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Araceli Villansen TroncosoHogar dulce hogar

Araceli Villansen Troncoso Escuela El Edén - Talca Hogar dulce hogar

Un día una niña llamada Antonia jugaba con su amiga María, jugaban a soñar y a crear su paraíso.

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Antonia dice: - Mi paraíso será gigante, con comida infinita, con dinero infinito y con muchos empleados para cocinar, ordenar y limpiar.

Mientras que María, comparte: - Mi paraíso es mi familia que me quiere y que es cariñosa. También tengo a mi hermanito y juego con él.

Antonia se fue a casa y seguía pensando en el paraíso. Cayó la noche y era la hora de dormir. Antonia esa noche soñó sobre su paraíso, y era como lo había pensado; pero los empleados eran todos malhumorados. Nadie quería jugar con ella, sólo querían trabajar para tener dinero y comprar comida. Antonia despertó asustada y fue a la cocina, tomó un vaso de agua y se fue a la cama; esta vez soñó con su casa, veía a su hermano feliz, su mamá cocinaba y a la vez jugaba con ella, y su papá estaba leyendo cerca de ella y su hermano. Era una casa feliz.

Antonia al otro día le contó a su familia lo que le había pasado, y su mamá le dijo que no hay como el dulce hogar; en ese momento ella comprendió que el mejor paraíso era su casa, porque era un lugar acogedor, agradable, todos eran cariñosos y eran felices.

Desde ese día cuando le preguntan si quiere reemplazar su casa por un castillo; ella declara que no, porque su hogar es su castillo, es único y alegre. Dice: - No hay hogar como su dulce hogar.

El pan de la amistad

Estefanía Morán Cid Escuela Prosperidad - Talca

Había una vez una familia muy particular, eran cinco integrantes; los padres, dos hermanos y Antonia. Todos eran muy generosos y gentiles. No era una familia con mucho dinero, pero tenían un gran corazón.

Un día Antonia iba al colegio a estudiar, porque quería ser alguien en la vida y poder ayudar a su familia a salir adelante. Casi al llegar a la escuela vio una pareja de abuelitos que avanzaban con mucha dificultad; Antonia se dio cuenta que se les cayó una bolsa al suelo y que no se habían dado cuenta. La niña va, la recoge y camina hacia ellos y les entrega lo que había recogido.

La abuelita la mira y le dice: - Niña, muchas gracias, aquí está nuestro almuerzo.

Estaban tan agradecidos con el gesto amable de ella, que sacan un pan de la bolsa y se lo entregan. Antonia al principio no quiso recibirlo, pero luego se da cuenta que para los abuelitos era importante. Lo tomó en sus manos, les da un abrazo y les dice: - Gracias por compartir lo poco que tienen conmigo. Gracias por esta hermosa lección.

Los Enanos y Su Problema

Joselyn Muñoz Valdés Escuela Prosperidad - Talca

Había una vez en un bosque muy lejano unos enanos que estaban muy furiosos por no poder resolver su problema.

Todos los días iba un león a la guarida de ellos, y se comía lo que recolectaban para el invierno.

El Jefe, muy preocupado, organizó una reunión donde tenían que asistir todos los enanos. En la reunión había un lío tremendo, todos gritaban como locos y nadie entendía nada.

El Jefe grita: - ¡Cállense!

En ese momento todos se quedaron en silencio. Luego el Jefe vuelve a decir:

- Hay que dar ideas para poder deshacernos de ese león, que nos come todo lo que tenemos.

Uno de los enanos levanta la mano, y dice:

- Cuando venga mañana hay que fingir y hacer lo que hacemos siempre, pero debemos tener un truco bajo la manga. Reuniremos frutas y cuando el león venga a comérsela, le dejamos caer una malla, y así quedará encerrado.

El Jefe pregunta: - ¿Están todos de acuerdo?

Y todos gritaron: - ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiií!

Se prepararon todo el día y la noche, y cuando amaneció los enanos estaban en sus puestos.

Observan de lejos como se acerca el león, y cuando llega se lanza sobre la comida tal y como lo habían planeado; en ese momento sueltan la malla, dejando al enemigo atrapado.

El león sin poder moverse les suplica que lo suelten.

El Jefe de los enanos se acerca y, le dice al león:

- Todo lo que vienes aquí a comer, es el sustento de nuestra comunidad de enanos, y ya no podemos permitirlo. Busca tu propia comida. ¡Tú eres mucho más grande, puedes hacerlo!

El león, avergonzado y arrepentido, promete no volver nunca más. El Jefe pide que lo suelten y en ese instante el león se fue corriendo lejos del bosque.

Todos saltan de alegría, y el Jefe los felicita porque todos juntos pudieron resolver su problema.

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