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MARAÑA, LA ARAÑA. Valentina Cisternas Ibáñez

Maraña, la araña

Valentina Cisternas Ibáñez Instituto Andrés Bello - Talca

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Había una vez una pequeña araña llamada Maraña que le tenía miedo a la oscuridad. Ella vivía en la habitación de Alicia, una niña que les temía a las arañas, pero no sabía que Maraña vivía ahí.

La pequeña araña dormía debajo de la cama, hasta que un día descubrió que para el cumpleaños de la niña, le habían regalado un peluche con luces. Desde esa noche, Maraña intentó llegar a la cama; primero intentó subir por el velador, pero estaba muy alto. Luego intentó por la silla del escritorio, pero nuevamente no pudo porque estaba muy inclinada. Antes de rendirse intentó subir por la cama y, después de mucho esfuerzo, lo consiguió. Una vez arriba buscó el lugar más cómodo sobre el peluche para poder dormir, y así no tener miedo. El peluche tenía muchas luces, lo que le daba tranquilidad.

Ya estaba amaneciendo. Alicia abrió los ojos y vio a la araña.

—¡Ayyyyy, qué susto! —gritó.

Al ver que la araña no se movía, que estaba tranquila y dormida, se calmó. Pasaron los días y Alicia se acostumbró a verla todas las mañanas, hasta que se hicieron muy buenas amigas.

Un día la mamá de Alicia entró a su habitación y le preguntó con quién hablaba, y qué hacía una araña encima de su peluche. La niña le respondió:

—Mamá, es mi amiga. Todas las mañanas converso con ella. Ya no les tengo miedo a las arañas.

Alicia aprendió que no debe temer a las arañas, porque no hacen daño. Sólo quieren dormir y descansar.

LADY ANIMAL

Sofía Pérez Bonvallet Colegio Integrado San Pío X - Talca

Había una vez una niña llamada Carolina que estaba de vacaciones en su cabaña del bosque. Ella se destacaba en tocar la flauta, y lo hacía todo el tiempo.

Un día Carolina se quedó sola y se fue a practicar al bosque. Detrás de los arbustos encontró un jardín secreto y se sentó ahí. Mientras tocaba, unos animales se acercaron a ver qué pasaba; vieron que era una niña y se sentaron juntos a escucharla. Estuvieron con ella una hora disfrutando de su música. Carolina les dijo:

—Mañana volveré aquí. Les tocaré la flauta y les traeré pan. Todos los días vendré.

Al día siguiente Carolina les tocó tres canciones, les enseñó a bailar y a cantar. Comieron pan y jamón, excepto los cerdos que comieron maíz. Pasaron tres meses de hermosa amistad, los animales esperaban muy felices a Carolina para bailar y cantar. Pero, un día no llegó. Estaban muy preocupados y tristes. Cuando de pronto encontraron una nota.

¡Volveré el próximo verano!

Los animales prometieron volver a reunirse allí, en el jardín secreto, cuando el radiante sol traiga de vuelta a su amiga Carolina.

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