Edicion 188 Periódico Nexos

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ISSN:2322-74GX | A帽o 28 | Edici贸n 188 | Distribuci贸n gratuita | 12.000 ejemplares | Medell铆n, marzo de 2015 | www.periodiconexos.com.co


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ÍNDICE

04 05 “LA CRÓNICA ES EL ALMA 06 DE LOS PERIÓDICOS” LOS LÍMITES DE LA 08 TOLERANCIA “EL TEATRO DEL PUEBLO Y 09 PARA EL PUEBLO” PARQUES DEL RÍO 10 LA FAENA DEL MAESTRO 12 CAZADOR OTRO DÍA MÁS SIN USAR 14 EL TRINOMIO CUADRADO CONTRA LA CENSURA 15 ELOGIO AL PARÉNTESIS 16 APRENDER A LIDIAR CON CRONOS 17 EL SENTIDO DEL SER 18 DEL TAMAÑO DE UNA UÑA 19 EL SOLDADO MÁRQUEZ GRÜPS, EMPRENDIMIENTO EN DISTRIBUCIÓN MI PRIMERA VEZ EN EL TÍBIRI

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María Fernanda Villafañe

Directora / mvillafa@eafit.edu.co

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pasado 9 de febrero se llevó a cabo en Colombia la celebración del Día del Periodista, en conmemoración a la aparición del primer periódico bogotano, Papel periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá, el cual marca el comienzo del ejercicio del periodismo profesional en nuestro país. A principios del siglo XX el periodismo se convirtió en una profesión encargada, no solo de informarle a la sociedad los hechos que ocurrían en el día a día, sino también de denunciar las transgresiones a los derechos humanos, de publicar situaciones fuera de la cotidianidad y de generar opinión sobre ellas. Es entonces labor de los periodistas impedir que olvidemos el pasado y hacer que constantemente recordemos el presente y la importancia de los acontecimientos, —ciertamente necesarios— puesto que olvidarlos nos llevaría a una violenta negación de nuestra identidad. Además, para un proceso de reconstrucción de la memoria es indispensable una conciencia colectiva que tenga presente lo que ha sucedido. Una de las características más valiosas de los periodistas es que además de ser sujetos inmersos en la sociedad, tienen la misión de interpretarla para narrarla; esto logra que, desde su oficio de informadores e investigadores, ellos mismos se conviertan en líderes de la opinión pública y asuman un rol de orientadores que determinan ciertos rumbos de la ciudadanía. Contar lo que pasa no es una labor sencilla. Dicha tarea implica dificultades, ya que requiere de una combinación entre la búsqueda completa de historias y la reflexión sobre el papel del hombre dentro de la sociedad. Esto trae como resultado, para aquellos que han elegido el ser periodista como una profesión de vida, la capacidad de mirar desde una perspectiva diferente los

Ilustración Juan José R. Bianchi

DIRECCIÓN María F. Villafañe García mvillafa@eafit.edu.co GERENCIA Hernando Vélez Herrera hvelezh@eafit.edu.co

Ideas y Cultura Asociación Cultural

Periódico Estudiantil NEXOS

EDICIÓN Natalia Zuluaga Salazar nzuluag2@eafit.edu.co Valentina Bustamante Mesa Miguel Ángel Correa Saldarriaga Daniela Navarro AgustÍn Rendón Calle Felipe Murillo Carvajal Maria Alejandra Carrillo Paulina Echavarría Maria Giraldo Vargas DESARROLLO HUMANO Daniela Navarro Bohórquez dnavarr1@eafit.edu.co EDICIÓN WEB Y Sofía Pérez Aristizabal SOCIAL MEDIA spereza5@eafit.edu.co

sucesos contados. Así mismo, con su trabajo, los periodistas permiten a sus lectores obtener una visión heterogénea del mundo y romper algunos de los esquemas impuestos. A pesar de que la redacción de la noticia se efectúa desde un escritorio, la investigación exige salir a la calle para empaparse de hechos reales. Y como dijo alguna vez Gabriel García Márquez: “El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”, lo que explica de alguna manera por qué, a pesar de todo, muchos no se dejan quebrantar por amenazas o agresiones y continúan obedeciendo a su placer por escribir y contar historias. Esa realidad, la que muchos entienden pero pocos comparten, puede llevar a que algunas veces estos profesionales se replanteen el significado de su oficio, uno que con el tiempo se convierte en una profesión de vida. Los periodistas dejan su legado plasmado, transcrito en palabras que vuelan de boca en boca, de persona en persona, de casa en casa, de ciudad en ciudad. Son estas palabras las que pasan a integrar los imaginarios de distintas generaciones a medida que los lectores las difunden en sus conversaciones y actividades rutinarias. Y son estas ideas las que perduran cuando el cuerpo ya no está presente. En esta nueva edición, el Periódico Nexos ha decidido hacer tributo en su portada a periodistas que han marcado nuestra historia y han sido víctimas de la violencia en Colombia por intentar lograr una confrontación descarnada y necesaria con la realidad. A ellos, este homenaje.

MERCADEO Carlos Mario Arbelaéz Reyes carbel16@eafit.edu.co Mateo Emilio Saltaren Figueroa Manuela Sanín Cristian Arbeláez Daniel Hernández. PORTADA Juan José R. Bianchi DISEÑO Y MONTAJE Daniel Herrera R. PREPRENSA E IMPRESIÓN Casa La Patria AGRADECIMIENTOS Desarrollo Humano Universidad EAFIT Mateo Sepúlveda García Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Personería Jurídica No. 568 de septiembre de 1993. Carrera 49 No. 7 Sur-50 / Bloque 03 oficina 325 EAFIT Teléfono: 261 93 02 / Fax 261 95 00 ext. 407 nexos@eafit.edu.co / www.periodiconexos.com.co

Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico.


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EAFIT ahora Inspira, Crea y Transforma Los cambios de EAFIT no son solo en infraestructura, ahora es la universidad que Inspira, Crea y Transforma. La renovación del proyecto de la institución consiste en incentivar el desarrollo de la personalidad de cada estudiante y miembro de la comunidad educativa, brindándoles el conocimiento necesario para ello.

Comunicación Transmedia: la primípara de la U

La Escuela de Ciencias y Humanidades comenzó este semestre con un nuevo posgrado, la Maestría en Comunicación Transmedia, que pretende indagar diversas maneras de producción de contenidos a través de múltiples plataformas. La maestría tiene una duración de tres meses.

EMPRENDIMIENTO EN DISTRIBUCIÓN Valentina Bustamante valenb07@gmail.com

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l 1 de octubre del 2012, cuatro egresados de Negocios Internacionales y Administración de Negocios de la Universidad EAFIT se unieron y fundaron Distrigrüps, una empresa dedicada a la distribución y comercialización de alimentos. Todo comenzó cuando Juan Rafael Giraldo, quien ya venía desarrollando una marca propia de café, decidió unirse con Andrés Peláez y crear esta distribuidora. Los otros dos socios son Alejandro Peláez, hermano de Andrés y Jaime Piedrahita. El fragmento “grüps” del nombre surge de la combinación de los apellidos de los cuatro: Giraldo Restrepo y Peláez Salazar, con la “ü” en la mitad que simboliza dos personas y significa la unión entre ellos. Su primer producto fue el Café Citará, de la Cooperativa de Caficultores de Andes. Lo que querían lograr inicialmente Juan Rafael y Andrés, más los otros dos socios, era que en Colombia misma se empezaran a incorporar también esas prácticas de tomar buen café y aprender de él, al fin y al cabo, dice Andrés: “es algo que nos distingue a nivel mundial”. Esto, tras haber visto que en el país a los extranjeros que llegan no se les atiende con un buen café: “no es tipo exportación, sino que generalmente es con pasilla”, que es el grano que presenta defectos. A partir de este punto el negocio ha comenzado a expandir su línea de productos. Uno de ellos es el cóctel en bolsa, muy distintivo de Distrigrüps. Ahora, después de dos años en el mercado, tienen bebidas como agua saborizada y el té endulzado sin calorías Xencha, de igual manera ofrecen mezcladores para bebidas. Además,

importan artículos de marcas de las cuales poseen la distribución en el país. El propósito general de la empresa es ser “una distribuidora de productos alimenticios con valores agregados, diferenciados. No llevamos lo mismo que llevan muchas otras distribuidoras, sino que ya nos están reconociendo por tener esa diferenciación del producto, de alta calidad, un poco más aspiracional, porque tenemos productos que son costosos y funcionales”, dice Juan Rafael. Además de dar a conocer estos productos en el país quieren también tomar partido en la importación. Para Andrés, egresado de una institución que se distingue por impulsar la formación de empresas propias en sus estudiantes, la noción de emprendimiento que se está manejando en la Universidad es muy complicada. Una de las razones es que “cuando uno está emprendiendo, encuentra muchas barreras de todo tipo. Yo creo que no es solamente en la universidad, sino en Colombia también, pero la universidad puede ser un vehículo para poder exigir, pedir o solicitar al gobierno que desarrolle mejores mecanismos para apoyar el emprendimiento”. De igual manera, Andrés agrega que crear empresa en Colombia no es fácil debido a los impuestos y demás costos que hay que pagar, además de que todos en el medio están atacando el sistema por la falta de garantías que hay para los emprendedores. Por esto, la tarea de la Universidad debe ser de apadrinamiento, ayudando a cortar la curva de aprendizaje en el emprendedor y recordándole esos aspectos que son muy importantes y muchas veces se pasan por alto al momento de

comenzar un negocio. A propósito de este tema, Juan Rafael añade que “ser emprendedor es una vocación, eso no es para todo el mundo”. Actualmente cuentan con cuatro empleados vinculados directamente a la empresa, pero para aspectos como la contabilidad y el transporte, los contratos se realizan por outsorcing. El funcionamiento de Dsitrigrüps se da por medio de la fuerza de ventas, que se encarga de conseguir nuevos clientes y de presentar el portafolio; además cada mes introducen al menos un nuevo producto, lo cual les genera mucho dinamismo, ya que la renovación es una estrategia muy importante para el crecimiento. Esta empresa le da la oportunidad a otros emprendedores que buscan abrirse paso en el mercado por medio de bebidas y otros productos diferentes e interesantes. Según Juan Rafel, es quizás por esto que Distrigrüps se ha destacado de manera especial: “a medida que nosotros crecemos, ellos también van creciendo”. Las empresas emergentes son tan importantes para Distrigrüps como cualquier otra, ya que su labor significa una retribución a los negocios más grandes que creyeron en su proyecto, tales como Copelia, Industria de Galletas Greco y la Cooperativa de Caficultores de Andes. Los productos se pueden encontrar en hoteles, restaurantes, charcuterías, mercados saludables y minimercados, principalmente del Oriente Antioqueño. A futuro, el plan es entrar con su línea de productos a cadenas más grandes de supermercados.

El Premio de Narrativa ya tuvo su ganador El escritor colombiano Juan Esteban Constaín es el ganador del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana que se entregó el pasado 28 de enero en Medellín. El reconocimiento lo obtuvo con la novela El hombre que no fue jueves. Aparte del galardón y una escultura de Hugo Zapata, recibió también un diploma y 40 millones de pesos. Los otros dos finalistas fueron Ricardo Silva y Margarita García.

EPM y EAFIT, unidos para cuidar el agua La Fundación EPM, la spin-off Tezio y el Centro para la Innovación, Consultoría y Empresarismo de EAFIT, se unieron para crear el Kit Viajero del Agua, un proyecto que hace parte de la Operación Sumérgete de EPM, cuyo objetivo es sensibilizar a los antioquieños de manera didáctica sobre el uso de este recurso. Esto lo hacen por medio de un kit de juegos que, hasta el momento, ha sido utilizado por aproximadamente 4.000 niños y jóvenes.


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Sabor. Esa es la palabra que define al Tíbiri Tábara. Sabor para quienes bailan. Sabor para quienes se deleitan con el “cumbancheo”.

La noche no tenía pinta de nada, aunque el clima estaba a nuestro favor predecíamos lluvias. 30 minutos en el Metro desde Envigado hasta la 70 y un trasbordo fueron necesarios para llegar al lugar que, imaginaba, iba a ser similar a los acostumbrados. ¡Error! Estaba totalmente equivocada. ― “¡Llegamos!”, me dijeron luego de caminar casi diez minutos desde la Estación Estadio del Metro hasta el bar salsero más emblemático de la ciudad. Parados en una esquina se me hacía imposible ubicarme. Estaba justo al frente de un edificio de cinco o seis pisos, pero no me había percatado de que sus bajos albergaban 22 años de historias, bailes, música y pachanga.

María Isabel Saldarriaga Correa msaldar6@eafit.edu.co

“Hay un dichito por ahí, que se ha hecho popular. Hay un dichito por ahí, que se ha hecho popular y dice así: ¿y qué mi hermano? Y dice así: ¿y qué mi socio? Con el tíbiri tábara, oye con el tíbiri tábara” - Daniel Santos.

Levanté mi cabeza, vi un humilde letrero que decía: Tíbiri Tábara, con la foto de El Jefe: Daniel Santos. Arriba del nombre del edificio otra inscripción: San Ignacio Amigo, informando a los desubicados como yo, que estábamos en el templo del boogaloo, el son, la cumbia, el mambo y la salsa en Medellín. Ahí fue cuando entendí que definitivamente “al Tíbiri no se llega, se desciende”. Me recibió un vendedor de chicles, cigarrillos y demás, junto a él el encargado de la seguridad. Mostré mi cédula y bajé escala por escala. Una a una iba descubriendo un mundo totalmente nuevo para mí. Alrededor de las 11 de la noche ya sus paredes rojas empezaban a sudar al ritmo de la salsa. No salsa de la romántica o de moda sino salsa brava, esa salsa clásica que te impide quedarte inmóvil frente a sus trompetas y timbales. Aceptar el sudor como mi más cercano compañero de la fiesta fue uno de los retos más complicados de la noche. En un principio el “sótano del ritmo” parecía darnos suficiente espacio para bailar y bailar hasta extasiarnos. Pero, mientras más se adentraba la noche más gente acudía a la cita, para muchos casi religiosa, con la clave de son. Olor a húmedo, varios discos de vinilo que contrastan con el computador en donde el DJ del lugar pone cada noche los mejores éxitos, personajes infaltables que cada fin de semana llenan de sabrosura la pista de baile, caracterizan a este lugar diferente y acogedor, al que las ganas de volver persisten cada vez entre los más jóvenes, quienes escapan de sus realidades para hacer parte de una a la que, tal vez, pertenecieron sus padres y sus abuelos.

Ilustración Juan Esteban Tobón Flickr: juanauj.esteban

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La definición de salsa está ligada por completo al sabor que esta proporciona a los alimentos. La analogía encaja perfecto. Aún no se ha determinado con exactitud el nacimiento de la “salsa” como término para denominar este ritmo caribeño con influencias cubanas. La versión más arraigada en la actualidad le da la autoría de este término al discjockey de radio venezolano, Phidias Danilo Escalona, quien emitía un programa radial en Nueva York, llamado La hora de la salsa. En una de sus emisiones Phidias le preguntó a Richie Ray, uno de los principales exponentes de este género: “― ¿Qué es lo que ustedes tocan? ―Esto que nosotros hacemos lo

hacemos con sabor, es como el ketchup, que le da sabor a la comida. ― ¿Qué es eso de ketchup? ―Bueno, eso es una salsa que se utiliza en los Estados Unidos para darle sabor a la hamburguesa. ― ¡Ah...! Entonces, ¿lo que ustedes tocan es salsa? Pues, damas y caballeros, vamos a escuchar ahora la salsa de Ricardo Ray y Bobby Cruz.” Entre cervezas para la sed y el calor, aguardiente y Ron Medellín se va prendiendo la fiesta. Nadie puede quedarse sentado. Aquí al que no sabe bailar le toca aprender. Si usted no tiene pareja, consigue. Muchos de los asistentes, en especial los de tradición en el bar, no tienen recelo de la soledad y en busca de alguien para disfrutar de la música acuden al Tíbiri, el lugar donde el baile se hace protagonista noche tras noche. *** Las luces y la música se apagaron. El silencio se adueñó del recinto. Asustada, pensando lo peor, quería salir corriendo. Era imposible pues el lugar estaba a reventar. Miré mi reloj y marcaba la media noche. De repente volvió la música y una pareja comenzó a bailar en la mitad de la pista. Solo eran ellos dos, los demás estábamos paralizados por su talento y contemplando lo majestuoso de su chachachá. Continuó la fiesta, ahora dedicada, al parecer, al Cantante de los cantantes: Héctor Lavoe. No podía evitar no dejarme llevar por la música y encantada por la ella terminé bailando con uno de esos personajes que asisten al Tibirí con el cometido de no permitir que alguien se quede sentado en la mesa. Eduardo, 57 años, vital, alegre y

Nadie puede quedarse sentado. Aquí al que no sabe bailar le toca aprender. Si usted no tiene pareja, consigue.

de piel trigueña, decidió darme trucos para la fluidez de mi baile: soltura y sabor fueron los más trascedentales. *** Nota mental para la próxima parada en el Tíbiri, que seguramente no se hará esperar mucho tiempo: venir con unos zapatos más cómodos. Bailar, sudar y disfrutar del lugar son objetivos claros de este sitio insignia de la cuidad y referencia para todos los salseros. Si usted está buscando un lugar diferente, pero en el que pueda divertirse sin necesidad de mucho dinero y mucho conocimiento con respecto a la musica o al baile, no dude en ir al Tibirí Tábara. Su gente y ambiente acogedor le dan la bienvenida a todo aquel que quiera pasar una buena noche, con buena música, buena compañía y unos buenos tragos.


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Fotografía Archivo Nexos

“EL PERIODISMO ES UN OFICIO, ANTES QUE NADA, HUMANO Y SOCIAL. NECESITA DE LOS OTROS, NO ADMITE SOBERBIA, RECHAZA PRETENSIONES DE SUPERIORIDAD. ES UN OFICIO QUE NECESITA DISCRECIÓN, AUNQUE NO SILENCIO”.

Danielle Navarro

dnavarr1@eafit.edu.co

¿

Por qué, profesor, los cínicos no sirven para este oficio? ¿Por qué Ryszard Kapuściński dijo eso? ¿Por qué? ¿Por qué no pueden ser cínicos quienes tienen en sus manos la potestad de construir la realidad con el poder de su palabra, o incluso de negarla al omitirla, sin necesidad de pronunciar una mentira? En la Antigua Grecia, los cínicos se distinguían por su osadía e irreverencia, por su humor ácido y sagaz, por su desvergüenza. Hoy, en cambio, aturden por su silencio y antipatía, y su actual desvergüenza no se manifiesta por lo que dicen sino por lo que callan. Entonces, ¿por qué, profesor, ellos no sirven para el oficio periodístico? ¿Será que es misión de los estudiantes censurar el silencio de los cínicos, quienes prefieren exaltarlo quizás por conveniencia? Con esas preguntas llegué un día a la oficina de Carlos Mario Correa, profesor de periodismo e investigador de la Universidad EAFIT. Antes de ser docente trabajó como periodista,

cuando Pablo Escobar los perseguía brutalmente con el fin de asesinarlos. Así, Carlos Mario estuvo a punto de cerrar las puertas de su vida por mantener abiertas las del periódico El Espectador, y sin embargo, permanece enamorado de esta profesión que casi le arrebata la vida. Declara que el periodismo es un oficio, antes que nada, humano y social; que necesita de los otros, que no admite soberbia, que rechaza pretensiones de superioridad; un oficio que necesita discreción, aunque no silencio; un oficio para el que no sirven los cínicos. Su oficina es un reflejo nítido de su pasión crónica: libros, revistas y periódicos; más libros, más revistas y más periódicos. “Yo sé dónde está cada uno, pero algún día tendré que organizarlos”, ha dicho varias veces. Y entre ese montón de ejemplares desordenados está Aprendiz de cronista —su último libro— el cual reúne una

serie de 66 crónicas tomadas de 20 periódicos universitarios, publicados entre 1999 y 2013. A propósito de esta investigación en la que tardó cinco años, Carlos Mario señala que el periodismo universitario, el cual existe desde 1834, surge con una honestidad única, a veces ingenua, sumada a la intención de constituirse como una alternativa a los medios de comunicación convencionales, empresas que compran y venden información con el fin de satisfacer determinados nichos de mercado de lectores. — ¿Qué hace significativo al periodismo universitario? Este periodismo es muy valioso porque se ha tomado el trabajo de llenar vacíos emocionales, sociales, culturales y de conocimiento que la sociedad no tiene a la luz de los periódicos comerciales e industriales. Ha retomado lo que los medios tradicionales han tapado o dejado de lado: fiscalizar alcaldes y funcionarios, exigirles resultados


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“LA CRÓNICA SALVA DEL OLVIDO. GUARDA CON SENSIBILIDAD. ES LA HUMANIZACIÓN DEL PERIODISMO Y TAMBIÉN EL ALMA DE LOS PERIÓDICOS” Martín Caparrós, Alberto Salcedo Ramos, Juan José Hoyos, Patricia Nieto, Leila Guerriero. — En el libro usted escribió: “quien escribe salva. Y quien escribe crónica, creemos que salva doblemente”. ¿Por qué es tan importante este género? Fotografía Archivo Nexos

“A veces el periodismo debe ser incómodo y los periódicos universitarios tienen esa gracia” puntuales y claridad en sus gobiernos locales. Le apuesta a la crónica y al reportaje con determinación, mientras que los medios convencionales dejan estos géneros para la última página o los pasan para el domingo. — ¿En qué se diferencia del periodismo convencional? Se diferencia en muchos aspectos: tiene su propia agenda de temas y personajes, su propio ritmo y dinámica de elaboración. Tiene una voz atrevida y osada. Un aliento investigativo importante. Es altamente expresivo, agresivo y sincero. Se caracteriza por su irreverencia y ese es el mejor periodismo: el que inquieta y desestabiliza, el que emociona, el que perturba. A veces el periodismo debe ser incómodo y los periódicos universitarios tienen esa gracia. En cambio las noticias que se publican diariamente en las agendas artificiales y artificiosas, comprometidas con ciertos poderes, no alcanzan a superar lo que los lectores reclaman, no convencen ni emocionan. — ¿Encontró vanidad escritura de los estudiantes?

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la

Sí, en el estudiante universitario hay mucha vanidad por figurar. Ellos hacen muchos malabares metafóricos y de símiles. Los primeros párrafos de las crónicas universitarias tienen esa vanidad de que “yo soy el García Márquez de ahora”. El aprendiz se forma en el espejo del escritor que admira, empieza imitando al maestro y en estas crónicas no lo disimula. Se ve mucha admiración por los grandes de la crónica: Gabriel García Márquez,

La crónica es un género que se acerca a la vida y la desentraña con naturalidad. Más que opinar, interpreta. Es la urna en la que se aloja gran parte de la humanidad que ha sido narrada e investigada. Salva del olvido y de la desmemoria, guarda con sensibilidad; es la humanización del periodismo y también el alma de los periódicos. Eso no lo tienen otros estilos de periodismo. La crónica se impone contra la peste del olvido y en un país tan débil en memoria como el nuestro, donde la gente no recuerda casi nada, donde todo es tan pasajero, donde la gente es tan poco trascendental, la crónica recobra el tiempo perdido, lo junta, lo congela y lo hace ver con la misma lucidez que tuvo en otros momentos. Además es una apuesta estética y literaria a la que los estudiantes se lanzan con su ímpetu artístico y juvenil, una búsqueda por empezar a ser autores. — Usted ha dicho que en el periodismo universitario hay un reflejo de la Crónica latinoamericana. ¿Cómo es eso? El periodismo universitario contemporáneo en Colombia se mira en el espejo, de cuerpo entero, con el periodismo latinoamericano actual que hacen los Nuevos Cronistas de Indias: tiene su mismo pálpito y apuesta por los mismos temas. Tienen el mismo RH+, y eso tiene mucho que ver con que los Nuevos Cronistas de Indias han sido profesores, catedráticos y conferencistas acá en Colombia, y han provocado la escritura de crónica en los jóvenes estudiantes. Son los mismos temas de la crónica latinoamericana actual: personajes marginados, el mundo “underground”, lo “freaky”, lo tabú, el mundo gay, el rebusque menor, la música y los ritmos de las ciudades, lo raro, lo extravagante, la miseria extrema. Hay mucho drama humano. —

¿Y qué pasa con los temas felices?

Parece que no se han validado. Siempre encontramos la crónica de la víctima y del victimario, pero no encontramos historias de la construcción de un edificio en la cual no se roben nada, ni la de un puente que entreguen a tiempo, ni la de empresarios que todavía dan empleo y reparten sus ganancias con los trabajadores. No hay historias de personas de los estratos

cinco y seis, y allí también hay dramas que deben contarse en el periodismo universitario. Allí hay éxito y fracaso, hay violencia, hay creadores y artistas, hay rebusque y esfuerzos increíbles por salir adelante. Los ricos también merecen ser contados, ellos también lloran y deberían llorar en la crónica. Este género abusa del llanto de los pobres, es como si hubiera una marginación cronística para los altos estratos. La crónica reclama otro tipo de historias. — ¿Cree que hay algún tabú con respecto a este tipo de historias? Sí, y ese tabú tiene que ver con lo que los profesores llevan al aula de clase. Algunos creen que las malas historias son las buenas historias, que siempre hay que contar el caos, el desastre o la tragedia, y la muerte violenta es la máxima tragedia. — ¿Qué le dice eso de los profesores que enseñan periodismo ahora? Falta que los profesores abran la agenda cuando enseñan periodismo y despierten más la creatividad de los alumnos. Se cierran las agendas porque los profesores pertenecen a determinada tradición periodística, noticiosa más que todo, de medios de comunicación muy conservadores del país, y van a enseñar ese periodismo que ellos hicieron. Creo que eso es lo que les corta las alas a los estudiantes. — ¿Qué le queda como profesor después de esta investigación? Me emociona para seguir enamorado de la crónica y para continuar transmitiéndolo en el aula de clase. Me lleno de mayores certezas de que debo seguir haciendo visible el periodismo narrativo en mis cursos. Este género es tan seductor y tiene tanta fuerza, que yo estoy convencido de que volverá a la primera página de los periódicos colombianos, y de que los dueños de los medios se darán cuenta de que ese esfuerzo desbocado por actualizar noticias cada veinte minutos no es el camino adecuado para llegarles a los lectores. — ¿Qué pretensiones tiene con este trabajo? Creo que estoy haciendo un aporte a la historia general del periodismo colombiano porque a esta le hace falta el capítulo de los estudiantes y profesores de periodismo; esta historia ha sido contada por los directores y dueños de los medios, políticos e intelectuales, todos vinculados con el poder. —Finalmente, profesor, ¿por qué los cínicos no sirven para este oficio? Los cínicos no sirven para este oficio porque el periodismo es un trabajo social, que debe acompañar a los otros pero que a la vez necesita de ellos. El periodismo requiere de nobleza, humildad, carisma, respeto, prudencia. ¿Y que si he visto cinismo en los estudiantes? Sí, ellos a veces caen en un cinismo, pero ingenuo, sobre todo cuando se rehúsan a darle trascendencia a la historia y a las historias. *** “Cuando uno es estudiante debe aprovechar para escribir, en lo posible, todo lo que pretende escribir. A pesar de todo”: Ryszard Kapuściński.


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Una de las cosas que más me impactó al momento de realizar esta columna fue el hecho de que no podía titularla bajo calificativos como: “Colombia conmocionada por asesinato de cuatro menores”; “Colombianos espantados por cruel masacre”; “La sociedad colombiana rechaza abismal crimen contra menores en Caquetá”.

Felipe Murillo Carvaja fmurill1@eafit.edu.co

MODIFICAMOS NUESTRA CONSTITUCIÓN A DIESTRA Y SINIESTRA CREYENDO QUE ALLÍ RADICA EL PROBLEMA, E IGNORAMOS QUE EL VERDADERO CAMBIO DEBE DARSE EN NUESTRAS CREENCIAS Y NUESTRAS COSTUMBRES.

Comienzo de esta manera porque el grueso de la población colombiana ni está conmocionada, ni espantada, ni rechaza lo ocurrido en la capital del Caquetá. Es más, la gran mayoría ni se ha enterado de tan cruento acontecimiento que debería conmocionar a la población. Es tan válido preguntarse: ¿qué ocurre en una sociedad que asesina a sus niños?, como ¿qué hace que una sociedad no repudie y rechace de manera tajante tan abominable acontecimiento? El propósito de este texto es introducir una respuesta de índole interpretativa al segundo cuestionamiento, pero antes, se hace tristemente necesario contextualizar al lector sobre lo ocurrido: El jueves cinco de febrero, en el departamento del Caquetá, ocurrió una tragedia donde fueron asesinados cuatro hermanos menores de edad y un quinto logró sobrevivir. En una pequeña casa en la vereda El Cóndor del municipio de Florencia, ingresaron dos hombres armados preguntando, según declaraciones de testigos, por los padres de los niños. Al no encontrarlos, arremetieron contra los menores impactándolos con arma de fuego en la cabeza, causándoles la muerte. El quinto menor, impactado en su pecho, logró sobrevivir y se encuentra fuera de peligro médico. Se torna en un imposible explicar por qué el hombre se comporta de una determinada manera. Lo único que se puede hacer, es otorgar una interpretación que nos aproxime a comprender (no explicar) el por qué el hombre realiza determinadas acciones. Retomemos la pregunta: ¿qué hace que una sociedad no repudie y rechace de manera tajante tan abominable acontecimiento? Antanas Mockus, y demás estudiosos de la cultura ciudadana, argumentan que para cambiar la convivencia y fomentar el cumplimiento de las normas, las variables de autorregulación social y mutua regulación interpersonal, son imprescindibles. Es decir, tener la capacidad de regular nuestro comportamiento por convicción propia y que el otro abogue por hacernos cumplir la norma en pos de beneficiar la vida en grupo. Diríamos que la primera variable se ubica en un plano individual y la segunda en la necesidad de la sociedad de sancionar, por vías pacíficas, un comportamiento que entorpece la convivencia. En Colombia no se practica ni lo uno ni lo otro. El criminal no autorregula su comportamiento y el colombiano no rechaza ni se levanta en contra de dicha acción. Haciendo alusión conceptual a Weber, los motivos que llevan a actuar a muchos de los colombianos son de naturaleza práctica, es decir, una racionalidad adaptada a las circunstancias presentes

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donde el sujeto actúa guiado en miras a su propio beneficio: por el egoísmo. En nuestro país no no han existido, o son realmente pocos, los esfuerzos para fortalecer la convivencia y el cumplimiento de las normas por las dos vías anteriormente mencionadas. Ni el hecho más atroz es capaz de mover a una sociedad que se ha acostumbrado a la muerte. Repito la pregunta central de este texto: ¿por qué el colombiano se queda impávido ante una catástrofe de tal grado? Complemento mi respuesta apoyándome de nuevo en el académico que encabeza la organización de la Marcha por la Vida del próximo ocho de marzo: Existen tres sistemas reguladores del comportamiento del hombre: el legal, el moral y el cultural. En Colombia, el cultural es aquel que más resalta y el que permite vislumbrar mayores dificultades. A lo que apunta toda institución, involucrando aquí al Estado, es que estos tres sistemas

LA PRINCIPAL PROBLEMÁTICA COLOMBIANA NO SE ENCUENTRA EN EL MARCO LEGAL SINO EN EL CULTURAL QUE LO TRASLAPA. guarden concordancia y actúen de manera armónica; esto para establecer mayor orden y coherencia entre ellos. Lastimosamente, el sistema cultural es mucho más fuerte y evidente en Colombia y socava al legal. La constitución contiene una gran cantidad de artículos que reglamentan qué no está permitido, pero aún bajo estos señalamientos en la carta magna, el colombiano actúa guiado por el sistema cultural, golpeado fuertemente por fenómenos como la violencia, el narcotráfico y la corrupción, dejando en un segundo plano a la ley. De esta manera, pueden llevarse a cabo un sinnúmero de modificaciones a las leyes vigentes y todo será en vano, porque la principal problemática colombiana no se encuentra en el marco legal sino en el cultural que lo traslapa. Nuestra cultura ha sido tan fuertemente permeada por fenómenos tan problemáticos e impactantes como los ya mencionados, que estamos llegando a tolerar hasta los hechos más atroces. Modificamos nuestra constitución a diestra y siniestra creyendo que allí radica el problema, e ignoramos que el verdadero cambio debe darse en nuestras creencias y nuestras costumbres. Nos aferramos a la errónea idea de que el derecho subyace a la ética cuando realmente Habermas nos ha argumentado que ocurre todo lo contrario. Nos convertimos en una sociedad que ha tolerado a tal grado la violencia que ésta se nos ha hecho costumbre.


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Fotografía Archivo Nexos

Miguel Ángel Correa Saldarriaga mcorre27@eafit.edu.co

Conversando

con Catalina Murillo y Andrés Moure, me voy enterando de la historia de un lugar donde los sueños se representan en un escenario escondido. Ubicada sobre la carrera 42, justo en el centro de la ciudad de Medellín, se encuentra una casa que, de no ser por lo que guarda adentro, pasaría desapercibida. Rejas blancas en las ventanas y dinteles granates destacados en el color crema de la fachada, acompañan una puerta muy grande que encima lleva el nombre “Pequeño Teatro” en letras doradas. Quien allí entra se encuentra con un pasillo que lo conduce hasta la zona central, topándose luego con una palma gigante que sube hasta el cielo. Entrar al Pequeño Teatro es sumergirse en una típica casa antioqueña, cuyo patio está rodeado por todas las estancias del lugar. Un espacio bohemio donde las paredes están adornadas de cuadros, fotos y frases. Hay un letrero enorme en la pared del fondo que da la bienvenida a los exploradores de allá afuera: “Teatro del pueblo y para el pueblo” frase de Giorgio Strecher. Un bullicio constante sale de cada habitación y sentados en una esquina del pasillo conversan dos personajes. Un hombre desparramado en una silla, mira al cielo con un cigarro en la boca y una mujer correctamente sentada, con un café en una mano mientras con la otra escribe en una libreta. -¿Tú eres el comunicador? Siéntate y hablemos - me dice Andrés. Sacan sus cajas de cigarrillos y ponen el cenicero en la mesa. Yo que no sé nada del teatro, prefiero que los actores me cuenten la historia de este lugar. Con voz de fumador y tremenda elocuencia, Andrés comienza a construir los precedentes de la creación del establecimiento. Todo inicia con un individuo al que se le debe todo en la creación del teatro en Antioquia: Rodrigo Saldarriaga.

El proyecto nació a mediados de 1960 con un movimiento de universitarios aficionados al teatro. Entre los estudiantes se encontraba Rodrigo Saldarriaga, arquitecto en formación y quien luego abandonó sus estudios. Como bien decía Saldarriaga: “cuando el virus del teatro es inoculado en el organismo es prácticamente incurable” y así terminaron todos dedicados plenamente a la actuación. Los grupos de teatro de la Universidad Nacional y de la Universidad de Antioquia se juntaron para conformar, en 1975, la Brigada de Teatro de los Trabajadores del Arte, afiliada a un partido de izquierda y de la cual hacían parte 75 estudiantes aproximadamente. Por amenazas políticas Rodrigo fue enviado a Barranquilla. Allí, en una ciudad de la costa, se tropezó con Eduardo Cárdenas para crear un grupo teatral ajeno a cualquier grupo político. Surge de ese encuentro el gran proyecto del Pequeño Teatro con cuatro premisas principales: Primero, crear un espacio propio para el desarrollo de las artes escénicas; segundo, contar con un grupo de actores dedicados 100% al teatro; tercero, establecer una temporada permanente de búsqueda de un público y cuarto, crear la escuela de formación de actores, fundada en 2002. Hoy en día el presupuesto se mantiene por el aporte voluntario. El dinero que se entrega en taquilla de forma libre es una manera de construir un público, cada quien le da valor a lo que ve. “La misión no es venir al teatro por darse el gustico o por excentricidad, sino generar una necesidad de que la gente venga atraída por no tener que pagar una boleta excesivamente cara” afirma Catalina. *** Andrés y Catalina no son otras personas cuando actúan, están seguros de que debe haber una parte de ellos mismos en cada actuación y

se preocupan por crear un ambiente en el que el público se emocione, sea llorando o sea riendo. Catalina dice que “actuar no es un acto de hipocresía, incluso la gente que no estudia teatro actúa más en su vida diaria”. Siguiendo la conversación, Moure diferencia tres generaciones en el crew de 23 actores que arman la familia del Pequeño Teatro: “La primera generación fue autodidacta, aprendió de libros y ensayando; la segunda generación, a la que yo pertenezco, viene de escuelas de teatro de todo el país y una tercera conformada por egresados de nuestra propia escuela de actores”. La actuación es una profesión que sigue satanizada. “El trabajo corriente es duro y por eso te pagan, pero nuestro trabajo también es nuestra recreación, ¿será por eso que nos pagan poco y mal?” comenta la actriz en tono de humor. Andrés Moure le da una última bocanada a su cigarrillo mientras reflexiona sobre el arte y concluye que este es un bien intangible, pues el arte ha estado presente en todos los momentos de la historia, es fundamental en la formación del ser humano. Cita a un sabio que decía: “Si el estado entra en guerra civil hay que salvaguardar a los científicos y a los artistas. Los científicos serán los que deben recuperar el mundo material y los artistas el mundo emocional y la identidad colectiva”. “Por eso el teatro es un lugar para soñar pues como decía Mao en la revolución china: “que se abran cien flores y compitan cien escuelas del pensamiento” ya que necesitamos pensar libremente. “Nosotros tenemos pensamientos heterogéneos y eso es lo que nos conforma como una familia”, dice Andrés mientras apaga su cigarrillo en el cenicero. ***

Catalina y Andrés cuentan que el proceso de selección de una obra es algo muy interesante. No eligen una obra sólo por ser un clásico. Primero deben hacerse una pregunta vital - ¿tengo algo qué decir? – Para ello hay que ser un gran observador, pues el teatro es “la ciencia de las relaciones humanas” y surgen incógnitas sobre la vida. Rodrigo Saldarriaga decía: “Esto es un arte impuro, no hay una forma de hacer teatro, cada obra tiene una forma de hacerse, no es una receta fija para todas”. En una obra indagan el concepto más profundo de la significación. Andrés aclara: “no buscamos el significado en el diccionario, por ejemplo, de la palabra ‘correr’. Ponete a pensar un segundo, para el atleta correr es trabajo, para el ladrón es libertad o escape y para el minusválido, esperanza… La palabra compone la estructura pero lo que hace el actor es poner la palabra en su cuerpo”. *** Pegan un brinco ambos actores al mirar el reloj, es hora de ir a trabajar. Dan un último trago desesperado al café y me despido deseando que “se rompan una pierna”, acto seguido, se marchan por una puerta hacia los camerinos. A finales del año pasado falleció Rodrigo Saldarriaga. Hoy recuerdan al maestro con un homenaje de vida. Le deben mucho al fundador de un pequeño espacio donde las emociones son grandes. Rodrigo Saldarriaga también aportó su pluma para escribir obras que representarían los actores. “Polka para tres mujeres con Hambre”, “La venganza de los huérfanos” y la última, “Los Chorros de Tapartó”. Al elegir una obra siempre habrá un sentimiento de superación: ¿cuál es tu mejor obra? “La que acabo de hacer, y la siguiente será mejor”.


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Paulina Echavarría G.

paulina.echavarria04@gmail.com

En el mes de febrero, los habitantes

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del barrio Conquistadores, en la comuna 11 de Medellín, se vieron alarmados tras la impresionante tala de árboles del separador externo de la autopista norte-sur. Este suceso hace parte de las obras relacionadas con el proyecto urbano Parques del Río. El equipo municipal de El Jardín Botánico ha talado 591 árboles, los más jóvenes han sido trasplantados hacia lugares aledaños. Según las autoridades principales del proyecto: “los ganadores del diseño, miembros del Taller Latitud, modificaron el proyecto muchísimas veces para no cortar tantos árboles, pero la decisión de la tala tiene que ver más con EPM por el cambio de los cables de alta tensión y fue esto lo que aumentó el número de talas. Hicimos el ejercicio de salvar la mayor cantidad de árboles pero indiscutiblemente hay unos que no se pueden trasladar”. Esta primera parte del proyecto de la Alcaldía de Medellín tiene como plazo de ejecución 11 meses. Según las autoridades de Parques del Rio, este procedimiento se realizará, de alguna manera, para reciclar espacios públicos subutilizados o industriales y ponerlos al servicio de la ciudadanía. “Medellín tiene un déficit de espacio público: menos de cuatro metros cuadrados por cada habitante. La construcción de estos parques aportará 328 hectáreas de espacio público”, afirman las principales autoridades del proyecto. Las personas que viven cerca perciben la obra de una manera muy distinta a como lo hacen las autoridades oficiales y, aunque hay personas a favor, los detractores del proyecto comienzan a manifestarse. Otros están alarmados y apenados pero reconocen, como Beatriz Gonzáles que “todos sabemos que no nos podemos negar al progreso y, para

serte sincera, todos los habitantes de Conquistadores dijimos que sí al proyecto pero con mucho dolor”. 1: Los trabajadores del Jardín Botánico, encargados de la tala, han recibido insultos por parte de algunas de las personas que por allí pasan. 2: Algunos árboles que se talaron, tenían 50 años sembrados. Se habían convertido ya en un símbolo para los habitantes del barrio. 3: “Como dicen por ahí, no se puede ir en contra del desarrollo de la ciudad” declara Beatriz Gonzáles, quien ha residido más de 10 años en el barrio. 4: “Muchos de los árboles no se cortaron sino que se trasladaron. La mayor parte de la madera que se cortó se utilizó para hacer amueblamientos para los parques del sector a los sectores aledaños”, afirman los responsables de la obra. 5: La comunidad reconoce que el proyecto representa grandes desafíos, y aunque ahora se ven como los primeros afectados, esperan poder beneficiarse en un futuro. 6: “Somos nosotros los afectados directamente por problemas que muchos ignoran, como la movilidad y la indigencia”, manifiesta León Hoyos, ingeniero habitante del barrio desde hace tres años 7: El 28 de febrero, en un parque del barrio, se hizo una jornada artística con la madera que fue talada. Fueron invitados artistas del sector para que intervinieran balsos y eucaliptos. 8: La autoridad ambiental, para compensar la pérdida de estos árboles ha exigido, como taza de resiembra, tres árboles por cada uno que se haya talado. Esto a modo de compensación. Es decir, el sector recibirá 1.773 árboles.


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LA JÄGERFIESTA, UN EVENTO PRECEDIDO POR EL HALO LEGENDARIO DE UN SINFÍN DE HISTORIAS SOBRE LA NOCHE Y SUS PLACERES QUE TIENEN DE PROTAGONISTA A ESTA PECULIAR FIESTA, ES UN SUCESO DE DIMENSIONES EXORBITANTES. Nunca me dijeron que la gente era

súper loca, ni que había tanto tumulto ni que apretaban y empujaban. No sabía qué esperar. Solo me dijeron que eran 45 minutos de Jäger y que pagabas 10 mil pesos.

TORRENCIAL DE JÄGERMEISTER EN LA JÄGERFIESTA Camilo Montoya

cmonto41@eafit.edu.co

Esos, los recuerdos de Nathalia, una joven estudiante de la Universidad Eafit, asidua usuaria de la rumba en el sector de El Poblado, se entreveran en mi cabeza como un déjà-vu diáfano que describe a la perfección la cola que estoy haciendo, un viernes a las 10 de la noche, a las afueras de La Octavia. Una multitud desordenada se agolpa a empujones en un portal estrecho. Las personas se empiezan a impacientar y, en el frente, un tipo serio reparte desde lo alto de un muro manillas verdes y un cartoncito circular a las manos de una turba enardecida. Desde atrás se siente cómo los últimos de la fila estrujan a los de adelante para asegurar su puesto en el local. La gente de adelante se empieza a agitar. Un visillo rojo que se insinúa en la abertura anuncia que, adentro, todo está preparado para dar inicio a la faena. La Jägerfiesta pronto comenzará. *** La Jägerfiesta me la habían recomendado pero nunca me había animado porque no me interesaba mucho eso de tomarse 20 o 30 Jägers en menos de una hora. Decía que eso era para emborracharse en un momentico y no tenía tanto feeling de estar prendo. Pero un día estaba muy desparchado con 2 amigos y, como no había nada más qué hacer en la noche, decidimos ir. Así fue la entrada de Diego, estudiante de la Universidad de Antioquia, al mundo de excesos que se abre religiosamente el último viernes de cada mes en un pequeño local en la parte de arriba del Parque Lleras, llamado el Pub de La Octavia. La Jägerfiesta, un evento precedido por el halo legendario de un sinfín de historias sobre la noche y sus placeres que tienen de protagonista a esta peculiar fiesta, es un suceso de dimensiones exorbitantes. Empieza como un rumor aleatorio que surge

una vez la fecha del calendario se aproxima. Se propaga de boca en boca, como un virus se toma las agendas del público que frecuenta El Poblado en las noches. El Jägermeister, cuya traducción al español vendría siendo “maestro cazador”, es un licor alemán a base de hierbas, con una receta secreta casi tan cuidada como la de la Coca Cola. Sus botellas verdes fueron todo un símbolo asociado a la rebeldía del heavy metal ochentero. La cruz cristiana que se cierne sobre un ciervo, el símbolo de la marca, es una de las imágenes más peculiares del catálogo de licores universal. No menos peculiar es la estrofa que se lee en la parte de atrás de las botellas, como una oración sectaria:

“Forma parte del honor de un cazador proteger y preservar su práctica, cazar con caballerosidad y honrar al Creador y sus criaturas”.

El maestro cazador empezó su acecho en el territorio patrio no hace mucho tiempo. Si bien su entrada al continente americano ya se había producido en el siglo pasado, no fue sino hasta finales de la primera década del 2000 cuando se embarcó a la aventura de colonizar las tierras colombianas, principalmente tomando la forma del Jägerbomb: un shot que consta de un vaso de Jägermeister sumergido en un vaso más grande de Red Bull. *** Yo era toda una virgen de la Jägerfiesta, nunca había ido allá. Ni a La Octavia.. Había muchísima gente. Yo pensé como “whaaat?”. ¡Es que había tanta gente! Y todos se vuelven locos cuando empiezan a vender las boletas como a eso de las 9:50. Y la


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Ilustración Juan José R. Bianchi

Sobre las 10:15 me requisan. Cruzo el umbral de la puerta y soy lanzado a una dimensión rojiza, repleta de personas que se instalan, apresurados, en los costados de la barra ovalada. Se tiran unas encima de otras, se trepan en las butacas y hacen del centro de la barra una empalizada humana. Suena una canción de indie rock rítmica y alegre. Al fondo, después de la barra, un espacio vacío es ocupado por varios grupos y el baile comienza a aflorar. La sensación de fiesta no hace desaparecer el ambiente de impaciencia y agitación. Entran personas y personas que se van acomodando estratégicamente en ciertos puntos del bar, atisbando la presa que pronto será servida en una faena efervescente: laceros ansiosos por domar al ciervo cristiano; los discípulos cazadores acechando al maestro cazador. *** gente se aloca porque se acaban muy rápido. Además te dan un círculo de cartón con el que reclamas el vaso. Como a las 10 sale un tipo gritando… “¡Una sola fila para entrar!” Escucho el grito por allá a lo lejos, cerca a los que estaban de primeros en la fila. El descontrol se apodera de la turba y, como en un simulacro mal manejado, todos los concurrentes nos comprimimos en una sección ínfima, haciendo que en el movimiento, de alguna manera, se estructure una fila. *** ¡¿Te imaginas!? Toda esa cantidad de gente tratando de hacer una fila, eso es una locura. Había muchos hombres, todos muy altos. ¡Y yo que soy bien chiquita! Entonces como que la gente empezó a apretar de un lado a otro, y yo quedé en la mitad de un montón de gente y prácticamente les podía ver el culo a todos, porque todos eran muy grandes. Cuando abrieron la puerta empezó a entrar gente y yo no sabía adónde ir. Hay una pista de baile y antes está la barra. Es muy chiquito. Cuando entré pensé ‘Con tanta gente, vamos a ser como una lata de sardinas’. Y, efectivamente, es como una lata de sardinas.

Unos amigos se fueron rápido para la barra. Se apalastraron ahí y todo el mundo me empezó a decir ‘Nathalia, danos el círculo’. Yo ni siquiera sabía qué era esa vaina, ni para qué era. Entonces yo decía “¿para qué?, ¿para qué? … si me dijeron que cuidara un montón este círculo’. Terminé entregándoselos y ellos me dieron el shot. Yo pensé que era un shot normal servido en un vaso de vidrio… pero es esta cosa que parece como uno de esos discos con los que uno juega hockey en las máquinas. Y todo el mundo me decía ‘no vayas a perder el vaso Nathalia’. Resulta que tú tienes un vaso toda la noche. Solamente tienes derecho a un vaso. Si lo botas, te jodiste. No tomas más. Sobre las 10:30 cualquier opinión racional hubiera indicado que el local había colapsado. Un tumulto exagerado de personas luchaban unas con otras por si quiera poder mover los brazos con libertad. Ni hablar de la barra, que parecía un territorio aparte, una zona en la que, de milagro, no había ocurrido una tragedia de Hillsborough en miniatura. En un instante, todas las personas comienzan a gritar al unísono “¡Jäger! ¡Jäger ¡Jäger!”, y la energía

del local aumenta sus decibeles de forma exponencial. La música colabora en la explosión, tronando acordes estimulantes de una balada electrónica muy popular. Las manos se alzan hacia la barra sosteniendo los pequeños discos de cartón. “¡Jäger! ¡Jäger ¡Jäger!”, sigue coreando todo el bar en una misma voz, hasta que los primeros tragos comienzan a salir de la barra, unos detrás de otros, a un ritmo demencial. La Jägerfiesta da su inicio en una lluvia de fogosidad, energía y mucho alcohol. Hay licor por todos lados. Vasos singulares, como platillos voladores invertidos, inundan el local y se pasan de mano en mano. La gente que ha venido en grupo, avezados de la dinámica de la Jägerfiesta, maneja un esquema táctico que consiste en colocar a alguien del grupo al frente de la barra, que será el que reclamará los tragos de todos los demás, quienes se ordenarán en una fila, uno detrás de otro, de manera que se irán pasando los tragos de mano en mano hasta llegar al último. Ese esquema, tremendamente eficiente, hace que se recuperen los vasos de forma rápida para tenerlos de nuevo listos en la barra. Todo pasa muy rápido. El Jägermeister cae como lluvia en desenfrenadas rondas que no terminan de acabarse para entrar en la siguiente. Atrás de la barra, la fiesta está aun más encendida. El efecto del Jäger comienza a estimular a la gente que se tomó la pista. Algunas mujeres se suben en las mesas a bailar. Todo es muy loco y lo más loco es que no hay momento para asimilarlo completamente. Las rondas se suceden unas detrás de otras y el Jäger va apareciendo a veces de la nada, surgiendo espontáneamente en el vaso como por arte de magia. La barra es un campo de batalla que parece agitarse en asedios esporádicos de una masa alborotada que exige a todo clamor “¡Jäger! ¡Jäger! ¡Jäger!”. Con tanta gente alrededor, todo se torna angosto. La música sigue tronando con explosividad, sumiendo la fiesta en un intenso frenesí que destruye el mundo por un momento, reventando

en un caos de manos revoloteando por todos lados, cuerpos abalanzándose sin dirección y Jäger. Mucho, mucho, mucho Jäger. *** Esos 40 minutos en que sirven Jäger todo pasa muy rápido, porque es tome, sirva, ponga el otro, tome, sirva, ponga, tome, sirva, ponga… Entonces siempre es como mucha concentración en que la copa no se pierda y que siempre esté disponible para ser servida, porque el sentido de todo es que se va allá es a tomar. Si para Diego fueron 40 minutos, para mí parecieron 15. En el ritmo tan acelerado de la fiesta, la noción del tiempo se confunde. Una vez terminado todo, la dinámica aun latente hace desear que la Jägerfiesta se extienda toda la noche, que no culmine esa lluvia de alcohol ni que deje de resonar el coro vehemente, al unísono, de todo un bar gritando “¡Jäger! ¡Jäger! ¡Jäger!”. *** Dentro de La Octavia siempre se está cantando, se está bailando, gritando. Las mujeres se montan sobre las mesas. Y aun cuando se acaba la Jägerfiesta, la fiesta sigue, incluso es mejor porque la gente tiene trago en la cabeza. El ambiente da para disfrutar toda la noche. Adentro, si bien el ímpetu que dominaba la fiesta se ha apagado, un nuevo aire se apodera del lugar. Menos acelerado, menos intenso, pero más alegre y festivo. Sin tanto salvajismo. Una fiesta corriente, con parejas bailando, amigos hablando y gente tomando se dibuja en las sobras del caos que ha dejado consigo el endiablado Jägermesiter. Las mujeres ya no bailan en la mesa. La locura acompañada por las guitarras estridentes ha sido permutada por un caribeño dancehall que desata movimientos de cadera en la pista de baile. La rumba continúa su camino natural, la barra se vacía y solo escupe por momentos cocteles coloridos y uno que otro shot. El Jägermeister ya ha quedado en el pasado.


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¿QUÉ ES ESTO? ¿PARA QUÉ SIRVE? ¿CÓMO FUNCIONA? Agustín Rendón Calle arendon7@eafit.edu.co

Un tablero manchado por el uso y

ajado por la falta de interés; pequeñas mesas tipo universitario de plástico raído que parecen camuflarse entre el corrector y la tinta seca; entre treinta y cuarenta impúberes que conforman el coro de la aquiescencia, y un concepto, el teorema de Pitágoras. Dicho modelo se las ha arreglado, a lo largo de los años, para hacerse cada vez más tedioso valiéndose de los mismos medios: tableros, diagramas y respuestas. En el escenario de un típico salón de clases, salón que sin distinción de género o raza todos sufrimos una o muchas veces, se imparte el conocimiento, y éste, tristemente, es equiparado con la capacidad de memorizar y no la de comprender. Cuando en los salones de clase finlandeses se dan a la tarea de aprender el mismo concepto (El Teorema), y de acuerdo a la experiencia en las aulas de clase de Tony Wagner, investigador de Harvard, el maestro pregunta: -Si estuviéramos encerrados en esta aula de clase, ¿cómo podríamos escapar?Y deja que los estudiantes respondan por sí solos. Ellos comienzan a evaluar posibilidades y de repente llegan a una conclusión: deben construir una escalera. Ante esto el profesor pregunta de nuevo: - ¿Cómo debe construirse dicha escalera?De nuevo, permite que los estudiantes comiencen a buscar cómo resolver el problema. Rápidamente hacen mediciones de la altura del salón y del espacio disponible para la escalera. Luego, el maestro presenta el teorema de Pitágoras, no como un problema en sí mismo sino como la solución para la problemática específica que afrontan los estudiantes. De este modo el aprendizaje se convierte en un proceso de descubrimiento constante y no en la tediosa tarea de memorizar a la que estamos acostumbrados.

De acuerdo al documental: El fenómeno finlandés, inspirado por

los recientes e inesperados éxitos de dicho país en materia de educación, la preparación de los maestros finlandeses en cuanto a pedagogía está basada en que los niños tienen la necesidad innata de aprender. Necesitan adquirir conocimientos, comprender cómo funciona esto y aquello, y la labor del maestro debe estar solo encaminada a guiar e incentivar la curiosidad de los estudiantes, para que sean ellos, quienes por medio del constante descubrimiento, den lugar al aprendizaje. Las escuelas son lugares para fomentar la curiosidad de los niños y no centros de adoctrinamiento en los que el conocimiento se encajona en arcaicos métodos que no hacen más que desincentivar las ganas de aprender que trae consigo el niño. Muchos hemos repetido una y otra vez, con pretensión de

en la educación y que el raciocinio es sólo un accidente en el proceso de enseñanza, no su finalidad. Pero no hay por qué extrañarse, esto no es más que una repercusión del modelo educativo en el que fuimos formados. Nos enseñaron a repetir una y mil veces elementos químicos, formulas matemáticas y demás conceptos con la esperanza de que quedasen enquistados en nuestras mentes, olvidando que el aprendizaje se construye a través de constantes cuestionamientos. Con el razonamiento: “tengo conciencia de que no sé, ni mucho ni poco”, Sócrates se defendía de todos aquellos que le acusaban de ser un sabio sin él siquiera querer serlo. Afirmando no ser un sabio, Sócrates aseguraba que serlo significaría saberlo todo. Se diferenciaba de aquellos que en su época, se erigían como sabios, pues era consiente de su propio desconocimiento.

“ESTUDIAR NO ES UN ACTO DE CONSUMIR IDEAS, SINO DE CREARLAS Y RECREARLAS”. verdad, el postulado Socrático que reza: “solo sé que nada sé”, sin embargo desconocemos que no fue pronunciado de esta manera, y casi con seguridad no conocemos las implicaciones que trae consigo este planeamiento. Simplemente nos limitamos a repetir una y otra vez un argumento que ha de ser correcto pues viene de Sócrates, cayendo así en una falacia propia de quienes fuimos educados en un sistema en el cual la duda ha sido reemplazada por la impávida certeza. En realidad, lo que Sócrates dijo fue: “tengo conciencia de que no sé, ni mucho ni poco”, y nosotros andábamos repitiendo: “solo sé que nada sé”, pretendiendo estar en lo correcto, demostrando así que fuimos educados de tal modo que la memoria adquiere un papel principal

El principio de la aceptación del desconocimiento como base para el conocimiento, debe aplicarse hoy en día al modelo educativo. Para aprender, lo principal es plantear las preguntas adecuadas encaminadas a fomentar las respuestas como medio apropiado para saciar las dudas existentes. Parece que esto se ha olvidado a la hora de plantear el modelo educativo que está en función actualmente, dado que no es ningún secreto el hecho de que se ve la educación como una larga lista de conceptos que deben ser impartidos a los estudiantes mediante unos métodos establecidos. Y al final siempre llega la pregunta recurrente: ¿y para qué me va a servir esto en la vida? Los niños tienen una mente ávida de conocimiento, curiosa por excelencia y que siempre estará haciéndose

preguntas como: ¿qué es esto?, ¿para qué sirve?, ¿cómo funciona? Por lo tanto, el colegio debería tener como objetivo principal brindar un ambiente propicio para responder a estas preguntas. Sin prejuicio de lo anterior los niños aborrecen el colegio e intentan no asistir. Este fenómeno plantea un gran problema para el cual solo puede tenerse como respuesta que el entorno escolar no va dirigido a saciar las ansias de conocimiento de los niños sino que, por lo contrario, desincentiva la curiosidad y termina por hastiarlos con métodos. El pensador Paulo Freire decía: “Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. Esta máxima adquiere especial relevancia puesto que parece que actualmente enseñar se ha convertido en un monólogo a dos voces: entre el profesor y el ocasional chirrido de su marcador sobre el tablero, monólogo del cual los estudiantes no son partícipes sino meros espectadores. Por ello, mas que una invitación, hago un llamado de atención a los colegios, a los dirigentes políticos, a todos aquellos que directa o indirectamente están vinculados a la educación, a repensar el modo mediante el cual se esta enseñando en el país. No podemos seguir creyendo que el aprendizaje es cuestión de memoria y que la inteligencia es la capacidad de responder un test estandarizado. Colombia, más que perseguir jornadas académicas de mayor duración, debería buscar integrar la educación a los nuevos retos que hay para afrontar. Tanto el gobierno como nosotros, tenemos que llamar al orden a la educación y ponerla a responder por sus malas calificaciones. Es hora de entender que indicadores como las pruebas PISA no son accidentales y que sus resultados tienen razón de ser en el arcaico modelo educativo que hemos venido aplicando hasta la fecha. ¡Necesitamos una educación que esté basada en las preguntas que se hacen y no en las respuestas que se dan!


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¿NO ES ESO UNA MODALIDAD DE CENSURA MODERNA, MUY AL ESTILO DE LA CREENCIA DE QUE SOMOS LIBRES MIENTRAS ELEGIMOS SI NOS GUSTAN MÁS UNOS ZAPATOS NIKE O ADIDAS? dinámica de silencio impuesto; una más camuflada pero no por ello menos dramática.

Simón Pérez Londoño sperezl@eafit.edu.co

“Si creemos tan ingenuamente en las ideas es porque olvidamos que han sido concebidas por mamíferos”. E.M. Cioran

La

censura, en todas sus manifestaciones actuales y antiguas, procede del miedo y de la inseguridad. Existe cuando tiemblan los pilares de unas verdades rígidas que se creen absolutas pero que terminan tambaleando bajo el imperio del viento sutil de la argumentación. De este modo, eventualmente cuando alguien cree que tiene una verdad absoluta, pero que recibe la embestida de las nociones contrarias o antítesis, termina por creerse vulnerado, por rechazar con contundencia (en algunos casos implica incluso violencia) esa voz que genera ondas que vuelven inestable ese orden “verdadero”. Pero ningún embate será el definitivo, el choque esencial que dará la estabilidad al mundo y la quietud de la certeza. Y es una fortuna que tal certeza no exista y que constantemente estemos abiertos al cambio, a la transformación de nuestras propias ideas. Esa es la magia del debate y de la opinión en los medios, aunque muchos olviden este componente y se dediquen a negar lo diferente, a buscar la parsimonia y la tranquilidad de lo inmodificable. ¡Qué lejanas se presentan estas actitudes al hombre inquieto, al destructor de sofismas y de ideas! No se puede caer en el engaño, tantas veces sostenido actualmente, de que la difusión de la democracia ha puesto fin a la práctica de la censura. Por el contrario, ha sido esta forma de gobierno y concepción del mundo la que ha instaurado una nueva

No quiero decir que la democracia no haya implicado una transformación trascendental en el ámbito de la expansión de la libertad de expresión con respecto a las dinámicas medievales, pero eso no nos puede llevar a considerar que las dinámicas de la censura se han esfumado, que han quedado relegadas en el mundo de los derechos humanos y la dignidad del hombre. Aún existe la presión para el silencio, las restricciones a ciertos debates. Con lo anterior me refiero a aquella práctica de una libertad de expresión que no solo se encuentra limitada por el daño al otro (leyes contra la difamación, por ejemplo) sino que se halla obstruida por una serie de valores “incuestionables”, pilares que no se tocan ni en la discusión ni en la acción. Tal es el caso de la democracia: permite libre expresión pero en un marco; deja hablar mientras los pilares de las reglas de juego democráticas y de su lógica de dominio actual sean incuestionables. ¿No es eso una modalidad de censura moderna, muy al estilo de la creencia de que somos libres mientras elegimos si nos gustan más unos zapatos Nike o Adidas? En otras palabras, la lógica implícita en ese nuevo silencio impuesto es la siguiente: exprese y manifieste lo que quiera, menos aquellas cuestiones que pongan en riesgo las reglas de juego de ese poder democrático, de esos pilares que se han “establecido” como la única forma digna y humana de gobierno. Aunque parece poco probable, quien abiertamente manifieste su inconformidad con esas normas y, sobre todo, con sus sustentos como la igualdad y la soberanía del pueblo, verá cómo no sólo se le cierran los espacios en los medios sino que percibirá una presión, más sutil que en la Edad Media, que lo impelerá a guardar sus conjeturas. ¿No le sucede algo

semejante al comunista o al defensor de la dictadura en el orden actual? Pero el problema no es la democracia. El problema en realidad consiste en creer que las verdades absolutas e indiscutibles, en campos como la política o la ética, pueden existir. Allí radica la causa de que se ejerza censura, de que en lugar de buscar el diálogo, se proceda a nunca tocar las bases de nuestras creencias o nuestras concepciones más profundas. Ese es el gran error: creer que podemos ser dueños de pilares irrefutables, cuando en realidad poseemos solo una versión parcial de los hechos, tan limitada y con tantas posibilidades de cambios como lo fueron las bases de la concepción ptolemaica del cosmos o la idea de que existía un rey que tenía un poder divino. ¡Todo por esa soberbia que ubica al humano más allá de sus posibilidades! Nos cuesta mucho debatir sobre eso que creemos incuestionable. La soberbia no nos da para que se comprenda que lo que hoy en día proclamamos como verdad mañana será la ignominia de una época. En eso terminan esas verdades humanas, que lamentablemente han compartido esa altivez de creerse irrefutables en distintos momentos de la historia. . De acuerdo a lo anterior, todo lo que no permita discutir sus bases o le tema a que se toquen argumentativamente elementos sustanciales de su estructura, no hace más que mostrar los resquebrajamientos que empiezan a darse en su interior, que principian a desmoronar ese constructo que aun pretende defenderse y erigirse como lo inmodificable. Si queremos demostrar la verdadera fuerza que tiene la democracia, hay que estar dispuestos incluso a que sus preceptos, hasta ahora para muchos incuestionables, puedan ser refutados, transformados o puestos en duda. Solo así se confirmará que no estamos en otro error histórico de creer que se tiene una verdad cuando en el fondo tenemos medianamente agarrado a un pez enjabonado.


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TENEMOS DERECHO A APRECIAR LO QUE NUESTRA NECESIDAD VISUAL (VITAL) NOS DEMANDE. Jaime Zapata Villarreal jaimezapata92@gmail.com

Primero, creo, hay que entender esto: No todo lo que nos gusta, en cuanto al arte, tiene el valor que nos gustaría que tuviera. No todo lo que evidentemente tiene un valor supremo, igual, nos tiene que gustar. Y eso es saludable. Y eso es necesario. Y eso es afín a nuestra naturaleza: cambiante, indecisa, anticipada. Digamos que, así se funda, una democracia del gusto. Cuando vemos una película y nos ha gustado, es habitual confundir la emoción y el sentimiento de plenitud que nos produjo, con la elaboración de un concepto claro y estructurado de sus propiedades intrínsecas. Generalmente —y eso es comprobable analizando nuestras propias reacciones— se tiende a hacer lo primero. El gusto, podría decirse, se forja de momentos fugaces; de una fuerza invisible que punza nuestras fibras, las conmueve, se adjudica su temblor. Por eso es más fácil edificar una opinión cargada de rutas sin sentido, de ideas caóticas y argumentos vulnerables, que ensayar un balance que desglose con justicia el fondo estético del producto, su principio interno, su temperamento ambiguo. Se hace indispensable, entonces, ajustar la mirada. Ser

prudentes y contrariar el primer impulso; sosegar, si es necesario, el egoísmo retórico que fragua una respuesta contundente para todo y para todos. Un ejemplo claro de esta situación se podría establecer en la crítica que muchos espectadores —y uno que otro crítico de cine— lanzan sobre la obra de un director como Michael Haneke. Esta crítica se basa en la supuesta vaguedad simbólica que se desprende de su estética pausada, de su parsimonioso y a veces ilógico ritmo del tiempo (como si el cine forjara su lógica interna en el espejo de la realidad), de su narrativa fragmentada, que se contrapone a la burda parodia de la realidad que muchas otras películas se ufanan de poseer. La vida, entendámoslo, es más compleja que el simple testimonio de corporeidad que nos agita; que el movimiento y su causa final. Es pausa, también. Lentitud y paréntesis ante la derrota. Un silencio que teje; construye hechos. Las películas de Haneke, más que una intensa secuencia de escenas rítmicas y trepidantes, son un elogio al paréntesis; a esa misma ausencia de elementos explícitos y visuales que tiende a advertirnos su grado de intención, su narrativa muda. No es necesario decir tanto: es suficiente el silencio incómodo que se instala entre dos personajes para dimensionar la hondura de la escena; o ese diálogo breve, de acupuntura argumental, que tiene más de aforismo en tránsito que de conversación casual. Me pregunto, por lo tanto, ¿por qué se ponderan y se ven masivamente películas donde la realidad más allá de indagar nuevos registros, radiografiar la anatomía de una sociedad compleja (lo que es necesario que suceda) se simplifica, se reduce a una caricatura social, a un experimento fallido de lo que la vida es? Tenemos derecho a apreciar lo que nuestra necesidad visual (vital) nos demande. Pero ese derecho también adquiere un compromiso de separar lo que nos gusta de lo que es y no trascendental, valioso. Se habla de subjetividad, y se dice, como

Ilustración Santiago Jaramillo Rodríguez Behance: Plastica Jaramillo

repitiendo un mantra y abusando del lugar común: “que todo es subjetivo”, “que cada quién tiene su opinión”, y eso, en parte, es cierto, como dije al principio. Lo que hay que entender es que la subjetividad está ajustada, también, a una responsabilidad moral con la cultura. Subjetividad no es darle a todo lo que apreciamos un punto de partida común, un mismo rasero valorativo; es entender que cada cosa tiene un contexto que la abarca, más allá de nosotros, más allá de nuestras inclinaciones estéticas. Que la complejidad de algo se basa, en gran parte, en el esmero puesto en alcanzar un producto diferente, un detalle novedoso, una tuerca a la historia de siempre. Es mostrar lo simple de una vida desde la intensidad del silencio. Evidenciar la tristeza sin decir tanto, casi como susurrándolo. Haneke, en ese aspecto, es un maestro. En Amour (2012), por ejemplo, una pareja de ancianos refrenda un pacto interno de amor con la muerte de uno de ellos. Allí se establecen las bases de una unión más trascendental que la del mismo presente: el pasado como mapa; los países, sus memorias juntos. En una de las escenas más memorables de la película una paloma entra en el apartamento de Georges y Anne (protagonistas) y se posa en el centro del pasillo. Georges, quien escribe una carta, la observa con inquietud. La secuencia, de por sí, es un prodigio de sutileza: mientras el anciano intenta atraparla con una manta, la impotencia en el ambiente y en su cuerpo va acrecentándose: se respira visualmente. La seguridad poco a poco se desmorona. La debilidad, lo sostiene. Su agilidad carga con la vejez. Trastabilla. Falla. Error tras error, la paloma se burla de su lentitud, de sus pasos de niño cansado. Al final, y después de muchos intentos, logra atraparla. La arropa y se sienta y la contempla desde sus brazos, invisible, debajo de la tela. En esa escena de tres minutos, más que un patetismo forjado, se condensa la derrota de un hombre que triunfó. En Das weiße Band (La cinta blanca), película del 2009 y ganadora

de la Palma de Oro a mejor película en Cannes, Haneke dibuja la complejidad sicológica y social de un pueblo de la Alemania de principios del siglo XX. La Primera Guerra Mundial parece inminente. Accidentes absurdos y de gran intensidad visual empiezan a enturbiar la aparente tranquilidad del pequeño refugio protestante. La violencia, en sus gestos, muestra los síntomas de una sociedad aferrada a sus convicciones más rígidas, una suerte de anticipación al fracaso. La culpa es un latido, los aísla, los ensimisma en un solo refugio. Que la fotografía sea en blanco y negro no es una coincidencia; desde allí parte Haneke para modular los diferentes estados de ánimo que se perciben en el ambiente; plegada a su propio idioma, la textura sobria de la imagen nos invita a definir su sentido buceando por los trayectos vitales de la luz, por las sombras que, en vez de buscar su lugar, lo inventan. Se podría decir que La vida, en La cinta blanca, es un conflicto de imaginaciones drásticas. Cada quien acude a su verdad, a su certeza del mundo. El sentido común se ovilla. La realidad pende de un frágil argumento: lo que pasa no nos pertenece, así nos pase a nosotros. De eso se trata el buen cine a fin de cuentas: de hacernos propensos a establecer un vínculo inmediato con su realidad, con su sentido subterráneo. Ensayamos, sin notarlo, una nueva manera de percibirnos. Y esto sólo es posible cuando la ficción fabrica una certeza tan contundente que despeja cualquier duda: estamos hechos de lo que el cine nos da: somos sus tonos, la modulación enfática de una voz, la duda de un gesto, el movimiento intransigente de unas manos, cierta conciencia agotada de sí misma. El gusto no dejará de ser una respuesta débil, efímera, para abarcar la densidad de una obra estética, sea de Michael Haneke o de otro artista. Es como si pensáramos que el suelo de una idea se halla originalmente en su vaivén de ola y no en su quietud de ancla.


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“(…) QUIEN ESCRIBE, SALVA. Y QUIEN ESCRIBE CRÓNICA, CREEMOS QUE SALVA DOBLEMENTE”. Natalia Zuluaga S.

nzuluag2@eafit.edu.co

Leyendo

surgido desde las diferentes aulas de las facultades de Comunicación Social y Periodismo del país. Reconocemos, con el apoyo de las palabras del profesor, que este es un quehacer casi esencial para regalarles a los periodistas en formación la posibilidad de contar historias detenidamente.

Aprendiz de Cronista, la más reciente antología de periodismo narrativo universitario, hemos encontrado un hombre que, creemos, salva triplemente. Carlos Mario Correa Soto, profesor de periodismo de la Universidad EAFIT, entregado de lleno a su labor, ha logrado salvar, en un libro de 481 páginas, las historias que contaron quienes alguna vez hicieron parte de un medio escrito universitario.

El poder tomarse varios días para visitar a los personajes y detallarlos en largos párrafos proporciona, no solo al lector, sino también al cronista, información necesaria para mirar el retrato de la realidad y para adentrarse en un mundo cercano gracias a las descripciones allí plasmadas.

Aprendiz de cronista (Periodismo narrativo universitario en Colombia 1999 – 2013), comienza sus páginas resaltando la importancia del contador de historias en la sociedad de siempre. El hombre que dedica su tiempo a buscar sucesos para luego contarlos, es el mismo que ha permitido el sustento de la memoria colectiva y es el mismo que se ha sentado horas a prestar oídos, papel y lápiz a quienes el agitado periodismo actual no puede escuchar. Las palabras del profesor Carlos Mario Correa nos permiten estar seguros de que la narración que se lleva el tiempo necesario para detenerse en los detalles, para preguntarse por el estado de sus protagonistas, para mirar imágenes detenidamente, es la narración que debe volver a las primeras páginas de los actuales medios de comunicación. Porque es esta la que perdura en el tiempo y la que a fin de cuentas permite un juego más seductor entre la imaginación del cronista y la imaginación del lector. Más que una simple recopilación de crónicas, este texto es un llamado para nosotros, “los iniciados en la intrepidez de lidiar con Cronos”, a que mantengamos viva nuestra “pasión crónica” por encontrar historias donde el mundo ve cotidianidad y por encontrar personas donde la prensa solo ve víctimas y victimarios; una pasión que nos permita regalarle cinco páginas a la caída de un árbol en el Parque Bolívar, cuando la prensa de hoy le daría un párrafo acompañado de un meme. A lo largo del libro, y tal como el autor lo indica en sus primeras páginas, el lector se encontrará con temas que para los jóvenes colombianos se han vuelto lugares comunes (hecho en el cual habría que ahondar más tarde

De La Urbe, Contexto, Directo Bogotá, 15, Ciudad Vaga, Bitácora y En Directo, son solo algunos de los medios investigados por el profesor Carlos Mario Correa para exponer en este libro una gran antología que, de ahora en adelante, debería ser texto inevitable para quienes estamos en el camino a convertirnos en contadores de historias, preservadores de memoria e informantes del día a día.

para averiguar por qué hablamos de lo que hablamos). Los sitios y los personajes tabú son el gran requerido del periodismo universitario; al igual que la guerra que por largos años ya se ha vuelto característica de nuestro territorio. “Sacar a flote la desigualdad, la anomalía, la anécdota, el melodrama y el disparate… en fin ‘hacer explícitas las más inesperadas formas de ser distinto dentro de una sociedad’ (Jaramillo Agudelo, 2012: 40), hace parte de los buenos oficios cronísticos de los estudiantes reporteros”. (pág. 23) “La palabra crónica contiene el tiempo en sus propias sílabas (procede del griego kronos). En términos proustianos, los cronistas van siempre en busca del tiempo perdido”. (pág. 19) Y tal vez, aquellos cronistas salvadores de historias y contadores de las mismas, van en busca, más que del tiempo perdido, del tiempo robado.

Porque la instantaneidad ya no es solo una singularidad del nuevo mundo de las redes sociales, sino que se ha convertido en una particularidad de todos los medios que buscan rellenar de información al público sin dar ninguna explicación y sin tener tiempo para pausas. Allí es donde el papel del cronista toma protagonismo y debe ser aplaudido. Porque el tiempo que nos quita lo inmediato al mostrar los fracasos y los éxitos como cifras, nos lo devuelven periodistas como Róbinson Úsuga con su relato “Muerte bajo la lluvia de Orión” – crónica que muestra la realidad de la Operación Orión, llevada a cabo por el gobierno en el año 2002 en la Comuna 13 de Medellín a través de la historia de una familia que pierde a uno de sus miembros a manos de la guerra que allí se desató. A lo largo de la introducción que el profesor Correa le hace a sus aprendices de cronistas, notamos cómo también aplaude la labor de aquellos medios de comunicación escritos que han

Leamos entonces un fragmento de las palabras escritas por el autor en su antología de crónicas universitarias: “Pero, ¡atención!, jóvenes reporteros aprendices de cronistas. Cuando hacemos eco de las opiniones de la profesora Egan en cuanto a que la crónica contemporánea es “el reportaje narrado con imaginación”, no estamos identificando imaginación con ficción o fantasía, sino, más bien, con creatividad; esto es, con la facultad y la capacidad de creación que pueda desarrollar el cronista tanto en sus labores y métodos de reportero como en sus ensayos y descubrimientos formales de narrador. Tenemos claro que la crónica reclama ser un género de no ficción que en esta medida da cuenta de la autenticidad de los hechos y que pertenece al campo del periodismo — donde encontró un nicho —, pero sin desconocer que también es un género con ambición literaria, es decir, artística”. Así que Aprendiz de cronista comienza a llenar uno de los capítulos que le hacen falta a la historia del periodismo en Colombia: el periodismo universitario.


18 Entender la vida como sinónimo de

libertad es querer vivir en armonía con el otro, respetando ampliamente su diferencia. Saber que nuestra corta estadía en el mundo es igual de vulnerable a como nos mostremos en él, que podemos pasar de ser fácilmente presos de nuestra mente a dueños de nuestro destino. Nos hemos vuelto transigentes con la violencia, nos hemos deshumanizado con el sufrimiento ajeno; la moral y el amor se han prostituido tanto que ni las rosas recuerdan su perfume, cálido y sencillo. Los gestos más románticos han perdido su profundidad; los abrazos y besos son tan superfluos que no logran tocar el ser y las lágrimas se han convertido en escasas joyas que solo aparecen cuando la ocasión verdaderamente lo requiere. Es la era de la roca, del espectáculo y el amor de verano. Es tiempo de compra, de tener el corazón tan inmensamente insensible y el alma tan vendida que pasamos por alto lo hermoso de las simples cosas. Hemos perdido el asombro hacia el atardecer, el inmenso respeto hacia las estrellas, el elogio a la luna; hemos menospreciado el aroma del café, la tranquilidad del campo y la hermosura del girasol. Hemos trocado sinceras caricias por pasajeras noches. El tiempo y la tecnología han encarnado un poder sobrenatural en nosotros: la necesidad de siempre atarnos a algo. Somos presos de nuestros pensamientos, víctimas de nuestra realidad y, peor aún, nos acostumbramos a darle más importancia al mundo exterior que es tan ajeno a nosotros, desconectándonos del mundo interior que es nuestra verdad. La libertad no es más que un eslogan

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social. Nos hacen creer que tenemos el derecho a la libre expresión. Gran cantidad de información diaria está destinada a entrar directamente en nuestro subconsciente y volvernos moldeables, sembrando necesidades que realmente no tenemos. Categorizar a las personas es otra forma de encasillarlas, de apresarlas por ridículos juicios sociales enajenados al sentir. El color de piel, el gusto sexual, la talla, la discapacidad y las creencias religiosas no deberían ser vistos como excepciones sociales. El ser discapacitado, es tener otra capacidad. Es decir, entender que con la diferencia podemos divisar el mundo desde otro ángulo, capacitarnos de tolerancia y fuerza para afrontar muchas veces una sociedad que es fríamente superficial. No es carencia de capacidad, por el contrario, es apertura mental. Es percibir el sentido de la felicidad donde el cuerpo no es lo más relevante. Mi diferencia me enseñó a tener otra perspectiva de las cosas, porque soy de las que cree que alguien es discapacitado por la elevada cantidad de barreras que tiene en la mente. Limitarse de antemano con un “no puedo” es poner un enorme muro ante sí mismo y tener una excusa para no derribarlo. Más allá de todos esos estigmas, se encuentra un ser humano a la deriva del mundo, que cuando le falta el amor es como si le faltara el aire. Y aunque le hemos cogido cariño a nuestros desfases, estos tiempos modernos necesitan mayor apertura, más aceptación, inclusión, respeto y calidad humana, pero sobre todo una conciencia de comprensión al otro, para poder entender que en nuestra diferencia hay algo que nos une; la pura y verdadera libertad.

Waira Guerrero Romero wguerre1@eafit.edu.co

Fabricantes instintivos, creaciones en Me quedo quieta como a la serie, proyectos inconclusos o no-natos. espera de que alguna herida cicatrice epaso el suicidio de Alejandra Vidal. milagrosamente rápido. Busco figuras Bebo una caja de leche fría; me recuesto en el techo y contemplo las formas de lado, con las rodillas hacia el pecho, contenidas en uno de los cuadros de y me quedo ahí, sin dormir. Pienso en la pared. Voy al baño y veo al médico cómo sería mi cuerpo si le diera tiempo: sentado en la sala con un recipiente los pies hinchados, las vísceras en las lleno de agua. Me acerco y extiendo piernas, la cintura perdida y el cuerpo mi mano para recibir su favor. Miro redondo. Siento náuseas, pero aguanto. el interior y descubro un pedacito Soporto la sed insatisfecha, el dolor en incoloro sin rasgos pintados, del mis senos enquistados y en mi vientre, tamaño de una uña, de una de las mías abriendo espacio. Lo imagino con sus que son tan pequeñas. ¡Eso es! No se ojos miel, necio y vanidoso como usted, parece a usted ni a mí. ansioso y triste como yo, lujurioso como De pie, en el balcón del los dos. apartamento, observo la ciudad El día está lleno de luz, son pocas las quemada por el sol. Todos embutidos sombras para guardarse. Tengo medio entre carros o adobes. cuerpo desnudo y las piernas abiertas Sobrepoblada por enfermos, hacia los lados. El lugar que imaginé mendigos, ladrones, asesinos, oscuro, estrecho, frío y con esas baldosas violadores, habladores, mediocres. azules con mugre entre las ranuras, Todos tristes. Mucho, demasiado. resulta iluminando, amplio, fresco, ¡No me arrepiento de nada! limpio y bien decorado.

R

Alejandrea Arcila Yepes

alejandra.arcila.yepes@gmail.com

ESTE CUENTO HACE PARTE DE MUJERES DE ÚTEROS VACÍOS, LIBRO GANADOR DE LA BECA DE CREACIÓN EN CUENTO, DE LA ALCALDÍA DE MEDELLÍN, EN EL AÑO 2012.

Estoy en la cama sobre un plástico para cuna de bebé y desde el borde sobresale la cabeza del médico iluminada por el sol que entra por la persiana. Él es un hombre de mediana edad, alto, de brazos gruesos, atractivo y de pocas palabras. Una mujer, que nunca dice su nombre, se apoya en mis rodillas mientras confirma mi seguridad para continuar. Entonces, ponen en mí algo que adormece parte de mi cuerpo y, luego, supongo que buscan al pequeño, el nuestro. Me parece escuchar algo. Aire, agua.

No quiero preguntas que no pueda responder, las mismas que hice que no tengo aún resueltas. No quiero lágrimas ni acompañar desilusiones. No podría ver a otro, a uno mío, angustiado por complejos, fobias o manías. ¡Hice un favor! Además, no quiero ver en mi silueta el relieve de estrías blanquísimas. Pago y bajo en el ascensor. Y aquí está usted a mi encuentro, sin parpadear, con miedo a abrazarme. Como si temiera hacerme daño.


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FOTO Y TEXTO GANADORES DEL CUARTO CONCURSO DE NARRATIVA Y FOTOGRAFÍA BINARIUS 2013 Natalia Zuluaga Salazar nzuluag2@eafit.edu.co

Medellín 20/09/13 A quien pueda ayudarme, No hay tiempo para formalidades, quien lea esto le pido que mire detalladamente la foto adjuntada. Es el soldado Márquez, es el cielo más hermoso y el paracaídas más distinguido. El soldado Márquez siempre lleva traje negro, pero su tez es blanca como las nubes que no cargan lluvia. Márquez es un experto en el paracaidismo y nunca ha necesitado de corrientes especiales para volar. Consigo lleva siempre el accesorio amarillo que lo distingue, lleva siempre su paracaídas como si fuera parte de él y no un anexo más. Pocos conoce mucho sobre el soldado Márquez, pero su dueño lo sabe todo. Él sabe que el soldado jamás se iría sin avisar y menos por su propia voluntad. El dueño necesita del soldado para atender asuntos urgentes de aburrimiento excesivo. El dueño es mi hijo y el soldado Márquez es su único juguete. Le pido, de nuevo, que mire detalladamente la foto adjuntada y le ayude a mi hijo a encontrar al soldado. Al parecer alguien lo ha secuestrado y necesitamos su presencia en nuestro hogar. El soldado Márquez es esencial Atentamente, María Luz

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Rubén D. Higuita flickr: Rawl321


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