silencio y mi mascota. Hoy tiene tres años, y nuestra historia comienza así.
Había una vez una niña del sur que tenía una vida casi perfecta, con familia y amigos; lo más normal para sus siete años de edad. Excelente alumna y de carácter un poco tímida. Era soñadora, alegre y en lo más profundo de ella sentía que algo le faltaba para completar su felicidad. Esto era tener su propia mascota.
Corría el año 2016, vacaciones de verano para ser más exacto, cuando en un viaje a la capital y en un día de paseo junto a sus padres, conoció a quién la haría inmensamente feliz. Un perrito de no más de un mes de vida deambulaba solo por las calles. Le robó el corazón de inmediato, y desde ese mismo instante ambos supieron que serían amigos por siempre.
Tommy, como es su apodo de cariño, hoy es el regalón de la casa, tiene su vivienda propia y es un integrante más de la familia.
Hoy tengo diez años y soy más feliz que nunca al tener mi mascota soñada, el pequeño Tomás. Y sé que viviremos juntos, felices hasta la eternidad.